Emily Dickinson
Poema 159
UN pedazo de pan, un mendrugo, una miga,
una vasija, un poco de confianza,
pueden mantener viva cualquier alma.
Ojo: no corpulenta. Mas respirando
cálida y consciente,
como Napoleón
la noche antes de ser coronado.
Un modesto terreno, una fama minúscula,
una breve campaña de penas y alegrías
es ya abundancia y es ya suficiente.
La costa le preocupa al marinero
y al soldado las balas. Pide más
y no desearás más vida que la ajena.