Emily Dickinson
Se oía como que las calles corrían...
Se oía como que las calles corrían,
y después como si las calles se pararan.
Solamente se sentía pavor
y solamente eclipse en la ventana había.
Poco a poco los más osados se asomaron,
para ver si el tiempo allí estaba todavía;
la naturaleza con delantal de berilo
el aire revolvía.