Emily Dickinson
Dios dio un pan a cada pájaro...

Dios dio un pan a cada pájaro,

pero sólo una migaja a mí.

No me atrevo a comerla,

aunque perezca.

Tenerla, tocarla,

es mi doloroso placer.

Confirmar la hazaña que hizo mío el pedacito.

Demasiado feliz, en mi suerte de gorrión,

para codicia mayor.

Puede haber hambruna en torno mío

que yo no perderé una miguita siquiera.

¡Tan espléndida mi mesa resplandece!

¡Tan hermoso mi granero se muestra!

Me pregunto cómo se sentirán los ricos,

los maharajás, los condes. Yo creo

que, con sólo una migaja,

soy soberana de todos ellos.

Emily Dickinson

de El viento comenzó a mecer la hierba. Trad. Enrique Goicolea