Emily Dickinson

Sentí un funeral en mi cerebro...

Sentí un funeral en mi cerebro,

los deudos iban y venían

arrastrándose — arrastrándose — hasta que pareció

que el sentido se quebraba totalmente —


y cuando todos estuvieron sentados,

una liturgia, como un tambor —

comenzó a batir — a batir — hasta que pensé

que mi mente se volvía muda —


y luego los oí levantar el cajón

y crujió a través de mi alma

con los mismos botines de plomo, de nuevo,

el espacio — comenzó a repicar,


como si todos los cielos fueran campanas

y existir, sólo una oreja,

y yo, y el silencio, alguna extraña raza

naufragada, solitaria, aquí —


y luego un vacío en la razón, se quebró,

caí, y caí —

y di con un mundo, en cada zambullida,

y terminé sabiendo — entonces —