Emily Dickinson

Poema 104

EN donde me he perdido piso suave,

siembro una flor tomada del jardín,

sobre el rostro borrado me detengo

y me aflijo.


A quienes yo perdí, con piedad guardo

del rudo acento o la cruel palabra,

cual si la cabecera de su lecho me oyese.

Aunque es de piedra.


Sabrás por esto cuándo yo he perdido:

por un sombrero negro, o por un velo oscuro

o por un temblor leve de mi voz,

como el de ahora.


La respuesta a por qué perdí la saben

aquellos que con los más níveos hábitos

regresaron a casa hace ya mucho,

junto a la eternidad.