Emily Dickinson
Poema 183
A veces he escuchado hablar a un órgano
bajo la nave de una catedral
y no entendía nada de lo dicho,
mas contenía la respiración.
Y me ponía en pie, y luego me iba
—más devota, quizás, de San Bernardo—
ignorando qué había sucedido
en esa antigua nave en la capilla.