SOÑANDO EN, Y CON EL PARQUE NICOLÁS SALMERÓN. 

El Parque Nicolás Salmerón es el paseo por excelencia de los almerienses que disfrutan del mismo, de sus jardines, de los lugares de juegos para niños y para adultos, es un polo de atracción cultural con actividades artísticas que han rescatado para la ciudad el Kiosco de la Música donde las bandas locales y artistas noveles se expresan y el público disfruta de su arte.


Ningún visitante que llegue a la ciudad dejará de pasear bajo la sombra de las palmeras del Parque Salmerón ni de fotografiarse junto a los centenarios ficus cuya historia-leyenda se puede leer en cuidados carteles informativos.


Entre los paseantes encontramos personajes conocidos, inmóviles en el bronce pero casi reales en el tamaño y la expresividad. Los turistas vienen especialmente para encontrarse con ellos y nosotros estamos orgullosos de su presencia.

Junto a una tímida fuentecita descubrimos la imagen de Celia Viñas en actitud de acercarse a beber agua. Un poco mas allá, sentado sobre un tronco de mármol blanco Macael, el insigne Francisco Villaespesa sostiene entre sus manos un libro abierto.

Con paso apresurado viene por el camino central Luis Siret y debemos irnos hacia los lados para no tropezar con él, pero también está en el parque El Habichuela con su traje se sheriff y Petete que parece querer participar del juego de los más pequeños y sabemos que un grupo de vecinos ha recogido firmas para que muy pronto nos encontremos con las leyendas que crecieron a partir de Almería, Lawrence de Arabia, Patton, Indiana Jones.

Antonio Biosca con una pelota, demasiado pesada para los mortales, hace drivings entre dos canteros del parque y David Bisbal aprovecha para asegurarnos que real o de piedra, siempre estará en su Almería.

Frente a frente, Cantón Checa, Castañeda y Perceval parecen, al fin poder continuar una conversación interrumpida hace mucho tiempo.

El Parque se ha convertido en los últimos tiempos en un museo a cielo abierto donde la historia de Almería se lee con avidez en las inscripciones que acompañan a las esculturas y como en esa historia el western ha tenido un lugar preponderante, no menor ha sido el que se le ha dedicado en el paseo.

Los lugareños disfrutan de las mesas-tapetes donde se enzarzan en largas partidas de ajedrez, de las canchas de petanca y de los muchos bancos ubicados a lo largo y ancho del Parque, donde el día se alarga en las noches estivales magníficamente iluminadas y el otoño e invierno se suaviza en las tardes de sol.

Varios cruceros aguardan el el puerto que cientos de viajeros tomen las últimas instantáneas; un grupo numeroso cruza nuevamente hacia los muchos comercios de venta de suvenires que se han instalado frente al parque mientras otros turistas desperezan el tiempo, como lamentando tener que abandonar las coquetas terrazas donde una docena de bares ofrece lo mejor de la tapería almeriense.

Las últimas compras las harán en los kioscos que se encuentran, entre los jardines, en lo que antaño fuera una peligrosa vía de tráfico ahora soterrada.


Frente a la Fuente de los Peces, coquetamente remozada, los tres últimos autocares de visitantes de este día, aguardan al grupo que avanza entre el rosedal y una de las innumerables pilas de agua cantarina que parecen unirse sobre y bajo el suelo acorde con la categoría de los jardines una pareja se detiene una vez más a leer (y anotar en una libretita de apuntes) los nombres y datos de las muchas plantas exóticas.

Vinieron a Almería atraídos, entre otras cosas por éste ¿dijimos museo?, agreguemos también jardín botánico reconocido en toda Europa como uno de los mejores. Lamentan no haber podido observar a la ‘podarcis sícula’, una robusta lagartija verde y negra originaria de Italia y la costa adriática y que, introducida en Almería, se ha sentido como en casa, tanto en el Nicolás Salmerón como en la mismísima Alcazaba.


El viaje no lo hacían para ver la podarcis pero sus hijos habían participado de un recorrido escolar, uno de los muchísimos que llegan aquí precisamente porque el Parque a más de un paseo turístico es también un aula de botánica e historia.


El silbato del ferry que parte hacia Melilla me despierta de la duermevela en la que soñaba con el futuro.


A mi alrededor el parque Salmerón está casi desierto; las hojas secas se dejan arrastrar por la brisa formando montones donde algún roedor quiere esconderse; los caminos de tierra no invitan y las calles circundantes parecen desconocer los beneficios económicos que dejaría en el barrio un bien entendido turismo.


Me levanto, me voy porque no quiero llorar de impotencia al ver la desaprensión de quienes llevan sus perros sin ningún reparo ni importarles si el Parque queda limpio.


Pronto será de noche y falta luz, falta vigilancia y especialmente faltan ganas de hacer.


Por faltar, nos falta el más elemental sentimiento de orgullo local.


                                                                     ® Graciela Adriana Vera Cotto 








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sobre el Parque Nicolás Salmerón


Escrito en Almería, en el sur del norte, hace muchos años, el 22 de abril del 2007 para la revista de las asociaciones “Puerta de Europa” y “Gran sol.



Recuperado un día de julio del 2023 pensando que poco es lo que ha cambiado y mucho lo que se podría hacer y que  son ahora muchos más los almerienses de pro que ya no están entre nosotros pero merecerían estar inmortalizados allí.   Lo dejo como un desafío a alguna autoridad que algún día, por milagro me léa y se interese.