ASÍ ES ALMERÍA

¿Cómo es Almería, esta ciudad deslumbrante de luz, con sombras dormidas de un pasado que se pierde en libros que no se leyeron y en voces que callan por no reivindicarlo?

Almería es mar, un mar azul que se encoge para penetrar su bahía y que cuando se le quiere atrapar en un cuenco, se expande hasta alcanzar la inmensidad del horizonte.

Almería es la anti utopía; la tierra del nada transformado en todo.

Un lugar tan extraño como las civilizaciones que la moldearon en lo que es hoy, un puerto de mar como en épocas romanas; un emporio de fortunas como en siglos de telares tejiendo riquezas, cuando los sueños eran de califatos; un sopor de la historia rescatando leyendas de íberos, bástulos, tartesios, fenicios y cartagineses.


Almería no es sintetizable en páginas que no se impriman con celajes, tan brillantes como la limpidez del espacio que se hace cúpula sobre muros casi milenarios, entretejidos con ladrillos tan nuevos como la tecnología que hoy la muestra más allá de los límites de nombres como Mediterráneo, Gádor, Alhamilla, Gata.

Mar y sierras que la constriñen en espacio y la catapultan en paisajes que escapan del click de cualquier obturador o del trazo de todo pincel.

La ciudad sube y baja, se extiende y se constriñe, se hace cueva y se abre en plazas, es rica y es pobre, es arcaica y es nueva, se envuelve en tradición sin olvidar el futuro.

Las calles de la vieja Almería son especiales; nacen en la nada y terminan en ninguna parte, enloqueciendo brújulas y retorciendo callejeros; los trazados modernos se abren en dobles vías, de anchas aceras que en su espaciosidad no alcanzan a entrever a sus hermanas mayores, estrechas y accidentadas.

¿Cómo puedo describir a esta Almería que es sobriedad forjando faustos?

No atesora catedrales góticas de majestuosos pórticos; apenas si conserva en sus arcas los muros rectos, oscuros de siglos de su catedral fortaleza, en cuyos altares se oraba mientras de sus troneras los arcabuces se disparaban en defensa del pueblo.

No conserva palacios de talladas columnas pero su Alcazaba sigue vigilándola, tan señorial como cuando fuera último reducto de una raza que por ocho siglos hizo musulmana la España de los cristianos.

Rinde pleitesía a la figura morena de una mujer; Virgen del Mar que las corrientes marinas llevaron a sus costas emergiendo de un naufragio, para ser entronada como Patrona y Señora de una ciudad pequeña, rodeada de sediento desierto y vergeles regados bajo plásticos; convertida por gracia de éstos en una enorme y moderna babel donde conviven en calma gentes de ciento siete naciones.

Almería es bullicio y es soledad; es el clima agradable y es levante gimiendo desde mar; es el sur en el norte de las esperanzas.

Es contraste de colores rodeada de irisaciones de ocres y platas; es el azul más puro y es el cielo más profundo.

¿Cómo es Almería?

Sencillamente, Almería es tan sólo Almería. 



                                                    ®Graciela Adriana Vera Cotto 





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