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AYER:
VIAJE HACIA EL PARAÍSO AZUL
Este viaje será el último que haré a esta tierra hermosa que llaman Península Ibérica.
Colonizamos estas tierras con nuestros amigos los fenicios; con ellos intercambiamos mercancías y levantamos copas de vino, pero también nos enfrascamos en cruentas batallas porque no es fácil compartir el mundo y sus riquezas.
Navegamos por el Mediterráneo, aún no lo sabemos ni lo entenderíamos, pero cuando hablen de nosotros dirán que llegamos a la península, 670 años antes de Cristo.
Me llamo Aléxandros, soy hijo de un focense que participó de la fundación de Massalia *1por el 650 antes de Cristo. ¡Cómo me gustaría vivir en esa época en la que a la nuestra se la identifica así: antes de un cristo!
Llegamos a estas tierras buscando el cobre, el estaño, el oro y la plata de sus entrañas. Somos buenos comerciantes y realizamos trueque con los nativos por tejidos, joyas, adornos, perfumes y cerámicas que transportamos en las bodegas de nuestros barcos.
Con los fenicios que también se han asentado en Hesperia, cuando no estamos guerreando solemos intercambiar metal por aceite.
Me siento orgulloso de ser griego, mi patria es conocida como ‘la cuna de la civilización’, nuestros pensadores desarrollaron los primeros conceptos de ‘átomo’, nuestros arquitectos han construido enormes templos con grandes pilares y techos triangulares, nuestra gente es alegre, canta y danza todos los días.
Capitaneo esta nave. Me embarqué por primera vez siendo aún adolescente y años después acompañaría a Piteas cuando dio la vuelta a la península por mar.
Nuestros barcos surcan las aguas increíblemente azules de este mar. El Dios Poseidón *2 se ha de haber recreado en pintarlas irisando los colores del firmamento.
Cuando me tumbo en cubierta y entrecierro los ojos creo verlo pasar a nuestro lado en su carro de conchas, tirado por blancos caballos de cascos y crines de oro.
Un murmullo ‘in crescendo’ emana de su cortejo formado por divinidades del agua entre las que sobresalen las nereidas y los tritones. Una bulla que acompaña la presencia del dios Poseidón que, con un tridente en la mano derecha y acompañado de su esposa, la nereide Anfitrite, ni siquiera se digna mirar a este puñado de humanos que nos atrevemos en sus dominios.
Cuando lleguemos a tierra firme nos apresuraremos a rendirle sacrificios, para no despertar una ira que él suele transformar en tormentas de grandes olas; ahora sigo escudriñando estas aguas que de tan cristalinas copian al mismo cielo e invitan a los rayos del sol a penetrarlas, como si de una amante esposa se tratara.
Estoy seguro que algunas nereidas se han quedado para proteger nuestro viaje.
Suelen hacerlo y con sus manos van abriendo las aguas para que la proa no encuentre resistencia y los remos vuelen sobre el ondulado azulenco.
Me gusta vivir en una época en la que puedo viajar entre Grecia y la Península Ibérica, protegido por estas deidades de increíble belleza.
Me atraen; yo las vi una noche en la que la luna irisaba el espejo de las aguas. Creo verlas ahora extendiéndome los brazos. Susurran palabras dulces que nos cuentan que allá abajo, entre la costa y las grandes profundidades hay praderas de verdes tallos donde los peces son tan abundantes y tan coloridos que forman animadas legiones.
Semidiosas del mar que nos invitan al reino de Poseidón para retozar juntos en sus praderas.
Este viaje será el último que haré; estas palabras serán las últimas que oirá el viento que comienza a soplar y nos arrastra, inexorable hacia los roquedales del promontorio que vosotros conocéis como Cabo de Gata.
*1 - Ciudades fundadas por los griegos: Massalia actualmente Marsella; Mainaca, con el tiempo Málaga; Rode, hoy Rosas: Emporio en la actualidad Ampurias y otras colonias que no llegaron a ser más que centros comerciales como Hemeroscopeion en las proximidades de la actual Valencia, Baria, Malaka, Alonis y Tarragona y Sagunto en el área de Catalunia.
Rode y Emporio fueron ciudades estado y acuñaron moneda propia.
*2 – En la mitología griega Poseidón es el dios de los reinos marinos. Hijo de Cronos y Rea y hermano de Hades, Hera y Zeus, precisamente éste le salvó rescatándolo a él y a sus otros hermanos, del estómago de su padre que los había devorado al nacer.
Cuando los hermanos vencieron a los Titanes*2a se repartieron el mundo y a Poseidón le correspondieron los mares y los océanos.
*2a – Según la ciber-enciclopedia Wikipedia, en la mitología griega, los Titanes —masculino— y Titánides (o Titánidas) —femenino— (en griego Τιτάν, plural Τιτᾶνες) eran una raza de poderosos dioses que gobernaron durante la legendaria edad dorada. Los Titanes eran originalmente nueve y estaban relacionados con diversos conceptos, tales como el océano, la memoria, la vista y las leyes naturales. Engendraron a una segunda generación de Titanes, tales como Prometeo y Atlas. Eran liderados por el más joven de los Titanes de primera generación, Crono, quien derrocó a su padre, Urano (‘Cielo’), a instancias de su madre, Gea (‘Tierra’). Los Titanes precedieron a los doce olímpicos, quienes finalmente los derrocaron, guiados por Zeus, en la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’), y muchos de ellos fueron encarcelados en el Tártaro, las profundidades del inframundo.
HOY:
VISITA A LAS PRADERAS DE POSIDONIA
A pocos metros de la superficie, el Mar Mediterráneo esconde un tesoro de increíble belleza e inestimable valor ecológico.
Son las praderas de posidonia, una planta endémica del Mediterráneo que se extiende formando amplias praderas que se convierten en la principal fuente de oxigenación de las aguas y hábitat de cientos de animales marinos, desde las conocidas barracudas hasta los de más exóticos coloridos y apariencias.
La danza de las agujas parece acunar el reposado estar de los caballitos de mar; las doncellas y las estrellas de mar conviven con especies comerciales como la dorada, el mero o el dentón.
Las praderas de posidonia mantienen la línea de la costa evitando la erosión por el oleaje, ya que frenan el envite de las olas y son un paraíso para los amantes del buceo.
Entre una fauna marina tan rica como vistosa, debajo de las aguas, compartiendo el mundo encantado de los antiguos dioses vemos pasar, sin inmutarse por nuestra presencia, grandes barracudas y un burrito listado boca de oro.
Por todas partes vemos praderas de posidonias de colores vivos y en pequeñas cuevas hallamos corales amarillos y rojos, anémonas, esponjas, nudibranquios, un pequeño pulpo que parece despistado y a los reyes por excelencia, los delfines *1.
En estas aguas, las que circundan a Cabo de Gata en la provincia de Almería, nos encontramos en un área protegida; una milla marina a lo largo de sus 63 kilómetros de costa conforma el primer parque marino protegido de España.
Cerca de Cabo de Gata confluyen dos corrientes de agua, la fría atlántica y la caliente mediterránea, lo que unido a la transparencias de las mismas y los fondos marinos existentes, se encuentra una diversidad animal de más de 1.300 especies y vegetal de 300.
Los abruptos acantilados del Cabo tienen continuidad bajo el agua formando gran cantidad de cuevas, grietas, paredes, algunas resultan iluminadas por el sol exterior y otras, a contraluz a distintas profundidades.
Los permanentes contrasten de color conforman uno de los paisajes submarinos más bellos y mejor conservados del Mediterráneo.
Anélidos, moluscos, erizos, dejamos pasar sin molestar un grupo de rascacios y nos alejamos cautelosos del entorno de la traicionera morena, pero sentimos tentación de nadar a la par de una pareja de tortugas moras.
Es un mundo donde el hombre aún puede hacer mucho para seguir disfrutándolo y quizás, en algún punto recóndito de ese mar al que la ciencia va arrancando uno a uno los secretos, haya una pléyade nereidas para cuidarlo.
*1 – Los delfines son comunes en el Mar Mediterráneo. Se los ve con más frecuencia si estamos embarcados pero también se avistan desde las costas. Las praderas de poseidonia les encantan para retozar. No tan comunes como los delfines, también ballenas y ballenatos disfrutan de estas aguas.
® Graciela Adriana Vera Cotto
Almería, en el sur del norte, agosto 2006