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Tercera Resistencia. España en el corazón

El 5 de julio, podíamos leer este poema que Neruda dedica a la ciudad de Almería, tras el terrible suceso ocurrido en la madrugada del 30 de Mayo de 1.937, en el que la ciudad fue bombardeada por un barco alemán

Un plato para el obispo, un plato triturado y amargo,

un plato con restos de hierro, con cenizas, con lágrimas,

un plato sumergido, con sollozos y paredes caídas,

un plato para el obispo, un plato de sangre de Almería.

Un plato para el banquero, un plato con mejillas

de niños del Sur feliz, un plato

con detonaciones, con aguas locas y ruinas y espanto,

un plato con ejes partidos y cabezas pisadas,

un plato negro, un plato de sangre de Almería.

Cada mañana, cada mañana turbia de vuestra vida

lo tendréis humeante y ardiente en vuestra mesa:

lo apartaréis un poco con vuestras suaves manos

para no verlo, para no digerirlo tantas veces:

lo apartaréis un poco entre el pan y las uvas,

a ese plato de sangre silenciosa

que estará cada mañana, cada mañana.

Un plato para el coronel y la esposa del coronel,

en una fiesta de la guarnición, en cada fiesta,

sobre los juramentos y los escupos, con la luz de vino de la madrugada

para que lo veáis temblando y frío sobre el mundo.

Sí, un plato para todos vosotros, ricos de aquí y de allá,

embajadores, ministros, comensales atroces,

señoras de confortable té y asiento:

un plato destrozado, desbordado, sucio de sangre pobre,

para cada mañana, para cada semana, para siempre jamás,

un plato de sangre de Almería, ante vosotros, siempre.

Pablo Neruda