MATANDO LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

¿Se puede matar la gallina de los huevos de oro así, porque sí?

No sé si referirme a esta metáfora o traer a coalición aquello de vender la piel de oso antes de cazarlo. Quizás ni siquiera sean las más apropiadas porque lo que han hecho un grupo de agricultores almerienses ha sido mucho más grave.

Almería es un emporio de riqueza envidiado en muchas latitudes. Es una dádiva que la naturaleza ha volcado generosamente a los pies del ingenio y el esfuerzo.

Si la explotación de invernaderos ha enriquecido a muchos agricultores ¡bienvenida sea esa situación!, el lucro redunda en todos, reactiva la economía general de la provincia y no reconocerlo raya en la malsana envidia.

Alcanzar ese privilegio ha sido un esfuerzo de muchos años, de mucho sudor, de muchas lágrimas y de muchos errores oportunamente corregidos.

Por eso me resulta incomprensible que la codicia de algunos (pocos pero suficientes porque nadie los señala por su nombre sino que generaliza), pueda echar por tierra el milagro almeriense.

Vivimos en una época prodigiosa en la que la noticia, la investigación, el estudio, están a nuestro alcance en pocos segundos.

Al nuestro y al del mundo y ya el mundo sabe que en Almería se utilizan plaguicidas prohibidos.

No es la empresa de mengano ni la de zutano; para los importadores de nuestros productos, son los agricultores almerienses los que han cometido la incalificable acción de, estúpidamente pretender burlar las normas de la CE.

Perdonadme si no puedo entenderlo.

®Graciela Vera Cotto Y LO SACO


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