En el libro “Mujeres en Guerra. Almería, 1936-1939” la escritora e investigadora Sofía Rodríguez López escribe:

Pese a la pasividad, en todo caso, del “Comité de No Intervención”, la noticia adquiría relieve internacional gracias, entre otros medios, a las informantes rusas que llegaron hasta Almería junto a brigadistas soviéticos, asistiendo al panorama desolador de la “desbandada”, como popularmente se la conoce. Así lo retransmitía la traductora M.Levina:

“¡Cuántas mueres, niños, ancianos y personas inocentes fueron muertas en este éxodo!. Tras la caída de Málaga, el Cuartel General del Frente Sur se estableció en Almería. Aquí V.I.Kiselev ayudó a la organización de las tropas replegadas. En esta importante plaza portuaria, rica en tradiciones revolucionarias, se concentraron varios miles de refugiados, la mayor parte permanecía a la intemperie, pues las autoridades de la ciudad se encontraban desbordadas, incapaces de proporcional techo a una masa tan grande d personas. A pesar de todo ello, se observó en todo momento un gran orden en la ciudad. Los comités de los partidos se encargaban de la evacuación de los huidos. Había que hacerlo lo más rápidamente posible, a fin de evitar más víctimas. La ciudad estaba sometida a bombardeos diarios desde el mar y desde el aire. Fue particularmente cruel el bombardeo del 31 de mayo de 1937, efectuado por buques militares alemanes, y eso que en Almería no existían objetivos militares”.

El bombardeo alemán al que hacen referencia las traductoras rusas, con énfasis y cierta exageración por su parte (ni los bombardeos eran diarios ni se aniquiló a la población), sería el otro gran hito que jalona el triste devenir de la guerra en Almería. El 31 de mayo de 1937, cuando la ciudad empezaba a acomodar a los refugiados malagueños, dispersos por todo el arco mediterráneo, la población se despertaba con los ataques de la escuadra teutona. La causa argumentada: venganza por el bombardeo del acorazado de bolsillo “Deutschland” en aguas de Ibiza, por los aviones republicanos.

A las doce del mediodía, se contabilizaban ya 19 muertes, entre ellas 5 mujeres y un niño, 55 heridos y una cuarentena de casas destruidas. Así lo rememoran ellas.

Dolores Bueso: “Nosotros nos fuimos a un cortijo que teníamos ahí, en Sierra Alhamilla, y allí terminamos de pasar la guerra, y entonces,… el bombardeo alemán. Vimos los siete barcos que bombardearon Almería, que estuvimos viendo el bombardeo desde allí. La primera bomba nos pilló en la cama, pero la segunda nos pilló en el porche del cortijo… allí mirando…”

A Pilar Cassinello le sorprendió el bombardeo cuando estaba trabajando en “Villa María”, donde se había instalado el hospital inglés de Huercal: “Entonces fue el destructor alemán el que vino y ése sí arreó y mató a mucha gente. Pues eché a andar para ver a mi madre, a ver qué es lo que pasaba en Almería. Y mira, fui pisando cristales desde el cementerio hasta aquí al centro, y no me encontré con casi nadie. Es decir, que estaba Almería solitaria, solitaria, solitaria, de cómo estaba la gente de asustada”. G.V.