HOTEL LA PALMERA

Las curvas se suceden, hemos dejado la Playa de los Muertos, esa que tantas veces se ha considerado como la más bonita de España, y por algo es, y nos acercamos a un pueblito pequeño, recoleto, perdido entre el mar y las sierras y donde el blanco de sus construcciones se viste con el rojo de las buganvilias.

En invierno tiene tan pocos habitantes que es una gran familia, en verano los visitantes que le han descubierto pueden hacer que su población ascienda a más de dos o tres mil personas, pero la tranquilidad en el bullicio o el bullicio tranquilo de una estancia en Agua Amarga no tiene comparación.

Tanto si es para disfrutar de su amplia playa como para visitar las calas cercanas, a pie, en coche (algunas) o embarcado en pequeñas barcas de turismo o en kayaks, las vacaciones en este paraíso están aseguradas en toda época.

Llegando podemos encontrar muchos lugares para recorrer, algunos tradicionales porque han ido creciendo en fama junto con el pueblo pasando de generación a generación. Uno de esos sitios es el Hotel y Restaurante La Palmera.

Un sitio para quién busca un lugar para almorzar, cenar o tapear con los pies, si no en la arena porque su terraza está unos centímetros sobre ésta, casi allí mismo, tanto que desde la misma playa se puede ascender a las mesas y desde éstas dejar a los demás comensales y salir corriendo para darnos un chapuzón si el calor del verano nos tienta a hacerlo.

Y ya que estamos en el agua, podemos hacer snorkel para ver, en la misma playa, uno de los maravillosos fondos de posidonias de esta parte del Mediterráneo.

Pero estábamos en La Palmera, y allí Soraya nos atenderá con su habitual simpatía y nos aconsejará alguno de los platos que Ricardo prepara “para chuparse los dedos”.