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Los pilotes luminosos que señalan el paso frente a la Iglesia de San Sebastian han dado más de un dolor de cabeza a los usuarios del pasaje, a los vecinos y no dudamos que a las autoridades que se han empeñado en colocarlos allí.
Primero se cerró toda posibilidad de ingreso de vehículos a la plaza propiamente dicha. Buena cosa si se hubiera utilizado un mínomo de flexibilidad porque hay dos edificios de nueve plantas que no tienen ningún acceso vehicular y la carga y descarga de cualquier tipo de mercancía implica un juego de predestinación.
Hay que hacer verdadera magia para poder encontrar un aparcamiento lo suficientemente cercano como para poder transportar bolsas de compras, cajones de bebidas, y ni que hablar si lo que se pretende llevar a la casa es algo más voluminoso como un mueble.
Por un corto periodo de tiempo no hubo otra solución -para los repartidores- que estacionar junto a la Iglesia. Pero también ésto se coartó con otros pilotes y ni distribuidores de butano, ni repartidores de encomiendas nadie salió indemne del segundo ataque de los pilotes.
Esta vez se cercó con tanto celo la entrada al templo que parecía acorazado, y se hizo dejando tan poco espacio para la maniobra de giro de los vehículos que viniendo desde Puerta Purchena quieren acceder a la calle Murcia que en menos de 24 horas ya faltaban dos de los dichosos pilotes.
Fué el.... yo diría que el quinto cambio y arreglo de pilotes en
pocas semanas.... días.
El entorno es hermoso, se respira tranquilidad....
mientras no se pretenda convivir con él.
Ver un operario trabajando en restituir la luz a
alguno de los pilotes es ya un paisaje habitual de las mañanas
sansebastianas.
El pasaje
Personalmente estaba esperando la oportunidad para poder tomar una foto que seguramente hubiera recorrido el planeta: una novia en el suelo, cual larga ella y cual largo su vestido de cola blanco.
No dudamos que de no haber alguien recapacitando y quitado -separado- alguno de los pilotes, ello hubiera sucedido en el primer saludo al salir los novios del templo.... claro que pensándolo bien, desde que están los dichosos pilotes son mucho menos los casamientos que se celebran en San Sebastián.
A esta altura parecía entablada una guerra entre el área de Obras Públicas del Ayuntamiento y los conductores: ¡Pilote puesto, pilote atropellado!
Al despertar cada mañana los veíamos caídos como soldados muertos y no podíamos menos que sonreír. Uno menos, decíamos los vecinos ilusionados en que alguna autoridad se daría cuenta del disparate que estaban cometiendo, pero no era así.
Pocas horas después estaban nuevamente colocados y ahora, la mitad ostentando la calidad de luminosos.
Feos, y me quedo corta, los pilotes luminosos que de día sólo son un semi tronco de plástico negro, sucios de cal blanca y de noche.... ¡bueno, prefiero no hablar!
Seguro que el automóvil del Concejal quedó atrapado por esta maraña metálico-plástica y por ello un día, otro, una nueva cuadrilla de obreros municipales corrigió la entrada al pasaje dándole curvatura a la fila de pilotes.
Poca solución a un problema que es de angostura. Pero sobre todo, tontas soluciones para el bolsillo del contribuyente si para colocar una hilera de pilotes se deben pagar tantas horas-hombre de trabajo en un pongo, quito, corrijo, vuelvo a poner.... que no termina aquí porque desde que están colocados los luminosos, aún no hemos podido verlos dos noches seguidas funcionando todos al unísono.
Y todo ésto ¿para qué?. No hay más seguridad que antes, no sirve para hermosear la plaza, ni siquiera, cuando se piense con más detenimiento, servirá para salvaguardar el templo.
En materia de seguridad: cero; porque la plaza (la parte destinada a peatones) no tiene acceso a la parte alta salvo por peldaños.
Minusválidos, cochecitos de bebes, carritos de compras deben salir de la seguridad que supuestamente pretendieron darles, ya que para subir (o bajar, según el caso) por el angosto paso vehicular que ha quedado.
Y con los pilotes dichosos, sin más lejos hoy mismito, un coche fúnebre tuvo que estacionar durante la duración de la ceremonia (funeral) en el paso dejando cortado el ingreso a la calle Murcia.
Roguemos a San Sebastián que salve a otros barrios de arquitectos que disfrutan de obras en papel, de autoridades que no utilizan los servicios o anti-servicios que colocan y que ésto no sea más que una exclamación de ¡dichosos pilotes!
®Graciela A. Vera Cotto
Un coche mediano pasa bastante justo, una furgoneta de carga o camión chico las tiene muy difíciles.
Sólo saliendo al pasaje se puede subir a la parte superior de la plaza. No hay problemas cuando no pasan vehículos pero la realidad en esta zona es otra.
urci.mediterranea@gmail.com