GRACIAS

Muchas veces no nos damos cuenta de la riqueza que tenemos hasta que un golpe bajo hace que ella aflore. No me refiero a la fortuna material, lo que realmente nos hace enormemente ricos es esa telaraña invisible de afectos que llega a envolvernos para convertirnos en seres poderosos.

Yo me siento muy afortunada porque encontré amigos más allá de los conocidos personal o epistolarmente. Amigos que ni siquiera pertenecían a mi círculo de contactos del Facebook, amigos que sin saber quién era me dieron su hálito como un soplo suave que en muchos casos cruzó medio mundo para envolverme.


Todos me dijeron que podía, y pude. Me dieron el mando para vencer el cáncer y con la ayuda de excelentes profesionales hoy puedo decir que mi cuerpo se ha librado del duro veredicto que hace menos de tres meses me llenó de terror.

Aún no hemos recorrido todo el camino, y hablo en plural porque nunca me sentí sola en esta peregrinación. El equipo de excelentes profesionales del Hospital Torrecárdenas, a los que no voy a nombrar individualmente porque cometería el desacierto de dejar en el tintero nombres, pero a los que debo agradecer profundamente no sólo por sus conocimientos médicos sino también por la calidez humana con que me arroparon, desde el personal de cirugía a los celadores, desde el sector oncológico del Centro al de enfermería. Tampoco quiero olvidarme de las voluntarias de AECC de Almería que me despertaron una mañana para comunicarme que por protocolo rutinario era el momento de realizarme una mamografía, prueba sin la cual no hubiera podido ser detectado tan oportunamente el tumor.

Decía que el camino continúa, pero ya quedaron atrás los bordes de espinas y sólo veo un sendero bordeado de setos floridos. El cáncer desapareció, o lo hicieron desaparecer completamente de mi cuerpo y ahora, preventivamente debo cumplir unas pocas sesiones de radioterapia que no me impedirán seguir una vida normal.

Y vuelvo a decir, gracias amigos, gracias familia, gracias por vuestro apoyo, por esos mensajes en mi muro, por privado, por mails o por carta. Cada uno de ellos se convirtió en la muleta que me ayudó a caminar este corto espacio de tiempo que sin vosotros hubiera parecido interminable.

Con vosotros quiero compartir esta buena noticia, deciros que todo será más fácil de lo que había pensado y que el mundo vuelve a sonreírme.

¿Me permiten mis amigos que me dirija ahora sólo a ellas, a las mujeres de mi círculo de camaradería? Seguro que sí, porque lo que voy a pedirles también afecta a las mujeres que ellos quieren.

Mi experiencia me concede la potestad de dar consejos. He pasado por el terror que recorre el cuerpo cuando te dicen que tienes un cáncer. He sentido el alivio de que me informen con detalles de los procedimientos a seguir y de las buenas posibilidades de curación y he disfrutado plenamente cuando me han dicho que la pesadilla ha quedado atrás. Pero todo ésto, posible por los adelantos de la medicina actual, no lo hubiera logrado sin la detección precoz a partir de una simple, sencilla y fácil de realizar mamografía. Ésta y no otra es la revolución que las mujeres debemos poner en práctica, cuidar nuestro propio cuerpo.

Gracias amigos, no podré olvidarme nunca de ninguno de ustedes.




                                                                                                                               Graciela.








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