Modelos de pregunta 4
Relación entre Platón y Descartes. Las Ideas innatas:
Platón y Descartes son dos autores que, aunque muy alejados en el tiempo mantienen en algunos aspectos similitudes apreciables. Señalaremos solamente una:
- Los dos autores necesitan de las conocidas como “ideas innatas”. Sin embargo, eso no significa que las comprendan del mismo modo pues Platón mantiene la realidad de las Ideas en un mundo aparte, si bien, el hombre por reminiscencia las puede conocer, aún con dificultad. Según el autor griego, el hombre las habría conocido en una vida anterior y ahora las reconoce, no son nuevas para él. En Descartes, las ideas innatas se encuentran únicamente en la mente del sujeto y no tienen las mismas características que en Platón. En el racionalista francés, las ideas innatas están puestas por Dios en el hombre y son como predisposiciones según las cuales éste puede conocer. Podemos llegar a las ideas innatas porque en la mente humana no solo existen ideas adventicias (de fuera) o facticias (fabricadas) sino que encontramos otras que no podemos saber de ellas sino únicamente entender que sin ser nosotros los autores, sin embargo, están ahí en nosotros. Se refiere Descartes a las ideas de infinito, de perfección de las cuales no podemos ser nosotros “responsables” pues no somos ni infinitos ni perfectos. Tampoco las podemos obtener de una realidad que no es perfecta ni infinita, por tanto, no tenemos más remedio que atribuir a Dios su origen. Nada de esto último hay en Platón aunque seguramente alguno estaría dispuesto a suponerlo.
Todo el problema que intentan resolver tanto Platón como Descartes es cómo puede ser posible un conocimiento desde la nada puesto que habitualmente conocemos algo nuevo por comparación a algo ya conocido. Por ejemplo, podemos saber lo que es una cebra si decimos que es un caballo con rayas. Pero si no sabemos nada de nada es imposible poder entender algo. De aquí parte pues la necesidad de plantear unas ideas primigenias, innatas a partir de las cuales comenzar a conocer. Y no parece posible tener esas ideas sin más ni más puesto que el conocimiento humano tiene algo de divino.
Relación entre Platón y Aristóteles. (pregunta resuelta por Ferrán Guillen de Matías).
Muchas son las diferencias y semejanzas filosóficas entre Platón y Aristóteles, algo manifiesto, ya que Platón fue su maestro. Esta controversia es proclamada tanto por el pupilo de Platón, pues afirma que es amigo del mismo, pero que lo es más de la verdad, como por otras personas, tales como el pintor Rafael, quién en su obra “La escuela de Atenas” representa al creador de la academia señalando al cielo (mundo de las ideas), mientras que su pupilo apunta alrededor (hilemorfismo).
La mayor diferencia entre estos filósofos es suscitada por la metafísica. Platón afirma que lo único que es real es lo inmutable, y únicamente concibe como tal a las ideas, seres reales de otro mundo…Por consiguiente lo cambiante ha de ser algo, no tan real, como las ideas. Aristóteles no concibe la existencia de un mundo extraterrenal, y por eso desarrolla otra teoría metafísica basándose en la existencia de dos tipos de movimiento. Existe el movimiento o cambio accidental que modifica cualidades de un ente y el cambio substancial que modifica la esencia del ente. Con esto podemos ya comprender su alternativa metafísica, llamada hilemorfismo. Esta teoría dice que un ente está formado por unas cualidades o accidentes y una substancia o esencia. Es decir, que Aristóteles cree en unas ideas “terrenales” llamadas esencia, que conforman cada ente, junto con unas posibles cualidades dependientes de la esencia del ser.
Obviamente estos filósofos, por otra parte, coinciden en varias cosas, por ejemplo ambos confían en la existencia de un ser superior, Platón pensó en un demiurgo que esculpió el mundo con el perfecto modelo de las ideas, pero con la caótica materia. Aristóteles induce a un motor inmóvil primero, que es la causa del movimiento existente y de la creación. Él mueve pero, como he dicho no puede ser movido o cambiado, porque si no deberíamos buscar otro ser inmóvil.
Asimismo, ambos consideran que la persona es sociable por naturaleza, porque un individuo solitario no es perfecto y necesita la complementación con un semejante. Los dos creen que la retórica es una herramienta dañina y tiránica que no busca el bien común sino el propio. Ambos piensan también que hay una verdad única y absoluta, muy relacionada con el bien y la justicia, o lo que es lo mismo, hay una universalidad en el mundo, en lo que ellos disputan, como ya expliqué. Básicamente la discusión trata de dilucidar en qué mundo y dónde se encuentra esta universalidad, en el terrenal o en de las ideas…
LA RELACIÓN PLATÓN-PARMÉNIDES
Parménides de Elea, filósofo que vivió entre los siglos VI y V a.C., es un referente fundamental de la filosofía de Platón. Parménides es llamado a veces el “filósofo de la Identidad” porque defendía que nada cambia en realidad: que el mundo (el Ser, como él lo denomina en términos metafísicos) es siempre igual a sí mismo. En otras palabras: a pesar del cambio, de la transformación que observamos a nuestro alrededor en el mundo material, existe siempre una esencia inmutable e incambiable de las cosas. Esta esencia es lo auténticamente real, mientras que aquello que cambia, que nace y muere, que se corrompe, es puramente accidental, imperfecto e insustancial.
Con respecto al conocimiento, Parménides distinguió dos vías de acceso: “Ta Pros Doxan”: la vía de la opinión, que equivale al conocimiento sensible, de las cosas materiales y cambiantes. Este conocimiento no merece siquiera ese nombre. En realidad es simple opinión, simple saber sobre lo imperfecto. Dado que depende en gran parte de los sentidos, además, es un conocimiento equívoco, pues los sentidos nos engañan continuamente. La otra vía de acceso, “Ta Pros Aletheian” es la vía de la verdad. Esta vía, según Parménides, da acceso al auténtico conocimiento, al conocimiento racional, el que se obtiene por puro ejercicio del intelecto sin apoyo sensorial. La vía de la verdad conduce al conocimiento del Ser, de lo que no cambia, de lo único auténticamente real. Por la vía de la verdad el filósofo llega al conocimiento de lo perfecto y lo inmutable: lo que es siempre igual a sí mismo.
Pues bien, tanto en la concepción del Ser como una esencia permanente e incambiable como en la consideración de las dos vías de acceso al conocimiento, encontramos que Platón compartió puntos de vista con su antecesor. En cuanto a lo primero, recordemos que Platón sostiene que lo único real son las Ideas o Formas, y que éstas son, como el Ser de Parménides, inmutables, eternas y perfectas: modelos puros de las cosas sensibles. Y que habitan en un mundo, el de las Ideas, accesible sólo por el intelecto, por la razón sin apoyo de los sentidos.
En cuanto al conocimiento, la distinción parmenídea entre vía de la opinión y vía de la verdad fue adaptada por Platón en su dualismo epistemológico. Platón distingue, igual que Parménides, entre la doxa u opinión (conocimiento de lo sensible, lo cambiante y lo imperfecto) y la epistemeo conocimiento científico (el conocimiento de los objetos matemáticos y las ideas), conocimiento verdadero sobre lo que jamás cambia: el mundo de las ideas.
Relación entre los pitagóricos y Platón
La influencia de la escuela pitagórica se refleja en el lema de la Academia platónica: "Nadie entre aquí que no sepa geometría", con el que reconoce el extraordinario valor de las matemáticas.
Pitágoras piensa que "los números son la esencia de todas las cosas". Platón, en cambio, considera que las matemáticas son una herramienta para alcanzar el conocimiento de las ideas, que son la verdadera esencia. Las matemáticas pertenecen al mundo inteligible, ya que no se ocupan de lo material, y permiten al alma acercarse a las ideas, como se observa en el símil dela línea1.
El formalismo pitagórico también lo encontramos en Platón: "la realidad no está en sus componentes, sí en su proporción". Dicho de otro modo, la pregunta acerca del origen de la naturaleza, la physis, no debe centrarse en dilucidar de qué componentes materiales han surgido las cosas, sino en plantearse cuál es la forma o estructura de las cosas, su proporción.
Pitágoras concibe la naturaleza como un cosmos, una totalidad ordenada a partir de relaciones numéricas. Platón, en cambio, traslada a las ideas ese principio organizador que el pitagorismo asigna al número.
Respecto a la dualidad cuerpo-alma, Platón cree, al igual que Pitágoras, que el cuerpo es una cárcel para el alma, que deberá liberarse de esta prisión y purificarse mediante el conocimiento.
Siguiendo la tendencia místico-religiosa de Pitágoras, concibe la vida como un lugar de tránsito, un camino de purificación, en el que hemos de liberarnos de las pasiones y servidumbres del cuerpo para ascender, mediante la dialéctica, a una vida trascendente, al mundo de las ideas.
Asimismo, Platón considera que el ser humano es un ser escindido, fruto de una unión accidental y "contra natura" entre un alma inmortal y un cuerpo material y mortal.
También hace suya la teoría pitagórica de la reencarnación al afirmar que el alma inmortal vaga de cuerpo en cuerpo hasta culminar ese proceso de purificación que le permita llegar a su destino, el ámbito de lo inteligible.
Además, según Platón, el alma ha preexistido en ese mundo de las ideas y luego se ha encarnado en un cuerpo, "olvidando" con ello los conocimientos previamente adquiridos. Por eso, dice Platón, en su teoría de la reminiscencia, que conocer es recordar.
Relación entre Heráclito y Platón
Heráclito de Éfeso (544 a.C – 484 a.C). Murió unos 60 años antes de que viviera Platón, quien conoció su filosofía gracias a Cratilo, que fue el discípulo de Heráclito.
Heráclito es conocido por su afirmación “todo fluye”, que todo cambia y nada permanece. Es decir, comparándolo con la corriente de un río, se refiere a que “no se puede entrar dos veces en el mismo río, pues quienes se meten en él se sumergen siempre en aguas distintas” e incluso el que se mete en el agua es, a la vez, distinto también. Viene diciendo pues, que todo en el universo va cambiando, nunca es lo mismo. Para Heráclito el universo es una lucha de contrarios. Cada cosa tiende a transformarse en su opuesto; el frío en calor, el calor en frío… es decir, lo que ahora hay nace de la destrucción y muerte de lo que antes había.
Heráclito sostenía que lo cambios continuos en la naturaleza se producen siempre conforme a una Ley Universal fija y eterna, que denomino Logos, del cual, su conocimiento es accesible a la razón humana.
Platón entendió también que la realidad física es algo evanescente, no permanente, todo cambia y no hay nada estable. Platón extrajo la conclusión de que es imposible alcanzar un conocimiento verdadero y cierto de la realidad, puesto que de lo que cambia no puede haber realidad cierta.
Es decir, Platón afirma que todas aquellas realidades del mundo físico y material que percibimos por los sentidos humanos, es imposible tener un conocimiento totalmente verdadero, puesto que como afirmó Heráclito todo cambia permanentemente. Platón acepta la afirmación de Heráclito, no obstante discrepa por el motivo de que estando todo en constantes cambio, no pueda haber un conocimiento verdadero de esos objetos. Pero puesto que cuando los empezamos a conocer, cambian, se obtendría la conclusión de que la verdad cambiaría a cada instante. Pero si la verdad cambiara, no sería verdad.
Platón por su parte, afirma que deben existir ciertas realidades que no cambien y que permanezcan eternamente estables e idénticas a sí mismas. De ahí, Platón empieza a formular la teoría de las Ideas, que afirma la existencia de ciertas realidades inmateriales, únicas, inmutables, eternas, absolutas, trascendentes, separadas del mundo físico, no accesibles a los sentidos pero sí a la inteligencia, y separados de las cosas sensibles y de las opiniones humanas. Sería en ese Mundo de las Ideas dónde cabría la posibilidad de la verdad y del conocimiento. Aún con enormes dificultades Platón sostiene que ese acceso es posible al menos a una inteligencia preparada para ello y con el uso de la dialéctica.
Platón y los sofistas.
Platón rechaza la teoría mantenida por los sofistas que afirmaba que es imposible conocer la naturaleza. Platón reaccionó ante este escepticismo4 y sostuvo que era posible alcanzar la verdad. Para conseguirlo, hay que ir más allá de los datos que nos ofrecen los sentidos, porque lo que percibimos a través de ellos son sólo las apariencias de las cosas. Sin embargo, detrás de las apariencias de las cosas se encuentran las esencias.
A pesar de esta dura crítica a los sofistas Platón está de acuerdo en una de sus teorías que, incluso, incorporó a su sistema. Esta teoría es la teoría de la percepción de Protágoras. Para Protágoras, el hombre no percibe las cosas como son, sino tal como se le aparecen a él a través de los sentidos.
Para Protágoras la percepción solo nos proporciona opiniones subjetivas que son válidas únicamente para la propia persona que percibe y en el momento en que percibe.
Con algunos retoques y matizaciones, Platón cree que esta concepción es válida respecto al conocimiento del mundo sensible, mundo de la apariencia o mundo de la simple opinión (doxa). No obstante, para Platón sí que se puede conocer el ser verdadero de las cosas percibidas en virtud de otra facultad: la razón. La razón es capaz de proporcionar otro tipo de conocimiento más elevado sobre las esencias existentes en el mundo de las ideas: la ciencia (episteme).
Frente a la costumbre sofista de dar discursos, Platón propone el diálogo como método de búsqueda de la verdad, y le exige al alumno su participación activa. Platón discrepa con el escepticismo de los sofistas, porque este niega rotundamente el conocimiento y para Platón, éste sí es posible. Critica también su relativismo que afirma que existen muchas verdades diferentes sobre las mismas cosas, y que éstas dependen del sujeto que las utilice, porque para Platón existen verdades absolutas, que son las ideas. Además, el relativismo hace imposible la enseñanza y la verdad absoluta, cuestión esta a la que Platón no está dispuesto a renunciar.
Sócrates y Platón.
La influencia del maestro Sócrates en Platón es constante a lo largo de muchos de sus diálogos. Hay dos temas fundamentales que heredó Platón de su maestro: la teoría socrática de los conceptos universales y el método dialéctico como instrumento para llegar al auténtico conocimiento.
Sócrates, a diferencia de los sofistas, sostiene que existe un tipo de saber universal, válido en igual medida para todos. Este saber universal es el que proporcionan los conceptos universales.
Estos conceptos se adquieren a través de nuestra actividad intelectual porque Sócrates afirma que en las distintas percepciones que tenemos de cualquier cosa, por ejemplo, la belleza, existen ciertos elementos comunes que constituyen su esencia. Estos elementos comunes pueden ser expresados mediante los conceptos universales. En esto consiste, precisamente el conocimiento científico. Y para llegar a dichos elementos comunes el método apropiado es el método dialéctico o el diálogo.
Platón nos ha dejado multitud de ejemplos que siguen el método socrático en varios de sus diálogos, por ejemplo, en el Menón. En esta obra, Sócrates empieza declarando que no sabe qué es la virtud y pregunta a su interlocutor si tiene alguna idea al respecto. Entonces Menón, su interlocutor, le da una primera definición. Sin embargo, Sócrates se muestra sólo parcialmente satisfecho y, por tanto, sigue planteando más preguntas. De esta forma, su interlocutor se ve obligado a responder, hablando más, mientras que Sócrates dirige la conversación para que quede patente, finalmente, lo inadecuado de la primera definición, que modifica la primera. Pero de nuevo Sócrates le anima a introducir nuevos elementos de consideración y a proponer otras definiciones más completas y ajustadas.