¿Cuándo hay que filosofar? Epicuro

A Epicuro se le suele atribuir el hedonismo sin más. Al autor griego todo el mundo le conoce como el teórico del placer, el filósofo que postula que todo animal se mueve por el placer y si el hombre lo es, pues…. Sin embargo, ¿cuántos conocen el siguiente fragmento de la célebre Carta a Meneceo en donde sostiene que siempre es momento para filosofar?

“Cuando se es joven, no hay que vacilar en filosofar, y cuando se es viejo, no hay que cansarse de filosofar. Porque nadie es demasiado joven o demasiado viejo para cuidar su alma. Aquel que dice que la hora de filosofar aún no ha llegado, o que ha pasado ya, se parece al que dijese que no ha llegado aún el momento de ser feliz, o que ya ha pasado. Así pues, es necesario filosofar cuando se es joven y cuando se es viejo: en el segundo caso para rejuvenecerse con el recuerdo de bienes pasados, y en el primer caso para ser, aún siendo joven, tan intrépido como un viejo ante el porvenir.” Epicuro. Carta a Meneceo.

Así pues, todos, jóvenes y viejos, deben filosofar porque durante toda una vida es obligatorio buscar la felicidad y cuidar el alma. Y es que, bien claro lo dice Epicuro, filosofar es cuidar el alma y esto es lo mismo que cultivar la felicidad. Examinando atentamente la cuestión se ve que Epicuro cree que el hombre y el filósofo son la misma persona, alguien que sazona siempre su vida con razones, que no hace discurrir su existencia con acciones impensadas, que sabe por tanto qué es lo que hace y para qué lo hace, un hombre con sentido. Un hombre así no es perfecto, -nadie lo es-, pero cuando se ha equivocado puede ver su traspié y rectificar porque no disfruta con su fallo. Los filósofos no son hombres infalibles, pero si son realmente sabios no renunciarán nunca a la felicidad de la verdad, a la felicidad de cuidar su alma que es tanto como encontrase a uno mismo y verse en comunicación con la realidad.

Cuidar el alma es ejercitarla en sus funciones propias. Y en este texto sólo se afirma que con el alma se filosofa, se piensa. Me gustaría aclarar además que filosofar (pensar) no es lo mismo que imaginar, ni un hombre o mujer imaginativos son necesariamente una mujer o un hombre inteligentes. Que una imagen valga más que mil palabras, sólo significa que con dicha imagen algo puede ser “entendido” más fácilmente. Pero ha de ser entendido, lo cual no es lo mismo que simplemente “visto”. Es decir, puede comprenderse el teorema de Pitágoras sin necesidad de ningún dibujo, sin imaginar nada. Puede entenderse racionalmente que el “todo es mayor que la parte” sin ayuda de la imaginación. Y puede y debe entenderse que la libertad comprende en sí a la responsabilidad y será mejor no necesitar imaginar nada.

Con todo y sin entrar en graves y discutidas cuestiones metafísicas se puede anotar que actualmente no es difícil advertir cómo el alma se encuentra un tanto arrinconada y quizá asustada de ver cómo cuidamos el cuerpo. Han aumentado el número de gimnasios de todo tipo y no sé si lo han hecho en la misma proporción el número y la calidad de los estudios de humanidades. Bien está la promoción del deporte, pero sin abandonar el ejercicio intelectual. El equilibrio de los clásicos estableció el “mens sana in corpore sano”. Lo que está en juego es la misma felicidad según Epicuro y, en ésto coincidirá con muchos otros filósofos.

En el texto, Epicuro establece un contraste entre el joven y el viejo que merece también un comentario. El joven debe filosofar y a eso el autor lo llama ser intrépido ¿Adivina quizá el hedonista Epicuro que siempre van a existir jóvenes sorprendentemente viejos y que por no filosofar dejarán de ser intrépidos? ¿Qué entiende aquí por intrépidos? A mí me parece que está definiendo por contraste las dos posibilidades existentes: primero, es intrépido el joven verdadero que busca nuevos caminos y segundo, no lo es el que repite los ya marcados por otros, el que sigue carreteras anchas acompañado quizá por hordas de “iguales”. Nada peor que la soledad, desde luego. En efecto, lo que parece apuntar nuestro autor es que es necesario filosofar para ser original y vivir una vida propia, y cuidar el alma, no lo olvidemos. O dicho al revés, que no es propiamente joven el que sigue siempre las sendas trilladas, los caminos amplios que no requieren detenerse a pensar si, porque son muchos los que lo siguen no andarán todos hacia un peligroso barranco. Recuerda esta intrepidez, esa otra ilustrada propia de Kant: sapere aude, atrévete a pensar. El joven ha de reflexionar por sí mismo, sin excluir la posible consulta al sabio o al experto, según los casos, y a condición de volver otra vez sobre uno mismo y decidir lo mejor. No decidir, dejarlo para más adelante no es intrepidez.

El viejo no debe cansarse de filosofar por dos motivos: el primero para rejuvenecerse con el recuerdo de bienes pasados y segundo, por el porvenir, que como parece evidente tiene que ser seguramente menor en tiempo. En los dos casos, el viejo debe filosofar y eso vuelve a ser pensar en el tiempo ¡qué gran tema el tiempo para un filósofo! Y el viejo tiene un tiempo impresionante en el pasado con gran abundancia de bienes y sin lugar a la cobardía, con intrepidez proyectarse en el futuro, el que sea. Es forzoso mantener que siempre que se tengan proyectos auténticos vale la pena vivir. No hace falta que sean grandes empresas materiales. Más bien al contrario, los bienes a los que puede referirse Epicuro son espirituales (hay que cuidar el alma) y espirituales son por ejemplo, las personas queridas. Cultivar esos bienes es asequible a todo el mundo, tenga la edad que tenga. Quizá me aleje un tanto del texto, pero no creo equivocarme con ese alegato. Echar una mirada el futuro, es decir, filosofar y comprometerse con el océano de cosas a hacer, es una actividad propia para todas las edades. Los jóvenes creen que tienen mucho tiempo pero a veces no es así. De hecho los jóvenes se equivocan mucho. Los viejos pueden creer que ya no tienen mucho tiempo y a lo mejor es bastante más del que esperan. No hay modo de saberlo. La cuestión para jóvenes y viejos es vivir un presente lleno de actividad proyectada, de actividad pensada filosóficamente, intrépidamente y no simplemente tramada. Y hay que guardarse tiempo para pensar. Cuando se ve a tantas personas ensimismadas con sus auriculares conectados a todas horas parece que no quieren dejarse un pequeño resquicio de tiempo para pensar y cuidar su alma ¿O lo hacen al mismo tiempo? ¿Quién se atreve a enfrentarse a un silencio suficiente, a un retiro generador de consideraciones y pensamientos ricos en humanidad? ¿De verdad que no hay tiempo?