1. Los componentes del mercado de trabajo

Este mercado tiene un interés especial porque lo que se intercambia es el trabajo, una parte esencial de la vida de las personas. De él dependen los ingresos y las condiciones profesionales y laborales, que a su vez determinan, en gran parte, la calidad de vida y la satisfacción de los ciudadanos. 

En el lugar de trabajo la mayoría de las personas pasamos la mitad de nuestra vida, una vez descontadas las horas de descanso. De aquí la enorme importancia que tiene sentirnos realizados en el mundo laboral: en él establecemos relaciones sociales con los compañeros, acatamos y ejercemos la autoridad, desarrollamos la carrera profesional... en suma, es la fuente de una parte muy importante de nuestras aspiraciones personales y sociales, de nuestra felicidad.  

El trabajo es la aportación, física e intelectual, que realiza el ser humano a las actividades económicas. La remuneración que reciben los trabajadores a cambio es el salario.

La Economía considera trabajo solamente el esfuerzo aportado a cambio de una remuneración, es decir, su aspecto productivo industrial. Si una persona realiza un esfuerzo sin remuneración, como es el caso del trabajo en los hogares o el voluntariado, la Economía la considera como laboralmente inactiva, no perteneciente al mercado laboral. 

Esta concepción económica del trabajo deja fuera del mercado a una buena parte de la población, y ha sido criticada desde distintos ámbitos. Una de las más interesantes aportaciones en este sentido procede de la Economía Feminista, en concreto de la llamada   Economía de los Cuidados, que considera esta exclusión la base de la desigualdad de género. El diario.es publicó el 22 de octubre de 2019 un artículo sobre el tema, en el que se señala que los trabajos de cuidados, realizados mayoritariamente por mujeres, suponen casi el 15 por ciento del total de actividades económicas en España. Aquí esta el enlace:

La economía de los cuidados, base de la desigualdad

 

Según el concepto de trabajo económico, se clasifica a la población total de un país en función de su pertenencia y posición en el mercado de trabajo:

El vídeo del INE, de su colección "Píldoras estadísticas", explica los componentes del mercado laboral.

Tomado del usuario de YouTube "INEDifusión"

La población activa se puede dividir también en otros dos grupos: los trabajadores por cuenta propia o autónomos (pequeños empresarios), que obtienen como remuneración los beneficios de la empresa, y los trabajadores por cuenta ajena o asalariados, que son contratados por las empresas y reciben un salario a cambio de su fuerza de trabajo. En este tema nos vamos a referir a éstos últimos, a los que generalmente se les considera como los auténticos trabajadores, frente a los autónomos que, aunque sean pequeños, son empresarios.

La relación laboral se establece mediante el contrato de trabajo o acuerdo mediante el que el trabajador se obliga a realizar, personal y voluntariamente, un trabajo bajo la dirección del empresario, a cambio de una remuneración y unas condiciones laborales que deben enmarcarse dentro de la legalidad.

El problema de la relación laboral es que las fuerzas están descompensadas a favor de la empresa, con mayor poder para establecer las condiciones de esa relación a la parte débil, los empleados. Éste es el motivo por el que surgieron, con la revolución industrial, el movimiento obrero y los sindicatos, con el fin de compensar en la medida de lo posible el poder del empleador, la empresa. Y la presión sindical consiguió paulatinamente la regulación estatal de este mercado vital: salario mínimo, jornada laboral máxima, seguridad social, condiciones de higiene y seguridad, etc.

La oferta y la demanda de trabajo

El trabajo es el factor productivo fundamental de la actividad económica, el único auténticamente capaz de crear valor y, por tanto, generar beneficio. 

Este peculiar factor es propiedad de las personas, que lo ofrecen a las empresas por una recompensa, un salario y unas condiciones laborales concretas. Al contrario de lo que ocurre en los mercados de bienes y servicios, la oferta de trabajo la realizan los trabajadores, sus propietarios, y no las empresas.

Las empresas, por su parte, hemos visto que necesitan los factores productivos para desarrollar su actividad de producción: tierra, trabajo y capital. La demanda de trabajo, por tanto, la hacen las empresas, junto con el resto de factores. Debido a la dependencia directa entre la cantidad de ventas y producción de las empresas y la demanda de trabajo, se dice que ésta es una demanda derivada (de la producción y las ventas de las empresas, claro).

Tenemos así los elementos básicos de cualquier mercado, la oferta y la demanda. La interacción entre ambas da lugar al precio y a la cantidad intercambiada, en este caso, el salario y el número de trabajadores contratados.

Pero, ¿qué clase de mercado es el del trabajo? ¿es un mercado perfecto? Sin indagar mucho, a simple vista, podemos ver que las condiciones de la competencia perfecta, del mercado ideal, no se cumplen:

A pesar de las imperfecciones del mercado de trabajo, es útil estudiarlo desde la perspectiva de la competencia perfecta, suponiendo que se cumplen todos sus requisitos. Este análisis nos ayudará a comprender cómo se determinan las variables fundamentales: salario y número de trabajadores.

La oferta de trabajo o cantidad de trabajo que se ofrece en una economía depende de:

La demanda de trabajo representa la cantidad de trabajadores que las empresas están dispuestas a contratar en función de:

Bajo estas condiciones de mercado de trabajo perfecto, se puede representar la oferta y la demanda en función del salario, ceteris paribus, de la siguiente forma:

 El equilibrio del mercado viene dado por el punto en el se cortan las curvas de oferta y demanda: el salario de equilibrio (S*) es aquél para el que la cantidad de trabajadores dispuestos a trabajar, coincide con la cantidad que las empresas quieren contratar (N*).

Así pues, la teoría económica trata el trabajo como una mercancía más, y su mercado funciona igual que cualquier otro. Si el salario se sitúa por encima del de equilibrio, se produce un exceso de oferta (excedente de trabajo) que presiona al salario a la baja, hasta restaurar el equilibrio. Lo contrario sucede cuando el salario es inferior al de equilibrio y hay un exceso de demanda o escasez de trabajadores, que hace subir el salario. No obstante, como se ha señalado, el Estado suele intervenir en el mercado, estableciendo un salario mínimo y un número máximo de horas de trabajo semanales.

Las curvas de oferta y de demanda de trabajo se desplazan cuando cambia alguna de las variables que las determinan diferentes al salario. Si, por ejemplo, se incrementa la población activa, la oferta se desplaza hacia la derecha, reflejando el aumento de la misma.