2. La función de producción: eficiencia y productividad

La teoría económica clásica y neoclásica contempla a la empresa como el agente económico que produce y distribuye para los consumidores los bienes y servicios que éstos necesitan. Pero las "teorías" siempre simplifican la realidad, despojándola de lo que consideran superfluo o no esencial, dando lugar a una "abstracción" de esa realidad.

En este contexto teórico la actividad productiva de la empresa se expresa como una función matemática que relaciona la cantidad de producción (q) con el consumo de los factores productivos creadores de valor, trabajo y capital (L, K):

q = f (L, K)

Esta expresión sólo indica que la cantidad de un bien que obtiene una empresa depende directamente de los factores productivos utilizados. Pero ya hemos visto que la tecnología, la forma en la que se combinan estos factores, es un elemento fundamental a la hora de obtener una mayor o menor producción.

Es obvio que si se fabrican chaquetas de punto con una tricotosa automática se conseguirán muchas más unidades por día que si esas chaquetas se tejen a mano. 

La expresión matemática anterior, que representa la función de producción de la empresa, adoptará una forma matemática concreta dependiendo de la tecnología que utilice la empresa. En este curso básico de Economía no se abordarán las formas concretas de la función de producción, pero sí se tendrá en cuenta que siempre se cumplirá que "a mayor consumo de factores, mayor será la cantidad de producto obtenida".

La empresa como agente económico que persigue el logro del máximo beneficio posible, tiene que desarrollar su actividad según el principio de eficiencia: conseguir un determinado nivel de producción con el mínimo consumo de factores productivos, o alternativamente, dada una cantidad de recursos productivos explotarlos de manera que logre la máxima cantidad de producto. El principio de eficiencia se resume en algo tan intuitivo como "no despilfarrar recursos", sino aprovecharlos de forma óptima, siempre con la restricción tecnológica de cada momento histórico.

En el caso de la empresa, la eficiencia se mide a través de la productividad o cantidad de bienes/servicios que se obtienen en un tiempo determinado. La productividad puede adoptar dos formas:

La productividad técnica relaciona el output con los inputs en términos físicos (unidades de producto o factores): una empresa es técnicamente productiva o eficiente si consigue la máxima producción en un tiempo determinado a partir de un número concreto de factores, dado un estado de la tecnología. Alternativamente puede decirse que la empresa es eficiente si es capaz de producir una determinada cantidad de producto, con el mínimo consumo de factores.

La productividad económica es una relación entre cantidad de producción y de factores, pero ahora medidos en términos monetarios, en euros: una empresa es económicamente productiva, dada una tecnología, si alcanza el máximo valor monetario de la producción con unos costes determinados en un periodo de tiempo. Dicho de otra manera, la empresa es económicamente eficiente si consigue llegar a un determinado valor de la producción con los mínimos costes posibles.

En función de si en el cálculo de la productividad se tienen en cuenta todos los factores productivos o sólo uno, se distinguen dos tipos de productividad:

Productividad total: cociente entre la producción total y el total de factores  (u.m. = unidades monetarias)

Productividad parcial o media: cociente entre la producción total y un factor concreto (u.f. = unidades físicas o u.m. = unidades monetarias)

La productividad, en cualquier caso, es una medida relativa, al igual que la eficiencia: una empresa es productiva en relación a otra u otras.

En la práctica, el cálculo de la productividad técnica total (unidades físicas) no puede realizarse, debido a la hetereogeneidad física de los recursos productivos: no pueden sumarse máquinas y materias primas, por ejemplo, de la misma forma que no pueden sumarse peras y manzanas. Por esta razón, cuando se calcula la productividad total se hace en términos monetarios, ya que al multiplicar tanto los productos como los factores por sus precios, se consigue homogeneizar todos ellos en unidades monetarias y, por tanto, pueden compararse. Puede deducirse fácilmente que la productividad total es una medida indirecta del beneficio empresarial, puesto que se están comparando los ingresos totales de la empresa (cantidad de producto por su precio de venta) con los costes totales (cantidades de factores por sus precios de compra).

En cuanto a la productividad parcial, está muy extendido su cálculo en relación al factor trabajo, con el fin de hacer comparaciones entre empresas del mismo sector. También es usual el cálculo de la productividad del trabajo de un país o región, comparando su producción total con el número de trabajadores en activo o con el total de sueldos pagados.


EJEMPLO

La Ley de la Productividad Marginal Decreciente

La productividad o producto marginal se refiere a un solo factor y mide el incremento que se obtiene en la producción total de una empresa cuando se incrementa ese factor en una unidad, y el resto de factores permanecen fijos. Se trata de aplicar el análisis marginal (Tema 1, principios económicos) a la productividad.

En el ejemplo anterior de la empresa fabricante de bicicletas, sabemos que actualmente produce cada mes 250 bicis con 5 trabajadores, ¿qué ocurre con la producción si la empresa decide contratar a un trabajador más? si la producción pasa a ser, por ejemplo, de 290 bicicletas, diremos que la productividad marginal (PMg) del trabajo es igual a 40 bicis (290 - 250), es decir, ese trabajador adicional proporciona a la empresa 40 bicicletas más.

Cuando se estudia la actividad empresarial y su eficiencia, es importante diferenciar el horizonte temporal considerado, distinguiendo el corto plazo y el largo plazo.

El corto plazo es un período de tiempo en el cuál algunos de los factores utilizados por la empresa no pueden cambiarse, permanecen fijos. Este plazo es variable en función de las características y la tecnología que utilice la empresa, aunque de manera orientativa se usa como referencia un año. Generalmente se considera fijo el capital físico con el que opera la empresa: locales y naves, instalaciones, maquinaria, etc., mientras que las materias primas y el trabajo se consideran variables. Ocasionalmente también puede ocurrir que una parte del trabajo tenga carácter fijo, pero para simplificar supondremos todo el trabajo como factor variable

 

En el ejemplo de la fábrica de bicicletas, supongamos que la empresa tiene mucho éxito con su producto y no da abasto para servir todos los pedidos que recibe. El director, ante esta situación, decide ampliar la fábrica con una nave más grande y nuevas instalaciones. ¿Puede el gerente realizar esta ampliación en unos días o unas semanas? La respuesta es no: normalmente necesitará varios meses, o incluso más de un año, para buscar y comprar una nueva nave industrial, o adquirir un terreno para construirla, acondicionarla con las instalaciones correspondientes, etc. Sin embargo, los materiales necesarios (tubos de alumninio, neumáticos, etc.) y los trabajadores sí puede aumentarlos en poco tiempo, en ese llamado corto plazo.

En otras ocasiones aunque la empresa pueda aumentar su capital en el corto plazo para atender un incremento de la demanda, por ejemplo comprando más máquinas, decide no hacerlo debido a que dicho incremento de las ventas es transitorio, y estima que no le compensa hacer una inversión que va a permanecer varios años en la empresa. En este sentido, el capital físico es un factor fijo porque su permanencia en la empresa es larga, dura varios años y se utiliza durante muchos procesos productivos. El trabajo y las materias primas, por el contrario, son factores variables porque se consumen en cada proceso de producción y su duración en la empresa es mucho más corta. El siguiente vídeo presenta este caso, aunque sólo considera como factor variable el trabajo, sin hacer mención a los materiales, como es típico en la teoría económica al contemplar la función de producción.

En definitiva, en el corto plazo la empresa no puede producir todo lo que desea, debido a la limitación que representa el capital físico, el factor fijo.

El largo plazo, en cambio, es un período de tiempo en el que todos los factores son variables, se pueden aumentar o disminuir según las necesidades de la empresa. En este plazo de tiempo más amplio la empresa tiene flexibilidad para ajustar sus factores a las necesidades del mercado, a diferencia de lo que ocurre en el corto plazo.


El corto plazo y la Ley de los Rendimientos Decrecientes

En este plazo de tiempo, con factores fijos que la empresa no puede modificar, se cumple la llamada Ley de la Productividad Marginal Decreciente, o Ley de los Rendimientos Decrecientes

Cuando existe algún factor fijo y la empresa aumenta sus factores variables, siempre llega un momento a partir del cuál el incremento de la producción total comienza a disminuir 

Es decir, la existencia de factores fijos implica que la productividad marginal de los factores variables decrece a partir de un cierto momento. La razón que explica esta ley es la saturación que provoca el incremento de factores variables (materias primas y trabajo), cuando hay factores limitados o fijos (capital): si una empresa dispone de dos máquinas embotelladoras manejadas por dos operarios, por mucho que aumente el número de trabajadores no conseguirá aumentar su producción si el número de máquinas sigue siendo dos.

Si la empresa desea aumentar (reducir) su producción en el corto plazo, sólo podrá hacerlo incrementando (disminuyendo) los factores variables, el trabajo y los materiales, pero no podrá variar el capital, factor fijo. En estas condiciones, no podrá obtener el máximo rendimiento de los factores productivos para todos los niveles de producción, pues el capital actúa como una restricción para alcanzar la eficiencia y provoca una caída de ese rendimiento al incrementar la producción.


EJEMPLO

¿De qué depende la productividad?

La productividad económica depende de una serie de variables relacionadas con el trabajo y el capital, factores productivos responsables de la creación del valor en la empresa.

Respecto al factor trabajo, las principales variables que inciden en la mejora de la productividad son: la formación y educación, la experiencia, las buenas condiciones laborales y la motivación

En cuanto al capital, es la tecnología la variable fundamental para el incremento de la productividad. 

A estos dos factores hay que añadir el que se ha llamado cuarto factor de producción: la organización, actualmente considerada una variable clave en los procesos de aumento de la productividad. Efectivamente, el uso de una tecnología muy avanzada y unos recursos humanos con elevada formación y motivación puede fracasar si no disponen de una organización eficaz que logre una alta productividad.

Críticas a la función de producción

La función de producción tal como la contempla la Teoría Económica ha sido objeto de numerosas críticas. Una de ellas referida a la no inclusión de los recursos naturales, materias primas y energía básicamente, obviando de esta forma problemas tan importantes como el agotamiento de estos recursos. 

La Economía Ecológica ha ido más allá en sus críticas. Georgescu-Roegen aplicó la segunda Ley de la Termodinámica de la Física, o Ley de la Entropía, al proceso productivo concluyendo que en dicho proceso aumenta la entropía, y, por tanto, hay una parte de la energía que se disipa, se convierte en energía inútil para otros usos: los materiales que entran en el proceso de producción tienen baja entropía, pero una vez que la transformación tiene lugar y el subsiguiente consumo, los residuos que se generan son de elevada entropía, lo que implica esa pérdida de energía en el camino. De esta forma, ya en los años setenta del siglo XX, Georgescu-Roegen dio la voz de alarma acerca de la imposibilidad física de un crecimiento de la actividad económica indefinido.

El problema de los residuos puesto de manifiesto por Georgescu-Roegen también queda fuera de la función de producción y del análisis económico, si bien se trata de un problema de primera magnitud para el equilibrio ecológico. 

Las cifras de la generación de desperdicios en el proceso económico a nivel mundial son espectaculares: 2.100 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos según el informe sobre basuras de la asociación británica Verisk Maplecroft (2019), cifra que puede aumentar hasta los 3.400 millones en 2030 si el ritmo de incremento de la producción se mantiene. La proporción  de reciclado de esta cantidad de desechos se sitúa en un ridículo 16 por ciento como media mundial. Las disparidades son grandes en función del grado de desarrollo económico de los países, de manera que los ricos generan la mayoría de los residuos, mientras que los países más pobres con bajos niveles de producción, los generan en baja proporción. A la cabeza está Estados Unidos con 773 kg. de basura generada por persona y año, y un 12 por ciento de la totalidad de residuos urbanos globales con sólo el 4 por ciento de la población mundial. El panorama es alarmante por sus consecuencias sobre el agotamiento de los recursos naturales y los desequilibrios de la biosfera, incluido el cambio climático.

La obsolescencia programada

Un problema añadido al sistema de producción es la llamada obsolescencia programada, el diseño de los productos para acortar su vida útil de manera artificial, muy lejos de lo que la tecnología permite en la actualidad. El objetivo de esta práctica es vender y consumir más rápido, con los problemas ambientales que ello lleva aparejados. 

El siguiente vídeo cuenta la historia de esta obsolescencia programada, desde los inicios del siglo XX hasta la actualidad: los empresarios enseguida se dieron cuenta de que fabricar bienes con una larga vida no era negocio, por lo que optaron por diseños más frágiles que aumentaran las ventas, y con ellas los beneficios. 

Vídeo tomado del usuario de YouTube "Lauren DiCorleone"