4. La competencia perfecta

El modelo de competencia perfecta se corresponde con un mercado ideal, cuyas características son tan estrictas que prácticamente no existe en la realidad. Se trata, por tanto, de un modelo teórico que se utiliza como referencia para el estudio de los mercados reales, debido a que su perfección lleva al mejor resultado social posible en el sistema económico capitalista.

Las condiciones que debe cumplir un mercado para que pueda considerarse perfectamente competitivo son:

En esta estructura de mercado ninguna empresa tiene poder, entendido éste como capacidad para fijar el precio del bien o servicio. En este sentido, se dice que las empresas son precio-aceptantes, y la única decisión en sus manos es la relativa a la cantidad de producción que, dado el precio, les permite obtener el máximo beneficio.

La ausencia de poder de mercado implica que las empresas venden a un precio igual a su coste marginal, y a largo plazo no obtienen beneficios extraordinarios, sino un beneficio normal, equivalente a un salario medio del sector.

A corto plazo las empresas competitivas pueden obtener un beneficio por encima del normal, pero la libertad de entrada permite que nuevas empresas entren en el mercado atraídas por ese beneficio, incrementando la oferta y presionando el precio a la baja hasta que se anula el beneficio extra a largo plazo. El proceso contrario se produce en caso de pérdidas a corto plazo, con salida de empresas y subida del precio hasta que se restaura el beneficio ordinario.

La homogeneidad del bien que se intercambia en este modelo de mercado, junto con la información perfecta que poseen los consumidores, hace que la publicidad no tenga sentido, favoreciendo la reducción de los costes de producción.

Tal como se ha dicho, el precio de mercado en condiciones de competencia perfecta lo fija la interacción de la oferta y la demanda. Sin embargo, la percepción que tiene la empresa de la demanda del mercado, debida a su falta de poder sobre los precios es de una demanda perfectamente elástica, en la que a un precio superior al de mercado la empresa no vendería nada (dada la homogeneidad del bien) y a un precio inferior no podría vender porque se situaría por debajo del coste marginal.  En el gráfico se muestra esta situación.

Observa que la demanda del mercado es decreciente respecto al precio, como es habitual. Sin embargo, la empresa competitiva la "percibe" como infinitamente elástica, al no poder modificar ese precio de mercado.

El cumplimiento de los requisitos de esta estructura de mercado no tiene lugar en la realidad económica, convirtiendo al modelo perfectamente competitivo en una estructura teórica que, como hemos dicho, alcanza la eficiencia social, en el sentido de que procura las mayores ganancias conjuntas para los participantes en el mercado, empresas y consumidores:

No obstante, el concepto de eficiencia social no está relacionado con el de justicia o equidad social. Desde el punto de vista de la teoría económica, una situación eficiente o de máximo bienestar social, puede darse aún cuando los recursos estén desigualmente repartidos, y unos pocos posean mucho y otros muchos no tengan nada o muy poco. Hay que recordar, a este respecto, que el sistema económico se basa en la propiedad privada de los factores de producción, y el resultado final depende de cómo se distribuya esa propiedad.

El economista y escritor J. L. Sampedro, hace referencia a esta realidad en el siguiente pasaje de su obra Economía Humanista:

“... podría ocurrir que el precio de la leche ajustara, en efecto, la oferta y la demanda, pero a un nivel tan alto, en caso de escasez del producto, que los ricos pudieran pagar la leche para sus gatos, mientras los pobres no podrían adquirirla para sus hijos".

A pesar de que, en sentido estricto, no existen mercados de este tipo, hay algunos, como los de productos agrícolas o ganaderos, que se aproximan a esta estructura de mercado: cereales, frutas, hortalizas, leche, etc. También ciertos mercados a nivel local, como es el caso de las panaderías o los bares de un barrio o una pequeña localidad. Sin embargo, también en estos casos la tendencia es a hacia la diferenciación del producto, es decir, el alejamiento de la competencia.