El oligopolio

Este tipo de mercado se caracteriza por la existencia de pocas empresas que interactúan entre ellas estratégicamente. La interdependencia estratégica significa que las decisiones que toma cualquiera de las empresas afecta a las demás, ya sea la decisión sobre el precio o sobre la cantidad producida del bien.

Otra característica es la existencia de barreras a la entrada, bien por razones tecnológicas (menores costes) o estratégicas. En cuanto al producto, puede ser tanto homogéneo como diferenciado.

En los oligopolios no siempre el mercado se reparte por igual entre las empresas que lo forman. Con frecuencia una de ellas es más grande y posee una cuota de mercado significativamente mayor que las demás. Se habla entonces de oligopolio con una empresa líder, que establece el precio, y empresas seguidoras, que aceptan ese precio.

Un caso particular es el duopolio que, como su nombre indica, son sólo dos empresas las que se reparten la tarta del mercado. El resultado al que conduce una industria oligopólica es similar al del monopolio, si bien el beneficio extraordinario es menor: el precio de venta es superior y la cantidad producida menor que en competencia perfecta, pero no tanto como en el monopolio. 

El oligopolio es muy frecuente en la realidad económica. En numerosas industrias, como la fabricación de aluminio o acero, los productos farmaceúticos, los automóviles, los electrodomésticos, el refinado de petróleo, y un largo etcétera, nos encontramos con un puñado de empresas que controlan el mercado mundial. Otro tanto ocurre con la prestación de servicios como las finanzas, las telecomunicaciones o las redes sociales.

También existen duopolios en algunas industrias: la fabricación de aviones comerciales (Airbus y Boeing), los refrescos de cola (Coca Cola y Pepsi) o los establecimientos fast food de hamburguesas (McDonald y Burguer King). En todos estos ejemplos, el duopolio domina más del 85% del mercado mundial.


EJEMPLO

La colusión en el oligopolio

Un problema asociado con el oligopolio es la colusión entre las empresas que lo forman: se ponen de acuerdo, explícita o tácitamente, para mantener los precios altos o para reducir la producción, con el objetivo de aumentar sus beneficios extraordinarios. Cuando esto ocurre, las empresas cooperan en vez de competir, y actúan como un verdadero monopolio, consiguiendo el máximo beneficio extra.

Si el acuerdo al que llegan las empresas del oligopolio es explícito y formal, se habla de cártel. La multinacional De Beers, que controla la producción y comercialización de diamantes a nivel mundial, es un ejemplo de este tipo. También lo es la OPEP, aunque en este caso se trata de países productores de petróleo.

La colusión no está permitida legalmente en la mayoría de los países, pero existen múltiples ejemplos de casos reales que indican que, a pesar de las multas impuestas, las empresas siguen practicándola. En otros casos resulta muy difícil demostrar la existencia del acuerdo, debido a que es tácito. El incentivo de la mejora del beneficio tiene la fuerza suficiente para justificar esta conducta perjudicial para los consumidores. A. Smith ya hablaba de ello en La Riqueza de las Naciones:

    "Las gentes de la misma industria rara vez se reúnen, aunque sólo sea con fines de celebraciones y fiestas, sin que la conversación acabe en una conspiración contra el público o en alguna maquinación para elevar los precios" 

En el siguiente enlace se habla de algunos de los casos de colusión más sonados en España en las últimas décadas: cárteles empresariales


La Teoría de Juegos es un campo de estudio de las matemáticas aplicado a la toma de decisiones racionales en situaciones estratégicas, es decir, cuando los resultados de las decisiones de un agente dependen de las decisiones que tomen los demás. El más icónico de los juegos, el Dilema del Prisionero, se ajusta a la situación de colusión en un oligopolio.

El juego plantea la situación de dos prisioneros que han sido detenidos por un delito menor. La policía no tiene pruebas y les presenta a cada prisionero, aisladamente, la posibilidad de confesar el delito o bien callar. Las opciones con las que cuenta cada uno y sus resultados en penas de cárcel son las siguientes:

a) Los dos prisioneros callan: 1 año de prisión para cada uno

b) Los dos prisioneros confiesan: 5 años de cárcel para cada uno

c) Uno confiesa y el otro calla: el que confiesa sale libre, y el acusado tiene una pena de 10 años.

La estrategia dominante en el juego, la decisión racional, es que cada uno de los prisioneros confiese, independientemente de lo que haga el otro. El resultado, por tanto, es 5 años de prisión para cada uno, peor que el que obtendrían si cooperaran y callaran ambos, con un año de cárcel. Pero el incentivo a confesar está implícito en la situación en la que uno confiesa, y sale libre, y el otro calla y pasa 10 años en prisión.

El Dilema del Prisionero se aplica a la colusión en el oligopolio, como se ha dicho. El juego plantea la situación que surje después del acuerdo entre las empresas: si cooperan y mantienen los precios altos todas salen beneficiadas, pero si compiten y alguna cae en la tentación de bajar el precio se haría con un importante beneficio como consecuencia del aumento de su cuota de mercado. El problema es que si el resto de empresas toman la misma decisión de bajar el precio para ganar cuota y beneficios, los resultados finales serán malos para todas. 

En la realidad se han dado acuerdos de colusión extensos en el tiempo, con duración de muchos años, lo que viene a demostrar que con una visión a largo plazo, cuando el juego se repite, se mantiene el acuerdo, las empresas cooperan y no compiten entre ellas en busca del máximo beneficio conjunto.