La santificación es un concepto fundamental en el cristianismo que implica ser purificado y consagrado por Dios. Es un proceso en el cual el creyente se esfuerza por vivir de acuerdo a los mandamientos y enseñanzas de Jesucristo, buscando ser cada vez más parecido a Él en actitudes, pensamientos y acciones.
Este proceso no es algo pasivo, sino que requiere un esfuerzo activo por parte del creyente, en cooperación con la gracia de Dios. La santificación incluye dos elementos principales: la vivificación y la mortificación.
La vivificación es el proceso de llenarse de una manera de pensar renovada basada en realidades últimas, como las verdades del evangelio, que provocan amor, gratitud y afecto por Jesucristo. Implica un enfoque en las cosas celestiales y una desconexión de las influencias impías que nos rodean diariamente.
La mortificación, por otro lado, es el proceso de poner a muerte los pecados y deseos carnales para vivir una vida que refleje la santidad de Dios. Esto incluye la lucha contra la tentación y la victoria sobre el pecado consciente, así como el reconocimiento y la superación del pecado inconsciente que reside en nuestra naturaleza humana.
La santificación es, por lo tanto, un proceso continuo y de toda la vida que lleva al creyente a una transformación radical, permitiéndole participar de la naturaleza de Cristo y alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
El Espíritu Santo juega un papel crucial en el proceso de santificación. Es el agente santificador que Dios utiliza para transformar el corazón del creyente, ayudándole a entender la Palabra de Dios, resistir el pecado, orar y comunicarse con Dios.
En 2 Tesalonicenses 2:13, se menciona que Dios nos ha elegido para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. El Espíritu Santo es quien nos capacita para recibir el poder necesario para resistir el pecado y ser más como Cristo. Además, nos guía hacia toda la verdad, como se describe en Juan 16:13, revelándonos la verdad sobre Dios, nosotros mismos y la realidad del pecado.
El Espíritu Santo también intercede por nosotros en la oración, como se explica en Romanos 8:26, cuando no sabemos qué pedir o cómo expresar nuestros sentimientos. En resumen, el Espíritu Santo es esencial para nuestra santificación y transformación a la imagen de Cristo, guiándonos en nuestra vida diaria hacia una mayor semejanza con Él.
Ser lleno del Espíritu Santo
Ser lleno del Espíritu Santo en el cristianismo significa estar bajo la influencia y el control del Espíritu Santo. Es un estado en el que el Espíritu Santo guía y dirige la vida del creyente, impulsándolo a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Cuando uno está lleno del Espíritu Santo, sus acciones y pensamientos están alineados con los principios bíblicos y reflejan el carácter de Cristo. Esto se manifiesta en una vida de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y autocontrol, que son los frutos del Espíritu mencionados en Gálatas 5:22-23.
Además, ser lleno del Espíritu Santo no es un evento único, sino un proceso continuo en el que el creyente busca constantemente la presencia y el poder del Espíritu Santo para ser transformado y renovado día a día. Es permitir que el Espíritu Santo domine tu vida y te mueva en la dirección que Dios quiere que vayas.
¿Cuáles son los beneficios de estar lleno del Espíritu Santo?
Estar lleno del Espíritu Santo trae numerosos beneficios en la vida de un creyente. Aquí te presento algunos de ellos:
Ayuda y Consuelo: El Espíritu Santo es conocido como el Consolador y Ayudador, brindando apoyo y consuelo en momentos de aflicción y fortaleza en tiempos de debilidad1.
Guía y Enseñanza: Actúa como guía, enseñándonos y ayudándonos a comprender la Biblia, y revelándonos a Dios de una manera más profunda1.
Convicción de Pecado: Nos convence de pecado, mostrándonos nuestra necesidad de un Salvador y llevándonos al arrepentimiento1.
Intercesión: El Espíritu Santo intercede por nosotros ante Dios, conociendo nuestros corazones y mentes, y orando de acuerdo con la voluntad de Dios1.
Poder para Servir y Predicar: Nos capacita para servir en la obra de Dios y predicar la palabra con valentía y denuedo2.
Alabanza y Gozo: Nos permite alabar a Dios con gozo y ser parte de una comunidad de adoración2.
Transformación: Trabaja en nosotros para transformarnos a la imagen de Cristo, ayudándonos a vivir una vida de santidad y amor3.
Resistencia a la Tentación: Nos da el poder para resistir la tentación y vivir una vida que refleje el carácter de Cristo3.
Cambio de Perspectiva: Cambia nuestra forma de pensar para alinearnos con la mente de Cristo y construir una relación profunda con Él4.
Promoción del Amor: Promueve el amor cristiano, ayudándonos a vivir en armonía con los demás y a reflejar el amor de Dios en nuestras relaciones4.
Estos son solo algunos de los beneficios que se experimentan al estar lleno del Espíritu Santo, y hay muchos más que se manifiestan en la vida diaria de los creyentes.
El tiempo es muy breve. Unos cuantos años de velar y orar, unos cuantos zarandeos del mar de este mundo, unos pocos fallecimientos y cambios más, unos pocos inviernos y veranos más, y todo habrá pasado. Habremos peleado nuestra última batalla y no tendremos que pelear ninguna otra.
La presencia y compañía de Cristo compensarán todo lo que sufrimos aquí. Cuando nos veamos como el Señor nos ve y miremos hacia atrás el peregrinaje que fue nuestra vida, nos preguntaremos por qué habremos sido tan débiles. Nos maravillaremos de haberle dado tanta importancia a nuestra cruz y tan poca a nuestra corona. Nos asombraremos de que cuando “calculábamos el costo” alguna vez, dudamos de qué lado de la balanza estaba la ganancia. Seamos valientes. No estamos lejos del hogar. Puede costar mucho ser un verdadero cristiano y un creyente consecuente, pero vale la pena.
Santidad. J.C. Ryle
“Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.” 2 Corintios 7:1
“Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: ‘Sean santos, porque yo soy santo’.”
1 Pedro 1:15-16
“Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Hebreos 12:14
“Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia.” 2 Timoteo 1:9