Es la fase previa al desastre que involucra actividades que corresponden a las etapas de:
Prevención,
Mitigación,
Preparación y
Alerta.
A esta fase le corresponde todas aquellas actividades que se realizan con posterioridad al desastre. En general se orientan al proceso de recuperación a mediano y largo plazo, y son:
Respuesta,
Rehabilitación, y
Reconstrucción.
Los siniestros en plantas industriales y centrales eléctricas generan situaciones de emergencia que son capaces de 'competir' con los desastres naturales y los más atroces atentados terroristas en las pérdidas humanas que se producen.
En el ámbito social, la palabra desastre se utiliza para hacer referencia a los episodios en los que se produce un evento que provoca que gran parte de una ciudad o un país sea destruido con enormes pérdidas civiles y materiales. La capacidad de reacción de las personas se ve desbordada, incluyendo las instituciones preparadas para reaccionar ante desastres de ese tipo.
Los desastres naturales son producto de la acción de la naturaleza, sin embargo, en ocasiones éstos se deben a su vez a la actividad humana: la contaminación del medio ambiente y la explotación errónea e irracional de los recursos naturales renovables produce una cantidad de efectos negativos sobre la naturaleza, que está demostrado que a la larga repercute en este tipo de desastres.
Los desastres tecnológicos son aquellos accidentes producidos a partir de la manipulación de equipos peligrosos, que causan daños al ambiente, a la salud, al componente socioeconómico y también a la infraestructura productiva de una nación o de un sistema. Por ejemplo: explosión de tuberías en Nigeria, tragedia en Amuay, en Venezuela.
Por tratarse de avances tecnológicos, es frecuente que el desarrollo se produzca en forma planificada, y los equipos evolucionen teniendo en cuenta posibilidades de falla: un desastre tecnológico implica la superación de todas esas alternativas, saturando por completo el funcionamiento que se espera de los equipos o de las sustancias químicas.
La incidencia de los accidentes tecnológicos fue en aumento, en la medida que la tecnología fue avanzando, sobretodo como resultado de la producción, almacenamiento y utilización de un mayor número de nuevas sustancias, y por la invención de nuevas tecnologías.
Es por esto que se ha avanzado mucho en materia de prevención y alerta sobre estas situaciones. Todo material nocivo o perjudicial que durante algunas de las etapas de su generación pueda desprender humos, gases, vapores, polvos o fibras de naturaleza peligrosa (por explosiva, inflamable, tóxica, infecciosa, radioactiva o irritante) se considera una sustancia peligrosa y pone en alerta a quienes la manipulan.
La seguridad industrial, la elaboración de documentos regulatorios, la actualización permanente de los estudios de riesgo, los simulacros y la fiscalización en materia de protección contra los posibles desastres tecnológicos contribuyen a dar una mejor respuesta y por lo tanto a disminuir los eventuales riesgos, por lo que la mayoría de los países establecen normativas al respecto.
Si bien generalmente los efectos de los desastres tecnológicos se ven directamente en el momento en el que estos desastres se producen, existen ocasiones en las que las consecuencias son de largo plazo. La contaminación química del agua, la contaminación del suelo, de la cadena alimentaria o de los productos comunes del hogar, así como los efectos adversos en la salud o el entorno pueden prolongarse durante años, siendo consecuencia de algún desastre de esta clase.