Ya en la antigua Grecia se conocían los imanes naturales. La región de Magnesia dio nombre a un mineral, la magnetita (un óxido ferroso-férrico) que era capaz de atraer al hierro.También se había constatado el fenómeno de la imantación, por el cual algunos cuerpos adquieren propiedades características de los imanes cuando se ponen en contacto con ellos.Los imanes artificiales así creados pueden quedar imantados de forma temporal o permanente.
Las propiedades ferromagnética desaparecen con una temperatura. La temperatura de Curie es la temperatura a la que desaparecen las propiedades magnéticas fuertes.
Podemos distinguir en todos los imanes dos zonas de características opuestas, llamadas polo norte y polo sur, tales que, entre dos imanes:
los polos del mismo tipo se repelen,
los polos de distinto tipo se atraen.
Los polos magnéticos (a diferencia de las cargas eléctricas) aparecen siempre en parejas N/S. Si rompemos un imán por la mitad se vuelven a regenerar dos polos en los fragmentos cortados. Hasta los protones, neutrones y electrones tienen dos polos ( la orientación de este imán recibe el nombre de spin).
La fuerza de atracción o repulsión es inversamente proporcional a la distancia que existe entre los polos, lo que revela una analogía con la ley de Coulomb de la electrostática, o la ley de Newton de gravitación.
La fuerza gravitatoria afectaba a todas las masas, la fuerza eléctrica actúa sobre las cargas eléctricas y la fuerza magnética está relacionada con la existencia de polos magnéticos.
Una aplicación interesante de estos diferentes comportamientos magnéticos son los sistemas de separación y reciclaje de las plantas de tratamiento de basura. Por medio de potentes imanes se recuperan por un lado materiales ferromagnéticos (sobre todo hierro) y por otro metales como el aluminio o el cobre.
Ejemplo. Al actuar los imanes sobre un montón de monedas vemos que atraen a las de 1, 2 y 5 céntimos, no atraen a las de 10, 20 y 50 céntimos y atraen a la parte interior de las monedas de euro.