Significación cultural de la fiesta del Corpus y su evolución. El caso de Coria del Río

INTRODUCCION

La veneración a la Eucaristía o al Corpus Christi ha tenido desde siempre un fuerte arraigo en nuestra tradición cultural y religiosa española. Aunque el “origen litúrgico” del Corpus arranca a mediados del siglo XIII para el mundo cristiano en general, no será hasta el siglo XIV cuando se tenga constancia de la celebración de forma generalizada en el occidente europeo, extendiéndose primero en las grandes ciudades episcopales y seguidamente en las parroquias de las villas .

En 1447 se celebró la primera procesión por las calles de Roma con el papa Nicolás V acompañando en dicha ciudad cabeza de la cristiandad de occidente a la Hostia Santa. Si bien esta festividad procede de la Baja Edad Media, toma un auge inusitado desde mediados del siglo XVI, lo que se explica por el impulso dado a la fiesta por la Contrarreforma.

 Imagen de la Procesión del Corpus en Sevilla en el s. XIX

En efecto la celebración como fiesta litúrgica del Corpus fue establecido con carácter universal para el orbe católico por el papa Urbano IV en 1264 con la bula Transiturus de hoc Mundo, generalizando el culto al Sacramento iniciado por la beata Juliana (1193-1258) en la diócesis de Lieja La festividad del Corpus Christi se ubicó en el calendario litúrgico en el jueves sesenta días después del Domingo de Pascua o de Resurrección. El papa  Clemente V la confirmó en 1312 en el Concilio de Vienne, y Juan XXII (1316-1334) dispuso la procesión de la sagrada forma y octava de Corpus.

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 La primera ciudad en España que lo celebra es Toledo en 1280, siguiéndole por orden cronológico Barcelona en 1319 y Gerona en 1320. En Andalucía, aunque se manejan fechas distintas, parece ser que se instituye a medida que los reinos cristianos fueron conquistando las ciudades musulmanas y concretamente en lo que se refiere a la celebración externa a la iglesia la procesión de Sevilla está ya muy bien documentada en 1454.

Las Crónicas del Condestable Lucas Iranzo (un poderoso magnate de la ciudad de Jaén del s, XV) ya hacen referencia a una celebración que no carecía de solemnidad: "A la fiesta del Corpus Christi el repostero de estrados del señor condestable hacía barrer toda la calle delante de su posada y echar muchos ramos e juncia. Y colgaba en las paredes de la dicha calle, por donde había de pasar el Corpus Christi, cuantos paños franceses tenía. Y su merced iba a la iglesia mayor muy bien vestido y acompañado de muchos caballeros e otras gentes. Y de que había oído misa, iba con las andas en la procesión".

Con la conformación de los cabildos catedralicios, la articulación de las diócesis, y el establecimiento de las parroquias en los países cristianos, la fiesta irá cobrando una mayor relevancia, llegando a constituirse en la más importante del ciclo festivo. El Concilio de Trento la ratifica en 1551, significando el triunfo de la “verdad sobre la herejía” por lo que a este objetivo se prestan en particular como defensa del dogma eucarístico la exaltación de la adoración pública a la Eucaristía en las calles mediante una procesión plenamente barroca..

El Corpus a nivel popular acabó desplazando como la mayor festividad religiosa y civil del año en gran medida a partir del Concilio de Trento a la que era la fiesta mayor como sucedía anteriormente con el Domingo de Pascua y su octava. A ello contribuyó el trabajo conjunto de las Hermandades Sacramentales que se empiezan a constituir en el área sevillana desde 1516 (por lo que con algo de posterioridad a esta fecha surgiría la Hermandad del Santísimo Sacramento de Coria del Río y curiosamente en fechas próximas, la probable fundación de la Cofradía de la Veracruz que se encargaba de realizar las fiestas de la Cruz el 3 de Mayo y de San Juan Bautista el 24 de Junio) y de los Cabildos Municipales, quienes colaboraban estrechamente y económicamente en realzar esas fiestas.

La Fiesta religiosa atraía  en Sevilla una gran afluencia de gente, junto al protagonismo religioso de la misa y la procesión, no faltaban añadidos profanos que convertían las vísperas y el día del Corpus y parte de su octava en momentos de feria y solaz, en las que diablillos y tapadas hacían acto de presencia con las más procaces ocurrencias Tal era la alegría con la que se celebraba esta fiesta que, en una tolerancia bien calculada se permitía la diversión. Existía la antigua costumbre de que los distintos oficios de la ciudad sacasen danzas y regocijos a la calle.

Los días del Corpus y la procesión fueron también objeto de reglamentación municipal, al ser considerada como una fiesta cívica. Días antes de la procesión se realizaba en cabildo el sorteo de las varas de palio para el arzobispo entre los concejales trechos en que se distribuía el itinerario. El ayuntamiento obligaba a los vecinos a limpiar la parte de calzada que le correspondía, mientras que él se encargaba de entoldar las vías por las que transcurría la procesión. En la procesión religiosa se integraban conjuntos profanos que hacían de aquélla una manifestación folklórica y lúdica. Nos referimos a la Tarasca, danzas y diablillos. En el cortejo participaban los distintos gremios y estamentos de la ciudad. En la procesión solían ir intercaladas varios grupos de danzas contratadas que pertenecían casi siempre a las minorías marginadas como moriscos y gitanos. La custodia procesional portada por clérigos cerraba el cortejo

A partir del reinado de Carlos III es decir con la Ilustración la fiesta del Corpus sufrió un importante menoscabo, pues el monarca mediante real cédula de 21 de julio de 1780, prohibió la representación de la tarasca y de las otras figuras grotescas y danzantes de de la comitiva. Todo ello se consideraba indecente y que sólo servían “para aumentar el desorden y distraer o resfriar la devoción de su Majestad divina”. Al desaparecer esos elementos profanos y espectaculares de la procesión del Corpus y quedar reducido a un significado únicamente religioso, la solemnidad fue perdiendo  progresivamente gran parte de la importancia popular que tuvo antaño. Así al desaparecer prácticamente la mayoría de elementos populares que sustentaban el desfile del Corpus(danzas, tarascas, gigantes, cabezudos, carros, autos sacramentales) perdió el atractivo que la hacía una de las fiestas más señaladas del año. El investigador Vicente Lleó documentó todos los elementos que constituían las celebraciones del Corpus de Sevilla y los cambios que esta fiesta experimentó al perder gran parte de sus elementos paganos.

Durante el siglo XIX la fiesta se volvería más íntima. No obstante aún junto a la procesión, centro de la festividad, se celebraban aún verbenas, conciertos, festejos taurinos... conservando la fiesta un matiz de despedida de la primavera.

Procesión del Corpus Christi en Coria del Río a principios del s. XXI

 EL CASO DE CORIA DEL RIO

Durante muchos años en relación a la identificación social sobresale la segmentación de la sociedad coriana en dos mitades en gran medida por su devoción religiosa. Esta división se debía en gran medida a la identificación de la población con las dos grandes hermandades de la localidad. Nos referimos a la Hermandad de la Vera Cruz, fundada a principios del siglo XVI, con sede en la ermita de San Juan Bautista, y la Hermandad de la Soledad, fundada a finadles del mismo siglo XVI en la ermita que lleva su nombre. Sin duda esta separación y rivalidad con sus matices tenía su origen en la acción de los frailes franciscanos y dominicos que en su labor en Coria animaron a la fundación de dichas dos cofradías respectivamente.

 

Por tanto la parroquia de Coria quiso unificar esa situación entre otros motivos promoviendo otras hermandades como son la del Santísimo Sacramento (de la que hoy es heredera la Asociación de Adoración Nocturna), de Nuestra Señora de la Estrella, Hermandad de Animas Benditas (hoy desaparecida) y Hermandad de la Santa Caridad y Cristo de la Misericordia (de la que hoy es heredera la Hermandad del Gran Poder llamada también de la Parroquia) y Hermandad de Nuestra Señora del Rosario (hoy desaparecida).

Sin duda, la celebración de la fiesta del Corpus Christi fue la manifestación cívico-religiosa más importante  en España y por tanto en Coria  desde los s. XV al XIX. Su carácter religioso tenía como fin principal rendir culto al misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía,  y a ello unía un sentido festivo, en el que participaban todos los estamentos del pueblo que hacían de la ceremonia litúrgica  y procesión un auténtico espectáculo. Oficios religiosos en la parroquia,  Procesión, las fiestas de la Octava, la representación de Autos Sacramentales y más adelante obras profanas de teatro en el Teatro local. También mercadillo y feria local. Por lo tanto ello hacía del Corpus y de su Octava los días más alegres en que vivía el pueblo.

El cabildo municipal junto con la Hermandad Sacramental eran  los que se hacían cargo de la organización y del gasto de la Fiesta. La víspera de la procesión, el pueblo se preparaba para ella. El recorrido se adornaba con tapices, colchas y otros ricos paños, colocados por los vecinos en sus fachadas y ventanas. Se barrían las calles del itinerario; se desecaban los charcos y se cubrían las calles  por donde había de pasar el cortejo, con juncia, romero y otras plantas olorosas.

Se denominaban «cantorcicos» a las bandas de cantantes y danzantes de ambos sexos vestidos  de manera simpática y con guirnaldas en la cabeza  que participaban en la procesión. Finalmente cerrando la procesión el Santísimo Sacramento, sobre unas andas.

Si tenemos en cuenta que la Veracruz celebraba con verbenas y mercadillos sus fiestas religiosas el día de la Santa Cruz y en San Juan, y que la de la Soledad hacía lo propio el Sábado de Gloria con la Quema del Judas y el Domingo de Pascua con la procesión de los Abrazos, esta rivalidad ha encontrado su contrapunto durante algunos siglos en la celebración lúdica del Corpus Christi que era la fiesta de “todos los corianos”, de cualquier signo y por tanto la fiesta mayor del año. Lo mismo sucedió en otros muchos pueblos donde sus fiestas lúdicas coincidían con el Corpus Christi

 

Esto fue así hasta que en Coria se instaura la Feria de Ganado y la sociedad civil separa significativamente sus fiestas de las de carácter religioso, Todo ello de acuerdo con la política y el espíritu Liberal de la época, que se van imponiendo poco a poco con bastante dosis de anticlericalismo desde la Constitución de Cádiz de 1812. El Corpus pues decayó como fiesta cívico-religiosa en Coria entre 1836 y 1860, como señalamos especialmente cuando surgió la Feria de ganado en 1838 como fiesta civil.

 

Anteriormente la Hermandad del Santísimo Sacramento en colaboración con el Ayuntamiento organizaba no sólo la procesión de Corpus sino también los que eran los festejos más grandes de la localidad. La celebración no sólo consistía en la procesión, sino que a ello se añadían las vísperas y el día del Corpus pasacalles, danzas, luminarias, pólvora, representación de autos sacramentales y la llegada de puestos ambulantes ( de dulces y comidas , quincallerería, adornos personales, herramientas, armas, juguetes etc.). Sin duda el Corpus Christi en los s. XVI-XVIII fue la fiesta más relevante de Coria, como lo siguió siendo siempre en La Puebla junto a Coria hasta la fecha de hoy.

Bibliografía

La religiosidad popular: Antropología e historia.León Carlos Álvarez Santaló, María Jesús Buxó Rey, Salvador Rodríguez Becerra. En el libro “Las cofradías sevillanas. Sus comienzos” Editor José Sánchez Herreros

Fiesta grande. El Corpus Christi en la historia de Sevilla. Vicente Lleó Cañal. Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento Sevilla (1980)