Las prácticas devocionales a Santa María del Rezo del Angelus,de la Sabatina y del Rosario a lo largo de la historia

Cuadro del angelus de Millet

Respecto a la devoción a María en la liturgia oficial de la Iglesia ya en los siglos IV-V encontramos una memoria diaria en la misa dentro de la plegaria eucarística o canon,  y en la antífona mariana al final de Completas, cerrando el Oficio Divino. Semanalmente tenemos el culto sabatino, con la Memoria de Santa María en Sábado en la misa a partir del siglo VIII y en el Oficio del sábado a  partir del X, que se generaliza desde el siglo XIII. Aqui no obstante trataremos del Angelus. la Sabatina y del Rosario.

HISTORIA DEL REZO DEL ANGELUS, DE LA SABATINA Y DEL ROSARIO

 

Entre las devociones de la Virgen, las más celebradas han sido las del  Angelus  y el Rosario. De los dos cabe decir con matizaciones que el primero fue el rezo de alabanza a la Santísima Madre de Dios que antes se popularizó, es decir fue practicado con más extensión por el pueblo. Ambos surgen en las paredes de los conventos y son un traslado de la devoción y alabanza a María más asimilable por el pueblo que desconocía el latín en el cual eran recitadas las oraciones y salmos de los monjes y frailes en la ”llamada liturgia de las horas”. Los monjes o monjas legas es decir sin una preparación cultural para rezar en latín eran recomendados de hacer estos rezos más simples y sencillos. E incluso ya cuando los laicos hacían estos rezos de manera privada lo podían hacer en la lengua vernácula en vez del latín.

Veamos a continuación la historia de estas dos prácticas devocionales del Ángelus y del Rosario.

 

Rezo del rosario

El Angelus

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El Ángelus sufrió un lento proceso evolutivo hasta alcanzar su forma definitiva tal como lo rezamos hoy, que va desde el s. XIII hasta el s. XVI. En el siglo XIII comienza el Ángelus vespertino. El nombre de este rezo viene de la expresión “Angelus Domini nuntiavit Mariae”. Ya desde finales del s. XII después de las oracion de Completas en la tarde tras los salmos, los monjes rezaban cuatro oraciones denominadas antífonas a María que según el momento del año eran Salve Regina (la más popular que corresponde al tiempo ordinario), Regina Coeli (indicada para el tiempo Pascual).Las otras dos antífonas marianas son : Alma Redemptoris Mater (desde el primer domingo de Adviento hasta la Fiesta de la Candelaria o fiesta de la purificación de la Virgen el 2 de Febrero) y Ave Regina Caelorum (se rezaba o cantaba entre la fiesta de la Candelaria hasta el miércoles de Semana Santa). Estas oraciones se simplificaron para los legos de los monasterios que no podían acudir al coro y los fieles laicos, es decir el equivalente para ellos era la recitación de tres Ave Marías al toque de tres campanadas (toque de la Oración pero coincidiendo en este caso con la hora de Visperas es decir a la puesta del sol). El franciscano italiano San Buenaventura (1239-1269) anima a que el pueblo a la hora de visperas haga diariamente el rezo de estas tres Avemarías a las tres campanadas de la tarde y los franciscanos se encargaron de extenderlo por la cristiandad. De hecho así lo testimonian algunas campana con inscripciones relativas a esta oración que datan del s. XIII. En otros lugares en menor medida  también se impone a semejante hora el uso a las siete campanadas del rezo de siete Avemarías en recuerdo de los Siete Gozos de María. La hora de la puesta del sol era el momento indicado para esta práctica piadosa pues existía la creencia que María fue saludada por el Ángel en semejante momento de que iba a tener lugar la Encarnación de Jesús en ella. La oración se hacía de pie o de rodillas de acuerdo con el tiempo litúrgico. El Ángelus es decir, la práctica de decir tres avemarías cerca de la caída del sol, se había generalizado a través de toda Europa durante la primera mitad del s. XIV, sobre todo a causa de que fue recomendada e indulgenciada por el papa Juan XXII en 1318 y 1327.

Sobre principios del s. XIV comienza un rezo matutino a instancia de muchos obispos que consistía al toque de las campanas que anunciaban el alba de 3 Padrenuestros y 3 Avemarías para pedir la paz. El sentido de esta oración en una hora coincidente con la Resurrección de Cristo era el obtener como Él una paz que es victoria sobre la Muerte. Por eso este toque matutino de oración fue conocido como el toque de Paz. Este sentido con el tiempo y como veremos más abajo se convirtió mas adelante en una evocación exclusiva a María. No obstante había un precedente en dar culto a la hora del amanecer a María en sus días festivos, pues si bien de ordinario la misa diaria en las parroquias era la de la hora tertia (misa casi exclusiva de los sacerdotes y clérigos de una iglesia) en una festividad de la Virgen se rezaban los oficios dedicados a ella a la hora de prima los cuales se continuaban en tal ocasión con la misa "de alba" que pasó a ser considerada desde el s. XI como misa de María de forma que en muchos templos existía una capilla especial dedicada a la Virgen donde se decía esta misa. Con el tiempo la misa matinal tuvo también una connotación de misa de requiem/ misa del alba. De ahí la evolución a asociar el toque del angelus del Alba con el culto a María por la referida misa mariana.

 En el s. XV se añade en Francia  a instancias del rey Luis XI un rezo diario similar al matutino, pero a la hora del mediodía que seguidamente obtendría la aprobación papal. Este rezo se asoció al momento y veneración de la Pasión de Cristo (por este motivo en algunos pocos lugares en vez de las tres Avemarías y tres Padrenuestros se rezaban cinco Padrenuestros en memoria de las Cinco Llagas de Jesús). Este rezo se hacía en principio cada viernes, pero luego se extendió a todos los días de la semana.,

En el s. XVI, como veremos  la fórmula de los tres Ángelus diarios reunidos llega a ser universal y estable. Así las tres oraciones del alba, mediodía y ocaso evolucionaron para coincidir en el referido formato que se tenía al atardecer de las tres Avemarías. El primer documento conocido en el que encontramos el Ángelus en su forma actual, incluyendo indulgencias concedida por el Papa Paulo III, en un catecismo impreso en Venecia en 1560. Poco después, en 1571. San Pío V inserta el Ángelus en un Oficio Parvo de la Virgen aprobado por él.

Un poco más adelante a principios de 1600 se introduce la práctica de rezar tras el Angelus Vespertino al toque de campanas una hora después de anochecer el himno “De Profundis” por la Ánimas Benditas del Purgatorio.

El formato definitivo y universal del Ángelus se estableció cuando Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, con el breve Iniunctae nobis, concedía cien días de indulgencia por cada vez que se rezara y una plenaria al mes al que lo rezase diariamente de rodillas por la mañana, a mediodía y por la tarde al toque de las campanas. Desde esta fecha por orden de dicho papa Benito XIII se intercalan las palabras bíblicas del encuentro de María con el Arcángel y el rezo de tres avemarías.

Benedicto XIV estableció el 20 de abril de 1742 que durante el tiempo pascual se sustituyese el Ángelus por la antífona: “Regina caeli lactare”( de autor desconocido pero que se rezaba ya en el s. XII, fueron tambien los frailes frenciscanos los que lo popularizaron y extendieron por toda la cristiandad a partir del s. XIII). También dispuso que todo el año se han de rezar de rodillas, excepto el tiempo de Pascual, los Sábados por la noche y los Domingos por todo el día.

 Finalmente, Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “glorias al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.

El toque característico del Ángelus consiste en el tañido de tres campanadas antes de cada Avemaría, seguidas, finalmente de nueve campanadas algo más rápidas que las tres rítmicas anteriores.

El Sabado Mariano

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En Occidente en la Alta Edad Media ya se empieza a dedicar el sábado a la Virgen pues se considera que el sábado fue el día en que Jesús estuvo muerto y por tanto la Fe y Esperanza de los discípulos y apóstoles estuvo puesta en María que los guiaba como madre del Maestro y de la Iglesia  hasta el momento en que resucitó al día siguiente. El  benedictino Alcuino de York (+804), consejero del Emperador Carlomagno y uno de los agentes principales de la reforma litúrgica carolingia, en el suplemento al sacramentario carolingio compiló siete misas votivas para los días de la semana sin conmemoración especial; el sábado, señaló la misa votiva de Santa María, que pasará también al Oficio de las horas.

Por otra parte existe otra  idea al respecto del Saludo Sabatino a la Virgen María. La devoción a la Virgen recibió un fuerte impulso a principios del siglo X con la reforma monástica que dio forma a la civilización medieval .San Hugo, abad de Cluny, ordenó que en las abadías y monasterios de su orden, los sábados se cantara el Oficio y se celebrara una Misa en honor de la Santísima Virgen María. Dicha  misa especial fue compuesta en honor a la virgen para los sabados. Para el Oficio Divino regular en Visperas, el Papa Urbano II tomó la idea de San Hugo abad añadiendo el Pequeño Oficio de la Virgen para ser cantado al atardecer de los sábados. El Papa  Urbano  II,  pues impuso esa costumbre tras la celebración del Concilio de Claramont. En resumen, ordenó que los sábados, si no hubiese  festividad Doble o Semidoble, los sacerdotes rezasen la misa especial a María y también que tras Vísperas del clero cantase cada día un pequeño Oficio de Nuestra Señora (Antífona Mariana). 

Hay diversas razones para que  el sábado deba estar dedicado en honor  a la Virgen Santísima. La más aceptada surgió a partir de la particular devoción que tenía el hombre medieval a la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en particular transmitida en los monasterios. Después  que Nuestro Señor murió en la cruz el Viernes Santo acompañarían a la Virgen a su casa San Juan, las Santas Mujeres y algunos otros, como Nicodemo. Nuestra Señora conocía y confiaba en que Jesús se levantaría de la muerte, sus acompañantes no tenían esa fe. En efecto los Evangelios relatan la reacción de Santa María Magdalena hablando con el Señor Resucitado, y muestran que María Magdalena  al igual que los demás mas íntimos de María, no esperaba la  resurrección de Jesús. Por tanto  solo santa María Virgen desde el viernes al Domingo , i.e. el sábado creía que Jesús fuese a resucitar. Sólo Ella tenía la fe plena en ese periodo. Por eso María personificaba en el sábado la fe sobre toda la tierra, por esta razón especialmente en este día se le debía honrar a Ella a la luz de la mentalidad medieval.

Otra idea respecto de la dedicación del sábado en honor a Santa María pudiera provenir  de lo siguiente : el día que un mártir padeció el martirio se suele celebrar su fiesta, y la Virgen, si padeció especialmente martirio, fue el Viernes por el dolor compartido con su Hijo y el Sábado Santo por la soledad sufrida . El Viernes fue dedicado al martirio del Hijo, y por ello convenía que el Sábado que seguía, se dedicase en honor al martirio de la Madre.

  Así los feligreses muy devotos a la Virgen María solían ir los sábados a la Misa de Alba y acudían a la iglesia también por la tarde al rezo de Visperas en ese día donde se dedicaba este culto a la virgen María, y por tanto finalizaba con el canto de la Salve. De esta manera empezaban el día del sábado y terminaban el día rezando a Santa María, pudiendo entre medias realizar su trabajo entre medias. Incluso en las reglas de algunas hermandades marianas aparecía tal práctica como una obligación del cofrade. Aunque era costumbre muy antigua el Papa Clemente XIII mediante un Breve oficializó esta práctica del Sábado Mariano en 1767. Lo más habitual es que la gente acudiese solamente a la Sabatina es decir a la celebración de la oración de Visperas que empezaba con el Santo Rosario y acababa con la Salve u otro de los referidos himnos a María. La Salve era un canto y oración que ya existía en el s. XI.

Finalmente decir que Leon XIII en el s. XIX trató de encauzarla la devoción mariana sobre el rosario y la sabatina . En lo referido a esta última la Felicitación Sabatina el denominador común es el rezo del Ave María, usualmente ya sea en forma reducida o en forma de Rosario, acompañadas Jaculatorias.cantos y  lecturas sobre la Virgen


El Rosario

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El Rosario tiene sus orígenes en la Alta Edad Media, cuando comienza a introducirse desde Oriente los himnos a la Virgen, así como el rezo del  Avemaria. Así son los monjes cistercienses y posteriormente los cartujos los que adoptan esta devoción. El avemaría, junto al padrenuestro, comienzan a ser recitados gran número de veces por los monjes y también por los laicos asociada a los monasterios. Estas sencillas oraciones se proponen como sustitutivas de la recitación de los Salmos en la Liturgia de las Horas para los monjes legos que no conocen el latín y difícilmente pueden seguir el rezo de los padres. El nombre de Rosario hace alusión a la corona de rosas que llevaban, como signo de ofrecimiento, las cristianas que iban al martirio en Roma. Por cada rosa rezaban una oración. El rosario cisterciense o cartujo pretendía sustituir los salmos de David por Avemarías siendo conocido como Rosario o Psalterio de la Virgen.

En el siglo X una vez fundada la Orden Cluniacense como antecedente del rosario tenemos el rezo de  150 padrenuestros al día por parte de los monjes y monjas legas en lugar de los 150 salmos que rezaban los que asistían a la oración  en el Coro del Monasterio. Esta piadosa costumbre se fue difundiendo no sólo entre los cluniacenses, sino también entre otras comunidades religiosas, y entre sacerdotes y laicos.

En el siglo XII, la Orden Cisterciense (fundada en 1098) las monjas y los monjes cistercienses van a reemplazar en el Rosario algunos Padrenuestros por Salutaciones de la Virgen María. Todavía no se había creado la oración del Avemaría.

A lo largo del siglo XIII se va extendiendo la costumbre de rezar tres cincuentenas de Salutaciones, es decir, 150 Salutaciones, en lugar de 150 Padrenuestros. Se crea así el «Salterio de María». La Salutación del Ángel es la primera parte del avemaría, con el añadido del nombre de «Jesús» al final. Es en esta época cuando comienza a generalizarse el uso de «contadores», es decir, de rosarios, para poder llevar la cuenta de las Salutaciones que se van rezando.En particular Santo Domingo de Guzmán que predicaba contra la herejía cátara ya en el s. XIII , según es tradición de sus frailes, difundió  enormemente el ejercicio piadoso del Rosario. Santo Domingo enseñaba al pueblo a rezar el Rosario a María como forma de que pudiese combatir espiritualmente con la ayuda de la Virgen contra los adversarios herejes, que negaban la maternidad divina de María entre otras cuestiones. 

En el siglo XIV las Órdenes mendicantes (Franciscanos, Dominicos, Carmelitas y Agustinos, fundados, junto a sus ramas femeninas, en la primera mitad del siglo XIII), van a difundir el rezo del Salterio de María en sus predicaciones y entre los laicos que ellos acompañaban espiritualmente. Sobre todo difundiéndose en la zona ribereña del Rihn (Alemania). 

Pues bien, es entonces cuando en ciertas abadías cartujas de la zona renana, se van a añadir al final de cada Salutación del Ángel una coletilla que ayude al orante a meditar un pasaje de la vida de Jesús. Por ejemplo: «… y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, que nació en Belén». O «… que murió en la Cruz». Y, así, se va extendiendo la costumbre de añadir a cada una de las 150 Salutaciones una terminación diferente sobre Jesús. Hubo diversos modos de hacerlo.

Parece que es a comienzos del siglo XV cuando se crea el Avemaría completo, añadiendo la segunda parte: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». Y es así como poco a poco se va conformando el rezo del Rosario que todos conocemos, en el que se combina el recitado de Avemarías y la meditación de pasajes de la vida de Jesús y su Madre.

La historia propiamente del Rosario como una oración ya conformada tiene lugar en la segunda mitad del siglo XV gracias a las predicaciones del dominico Fray Alano de la Roca que, gracias sobre todo a la experiencia de los cartujos y la clara influencia de la “devotio moderna” reorganiza las antiguas cofradías dominicas de la Virgen, concretamente la de Douai, implantando como instituto primordial el rezo diario de lo que se denomina el Psalterio de la Virgen, es decir 150 avemarías que venían a equivaler a los 150 salmos que en latin los monjes y monjas rezaban o cantaban a lo largo del año. Cada diez avemarias se intercalaba una reflexión sobre la vida y Pasión de Jesús y la vida de María, aun cuando se rezaban en total las 150 avemarias. Fray Alano comenzó la labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460, dándole la forma actual con los cinco misterios que  ha tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia. Fray Alano pertenecía a la Provincia de Holanda, una de las pioneras de la Observancia dominica y desde este carisma, la Orden de Predicadores los frailes blanconegros van a tutelar este rezo y devoción, culminándose el proceso con la fundación de la primera Cofradía del Rosario como tal en Colonia en 1475, siendo su configurador el prior Fray Jacobo Sprenger.

 

A partir de Colonia, la Cofradía y, con ella, el rezo se difunden pronto, siempre gracias  a las predicaciones de los dominicos, quienes alcanzan de los papas las primeras bulas reconocedoras y aprobatorias del Rosario. A finales del s. XV encontramos ya cofradías en Francia, Alemania o Italia. También en España se constatan estas primeras en cofradías en Cataluña (Barcelona, Solsona...), Aragón (Zaragoza), Castilla y León (Burgos), Galicia (Santiago) y Andalucía (Sevilla y quizá Granada). La Orden de Predicadores se implica claramente en esta empresa, con el nombramiento de promotores rosarianos por parte del Maestro General de la Orden.

A mediados del siglo XVI con los acontecimientos del Concilio de Trento y de la Batalla Naval de Lepanto se produce la universalización del Rosario como rezo y devoción. En 1571, en Lepanto, la flota cristiana se encomendó a la Virgen y el papa san Pío V , dominico, pidió que se rezara el rosario por la flota. Tras el éxito de la batalla, el papa instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre, día de la batalla, domingo. Un año más tarde, Gregorio XIII fijó la advocación del Rosario y la fiesta el primer domingo de octubre. La devoción a la Virgen del Rosario y a este rezo adquirió difusión universal convirtiéndose en un rezo tradicional católico.

El papa Pío V también establece la exclusividad de la Orden de Predicadores en la fundación de cofradías del Rosario y ésta fija unos estatutos generales de las mismas, estableciéndose como matriz la radicada en la basílica de Santa Maria sopra Minerva en Roma, sede de la curia general de la Orden. Las cofradías se expanden más allá de los conventos dominicos a la práctica totalidad de las parroquias, a petición de los prelados ordinarios diocesanos, de tal manera que a finales del siglo XVII hermandades del rosario y su práctica en las parroquias se haya consolidada en la mayoría de las regiones españolas.

El papa Sixto V, en 1587, aprobó para toda la Iglesia el uso de las Letanías según eran formuladas en el Santuario de Loreto en Italia, estas letanías a semejanza de las de los santos eran usadas en procesiones marianas o las llamadas rogativas en que se esperaba alcanzar una gracia o una protección especial de la Santísima virgen María.Por tanto aunque las letanías lauretanas son un acto de culto en sí y en principio no son parte del rezo del Santo Rosario y por tanto se proclamaban independientemente del Rosario, en siglos posteriores se fue extendiendo la costumbre de rezar las  Letanías como colofón del Rosario. De tal manera que las Letanías se incorporan al Rosario con gran frecuencia a partir del s. XVII, si bienes la prescripción de Leon XIII a finales del s. XIX de añadir el canto de las letanías al final del Rosrio durante el mes de octubre, lo que consolida la unidad entre rosario y letanías, como se hace en la actualidad en todo momento .

A principios del s. XVII se inicia la costumbre de rezar el Rosario todas las tardes tras el toque del Ángelus vespertino en muchos templos, incluso con la creación de hermandades del Rosario fundadas bajo los auspicios dominicos que hacían una procesión solemne “de la Batalla Naval de Lepanto” el primer domingo de octubre, en la que, tras un crucifijo, iban los fieles con cruces y rosarios. Sin embargo, el rezo del Rosario estaba aún poco divulgado entre el pueblo.

Sobre 1610, el prior del convento dominico de “Regina Angelorum”, se pronunció públicamente contra el misterio de la Inmaculada Concepción, lo que originó una fuerte controversia con los franciscanos y los jesuitas. El marianismo de los dominicos fue puesto en tela de juicio por el pueblo sevillano, no obstante los dominicos, para acallar las dudas, aprovecharon la peste de 1649, que había asolado la ciudad y reducido a su población casi a la mitad  para fomentar el rezo público del Rosario. La decisión fue acertada para la recuperación de la imagen de los dominicos, aunque a partir de entonces  perdieron la exclusividad de la advocación del Rosario.

Más tarde, en 1690 comienzan en la ciudad de Sevilla los Rosarios públicos o callejeros, que se expanden extraordinariamente muy pronto por toda la geografía hispana. Lo cual consigue una popularización extraordinaria de esta devoción tanto dentro como fuera de los templos, se asiste al fenómeno en que al atardecer diariamente se reza el Rosarios callejeros prácticamente en todos los pueblos. A partir del primer tercio del s. XVIII es cuando se organizan los rosarios callejeros de manera regular a diario en prima noche, que sustituye el rezo de los cofrades que tenían obligación al menos una vez a la semana de hacerlo en la iglesia.  Este del Rosario callejero es un acontecimiento fundamentalmente español que deriva de las Misiones cuaresmales del siglo XVII, donde el Rosario se hace imprescindible.Los Rosarios callejeros habitualmente en las fiestas más solemnes eran cantados a dos coros en castellano y se acompañaban entre misterios de otros cánticos piadosos de origen popular.

El Rosario público se constituye en todo un modelo y calco  popular de los efectuados durante esas Misiones. El pueblo fiel toma como suyo este uso devocional, que había sido inspirado y tutelado por los dominicos y otras órdenes religiosas. De hecho, gran parte de los cortejos surgen espontáneamente no ya en los templos, sino también en plena vía pública, en torno a cuadros o humildes retablos callejeros.

 La cofradías del Rosario surgen en su mayoría en la diócesis de Sevilla en torno al último tercio del siglo XVI, es decir, tras el concilio de Trento y la Victoria de Lepanto cuando se está produciendo la universalización del rezo y devoción. A solicitud del ordinario hispalense o por propia iniciativa del clero y autoridades locales, los frailes dominicos “promotores” acuden a la población a fundar la Cofradía del Rosario en la parroquia mayor, predicando el rezo y explicando la naturaleza de la Cofradía y sus muchas gracias e indulgencias. Posteriormente designaba altar en la nave del evangelio así como imagen, bien de nueva factura, bien una talla o cuadro ya existente, a la que se le cambiaba la denominación.

 

Ya en  a principios del s. XIX empieza a decaer el rosario publico y es entonces cuando vuelve a hacerse el Rosario cada día en la iglesia después el toque de las oraciones o de avemarias (Angelus vespertino) es decir a prima nocte. A las avemarías, a una señal de campanas que llamaba al pueblo devoto a la parroquia subía al púlpito el cura y recitaba el Rosario con sus fieles. Por otra parte se hacia una procesión ordinaria del Rosario de madrugada solía salir el primer domingo de cada mes y además en otros días festivos especialmente en celebraciones de Santa María.El Rosario tenía siempre la particularidad de ser rezado en castellano, salvo personas cultas que podían hacer este devoto ejercicio en latín. Además como no se entendía el latín era costumbre rezar el rosario durante la misa o leer un libro piadoso. En algunas misas cuando estaba el predicador en el púlpito, este pronunciaba su sermón durante toda la misa y  si este era muy largo solamente lo interrumpía un momento en la Consagración y luego continuaba. Mientras tanto los fieles salvo el momento de la consagración y no mediando un misal para poder seguir la misa habitualmente se dedicaban a sus devociones privadas y especialmente al rezo del Santo Rosario durante la misa.

 

Conclusión

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El rezo del Ángelus es una práctica de devoción mariana de gran recorrido entre los s.  XIII hasta el s. XVI, siendo en particular sobrepasado por el interés por el Rosario Vespertinos sobre todo entre los s. XVI- XVIII particularmente en España. En el caso de este rezo del Rosario se convierte en una actividad pública en el formato de procesión callejera en el s. XVIII que supera lo que es la practica privada a la que se constriñe el Ángelus, adoptando un perfil muy popular que llegó a gozar de una amplia autonomía respecto a la jerarquía eclesiástica.