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Los Nacimientos
El Papa San Sixto III, en el siglo V, ya celebraba en las Pascuas algunas representaciones del nacimiento de Cristo que se realizaban en una gruta semejante a la de Belén que él mismo había mandado construir en una iglesia de Roma.
Se considera a San Francisco de Asís el fundador de los Nacimientos quien, en 1223, quiso celebrar una “Noche Buena” en la que se reviviera el recuerdo de Jesús nacido en Belén. Para que todos pudieran comprender mejor las condiciones en que sucedió, puso un Nacimiento al aire libre con personas y animales vivos.
Esta actividad gustó mucho a las personas que asistieron y se popularizó. Con el paso del tiempo, la falta de espacio obligó a sustituir a las personas y animales con figuras de madera o de barro. Esta tradición fue acogida con gran cariño por todo el mundo cristiano desde el siglo XVI. Sobre todo debido al Concilio de Trento, con el que la celebración visual de la Navidad toma un nuevo impulso, instalándose paulatinamente en todas las iglesias nacimientos o belenes en la época navideña, algunos representando únicamente a la Sagrada Familia, otros añaden a los Magos y pastores y otro gran número de personajes simbolizando a personajes de la vida diaria.
En el siglo XVIII, en Nápoles se alcanza el máximo florecimiento del belén, situándose a la cabeza de todas las ciudades europeas, ya que se crea allí una escuela de formidables imagineros belenistas, destacando por la belleza, detalle y meticulosidad de las figuras.
Carlos III que fue antes rey Nápoles que de España, estaba enormemente interesado por el arte del Nacimiento. Al llegar a España otros aristócratas copian el belén napolitano del Palacio Real, de tal manera que el belén en las casas de personas nobles se hace moda en toda España. Esta moda se va extendiendo al pueblo llano, siendo este el que generalmente mantiene toda esta clase de usanzas. Tradicionalmente, junto a este Belén se han juntado niños y mayores de la casa a cantar villancicos, canciones navideñas, acompañados de panderetas y zambombas.
Poner un Nacimiento en casa se convierte en una tradición, en la que contemplando la imagen de Belén, el pesebre, los pastores, los Magos, José y María, se ayuda a meditar en el misterio de la Navidad y en las virtudes de cada uno de los personajes. El Nacimiento nos invita pues a reflexionar en el gran misterio de Dios hecho hombre por amor al hombre.
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