Juegos de espíritus

Con mucho esfuerzo encienden la cerilla que proyecta las sombras de enormes monstruos sobre las paredes del callejón. Da calor y es el único punto de luz, aparte de los enrojecidos ojos de los portadores de la muerte.


Tuerta y armada con un alfiler, Rata Tormentosa señala en el ladrillo las estructuras.


-Redgar III y Medio Cráneo, subiréis por las tuberías. Jabalí ya está en posición, sus hijos han entrado físicamente en la ciudad. Una vez las Arañas se desplacen por la Urdimbre, ¡atacaremos!


Redgar III colocó bien el escudo de nuez en su sitio y el fajín heredado.

-No te preocupes por el plan, Medio Cráneo, yo ahora te lo explico. Intentaré enterarme de todo.


Medio Cráneo negó insistentemente.

-Antes de ir... debemos... ver quién de todos los lobos sirvió como ejemplo.


El murmullo de aprobación de las ratas no se hizo esperar. Aunque no lo reconocieran, los lobos eran su ejemplo.


-¿Quién consideráis que parecía un Cliath?


Las palabras de Rata Tormentosa generó una enorme discusión. Alzó las patitas exigiendo silencio.


-¡Silencio! ¡Recordad que no saben donde estamos! ¡Discutid o mataos pero que nadie se entere!


El debate duró largo y tendido. Rata Tormentosa agitó el alfiler.


-¡Está bien, está bien! Entonces... ¿Quién parecía un lobo?



Una tos desde el fondo del pasillo hace que las ratas se giren y miren nerviosas al lobo.


-No... ¡No! ¡Es un Ronin! ¡No puede ser nuestro ejemplo! Oh...


Rata Tormentosa observa como parte de sus tropas se congregan alrededor de la Ronin sin nombre y la otra parte se coloca en frente. Frente a frente, ratas firmes como rocas y ratas de aspecto enfermizo. Sopla un frío viento en el callejón.


Rata Tormentosa asiente.

-En ese caso. ¡Que todos los espíritus y todos los Garou sepan que ellos sí parecían Cliath!


@masutaki y @Ariadna Alba Moreno ¡Cliath de Atrezzo!



Redgar III observó a la jauría y negó.


-No no no no. ¡No pueden ser nuestro ejemplo! Necesitamos algo más... algo más... como ella.

-¡O como él! - dice Rata Gorda

-No. ¡El se arrodilló! ¡¡UNA RATA NO SE ARRODILLA!!

-Lo hizo porque es traicionero, como una rata. Hizo lo que tiene que hacer una rata. Ya verás como le corta la cabeza y nos la comemos.


Rata Tormentosa alza el alfiler, y de nuevo las ratas se dividen en dos. Ratas altivas que observan y ríen de forma sádica y ratas que colocan su morro en el suelo mientras llevan diminutas armas.


Rata Gorda se sube en un cubo de basura y se lanza contra Redgar III. Las ratas chillan y pelean... desde el fondo del oscuro pasillo, la Ronin observa como la lucha de las ratas es más encarnizada y menos sutil que la que llevaron a cabo la Colmillo y el Señor de las Sombras.


@Diana Reb y @Juan Carlos Sánchez Lahuerta ¡Fostern de Atrezzo!


PD: @cris me refiero a ti!


Una de las ratas, empapada y sucia por el agua de los charcos, se coloca en medio de ambos y les separa con una concha marina.


-¡Sendero de Agua! ¡Ella tenía una corona que hicieron con dedicación y tiempo sus amigas! ¡Y su vestido! ¡Ella debería ser nuestro ejemplo de Adren porque es la suma de muchos otros!


Las ratas, confusas, se colocaron cosas por encima imitando el tener conchas.


Del fondo del lugar se escucha una risa y una tos seca. Tose y ríe.


Rata Tormentosa asiente y observa con sutileza a sus cómplices.

Las ratas se felicitan entre sí en secreto, al fin y al cabo las ratas no dan tregua al Wyrm en ninguna lucha.


Mientras hay un pequeño grupo reducido de ratas simulando una boda... muy lejos de allí y sobre sus cabezas...

@cynthia bcn noct ¡Adren de Atrezzo!

Siempre Arrolla entra en la urbe seguido de sus hijos. Lleva a su lomo a una pequeña Dríada armada con una lanza de quebradiza madera, pintada como si fuera una guerrera.


El pequeño Colmillo Feroz se coloca a Siempre Arrolla y le habla a la dríada.

-¿Te sigue doliendo al caminar?

-Sí. Los lobos deben estar más adelante. Wyrm se ha hecho muy fuerte en la costra. Las ratas de todas partes están llendo hacia allí. ¡Tengo que encontrarles!


Siempre Arrolla se detiene y mira hacia arriba.

La voz gutural de Siempre Arrolla resuena en los oídos de sus pequeños.


-Eso que veis ahí arriba, esas torres de metal y cristal que parece que aúllan muerte, ahí es donde viven los hijos de la Tejedora. Ahora los ha sacado de sus torres, mirad mas arriba. Ahora están en la Urdimbre de Cristal, las arañas están protegiéndolos. Los han sacado de las calles por temor a Rata. ¡No dejaremos a Rata sola! ¡Debemos ir a la leva!


El pequeño Colmillo Feroz sigue a su madre.

-¿Es cierto que si venimos a la lucha habrá Jabalí entrando en la ciudad?


Siempre Arrolla no se gira y empieza a correr entrando por las desiertas calles mientras las arañas de cristal y metal empiezan a desplazarse.


-¡Se avecina la batalla! ¡Tu que conociste a los lobos! ¡Dime Mirada! ¿Quién fue el más Glorioso? ¡¡Que nos sirva de ejemplo para la batalla!! ¡¡Quién fue el más Honorable!! ¡¡Quién el más Sabio!!


Las ratas salieron de los oscuros callejones mientras la voz de la Dríada sonó en las desiertas calles, su voz se elevó como el viento a los puntos de luz que están suspendidos en la tela de araña.


Mirada cierra los ojos y asiente. Los abre, estaba claro.


-¡Que todos los Garou y todos los espíritus sepan que el más GLORIOSO de los Garou se llamaba Garra Oscura! ¡Murió joven abrazando a su hermano, defendiéndole el día más bonito de su vida! ¡Dio aire y vida al más fuerte de su manada para que siguiera la lucha! ¡Vi como se abrazaban! ¡Vi la fiereza de su lucha! ¡Vi como planeó la batalla incluso dándose por muerto! ¡¡Su hijo respira, libre!!



Mirada de los Árboles mira hacia arriba subida en el Jabalí.

La pequeña Dríada se asoma con mucho cuidado. Al otro lado la colosal Araña mecánica lanza de nuevo la onda sonora, intentando detectarles.


Siempre Arrolla se reúne de sus pequeños.

-Quiero que ahora no me sigáis. Mirada, irás sobre el lomo de Colmillo Feroz, que ya es grande. Ahora necesito que sigáis sin mí. Me lanzaré contra el coloso de metal pero vosotros debéis continuar sin mí.


Los jabalíes entraron en pánico.

Colmillo Feroz bloqueó el camino.


-¡No! ¡Tú... eres un Yaglino! ¡Lo hemos aprendido todo de ti! ¡Tu nos enseñaste a embestir! ¡Tu nos enseñaste nuestro lugar en Gaia! ¡Tu eres GAIA para nosotros! ¡NO puedes irte!


Siempre Arrolla miró a la Dríada suplicante.

Aquél era el mayor honor, y el honor duele.


La dríada abrazó el cuello del enorme jabalí.


-Yo vi al sin nombre, al que hacía el Rito de Iniciación... yo le vi negarse al Wyrm, tres veces. Le prometieron todo, los lobos le odiaban, los espíritus le rechazaron, y ahora a él le debemos esta lucha. A alguien que no tiene nombre.

Y la vi a ella, y los espíritus y los lobos saben como te sientes, les vi llorar amargamente y no hubo palabras de consuelo que sirvieran. Yo vi como la Senda Oscura de la Luna duele. El honor duele.


Colmillo Feroz y los demás jabalíes se lanzaron contra Siempre Arrolla.


Siempre Arrolla les apartó y se lanzó a toda velocidad contra el coloso.

Cerró los ojos y recordó el nombre de cada uno de los jabalíes que la acompañaron a la lucha.


Su último pensamiento fue que ojalá siempre la recuerden.




Los jabalíes y la dríada continuaron su senda empapados en lágrimas, como aquél que No tiene nombre, como si recorrieran una Senda Oscura de la Luna.


Las palabras de la Dríada en el oído de los jabalíes no calmaron su dolor.

-Recordadla como la más honorable.

El ente quitinoso fluye por las hebras de cristal, royéndolas, corrompiéndolas. Parece lodo ingrávido.

Observa. Oh.

Oh.


Oh.







Se deja caer de golpe. ¿Cómo ha llegado aquí?

Pequeña, escuálida. Mírala como corre, asustada por los esqueletos de las ratas.



La Dríada observa la oscura estancia, ha llegado muy lejos dentro de la pesadilla, el caos en Umbra ha servido. Colmillo Feroz jadea, herido. Medio Cráneo es el que va primero, lleva el alfiler de Rata Tormentosa y el escudo de nuez de Redgar III y su fajín. Debe sobrevivir para dárselo a Redgar IV.


Se detienen delante de una enorme mesa de piedra, hay cuerpos abiertos y sangre. Medio Cráneo levanta el alfiler impregnado en su sangre.


-Da igual lo grande o fuerte que sea, ¡uno por uno!. ¡Quedaos atrás amigos! ¡Decidle a mis hermanos que he muerto como un héroe!


La Perdición observa desde las sombras a los pequeños espíritus. Ni entre todos harían un Gaflino. Es de risa.

El monstruo se ríe, y los espíritus miran hacia arriba, el techo de la caverna está lleno de símbolos.


-Pequeño. Sin cabeza. Colócalo entre panes, sin patitas. Sin cabecita. ¿Y qué tienes? Tienes una salchichita. Un jabalí cabezón, jamón, jugoso, filetón. Y... una niña de madera. Genial para mis fauces.



Medio Cráneo agita el alfiler a todas partes y alza el escudo.

-¡Da la cara, cobarde!


Las sombras se retuercen mientras los zarcillos de oscuridad y fauces se lanzan contra los espíritus.

Mirada cierra los ojos... ojalá fuera tan Sabia como... como...




Los zarcillos de oscuridad se detienen. Los espíritus se apartan rápidamente de la dríada. Musgo verdoso, luminiscente, aparece del interior de su cuerpo. El musgo forma espirales.


-Eh. Eh. Eh. ¿Sabes lo que estás haciendo?


La Perdición no sale de las sombras, pero observa a la dríada, que camina hacia ella con seguridad. El musgo va apartando las sombras mientras va revelándose las fauces del monstruo.


-Soy Mirada de Wyrm. ¿Ves estas flores? Son de los espíritus que quedan clavados en la tierra y me alimento de ellos con mis raíces. Soy una Perdición. ¿Entiendes? Mírame bien. Traigo a estos rehenes para gloria del Wyrm.


Mirada aprieta los puños y sonríe. Contiene la respiración.

La enorme Perdición lanza uno de sus zarcillos contra los verdes y brillantes ojos de la dríada, como si fuera a amputar sus párpados... como un cortauñas.

Clap.


Clap.

Clap.

Clap.


Las diminutas fauces no tocan sus párpados.

No aparta la mirada, sonríe. En pánico, sonríe.



Lo más sabio que se le ocurre es... es... disfrazar el miedo con la sonrisa de un coyote. Caminar como un coyote.


El fulgor verdoso dibuja espirales en la cámara.

La enorme Perdición se sumerge en la oscuridad, justo en el momento en que Colmillo Feroz le embiste y entre las enormes patas del monstruo se cuela una pequeña rata que clava el sangriento alfiler en las sombras.