3.9.2. La Basílica de San Pedro

Basílica de San Pedro:

  • Horario: Todos los días de 09:00 a 19:00 de abril a septiembre y de 09:00 a 18:00 de octubre a marzo. Los miércoles por la mañana hasta las 12:00 la basílica permanece cerrada por las audiencias del Papa.

  • Precio: Entrada gratuita.

  • Existen visitas guiadas de 90 minutos que se ofrecen diariamente a las 2:15 pm (a veces a las 3:00 pm), estas salen del centro de información turística y son gratuitas.

Cúpula de San Pedro:

  • Horario: Todos los días de 08:00 a 18:00 de abril a septiembre y de 08:00 a 17:00 de octubre a marzo. La última admisión es 15 minuutoas antes del cierre.

  • Precio: 4 euros sin ascensor, 5 euros con ascensor.

Necrópolis:

  • Horario: De lunes a viernes de 09:00 a 17:00. Sólo se permite la entrada a grupos pequeños con reserva anticipada. Las solicitudes deben hacerse por escrito y enviarse a el Ufficio Scavi, Fabbrica di San Pietro, 00120 Città del Vaticano, (e-mail: scavi@fsp.va), con varios días de antelación a la visita.

  • Precio: 10 euros.

Jardines del Vaticano:

  • Horario: Los recorridos organizados son los sábados a las 10.00 y se pueden reservar varios días con antelación.

  • Precio: 9 euros.

La Plaza de San Pedro:

Llegar a la Plaza de San Pedro desde la Via della Conciliazione es toda una experiencia. Se trata de una calle muy amplia, donde multitud de turistas se aglomeran en torno a las paradas de bus que llegan a la Santa Sede. De lejos, imponente, sobresale la Basílica de San Pedro entre gente que va y viene. Y entonces llegas a la Plaza. La primera impresión que te causa es la de una plaza inmensa, y no por que sea excesivamente grande, sino porque como tiene forma trapezoidal, cuando avanzas por la Vía della Conciliazione no llegas a ver los laterales, y es como si se abriera ante ti un mundo de columnas y estatuas totalmente nuevo. En total, la balaustrada elíptica que rodea la plaza cuenta con 284 columnas y 88 pilastras, distribuidas en 4 hileras, sobre las que descansan 140 estatuas de santos, de más de 3 metros cada una. En el centro, un antiguo obelisco egipcio de 25 metros nos recuerda que estamos en la ciudad con más obeliscos del mundo. Y a sus lados, dos fuentes hechas por Bernini y Maderno dan simetría al conjunto.

Nos dirigimos a la cola que se estaba formando a la derecha de la plaza. Avanzaba bastante rápido, luego descubrimos que porque no era la entrada a la basílica, sino para pasar unos arcos de seguridad. Respecto a esto, un aviso: no dejan meter navajas, así que acordaros de dejarlas en casa, o tendreis que esconderla debajo de un papelera… (sin comentarios).

La cúpula:

Decidimos subir a la cúpula antes de entrar a ver la basílica (tienen entradas diferentes). La subida a la cúpula se encuentra a la derecha del pórtico de entrada de la basílica. Tienes dos precios: con o sin ascensor. Sin ascensor rondaban los 5€, y como somos “jóvenes y fuertes” nos atrevimos. Si no tienes ningún problema físico puedes subir perfectamente a pie, es cansado, pero soportable. Cuando llevas un tiempo subiendo y empiezas a estar un poco harto, llegas al pasillo interior de la cúpula, desde donde se ve el interior de la basílica. Es una vista espectacular, tanto por lo cerca que estás de los dibujos de la cúpula (y de la grandísima inscripción de su base: «Tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia, y te daré las llaves del Reino de los Cielos»), como por la visión única que tienes de toda la Basílica de San Pedro. Luego entras por otra puerta y sigues subiendo escaleras. Este último tramo es el más difícil, llegando incluso a desaparecer la barandilla y sustituirla por una cuerda, en los escalones finales, con la que te ayudas a subir. Pero cuando llegas arriba, cuando ves la luz natural, te das cuenta de que ha merecido la pena. Roma a vista de pájaro. Puedes apreciar la magnitud de esta gran ciudad, ver en la lejanía algunos monumentos destacados, como el Altar de la Patria, y disfrutar de la maravillosa perspectiva de la Plaza de San Pedro. Tras un largo rato haciéndonos fotos, se acercaba la hora de bajar a visitar la Basílica. Iniciamos el descenso con más ganas que la subida. Desde luego cuesta bastante menos, aunque como tengas la rodilla algo pocha, al final llegas con ella destrozada.

La Basílica:

Salimos de las escaleras por un puerta que nos sacaba directamente a la nave lateral de la basílica. Si podéis es mejor entrar en ella desde la puerta principal, de frente, la primera impresión es más grandiosa. La Basílica es impresionante, excepcional. Posee un grandeza, una fuerza, difícil de explicar. Lo primero que sientes es que es extraordinariamente alta (la altura máxima de la bóveda en la nave central es de 46 metros, ¡aproximadamente como un edificio de 15 plantas!). También es muy espaciosa, con 187 metros de largo, y 58 metros de ancho entre las naves laterales y 140 en el crucero. Nada más pasar la puerta principal, a la derecha, encuentras en una capilla La Piedad de Miguel Ángel. Nos la esperábamos más grande, quizá sea el efecto de verla a cierta distancia, ya que un cristal nos impedía aproximarnos más. Estuvimos paseando un rato por la Basílica, siguiendo las indicaciones de la audioguía.

Desafortunadamente no pudimos pasar más allá del crucero, así que tampoco pudimos bajar a ver las tumbas de los papas. No nos dijeron por qué, pero esa zona estaba acordonada, así que tampoco disfrutamos todo lo que quisimos del baldaquino de Bernini, situado sobre el altar mayor. A la derecha de éste, se encuentra la estatua de bronce de San Pedro que los peregrinos besan (exactamente besan el pie derecho) como muestra de su fidelidad al Papa.

Dimos unas cuantas vueltas más y nos fuimos, aún nos quedaban los Museos Vaticanos. Como curiosidad (y advertencia) contaros las normas de la Basílica, en teoría no se puede entrar con pantalones cortos ni tirantes, y aunque en verano hacen un poco la vista gorda, es mejor evitar estas prendas, ya que por toda la Basílica hay vigilantes que se encargan del orden. De hecho, los amigos con los que íbamos se dieron un casto “piquito” y les echaron la bronca gritándoles “¡¡é una chiesa!!”. Sobran las palabras ante tal acto retrógrado…

Imágenes

Audioguía

Breves:

De la Wikipedia

La Basílica de San Pedro, principal edificio del Vaticano, estado soberano dentro de Roma, se encuentra en la orilla oeste del río Tíber. Es el más importante edificio religioso del catolicismo, tanto en términos de volumen (193 m de longitud y 44,5 m de altura) como de renombre. No es la catedral de la diócesis de Roma, pero sí es la iglesia del Papa, en la cual celebra las ceremonias litúrgicas más importantes. En su interior se halla la Cathedra Petri, o «Trono de San Pedro». La auténtica catedral de Roma es la archibasílica de San Juan de Letrán.

En la basílica está efectivamente enterrado San Pedro, el primer Papa, según las investigaciones realizadas por la arqueóloga y epigrafista Margherita Guarducci en 1965.

Historia

La basílica actual es el resultado de una obra desarrollada durante varios siglos. Comenzó por ser un monumento conmemorativo, en el lugar donde San Pedro fue martirizado y enterrado, no lejos del circo de Nerón. Entre el 326 y el 330, Constantino, hizo construir una basílica, a expensas del Papa Silvestre I, que fue terminada 30 años después. Ante el altar mayor de esta iglesia, fueron coronados muchos emperadores: en el día de navidad del año 800, lo fue Carlomagno, a quien el Papa León III impuso la corona imperial romana. En el siglo XV, debido a que la basílica paleocristiana, se encontraba bastante deteriorada y amenazaba con derrumbarse, el Papa Nicolás V en 1452 encargó su reconstrucción a Bernardo Rosellino, pero los trabajos se interrumpieron tan solo tres años después a la muerte del Papa y los muros tan solo alcanzaban a levantarse un metro del suelo. Es con Julio II en 1506 (50 años después), cuando se reinician las obras acogiendo el diseño propuesto por Bramante.

La construcción del edificio actual se inicia entonces el 18 de abril de 1506. El proyecto, dirigido por Bramante, consistía en un edificio con planta de cruz griega inscrita en un cuadrado y cubierta por cinco cúpulas (un claro ejemplo de planta centralizada, típica del renacimiento y de su interés por la geometría); la central en el crucero y las restantes en los ángulos; los trabajos se iniciaron con la demolición de la basílica previa, donde supuestamente se encontraban los restos de San Pedro, realizada por encargo de Constantino, el primer emperador romano católico (no cristiano), durante el siglo IV, muchos puritanos lamentaron la demolición de esta estructura, sin embargo, Bramante murió en 1514 y sus sucesores Rafael, Fra Gioconda da Verona y Giuliano de Sangallo cambiaron este plan genial; a su muerte solo se había edificado poco más que los cuatro grandes pilares que debían sostener a la gran cúpula central. Posteriormente, el Papa Pablo III encomendó la dirección de las obras a Miguel Ángel, que retomó la idea de Bramante de planta en cruz griega. El diseño original de Bramante tenia problemas estructurales que debieron ser corregidos por Miguel Angel, La más importante aportación de Miguel Angel fue la gran cúpula que se encuentra justo sobre el altar mayor y el sitio donde la tradición indica se localiza la tumba del Apóstol Pedro; misma que, a pesar de su peso, parece flotar en el aire, y es terminada por los arquitectos que sucedieron a este gran artista como directores de la obra. En 1606, el Papa Pablo V ordenó el retorno a la forma de la cruz latina y finaliza su construcción 24 años después de la muerte de Miguel Angel según el diseño definitivo de Fontana y Della Porta. Los mosaicos del interior son de Giuseppe Cesari, y representan las distintas jerarquías de santos en la gloria celestial, estando representado Dios Padre en la linterna central. La cúpula tiene un diámetro de 42,5 metros y una altura de 132 metros. Terminada y consagrada el 18 de noviembre de 1626, durante el pontificado de Urbano VIII. Numerosos arquitectos y artistas participaron de esta obra: Bramante, Rafael, Sangallo, Miguel Ángel y Maderno. Gian Lorenzo Bernini proyectó la plaza y su columnata.

La inscripción que se ve como un cinto en la base de la cúpula, cuyas letras miden 2 metros de altura, dice:

TV ES PETRVS ET SVPER HANC PETRAM ÆDIFICABO ECCLESIAM MEAM ET TIBI DABO CLAVES REGNI CÆLORVM

«Tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia, y te daré las llaves del Reino de los Cielos»

La configuración actual de la basílica en cruz latina fue obra de Carlo Maderno, que durante el pontificado de Pablo V añadió tres crujías nuevas y proyectó la fachada.

Bernini proyectó la inmensa plaza ovalada de San Pedro y las columnatas perimetrales. Encima de ellas y por todo el perímetro de la plaza se aprecian numerosas estatuas de "santos" y "santas" de todas las épocas y lugares. Encima de la fachada de la basílica están las estatuas de 11 de los Apóstoles (exceptuando Judas Iscariote), San Juan Bautista y, al centro, Cristo. Fue, también, el responsable de acometer los diseños y planos para las torres campanario que debían completar la fachada dejada por Maderno; la única torre completada bajo la dirección de Bernini, entre 1638 y 1641, tuvo que ser demolida poco después de su elevación ante los evidentes signos de inestabilidad de la estructura, la demolición se produjo en 1646; los relojes que ocupan los extremos de la fachada se incluyeron a finales del siglo XVIII, son obra de Giuseppe Valadier, quien, asimismo, situó la inmensa campana fundida previamente en uno de los cuerpos laterales, que son cuanto puede considerarse como campanario una vez se determinó no volver a plantear la construcción de torres tras el desastre de Bernini.

Bernini también hizo el espectacular baldaquino de bronce macizo sobre el altar mayor de la basílica. El bronce utilizado en la construcción del baldaquino fue extraído de los casetones de la cúpula del Panteón de Agripa de Roma, con lo cuál dio pie a la frase [Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini] expresión latina que, traducida literalmente, significa: Aquello que no han hecho los bárbaros, lo han hecho los Barberini. en referencia al barbarismo ejecutado por el Pontífice, Este baldaquino está decorado con abejas, símbolo heráldico de la familia Barberini, a la cual pertenecía el Papa Urbano VIII, bajo cuyo pontificado se completó.

Financiación con Indulgencias

Entre los fondos utilizados para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro se encontraban las indulgencias vendidas por Albrecht, Arzobispo de Mainz y Magdeburg. Johann Tetzel fue enviado a Alemania a vender indulgencias. Un monje alemán, Martín Lutero, se excusó de vender estas indulgencias y escribió una carta a Albrecht de Mainz, en contra de estas. También incluyó su "Cuestionamiento de Martín Lutero al Poder y Eficacia de las Indulgencias", las que luego se conocieron como "Las 95 tesis". El objetivo de esta carta no fue confrontar a la iglesia, sino plantear una pregunta. Posteriormente, esto se convierte un factor en el comienzo de la Reforma y por lo tanto del nacimiento del Protestantismo.

Datos de interés

  • En la nave central se reunió el concilio Vaticano II de 1962 a 1965.

  • La mayoría de los Papas están enterrados en esta basílica.

  • La estatua de bronce de San Pedro que se encuentra en la parte derecha de la nave central de la Basílica fue probablemente hecha por Arnolfo di Cambio con motivo del año santo de 1300. (aunque otros sostienen que es del siglo IV o V). Los peregrinos besan su pie derecho como señal de adhesión y fidelidad al Papa. Muestra de ello es lo desgastado que se encuentra el pie tras siglos de llevarse a cabo esto. En la fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de junio) se la viste con ricos ornamentos.

  • El altar mayor se le llama también "altar de la confesión" por estar encima del lugar conocido como "Confesión de San Pedro", lugar donde está enterrado el Apóstol. Se llama así porque según la tradición, en ese lugar fue martirizado, "confesando" de esa manera su fe.

  • En el fondo de la basílica (el ábside) hay un monumento que representa un enorme trono de bronce, conocido como "la Cátedra de Pedro", símbolo de la potestad del Papa. En realidad, es un relicario que contiene restos de una silla de madera y marfil que, según la tradición, usaba el mismo San Pedro —si bien, según otros, parece más bien que se trataba del asiento que ocupaba el emperador Constantino en la primitiva basílica—. Encima del trono hay dos ángeles de bronce sosteniendo las llaves y la tiara, símbolos de la autoridad papal. Tras él se abre el llamativo ventanal que representa al Espíritu Santo como una paloma, rodeado de una vorágine de ángeles y santos. Al pie de este monumento hay un altar usado por el Papa para ciertas ceremonias, llamado precisamente "altar de la Cátedra".

  • En los cuatro enormes pilares que sostienen la cúpula hay cuatro grandes nichos con estatuas de santos, con un balcón encima de cada uno, en los cuales, tras sendas rejas, hay relicarios con diversas reliquias: encima de la estatua de San Longinos (el soldado romano que atravesó con su lanza el costado de Cristo, posteriormente convertido al cristianismo) se encuentra la reliquia de la misma Lanza Santa; encima de la estatua de la emperatriz Santa Elena (la madre de Constantino, quien trajo de Tierra Santa las reliquias de la Pasión), se encuentra un gran trozo de la Cruz; encima de la estatua de Santa Verónica (la mujer que según la tradición le secó el rostro a Jesús durante el Vía Crucis) se conserva esta misma tela con el rostro de Cristo impreso (lo cual dio origen a la devoción al Divino Rostro); finalmente, encima de la estatua del apóstol San Andrés, hermano de Pedro, se conservaba el craneo de este apóstol, pero Pablo VI lo regaló a los ortodoxos (quienes veneran especialmente a este santo) como signo de buena voluntad. En lo alto de cada pilar hay también cuatro enormes medallones de mosaico que representan a los cuatro evangelistas con su respectivo animal simbólico.

  • En la fachada se abren cinco puertas, aunque una de ellas (la Puerta Santa) permanece cerrada, incluso tapada con cemento por su lado interior. Esta puerta sólo se abre cada 25 años para los años santos (años jubilares). La abre solemnemente el Papa al inicio de ese año, permaneciendo abierta para que los fieles puedan acceder a la basílica y ganar la Indulgencia jubilar. Al final de dicho año, el Papa la clausura. Las otras tres basílicas papales de Roma también tienen puertas santas.

  • En el centro de la fachada vemos el balcón central, llamado "balcón de las bendiciones" porque desde aquí el Papa imparte la bendición Urbi et Orbi (a Roma y al mundo). Esto sucede tras ser elegido papa, y además en 2 ocasiones cada año: el día de Pascua de Resurrección, y el día de Navidad. Tras este balcón se encuentra un enorme salón, usado por el Papa para algunas audiencias y otros actos, llamado "aula de las bendiciones".

  • Es posible la visita a la cúpula, desde donde se observan unas maravillosas vistas de la plaza de San Pedro, la Ciudad del Vaticano y la ciudad de Roma, pero se debe vestir con recato, estando prohibida la entrada a personas con tirantes y pantalones cortos (tanto hombres como mujeres).

  • Desde 1277, está conectada con el Castillo Sant'Angelo por un corredor fortificado, llamado Passetto, de unos 800 metros de longitud.

  • Esta Basílica constituye el mayor templo de la cristiandad de toda la historia.

La tumba de San Pedro

En el año 1939, siendo Papa Pío XII, y cuando se llevaba a cabo las excavaciones para preparar la tumba de Pío XI, se descubrió un mosaico. Existía una tradición que decía que debajo del altar papal, debajo del baldaquino de Bernini, bajo la cúpula de Miguel Ángel, había una ne­crópolis, un cementerio, donde había sido ente­rrado San Pedro, pero de esto todavía no había certeza. Pío XII mandó que siguieran excavando y apareció la necrópolis.

Constantino el Grande, para agradecer a Cristo que, según él, le había dado la victoria en la batalla de Puente Milvio sobre Majencio, se convierte al cristianismo. En Roma, hay un obelisco en el que se lee: «Aquí fue bautizado Constantino por el papa Silvestre.»

Constantino I el Grande dio la paz a la Iglesia en el año 313 cuando tiene su conversión y comienza a construir una serie de templos cristianos. Uno de ellos fue la basílica en honor de San Pedro, que según él, estaría edificada sobre la tumba del Apostol.

Hay indicios que llevan a pensar que Constantino estaba seguro de la localización exacta de la tumba: por ejemplo, empieza a edificar su basílica en la ladera de un monte que tiene mucho desnivel (11 metros), lo que hace realizar un gran trabajo de movimiento de tierra para lograr una explanada (sin maquinarias), sin embargo no tan lejos tenía un sitio que parecía ideal: la explanada del circo de Nerón, que medía trescientos metros de largo y unos cien de ancho. Construyendo en este sitio se hubiera evitado grandes costos y trabajo.

Otras dificultades que se deben haber presentado, además de las técnicas, serían las morales y jurídicas, ya que bajo esta construcción quedaba enterrada una necrópolis que era muy importante en Roma y en la que estaban enterrados personajes importantes de aquella sociedad, como los Flavios y los Valerios.

El papa Pio XII anunció por radio en el tiempo de navidad de 1950 que se había encontrado la tumba de San Pedro.

Luego de culminada la investigación sobre dicha tumba en 1952, la profesora Margherita Guarducci, autoridad en epigrafía griega, comenzó a descifrar los grafitos que hay en uno de los muros contiguo a esa tumba.

Algunos de ellos, que estaban casi escritos unos sobre otros son: «Pedro, ruega por los cristianos que estamos sepultados junto a tu cuerpo.» También se consiguió el logotipo de San Pedro, que era como una P y en el palo vertical tres rayas horizontales en forma de llave.

Esta profesora concluyó que por allí está la tumba de San Pedro, pues los grafitos plasmados en el muro denominado G (de color blanco); y en el adyacente (de color rojo), descifró un grafito que significa: «Pedro está aquí». Al excavar descubrieron un nicho forrado de mármol blanco, que contenía huesos.

La responsabilidad de estudiar estos huesos recayó en Venerato Correnti, profesor y catedrático de Antropología de la Universidad de Palermo. En el estudio definió que en el nicho había huesos humanos y el de un ratón. Con respecto al animal, indicó que se coló por alguna rendija y al no poder salir murió allí.

El profesor Correnti llegó a estas conclusiones:

  1. Los huesos del animal prácticamente están limpios a diferencia de los restos humanos, pues ellos tienen tierra que luego de estudiada son de la tumba que estaba abierta y vacía y la cual identificaron como de San Pedro. Por otro lado, todas las tumbas junto a este hallazgo tienen otra clase de tierra.

  2. Los huesos tienen un color rojo provenientes del paño dorado y purpura en que fue envuelto, también, aparte de tela (Purpura), hay restos de hilos de oro, lo que lleva a pensar que ésta seria una persona venerada, posiblemente los huesos se retiraron de la tumba original para «guardarlos» en el nicho y así quedar protegidos, pues el nicho estaba intacto desde Constantino hasta el hallazgo.

  3. Estos huesos encontrados pertenecen a la misma persona, un ser robusto, de sexo varón, con avanzada edad (posiblemente setenta años) y del primer siglo.

Un detalle interesante es que los huesos de los pies no aparecieron entre los restos hallados, y se puede recordar, que quien era crucificado cabeza abajo (entre los diferentes modos que existían en la crucifixión), se le descolgaba cortando los pies y así el cuerpo caía al suelo.

El Papa comunicó al mundo tal hallazgo, asegurando que se habían encontrado los restos (reliquias) de San Pedro Apóstol, tal suceso fue en junio de 1968.

La editorial Vaticana publicó un libro escrito por la profesora Guarducci con toda la información y que se titula Las Reliquias de San Pedro.

Por otro lado, hay que mencionar que muchos eruditos creen que no hay evidencia suficiente para aceptar esta conclusión.

(Fuente: Wikipedia)