Italia 2010

Este año 2010 decidimos ir al país que todo viajero debería visitar: Italia, la “bellísima Italia”. Ni que decir tiene que es un viaje que las cuatro personas que fuimos teníamos ganas de hacer. Es como ir a la meca, al menos una vez en la vida hay que peregrinar a este país transalpino.

Lo disfrutamos tanto los que tienen alguna noción de Historia del Arte como los que no. Especialemten para éstos este sitio web puede serles de muchísima utilidad, puesto que aquí podrán encontrar una descripción, en ocasiones detalladísima de cada monumento que vamos a visitar.

No se puede describir en unas pocas líneas los sentimientos que provoca este país, es algo que sólo se sabe una vez se haya visitado. Desde la gran urbe que es Roma, con su caótico centro urbano, sus monumentos, sus iglesias, su Historia… hasta la inconfundible Venecia, tan distinta a cualquier otra ciudad del mundo que hayas conocido, pasando por los encantadores pueblos toscanos, la maravillosa plaza Miracoli de Pisa o Florencia. Toda, toda Italia merece la pena.

Nuestro recorrido comenzó en Roma desde donde fuimos yendo hacia el norte. El sur de Italia no dudamos que también es maravilloso, pero tendrá que esperar a otro futuro viaje.

Como ya hemos mencionado, Roma es un caos circulatorio, pequeños coches y miles de motos recorren sus calles sin apenas orden, de hecho, en los tres días que permanecimos allí vimos un par de “incidentes”. Es lo único que desluce esta ciudad, maravillosa y compleja, que más adelante describiremos detalladamente. Tan sólo decir aquí que fueron muchas las cosas que nos maravillaron: el Coliseo, el Vaticano, la Fontana di Trevi, el Altar de la Patria… todo esto y mucho más hacen de Roma una ciudad única en el mundo.

Continuamos nuestro viaje por Orvieto, Montepulciano y Pienza, tres ciudades próximas entre sí que nos habían recomendado y que recorrimos en una sola mañana.

Luego llegamos a Siena, espectacular, una de las mejores (si no la mejor) sorpresa del viaje. Aquí hicimos noche, para proseguir al día siguiente nuestro viaje atravesando lo típicos paisajes toscanos camino de San Gimignano y Volterra, auténticos pueblos medievales altamente recomendables, sobre todo San Giminiano, de donde partimos con un muy buen sabor de boca camino de nuestro siguiente destino: Pisa.

En Pisa sólo visitamos la Piazza dei Miracoli, donde se encuentra la Torre Inclinada de Pisa, que junto al Duomo y el Baptisterio forman un resplandeciente conjunto donde destaca la amplitud que hay a su alrededor.

Nos encaminamos a Florencia, previa parada en otro pueblo que nos habían recomendado y sin embargo nos decepcionó: Lucca. Poco nos duró el desencanto porque pronto se alzaba ante nosotros Florencia, una de las joyas de Italia.

Cuatro son las cosas que destacaríamos de esta ciudad, de ellas tres son bien conocidas: El majestuoso Duomo, la gran Plaza de la Signora y el peculiar PonteVechio. De todas ellas se puede disfrutar desde la Piazza Michelangelo, nuestra cuarta recomendación. Un alto a apenas 15 minutos del centro desde el cual se puede admirar toda la ciudad. Desde aquí las vistas al anochecer son inolvidables e invitamos a todo viajero a que disfrute de ellas.

Ya nos iba quedando menos tiempo, pero Italia aún nos guardaba otra sorpresa: Venecia. Esta ciudad es especial, diferente, y aunque lo más reconocido de ella sea la Plaza San Marcos, recomendamos a todos a perderse por sus callejuelas (probablemente acabéis perdidos aunque esta no sea vuestra intención) y descubrir la infinidad de puentes, cruces de canales y descubrir cómo es la vida cotidiana de los venecianos.

De camino a Milán, donde terminaría nuestro viaje de 11 días, pasamos por Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, muy bonita para dar un breve paseo y conocer su anfiteatro.

La penúltima noche la pasamos en Peschira del Garda, a orillas del lago Garda, cerca de Sirmione, uno de los destinos turísticos de la gente “menos pobre” de Italia y países centroeuropeos cercanos. El lago es enorme y aunque el agua estaba bastante fría nos encantó pasar un día en esta zona, totalmente distinto a todo lo que habíamos visitado hasta ese momento.

Nuestro viaje concluyó en Milán, nos centramos en las 3 o 4 cosas más importantes: las Galerías Vittorio Emanuele, la catedral, el Castello Sforzesco y la Iglesia de Santa Maria delle Grazie, donde se encuentra el cuadro de Leonardo Da Vinci “La última cena” (o cenácolo).

En resumen, es difícil destacar una cosa sobre otra, pero en conjunto hacen de Italia un país rico y heterogéneo. Es como asistir paso a paso al transcurso de la historia, desde la antigua Roma hasta el renacimiento florentino, pasando por los pueblos medievales toscanos y finalizando en la gran Milán, centro industrial de Italia.

Este viaje, que detallaremos a continuación, es bastante completo y no demasiado cansado, los días están bien repartidos, teniendo tiempo suficiente para visitar las cosas que se proponen pero sin agobios para poder así disfrutar de ellas.

Esperamos que esta propuesta os sea útil y os ayude a organizar un viaje tan inolvidable como el que vivimos nosotros. Recordad que viajar es un placer que hay que saborear lentamente para que con el transcurso de los años se mantenga vivo en nuestra memoria. Seguro que no será fácil que os olvidéis de este viaje, porque Italia es, simplemente, especial.