1.07. Historia de Italia

La historia de Italia es una de las más importantes de toda Europa y de todo el mundo. Heredera de múltiples culturas antiguas como la de los etruscos y latinos, y receptor de la colonización griega y cartaginesa, vio nacer el Imperio romano, legador de gran parte de la cultura occidental y uno de los mayores de la historia. Tras la caída del Imperio, Italia sufrió una serie de invasiones germanas alternadas con intentos bizantinos y francos de reconstruir la unidad del Imperio romano.

Durante la Edad Media Italia se convertiría en un mosaico de ciudades-estado que luchaban entre sí para conseguir la hegemonía sobre el resto, con frecuentes intervenciones de las potencias circundantes y de la Iglesia. En los siglos XV y XVI se convirtió en el centro cultural de Europa dando origen al Renacimiento y fue uno de los campos en los que se decidió la supremacía europea del Imperio español.

Tras el declive de la monarquía hispánica, el Imperio austrohúngaro pasaría a controlar la región. Transformada en un campo de batalla durante las guerras revolucionarias francesas y el Primer Imperio Napoleónico, pasaría a luchar por su independencia. Entre 1856 y 1870 se llevó a cabo la Unificación de Italia después de una serie de guerras que implicó enfrentarse al Imperio austríaco y los Estados Pontificios. Posteriormente, Italia llevaría a cabo políticas imperialistas que la llevaron a participar en la Primera Guerra Mundial del lado de la Entente, a la invasión de Abisinia y a participar en la Segunda Guerra Mundial como aliado de Hitler.

En la actualidad Italia es un país prestigioso, democrático, perteneciente a organizaciones tan importantes como la Unión Europea o el G-8, y una de las principales potencias económicas de la Tierra.

Esta es una breve introducción a la historia de Italia, si quieres ampliarla a continuación te ofrecemos más información al respecto. Si consideras que con lo anterior ya es suficiente pasa a la siguiente sección.

1.7.1. Primera Culturas y Edad del Hierro

Durante la Edad del Hierro se sucedieron varias culturas que pueden ser diferenciadas en tres grandes núcleos geográficos, la del Lacio Antiguo, la de Magna Grecia y la de Etruria. Una de estas culturas, los ligures, fueron un enigmático pueblo que habitaba el norte de Italia, Suiza y el sur de Francia.10 Otro pueblo, los etruscos, poseían su núcleo histórico en la Toscana, y tuvieron un origen incierto. Desde la Toscana se extendieron por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Hacia el siglo V a. C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida, al tener que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los celtas y los ataques de griegos y cartagineses. Hacia 40 a. C., Etruria (nombre del país de los etruscos) fue conquistada por los romanos y, antes o después, lo fueron el resto de pueblos periféricos.

1.7.2. Antigua Roma

Antigua Roma designa a una comunidad agricultural fundada alrededor del siglo VIII a. C. que se expandió desde la ciudad de Roma y creció durante siglos hasta convertirse en un imperio, que en su época de apogeo, llegó a abarcar desde Gran Bretaña al desierto del Sahara y desde la Península Ibérica al Éufrates, provocando un importante florecimiento cultural en cada lugar en el que gobernó. En un principio, tras su fundación (según la tradición en 753 a. C.) Roma fue una monarquía etrusca. Más tarde (509 a. C.) fue una república romana latina, y en 27 a. C. se convirtió en un imperio.

Al período de mayor esplendor se le conoce como Paz romana, debido al relativo estado de armonía que prevaleció en las regiones que estaban bajo el dominio romano. César Augusto cerró las puertas del templo de Jano, que permanecían abiertas en periodos de guerra, cuando creyó haber vencido a cántabros y astures en el año 24 a. C. Se suele aceptar como fecha de inicio de la paz romana el 29 a. C., cuando Augusto declara el fin de las guerras civiles, y su duración hasta la muerte de Marco Aurelio (año 180).

Con el emperador Diocleciano se reorganizó el Imperio, pero tras Constantino I el Grande no volvió a estar unificado puesto que Teodosio I el Grande lo dividió entre sus dos hijos, Arcadio y Flavio Honorio, adjudicándoles a uno el Imperio bizantino —con sede en Constantinopla— y al otro el Imperio romano de Occidente. Las invasiones bárbaras pondrán fin al Imperio Occidental en 476, dando paso a la Edad Media.

1.7.3. Edad Media (s. V al XIII)

Los ostrogodos eran un grupo de godos que habían sido sojuzgados por los hunos, pero tras su liberación de éstos, Teodorico el Grande, con la bendición del emperador de Oriente, condujo a su pueblo a Italia en 488. En la península gobernaba el hérulo Odoacro tras deponer al último emperador romano en 476, pero tras una campaña en el norte de la península, Teodorico tomó la capital, Rávena, matando a Odoacro en 493. En 526 la muerte de Teodorico acabó con la paz, heredando Italia su nieto, Atalarico, que murió sin hijos lo que produjo una crisis que llevó al reino a la desaparición.

Bajo Justiniano I, el Imperio bizantino inició una serie de campañas con el objetivo de reconstruir la unidad mediterránea. La debilidad del reino ostrogodo, y los deseos bizantinos de recobrar la ciudad de Roma convirtieron a Italia en un objetivo. En 535 el general Belisario invadió Sicilia y marchó a través de la península, tomando Nápoles y llegando a Roma en 536. Prosiguió hacia el norte y tomó Mediolanum (Milán) y Rávena en 540, y para el 561 había pacificado la zona.

Entre los diferentes pueblos germánicos que habían abandonado su antigua morada para vivir en mejores tierras, se contaban los lombardos, a los que Justiniano I había dejado asentarse en Panonia, a condición de que defendieran la frontera. La presión de los lombardos sobre el Papa hizo que el rey del pueblo franco, Pipino el Breve, realizara entre 756 y 758 repetidas campañas en el norte de Italia. La situación se recrudeció a la muerte de Pipino, pero la reunificación de los francos bajo Carlomagno llevó a una nueva intervención en Italia en el 774. Tras una breve batalla, Carlomagno se hizo con el reino de Lombardía, que, manteniendo su autonomía, se integró en el Imperio carolingio. Entre los siglos X y XIII, ciertas repúblicas marítimas gozaron de una prosperidad económica, gracias a su actividad comercial, en un marco de amplia autonomía política. Generalmente, la definición se refiere en especial a cuatro ciudades: Amalfi, Pisa, Génova y Venecia. También otras ciudades del área gozaban de independencia (gobierno autónomo con forma de república oligárquica, moneda, ejército, etc.), habían participado en las Cruzadas, contaban con una flota naval, tenían fundagos, "cónsules de las nationes", que vigilaban los intereses comerciales de sus respectivas ciudades en los puertos mediterráneos, y pueden ser incluidas de pleno derecho entre las repúblicas marítimas. Entre éstas, cabría destacar Gaeta, Ancona, Trani y Noli.

1.7.4. Renacimiento, dominio extranjero y unificación, s. XIV-XIX

La pandemia de la peste negra mató en el país a una tercera parte de la población en 1348. Entre los siglos XIV y XVI, Italia no era una unidad política ya que estaba fragmentada en múltiples estados. En el norte existían ciudades estado como la República de Venecia, la República de Florencia o la República de Génova. En torno a la ciudad de Roma estaban los Estados Pontificios, y al sur estaba el Reino de Nápoles, posteriormente integrante de la Corona de Aragón, y por tanto de la Monarquía Española. Durante esta época surgió el Renacimiento italiano, período de grandes logros y cambios culturales en Italia que se extendió desde finales del siglo XIV hasta alrededor de 1600, constituyendo la transición entre la Edad Media y la Europa moderna. Entre sus logros culturales destacan obras literarias de escritores como Petrarca, Baltasar de Castiglione y Nicolás Maquiavelo, obras de arte de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, y obras arquitectónicas, como la iglesia de Santa María del Fiore en Florencia y la Basílica de San Pedro en Roma.

Dada su fragmentación, fue escenario de los intereses de las potencias europeas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, que llevaron a conflictos tales como las Guerras italianas, la Guerra de Sucesión Española, el conflicto hispano-austriaco por las posesiones napolitanas, así como de las guerras revolucionarias francesas y napoleónicas. Aún hubo conflictos durante la primera mitad del siglo XIX, cuando apareció el sentimiento nacionalista italiano que desembocará en la Unificación de Italia, materializada el 17 de marzo de 1861, cuando los estados de la península Itálica y las dos Sicilias se unieron formando el Reino de Italia, el cual sería organizado por el monarca Víctor Manuel II, de la casa de Saboya, hasta entonces gobernante en Piamonte y rey de Cerdeña. El artífice de la unificación italiana, sin embargo, fue Camillo Benso, conde de Cavour, el ministro en jefe del rey.

1.7.5. De la unificación a la actualidad

Roma, por su parte, se mantuvo separada del resto de Italia bajo el mando del Papa y no fue parte del reino hasta el 20 de septiembre de 1870, fecha final de la unificación. Luego se realizó un plebiscito en el cual se eligió a Roma como la capital de dicho Reino. Fuera de sus límites sólo quedaba el pequeño Estado de la República de San Marino. Se originó un conflicto con la Santa Sede, llamado la cuestión romana, por la independencia del Papa de la política italiana, que solo se resolvió en 1929 con los Pactos de Letrán. Por estos acuerdos, Italia cedía una exigua parte de su territorio (la Ciudad Leonina en Roma y poco más) que dejaba a la soberanía del Papa. La dictadura fascista de Benito Mussolini acaecida en 1922 llevó al país a una alianza con la Alemania nazi y el Imperio del Japón, lo que la condujo a la derrota tras la Segunda Guerra Mundial. Durante el transcurso de esta guerra y en los años posteriores, miles de italianos emigraron fuera del país teniendo como destino principalmente América, Francia y Alemania.

El 2 de junio de 1946, un referéndum sobre la monarquía estableció la república como sistema de gobierno italiano, adoptando el país una nueva constitución el 1 de enero de 1948. Los miembros de la familia real fueron llevados al exilio, por su relación con el régimen fascista, hasta el 10 de noviembre de 2003, cuando pudieron regresar, gracias a la modificación de la constitución por el parlamento italiano. Los Tratados de Roma de 1957 firmados por seis países europeos han hecho de Italia uno de los miembros fundadores de la Unión Europea. Desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta se produjo un período de insatisfacción por una situación político-institucional caótica que se tradujo en violencia callejera y lucha armada, actualmente llamado Anni di piombo.

(Fuente: Wikipedia)