La revolución del 34

Al comienzo de los años 30 y en general todo el periodo en el que la II República estuvo vigente, vino marcado por una gran inestabilidad social, la desunión de la población y el extremismo político estaba a la orden del día. A las grandes huelgas, movimientos obreros en muchos casos violentos y las acciones de sabotaje anarquistas, se le unieron el fenómeno de los pistoleros, tanto de sectores obreros como contratados a sueldo por grandes empresarios para acabar con los líderes sindicales. A su vez la patronal y los sectores más conservadores llevaron a cabo otras acciones violentas contra los sectores más combativos de la izquierda. En este clima enrarecido se llevaron a cabo las elecciones de 1933, que fueron ganadas por el Partido Radical presidido por Alejandro Lerroux que había abandonado su línea más exaltada anticlerical para llevar a cabo una política de republicanismo moderado que atraía a los partidos más conservadores y que le llevó al Partido Radical a pactar con el CEDA (Confederación española de derechas autónomas) para dar estabilidad a su gobierno. El CEDA exigió el nombramiento de tres de sus hombres como ministros, a lo que los radicales accedieron. Este nombramiento no fue aceptado por el Partido Socialista, que un año antes había optado ya por una línea insurreccional más activa, con Francisco Largo Caballero a la cabeza. El partido socialista junto a la UGT, decidió llevar su protesta a la calle en forma de Huelga General, con intención de que a esta le siguiese un proceso revolucionario, la Revolución de Octubre del 34 comenzó la noche del 4 de Octubre de 1934.