Transporte

Los transportes de viajeros por carretera, de 1814 a 1860, se realizaban además de en diligencias, en caballerías, coches, galeras, etcétera.

Un "Omnibús" atraviesa Cibeles camino de la plaza de toros de Felipe II.

En los reinados de Fernando VII y de Isabel II, las innovaciones en materia de transportes de personas son importantes: vapores para la navegación interior en el trayecto Sevilla a Cádiz, por el Guadalquivir, diligencias por las carreteras y, por fin los ferrocarriles.

La fecha de principio es muy clara: 1814, cuando vuelve Fernando VII; la fecha final es más difusa, más o menos hacia 1860, cuando el ferrocarril se, enseñorea de todos los transportes, al menos los de mayor tráfico.

Los viajes a pie, que en el siglo XVIII tuvieron alguna importancia como medio de movilización del pueblo llano, en el siglo XIX se puede decir que desaparecen, al menos en las largas distancias.

Richard Ford escribe, refiriéndose su relato a los primeros años de la década de los treinta, lo siguiente sobre esta forma de viajar: «Además, como ningún español anda por gusto y nadie emprende una jornada a pie, sino los mendigos y vagabundos, no se comprende que se haga más que por absoluta necesidad. Por esta razón los peatones son mal recibidos y objeto de toda clase de sospechas.»

La disminución, sino desaparición de las peregrinaciones, la desamortización que privó a la Iglesia de gran número de sus conventos y hostales, y el progreso de los medios de comunicación explican que los viajes a pie desaparezcan, al menos en las distancias largas. George Borrovv, que pocos años después va y viene por unos y otros caminos, solamente menciona incidentalmente encuentros con peatones, en algún caso; por ejemplo, al entrar en Galicia, escribe: «Cuando encontramos a dos gallegos que iban a segar a Castilla», y en el camino de Pontevedra a Vigo dice poco después: «Era un camino muy transitado.., continuamente nos cruzábamos con numerosos jinetes y peatones.»

Sin embargo, en las distancias cortas, sí permanece el viajero a pie; así se deduce de los estudios económicos de solicitud de concesiones ferroviarias que hemos podido consultar, en los que, frecuentemente, se cuenta con los peatones como futuros usuarios del ferrocarril que se solicita.