Ferrocarril

Las primeras líneas de ferrocarril que se construyeron en España fueron las de Barcelona-Mataró, la de Madrid-Aranjuez y la de Gijón-Langreo, aunque, realmente el primer ferrocarril español se estableció en Cuba en 1837, uniendo La Habana con Güines. Las primeras leyes y disposiciones sobre el ferrocarril comenzaron en 1844. En 1851 se dio el primer Plan General para corregir la desorganización de las concesiones otorgadas hasta entonces y establecer una red radial que tuviera como centro Madrid, siguiendo y reforzando la idea centralista propia del liberalismo español. Pero el verdadero impulso a la construcción de una red de ferrocarriles se dio con la Ley General de Caminos de Hierro de 1855, dentro del programa de modernización económica defendido por los progresistas. Se pretendía imitar el ejemplo europeo. El ferrocarril fue el medio de transporte fundamental en el siglo XIX por sus ventajas: capacidad de carga, velocidad, seguridad y disminución de tiempos y costes. Además, se pensaba que la red estimularía a la industria, como había ocurrido en la Revolución Industrial inglesa.