Acererías vascas
EL mundo del acero vasco ha sido cuna de grandes empresarios que ayudaron a crear la imagen de marca de Euskadi como territorio industrial relacionado con el hierro. Hace medio siglo nombres como Marcial Ucín, Luis Olarra, Patricio Echevarria, José María Aristrain, Esteban Orbegozo, etc. coronaban las orgullosas acerías de horno eléctrico repartidas por los diferentes valles de Euskadi. Años más tarde buena parte de las acerías vascas han dejado de estar en manos de empresarios del país y emprendedores extranjeros se han hecho con el control de las acererías vascas.
Euskadi sigue concentrando cerca del 40% de la producción total de acero español que está en unos 16,4 millones de toneladas anuales tras la crisis de 2008, pero la mayoría de las acererías en activo -todas de horno eléctrico y alimentadas con chatarra- están controladas por empresas de origen familiar nacidas fuera de Euskadi.
Aunque la crisis ha afectado a los productores de acero, en especial a los que elaboran productos largos con destino al sector de la construcción, el País Vasco sigue manteniendo una docena de acererías abiertas: Nervacero, ACB Sestao, Olarra, Sidenor Basauri, Productos Tubulares, Arcelor Olaberria (antigua Aristrain), Arcelor Zumarraga (antigua Esteban Orbegozo), Corrugados Azpeitia (antigua Marcial Ucín), Tubos Reunidos, Tubacex y Celsa-L'Aciérie de l'Atlantique.
En una primera fase, la familia catalana Rubiralta, fundadora de Celsa, tomó el control de la vizcaina Nervacero, en Portugalete, a finales de los años 80. El empresario catalán Francisco Rubiralta, recientemente fallecido, fue el primer dirigente de fuera del País Vasco en ser propietario de una acerería en Euskadi en el último medio siglo.
El cambio de manos en la propiedad vino favorecido por la profunda crisis de la siderurgia vasca en la década de los años 80 del siglo pasado que propició una dura reconversión industrial con cierres y un sinfín de fusiones de las empresas vascas del sector, combinada con la salida de buena parte de los accionistas históricos.
La antigua factoría de aceros especiales de Olarra, en Loiu, fue la primera en pasar a manos de un empresario extranjero. En este caso fue el italiano Giuseppe Roda, también fallecido, el que se hizo con la propiedad de Aceros Inoxidables Olarra en 1995 tras el proceso de privatización de Acenor.
En el año 2000 La Corporación Siderúrgica Aceralia, controlaba en el País Vasco la Acerería Compacta de Bizkaia (ACB), Marcial Ucín y Bandas de Etxebarri. En esos momentos preveía invertir mil millones de euros en la planta de Etxebarri, la línea de panel sandwich de Transformados en Navarra y en el horno Finger Shaft de Olaberría.
Hoy, el primer empresario siderúrgico vasco es el inglés de origen indio, Lakshmi Mittal. Una de las mayores fortunas del mundo industrial, Mittal ha montado el mayor emporio siderúrgico mundial tras la adquisición del Grupo Arcelor, el gigante del acero europeo surgido de la fusión de las antiguas compañías siderúrgicas de España (Aceralia), Francia (Unesid) y Luxemburgo (Arbed), mediante una OPA de 27.000 millones de euros.
Lakshmi Mittal controla desde 2006, a través de Arcelor, varias de las principales instalaciones del sector siderúrgico de Euskadi. Entre ellas la Acería Compacta de Bizkaia, en Sestao, la moderna instalación creada en los años noventa tras el cierre de Altos Hornos de Vizcaya, y las guipuzcoanas de la antigua Aristrain de Olaberria y Esteban Orbegozo de Zumarraga.
Más reciente es la irrupción de los empresarios brasileños en Euskadi. El primero fue Jorge Gerdau, dueño del grupo siderúrgico Gerdau que adquirió en 2005 por unos 444 millones de euros Sidenor (Basauri) al empresario vasco Sabino Arrieta. Sidenor agrupaba entonces a empresas con centros de producción en Basauri (Bizkaia), Vitoria (Álava), Elgueta (Gipuzkoa), Reinosa (Cantabria) y Villalba (Madrid). En 2011 hubo otro intento, por parte de Benjamin Steinbruch, presidente de CSN, Companhia Siderurgica Nacional de Brasil, para hacerse con el control de una las históricas acererías vascas, la antigua Marcial Ucín, de Azpeitia, propiedad del grupo extremeño Alfonso Gallardo que en su día la compró a Arcelor.