La revolución liberal como movimiento político tuvo como inicio la Guerra de Independencia Española (1808-1814), como escenario fundamental las Cortes de Cádiz (1810-1814) y como texto referente la Constitución de 1812, hasta tal punto que se utiliza la denominación de liberalismo gaditano.
Los liberales españoles del siglo XIX la llamaron "Revolución española", que comenzó en 1808 y terminó con la Restauración de 1875. En ella las clases medias buscaban un régimen político que les asegurara la libertad y el orden, o lo que es lo mismo, la defensa de sus intereses.
La configuración del Estado liberal se fue gestando durante el reinado de Isabel II (1833-1868), periodo en el que se produce, no tanto la definitiva configuración del Nuevo Régimen o Régimen Liberal, sino una accidentada sucesión de intentos de definirlo de maneras más o menos liberales (moderadas -más eclécticas y contemporizadoras- o progresistas -más radicales o revolucionarias-), frente a la resistencia reaccionaria representada por los carlistas y los neocatólicos. Entre toda la actividad legislativa, fueron decisivas para el cambio económico y social las dos desamortizaciones, la legislación fiscal, minera y ferroviaria, y la ley Moyano de educación; mientras que menor suerte tuvieron los ensayos pendularmente opuestos de textos constitucionales que pretendían asentar la configuración jurídico-institucional.
Al mismo tiempo, se iban desarrollando procesos históricos de recorrido mucho más extenso: una lenta (para algunos autores "fracasada") revolución industrial española, un capitalismo español con características propias, un cambio social correspondiente a la revolución burguesa, pero en el que el protagonismo de la burguesía fue escaso, y una peculiar construcción de la identidad nacional: el nacionalismo español.
Entre los precursores del liberalismo hubo diferentes orientaciones: los aristócratas (Conde de Floridablanca, Conde de Aranda), los burócratas e intelectuales (Jovellanos, Campomanes, Meléndez Valdés, León de Arroyal) y los pequeños y completamente marginales grupos de radicales (Conspiración de Picornell). A la mayoría de ellos se les suele aplicar el calificativo de preliberales.
Tras la Revolución Francesa y especialmente durante la Guerra de la Convención (1793-1795), en la que el gobierno de Manuel Godoy desplegó una campaña reaccionaria para justificar la guerra contra Francia, apareció un sector de ilustrados al que los sucesos revolucionarios franceses les indujeron a rebasar claramente los postulados moderados de la Ilustración, lo que dio nacimiento a un movimiento abiertamente liberal.
Karl Marx (1818-1883) es un referente imprescindible para entender la evolución de los derechos económicos y sociales a partir de finales del siglo XIX. Pensaba que el sistema económico dominante en cada época histórica, a través del cual se satisfacen las necesidades vitales de los individuos, determina la estructura social, política e intelectual de cada periodo. Afirmaba que la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados, es decir, entre la clase social gobernante y las clases sociales oprimidas. Partiendo de estas premisas, en el "Manifiesto Comunista" (1848, escrito en colaboración con Engels) decía que la clase capitalista sería derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase obrera que culminaría con el establecimiento de una sociedad sin clases. Sus ideas filosóficas tuvieron una gran influencia, dando lugar posteriormente a las revoluciones socialistas de principios del siglo XX, y a que dentro de las sociedades capitalistas los derechos económicos y sociales cobrarán progresivamente mayor importancia.