Sr. Obispo Horacio Valenzuela
Sr. Rector Antonio Valdivieso
Autoridades, alumnos, panelistas e invitados.
La Sagrada Escritura muestra un hecho notable, Dios llama en forma de pregunta, la llamada de Dios no es algo ostensible sino que tiene carácter interrogativo, sus preguntas no tienen un carácter retórico, literario, sino que más bien mediante la pregunta, Dios pretenden abrir, suscitar en el creyente a la búsqueda de un sentido perdido, de mostrar una esperanza en la desilusión o en la amargura, en la llamada de los discípulos de Emaús (Lc 24,17-19)
“Entonces les dijo: --¿Qué son estas cosas de que estáis conversando entre vosotros mientras camináis? Se detuvieron con semblante triste. 18Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: --¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes las cosas que han acontecido en estos días? 19 Entonces él dijo: --¿Qué cosas? Y ellos dijeron: --De Jesús de Nazaret, que era un hombre profeta, poderoso en obras y palabras…”.
La pregunta de Jesús da la palabra, sede protagonismo al que camina en la oscuridad y en la amargura, da el espacio mental y social, del reconocimiento del relato y la biografía o historia social, abre así al relato del deseo frustrado a la ilusión perdida.
A los profetas ocurre otro tanto, Dios pregunta al profeta Isaías, (6,8):
“Entonces escuché la voz del Señor, que decía: --¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? Y yo respondí: --Heme aquí, envíame a mí”.
La doble pregunta de Dios refleja la urgencia y el imperativo del envío del profeta. Como está dicho, la pregunta, no posee un carácter literario sino práxico, Dios pregunta, interpela, en función de una misión una praxis, asi p.e. en el relato mencionado de Isaías como en el llamado de Elías, el relato de1Re 13, 13:
“13 Cuando Elías lo oyó(la palabra divina), se cubrió el rostro con el manto, salió y se puso a la puerta de la cueva. Entonces le llegó una voz que le decía: -- ¿Qué haces aquí, Elías?”.
La pregunta divina lleva a realizar un camino, el mismo camino de la desilusión, del fracaso pero en dirección contraria, el camino de Emaús es el camino de la desilusión, pero es un camino paradógico, porque el resucitado camina con-nosotros, interrogando a los que caminan. Pareciera que ellas son un principio hermenéutico que nos ilumina y hace arder el corazón al conversar nuestra realidad a la luz de la palabra divina. La pregunta de Jesús enfrenta el fracaso, el trauma, el conflicto, cara a cara, sin eufemismos, sin cosméticos y avanza en dirección de la derrota.
La pregunta divina lleva en la misma pregunta una respuesta a la situación del hombre, es una anticipación. En el Documento de Aparecida se cita el texto de Jn 1,38-39 como paradigma del encuentro con Jesucristo,
“Jesús, al dar vuelta y ver que le seguían, les dijo: --¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: --Rabí--que significa maestro--, ¿dónde moras? 39 Les dijo: --Venid y ved. Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba y se quedaron con él aquel día, porque era como la hora décima”.
Entonces, las preguntas divinas o también las que hace el hombre a Dios, como las de los discípulos o la de Jesús en la cruz: “¿Dios mio, Dios mio, porqué me has abandonado?” responden a una cuestión central en la reflexión teológica. El propio hombre y el habla de Dios tienen carácter interrogativo, no puede ser de otro modo, la vida interroga al hombre porque él mismo es una pregunta por responder, por realizar. Su propio ser es una pregunta abierta que busca sentido. La fe cristiana nace de este camino y reconoce en las preguntas que la sociedad le hace la presencia del resucitado que caminando con la humanidad.
Nuestra Facultad de Ciencias Religiosas y filosóficas, gracias a la gestión de nuestro decano el profesor César Lambert, y el Director de Departamento de Teología el Dr. Marcelo Correa, a través de este Congreso, ha querido colocarse a la escucha de las preguntas que hace el hombre de nuestra región y de nuestro país. De esta manera pretende establecer un espacio de dialogo un servicio al interior de la Universidad y de nuestra región proyectando así su quehacer teológico. Esta insistencia en el carácter de pregunta de la teología tiene su razón. La teología como ‘discurso sobre Dios’ se fundamenta en la escucha del creyente en las preguntas que hace Dios en la historia y las preguntas que hace el hombre a Dios. Tal escucha de las interrogantes representa un aspecto fundamental del quehacer teológico, sin el cual ‘el discurso sobre Dios’ se vuelve parloteo, ‘adoctrinamiento’ estéril. El teólogo debe escuchar porque el Dios cristiano es el Dios que escucha y dialoga con su pueblo. Una teología que se inscribe en el horizonte de las preguntas considera la escucha como un momento interno de su quehacer, por eso la atención a lo que acontece en nuestro país y región representa un aspecto del quehacer teológico esencial. Una teología así es una teología que va de camino, itinerante, humilde, más propositiva que definitiva, porque sabe que su servicio es un puente, siempre provisorio, que pretende ayudar a que los hombres pasen al otro lado, de tal manera que encuentren al prójimo y a Dios.
Sean todos bien venidos a este Congreso, para nosotros es un privilegio contar con vuestra presencia, la invitación es una llamada a construir un espacio de escucha y dialogo, un pequeño hogar donde cada uno se sienta cómodo y aporte desde su propia experiencia las preguntas y escuchas de nuestro país.
Muchas gracias.