Historia de España

PREMIADO CDN DIPLOMA DE PRIMERA CLASE

EN LA eXPOSICiÓN LITERARIA y ARTtSTICA DE MADRID,

colebl 'adn on 01 lUlO 18St:;,COMPENDIO ,

DE

HISTORIA DE ESPAÑA

para uso de Jos alumnos

'0'

D, PDLlCARPO MINGOTE y TARAZONA,

nul .... ,¡O d . . . l' .. 1(1'11>1" ....

pCIo'

y Co"," pondieRIe de J. R. "' "*",,mi. de l.

opo'k;611,

mot.m.

SEQUN D A ED ICiÓN

/'

_ L EÚN:=

Imp. ue 101 lleredero~ de Millón.

18SS.•

~:s

T'ROPtED,\1) DEI. "UTOR,In(rouncción al es(uuio ¡le la IIislória ue ESrR~a ,

LRCCIÓN 1.

Delinici6n de la Hislória de

E spa~a . -SIlJ

relaciones

~on

la Hillorl.

universal.- Imporlancla de su estudlo. - Resumen goográllco: apt¡o

cacrones. - Di~¡ I¡ ones

cronológicu,-Caracl, ru lIonerales de cada

Edad.

D efinición de la História d e España . His-

tória de Espaí~a es la narración sistemática de los he·

chos realizados H{¡¡-cJ/lClltc ,por el Pueblo csranol, en

cumplimiento de su dEStino pnnddCII.:inl, y contribu-

renda al desl'lrrollo prt1grrsivf1 de la vida universa l

humana.

Esta defin ición se funda en que la Nación, sea cual-

quiera el lugar que ocupe en el c.<:pacio, no es más que

una suma de individuos, los cua les, <1Unqllc caract eriza-

dos por fisonomía propia, viven, se desarrollan y tra·

bajan en el sello de ulla Illisma f!1IIIIrmidad, ilbcdc-

ciendo a comunes destinos, elementos y origen.

Sus .relaciones con la História univorsal.

L as relaciones entre las A'art'Ol1alidadt's y la l/l/mOld-

dad ~on análogas á lae; que existen entre los illdividuos-l ___ -

6

,

1IT 5TÓRfA nf. F. SP,o\ÑA.

y la familia; aquellas y estos simbolizan lo personal

y lo viria, en tanto que las unidades superiores repre-

sentan lo característico y lo uno: las Historias particula-

res son á la História universal como las ramas al tronco

del árbol que las mantiene.

La História de Espaf\a se halla relacionada concreta-

mente con la Universal, entre otros, por tres hechos

fundame ntales: la Reconq//ista cristialla que imposibi-

litó«en el siglo VIII de J. C. la invasión general curopea

de los Musulmanes, vencedores en Asia y Afdea ; el

desmbrimimlo del Nffl'VO lIfWldo, en el siglo xv, fa-

vorecido por Isabel la Católica; y la guerra de /a IlIde -

jJt'J/dmcia que inutilizó los proyectos de Monarquía

europea ideados por Napoleón r en el siglo X I X.

Importa.ncia. de su estudio . La importancia

de la História de E spal\a para los españoles, aun preso

cindiendo de su natural grandeza, se comprende con

fac ilidad teniendo en cuenta que el destino de la gene-

ración presente está ligado al destino de las generacio-

nes pasadas, y que desconociendo éste es imposible

cumplir bien con aquél.

Resumen geográfico: aplicaciones, La Penín -

sula Ibérica se halla comprcndida entre los 43°47'29"

y 35°59'49" de latitud Norte, r los 7uO'36" Este

y 5°38' 1 l " Oeste del meridiano de Madrid, al Sur·Oestc

de Europa, entre el Oecéano Atlánlieo y el mar Me-

diterráneo, separada de Francia por la cordillera ele

los Pirineos y del África por el estrecho de Gibraltar.

De carácter em inentemente col/tinel//nl,:i pesar de

ceñirla el mar en las siete octavas partes de su. períme-

tro, ofrece el aspecto de 1m todo geográfico, dividido en

dos secciones por la cordillera centml ó rbériea, de In

'"

----•

INTRODIICC IÓN .

7

cual á su vel. arrancan otras cuatro , denominadas Caro

petana, Orctana, l\'fariánica y Penibética, que van á

sumergirse en el Atl:íntico: los principales tios, como

el Duero, el Taj o, el Guadalquivi r y el Guadialla des-

embocan por la costa occidental, mientras que solo el

Ebro, entre los notables, confunde SIIS aguas eDil las

del Mediterráneo.

La clevólciÓIl de Ids tierras en el interior, la cons-

tituciÓn geológica del suelo, la configuración desigual-

mente ondu lada del litoral y lo complicado del sistema

orográfico, hncen que In misma naturaleza haya divi·

dido la Peníní:iu]a ell sich' rf'gioncs 1l((!llra!t>s y distintas

que son: t.:l. I:t meseta central que comprc;lde los an-

tig-uos Reinos de Castilla (mcllQs la provincia de San-

tandct) León y Exttemadura; 2,:\ la costa de L evante

con los de Valencia y l\'fútcia¡ 3." A ragón y Cataluña;

4.(\ :\1:;lVarra y el señodo de las Vascongadas; S-'" Ga-

licia, J\stúrias, y Santander; 6." Andalucía; y 7." el

Reino vecino de Portugal.

I:.~' elillla es v¡írio, pues encontramos territorios cuyo

riguroso in"iemo deja el t urno, casi sin t rans ición, ;Í

un ,-erano sofocante; otros, cuyos habitantes viven en

perpétua primavera; algunos muy semejantes oí los ar-

domsos paises :&icanos; y final mente, no pocos que

recuerdan las fdas nebulo:-idades del Norte.

A esta varie(bd cl ima tológica corresponde otra ma-

yor de prodl/teiO/IN: no lejos de las áridas montañas

arcillo~as Ó de Ja.~ vaslas llanuras con sus cam pos de

cereales, se admil'.11\ bellísimos jal"dines cercados con

setos de naranj os)' de limoneros, que p erfuman el am-

biente; frenle:í las colinas que hermosean la vid y el

ol ivo ó las costas dOl1f!..: se alzan las palmeras carga-

•s

lIlSTÓlt.lA OK JlSPA!h .

das de fruto, los picachos escuetos y COl'onados de

pcrpétua nieve, donde la vegetación es imposible.

La dh'crsidad de comnrcns, clima y producciones

supone necesariamente la del (f1ráckr de los habitantes,

notándosc bien marcada entre los altivos aragollcs, vas-

congados y navarros, los graves é industriosos entaJa-

lIés, los dulces y afables asturianos y gallegos, los fran -

cos é independ ientes castellanos, y los jocosos y apa-

sionados nndaluces: esto no es obstáculo, sin embargo,

para que los cspmlo1es todos tengan llll carácter propio

y cierta genialidad característica que les distingue de

las restantes nacionalidades; que no en vano constituye

España una sola expresión geográfica.

Divisiones cronológicas. La H istória de Espa-

ña se divide cronológicamente en tres Edades: Antígutl.

desde los tiempos más remotos U) hasta la invasión de

los Bárbaros en el siglo v de J. C. (? - 414); ,Media,

hasta el advenimiento de la casa dc Austria en el XVI

( 414 - I 506)¡ y A1odema, que se prolonga hasta

llucstros dlas ( 1506 - 1888).

La Edad Antigua comprende los periodos siguientes:

I.Q Tiempos prchistón'cos, hasta la venida de los Feni ·

cios (?-I 100 a. de]. C)¡ 2. 0 Espaira feJliciay gricga,

hasta la invasión de los Cartagineses (1100-238);

3.° Es/aíia cartaginesa, que termina con la illterven-

ción de los Romanos (238-206); y 4 . Q EspOlia "omalla,

que se extiende hasta los comienzos de la Edad I'I'Iedia.

L a Edad Media comprende tres: I.Q 1:.'spafla vi.rigoda,

hasta la invasi¿n de los musulmanes (414-711); 2. Q Es-

pafía II/usulmana, que termina con la conquista de Gra -

nada por los Reyes Católicos (711- '149 2); Y para1clf)

al anterior, e13.Q ó de la Reconquista CristiaNa, que tic·INTROOli CC IÓ N.

9

ne su origen en los comienzos del reino de Astúrias y

se extiende hasta la Casa de Austria (718-1506).

En la Edad l\1odel'lla distinguiremos dos: 1.° Lamo·

lIarqllia abso/ulfl, hasta la guerra de la Independencia

(1 506- 1808); Y 2. 0 La 11!ollarqllia constitucional, hasta

la muerte de Fernando VII (¡Sq- ¡832). Con el rei-

nado de Isabel JI empieza lo que llamaremos História

COJltt'lIlpOrdIlCa, que no puede todavb dividirse en pe·

riodos por estar tan próxima ,í nosotros.

Caracter es generales.de cada Edad. La Edad

Antígua se caractcriza porque el pueblo español, excep-

ción hecha de su valor esforzado y natural indepen-

diente, refleja los ideales y civilizaciones de las razas

extrafías que sucesivamente le dominaron; el hecho

principal es la educación de los españoles por los ro·

manos.

En la Edad Media señálase una doble oposición que

informa los acontecimientos todos, sea cualquiera su

índole y carácter: I.n la profunda antipatía á los extran-

jeros, ya se llamen visigodos, cristianos ó musulmanes,

que es el alma de la Reconquista; y 2,'1. las luchas entre

los reyes, los 110ble::; )' el pueblo, rcn~jadas en el Fuero

juzgo, en los Fueros municipales y en el Fuero viejo

de Castilla. Las unidades social , política y religiosa ,

que los Reyes Católicos simbolizan, son el hecho culo

minan te y paralelo al de la Rcconquista, quc cn cste

lapso de tiempo debe colocarse en primcr término.

La Edad l'vlodcrna prcsencia la muerte de las libero

tades patrias yel empobr(':cimicllto de b nación hasta

un grado inconcebible, por miÍs que, con el adveni·

miento de la Dinastía "Borbónica, renacen los intereses

mondcs )' materiales: el hecho fundament;-¡¡ es la eoali·"

ción europea para evitar la fusión de las coronas cspa-

¡l ola y fr<l.lIccsu en los cJesccmlicntes de L uis XIV.

COI} el principio de la lJis!órilJ cO/l laJ/pordilt'a coía ·

cide el planteamiento del sistema cOllstitucio:lal Ó re-

presen tativo ql1e actualmente rige.EDAD ANTIGUA.

P- 4 1 4 )EDAD

ANTIGUA

TIEMPOS PREHISTÓRICOS.

(?-IIOO)

LE CC 1Ó N 11.

Tradiclonel rel ativas á hu Aborfllo nes de España.-Su Importancia.-

Los Ibero.: '11 origen, costumbros J cultura.- Princi pales tribus

iberas - Los Celias: $11 origen, costumbres y cultura.-Princlpales

tribus eellu.- LosCellfberos: su formacIón, costumbres y cllllur •• -

Principales tribus cellfberos.- Monumenlos que dI .ste periodo se

conservan.

Tradiciones relativas á. los Aborígenes de

España . Flavio Josefo dice en su História de los

Judíos que Tuóal, viznieto de Noé, señaló asiento oí los

Tobelios ó Iberos; afirmación en la cual se han fundado

los antiguos cronistas para dcducit que estas gentes

semíticas fueron los primeros pobladores de EspaCia,

de'nominada primitivamente Iberia: con decir que Jo-

sefo se refi ere ,\. los Iberos asiáticos, establecidos en el

Cáucaso, queda refutada semejante opinión.

Menos autoridad merecen todavía los que atribuyen

este hecho á Tharsis, pues de que los hijos de Jav:in

dividierall las islas en regiones, tomando cada uno la

suya según S\l idioma y familia, y de que un territorio'4

1I1~ 1'QIl[ A

!JE ¡¡SP.\IlA.

español se denominara algun a vez Tharscya, no se de-

duce que la tribu de Tharsis fuese nuestra aborigen.

Su importancia. Aun falsas y todo, es induda·

ble que ambas tradiciones encierra n algún fondo de

verdMl, pues parece probada la existencia de gentes

cspai'lolas, anteriores á la fecha asignada ¡\ la inmigra-

ción de los I beros. Para conoce¡; q uiénes fueran estas

~rrojan todavía poca luz los dcscubrimicnt9s realizados

en varias caverllas como [as de Carchena y Fuenea-

Iicnte, las cuales prueban la existencia de trog!oditas

en Espaila, trogloditas que usaban hachas y cuchillos

de pedcmal, vestían t(micas y sandalias de esparto,

utilizaban á manera de alfileres las espinas resistentes

de los pescados y trabajaban el oro á martillo,

Más veracidad ofrecen, tal vez, las analogías entre

el cráneo de Forbes y los de la raza de Cmtslfrd, como

entre los utensilios descubiertos en el terreno cuaterna -

rio de Madrid y los atribuidos á la raza de Cro·1Ilflgll611

para deducir la existencia de ambas en Espa fla, du-

rante las edades del 11Iamul/l y del rmo, pero así y

todo, esperemos que lluevas descubrimientos aclaren

ele una vez tan importante problema.

Los Iberos: su origen, costumbres y cul~

tura. Las primeras noticias históricas que de nues·

tras A borígenes tenemos se refieren al pueblo ibero,

procedente de la g ran familia AI')'a establecida primi · .

tivamente en Asia, desde el Ganges hasta la Bactriana,

y que después de poblar los territorios de Grecia, Ita-

lia y Francia, se establece en Espafla en el valle del

hvro, á 10 largo de la costa de L evante, y en la región

meridional, imponiendo nombre á los rios Autls (Gua-

diana), Tagtts (Tajo), ¡ól'r (Ebro) y otros.EDAD ANTIG UA.

-s

E l fondo del carácter ibero se hallaba constituido

por un amor á la independencia que rayaba en fiereza,

un sentimiento grandísimo de personal dignidad, y de·

cidida afición al trabajo. Sabemos también que cr,111

sencillos en su trato, bulliciosos en SllS alegrías y has·

pitalarios COIl el extranjero; que rendfan culto á los

astros, principalmcnte á la luna, y honraban á los muer·

tos enterrandolos convenientcmente; que fabricaban

instrume.ntos de. piedra pulimen tada, é iban vestidos

con pieles, cuando no con telas toscas dé' cáñamo; y

no fa lta, por último, quien afirme hablaban el idioma

cúsearo como los vascolIglldos, dolicoc/:fa /os lo mismo

que ellos.

Principales tribus iberas. Las principa les

tribus iberas fueron; los i/erketcs, en las actuales pro ·

vincias de J-I uesca y Lérida; los allse/lUlOs, illdikddS,

laletaltos y cosetal/os, en las de Barcelona, Gerona y

Tarragona; los i/erkatl//cs, en el \'alle del E bro; los

cdetallos y bnsldmlOs, en las de Murcia y Valencia; los

cOlltcstnnos, en la de A lmena; los bdstu/os, en la costa

del S. E.; los tnr/t'sios, en la región andaluza quc tlcne

por centro la cuenca del Guadalquivir; y los IlIrdettlllos,

en cllitoral del S. O. á partir del estrecho de Gibraltar.

Los Celtas: su origen, costumbres y cul-

t ura. La invasión de los Cdtas no se verificó de una

sola vez, sino pausada y lentamente: descendientes de

los Turmrios, familia asiMica, se hallaban desde tiempo

inmemorial en pacífica posesión del país francés mo-

derno, cuando la irrupción de los Galos les obliga á

emigrar no lejos de la costa Cant<ibrica, á través de los

P irineos, y avanzan sobre el actual territorio de Astú·

rias, Galicia y Portugal, hasta las tierras ocupadas por,6

111~TÓI{lA LJE

Y-sr"Ñ ....

los turdetanos, de los cuales, no pocos, en vez de refu·

giarse haci a el interior, se quedan con estos invasores

para mezclarse con ellos y formar, más tarde, la raza

Ce/tíbaa.

D e carácter senci llo y candoroso, vivían los Cel tas

dedicados al pastoreo, la caza y la pesca : divididos

en tribus independientes, gobernábanse en forma vária,

ya patriarcal , dCOlocr<Ítica ó despóticamente, pero re-

conociendo trc.'> estados sociah:s, los &l cerdotcs, los

guerreros}' el pueblo. Su rel igión era el druidismo, que

consagra el cullo del Sol, la Luna, las tempestades y

la lluvia, ,i cuyas divinidades dedicaban groseras cerc-

monias. Supóncsc que su idioma fuera muy semejante

allllot/enl() Brdcm, como 10 prueba un canto galo-celta

atribuido <Í Ta/i{'siH, pOda del siglo IV a. de J. C.

Principales tribus celtas. Las principales t ri·

bus en que los Celtas se hallaban divididos eran: los

edll/abros, en las Provi ncias Vascongadas y Santander;

los aSIl(I"'S, en las de L eón y Oviedo; los galdi eos, e n

Galicia; y los lusitanos , en Extrcmadura y Portugal.

Los Celtíberos: su form ac ión, oostumbres y

cultura. En comunicación constante ambas razas

die]'on lugar con el trascurso del tiempo á [a formaci ón

del pueblo Cd/ibao, predominando indistinlamente, se·

gún los territorios, ya el primero ya el segundo de

aquellos elementos, y fijándose con preferencia en el

centro de la Pe nínsu la á modo de terreno neut ral.

Con mayor copia de datos, puesto q ue los R omanos

conocieron á los Celtíberos y se relacionaron con ellos,

podemos determ inar sus principales caracteres, entre

los que' descuellan el a mor al hogar doméstico, simbo-

I? de la familia; el respeto ,i la palabra elllpeflada; la, ,

I(IJAlJ AI'TIGUA.

fidelidad para el amigo, como para el seii.or; la sobrie-

dad, la scnci!lez y el candor; el amor á la libertad; el

sacrificio de la vida en aras de la independencia patria;

In afición,á la guerra y la caza; la tendencia al aisla-

miento, dentro de sus respectivas comarcas; el cultivo

del terreno, y cierta rara habilidad cn el temple y

construcción de toda clase de armas.

Principales tribus celtiberas. Las principales

tribus celtíberas fueron: los 1IflCCOS, en el reino de León

y gran parte de Castilla la V~eja; los carpetaltos, en las

provincias de Madrid y Toledo; los ar{'"¡Jacos, en la de

Soria: los OrclflltOS en la de Ciudad-Real; y los oleadas,

cn las de Albacete, Cuenca y Múrcia.

Monumentos que de este periodo se conser-

van. Entre los varios mommuntos celtíberos que to-

davfa se conservan, citaremos las cuevas Ó cmlcruas,

habitación para los vivos, unas veces, y sepulcro otras

para los muertos; los ?!le,,/tir, piedras largas colocadas

en forma de alineamientos; los pclviG, piedras trému-

las que se mueven al m¡lS ligero impulso; los dolmcu,

mesas de piedra para consumar los sacrific ios) los tú-

lIIU/I/S ó montecillos de tierra, que deben ser enterra.

mientas; y algunas 1Jtcda//as de la última éP9ca celtí-

bera.

,ESPAÑA FENICIA Y GRIEGA.

,(1100- 2 38)

LECO'ION 111.

Llegada d, 10$ Fenicios,- Su. principales coloniu.-'\ qu' se dedIca-

ron eslu genles en España.- Su expulsión.-Llegada ele lo s Griegos

as láticos.- Sus principales colonl.,.- Car4cler de la colonización

griega.

Llegada de los F enicios . Supónese con funda-

men to que a principios del siglo X II antes de J. e,

después de haberse extendido por la costa septen o

trional de África y la meridional de Grecia é Italia,

donde fundaron numerosas colonias, llegaron los Feni·

cios á España, atravesando el estrecho de Gibraltar.

Procedentes de Asia, donde vivieron en el país de

su mismo nombre, situado entre el Meditel'dneo y el

Llba no, dcdicárollse estas gentes de raza (husita ;l la

industria y al comercio marítimo, mediante los cuales

hicieron famosas las manufacturas (te Sidón y Tiro:

emprendedores y activos, egoistas y ambiciosos, ex-

plotaron el negocio alll donde se les presentaba, Sill dis-

t inción de razas, continentes ni pueblos.

Sus prinCipales colonias. Acogidos benévola

mente por los español~s que habitaban la Tartesia, á

los cuales deslumbraron con sus productos industriales,'9

fundaron en la costa á Cm/ir (C¡ídiz), palabra que s ig·

ninca lugar fo rtificado; as! como un siglo después, en·

cantados con la feracidad del país )' el bondadoso ca-

rácter de los habitantes, dominaron sobre t odo el va·

lIe del Guadalquivir y se c:dcndicron hasta el cabo de

Gata en A rmería .

En este delicioso territorio fundaro n s ucesivamente

IlO menos de doscientas riquísimas colon ias, si hemos

de creer ¡i Estrabón, entre las cuales merecen citarse

Jlfa/aca (l\'I:í.laga), ciudad dl' las sffltl!;OIlC.'i; Hispa/is

(Sevilla), país ill/c,.ior; Srx (l\'lotril), ci!lj/tu/ tostada J){""

el 50/; Con/liba (Córdoba), regiól/ dd aceite; lJh'lImrtda

(i\lgeciras), y otra.s.

A qué se d edicaron es tas gentes en España.

Durante los siete siglos que próximamente vivieron

COll los cspal10les a rrancaron de este suelo canlidades

fabulosas de ricos y IÍtiles metales como oro, plata, hie·

rro, plomo, cobre, estafio y cinabrio, dejando en cambio

las telas de b rillante colorido, vistosos cristales y p uli·

dos collares que procedían de otros paises más adelan·

lados.

Su expulsión. Pero llegó un dia en que la ava·

ricia de estos mercaderes se hizo insoportable, cambian·

do en hostilidad el carii'io primitivo de los indígenas; y

como apelaran á la violencia para mantener una domi ·

' nación que se les escapaba, se orig ina una lucha que

dará por resultado su expulsión definitiva, perdiendo

una á ulla sus magnificas factorías y colonias, hasta ser

encerrados en C:.ídiz.

Llegada d e los Griegos asiaticos. D e igual

manera que los F enicios habían colonizado la región

meridiana: de la Península, co menzando por las riberas

,,.

del Bdis (Guadalquivir), los Griegos se apoderan de la

costa de Levante, lomando como centro de sus opera

ciones mercantiles la cuenca del Hiberus (Ebro).

Cuéntasc que á mediados del siglo " Ir, ColaCIIs abor-

da en tierra de Tartesios donde consigue vender á buen

precio sus abundantes mercancías, coincidiendo su He -

gada con el establecimiento de los r!lot!iqs en la costa

catalana, los cuales fund aron ;:j Rhodas (Rosas), y el de

1.os griegos de 2flllh' algo más tal'dc en la de Valencia,

que dan lugar á la ciudad de Sagunto (Murviedro). Poco

tiempo dcsplIés pueblan todo el litoral con sus estable-

cimienlos mercantiles, desde l Jfassa/ia (l\'larsella) cerca

de las bocas del R ódano, hasta A//Itcrf(r, punto en el

cual había terminado siglos antes la colonización fenicia.

Sus principales colonias. Sus principal es colo·

nias, además de las ya citadas de Riladas y 5(7:;1(1/10,

fu eron Emporiolt (Ampurias), Dial/a (Denia) y H omeros -

COpt'llllt.

Carácter d o la colonización griega. Presenla

la colonización griega ell España un cad.eter muy dig-

no de tenerse en cuenta: al contrario de los fenicios,

que jamás tomaron carta de naturaleza en este suelo,

los g riegos s impatizan desde luego con los espalloles, y

se funden con ellos COtIlO individuos de una misma raza

y familia. Al fin eran todos al'yos, ,t:1l tanto que los pri .

meros pertenecían á la raza chusita: esta oposición se .

demostrará más tarde COll moti vo de la inmigración is -

raelita y la illVasi6n de los árabes.ESPAÑA CARTAGINESA.

(23 8- 206)

LRCC I ÓN I V.

Inl el"lclIci6n de Carlago en los asuntos de España.- Cal .. ~cler de l pue-

blo carlaglnh.- Planes de conquista: Almllcar Barca. - lslolllclo 6

Indo rlc,. - Sitio

d~

Scllia , sus consecuenciu.- Asdrúbal: su

muorte.

Inter vención de Cartago en los asuntos de

Espafia. Arrollados los F enicios por los turdetanos

)' obligados ti encerrarse e n la fortaleza de Cádiz, solio

ci tan el am, di o dr; la rcpübli ca ele Cartago, feni cia de

origen: un ejérci to cartaginés penetra en E spafia, res·

pond iendo al llamamiento, rC~Ollql~jsta el valle del Gua-

dalquivir, se apodera de los di::;tritos mineros, coloca

guarniciones en los territorios fronterizos, y funda -nuco

v~ s colonias que puebla con g-cntcc; :tfricano-fenicias.

Tcn ni!1 <lc\a la campali;'! , los Ca r t;'l.g in ese~ se rc\'uel·

vell contl'il sus hermanos y al iados que lo!> habia n

llamado, y conciertan con Jos c.~pa fi oles de la Hética

tratados de amistad: lo que hasta en tonces habí.L sido

Es/ailafmida se convierte en Espai'ia carlngil!csa; y

así se explica cómo los gaerrcros celtíberos pudieron

pc1cnr ai\()~ d c~pll és en Córcega y Cercleií;[, dcCcn·diendo con heroismo Jos derechos que sobre estas islas

tenía la república de Caltago,

Carácter d el pueblo car taginés, Poco escru·

pulosos los Ca rtagineses en cuanto á los medios de

acrecenta r su innuencia sobl'c los p ueblos mediterrá·

neos, si comienzan fingiéndose aliados de los Fenicios

para convertirse en sus dominadores, más tarde se fi n·

jcn amigos de lo.e¡ Celtíberos hast:l fortificar los ten·j ·

torios explotables y rico ~, lo cual 110 será obstáculo

para que repriman con exccsiva crueldad Jos mcnores

conatos uc rebelión é independcncia.

Egoista y avaro, el pueblo cartag in 6s no reconoce

otro derecho que el de la fuerza, ni tiene más aliados

que aquellos que se dejan ex plotar [;ieilmente, ni abe·

dece á otra ley moral que la de su convcnjeneia.

Planes de conquista: Almilcar Barca, A con-

secuencia de b primera [JI/crra plnúca Roma se :lpO-

dera de Sici lia, Córcega. y CerdeL1a, llaves de! I'l'le-

ditcrránco , cuyas islas habían formad o parte hasta

entonces ud territorio cartaginés: ante esta pérdida

los Cartagineses acuerdan extender su dominación sobre

toda la península dc·lbcrra.

A lmi/cnr Barca recibe la orden dc t t'a s l adar~e á

EspaTl a (238), somete toda la Bética cn menos de U1I

año, se dirige á lo largo de la costa de L evante h a~ta

llegar á los P irineos, trabaja alianzas con los basteta-

nos, contestanos y edetanos , y establece el centro ue

s us operacioncs en la mode1'lla Catall1tla, donde funda

la ciudad de Darcino (Darcelona).

Is tolacio é I n d ortes, Ofend idos los turdetan os

porque veían atacada su illdepcndcncia sin considera-

ción alguna, apelaron ;i las armas acaudi llados porLDAI ) ANTIGU.\.

Tslolacio, su príncipe; al propio tiempo que los habi-

tantes de la Ltlsitania alzaban la bandera de la rebe·

lión, dirigidos por JIU/orles: ambos murieron, sobre el

campo de batalla, el primero, y cruci ficado el segundo ,

sin poder hacer otra cosa que sUClllUbir como héroes.

Sitio d e Bellia y su s oon sccuen oias. Pero

el ej emplo esta ba dado, y no habrán de hacerse espe-

rar Illllcho tiempo otras protestas de igual índole.

T ranquilo se hallaba Almilcar en Acra-Leucll (PeIHs·

cola), cuando tuvo conocimiento de que los habitantes

de Del/in (Bclch ite) hacían causa común COIl el I'cbclde

Orisóll: pone sitio á esta plaza, y cuando menos lo

esperaba, cn el silencio de la noche, se encuentra ata ·

cado súbitamente por los de BeJchi te, los cuales salen

de su ciudad, á tiempo quc unos toros lanzados por

Oris6n sobre cuyas cabezas :í modo de penacho ardían

grandes haces de leña seca, siembran el terror por todo

el campamento. El resultado de semejante cxtrata-

gema fu é sorprendente; las dispersas tropas enemigas

perecierol} degolladas en gran número, y el mismo Al-

milcar encontró la muerte arrastrado fuera del campa·

mento por el caballo que l11ontab:t (229).

Asdrúbal: su muer te_ Confirmado por el Se·

nado cartaginés el nombramicnto de general en jcfe

que los soldados habían hecho en fa\'o1' de Asdrúbl1l,

continÍla éste la eampaiia, siendo Sil p rimera ocupación

la de vcngar el pasado desastre. BcJlia es destruida,

talados sus campos, los moradores degollados ¡ji n pie·

dad, arrancadas sus riquezas, y Orisón. mu;::rto en cruz,

paseado cad;íver por los pueblos vecinos que se habían

convertido ell el teatro dc sus hazal1as, como lo eran

ahora ele 1111 trememlo ea<¡tigo. T erminada la veng:mza.Asdrúba l reduce su polltica á contraer con los natura·

les ventajosas alianzas, con lo cual, además de cap·

tarse ,las simpatías ele los espanoles, extiende inscnsi·

blemente su dominación, á costa de bien pequeflos sa·

crificios.

Temerosas entol\CeS las colonias griegas del porve·

nir que las esperaba, se ponen bajo la protccción de

los Romanos, estipulándose entre ambas Repúblicas

enemigas, que el Ebro habría de ser en 10 sucesivo el

limite de las conquistas de una y ot ra parte.

Deseando poseer Asdrúbal un buen puerto, :1. la vez

que tina capital eu condiciones extratégicas, fundó á

Carltlgo·Nova (Cartagena), y poco después (22 1) moría

asesinado por un celtíbero, á cuyo sel1or, conocido

con el nombre de Vago, habla hecho perecer en afren-

toso suplicio.

,LEQCIÓN V.

A"lbal: Sil polftlca.- Callus de la guerra de Sagll nlo.-Aclilud do Roma.

- Fin her61 co de Sagunto.- Anibal en Ilalia: sus , lclorias.-81talla

de Malturo: . us consecuencias para Espa ña.

Anibal: SU política . A la muerte de Asdn'.bal

dos partidos políticos se disputan en Cartago 1;, direc·

ción de los asuntos de Espafla; el de Jos aristócratas ,

contemporizadores de los romanos que pretendían nom-

brar para jefe del ejército á Mogóll; y el democratico,

que aspiraba á vengar los desastres de la primera

Guerra pÚJ/ica, y qucl'ia otorgar aquél cargo al jóven

Allibal. Vencedor el segundo que contaba con el apoyo

del ejército, y confirmado por el Senado el nombra·ROAn ANTIG UA.

'5

miento, comienza la série de sus brillantes ~ampañas ~

que le acreditarán como uno de los primeros guerreros

de la antigüedad.

Educado en el campamcnto alIado de Sil padre Al·

milcar, robustecido con los ejercicios militares, sufrido

y sóbrio, tan diestro en concebir sus planes como :\cth'o

para ejecutarlos, enemigo implacable de Roma, con-

vencido de que la lucha entre esta Repüblica latina y

su patria significaba el duelo á muerte entre dos pueblos

que se disputan el dominio del mundo, se aparece Ani -

bal como la personificación de toda su raza, dispuesto

á luc;har sin trégu3 hasta vencer ó scr vencido definiti ·

vamente.

Fijo en este pensamiento, :J.segurn su influencia per-

so"al sujetando el los oleadas y vaeeos, y se apodera de

Elmálltica (Salamanca), población y tribus, únicas en

toda la España cartaginesa que se habían sublevado

cuando la muerte de AsdníbaJ.

Causas de la guerra de Sa.gunto, El ódio de

los Cartagincses contra los Romanos, y el deseo que

.Anibal tenia de emprender una segund a Guerra púnica,

son las causas á que obedece la g uerra de Sagmt!o (2 19).

Faltaba el pretexto, y pal'a ello sirve una cuestión

in significante que Sagulltinos y Turboletas sostcnían

sobre fijaci ón de límites jl1risdiec j o llale ~ : como los pri,

meros, colonia de origen griego, fuesen aliados de los

Romanos, nombrado Anibal á rbitro p:lra dirimir la

contienda, decídesc en favor de los segundos, de lo cLlal

los Sagun tinos protestan y se alzan ante Roma. Esta

alzada y protesta origina la dec1arilciÓIl de guerra.

Actitud de Roma. Seguros los Saguntinos del

socorro de Roma, su aliada, se aprestan para la defensa ,,6

III STÚIlIA D Y. I::SI'A ~.\.

;í pesar de, que Anibal inicia el cerco con gran copia de

fuerzas y máquinas de guerra, pero el Senado romano

se contenta con enviad, sus embaj adores de Anibal para

Cartago y de Cartago para Aniba l, perdiendo el l tan

inútiles viajes un tiempo precioso que los Cartagineses

explotan con su habilidad de siempre; y grad as si ulla

herida que A!libal recibe al asaltar mI muro le imposi.

bilita durante cuarenta días para acc!cr<lf la embestida

y permite a los de Sagunto un pcqucflo respiro, mas al

fin de tanto sufrimient o, y después de rechazar las pro-

posiciones de paz con que se les brindaba, como in-

admisibles por deshonrosas, aquellos héroes, extenua-

dos de hambre y de fat iga, desplomados los muros de

su ciudad , diezmados por la peste , cercados por todas

partes , itlccndian en la plaza pública SllS muebles,

ropas y alhajas, degüellan á los suyos que eran incapa·

ces de lomar las arm as, y todos los demás perecen, ItI·

c1mndo con el valor de la desesperación hasta ¡ xhalar

el último suspiro,

¡T odo!! prefiri eron morir antes que ver Sll Patria

pl'ofanada pOI' la dominación del extranj ero!

Anibal en Italia: sus victorias. Por manera:

tan triste y fu era de toda provisiún vino á ser E spal1a

el t.;:atro donde se contillll<\ rO:l l:ts Guerras púnicas

en su segundo periodo; pero c\c.'{eoso Anillal de lle·

varlas hasta el corazón de H:llia, cnvÍiI ;í Ca rtagcna

16,000 soldados celtíberos de guarn ición, deja cn el

' centro f¡ su hermano J\sun'¡ua] al fren te de ' 5,()()() y;í

Hallnón en Catahllia con 11,000 par:-r. mantclICI' auier-

triS !;¡s comunicaciones C01l F rancia, y organizilndo con

rapidez incrci ble un ejército compur:sto de 100.000 in·

f;ultc s, 12,000 gillctes, 40 clefantes, y pnwisioncs paraI! IHU A"TIG U ....

'1

dos meses, sc encamina hácia los Alpes, que pasa por

entre las ni eves en la plenitud del invierno, y ca e sobre

Italia antes de que los Romanos pudieran siquiera dar-

se cuenta de aquel movimi ento .

Solo una voluutad de hierro como la suya fu é capaz

de marcha tan inveros ímil , á través de semejantes peli-

gros de todo género; y con tanta fortuna puso su plan.

ta en cxtranj.::ro suelo, que logra derrota!' consecuti ·

va mente;l Roma ell las memorables batallas del Tes/llo,

Tn'bia, Trasimello y DUlIlas, desp ués de las cuales,

diezmadas sus tropas y ' con el intento de esperar los

refuerzos que pidió á Carlago, se retira primero á Ca·

pU i\ y á los Abruzos luego, amargado con la pena de

vel' que su República le abandona en situación tan apu·

rada.

Batalla de Metaul'o:

BUS

consecuencias para

Espaüa.

Así las cosas, Asdrüba l sale de Espal1;¡

obedeciclltlO las instrucciones de su herl11O'1no A nibal,

que I~ llamaban ;j Itttlia; pero como los Romanos te-

nían il1ter~s en evitar que ambos gcacrales se juntaran,

es sorprendido al d e~cen der de los A lpes, junto ú las

orillas del rio JJfclrwl'o, donde le dcrrolan (207) los

ejércitos que en combinación mandab.lIl los cónsules

Nevio y Nerón .

~

. ' .... '.

Con la bata ll ", de JJl('/a /il'o termina la domina ~ly".f"­

earlaginesa e n Espafla, y da comienzo la eonquist. - ..... i¡I

,

¡ • •

este país por los Romanos, á pesa r de que todav~\,~ \,

quedaban el\ él algunas tropas que mantenfan levan.,~/,._

tada la bandera de la R epúbli ca africana.

D errotaclo Hannón e n la Cel tiberia, conquistadas e n

la Bética las poblaciones cartagincsas de Cas/fllón, llli-

1111/[0 Y ./IslfT/a, y entregada la ciudad de Crfrli:: por,s

JUSTÓRIA

1)1'.

ESP":::".

l\'1asinisa, que se pasa ni partido rom.mo, quiere Magón

retroceder del camino de Italia que había emprendido,

llamado por Anibal, sospechando que de faltar su apo-

yo podrla perderse todo para s iempre, pero no hubo

remedioj encuentra cerradas las puert;¡s de Cartagcna y

de Cádiz, y solo en el puerto de AlIIbis desahoga SIL

rabiosa impotencia crucificando á los magistrados ro-

manos que, confiados en su caballerosidad, accedieron

á conferenciar con él.

Tuyo lugar este rasgo dejide.~ pÚllica en el año 20 5

antes de J. C" y así vino á terminarse una dominación

que pasa po r España sin dejar ningún elemento civili-

zador, ninguna institución, ni siquiera el más elemental

y sencillo monumento.•

,

ESPAÑA RO MANA.

(206-4 14)

l.F. C CIÓ:-i V I.

In!enenci6n de los Romanos en Espa¡;lI..~ E.cipi6n el Grande: su

IItillante campaña. - Inrlivil y Mandonlo. - Espafta conquistada:

goblorno de los Prolores.-Crueldades de l úculo y Galva: suble-

vación de fa LusJtania.-Guorra de Virlalo: sucesos principales.

I ntervención de los Roman os en Espafia. -

El t rájico I'csul tado de la guerra de Sagullto produjo

en Espai'~ indignación muy grande, y su resonancia

llegó pronto hasta Roma, cuyo gobierno, aunque tarde,

se decidió ,[ sa lit' en defensa de sus aliados.

Todas las colonias de origell griego, y . las tribus

afines suyas, solicitaban de los Romanos un castigo, el

cua l no se hizo esperar mucho tiempo, pues en el año

siguiente (2 18) desembarca C. Escipión en la c'osta

catalann y derrota á los Cartag ineses en Fraga, Ta-

rragolla y L érida.

Reanimado con estas victorias el espíritu de los

espa!lolcs que habitaban entre los Pirineos y el Ebro,

y aumen tado el ejército romano con las fuerzas manda-

das por P. Escipióll, la guerra se liace general , multitud

de Celtíberos se :tlistan voluntariamente á las órdenes

de ambos hermanos, y en medio del mayor entusiasmo30

1I1 S I ÓR1¡\ \JII Y.~l' ''' f. <\,

recobran los aliados :í Saguulo, degüellan la g uarnición

cartaginesa que la custodiaba, r hasta la egoista Roma

se hace perdonar el abandono que fue ra Catl.'ia de los

pasados desastres,

El desembarco de i\Iagón, hermano de Asdrúbal , al

fre nte de l111 ejército poderoso, y la llegada más tarde

del prlncipc númida lJ[asi/úsa, aliado de Cartago, hi-

cieron qlle los E sci piones se separaran, dividiendo S llS

fuerzas; divisióll funesta que, además de la más com o

pleta derrota, concluyó por costarles la viJa: Publi o pe-

rece ell la batalla de Casfulóll (Cazl ona) y Cneyo en

AIII'torgis, no lejos de T<\rragona.

En medi o del pánico que de Celtíberos y Romanos

se apodera, solo el joven centurión Lucio Jlfarcio pero

manece tranquilo, organiza los restos de las destrozadas

legiones y consigue detener el oleaje imponente de

aliados y cartag ineses que se le vino encima.

Escipión el Grande: su brillante campafia..

F ué tan terrible la impresión quc estos sucesos pro·

dujcron en Roma, que al reunirse los Comicios á fin de

nombrar el Cónsul quc continuase la guerra de España,

nadic, contra lo' acos tumbrado, se brindó expontánea·

mente. El temor cra g l'a nde, cuando de entre la multi·

tud se eleva la voz de un joven que se ofrece al efecto:

lIam:íhase éste Publio COl'lIdio Escipióll, tenia 24 años,

)' según dijo, prometIasc vcngar cn bl'cve la muerte de

su padre y de su tío sacrificados por los Cartagineses.

y cumplió su promesa, pues en menos de t res afias

se apodera de Car/agma, dcrrota al enemigo en

Bac:;n. (209) y Sdipa (207), trabaja la alianza d e Ma·

sinisa, y con los actos de caballerosidad realizados en

beneficio de algunos ceftíberos sublevados, se capta

,

,LD.\IJ o\!<IT I ";l.A,

3'

las simpatías de todos, pacifica la .Península, cxpulsa

¡i los Cartagincses definitivamenle dc ella é implanta

la dominación roma na en gran parte del territorio.

Indivil y Mand onio. Cua ndo los cs paiiol c.~

comprcndieron que con el auxilio prestado á los Roma-

nos contra los Cartagineses no habían hecho más que

cambiar de dominación, era ya Illuy tarcic para intentar

nada sério.

Declarada la Espalia proviucla I"/Jlllfllla (205) los iler·

gctas que acaudillaban fudiuil y Afmu!ollio reU llcn tlll

ejército de 30.000 i¡tfanlcs y 4.000 caballos, los

cuales consiguen derrotar .i. las legiones mandad¡ por

Acidino y Lcntulo, pero muertos aquellos jefes, y no

respondiendo la gcneral masa del pueblo á este movi-

miento, Roma afia nza más)' más su poder cn nuestra

patria, cu)'a conquista es un hecho.

Espai'ia conquistada : gObierno 'de los Preto·

res . Transformados en conquistadores, dividierQn los

-

Romanos la E spai\a en dos regiones, Citerior y Ulle-

,'Ior, separadas p OI' el Ebro, y confiaron su gobierno :í

un Prdor elegido por el Senado de en tre los patricios

más empobrecidos, avaros y crueles, y que necesitaran

reponer su antigua fo rtuna malgastada en libertin ages,

escándalos y orgías: no cn vano había conseguido

nuestro país fama de rico.

La detestable conducta de estos gobernantes, cuyas

crueldades, exacciones y avaricia no tuvieron ](mite,

llamó la atención del Senado romallO, dentro de cuya

asamblea llegó á formarse un partido español, el cual

consigue la slIstitución dc la pretura por cl procoJlSl( ,

lado, y cl establecimiento de algunas colon ias libres,

tales como C6rdoba )' Carteya.3'

Jl b T ÚIl¡.I.

l)¡';

ESl'A~A .

Crueldades de Luculo y Galva: sublevación

de la Lusita nia

As! se pasaron cuatro años, dC3-

pués de los cuales, restablecidos los pretores, fueron

designados para este cargo LÚCIIlo ([51) ;,1\ que hizo

notable su avaricia, y G"ah,(f. que adq uirió celebridad por

lo sanguinario y cruel.

Mientras el primero entrega al saqueo las ciudades

de Callea (Coca) é llltcn:ac;n (Rioseco), cuyos habitan-

tes son pasados á cuchillo, aparenta transig ir el segun-

do con los fugitivos lusitanos, los cuales se habían refu-

giado en lo l11.i$ escabroso de sus montai'ias, levantando

las cosechas, despoblando los valles y abandonando en

masa sus hogares.

Cuando desarmados y pacíficos volvían confiados ell

la promesa del Pretor, los Romanos caen sobre ello!',

y les acuchillan si n piedad para robarles cuanto traían

consigo: muy pocos lusitanos debieron su salvación :i

la fu ga .

Guerra de Viriato: sucesos notables. Vn

joven llamado Vi,.jalo reune a los dispersos y organiza

su defensa al ab rigo de las inaccesibles montañas, dan·

do comienzo a esa série de sorpresas, retil'¡1das y ata·

ques que concluyen por desesperar á las legiones ro·

manas, diezmadas todos los dias por un enemigo que

rara vez consiguen distinguir, pero que de improviso

brota como por encanto del slJelo mismo sobre el cual

marcha n entre ignorados peligros.

Con el sistema de g ucrri llas, es derrotado y muerto

el pretor Velilio cerca de Tribola con pérdida de 4.000

soldados, lo mi.imo que después sucesivamente lo fue·

ron Plallúo y Nr%ldio y los cónsules Q. Fabio A1d.ri·

mo y Serllilirmo Cepi(JII (144).33

IW.\D A!<ITIGUA.

Acorralado S. Cepióll en un desfiladero de la actual

provincia de Jaén, acepta la paz en virtud de la cual la

República se compromete a respetar la independencia

de los Lusitanos, y se afirma, además, que existiría"

p(te y amistad perpetuas entre el Senado I'011laIlO y Vt'-

n·alo. El gobierno ratifica este inverosímil conven io,

!'asgado por el mismo Cepión algo después; y como

Viriato enviara tres emisarios para preguntar la causa

de semejante tropelía, sobornados por aquél, dieron de

pllllaladas en su propio lecho al famoso caudillo (140),

cuyo nombre será recordado siempre con orgullo por

cuantos tengan en alguna estima la libertad y la inde,

pendencia de su Patria.

LECCIÓN VII.

Guerra de Numanela: su eau.a.- Consu lados de Po mpey o J Mancino.-

E,clpl6n Alrlcano: su sislema de alaque.- Últlmo recurso de lo. nu·

man tinOI.-Fi n lIel'6ico da Ja ci udad.

Guerra de Numanoia: BU causa. NI/maucia

era capital de la tribu de los pe/mdolles, y estaba situa-

da como á una legua de la actual Soria.

Insurreccionados sus habitantes á poco de la COll-

quista de Espana por Escipión el Grande, arrancaron

de T . Graco un t ratado de alianza y amistad, en vi rtud

del cual se les consideraba como independientes; pero

terminada la guerra de Viriato, los Romanos se propo-

nen subyugar este territorio y cuantos no poseían por

completo. Tal es la causa de la guerra de Numancia.

Como faltase motivo para el rompimiento, Pompeyo

Rufo, despues de echar en cara ,i los numantinos el

3lII STÓlt lA Ll I!: '-SI'A:'!A .

haber prestado auxilio á los aliados de Viriato, les en·

vía embajadores para que se incauten de los lusitan os

que se refugiaron dentro de sus muros; aquellos se nie-

gan (140), y un ejército de 30.000 infantes y 2,000 ca·

ba1l0s rodea las inmediaciones de la ciudad. Nunca se

buscó pretexto más injusto para declarar la guerra.

Consulados d e Pompeyo y Mancino , r oda

esta fuerza se estrella contra una ciudad abierta, que

apenas contaría cuatro mil defensores, y después de un

año de tenaz asedio, durante el cual los Ilumnntinos no

cesaron de hacer peligrosas salidas que costaban la

vida á centenares de soldados romanos, Pompeyo Rufo

se concierta COIl el enemigo, pero la poderosa República

dispone la continuación de las operaciones, y envía al

frente de otro más numeroso ejército á C. Nos/I/io

1I10l1cillo (13 7),

Mancilla pone cel'co á la ciudad, siendo rechazado

en repetidos encuentros; y como tuviese noticia de que

los cántabros y vaceos venían á protejer a los sitiados

levanta el campo protejido po; la oscuridad de la noche,

y emprende una cobarde retirada. Al tener conocimien·

to de hecho tnn imprevisto, los numantinos salen á per-

seguirle, le acorralan en una angostura, después de ha-

ber destrozado la mitad del ejército, y Mancino pide la

paz, que le conceden, estipulándose la liberlfld é il/de-

pmdmcia dd ter1'ltorio, y la cntrega de todo el bagage,

máquinas de guerra, alhajas de oro}' plata, etc,

Roma no aprueba la conducta del cónsul, el cual, des-

nudo y atadas las manos á la espalda , cs conducido

para vergüenza suya hasta las pucrtas de Numancia.

Escipión Africano: su sistema de ataque.

Derrotado el cónsul Pisón en la siguiente primavera,¡;!¡AD ANTICU A.

35

fué tal y tan grande el terror que solo el nombre de

esla ciudad inspiraba en Roma, que se decidió viniese

á combatirla el sanguinario Escipióll l!.1J111irmo U 34), el

vencedor de los Cartagineses, al frente de un ejército

de 70.000 hombres, del cual formaba parte lo más flo·

rido de la juvcntud rOlpana y al que seguían los nume·

rosos tercios africanos de hombres y elefantes, aporta·

dos 'de la Numidia pOI' el príncipe Yugurta .

.

Decidido Escipión á bloquear la pla?;a para rm·

dirla por !tambre, manda excavar un profundo foso

en derredor del perímetro, lo guarnece con valladares

de diez piés de altura, levanta torreones de trecho en

trecho, y para impedir la salida por el río atraviesa

su duce con grandes vigas erizadas de garfios.

Último recurso de los numautinos. Pasó

algún tiempo: los numantinos provocaban sin cesar al

enemigo, el cual prefería !la batirse; en la dudad no

había víveres, y hasta empezaba \;:í faltar el agua del

río, apartado de su curso ordinario; las proposiciones

de paz que los sitiados se decid ieron á pl'oponcr no

obtuvieron del cónsul más respuesta quc la de entre·

garse sin garantía ninguna; y entonces, haciendo un

supremo esfuerzo, cinco valientes rompen de noche una

brecha en las trincheras, y demandan socorro de pueblo

en pueblo. Conmovidos los habitantes de Lutia ante la

relación de tan lastimoso estado, deciden enviar 400

jóvenes á la ciudad situada, pero Escipión que lo sabe

manda cortarles el brazo derecho.

Fin h eróico de la Ciudad. Perdida toda espe-

ranza, soto piden al cónsul que les deje morir peleando:

1/0 combatiréis C01ttra mú soldados, les contesta, pr·

/¿ari:ú cO/ltra el hambre; y horrorizados ante la idea"

IllS'rÓRIA

m:

ESFAÑ¡\..

de caer vivos en manos del enemigo deciden matarse

unos á otros, como lo verifican por el veneno algunos,

con el hierro los más, y consumidos todos por el fuego,

al que también arrojaron sus riquezas.

Ni un solo numantino quedó con vida; ni un solo

edificio se mantuvo en pié: cuando Escipión entra en

la ciudad no encuentra mis que un montón de cad:i·

veres calcinados por el fuego y magullados bajo los

escombros.

T odo el formidable poder de los romanos, ' quince

mese" de asedio, y toda la barbárie del hombre más

cruel y sanguinario de su tiempo, hicieron ralta para

que sucu mbiese esta ciudad que no tuvo otras mural!as

sino el valor indomable de sus cuatro mil defensores,

y á quien se llamó el terror di' Roma hasta por sus

mismos adversarios.

LECCIÓN VIII.

Causas de la venida de Sorlorio á E. pa~a.-Guerra conlra Sl1a: acon·

teclmle ntos notables.- Tralc16n de Perpena y muerte de Serlorlo.

- Orgaa izacl6n de España duran le esla guerra.-Parl1clpaci6n de

lo, españoles en lu nuevas guerra. clvHu.

Causas d e la v enida d e Sertorio á España.

Medio siglo transcu rre desde la destrucción de Nu-

mancia hasta la venida de Ser/orio á Espafia (133-S2).

y durante este tiempo, sólo una ve1. (99) se suble\'an

los españoles contra la dominación romana, obligados

por la barbárie de Didio N~'Pote el cual vende en el

mercado como esclavos á los habitantes de Colenda

(CueUar). Después de esta protesta jamás lucharán porEDAD ANTIGUA .

37

cuenta propia, sino tornando partc en las guerras ciVI-

les suscitadas por los partidos políticos de Roma. Tal

carácter tiene la que se llama dc Sertorio (82).

Nombrado Sila dictador perpétuo é inauguradas las

proscripciones que tan célebre le hicieron, emigran de

Roma los jefes del partidv contrario para salvar sus

vidas COIl la fuga, y entre ellos se encuentra Scrtorio,

el cual se refugia en E spaña donde años antes había

desempeñado el cargo de tribuno militar.

Guerra contra Sita: acontecimientos. nota·

bIes. Conocedor del carácter celtíbero, Ol"ganiza lIll

pequeño ejército con el intento aparente de oponerse

al mal gobiemo de los pretores romanos, y en menos

de veintiscis meses se hace dueño de la Bética, Lusita-

nia y Celtiveria. Así supo captarse las simpatías de los

cspa!1oles, los cuales llegaron hasta pensar que reco·

brarían la perdida independencia, pero Sertorio, real-

mente, no buscaba en Espafia más que un punto de

apoyo para contrarrestar el poderío de la aristocracia

militar creada al amparo de Sila.

Sertorio empleaba en la guerra aquella táctica de

guerrillas que hizo célebl·e para siempre á Viriato, y

de este modo, con tropas ágiles, vigorosas y cono·

cedoras de los lugares á pJ"Opósito para las embosca-

das, derJ"Otó en varios encuentros al viejo Metclo, el

cual exije le envíen mayor _número de legiones para

continuar la campal1a: en el año 76 se le junta Pomo

peyo con las suya:;, pero ambos son vencidos en el

sitio de L«urólt (Liria) y en las cuatro c.1mpañas si·

guientes que terminan en el afio 71.

Cuando desconfiaba l\IeteJo de reducir por la fuerza

al enemigo, se le ocur:·-:- plmer precio á la cabeza de

•"

Sertorio y ofrecer por ella la suma

de mil talentos de

plata,ean laeua! excita la codicia del sertorianoPcrpena.

Tratoion de Perpena y muerte de Sertorio .

La envidia que r efpena sentra hácia ,su jefe, el deseo

de ganar los mil talentos de plata ofrecidos por lV[c·

telo, y más que nada, tal vez, el hacerse perdonar la

primera traición cometida contra su República, estimu-

laron á Pefpena para cometer el crimen de entregar la

cabeza de Sertorio: a l efecto organiza una . ~onjura·

ción que tiene su terrible desenlace en el banquete de

E/osea (72) donde este valeroso proscripto es asesinado

por la espalda. Pefpena recibió el castigo reservado

á los traidores.

A la muerte de Sertotio se dió el caso de ql1e los

celtiberos que formaban su escolta, llamados cn latín

drooti, no queriendo sobrevivirle, se mataron UI\O~ á

otros sobre su mismo sepulcro.

Organización d e España. durante esta gu c·

rra. Desde el principio de la lucha rccibe E spai'ia

una org-,mización scmcjantc á la dc Roma: dividida cn

las dos grandcs regiones dc LllSittmia y Cdtibl'nú.

Set"torio establecc Cll Evora, capital de la primcra,

un Senado compuesto de 300 individuos, y en Osea

(Hucsca), que lo fll ~ de la seglllldJ, una Universidad

donde maestros extranj eros instruían á la juvcntud cs·

pallola cn las civilizaciollcs griega y latina: también los

ejércitos se dividieron cn legiones yadoptaron las m·

mas y uniformes romanos.

Consecuencia inmediata de todo elto fué la rOIll(wi-

sacióll completa del pa {s español.

Participación de los espan oles en l as nue-

vas guerras civiles. Después de haber dcsempc·

•(

J:DAD ANTIGU" .

39

11adp en España los cargos de cuestor (69) y pre/or (60)

vuelve Ctlsar a ella ell calidad de insurrecto (49), de-

clarado traidor á la República por haber pasado el Ru-

bicón con las armas en la mano, una vez terminada su

brillante campaiia de las Galias.

Dueño de Italia y de Roma , para cuyo gobierno

nombra á sus amigos de mayor confianza, derrota en

los campos de lI!'rda (lA t ida) á los generales pompe-

yanos Afran io, Petreyo y VarrólI, y en una asamblea

de representantes celtiberos promulga varios edictos

de utilidad pública y declara ciudadanos romanos :í. los

españ oles del territorio de Cádiz.

Más tarde (45), vencido y muerto PompC": 'n, su rival,

á consecuencia de la batalla de Farsalia, y como tu-

viera conocimiento de q ue los hijos de éste, Publio y

Cneyo, habían levantado en Espana un considerable

ejército, hace en poco más de veinte dias el viaje desde

Roma hasla Córdoba, y obtiene cerca de NlIlIda (Mon-

t il la) ulla decisiva victoria que cuesta la vida á 30.000

pompeyanos.

Los destinos del mundo estuvieron en manos de Cé·

sar, declarado dictador perp~tllo, hasta que carló Su

vida el (lui'lal de unos fa náticos.

L1WCIÓN IX.

Augusto Empe ra dor: ¡tu u~iYersa1.-Guerras cantábricas: co~quista de

Lancla.-La Era espl~ola.- Principales vicisit udes de la E.pafia

rom ana durant e el lm perio. -LO$ B~ rbaro s : su mlsi6 n hlst6rlca.

Augusto Em perador: paz univcr>5al. A la

muerte de César se organiza en Roma el segundo

T riunvimto, al cual con :i~lIe imponerse Augusto, queU1STÓIl IA DE ES"A!::A.

toma el tItulo de Emperador y entroniza .el gobier-

no monárquico aunque disfrazado bajo una forma

I

nucvól. .

Proclamado Emperador, Augusto manda cerrar el

famoso templo de Jano en señ al de paz ultiversal: abar-

caba Roma entonces dentro de sus límites los territo-

rios todos del lIfulldo cO!locido ó civilizado, en oposi-

ción al que se llamaba Mundo descoll()cido 6 bárbaro.

Guerras cantá.brica.s: conquista de Lan cia.

Cuando el poderío de Roma era mis formidable, )' los

pueblos conquistados obedecfan pasivamente las órde-

nes impcl"iales, algunas tribus de cdllfabros, galdicos y

astuycs levantan la bandera de la insurrección para sa-

cudir el yugo que las oprimía .

El mismo Augusto vino á dirig ir esta campail:t, en la

cual le sirvieron de lugatten ientes Afltiscio, Cl1risio y

Agripa, es decir, las notabilidades militares de su sig lo;

que tan g rande era la idea que en Roma se tenía del

valor y fu erza de los indo mables espru10les.

Talados los campos, incendiado!> los bosques y do·

minados los valles y la costa cantábrica por los ejér-

citds de Roma, se refugian los sublevados en la ciudad

fortificada de L l/Ilcill (Villasabariego) la cual toma por

asalto T. Carisio. Así concluyeron las guerras cant¡ibri·

cas }' con ellas después de 180 anos la porfiada lucha

entre espafioles y romanos.

La Era espaüola. Para conmemorar la total pa·

cificación del país creó Augusto la j::I'(~ t!,rpaiíola, la

cual tuvo su comienzo el dia L O de Enero del ailo 38

antes de J. c.; cómputo cronológico vigente en LcOll y

Ca<;tilla hasta 1383, en Aragón y Navarra hasta 1350

yen Portugal h a~tn 1422.EOAD ANnGU.\.

"

Principales vicisitudes de la Espa ña roma-

na durante el Imperio. Con la conclusión de las

gucrras cantábricas termina hasta la Edad Media lo que

pudiera llamarse história política de Espal1a, pues solo

para Roma los espal10les viven y trabajan, siguieado

las vicisitudes de las restantes provincias.

Dividiósela en tres regiones denominadas Tarraco·

IUJlSt', Lusitallia (provincias imperiales, gobernadas por

autoridades militares) y Bética (provincia senatorial que

regla un procónsu! del orden civil), subdivididas en ca·

torce COllomtos jur Ú icos ó tribunales colegidos, y estos,

á su vez, en seiscientas noventa y d0S ciudades. Esta di·

visión se modificó algo más tarde en lo relativo al nú'

mero de provincias.

Las ciudades se nombraban colollias cuando debían

su origen á veteranos licenciados del ejército; 1ll1mici·

pios, si los habitantes se gobernaban en lo local por

magistrados que elegían ellos mismos; llItinas, las po·

bladas por gentes que procedían de halia; ÚWlIIIUS, las

que no pagaban tributos; cOllfcdandas, si conservaban

totalmente su indepe.ndcncia; y tributarias, cualldo con·

tribuían á levantar las cargas del rmperio.

El gobierno local de las ciudades era muy parecido

al de Roma: compollíase de un cOllujo formado por

diez individuos, llamados dI!Clfr ':iJlICS, cuya presidencia

descmpellaban alternativamente dos de entre ellos, los

dJ/lIIJmiri; los demas cargos eran, los cltatorviri, encaro

gados de los camino,;, los "di!t-s para la policía urbana ,

los decmvil'i ó jueces municipale ~ en lo civil y criminal,

y el defemor ci¡;itatis ó procuféldor sindico, como el de

los Ayuntamientos aetuale~.

En tre los emperadores que más se distinguieron por

•4'

sus relaciones con Espai\a citaremos á Vespllsiauo, que

concedió á los espai'íoles todos los derechos lafillos y

fomentó la construcción de c<\minos, puentes y monu-

mentos públicos; Tito (79) que mereció ser llamado

amor y delicias del género humano á causa de su pater-

nal gobierno; DomicillllO (8 1) en cuyo tiempo imperó la

tiran/a más brutal; Trajano, AdrimlO y AI/tollillo Pío

(98-161) emperadores espa!lo1cs Ú oriundos de Espa -

ña; niOc!t!clllllO (284) cuyo nombre recuerda la san·

grienta persecución contra los cristianos; y li:odosio

(380) natural de E spalia y uno de sus hijos más ilustres

en la antigüedad.

Los Bá.rbaros: su misión histórica. Cuando

el pueblo romano realiza su misión en la História, ha"

cienda que bajo su imperio casi todo el mundo conocido

se rija y gobierne por unas mismas leyes y procedi·

mientos, aparecc la unidad material que, si favorece el

desarrollo del Cristianismo, abrll1na á la Humanidad y

la conduce al aniquilamiento. D e aquí la necesidad de

la Illvasióll bárbara, cuyas tribus desquician por el

hierro y por el fuego todo lo antfKuo, pero para purifi.

cario y asimilarse despues los elementos civilizadores

no impuros.

Si Roma tr¡ijo al U1Ulldo el principio de la ullidad,

los Bárbaros apostaron el de la ?Iariedad: esta es su

misión histórica. L a lucha entre ambos elementos y su

"rlllou/:;acióll será el trabajo dd pueblo csp'\llol, como

el de los restantes pueblos occidentales, durante la

Edad Media.II. DAD ANTICUA.

LECCIÓN X.

Civili:::s.eión e::p a,5.o1e. en. ls. Edad antigua .

Elemenll)s que conlrlhuye ron ti formlr[a. - ColonlzaclÓn lenicla.- Co·

lon!zacl6n grlega. ·-Clvlllzaclón hlsp a~o· romana.

Elementos que contribuyeron

a.

form arla.

La civilización española en la Edad a ntígua, presci n .

d iendo de las remin iscencias prehistóricas que hasta la

fecha son casi nulas, se debe al influjo directo de treS

civilizaciones extraftas, la fenicia, la g riega y la ro-

mana; orientales las dos primeras, é impuestas una tras

otra por la colonización, y oeddcl/!al la última entro-

nizada por la guerra de conquista.

Colonización fenicia . La colonización fenic ia

es el primer impulso l!xtranjero que los españoles re-

ci ben en el trabajo d e su civilización: aprl!ndicrOll de

estos a.,i;íticos la industria, la navegación, e.\ lahoreo

de los metales, y el arte de salar y c urar los pescados,

10 mismo que su idioma, su alrabeto )' S:'l mitología.

L o.> únicos recuerdos q L1e hoy se conservan de los

Fenicios se reducen á la torre dc Hércules (Cartilla)

reed ifica da por T rajano, un rdi,·,./! descubicrto en Du-

rango (Vizcaya), y la leye nda de Sal( Patricio y 5111 \ _

So "('"

C% mba. tan poplllar en la Edad Media.

~

Colonización griega.. Como el deseo de "'r~ ;~:'

no trajo los Griegos ;i España, sino que estos color ~,F ~'.'. ~

dores vinieron en busca de país donde establecers~-- .. : ~

para fundar una nueva patria, en sustitución de la que

-"

perdiera n, de aquí que limitascll s u innuencia ,í redil'

y

\V;\ :-

. .. ,

lIISTÓRtA

m:

1:SP AÑA .

cicla porción de la costa, pero en la cual hicieron brillar

los resplandores de su génio helénico.

Al propio tiempo que el cultivo de la vid y el del

olivo, estos Griegos asiáticos enseñaron á los espat10-

les su sistema de escribir de izquierda á derecha y los

tesoros de su hermosísimo idioma: también sustituye-

ron la religion primitiva de los CeltIberos y la s:,mgui-

nada de los Fenicios por la más humana y progresiva

del antropomorfismo,

Civilización hispano-romana. Al amparo de

la paz y con la protección que Augusto, Emperador

de Roma, dispensó ¡í los espaooles, comenzó á prospe-

rar la riqueza de este país, á cuya explotación convir-

tieron sus habitantes todo el ardor y entusiasmo cm·

pleado~ antes en las empresas militares,

El gran consumo que Ctl Roma se hacía diariamente

de los productos espai'íoles biza que la flgrimltura

prosperase en notable escala, sobre todo en cereales,

vinos, aceite y fnttas: también progresó la úldlfslria,

tnel'ccicndo especial renombre las lanas, la cochinilla,

la pl'lrpura y los tejidos de cáñamo y lino, El comercio,

n1<is activo de 10 que puede imaginarse, tenía sus cen o

tras en Cádiz, rvrálaga, Sevilla y Cartagena: el interior

servíase de las magníficas vias militares sobre cuyo

afirmado se asientan todavía hoy las modernas ca-

rreleras.

La construcción de los herniOSOs IIIO/lll/lh'lltOS, cuyos

restos asombran <Í quien los contempla á pesar de la

acción destructora de los siglos, hizo que muchos espa-

ñoles se dedicaran a las artes: entonces comenzaron á

formarse marmolistas, fllndidores, cincel;;¡dores y lapi-

~larios que leg<lron el recuerdo de su fama, entre otros,EDAD ANTIGUA.

45

en la Torre den Barra (Cataluña) el MOllte PI/rado

(Galieia) el O'rco (Itálica) y el hermoso puente sobre el

Tajo (Alcántara).

El desarrollo intelectual alcanzó, si cabe, mayor des·

arrollo todavía, dando lugar á lllla bellísima lilt'rflllfra

que denominaremos hispallo-romalla, que ilush'an mu-

chos y muy deliciosos ingen ios_ Brillaron, en tre otros,

el bibliotecario Higillio; los poetas Sex/inio Emta y

L. Amco Shuca, filósofo adem,is el último; Lucano, el

inspirado cantor de la Farsalia; AJ'arcial con su's epi-

granJas; Julio Gakm, apellidado el dulce entre los cor-

dobeses; Quin/¡/¡allo, primer profesor oficial en Roma;

los geógrafos y natural istas L. Modera/o CO/llmcla y

Polltpollio Me/a; y los oradores .AJ'. Porcio La/ro1l,

M. At!Jtco Séltcca y Julio Calón.

Para completar el · cuadro de las grandezas espafio.

las en este período añadiremos que el primer Cónsul

extranjero en Roma fue: Balbo, español; el Prelado

que presidió el primer Concilio ecuménico de la Iglesia,

Osío, español; y espalloles fueron también aquellos Em-

peradores que como Trajano, Adriano, Antonino Pio

y T eodosio, consiguierol} orga·nizar el gobierno, cuando

éste se precipita ~n la más espantosa decadencia.,6

!IISTVK1A Uf. Il SrARA.

LECCIÓN XL

El Cri :::tlanÜl:rno en E :lp aña .

Predicaci$n del Cristianismo: 511 propagac16n.- las primeras Iglesias y

los primerO' I'tlárlJres.-PersecllcJÓn do Dlocleciano.- Pat de la

Iglesia: concilios naclOMalcS.- literatura crl sliana.- HereJru.

Predicación del Cristianismo en Espafia: su

propagación. Asegura n respetables tradiciones que

el Cristiauismo rué predicado en Espa11a por San Pa·

blo, el apóstol dI! las gl'lltI'S, y por Santiago el Mayor,

pr/ndpe (it' los npóstoles, y se fijan para ello las fechas

del afio 38, respecto del primcl'o, y la del 60, en lo que

se refiere al segundo.

La veneranda Dasrlica consag rada en Zaragoza bajo

la advocación de Nuestra Seflara del Pilar, y un pasage

de la.'! fam osas hpísto/as tlt' San Pablo, hacen proba-

ble este aserto.

Aunque los españoles fUerO!l refractarios á todo

cambio, la Religión cristi.ana sustituye bien pronto á la

idolatría en la conciencia de este pueblo, entusiasta de

antíguo por lo sublime y grandioso .•

Las primeras Iglesias y los primeros Márti-

res. Consta de toda certeza que los siete discípulos

de Santiago, conocidos con el nombre de VarOlles (fPOS-

Mlieos, continuaron la misión de predicar el Evangelio

entre los españoles, y fun daron sucesivamente las Igle-

s ias de Berjn, A viln, Aflljncar, Carle;rn, Jlliberis é Jlli-

Illlgo, primeras de que en EspaL1a se tiene noticia: así

también consta sufrieron el martirio con motivo de la

persecución decrctada bajo el gobierno de D om icinno,

-t',O AIl ANTiGUA .

47

San Eugenio de Toledo; Sa;t Fac/lItdo y San Pn'mitivo,

en la de Marco Aurelio; y San Fructuoso de Tarragona,

en la de Gnlieno,

Persecución de Diocleciano. La persecuci ón

más terrible, que ha dado lugar á la llamada Era de

los mártires, fué deereta0a por el emperador Diocle·

ciano en el <1110 303, Y por lo que hace á Espai'ía , po·

demos asegurar no duró menos de veinticinco meses:

gobernada á la sazón por DaúIIJ/o, encarnizado enemi-

go de la nueva fé,.$ufrió horrores indecibles, y dur.:mte

ella sellaron con su sangre la doctrina del Cristo, Santas

Justa y RlIjina, en Sevilla; San Vicmte, en Valencia;

San/a O/al/a, en Barcel0!1aj Satt Segundo, en Córdoba;

San/os Justo y Pastor, en Alcalá; Santa Lcoatdia, en

T oledo; Salita EI/lalia, en Mérida; y San Lormzo, en

Huesca. Solo en Zaragoza fll cron tantos y tantos, que

la historia los enunc ia justamente apellidándoles los

fml?ml erab/t>~·.

Paz de la. Iglesia: concilios nacionales . El

edicto de Mitin (3 I 3) decreta la igualdad de todas las

Religiones ante la ley del Imperio, y bien pronto de-

muestra E spai'ía ese sentido práctico que sabe aplicar á

cuanto se dedica.

Trece afios antes de que apareciese este notable edic·

to se había celebrado en Espal1a el Concilio de .f/liberis,

con asistench de diez y llueve obispos, treinta y seis

pre¡;bíteros y multitud de d i:íconos, en el cual se redac-

taron importantísimos cánones y se decidieron intere-

S:llltcs cuestiones de disciplina eclesiástica. A este si-

guieron otros varios, entre los cuales merecen por su

importancia citarse el de ¿aragoza en 380 cont ra los

pnscilianistas, y el primero de~ Toledo en 400, mandan-HlSTÓRIA 1>F. r.SPAÑA.

do observar lo preceptuado en el ecuménico de Nicca.

Liter atura crist iana. Las apremiantes nccesi·

dades de la propaganda y controversia cristianas origi-

naron un nuevo género de litera/ura, cuyos primeros

iniciadores fueron: Aquilillo JIi'ilfUCC, autor ele la vida

de Jesús; D raccnct"c, que nos legó un poema acerca de

la existencia y atributos de Dios; é Idact"o J' Palllo Oro·

sic, que escribieron varias Crónicas de su tiempo.

Herej ias. Además de la IUl"I!jía dc los gllósticcs,

ó priscilianist.iS, como en Espai1a se les llama por ha·

ber incurrido en clla Prisciliano, obispo de Avila, se

conocieron la de los mallit}!u(ls y la de los arrianos, en

especial csta última.

.

Debe notarse bien que nmchos historiadores atribu·

yen equivocadamente la introducción de! arrianismo á

los visigodos, cuando en una carta escrita por San Sirio

cio al arzobispo de T arragona, consta que ya se cono·

cieron arrianos á mediados del siglo IV, coincidiendo

con la rcunión del Concilio gcneral de Constantinopla

en el añ.o 382.EDAD MEDIA,

4•,

EDAD

MEDIA

ESPAÑA VISIGODA.

,LEOCIÓN XII.

Pueblos Bárbaros que se establecen en España: Atanos, Vándalos y

Suevos.-Advenimlenlo de los VisigodOS: A!au(fo.-Slgerlco: su fin.

-Wlllia: su talento polftlco,-Teodoredo: los Visigodos en la batalla

de los Campos cataladnicos.-Turismundo.- Teodorico: Importancia

de su reinado.

Pueblos Bárbaros que se establecen en Es-

paüa: Alanos, Vandalos y Sucvos.

A la muerte

del Emperador Tcodosio, los Bárbaros establecidos en

la frontera romana se precipi tan sobre el occidente de

Europa, el cual atraviesan en todas direcciones como

torrente desbordado, talando y destruyend o; no fueron

bastalltes á impedirlo, ni la bravura de Stilicón, el ven·

cedor de Alarico, ni el temor que á estas tribus había

sabido inspirar el último de los emperadores españoles

en Roma.

Desde el 404 al 414 tuvieron lugar en España las

invasioNes prelimillares, durante las cuales, se estable·

cen transitoriamente en este país los Ala1/os, los Váll-5'

tI"los y los SUC'tIOs: los Alanos, procedentes de la T ar-

taria, que después de habitar las riberas del Danubi o,

se internaron en las Galias, de donde pasan á Espal1<1

ocupando la Lusitania á las órdenes de su rey Atou;

los Vándalos, establecidos algún tiempo sobre las ori·

llas del Báltico, que empujados por los Hunnos hasta

Italia, se posesionan de la llética, mandados por Gms/!-

1'ico; y finalmente los Suevos, que regía Hermnllrico,

que penetran confundidos con las hordas anteriores, y

se quedan cn Galicia.

Advenimiento de los Visigodos: Ataulfo .

En tanto que esto sucede, y Bárbaros é Hispallo·Roma·

nos luchan unos contra otl'os originando un caos espan-

toso, al que prestan sus tintas más sombrías la miseria

y la peste, los Visi¡:odos lIcg.l1l á las puertas de Roma

IlUllldados por Alarico, y tomándola por a~mlto, destru·

yen, incendian, talan y deglie!lan cuanto encuentran á

su paso.

Muerto :i los pocos di as Alarico se encarga Atan/fo

del gobierno de su pueblo, y de acuerdo con el empe·

radar I-loIlOriO, después de haber tOll1:ldo por esposa ¡í

Gala Placidia, abandona la Ttalia, se "podcra de la Ga.

lia Narbonesa hasta los Pirineos, penetra en Espal1a

(414), invade la región Tarraconense, y fija su residen·

cia en la ciudad de Barcelona, convertida en capital de

una monarquía galo·hispana.

A los dos aI10s de este suceso es asesinado Ataulfo,

bien ¡i causa del excesivo afecto que manifestaba á los

Romanos, contra los cuales no quiso pelear, bien por

haber perdido el cariño de los Visigodos en razón á su

vida sedentaria y poco conforme con el inquieto carác-

ter de este pueblo .

-Sigeri co: su fin. Ocupa el trolla S¡gl!J'ico (4[6),

asesino de su predecesor, cuyo cfimero reinado de siete

c/ias viene á terminarse también con un asesinato.

Walia: su talento político. l\lás político /Va/ia

que sus antecesores (4 16). dcmostró aborrecer á Roma,

con lo cual se gmngea la simpatía del pueblo, ni propio

tiempo que nnjc seguir con los Romanos la misma poli.

ti ea de subordinación representada por A taulfo: pam

conseguir este fin demuestra ,i los visigodos la necesi-

dad de continuar s iendo amigos aparentes de R o ma,

hastn conseguir la victoria sobre las restantes tribus

bárbaras que poblaban la E spaña, en tanto que, ni

frente de sus ejércitos, expulsa á los Vándah" de la Bé·

tica, se apodera de la Lusitania ocupada por los Ala-

nos, y reduce considerablemente los limites del R eino

s uevo.

Teodor edo: l os Visigodos en la b atalla d e los

Campos catalauoicos . Le sucedc TI'odorrdo (420).

el cual prescinde de la región espai'lola de su monarquía.

para fija r la atención sobre los territori os franceses, que

le disputan los generales romanos Aedo y Litado, con-

tra los cuales lucha sin rep o~ C1 .

Mientras que Vándrdos y Suevos recorren la pen!n.

sula y dominan por el interior ¡¡ su antojo, excepción

heeha de Catalu :í:1 , d decaido lmp:-rio Rom:mo, vencido

por T codoredo en rcp::tido:i ellCtlen tros, solicit;"! ll~: a pa?

en virtud de la cI!;"! 1 cnsancha los limites de la Gali:¡ g6

tica hasta los ríos Loire y Ródanoj pC1"O la paz :ie im ·

pone á todos COIl lIIot i\·o de la irl\';'lsión uc !05 hllrnno:;

que mandaba el feroz Atila.

i\'Ie(lio mil!ón de lHrharos que dejan en pos de sí un

surco terrible de .~nl1 g'r", in vad..:n las Galias r a.mena1.'!IlJIIST6R 1A DE I':SPA~.\.

concluir con las naciente\. monarquías bárbaras, ;i la

vez que con aquella sombra de I mperio romano que

aún se mantenía en pié. E l peligro hace que juntos los

F rancos, los Visigodos y los Romanos ataquen al ene-

migo y le derroten en la famosa jornada de los 'Ca/l/pos

calala/Í.JIicos.

Turismundo . La batalla que salva de la barbárie

al occidente europeo, cuesta la vida al monarca vi~i go.

do: le sucede su hijo TUl'iSlllltltdo (451) al cllal, pasado

un año, asesina un soldado por orden de su mismo her·

mano Teodorico.

Teodorico: importan cia d e su r einado . El

reinado de Teodorico (452) es bajo el punto de vista

militar uno de los más notables que registra la historia

hispano-visigoda.

Vencedor de Suevos y de Alanos, reduce toda la pe-

nínsula á su dominación, excepto el p equei'ío territorio

de la actual Galicia; su 1"eino se extendía desde el estre-

cho de Gibraltar hasta el Loire y desde el Ródano

hasta el oceéa no Atlántico.

Deja vacante el T rono por el mismo procedimiento

que empleó para ascender á el, es decir, quc murió ase-

sinado por los sicarios de su hermano E urieo.

LECCIÓN XiII.

Eurico: eslablecimiento definitivo de los Visi godo s.- Códlgo do Eurico.

- Alarico: Breviario de Anian o.- Gu erra co nt ra Fran cia.-Amalar ico :

nU Ofa guerra contra Francia.- Te ud is, Tcudiselo '1 Aglla.- Alana-

gildo: inlerv encilin de los Imperiales.- li uva.- Leoviglldo: su pensa·

miento pollllco.- Gu erra civil religiosa.

Eurico: establecim iento definitivo de los

Visigodos. En tiempo de Ellriro (466) los Visigo-EUAU

.~N'nGUA .

"

dos abandonan sus tendencins nómadas y aventureras y

revelan los p rimeros síntomas de constitución social: con

el estnblecimiento en Toledo de la capitnlidad coincide

su dominación definitiva sobre este territorio, favorecida

por la destrucción del Imperio Romano de occidente,

de cuyo hecho se aprovecha Eurico para expulsar á los

pocos romanos qlle en Espat1a quedaba n.

Código d e Eurico. También le cumple la gloria

de haber

sido el primer legislador de su pueblo; y aUll·

o

que solo hayan llegndo hasta nosotros algunos fragmen·

tos de este Código, son bastantes para conocer que sc

redactó para amp'!.rar ;i los visigodos, de tal suerte

que, bajo el punto de vista legal, admite b "eparación

absoluta entre venced0res y vencido:>, seííores y escla·

vos: esta funesta é impolítica división producirá no taro

dando muy g raves resultados.

Alarico: Breviario d e Aoiano. Su hijo Ala·

rico (484) reparil. este mal con la promulgación de .otro

Código, que lleva el nombre de Brr¡¡iario de Allúmo,

por haberlo refrendado e~te ministro: caleado sobre las

compilaciones de Hermógenes y Teodosio, se redactó

p;1.ra que regulara los derechos de los hispano·ro.manos

entre sí, de manera que la separación entre ambas razas

se hace mayor, si cabe, cuando tan fácil hubiera sido

amlonizarlas baj o !J. base de una misma legalidad .

Guerra contra F rancia . Más grave pelo ser

la guerra contra los Francos, enemigos en religión de

los Visigodos, como arriaNOS que estos eran y ca .'ólicos

agucl1os, pues .'\.!arico pierde b vida en la bata lla de

VOlIgN (S0S) y Clodoveo se apodera de toJ.::. b. Aqui·

tanin o

Amalarico: nW?V l gu::rra contra Francia.HISTORIA

m:

I'S~AR.\.

Seis afios tardó Amalarico en ser jurado rey, (505- 5 r I)

pues algunos nobles habían proclamado á su hermano

bastardo Gesaleico; y gracias si pudo serlo .con el au·

xilio de su abuclo T eododco, rcy ostrogodo de HaHa,

el cual le pone, como de menor edad que era, bajo la

regencia de Teudis.

El matrimonio del monarca con la princesa Clotilde,

hija del rey Franco, concertado para terminar las dife·

rencias entre ambos pueblos, no correspondió al pensa·

miento dc sus ajustadores, pues los disgustos domésti-

cos transcendieron fuera, y el escándalo fué tan grande

que hubieron de intervenir ambos pueblos: como Ala·

rico cn Vouglé, mucre Amalarico cn los campos dc

Narbolla (531).

Teudis, Teudiselo y AgUa. Gobiernan el reino,

uno después de otro, Teudis, Tcudise/o y Agila, sin

dejar apenas huella de su paso: murieron, respectiva-

mente, á manos de un fingido loco, el primero, á pesar

de sus victorias contra los francos y de su buen gobier-

no, en tina conspiración que sus liviandades y tiranía

hicieron necesaria, el segundo, y en guerra civil contra

, Atanagildo el último.

Atanagildo: intervención de los Imperia-

les. Detestable se hizo Atallagildo (554) por haber

aceptado cn sus luchas contra Agita el auxilio de tro-

pas extranjeras, bajo la condición de entregarles como

premio, si por acaso era rey, algllnas plazas marítimas

de la·costa. Consigllió su objeto, pero de este modo

pasaron al dominio de ]ustiniano, Emperador de Cons-

tantinopla, las más hermosas ciudades d~ aquel codi·

ciado litoral que constituyó el núcleo de la que se de·

nominó antes Espal1a fenicia y g riega.ImAO

A~Tu.; U A .

57

Liuva. Después de un interregno dc cineo meses

ciñc Lt'uva fla corona (567): pacífico y modesto, á pe ·

sal' de haber desempeiiado durante muchos años el

cargo de virrey de la Galia gótica, asocia al gobierno á

su hermano Leovigildo, y le confía la Espaiia. A su

muerte le sucede en el trono.

Leovigildo: su pensamiento político. Lt'ovi-

gildo (57 2) se propone realizar la unidad nacional y

transformar en hereditaria la corona.

Para conseguir lo primero combate con tra los Impe-

riales, á los cuales arrebata todas sus posesiones, ex·

ccpción de algunas ciudades marítimas, é internándose

en el país de los Suevos conquista la Galicia, cuyo tU -

timo rey, el usurpador Andeca (585) perece decapitado_

Para realizar lo segundo asocia al gobierno á sus

hijos H ernlt'1ugi/do y R ecaredo, encargándoles respec-

tivamcllte, como por vía de ensayo, el gobierno de las

p rovincias de Sevilla. y Gerona.

Guerra civil r eligiosa. Henneilegildo, hijo de

madre católica y educado en el Catolicismo , cn el cual

influyeron no poco los consejos de su tío San Leandro,

metropolitano de Sevilla, abjura solemnemente el arria ·

nismo, se hace bautizar, rompe con la religión del Es-

tado, y crea con esta conducta ¡i su padre un gravc

conflicto, desde clmomento en que los hi spano -roma-

nos le siguen y amenazan con la g uerra civil: vencedor

Lcovigildo en la lucha, perdona á su hijo; pero el prín-

cipc se subleva dc nucvo en Valcllciil, y como resis-

ticra todo génel'o de amenazas y de halagos para ab-

jurar de su creencia, muere bárbal'amente degollado en

T arragona (584) de orden de su mismo padre. Hoy

figura su nombre el} el catálogo de los San tos.58

LECCI6 !\ XIV.

Rccaredo: su conversi6n al Ca!olicismo. - Consecuencias principales.

- Los Concilios de Toledo.- li uv¡ 11: conjuración arriana.- Wite·

rico: conjuración cal6lica - Gundcmaro.- Sisehulo; o~puls i 6 n de

los lu dIos y sus consocuencias .

Recaredo :

SU

conversióa al Catolicjsmo.

Lcovigildo es el último rey arriaNo de la Espal1a visi·

goda; Recarcdo (586) inllugura la série de los monarcas

propiamente crislial/ps.

.,.

Católico hacía muchos <11105 , aprend e á esperar tiem-

pos mejores p<tra realizar su conversión, aleccionado

con el ejemplo de lo suced ido á SlI hermano Hermcne-

gildo; y una vez en el trono, prepara con g ran habili·

dad esta revolJ1cióll religiosa en la opinión pública.

Seguro del éxito, convoca en Toledo un COI/cilio NI1 -

ciollal (8 de mayo de 589) al que concurrieron los me·

tropolitanos de Mérida, Toledo , Sevilla, Na rbona )'

Braga, sesenta y dos obispos)' cinco vica rios, y ante

cUas proclama su cOll\'crsión al Cristianismo católico,

la cual es recibida con general aplauso por hispano·

romanos, godos y suevos: lodos Jos presentes hacen

profesión de fé con él y muchos la pronuncia rán más

tarde, aunque Reca rcJo <ldvirlió que sería justo para

todos, sin distinguir de creencias.

Consecuen~ias prinCipales.

Este aconteci·

miento ejercerá no tardando decisiva in Oueacia, por

más que los in veterados odios de r<lza impidan b fu·

sión entre visigodos (; hispano·romanos bajo la base de

¡!na misma religión: con todo, se c.5tab1ece la igu;ddad;9

ante el derecho patrio, se abre la puerta del influjo en

el gobierno á la rtlza latina, representada por el clero,

y convertidos los Concilios en asambleas legislativas,

harán que la pri mitiva dureza de las leyes germanas

des;¡parezca bajo el principio de caridad, esencia del

Cristi'l.IIismo.

Los Concilios de Toledo . Lus Concilios de To- '

kdo constituyen uno de los mejores timbres que es-

maltan la historia del pueblo visigodo en Espaíla:

reuniones puramente eclesiásticas en su origen, como

lo comprueban el primero y el segundo de los cele-

b rados, convirtiéronsc desde Recaredo en verdaderas

asambleas legislati vas, en las cuales, y á ruego de los

mon;¡rcas asistidos de los intend entes, de los jueces y

de la nobleza, se ventilaban, por su orden, los negocios

eclesiásticos, primero, y Jos civiles después.

Liuva 11: conj uración arr iana. El bastardo

Limlfl fJ (601) no tuvo la previsión ni cJ talento de su

padrc: como todavía quedaran muchos visigodos arria·

nos cn el reino, tramaron una conspiración contra el

monarca, á consecuencia dc la cual mucre, despu és dc

habcl' ocupado el trono escasos Jos tinos.

Witeri co: conjuraCión católica. La insu·

rrección vencedora proclama rey á WitericQ (603), el

cual se proponc borrar hasta la huella de la influ encia

cristiana: empello loco, pues e1 cri stianis mo había ccha ·

do hondas raices en aquella sociedad, y no consigue

más que irritar los ánimos, excita r las p:Lsiones, y pro-

vocar escenas violentas que, como la conjuración ca -

tólica que le al'reh:ltó el gobic L'llo y la vida, l!evaron la

pcrlurbaci¿n á todas las clases sociales.

GundClllaro. Los visigodos juran rey al repre-60

!I!ST0Rl.l. DE ESl'Ai<:A.

scntantc más genuino del partido católico, Glllldemaro

(610), el cual desaparece sin otro recuerdo que el ha-

ber d ejado consignado su nombre en la historia .

Sisebuto: expulsión d e los Judíos y su s

Sisebulo (6 [2) tiene la gloria de

expulsar definitivamente de Espaba á los lmperiaks,

ajust,indosc con este motivo un tratado de paz que fir-

ma el emperador Hcraclio, en virtud dd cual, sólo se

reservaban á éste algunas plaz<ls insignificantes CIl el

n/gnrbc portugués: igual fortuna tuvo contra [os piratas

africanos que infestaban la AIallritfll/ia {¡I/gilltmm,

nuevamente incorporada, después de dos siglos, al ga-

biemo de la Península ibérica .

consecuencias.

Sensible rué que tan bri llantes triunfos queuaran

eclipsados con el hecho de la expulsión de los Judíos,

raza proscri ta que vivía en España desde que Vespa-

siano, emperador d e los romanos, ordenó á su hijo Tito

la destrucción de J erusalén .

La Iglesia espaiiola protestó contra este atentado

por mcdio de! arzobispo de Sevilla, San Isidoro, como

contrario a l espíritu del Cristianismo que rechaza en su

incompar¿¡ble y sublime caridad toda medida dc violen-

cia; pero á estos extremos y aun á otros mayo res tenia

qne ' dar hlg;u la confusión d e los poderes civil yecle-

siástico, por ejercer los reycs desde Rccal'cdo cierta es-

pcci e de autoridad canónica.

Las consccuencias de la expulsión se dcj;:ron senlir

bien pronto, siendo las principales el e mpobrecimiento

de la agricultura, la debilidad de la industria, y la fuina

r;:asi completa del cOI11ercio .6.

LEOCIÓN XV

Suintila: sus proycclos.- Slsenando: Importancia tlcl IV Concilio de

To ledo.- Chi nlila y Turg a. - Ch indasvinlo: unidad lo gis laliva.- Recn-

vinlo: nuevos proyectos de fu sión.- Elccci6 n de Wamba.- Su~leva·

ció" de la Vasconia y de la Gúlia g6Iica.- Pri mora aparici6n de los

musulmanes en nuestras coslas.-Abdicaci6 n dc Wamba.

Suintila: ~us proyectos. Rccarcdo f/(62t), hijo

de Sisebuto, ocupa el trollo cuatro meses, y le sucede

Suilltila, primer monarca visigodo que puede realmente

apellidarse 1'e;' de toda la Espaiífl (624) por haber COIl - CJ

quistado las últimas ciudades que en los Algarbcs po-

seían los Emperadqres de Constantinopla .

Realizada la unidad nacional, se propone, imitando

;i Leovigildo, transformar cn , hcreditaria la tan azarosa

monarquía electiva; pero los nobles que veían cn ello

, la pérdida de algunos privilegios, y la desafección del

clero ,i causa de su vida crapulosa, hicieron que las tro-

pas de guarnición en la Gália gótica se sublevaran con-

tra él , y le depusieran: conservó, sin embargo, la vida;

caso por demás raro y sin precedente, explicable solo

si se ticne cn cuenta el influjo benéfico del Cristianismo

ell aquel!a sociedad .

Sisenand o: i 'uportancia del IV Concilio

de Toledo . SiSl'lIfllldo (631) obtiene la corona á tí-

tulo de jde de la insurrección contra Suintila.

El único hecho notable de su reinado es la celebra-

ción del Conci lio IV toledano, ante el cual se presenta

el monarca, postrado en tierra y con lágrimas en los

ojos, á solicitar su reconocimiento. \6,

III ~TÓR IA

01( l':S\'A~A.

¡Elocuente ejemplo de cómo la fiereza de aquella

rtr::a ffo"a vino á humillarse ante la ra:;a Il1timl, que

representaban los obispos!

Entre las disposiciones decretadas por esta céleb¡'c

asamblea , que presidió San l si<}oro de Sevilla , citare-

mos las penas y censuras contra los que atentaran á la

vida del monarca ó contra la seguridad del Estado, la

revocación del decreto de Sisebuto contra los Judíos, y

el cambio de la ley fundam ental de sucesión á la co-

rona, pues se ordenó que en la elección no tomaran

parte más que los nobles y el clero, con exclusión ab-

soluta del pueblo.

Chintila y TuJga. Los reinados de Cllilttifa

(636) y Tulga (640) ofrecen interés bien escaso: reunió

el primero los Concilios toledanos V y VI, entre cuyos

cánones merece citarse uno por el cual sc excluye del

sólio á los tonsurados ó decalvados, ¡L los de origen ser-

vil, á los extranjeros, y á los que no descendieran del no-

ble liuage de los godos; disposición encaminada á con-

trarrestar el influjo del CÜI'O y de la raza latilla en la

f:obernación de la monarqufa.

T ulga que debió su nombramiento á los obispos en

gracia á la memoria de Su padre Chintila, es arrojado

del trOlla por la sublevada nobleza.

Chindasvinto: unidad legislativa.. Le suce·

de el octogenario Cltilldasvil/lo (642), jefe dcl motín

que destronó á Tulga: esto no rué obstáculo para que

reclamara de los PP. del Concilio VII toledano una ex-

comunión contra los que, en lo sucesivo, atentaran á la

seguridad del monarca.

Débese á Chindasvinto el establecimiento de la uni-

dad legislativa, para lo Cllal derogó el Breviario delWAD

A~T1 GU A.

'3

Aniano y recopiló á continuación del de Eurico todas

las disposiciones posteriores, obligatori as en lo sucesivo

lo mismo para los visigodos que para los hispano·

tomallos.

Asoció al gobierno á su hijo R.'US1JúlfO , en el cual

abdica después de algunos años (649), prévia la aquies·

cencia de la nobleza y del clero.

Recesvinto : nu evos proyectos de fus ión .

Continuador Recesvinto de la política fllsionista de su

... padrc, hizo que el vm Concilio de T oledo autorizara los

matrimonios entre las tazas espafíola y visigoda, al mis·

mo tiempo que distribuía los empleos del Estado y de

la Corte indistintamente entte los unos y los otros: sin

embargo, la fusión se había hecho imposible en fuerza

del orgullo, de la avaricia y del soberano desprecio con

que la raza visigoda había amargado la vida de tantas

y tantas generaciones de esclavizados espal1oles.

Elección d e W amba. Disponían las leyes que

los electores se reunieran para nombrar rey en el luga r

donde el anterior hubiese fallecido; y á virtud de este

mandato, los prelados y próceres, convocados en C.or·

fricos (Valladolid), designan como sucesor de Reces ·

vinto á un noble llamado r.-Valllóa, el cual vivía allí re·

tirado de intento, lejos de la Corte: no aceptó el cargo

sino al verse conminado con la mllerte.

Sublevaciones. Wall1ba (672) delllosttÓ luego

ser bien digno de la confianza que en él habían deposi-

tado, pucs ndemás de moralizar la administración y

corregir innumerables abusos de todo género, sofocó

dos insurrecciones, una en la Galia gótica y otra en la

Vasconia.

También rechazó á los piratas 1ItlfsulmmU?s, los cua·!lLS'L'OI<IA UY.

Y.~I'i\ÑA,

les aparecen merodeando por primera vez en las aguas

españolas.

Abdicación d e Wamba. Abdicó forzosamente

la corona, y fué de este modo: un conde palatino, llama-

tia Ervigio, le dió á beber cierta porción narcótica que

le privó del sentido, después de 10 cual anullfia al pue-

blo que el rey ha muerto y se apresura ;í cortarle la

cabellera y vestirle la mortaja de fraile, segun era

entonces costumbre general. Despierta de su letargo

\:l/amba, comprende el móvil de toda aquella intriga,

y hasta reconoce á su autor, pero en vez de castigarle,

abdica en él la corona y se retira al monasterio de

Pampliega, donde muere.

LECCIÓN XVI.

Ervigio: influencia de la teocracia. - Égica: compilación del Fuero_

Juzgo, - WiUza: sublevaciones contra el rey.-Rodrigo: guerra civil.

Invasi6n do los musulmanes: batalla del Guadalete,-Tradiciones

acerca de esta invas l6n.

Ervigio: influencia de la teocracia. Ervigio

(680) se presenta ante el Concilio XII de Toledo para

qlJe los próceres y obispos se dignen aprobar su exal-

taciÓn al trono, lo cual hubiera sido difícil á no traer

consigo el acta de abdicación que le entregó \Vamba.

Este mismo Concilio acuerda á petición de Ervigio

que los presbíteros 110 impongan el hábito de penitente

sino á los que lo pidan, al1adiendo, que si alguno 10

hiciera á los que estén privados de sentido, quede ex.

comulgado; lo cnal demuestra que el crimen del rey6,

era conocido de todos, y que si el clero transigía con él

sería por miras ulteriores y de propia conveniencia.

Así fué en efecto: y tanto, que se derogaron cuantas

leyes se aponlan al predominio de la teocracia, y hasta

se estableció que los obispos no pudieran ser juzgados

por los tribunales del rey.

Intranqui lo el monarca, á pesar de su legitimación ,

casa á su hij a Cisi lona con un sobrino de \Vamba, lla-

mado Égica, y abdica en él la corona.

Egica: compilación d el F u ero-Juzgo. ligica

(68 7), desde cuyo reinado se viene rogando por la vida

y prosperidad del monarca y su familia en ¡as oraciones

de la Misa, reune los Concilios toledanos desde el XlV

hasta el XVII , ambos inclusive, y se distingue p or la

perseverancia con que trabajó la rehabilitación de su

tío \:Vamba, para conseguir la cua l castiga hasta con

feroc idad á la familia de Ervigio.

Sospechando q ue los Judíos estaban en connivencia

con la ge nte musulmana, que de cuando en cuando in-

festaba las costas espafiolas, los persigue sin trégua

confisc<Ílldoles sus bienes y arrebatándoles sus hijos ,

que manda bautizar.

El hecho más notable de su reinado es la revisión y

compilación de las leyes antel'iores, especialmente de

los códigos de Enrico, Chilldasvinto y Reeesvinto, arre·

glada, enmendada y corregida según otro orden, que se

- conoce con el nombre de Fuero·Juzgo ó Libro de los

Jueces.

Witiza: subl evaciones contr a el r ey. Su hijo

lVi/iza, asociado antes al gobierno, le sucede no sin

protesta por parte de los nobles (70 1): la historia de

este I'einado, que duró ocho afias, es un problema de

,66

HIS'fÓ!UA DE RSPAÑA .

solución difíci l, pues ni aun las actas del Concilio XVHl,

celcbmdo en él, han conseguido llegar hasta nosotros.

De aqul nacen juicios muy contradictorios.

Sebnslidn, por ejemplo, dice de él que se encenagaba

en el vicio como una bestia¡ que no contento con tener

á la vez muchas mujeres, mantenía multitud ele cOllcubi-

nas; que temeroso de las censuras eclesiást icas, encerró

bajo llave los cánones de la Iglesia; que prohibi6 la

reunión de los obispos en Concilio, é hizo obligatorio

el matrimonio de los clérigos; y finalmente que sus 11 0 -

bIes pasaban la vida en orgías, y se entregaban ;í toda

clase de vicios: Isidoro de BdIJ, en cambio, afirma que

fu é un rey clemcntlsimo y que dió pruebas evident es

de su alllor .lla justicia y :i la religión; que reu nió Con-

cilios y restituyó sus bienes ;í los que los habían per-

dido en tiempo de su pad re; que puso en libertad á

cuantos gemían en prisiones, y consint ió volvieran á su

patria lo,; desterrados poHticos en el reinado anterior.

E spaña aliade, se consideraba dichosa con un rey tan

bueno. ¿A quién hemos de creer? T al vcz el reproche

que Isidoro le dirige de haber sido demasiado severo

para eon los malos saccrdotes, ofrezca la solución de

este enig ma.

Lo que parece cierto es que hlVO que reprimir dos

sublevaciones dirigidas por Tcodofredo y F abila, du·

ques de Córdoba y C:llltahrin, :t los cuales condenó :í

muerte, y que des9ando Rodrigo, hijo del prim ero, ven·

gar el fin afrentoso de su padre, se revela contra el rcy,

10 derrota, lo prende, y manda le salten ambos ojos con

un hierro candente: \Vitiza muere :l poco en Ull calabozo_

de Córdoba.

Rodrigo: guerra civil. Rodrigo (709) inauguraI::UAO ANTIGUA.

6,

el último reinado de la monarquía visigoda, el cual

será bien triste}' azaroso. Deseando los hijos de Witiza,

favorecidos por su tío Opas, metropolitano de Sevilla,

dar cumplida venganza á la muerte de su padre, se po-

nen de acuerdo con 7u/iáu, gobernador bizantino de

Ceuta .:í nombre de los emperadores de Constantinopla,

y levantan la bandera de la guerra civil.

Invasión mus ~11man a : batalla de Guadalete.

Cuando se hallaba luchando Rodrigo contra los vascos

y navarro~, sublevados en el Norte, facilita Jul ián el

paso del estrecho á los iJfuSltlmall,!s, llamados por estos

rebeldes con el objeto exclusivo de que destronasen al

rey, y doce mil berberiscos mandados por Ta,.ik acam-

pan en las orillas del do GUllda/d<', cerca de Jeréz (7 11 ).

Acude Rodrigo á la defensa, y generalizado el com-

bate, parece como que la victoria comienza á deci·

dirse por los visigodos, cuando los traidores hijos de

\~i t iza y su aliado Julián se pasan con toda su gente al

enemigo, y la batalla cambia repentinamente de aspec-

to: arrollados los cristianos leales, perecen casi todos en

la fuga, Rodrigo entre ellos, y por este medio se acaba

la dominación visigoda en Espana, pues los victoriosos

musulmanes, lejos de volver al Africa, conforme á lo

pactado con los bijos de Witiza, se aprestan para con·

tinuar una lucha, que será tan rápida como eficaz y

decisiva.

Tradiciones acerca de eB~a invasión Preso

cindiendo de la tradición que se supone ocurrida en el

palacio encantado de T oledo, y de otras que pudiéra-

mos citar, vamos únicamente á fijarnos en la del C()1lde

J,,/iáll por ser la más importante y la más admitida en

pasados anos.os

1IlSTÓR IA

DI(

Y-SI'AÑA .

E ra costumbre, dicen, q ue [OS nobles visigodos envia-

ran sus hijos á la corte para que se educasen si rviendo

á los reyes, y que cuando Rodrigo subió al trono, >le

ena moró perdidamente de las gradas de la hij a del

conde J uliáll, donce!!a de la rcina; y aíí.adcll, que satisfizo

por la fuerza su apetito: enterado de lo ocurrido el padre,

que era gohemador de Ceuta, juró arrújarlc del trono,

y fra nqueó á los musulmanes la entrada en Espafía .

L a crítica afmna que ni Juliá n e ra visigodo, ni conde,

ni gobernador de Ccuta por los visigodos, p ues el 110m-

bre Juliallus acusa perfectamente un origen que nada

t iene de germano; á Ju lián .o.e le concede en una historia,

la más próxima ,i los sucesos, el calificativo de exanha,

y se sabe que ni tiiquicra era vasallo del monarca espa

1101; y fi nalmente, la plaza de Ccuta con sus lugares in·

mediatos pertenecfan al emperador de Constantinopla,

desde q ue se le arre batara á Teudis en el afio 532 : de

esta suerte, p ues, y sumadas las conclusioncs anteri ores,

muy mal pudo suceder cuanto e n la tradición se con·

fi rma.

Además, la cronología ponc fuera de duda que s i la

h ija del supuesto conde recibió un ultraje del monarca

visigodo, no pudo ser de otro que de IVitiza, pues el

ofrecimiento de la conquista hecho á los musulmancs,

el ataque de Algedras por Julián, y la expedición de

Tarif-Abu·Zora ocupando a Tarifa, son cosas pasadas

antes de que nad ie adivinara la posi bilidad de que

R odrigo fu ese proclamado rey de Espa~a.

Esta fam osa lradición, que comienza .:í. ser conocida

siglo y med io más tarde que los 's ucesos de su referen·

cia, vino á saberse por un árabe, á quien se lo con taron

otro dos, á ra bes ta mbién.EDAD ANTI CU A.

69

LECCiÓN XVIr.

Civili::ación

vi~igo d o-hl$pana .

La Agricultura, la Ind ustria y el Comercio.- La Relig ión: los Concilios

de Tolcdo.-Constlluci(in social y polftica.- Legislaclón: Li teratura

y Bellu Aries.

La Agricultura, la Industria y ' el Comer-

cio, El florecimiento agrícola de la España Romana

decayó !l1uchisimo bajo la dominación de los Visigodos,

principalmente ,í Calt33 de la tributación excesiva y

mas aún por haberse apoderado estos b,írbaros de las

dos terceras partes elel sucio, casi improductivas desde

ento'nces. En i"dustria solo se conservaron como re -

cuerdo del pasado algunas manufactmas de laua, hilo,

seda y vidrio, y varios artefactos de madera, oro, plata

y acero. El cOlllercio, por su parte, fué tan poco prós·

pero como puede suponerse, dadas la pobreza industrial

y agrícola, y se h:l.llaha monopolizado casi totalmente

por goutes extranjeras.

L~ Religión: los Concilios de Toledo . L os

Visigodos convirtieron al arriallismo, que era su reli·

gión desde el siglo IV, en religión exclusiva del E <;taclo,

pero solo hasta los primeros tiempos del Rein .• do de

Recaredo, es decir, pOI' espacio de '74 ailos. E sto de·

muestra que el Catolicismo había cundido poco á poco

entre los invasores, apoder:indose de S\lS cO:lcicnci:Ls ; y

ta nto es cierto, que la cOllVersión de aquel rey llevó en

pos de sí la de la inmensa mayoría de los Visigodos,

sin que signifique gl'an co~a b reacción arriana qHe7°

destronó á Liuva II y elevó al pOdel" á Witerico: rué

como el ültimo chispazo de una luz que se apaga.

Los COI/cilios de Toledo comenzaron siendo asam"

bleas de carácter eclesiástico , donde solo se tratab<111

puntos de dogma, moral ó disciplina, y se convirtieron

en verdaderas asambleas políticas ó legislativas de

carácter general, principalmente desde Chindasvinto:

esto fué un gran bien , porque solo así pudieron suavi-

zarse poco á poco la rudeza)' barbarie de aquella raza

de guerreros, hasta hacerla apta pam la vida social,

política, científica y artística, en la medida que podla

conseguirse.

Constitución social y política.. Los Visigo-

dos aportan á la vida social un nuevo elcmento, el

individualismo, que consiste en la afirmación de los de·

rechos inherentes á la personalidad humana: durante la

dominación romana, la Socit'dad lo fu é todo, el ¡mli"i·

duo nada: en la. Espal1a visigoda, al individualismo

como hecho, predicado por el Evangelio, se une el in·

dividualismo COdlO sentimiento, propio de los bárbaros,

,i los cuales acompat1a siempre el convencimiento dc su

independencia personal.

La monarquía electiva de los Visigod os cal'cció h~ts ta

Recaredo de instituciones políticas regulares: solo desde

que los acucrdos de los Concilios inHuycroll en la go

bernación del Estado, y los prelados y hombres doctos

de raza latina fueron llamados direcla ó indirectamente

á inspirar la conducta de los reyes en sus rc\¡¡cioncs

con el pueblo, es cuando aparece U:la verdadera consti-

tución política con cierto carácter per manente, dándose

la particularidad de que el fO/ldo del gobierno ft\c~c

visigodo, y la forma, rom:Ul:1 . Limitaball el poder

,EUIIO

ANTlGU.~.

7'

real. adem,is de Jos ConciJios, los gantillgo.f ó nobleza

hcred itari a , y los duques y condes, nobleza político·

admin istrativa.

Legislación: Literatura y Bellas Artes.

Es

regla general que los vencedores impongan su lcy;i los

vcncidos, pero como todas las reglas generales ticncn

Sil excepción, la excepción en este caso se halla re pre·

sentada por los Visigodos, los cuales observaron la le.

gislación doble ó de castn, cs decir, que mientras ellos

se regían por SIIS costumbres, primero, y por el Código

ti,· El/rico, después, dejaron á los hispano· romanos el

uso de su legislación a ntigua, refundida más tarde de

orden de Alarico en el Brruiario tic AúflIu'. La unidad

religiosa hizo quc cayera Icntamcnte en desuso el cm·

pico de la kx romalla visigolorlf/JI, (u no de cuyos ejem.

piares originales, tal vez el más com pleto, se conse rva

cn el famoso palim.fCslo de la Catedral de León) y hasta

parece seguro que Chindasvill to y Rccesvi nto prohibie-

ron su aplicación á los duques bajo penas severí·

simas.

La compilación llamada Flfl'rO.')W;go , superior en el

fondo y en la forma á todas las legislaciones bál'bal'as,

regirá durante muchos siglos en E spaña como regla de

justicia, :n'lI1 de.'!pués de acabada la mona rqufa visigoda.

Como la instrucción cst:lb:l entregada á loo; obispos y

clérigos, y esto., por razón de su cargo limitaban su

estudio á la Moral, la Teología, el Dcrecho, la [;oilosona

y la H istoria, tod:\ la literatura del período visigodo se

reduce á obras de lo,> indicadOS asuntos: entre sus culti·

vadores más notables citaremos á los teólogos, filósofos

y I11oralist:l.s Sal/. ,?llIr/íll de F r aga, Smt I sidoro y 5fm

1.t'flIldro de Swillrr, San l.'d./olls0 de To/rdo y 5fm7'

H1STÓIU A DE ES",,¡l¡ A.

Bráulio de Zaragoza, y á los historiadores Prrlllo Oro-

sin, ¡dacio y el POCl'1lSl'.

El genio verdaderamente portentoso de la Esparla

visigoda es San Isidoro de Sevilla, doctfsimo varón que

asombró con su erudición al mundo, y de quien se dijo

en su tiempo que el que hubiera estudiado á fondo sus

obras podía vanagloriarse de conocer el resumen de to-

das las ciencias divinas y humanas.

Refractarios los V isigodos á las Bellas Artes, ó poco

menos, no hicieron en ellas otra cosa que corromper el

gusto de las obras romanas de la decadencia; así vemos,

que los escasos restos que de sus monumen tos se con-

servan responden a la solidez y á la fuerza, mas que á

la be!leza artfstica, propiamente dicha: hasta las monc·

das se resienten de incorrección en el dibujo, eso que no

empezaron á batirse hasta los tiempos de L iuva 1.ESPAÑA MUSULr~ANA.

LECCIÓN XVIII.

Invasión mu sulma na: su ca u sa . - E ~pe d lclon e s de Tari! y Tarik: balalla

del Guadalole,- Rapidu de la c o ~ qu ls ! a. -R ol no de Orlhuela, -los

Muzárabes.- Amiralo de Abde·j· Azil,- Princ lpales ami res qu e le 511·

ceden.-Amlralo de

Yu~ ur:

difIcil siluacl6n de la Espah musulmana.

- Solucl6n del problema: Ab de ·r·Rahmán ben r.'I oáwy ah.

Invasión musulmana: s u causa. A princi.

pios del siglo VIH aparece en España un nuevo pueblo

invasor que logrará dominarla, el pueblQ 1IlflSlflmdll, COIl-

fusa amalgama de tribus persas, egipcias, Ilubias, 'ber-

beriscas y arabes, predominando este último elemento

como el más inteligente y fundamental, ya que no el

más numeroso.

A la voz de Mahoma que predica la guerra santa,

turbas de fanáticos á los cuales espera la victoria con

la vi® Ó UIl eterno para iso después dc la muerte, se

apoderan en breve término de toda la Arabia, y fundan

un colosal Imperio que se t rasmite ;i los Califas suceso-

res del Profeta, los cuales di latan á su vez las fronteras

hasta dar vista ;:j las playas españolas, de las que solo74

IIISTÓRIA DE tSrA:'i: ....

les separa el estrecho de Hércules. Ulla vez allí, la

invasión es obra dd tiempo: las excitaciones de los juo

dIo:; africanos contribuyeron á precipitarla.

E xpedicio nes d e Tarif y Tarik : bat3.l1a del

Guadale to.

El primer conato de iuvasiónlll\'O lugar

en Julio dd 7 10 y rué mandado por Tarif-A{I/I-L-ora, el

cual llega hasla el s itio que se llamó Tarifa desde

entonces: saqueó los alrededores de Algeciras con

sus 400 infantes y 100 ginctes, y volvió al Arriea sallO

y s:¡)vo.

Animado con esta tentativa el dt!Sconfiado .1[11:;0, el

cual á la sazón gobernaba la provincia de lVlauritania ¡j

nombre del Califa d(;; Damasco, Al· ~Valid f, envió al

g"cncral de su vanguardia, Taril.:·if)}!·Zt)rl7d, berberisco

de la tribu de Ncfza, con 7.000 Illusulmanes, berberiscos

como él casi todos (711,) llegando :i plantar sus tiendas

;í orillas del lago Janda (río Gundalcte) , donde recibi·

dos 5.000 hombres mils que vinieron del Arde<l, acepta

la batalla que los visigodo5 le prescntan.

La tr;¡ieión de los hijos de Witiza otorga el triunro á

cstos invasores.

Rapid ez de la conquista.. En vez de retroce·

cer los J\-Iusulmanes avanzan hasta penetrar en Écija, y

dividea luego el ejército c n cuatro secciones, cada una

de las cl1al c~ a taca simulhi.neamente, la primera á Cór·

daba, á Granada la segunda, ~í Elvira la tercera, y la

última que mandaba T:II·ik, á T oledo.

Conquistada la capital del Imperio vi.:;ig-odo, y. des·

truido, se dirige Tarik it Guadalajara, atraviesa las sie·

rras de Guadarrama, se apodera de Amaya, y noticioso

de que Muza descmbarcaba en Espaiia, se vuch'c pa1"a

Toledo nuevamente.~;IlAD

Ayn(;U / ..

75

Penctra el amir IVlu7.a por Algeciras (7 12), y cn vcz

de seguir el camino ya COllOCido, marcha contra Mc-

dilla-Sidollia que conquista, y sucesivamente se apodera

dc Carmona, Sevil!a y M':rida (7 T 3), desde donde se

dirige á Toledo para avistarse con Tarik: después de

una reyerta por demás violenta entre ambos, se dirige

Ml17.il contra Zaragoza, que toma por asalto; y cuando

pretendía continuar sus conquistas hácia el norte, es

llamado á Damasco por el Califa, jlllltamente con

Tarik, para responder de los cargos que contra ambos

resultaban.

Una sola batalla fué bastante para derribar la mo-

narquía visigoda en ESpaI1<l, fenómeno singular que

liene su explicación en la encmiga cntre visigodos é

hispano-romanos, cuya inteligencia nUllca pudo c;Ollse-

guirsc; en la decadcncia de aquella raza, antes tan ba-

tal ladora como enfermiz<l. ahoh; en el influjo de la

teocracia, que con~~igue extinguir el espíritu militar de

los vi sigodos; en la organ ización de su monarquía elec-

tiva, ruente de no interrumpidos asesinatos acompaña-

dos de sangrientas g uerras civiles; y en la actitud de

los judíos, expulsados p;1fa ma l de este desdichado

rmpcl-io_

Reino de Orihuela. El duque Tcodom¡ro, derl'O-

tildo por los i\fllsulmanes en Lorca, se refugia en Ori-

huela á cuya ciudad pOlle sitio el ge neral Abde-I-Aziz;

y como el cerco continuara sin resultado alguno, y

Teodomiro propusiera condiciones aceptables para la

paz, se fi rmó un convenio cstiplll:indose la independen-

cia de la Cilldild, cOllvertida desde entonces en capital

de Ull peqlleño reino, tributario de los Musulmanes.

Los Mu zirabes_ La Illasa de los hispano-rom a-

•,6

Hl Sl'ÓR IA Or. ~sl'AlV..

nos que habfa visto con la mayor indiferencia la de-

rrota de los Visigodos, tampoco resistió al principio la

conquista del país por los Musulmanes, tanto más

cua nto estos, dando muestras de suma tolerancia, res-

petaron sus haciendas y vidas, y les permitieron conti-

nuar ,,1 amparo de las antígu;'ls leyes: así .'le e~plica la

formación del elemento 'IIlu:::drabl" ligado al invasor no

mas qllC por lazos admi nistrativos, es decir, tributarios.

R eservado al Califa el quinto de las tierras, Muza

solo tomó para distribuirlas entre sus soldados alg unas

porciones en los pueblos conquistados .t la fuerza ó

sometidos por capitulación.

Amirato de Abde-l-Aziz . Cuand,) Muza mar·

chó á Damasco, llamado por el Califa, dejó encomen·

dado.el gobierno de E spill1a j su hijo Abde·l.Aziz, el

c ual fija su residencia en Scvill a: su conducta liberal y

t olerante para con los vencidos hizo que el Cali fa diera

crédito a la noticia de que pretendía alzarse con la pro·

vincia española para dccl ararse indepcndiente en cija,

á consccuencia de lo cual vinieron expre.~a.mell te tres

asesinos para quitarle la vida, como 10 verificaron al

dirigirse ,í la mez4uita con motivo de rezar s u oración

d iaria.

Principales amires quc lo suceden . Sucesiva·

mente se cílcargan del gobierno hasta vcintiün amires

(715-75 5) siendo los más importantes: AI.fIorr·cf·Tsa·

kefi (7 18) el cual cnvCa al gCIlCl"al J\z·Zalllah para re·

ducir j los cristianos rcfu giados en las montaiía.', de

Asturias, }' cs derrotado por ellos ell 1:1 batalla de

Covadonga; Abde.r -Rall1luill (no) que continüa la gue·

n a santa é ill\'ade la Francia para ser \"clleido en los

campos de Poiticl".'i; Abdc· /·1I1dd.' (74 1) <i quien pusieron77

en grave apuro las repetidas insurrecciones de los ber-

b eriscos, descontentos de la tiran(a del "elemento á rabe;

y YU::l/.fd F¡/t,.¡ (746).

Amirato de Yuzuf: difícil situación do la

Espaüa m u sulmana. En tiempo de este amir, ttl·

timo de los que gobernaron la provincia mu!mlmana de

E spaña, dependiente del califato de Damasco, plantea -

ron los Musulmanes el proólema social, el más dificil de

todos los problemas.

La rivalidad entre las diversas tribus que habían con·

quistado á España, estalla formidable cua ndo se trató

de organizar definitivamente el gobierno y verificar el

reparto de las tierras: mientras duró la guerra, y con

clIa el peligro de una derrota posible, los invasores to-

dos, llubios, berberiscos y sirios, aparecieron unidos

formando una masa.compacta, pcro t erminada la lucha,

cada uno de los cOlllcndienles se a tribuye la victoria,

con exclusión de los dem,ís, }' quicre reservar para sI la

mejor parte.

De aquí surge un caos indecible en cuyo seno fermen-

tau tantas guerras civiles cuantos cranlos contendientes

musulmanes; y así las cosas, el elemento árabe no en-

cuentra otro remedio al mal siaó la crcación de un go·

bierno fucrte é indcpcndicnte del califato de Damasco,

el cual venga á unificar con su prestigio tan encontradas

aspiraciones é intereses.

Solución del problema: Abde-r-Rahmán

b e n Moáwyah. La revolución ocurrida allOS antes

(750) en el califato ele Damasco, cuya consecucncia pri.

mera fu é la sustitución de la dinastía Moáwyah por la

de los Abasidas, sugirió á los árabes espai\olcs la idea

de proclamar soberano independiente del territorio al)8

joven Abdl.',r-}(tdlll1áll, único indivíduo ele su fam ilia

que, huyendo a l África, había conseguido salvarse de la

sanguinaria ferocidad del lluevo califa.

Aceptado el pCllS~¡¡nicllto POI" todos los notables, pe-

netra el príncipe Aódc-r-Rahmáll ÓCII JJ!OfÍ,l ')/('¡t en Es-

paI1a, donde es reconocido como soberano indepen-

diente, derrota al amir YUf:lIfel-Fillri (755) y fija la

capitalid;ld del nuevo reino en la ciudad de Córdoba: el

problema social y político quedará resuelto e n breve

por la vo\undad del poder supremo, indiscutible entre

los Musulmanes.

LECCiÓN X IX.

Abde·r·Rahmán 1: insurr.cciones .- Gobierno de esle Prlncipe.- Hi·

xem·~ r ·Radh i : guerra civi l.- La gran Aldjama .- AI Háquem 1: conspi-

rac i6n de Y ah~a,-J o r nada del foso de To ledo: destrucción de l arra·

bal de CórdolJa.- Abd e·r-Rahmán ti : lucha religiosa. - Mahomad J:

nuevas ins urrecc iones.

Ab de-r-Rah mán 1: insurrecciones. Azaro_

sos fucro n los pri meros allos ele! reinado de Abde·r·Ra h-

m:1n, pues tuvo que combatir mucho tiempo contra

Yuzllf y Samai! los cuales defendían en España los dc·

re¡:hos de los Abasidas; los be,./¡áiscos y los yeJloJ1ilas

se insurrecciona n también contra él, pero unos y otros

son vencidos al cabo, no pudiendo el prín cipe conte-

nerse dentro de Jos límites que la prudencia sel1ala, sinó

que, por el contrario, se dejó llevar más de una vez de

sus terribles venganzas.

Todo parecía tranquilo, cuando la rebelión cunde de

nuevo dirigida por Abul-AS'wad, hijo de Yuzuf: enca rce·

lado el rebelde en Sevilla después de una insig nifica nte¡W Al) AN TI GUA.

79

campaña, consiguc escapar de la prisión, fin giéndosc

ciego, y llega hasta las sierras d e Cil?Orla, donde CO II un

puñado de gente entretiene:í todo un ejército por es·

pacio dc tres afios.

A poco de vcncido Abul llegaba;i Córdoba la not i·

cia de que SlIlrimrin, Vlali de Zal"agoz<l., ofrecí:!. esta

provinci a al emperador Carlo'l1H1gno, pero si multtinca·

mente también, la seguridad de que los c<Íntabl"Os y

vascones hablan derrot.ulo al francés en el desfiladero

de Ronccsvalles.

Gobierno do este Prín cipe. Tantas contrarie·

dades modificaron el carácter afable de Abde·f·Rahmán

h<lst!l. convertirle en tcnible, lo cual hizo que se apo·

derase de él cierta tristela mel ancólica, que no le nban·

donó hasta la muerte.

A pesar de esto se dedicó con ardor ;Í trabajar la feli·

cidad de s us vas.1.llos, organizando el sistema tributario,

moralizando la administración de las rentas, distribu·

yendo sus beneficios por igua l sin distinción de fortunas

ni de rala, hacicndo que la justicia más extricta brillase

cn todas sus decisiones, y escuchando por sí mismo <i

cuantos q uerían llegar hasta él en demanda de alguna

eosa ó en queja contra algllU funcion ario.

Inspirado por su imaginación oriental quiso hacer de

Córdoba b rival de Darqaseo, y la embelleció CO¡l mul o

titud de jardines y palacios, entre cuyos monumentos,

maravilla del arte, iba :i descollar su grall aldjama ó

mezquita, cuyos planos ideó por sí mismo, y en cuyas

obras trabajó todos los dias ulla hora para dar buen

ejcmplo: murió sin verla terminada.

Hixem-Ar-Radhí: guerra civil. Le hereda

su tercer hijo Hixem·A,,·R(,dM (788); los hcnn:mosU!ST Ó II.IA U~ - l;~[' A~A.

"

mayores, Suüimál! y Abdal/dlt,

creyéndose deshereda·

dos promueven una guerra civil, sangrienta como todas

las de su clase, la clIal se complica con la sublevación

de los nunca domcl1ados berberiscos.

Derrotados aquellos ambiciosos en Mérida y Toledo,

inaugura el Príncipe la guerra salita, de a110s atrás inte-

rrumpida, y, aunque sin éxito, dirige tres expediciones

contra Galicia, L eón y Vizcaya.

La Gran Aldjama . Al amparo de la paz impuls6

hasta su terminación las obras de la gran ([Id jama Ó

mezquita, llamada por los musulmanes la Afcra de Oc-

cidentc-

Al·Haquem 1: conspiración de Yahya.

Al

piadoso H ixcm le sucede Al-Háqucm bcn ¡-lixcIII, (796),

su hijo primogénito, el cual desde su niñez había conse-

guido fama de incrédulo.

Esto hizo que VflI't)'Il, uno de los hombres más sábios

y ambiciosos de su tiempo, tramara una conspiración

contra el príncipe en unión de otros faq!tics, pero des-

cubierto el complot, setenta y dos conjurados mueren

en cruz, en tanto que Yahya y sus principales secuaces

se refugian en Toledo, á la sazón emancipada dell'eino

cordobés.

Jornada del foso de Toledo: destrucción del

arrabal de Córdoba.

Luego que hubo reprimido

otra sublevación en Mérida, confía el castigo de los so-

metidos toledanos á un renegado de Huesca, llamado

Amrzí, el cual prepara la más horrible y sangrienta ven_

ganza. Olvidados al parecer los odios y como se albero

gase accidentalmente ell Toledo el heredero del trono,

convida Amrú á los caballeros más ilustres de la ciudad

y sus cercanías al banquete con que deseaba obsequial'8,

EIJAD ANTiGUA.

á tan ilustre huesped: much(simos de estos llegan vesti·

dos de fiesta á palacio; y conforme uno á uno penetran

en el patio interior, son acuchillados por el verdugo

y arrojados á un pozo muy profundo, abierto de

intento. Perdieron la vida, en esta llamada jOYHn~eI

foso, hasta setecientos individuos de la nobleza too

ledana.

Igual terrible venganza tomó contra una revolución

popular que puso en peligro su trono: el arrabal de

Córdoba, foco del motín, fué arrasado hasta sus ci·

mientas (8 14) y Al H áquem, vió tendidas sobre las al·

fombras de su palacio las trescientas cabezas de los

principales eonjumdos, horriblem ente mutiladas.

Abde-r-Rahmán 11: lucha. r eligiosa . Al

morir, exclamó dirigiéndose caril'iosamente hácia su

hijo Abde·y·Rnhmáfl JI (82 1) que le heredaba: te dejo

t ranquilas mis provincias, son un lecho sobre el que

descansarás trnnquilo, porque he tenido cuidado de no

dejar ni un rebelde que perturbe tu SUelto.

El hecho más importante de su reinado, á excepción

de la guerra contra la mal subyugada Toledo, que

duró ocho años, es la persecución de los mu:;órabu

cordobeses: el populacho musulmán, intolerante y fa ·

nático como todos los populachos, no supo contenerse

dentro de los límites que la prudencia le aconsejaba,

al paso que los cristianos, por su parte, tampoco guaro

daron al vencedor aquellas consideraciones siempre

naturales; es decir. que el antagonismo religioso pro·

dujo antipatías invencibles y que la intolerancia de

sacerdotes y muezines exaltó las pasiones hasta un

grado i!lveros(mil: de aqul nadó una persecución de

los fuertes contra los débiles, pereciendo martirizados

68,

lIl S'fOIlIA IJII Y.S I'A:;!A .

cruelmente algunos cristianos, cuyo número aumentó

d e dla en día.

y era tal la cifra de los que por este medio aspira-

ban á la salvación eterna, que el mismo A bde·r-Rahmáll

se creyó obligado á convocar un Concilio presidido

por R ecafr erlo, metropolitano de Sevilla, en el cual se

acordó prohibir q ue en adelante aspirasen los cristin · "-

nos :í esta especie d e suicidio: el . .,;¡crificio de la vida

en aras uc la fé no dehe buscarse, sin o encontrarse.

Moham ad 1: nuevas insu rrecciones . Ocupa

el trono el'avaro llfohamad 1 (852), e n cuyo tiempo

T oledo se insu rrecciona nuevamente, .j la vez que tam-

bién se rebelaban contra su autoridad los cristianos y

renegados de Archidona, los berberiscos de Méridn,

y las tribus que en Zaragoza, H uesca y T udela obedc-

cían á Muza JI, de la autígua familia visigoda de los

Ben -Casi, llamado el tercer rey de España.

Así continuaron las cosas hasta su muerte (876)

Y allll después bajo los reinados de A I·jJlond::il' y

Ab~A¡¡d/t, que le suceden: solo cambiaron á la pro·

clamación de Abde·r·Rakmáll ffl (9 1 2) á quien la hi s·

tórin ha concedido el titulo de Cmndl' .

LECCiÓ N XX.

flbde ·r_Rahmán 111: sus viclorias.- Conugraclón de l prime r CaJita cor-

dobh.- Eslado an árq uica del reino.-Grandoza de la España nll1·

sulmana..- AI· Hdqllem 11 al' Malansir: su caráctcr.-Slglo de oro de

la civilizació n arábigo_ospañ ola.

A b d e-r-Rah man IlI: SUS victori as. Com ienza

su reinado este

príncip~

(912) sometiendo en una breve~:¡¡A)J

A!'>" fU;UA.

'3

campaña á los rebeldes árabes y berberiscos de '1'0·

ledo, los cuales por espacio de ochenta afias habían

sido no mas que vasallos nominales de Córdoba: 10

mismo hizo con las facciones que desgarraban el reino

a cada paso, de manera que ahora es cuando verdade-

ramente desaparecen los antíguos antagonismos de

raza y los musulmanes todos forman un solo cuerpo

de nación bajo el gobiemo de su natural soberano.

Con igual fortuna se vengó de la derrota causada al

general Ibn-abi·Abda por Ordoño II en San Esteban

de Gormaz (917) venciendo á Jos cristianos leoneses en

las batallas de Mutonia y Osma y :i los navarros en la

de Valdejunquera.

También tomó parte en los asuntos de África á fa-

vor del soberano de Necor, aliado suyo, en contra de

los Fat imitas que t rabajaban para destronarle.

Consagración d el primer Califa cordobés.

Engreido con sus triunfos ordenó Abde·r·Rahmán que

desde el 16 de enero de 929 se le dieran en las ora-

ciones y actos públicos los tí~ulos de Amir nhmmimiu

y All·Nnsir IidilI Al/áh, es decir, Califa ó príncipe de

los creyentes y protc<;,tor de la rel igión de Aláh; no es

extrano; á excepción del reino leonés y de una parte

de Cataluña, toda la Península obcdecla su formidable

poder.

E stado anár q uico d el r eino. Menos afortu-

nado en el interior, se atrajo el OOio de los nobles mul-

sumanes por haber concentrado en su persona todos los

poderes del Estado, gobernando como déspota desde

el afio 932: para conseguirlo en -absoluto confió los des

tinos públicos á los eslavos, Hbertos extranjeros, con·

vertidos en instrumentos flexibles de todos sus planes,,

"

lIlS'r ÓIlIA !.lE ESI'.-\!l ....

}' ante quienes hizo'" se humillaran los aristócratas coro

dobeses descendientes del Profeta.

La indignación de los descontentos estalla con mo-

tivo de haberse confiado el mando del ejército que

hacia la guerra contra los cristianos al eslavo Nadja,

por lo cual, los oficiales árabes juran que el Califa es-

piará el menospl'ccio: así sucedió en las bat"llas de

Simallcns y AUlOlldi'gn, donde A bdc-r·Rahmán se salva

apelando a la fu ga.

Gr andeza de la España musulmana. En

tiempo de este Califa florecen todos los gérmenes de

grandeza, incubados durante los reinados anteriores: la

ciudad de Córdoba, contaba medio millón de habitan-

tes, tres mil mezquitas, ciento trece mil casas, trescien-

tos bailas , veintiocho arrabales, doscientos pa lacios,

y no ced (a en extensión y riqueza más que á Bagdad,

capital del califato de Oriente. Abde.r·}{ahm¡in estable-

ció en ella magníficas academias y suntuosas mezquitas;

su palaci o, verdadera maravil!a cuya descripción se pa-

rece á un cuento fantástico, era el centro del saber, y

servía de morada á una g loriosa pléyada de artistas,

poetas y sabios.

Su grandeza se hizo pública en todo el mundo, y

atraidos por ella le enviaron embajadas extraordinarias

los reyes de Italia, Francia y Alema nia, y el empera-

dor de Constantin opla. Cuentan que solo para satisfa-

cer el capricho de su favorita Za/¡nra, hizo construi r

cerca de la capital una ciudad belUsima. donde abunda ·

ban el oro, el mármol, y las maderas preciosas.

AI-Baqu em II al-Motansir : su caracter,

Al mori r le sucede AI·Hdqllellt II nl,Afo/al/sir (g6 I),

el cual hereda con el trOllO el amor de su padre á lasJ.:DAO ASTlGUA .

8,

letras, á las ciencias y :i las artes: de carácter afable y

cariñoso, solo por necesidad hizo la guerra; pero tan

buena mal1a supo darse en ella, que obligó á pedir la

paz á sus enemigos, que lo fueron yarda y F crnán

Gonzálcz, derrotados en Gormaz, Atienza y Calahorra.

Tranqu ilo el cal ifato, Al-Háquen TI se entrega por

completo á los estudios y al desarrollo de la riqueza

plíblica, sus ideales ra\'oritos, }' de este modo afluyeron

á Córdoba mulfitutl de sabios nacionales y extmnjeros,

atraídos por la liberalidad del soberano.

Siglo de oro de la civilización arábigo·

española. Nunca había reinado en Espa l1a un prín-

cipe tan sabio ni que tanto protejiese á 103 hombres de

cicncia: s u palacio, cuya biblioteca se componía de cua·

trocientos mil \'olúmcnes, más parecía un taller donde

trabajaban si n cesar escribientes, encuadernadores y

miniaturistas; y conocedor, cual ninguno, de la historia

literaria de 5U tiempo, él mismo escribía al p rincipio ó

al fin de cada obra el juicio quc le hubiese mcrcc ido.

T odos los ramos de la enseñanza flo recieron etlton-

ces: además de las escuelas oficialcs, q ue eran muchas

y buenas, fundó en la capital vei nticinco, costeadas de

su propio peculio, para que recibiesen educación g ra-

tuita cn cllas los hijos de padres desvalidos. La univer-

sidad cordobesa llegó á ser una de I:1s más fam osas dcl

mundo; en aquel siglo afortu nado, poquísimos eran los

musulmanes andi¡luces q ue no supieran leer y escribir

correctamcnte.56

LgCOrÓN XX I.

Hixllm 11 : triunfo. de Abu-Amlr-Mohamad.- Balalla de CalalañazOf.-

Rápida decadencia dol Califalo: su disoluci6n.- Reyes de Talfas.-

Almoravhln y Atmohades.- Reyes naseries de Granada.

Hixem 11: triunfos d e Abu-Amir-Moba-

mad. A la muerte de su padre es proclamado califa

de Córdoba el niño Hi.'n'IIl.·al·lIfozv{/j'fld (976), bajo la

rcgencia- de su madre Aurora y de Abu-Amir-Moha-

mad, más conocido por AlmflJlzor. Bien quisieron ¡m

pedirlo con sus intrigas Fayid y Djaudhar, jefes de

palacio! los cuales preferían un soberano que gobcmasc

por sí mismo.

En tanto que el débil Calira vive en perpétua nia1cz,

acompaiíado de sus (.'wOrit;lS y esclavos, inaugura Al·

manZQr la primera campru1n contra Jos cristianos, to-

mando y saqueando á Zamora (981), de:o:pués de cuyo

suceso derrota cerca de Rucda á las tropas aliadas de

Ramiro m de L eón, Garcfa F ernández de Castílla, y

Sancho TIl de Navan'a,

En las campañas posteriores control. 10:0: estados del

Norte, derrota en Cataluña al eond~ nonel, y saquea ,i

Barcelolla; penetra en Portugal, y destruye á COilllbrl1;

cae sobre L eóll, y no deja en la capit.1.l piedra sobre

piedra; llega hasta Galicia, y después de arrasar la

ciudad de Sal/liago, vuelve oí Córdoba donde hace su

entrada triunfal, acompanado de los prisioneros cristia,

nos que conducían sobre s us hombros las campanas de

la catedral compostelana, suspendidas luego del techo

de la gTan aldjama para que si rdcscn como ti!1lpara ~; ,EDAD A!'¡TIGUA .

8,

Batalla de Calatafiazor. Su última exped ición

fué la del :lnO 1002, al principiar la cual penetra hasla

Canales y destruye el monasterio de San :Millán, pa-

trono de Cast illa ; pero como se sintiem acometido de

una grave enfermedad, especie de epidemia que también

atacó á gran parte de su ejérci to, hllbo~de retirarse hiÍcia

el Sur, siendo var i:l.s veces envuelto por las tropas

cristianas, principalmente en Cnlnlniía:.:or (roca de las

águilas), desde cuyo punto se dirige, llevado en hom·

bros de sus soldados por espacio de catorce d ias, hasta

.ilfedillncdi en donde mucre.

Rápida d ecadencia del Califato: su disolu -

ción. lIfu erto Alrnallzor, verdadero sober.1n n de hecho,

com ienza pam el Califato un período de decadencia que

sin cesar trabajan las guerras interiores entre berberis-

cos, árabes y csJ¡wos, la incapacidad de los Califas, r

la pobrcza general.

Destronado l-Tixem TI es repuesto por segunda vel. y

mucre en 10[2 : desde esta fecha pa ~all sucesivamente

por el poder hasta dicz Califas: el último de los cuales,

Hi.l'clIl lff-a /-J¡lo/ndd, e.'! recibido por el pueblo con

ardientes aclamaciones de júbilo, pues esperaba acaba·

sen de una vez los desórdenes y renaciera el gobierno

equitativo y vigoroso como antes.

No tenía condiciones el nuevo Califa para realizar

t ~n halagUeiias espc:ranz:ls: LUCllO y dulce, pero irreso-

luto, débil é indolente, sin más ideal que los placeres

de la mCS:l, en lreg-ó el gobierno al ex·tej edor J-faqlfem,

el cual vendió bsb el hierro y el plomo de 10'; pala-

cios demolidos durante la guerra civil. Amotinado cl

pueblo, atesina al achib, y sitia ,\ Hixem {I[ C II su pa-

lacio, de! cllal sale parJ ~Ill :l. ru:,t<l ]cza.ss

IIISTÓI\!A DE r.51'A!l.~.

Al día siguiente de estos sucesos, los visires anuncian

los cordobeses en un m:mifiesto (1031) la abolición

del Califato, y el Consejo de Estado se hace cargo in-

terinamente del gobierno.

;i

R eyes d e Taifa.s.

A la destrucción del Cali fato

de Córdoba se forman las monarquías dt' lilifas, ban-

derías cuyos jefes se declaran independientes en el

territorio que cada uno gobernaba.

Ademas de la capital, donde el p oder ejecutivo de la

república se confió ;í Ibll·Djttwar con el título de Cón-

sul, aparecieron, entre otros menos importantes, los

reinos de lffá/aga, bajo los Hammuuics; de Seuil/a, con

los Abbaditas; de Grallada, con los Banu·Zeiri; de

Cl1rmOllfl, con los Banu·Birzel; de fllte/ua, con los Be-

cries; de S,hcs, con los Banll-Moz,lill; de Salddlt (AI-

barracín), con los Banu·Razin; de Alpunltl'} con los

Banu-Kázim j de Bndnjot:, con los Al-Aftas; y los de

Toledo, Valencia, Almerfa, Múrcia, Zaragoza, Lérida,

Tortos.1. y Mallorca, los cuales perpetuarán por csp:lcio

de dos siglos sus .respcctivas dinastías.

Almoravides y Almohades. Vencidos estos

pcqueños Estados por las armas cristianas, soiic itall la

protección de los Almornvides,' y al efccto, numerosas

tribus de estos !llusuhn ancs pcnetran en Esparla á las

órdenes de su rey Yusu.! beJl T/.'Xlifil/, el cual, despu6s

de vencer en la b,ltalla de Zalaca á los leoneses y

castellanos, destituye ;:i los monarcas de Taifas é im-

planta aquí su dominación por espacio de medio si-

glo (1091-1174): al terminar este período aparecen va-

rios pequeños territorios independientes, casi ignorados

en su mayor parte, los cuales concluyen abso~bidos por

la gente Almoluu!(!, venida á España al mando de /11-[DAn AST f ou,4. .

8,

Jl1nd/¡f, fanático /(lIitario que realiza entt·e los musul-

manes cspal10les y africanos una revolución religios<l.

Reyes naseries de Grana.da. Reducido el im ·

perio de los Almohades á los territorio.,> de Mlírcia y

Valencia, sucesivamente conq uistados por los monarcas

cristianos, solo la familia de lo!; Bnmt-AI·A!t.lluu' consi·

gue es~ablccer en Grallada un nuevo- reino, qlle será

el último baluarte de los musu lmanc!; durante tres s i·

glos ([23 [-1492).

En este período ocupan el trono granadino vcinliún

monarcas, el último de los cuales, iJloltnJJflllati XI, el

Boahdil de nuestros historiadores. es aclamado por el

partido abcllcerragc ell oposición al xegd, defensor de

Ali-Abll-l-liasam, padre del p retendiente, y con el con-

curso de don Fernando de Aragón, interesado en

fomentar la rivalid<ld de las facciones que desgarraban

la monarquí<l naserita ha..'>ta ofrecerla inerme en n~allos

de sus enemigos.

.

Así sucedió: el dí;¡ 2 de enero de 1492 entregaba

Mohamm ad las llaves de Granada ti los Rqt!S Católicos,

después de un sitio de llueve meses; y cuentan, que

como al abandonar la ciudad llegase el destronado

monarca á un cerro, desde el cual se la divisa por úl-

tima vez, volvió h,\cia ella sus ojos preñado$ ele lágri.

mas y lanzó un suspiro, merecien do que Sil madre

At"xn, más varonil que él, le reprochar:!. diciendo: {{ora,

ltijo mio; qlu' bien "urea {{or(/I" C()/II0 mlljer, qlft"~¡¡ J/O

SlIpO dcfc/I{/erla como !t.olllbl'('.

A sí termina el período musulmá!l en E,;palla, después

de una dominación de 78 f an o~.m ST6 11.1A

90

1)1';

r.SI'A5I.\.

LECC IÓK XXI I.

Civili:acion 9.!'3.bigo-hü:pe.ns .

Com ~rc¡o . - li lcraluta J Cie n cl¡~$. - La Univer-

.¡dad de C6rdoba. - Princlpales mOllurncnlo5 1I¡'áhlgo.hispanos.-

Organización pollliea y social.

Agricullura, Industria y

Agricultura, In dus tria y Comer cio.

Los

árabes hicieron prog l'csar la rrgriwllllra cspañob por

modo notable, principa lmente desde que Abdc-r-R ah-

m;ín los emancipó del Califato de O riente, pues solo

entonces se acostumbraron ;í con siJcl'ar csle país como

á su verdaden\ patria.

La aptitud agrícola del pueblo árabe era muy gran-

de, y así sucedió qllC, en m Cll OS de dos siglos, pudo

completar el sistema de irrigación trabajado antes por

hispano-romanos y judíos, roturar multitud de terrenos

incultos ó abandonados por la gente visigoda, desecar

pan tallos, utili lar llI ari.~mas, y poner en condicioncs de

culti\"O multituu dc llanuras en las Castillas y la Man·

cha, haciendo recordar aqu ello:> ti empos abundantes y

felic es, cuando er:l E spnña la provincia m:ís ric:l, más

hermosa y más fértil del Imperio roman o.

Además de 105 cultivos tradicionale<;, lo,; árabes ex-

plotaroll, sobre todo en Andalucía , Val cllcil y Murcia,

la cai'ia de azúca r, el mOI'al, cJ arroz, el .: Igodoll cro, el

plát;lIlo, la palmera )' mu ltitud de vejetales, frutas y

fl orcs, exóticas hasta Cllto nc c~\.

No adelantó lU Cil OS la industria: tan notoria como

merecida era la fama de las armas de Toledo, las sedas

....•

EIMO ANTIGUA.

,.

de Almcrfa, los encajes y estampados de Málaga, ¡as

pieles y tafiletes de Córdoba y el azúcar de Al.Andalus.

El cOlJlercio rivalizaba eOIl el de las ReplIblicas ita-

lianas y Damasco, trabajado muy especialmente por

berberiscos y judío.<;, los cuales exportaban á los paises

europeos, africanos y asiáticos cantidades incalculables

de oro, plata, mercurio, preciosas arm as blancas, teji.

dos de lana, hilo y seda, curtidos ordinarios y finos ,

azúcar y productos agrlcolas de infinitas clases. Este

desarrollo mercantil se hallaba favorecido por Ilumero-

sos barcos que hadan del Mediterráneo un mar exclu-

sivamente arábigo-hispano.

Li tera tura y Ciencias. Lo que caracteriza más

que nada la civilización de los árabes en Espi'l!1a es el

buen gusto por la literatura, las ciencias, y las artes:

la protección que los Ca lifas dispensaron ;\ cuantos

hombres se distinguían por Sil talento y voluntad para

el estudio, hizo que en poco tiempo se fundaran multi-

tud de escuelas, bibliotecas, museos y laboratorios, en

cuyos CC¡ltros se Ctil ti vaban con (xito las matem¡íticas,

la astrollom fa, la Ifsica, la química, la medicina, la filo-

sofía, la literatura y la histól'ia.

Entre las celebridades que mi" brill,lron por su sa-

ber ci taremos al filósofo ./Jl/errors, el médico Abm:;oar,

el naturalisL.1. Albilla,., el jUrisCOllsulto Abdalláll, el

or"adCl¡· Aljafib , los hi stori.adol-CS A/metÍ-d·Ra:;;, y

Ario-Slrd, el cronista Al·el/fllia, el gram i tico Abu·AIi,

el teólogo ¡lftl/ld::ir, y los poetas}' poetisas Said, L1i.w._

y Fálil1lr1.

L a Universidad de Córd oba . La capital del

Califato c."paiiol, la hermosa Córclo!.>a, mereció ser

Ibmach A(nlflJ d,· Oco·dmft· por sus nUlllerosos es!,,·"

blccilllientos de cnsc~anza , bibliotecas y museos; ade-

más de las madrism" oficiales,-quc eran muchas, s610

A l-Haquem 11 fun dó veinticinco costeadas de su tesoro

particular, para que recibiesen educación gratuita en

ellas los hijos de los pobres. Pero sobre: todos los cen-

tros del saber descollaba la Ulliversidad, la nl<Ís famosa

del mundo e ntonces, y en la cual explicaron profesores

tan eminentes como Abu-Becr·ibn-Jl:romvia, profundo

teólogo, Abu-AIi-K alí, enciclopedista e n ciencias sagra -

das y profanas, y l óJt-Alcllthia , el mas sabio gl'alll:i-

tieo de ES¡)J.j'ia: 10$ discípulos, venidos de todas partes,

se COlltahan por mi lb res .

Principal es m onu mentos arabigo ~ lli s pa~

Los pri ncipales monum~l1tos son la iYlczq/lita

de Córdoba, la eiralda de Sevilla y la Alllfl /llbra de

Granada, que representan los tres periodos del arte

arábi go en Espaíla.

La Mezqu ita ó aldjrlllltl (metropoli) fllé empezada

por Ade·r-Rahm<Í1l 1 en 780: los musulmanes la llama·

rOIl la Meca de Occidente. Tenia seiscientos pies de

largo por dosci entos cincuen ta de a ncho , treinta y

ocho naves sosten id as por mi! noventa y tres columnas

de mármol, y la uaban acceso diez y 11llCVC puertas

chapeadas de bronce, nueve al orien te, nueve al occi·

dente, y ulIa alllortc, la ele la ({!glliMa, cuyas pla nchas

eran ele oro; la cúpula miís alta rema taba en tres bolas,

las cuales sostenían una granada de oro. De noche se

iluminaba con cua lro mil setecien tas i<imparas.

La Giralda ([ [95) es una torre cuadrada, construida

de ladrillo rojo, cuyo exterior se ha lla cubierto por

ulla red de esculturas y cortado por series de ventanas,

de arco traspasado unas y de ojivas festoneadas las

nos.I::IlAIJ ANTIl.ólJA.

'J.i

restantes: coro'nábale antes un globo de oro , reempla-

zado hoy por la estátua de la Fé.

Erí la Alhambra ó Ka/at-d/u(Jl/ra (castillo rojo) se

manifiesta en todo su explelldor la arquitectura ara-

biga-hispana . Pertenece al siglo-x¡v, y lo único que de

ella puede decirse es que constitllye la maravilla artís-

tica más sublime que los siglos han producido jamás:

intentar su descripción , m,is que tCnleddad, sería locura.

Organización politica y social. El Califa, so-

berano absoluto y representante de Dios en la tierra,

asumía en su persona todos los poderes civiles, religiosos

y militares, y un Consejo, que él mismo nombraba, esta-

ba encargado de informar sobre todas las cllcstiones re-

ferentes á la administración del imperio: unos goberna-

dores, también nombrados por el Califa, y revestidos

de poderes omnímodos, mandaban en las provincias.

La ley civil tenía por base el Corán}' sus interpreta-

ciones autorizadas, de suerte que el libro sagrado era la

única fuente de derecho: los tribunales de apelación,

representando al Califa, podían reformar ¡as sentencias

de los jueces inferiores.

Los cristianos ó muzárabes, al igual que los judíos,

vivieron al amparo de las leyes muslllmanas, y solo pa·

gaban como tributo una capitación variable, pero en

dinero: los musulmanes contribuían COll el die::/JIo cn es-

pecie_ Unos y otros podía n aspirar á todos 105 empleos:

los matrimonios entre cristianos y musulmanes eran

bastante frecuentes.Hl STvRl,\

1H: F.SI'A¡!l ,I,

LECCIÓN XXII I.

L oe luCio::; en España .

l legada de los Jud íos 4 España. -Sus ~i cisilude s bajo la domi naci6 n

visigoda.- Su .ituacl6n en la España musul mana -C6nlo fueron con'

slderados en las monarquias crlsllanas.- Expatriaci6n perp ~tua de

esta rala, - C i~ilila ci6n Judáic o·es pañola: literatura rabln ica,

Llegada de los Judíos á Espana, La ruina de

Jerusalén por Tito y la dispersión decretada por Adria·

no son los acontecimientos que si rven de b:lse para cal·

cular la llegada de los Judlos á Espalla, aunque algunos

historiadores <tfirman la existencia de colonias israel,itas

á lo largo de la costa de Leva nte, en tiempos anteriores

: 1 1 siglo TI de J. C.

Los testimonios más ::Intiguos, sin embargo, sol o al·

C<lnzan á principios del siglo IV, y se refie ren :t los cá·

nones 49 y S0 del Concilio de Ili bel'ris (Elvira)-300 de

J. C.-en los cuales se prohibe al pueblo cristiano la

cOnlunicaci6n con estas gentes.

Sus vicisitudes bajo la dominación visigo-

da . Tranquilos vivían los Judlos bajo la dominación

visigoda en tanto que los invasores se OClIparon dc la

conquista definiti va del territorio, pero realizadas la

unidad nacional y la religiosa por Leovigildo y Recare-

do, precisamente cuando sus conocimientos en la indus·

tria, las artes y la agricultura y su economía exajerada

los habían elevado á ventajosas posiciones, los acuerdos

del Concilio In tol eda no les excluycn de todo caJ'go pú

blico, les prohibe tener mujeres mancebas)' les obl iga á

vivir sep arados del rcsto de la población en Sl1S juderías,El siguicnte Concilio, c1IV, dispuso que les fu eran

arrebatados sus hijos, desde siete años, con objeto de

instruirles cn el Catolicismo, y Sisebuto ILlego (6:w)

extrema contm esta raza el rigor de la persecución, po·

niéndoles en la disyuntiva de recibir el bautismo ¿, ex·

patriarse para siempre; entonces se marchal"On bastan·

tes, aunque los más quedaron siendo cristianos en el

exterior y judros en el retiro de su casa.

Como se anrmara que conspiraban con los Mus ulma·

nes africanos para facilitar la inv;\sión, y aun añadieran

que habían atentado contra la vida del rey, Égica les

condena ;i perpé/ua esclavitud, si n perdonar:í. los ancia·

IlOS ni á las Illujeres ni á los niños.

Con estos antecedentes no es extral10 que los judfos

tomaran parte en la guerra civil provocada por los hijos

de \Vitiza COntra Rodrigo, ni q ue aliados de los :irabes,

bajo cuya dominación se prometían mejor fortuna, favo·

reciesen luego con su astucia el asalto y conquista de

algunas poblaciones.

Su situación en la Españamusulmana. Muy

v:iria fué su fortuna en el Califato de Córdoba, y eles·

pués bajo las monarquías de T aifas: pasado el primer

perrodo de la conquista de E spal1a, durante el cual se

les encuentra sirviendo de auxiliares, viéronse elevados

unas veces y persegu idos otras, pero siempre od iados

de los musulmanes, por 10 mismo que más de una vel.

alcanzaban elevados puestos en la gobernación del

Estado.

Ta l sucedió por ejemplo, entre otros casos que pu·

diéramos citar, el 30 de Diciembre de 1066 , con moti vo

de haber sido desterrado de Granada, Abu·lshac, tillO

de los poetas nI,i>; "famado.s de 511 época: como se ere·,6

I

ye!'a que esta mediLla fut:: tomada por el príncipe Abu-

Manah-Badis, siguiendo los consejos de su 'favorito

Yl1suf.bcl1-Ismael, judío ue origen, subleváronsc los IllU-

sulmanes granadinos, asaltaron el palacio real, mataron

á Yusuf, que se había refugiado en él, y degollaron

hasta cuatro mil judíos. Hechos parecidos á este se re-

pitieron varias veces.

Cómo fueron consider ados en las monar-

quías cristianas. Durante la Reconquista merecie-

ron algunas atenciones de los monarcas cristi<tllOS, en-

tre ellos, de Alfonso VIU que concede el derecho de

ciudadanía á los jlluíos de Cuenca, de Fernando nI que

permite á los rabinos de Córdoba y Scvi!la la cdntinua-

cien de sus academias, de Alfonso X que les confirma

en todos sus derechos, aftadiendo otros nuevos, por el

auxilio que le prestaron en la composición de las la·

bias alfoNsillas, y de Pedro 1 que les concede un juez

extraordinario para sus litigios, y les consiente la re·

construcción de la sinagoga de Toledo.

Su fidelidad para con Pedro 1 les valió en el reinado

siguiente una persecución horrible durante la cual rue-

ron degol!ados muchísimos, lo mismo en Toledo que en

Zaragoza, Córdoba, y Valencia, sin que bastaran :i im-

pedirlo la elocuencia de San Vicente Ferrer ni las pro-

testas de la Iglesia, indignada contra tamaños excesos.

Expatriación perpétua de esta raza. El 31

de Marzo de 1492 promulgó la 11lquisición l'spruio/a el

decreto que ordenaba la expatri;¡ción perpétua de esta

raza, señalándola para verificarlo el perentorio término

de cuatro meses y sin consentirla llevar nada, aun lo

de su propiedad particular: según cálculos probables

emigraron entonces de España unos 160.000 judíos,¡';DAD MEDIA.

97

procedentes casi todos de las comarcas de Castilla, Va-

lencia, León, Zaragoza, Andalucía y Badajoz.

C~viliza ciónjudáico-eBpafiola: literaturara-

bínica. Los Judíos vivían en barrios separados ó ju-

derías, carecían de libertad política, se regían por leyes

especialmente redactadas para ellos, gobernábanse por

sus rabíes ó jueces, solo dependían del rey en todos

sus asuntos, y contribuían á las cargas públicas COIl un

impuesto directo de bastante consideración, además de

los indirectos á que, segun las circunstancias, se halla-

ban obligados todos los españoles. .

En tanto que musulmanes y cristianos se ocupan

preferentemente de la guerra, comienzan las EsC1te!as

rabínicas de Córdoba y Toledo á dar señales de pode·

rosa vida á mediados del siglo x, pudiendo citarse,

entre las eminencias convertidas al cristianismo que de

ellas salieron, á Raúi don Santo, autor de los Consejos

al rey don Pedro, la Doctrina Cristiana, y la Danza de

la muerte; Pablo de Santa María, que compuso varias

obras de Teolog{a; Alvar García, del c~al se conserva

una crónica de Juan lI; Alollso de Cm'tagena, que escri·

bió una genealogía de los reyes de España; Alfonso de

Baella, autor de su famoso Cancionero; Yerónimo d~

Sal1ta Fé, el mejor orador sagrado de su tiempo; Alollso

de la l:::rpil1a, que llegó á ser Rector de la Universidad

de Salamanca; y 7acobo Ca1tSÜIOS, notable alquimista.

7RECONQUISTA CRISTIANA.

(7 18- 1506 )

LECCIÓN XXIV.

(Reconquiste.

cr i~ti ans

en Asd.ria:;.)

Balalla de Covadonga: origen del rei no de Astllrlal. - ProclamacI6n de

Pelayo.-Alfon8o el Católico: 'UI brillantes campañas.-FrueJa: Sil'

blevaci6nes.- Reyes malamente llamados usurpadores.-Bermudo 1:

su abdlcaci6n.

Batalla de Covadonga: origen del reino de

Asturias. De la dominación musulmana solo se li ·

braron algunos espafioles, refugiados en las fragosida-

des de la cordillera cantábrica: allí fueron también en

busca de asilo otros muchos del interior de la Penín-

sula, notándose que la común desgracia borra para

siempre las antiguas denominaciones de visigodos é

hispano-romanos, que durante tantos años los habían

dividido.

En lo sucesivo ya no se habla más que de espaFioIes

cristianos, en oposición á los es/mio/es musulmanes, 10

cual revela la armonfa que informará la Reconquista

por espacio de siete siglos.

L os invasores desdeñaron al principio este movi-EDAD ~IEDI"' .

miento de concentración que se observaba hácia el

N. O. de España; pero no tardará en demostrarse el

carácter español, dispuesto siempre á rechazar toda

invasión extranjera, cualquiera que ella sea.

Con el intento de no dejar tras de sí enemigos que

pudieran cortarle la retirada, caso necesario, envió el

amir Al-Horr á su general Az-Zamdlt al frente de un

ejército para reducir este grupo de cristianos, cncas-

tillados cn sus abruptas montañas, á tiempo que él se

internaba en Francia por los desfiladeros del Pirineo.

A vista del peligro, los astures se concentran en el

valle del Auseba, y después de encerrar á las mujeres

y nil'los en la gruta de Covadlmga, que defendían enor-

mes peñascos, coronan las alturas dispuestos á opo-

nerse al invasor, á pesar de la muchedumbre de enemi-

gos que les asedia por todas partes.

El combate se libró con ardor: arrojaban los de

arriba enormes piedras que aplastaban al enemigo, en-

cerrado en pasos de imposible salida, mientras que las

flechas de los infieles se revolvían contra ellos, des-

pués de rebotar en la roca; ulla tempestad que de

improviso estalla embravece los torrentes de la mono

taña, los cuales arrastran hasta el llano los cuerpos de

los musulman~s confundidos con los despojos de los

muertos. El espanto se hace general, y los cristianos,

ganada la batalla, (7 I S), persiguen al enemigo hasta el

puerto de Pajares, cuyo picacho más alto se llamó

Tibi grafías, desde entonces, en recuerdo de la oración

elevada al Altísimo por aquél pueblo de valientes, en

cuyos pechos latía profundo el sentimiento de la patria.

Asf nace á la vida el reino de Astúrias, y as{ también

comienza la Reconquista que los Reyes Católicos con-•

' 00

UIS-rÓRIA I}J,; ESrAÑA.

cluirán, al plantar la cruz sobre los minarctcs de Gra·

nada .

Proclamación de P elayo. Animados con el

triunfo obtenido, los cristianos elijen por rey á Pda)'o.

hispano-romano de origen; en la jurisdicción de eallgas

de Onís puede verse todavía el lIamndo Call1po de la

Jura. Los límites de esta primera monarquía cristiana

cranJos dos Dcva y Ea, los montes Herbáceos, y el mar.

D espués ele UI1 reinado de diez y nueve años fallece

Pelaya (737), y los cristianos eligen para sucedcrle á su

hijf) Favila, el cual mucre á poco de\'orado por un oso.

Alfonso 1 el Católico: sus brilla.ntes campa-

nas . La opinión unánime elevó al trOIlO al joven AL·

fonso f (739) que por su celo religioso mereció el cali·

ficativo de Católico; era hijo ele los duques de Cantábria

y estaba casado COIl una hija de Pelayo . .

La guerra civil que por aquel tiempo estalló entre los

musulmanes, favoreció los designios- de este monarca,

el cual, sin resistencia, se apodera de todos los territo-

rios hasta el Ducro. Sucedió que descontentos los ber-

beriscos de los árabes que los habían relegado á las ás-

peras n}ontai'ias de Astúrias. León y Galicia, en tanto

que ellos se posesionaban de los paises más fértiles y

hermosos, secundan el movimiento iniciado contra los

descendientes del Profeta y marchan en masa hácia el

mediodía de la penlnsula: esta emigración facilita la

independencia de los gallegos, que se suman con los de

Astúrias (75 1), y hace que caigan sucesivamente en po-

der de los cristianos las ciudades de Astorga, León, Za-

mo¡-a, Ledesma y Salamanca.

De los pocos berberiscos quc continuaron viviendo

el territorio de Astorga, si bien sometidos desde enton-.tDAD )ILDIA.

'"

ces á la dominación cristiana, descienden los actuales

1IIaragatos, los cuales conservan todavía en su traje y

costumbres indelebles recuerdos de su origen africano.

Alfonso penetra cn las arruinadas poblaciones, res·

taura sus fortalezas, reedifica los templos destruidos pOI'

el fanatismo musulmán, y después de talar los campos

y degollar multitud de enemigos, vuelve hácia el nortc

abandonando las llanuras de Castilla, donde era impo ·

sible defenderse.

Desde León hasta las estribaciones del Guadal'rama,

se extendía por Castilla un verdadero desierto, barrera

natural que separó durante mucho tiempo á musulma-

nes y cristianos.

Fruela 1: sublevaciones. Precisamente cuando

Abde-r-Rahmán 1 conseguía emanciparse de Damasco.

fallece Alfonso 1, y le sucede por elección su hijo Frue-

la I (757), fundado r de la ciudad de Oviedo.

Acometido por los musulmanes, alcanza sobre ellos

algunas ventajas, pero tiene que suspender por dos

veces las operaciones militares para sofocar la Suble-

vación de los vascones y gallegos, á los cuales somete.

Se atrajo las iras del pueblo por haber mandado de-

gollar á su hermano V imarano, y las del clero por

entrometerse en asuntos de disciplina eclesiástica: esta

tempestad de 6dios haee que se trame contra él una

conspiración, de cuyas reultas muere asesinado (768).

Reyes malamente llamados usurpadores .

Ocupan sucesivamente el trono Aun/io, Si/o Maltr~·

gato y Bermlldo 1 el Diácono (768-791), sin razón

apellidados usurpadores, pues alcanzaron el poder en

la misma forma que los reyes anteriores, es deci r, por

elección.'"

lIISTÓIlIA. DE ESPAlicA.

Nada hicieron en beneficio de la reconquista, y sí

solo Mauregato rechazó valerosamente el ataque de los

berberiscos de la maragatería que á las órdenes de

Mahmud (784) invadieron el territorio cristiano, hasta

llegar á 'las inmediaciones de Oviedo: empeñada la ba-

talla, fuer on derrotados y perseguidos hasta las orillas

del MiñO, en cuyas aguas perecieron muchlsimos.

Bermudo 1: su abdicaoión. Bermudo 1 fué

nombrado rey (789) cuando el príncipe A l.H áquem 1

inaugura con fortu na la guerra santa: bien p ronto se

convence de que no tiene las cualidades imprescindi-

bles en todo monarca guerrero, y abdica la corolla en

el que antes fué Sil competidor, Alfonso II, conocido

con el sobrenombre de Casto. T ermina sus dias en un

monasterio.

LEOOIÓN XXV.

Allo nl O 11: . 'U$ vlclorias.- EI sepulcro del apblol Sanliago.- Ra-

mi ro 1: lublevaclones.-Ylctorla d. Alb. lda.- Co natos d. Inv .. 16n

normanda- Ordoño 1: balaUa d. ClaviJo.- AllonlO 111: sus bri llantes

exp.dlclon .... - Subl.vaclonu: abdlcaci6 n del rey.

Alfonso 11: sus victorias. AIfOllsO 1/ el Casio

(791 ) inaugura su reinado con la brillante jornada de

Lutos (Lugo) ganada contra los musu lmanes que mano

daba el valiente Abu-Moghit.

H abfan invadido estos el territorio de Astúrias, lIe·

gando hasta Oviedo, cuyos templos saquearon, pero

conducidos astutamente á un terreno pantanoso, entre

marjales y marismas, donde no podían defcndcrsc, per-

dieron mucha gente y huyeron á la desbandada.EDA!>

~IWIA.

'·3

El prfncipe Hixem quiere en el afio siguiente vengar

este desastre, y manda numerosas tropas á las órdenes

de Abd·al·Carim: derrotados los infieles de nuevo, con·

tinúa Alfonso Ir la reconquista en dirección del S. O.

y penetra en Lisboa, de cuya ciudad se apodera, así

como de otras muchas.

Para dar noticia á CarJomagno de estos triunfos y

fortalecer la amistad que con él tenía, le envió una

embajada compuesta de los caballeros FrueJa y Ba·

silio, á los cuales acompaflaball siete nobles musulmanes

prisioneros, a rmas, trofeos, y una tienda de campaña

ocupada al enemigo en el saqueo de Lisboa.

EL sepulcro del apóstol Santiago. A unas

ocho millas de Padrón (Iria·F lavia ) se cl\contró el se-

pulcro del apóstol Salltiago, p rimer propagador del

cristianismo en Espafla, en un campo que dcsde enton·

ces se llamó de la estrella (campus-stell<e ó campos·

tela, como se dice hoy) aludiendo al resplandor que

sirvió de guía para verificar el descub rimiento: levan·

tóse en aquel lugar un templo bajo la advocación de

este santo. Desde entónces, i Sm:titl,fo, y cierra Espaiín.'

¡erá el g rito de guerra de los españole$ cristianos al

entrar en combate.

Ramiro 1: sublevaciones . Le sucede Rnmir9 I

(842), hijo de Bermudo: quiere el conde gallego Nepo·

ciano arrebatarle el trono, pero derrotado y prisionero

en la batalla de Nárcea, es encerrado á p erpetuidad en

un castillo, después de arrancarle los ojos.

Trata el rey de poner en orden el pa{s, mejorando

la admin istración, refrenando los ánimos inquietos, y

dictando severas medidas contra los salteadores y la·

drones, mas solo con.c;igue que se trame contra él tina'°4

IIIST61UA DE ESPA~A.

conspiración formidable, que tiene la buena suerte de

matar en su principio.

Victoria d e Albelda . Libre de estos cuidados

continúa la reconquista al frente de un poderoso ejér-

cito, y después de penetrar en la Rioja, donde vence

al enemigo cerca de Albelda, se retira tranquilamente

á sus estados.

Conatos d e invasión normanda. En el año

844. una escuadra de 1l0rmalldos , pueblo sanguinario y

feróz ,que después de habitar las orillas del Báltico

había conseguido imponerse á los franceses, llegó hasta

las playas asturianas obligado por una violenta tem-

pestad: saquearon estos ·piratas á Gijón, pero Ramiro 1

marcha contra ellos, y los derrota quemándoles sesenta

naves y destrozando no pocas.

OrdO!lO 1: b at alla de Clavijo. Ordoil0 [ (850)

que sucede á Ramiro, su padre, consigue algunas ven-

tajas sobre los musulmanes, de los cuales recobra á

Soria y Salamanca: también reedificd'!·á T uy , Astorga

y León. En este reinado tuvo lugar la batalla de Cla-

vijo, contra el moro Afu::n., cristiano renegado que ha· .

bía sabido captarse la simpatía de los musulmanes.

Alfonso III: sus brillantes expediciones .

Alfonso IU (866), hijo de Ordoi'ío, mereció bien el ca-

lificativo de Grn.nde COIl que 1,a historia le honra.

Después de sofocar varias revueltas y sediciones in-

teriores, dirige sus armas victoriosas contra los infieles,

á los ~uales desaloja de la ribera del D uero: penetra

por el interior del pals musulmán hasta las vegas que

fertiliza el Guadiana, y vence sucesivamente al enemigo

en las batallas de Órbigo, Atienza, Coimb¡:a, Belorado,

Pancorbo, y Zamora.I!:DAD ¡ IIiDl A.

l OS

Subleva.ciones: a.bdicación del rey. Lástima

grande que las sujestioncs de Nuño Fernándcz, conde

de Castilla, amargaran sus últimos años, precisamente

cuando al amparo de la paz se disponía á trabajar en

beneficio de los pueblos: rebelado cOlltra Alfonso 111

su hijo primogénito Garda, al cual apoyaban, además

del citado conde, su desleal madre Jimena y sus herma·

nos Ordoño y Fruela, redujo á todos por la fuerza y

encerró al revoltoso infan te en el castillo de Gauz61l.

Así se pasaron t res anos; y como comprendiera el rey

que la guerra civil cstallaría no tardando, reune en

Bordes (910) una asamblea de notables, y ante ella

abdica solemnemente aquella corona que con tanta

gloria había ceñido durante cuarenta y cuatro años.

Dividi6 el reino entre sus hijos, otorgando el te·

rritorio de Lcóll á Ga]'cía, el de Caliúa á Ordono, y á

FrucJa el de AsllÍritls: la P rovidencia se encargará

p ronto de inutilizar tan impolitica desmembración.

A lfoltso III dejó escrita una Crónica desde Wamba

hasta Ordoño 1.

LECC IÓN XX VI.

Reino di Le6n: Garcla I.- Ordob JI: batallas de Slln Esteban dI

Go rm az y de Val dejunqucra.- Fundacioh de la Catedral Ilonlll.-

Fru ~la 1I.!.... Alfonso IV: ,\1 abdlcacJ6n. - Ramiro 11: batalla dI Si.

manc3s.-0rd oño 111: compllcaclO:les con Culi lfa.-Sancllo 1: pta·

nes del conde Fernin G ond.l~z . - O rdo~c IV.- SancIlQ I en C6rdoba.

-Reslauraci6n de t rll: 1\1 muerte.

Reino de León: Garcia. l .-La historia del ,'ciIlO

de León principia con Garda 1 (9 10) el cual mllere á

los tres año~, sin haber hecho Ilada notable.

,I

, o6

HtS1'6RIA DE ESPAÑ ... .

Ordoño 11: batallas de San Esteban de Gor~

maz y Valdejunquera. Le hereda su hermano el

rey de Galicia Ordolío [I, COI1 cuya proclamación se

juntan ambos reinos, momentáneamente separados.

Este suceso coincide con el origen de otros estados

independientes que contribuirán :i. la Reconquista cris-

tiana en Navarra, Aragón y Cataluña.

A poco de ser coronado Ordoño 11 en León inaugura

la guerra contra los infieles rechazando en las orillas

del Duero al ejército de 20.000 soldados, que mandaba

Ibn-abi-Abda, al cual derrota en los campos de San Es.

teb(/Il dI! Carilla:: (916). Los vencidos musulmanes se

retiran hácia Navarra con intento de tomar venganza

del anterior desastre, y 10 consiguen, á pesar de haber

peleado juntos en Val-dE-Junquera los reyes Ordoño II

y Sancho Gareés: la eulpa de esta derrota cayó sobre los

condes de Castilla que, si avisados con oportunidad,

llegaron tarde al lugar del combate, POl- lo cual el rey

de León se ensaña en ellos haciendo encarcelar á mu-

chos en lóbregos calabozos, y degollando sin piedad á

no pocos.

Fundación de la Catedral leonesa. Conside·

randa Ordoño JI que la pequeJia catedral de L eón no

era digna de w Corte, y queriendo demostrar su agra-

decimiento á Dios por la victoria de San Esteban de

Gormaz, hizo donación de su propio palacio al efecto

de construir otra nueva, mayor y más capaz: era éste

un espacioso edificio de tres naves, construido para

gimnasio y casa de baños durante la dominación roma·

Ila, y de tan bucnas proporciones, que pocas obras

fueron necesarias para convertirle en hermosísimo

templo.¡¡DAD MEmA.

'0'

Fruela II. A la muerte de Ordoi'io II queda sin

efecto el impolítico reparto que de sus estados había

hecho Alfonso III al abdicar, pues leoneses y gnllegos

proclaman á su hermano Frite/a 11 (924), rey á la sazón

del territorio de Astúrias: este monarca solo se distin-

gue por su carácter altivo y cruel.

Alfons o IV: su abdicación. Un ai'lo después

(925) maria de lepra, sucediéndole el mayor de los llijos

de Ordoflo n, Alfol/so IV, el /lfollge: más aficionado á

la vida del claustro que á la agitada de los campamen·

tos, abdica la corona en su hermano Ramiro [J(931),

después de haber pasado seis afias sin hacer nada nota-

ble, lo cual no es obstáculo para que, más adelante,

arrepentido de su obra ó escuchando Ins sugestiones

de sus primos los hijos de Fruela, pretenda recobrar la

corona. Aunque se hizo fuerte en León, su hermano

Ram iro le derrota con el ejército que ten(a preparado

para guerrear contra la morisma, y después de sacarle

los ojos, lo mismo que á sus consejeros, le manda en·

cerrar en el Monasterio de Sahagün, donde concluye

sus dias.

R amiro II: batalla de Sim an cas. Terminada la

complicación anterior marcha Ramiro IT con sus tropas

hácia la frontera musulmana, y llega á las extribaciones

de la cordillera del Guaclarrnma en donde se apodera de

Magerit, terminado lo cual, y teniendo conocimiento dc

que Abde·r-Rahmáll lU corre :í su encuentro, le presen-

ta batalla eerca de Simallcas (938), en la margen dere-

cha del Duero, y obtiene la más completa victoria: el

mismo Calira rccipió algunas heridas, aunque de poca

gravedad, r no cayó preso gracias á la agilidad del ca-

ballo que montaba.,oS

H IST6illA VE I!:SP A:<A.

Ordoño III: complicaciones con Castilla

Ordoíio 111 su hijo, que le sucede (9 50), se vió constan-

temente envuelto por las intrigas con que el conde de

Castilla, Fcrn:ín GOIl7.ález , p¡'ctendia debilitar el reino

leonés para conseguir de este modo la independencia

de Su territorrio; pensamiento que sirve de esplicación

á los s ucesos que se desenvuelven en ambos pél.íses.

El Castellano, con cuya hija mayor estaba casado Ordo-

ño, comprendió pronto que este monarca jamás consen-

tiría en despojarse voluntariamente de \a soberanía

sobre su Condado, y al efecto se dedicó á fomentar las

ambiciones del jóvcn Sancho, hermano del rey, con la

pretensión de destronarle. No fué así, pero muerto aquel,

intriga para que el t rOllO sea ocupado por Smlclto 1 (9 5 5)-

Sanch o 1: pla.nes d el conde F erDa.n Gonza-

lazo Sancho J, á quien a pellidaron el Craso por su

excesiva gordura, tampoco se prestó á servi l' de instru ·

mento para complacer las aspiraciolleii separatistas de

F crtl,in González, por lo cual éste le opone otro

candidato, Ordoiío el Afalo, el cual consigue destro-

nado (9 58).

Sa.n c h o l IT en C órdoba. E ntonces se di6 un

espectáculo bien curioso: desde Pampl ona , donde San-

cho se había refugiado, marcharon en dirección á Cór-

doba éste y su abuela T a ta, reina ma{lre de Navarra,

con el doble objeto de buscar un médico que le curara

de _,>u obesidad, y de quc el Cali fa le facilitase los me-

dios de reconquistar el trono_ Abde-r Rahmán 111 los

recibe en el palacio de Zahara, y tuvo la sati sfa~ci 6 11 de

ver ;( sus piés al hijo de su vencedor en los C<1.mpos de

S imancas, al cual concedió cuanto pedía á cambio de

diez fortalezas fronterizas.

•¡¡DAD IoIEDIA.

' 09

Restauración del rey: su muerte. Curado

Sancho, marcha á León acompai'iado de un ejército

musulmán, y en Abril del año 960 hace su entrada en

la capital : reconocida su autoridad, derrota al conde de

Castilla, y le prende, en tanto que el aborrecido Ordo·

1'10 IV se refugia en HLlrgos, de cuya ciudad sale deste-

rrado al país musuhllált. Siete años después moría San-

cho, envenenado por un Conde gallego que le había re-

galado tUl cesto de mauzanas.

LECCIÓN XXV II.

Ramirlllll: primera regencia en Le6n.-r"ayor edad dol roy: su ingrali-

lud.-Bermudo 11 : yiclorlas de Almanzor.- Allonso V: los Buenes

FU'fos.- Sitio de Viseo y muerte del rey.- Bermudo 111 : independen'

cia del condado do CasUlla.-Qué habia .ldo esle condado.

Ramiro I1I: primera regencia en León. Le

sucede su hijo Ramiro !![ (967), que solo contaba cinco

aflos, bajo la regencia de su madre dofla Teresa y su

tia doña E lvira.

El primer acto de las regentes fué renovar el tratado

de paz ajustado en el reinado anterior con el califato de

Córdoba, pues necesitaban de toda su actividad para

contrarrestar el influj o de los nobles, los cuales, prevali·

dos de la menor edad del rey, querían absorber en pro·

pio beneficio las principales atribuciones gubernativas

del reino con el intento de inutilizar la monarqufa. Estas

tendencias feudales encontraron en las virtuosas dol'la

Teresa y dalla Elvira el merecido correctivo, pero el

aspecto de las cosas varió por completo á la mayor

edad de Ramiro UI.HISTÓRIA DE ¡';SrA ~A.

Mayor edad del rey: su ingratitud. Era este

llcsdichado monarca tan desdeñoso y altivo para con

todos, quc bien pronto consiguió hacer el vacío en de-

rredor de su trono; si bien se medita, nada tiene esto

de particular, pues el que había tenido valor para poner

en duda la moralidad de su propia madre en el gobier-

no y administración del real patrimonio, mucho peor

habrfa de portarse con aquellos á quienes solo debía

consideración y respeto. Además, como su conducta

privada era por extremo pervertida, proclamaron los

gallegos á BCYlIl/ldo Il (982) y con este motivo estalla

una guerra civil á la que, después de la indecisa batalla

de Portilla de Aren~s, pone término la muerte de Ra-

miro.

Berroudo 11: victorias de Alma.nzor. Tiem-

po era ya de que se hiciese la paz: atentos los musulma_

nes á las discordias interiores del reino cristiano, per-

, manecfan vigilando las fronteras en acecho de caer

sobre León mientras que el terrible Almfl1u;oy saquea

los territorios de CatalUl1a, Aragón y Navarra ..

Llega el año 996, y Almanzor pasa el Duero, y se

lanza contra los leoneses, matando y destruyendo cuan-

to se le pone al paso: ciudades, castillos, aldeas, mo·

nasterios, nada perdona su fiereza. Mientras que Ber-

mudo Ir se refugia en Oviedo impedido de tomar parte

en la guerra, los musulmanes atacan la capital, valien-

temente defendida por el conde Guillht GOllzdkz, el

cual, herido y todo, se hace vestir la armadura y llevar

en una litera hasta la misma brecha abierta por los si·

tiadores, consiguiendo reanimar el abatido espíritu de

los leoneses, cansados de un largufsimo asedio y de tres

días de renido combate.F,DAD MEIJIA.

. ,

A pesar de su buena ciudadela, de sus fuertes torres,

y de sus murallas romanas qne tenían más de veinte

piés de espesor, León fué conquistada.

Alfonso V : los Buenos Fueros. Después de

estos sucesos quedaba reducido el reino á los dislrilos

cei'lidos á la costa, ni más ni ménos que en los primcros

tiempos de la reconquista cristiana: tantas amarguras

precipitan la muerte de Bermudo 11 , al cual sucede su

hijo AlfONSO

de menor edad (999). bajo la tutela del

conde Menendo González y la regencia de su madre

doña E/viro.

Muerto Almanzor, debilitado el califato de Córdoba

y caido en la más espantosa decadencia, ya de mayor

edad Alfonso V, se consagra a reedificar las destruidas

poblaciones y poner en orden la desconcertada mona r-

quía, que de ello tenía mucha falta.

Los fugitivos leoneses prefedan vivil' en los barran-

cos y cortaduras de sus montaftas en vez de bajar ni

país de los llanos, temerosos de que los musulmanes

volvieran otra vez con sus temibles algaras, y as! se

hizo necesario para obligarles á cambiar de vida, que

A1fonso V, valiéndo:re de la paz que á la sazón se dis-

frutaba, reparase las fortificacion es de León, Zamora,

Astorga y Coyanza, como prontamente se hizo.

Luego reunió en la catedral leonesa un C01ll:jlio

(ro2o) para determinar las leyes y ordenanzas por las

cuales se había de gobernar el reino en lo sucesivo, y

los BUeIlos fll~ros redactados en él son la primera cons-

titución que ha conseguido llegar hasta nosotros, des-

pués de haber regido por espacio de muchos siglos so-

bre tan vasta monarqu (a.

Sitio de Viseo y muerte del rey. Continuaba

v.., "

IIlSTÓRIA L>E ESI'AR.\.

Alfonso V la reconquista dirigiendo sus armas victo-

riosas contra Portugal, cuando una saeta lanzada desde

las murallas de Visco le deja muerto, $llcediéndole su

hijo Berrnudo III, niño todavía (1028). E ste suceso coin-

cide con la destrucción del califato de Córdoba y la

fo rmación de las monarquías de T aifas.

Bermudo III: independencia del condado

de Castilla. Bcrmudo HI concertó el matri monio

de su hermana doi'in Smuluz con García, concle de Caso

tilla, para terminar de una vez las diferencias que sepa"

raban ambos pueblos.

Pero sucedió que los Velas asesinaron á García en

León cuando ven ía á casa rse, con cuyo motivo el con-

dacio de Castilla pasa por herencia á doña Elvira, espo.

sa de Sancho III de Navarra: esta herencia, aunque

conforme á derecho, era una injusticia enorme, por lo

cual Bermudo III quiere apelar á las armas para dispu·

tarla.

El buen deseo de los mediadores cntre una y otra

parte consiguió llegar á un acuerdo por virtud del cual.

F~nta11d(), hijo de Sancho JII, se casaba con doña San·

eha, recibiendo como dote ambos esposoS el condado

de Castilla, convertido en reino independiente.

Así se hizo, y como á poco muriese Bermudo IrI,

Fernando 1 y dOl1a Sancha reinan á la vez sobre ambas

monarquías.

Qué habia sido este Condado. Respecto del

origen de Castilla, parece 10 mas probable que el terri·

torio conocido CO il este nombre debió llamarse así por

las fortificaci ones levantadas en la llanu ra, una vez que

los cristianos se atrevieron :i descender de las montanas

para continuar la Reconquista .•

" 3

EDAD M¡':DlA.

Como los territorios reconquistados se entregaban á

los más valientes, á título de premio, para su conserva-

ción y defensa, de aquí los Ctmdi'S 6 jefes militares, que

fueron varios, y estuvieron subordinados á uno princi_

pal, residente en Búrgos.

Estudiando el reinado de Alfonso III hemos visto á

N lnio Ft'rlfálldt'¡;, suegro de Garcfa, intrigando contra

el monarca leonés y creándole sérios conflictos, .10 mis·

mo que más adelante, en tiempos de Ordoño Ir, digi-

mas que á los condes de Castilla hubo de imputárseles

la catástrofe de Val-cle-Junquera: si esta conducta fu é ó

no dclibcrada, cosa. es discutible, pero en cambio apa·

rcce evidente la tendencia de estos pequeños soberanos

;í emanciparse del reino de León, del cual eran feuda-

tarios.

P rescindimos de la fábula relativa á Lain Calvo y

Nuño Rasu ra, para fijarnos en Femdll COlIlJále¡; (93.0),

vencedor incansable de los musulmanes y protector de

Ord0l10 IV el Malo, en Sancho Carda (1005) que legó

á Castilla el código que se conoce con el nombre de

Fuero viejo, y en Carcítl (1022), asesinado por Jos Ve·

las, del cual dig imos había venido á Lean para casarse

COIl doña Sancha.

LECCIÓN XXVIII.

,

Ferna ndo 1: Concilio de Coyanza.- Guerra con Navarra_- Guerras y

conquillas.- Patl!ci6n del reinO.- Sancho 11 : Guerra cl,U .- Sitio

de Zamora: muerle del rey.

Fernando 1: Concilio de Coyanza. Fenton-

do J (103'7) reune las coronas de L dm y Castilla, y

S

J'"

IIlSl'ÓRIA 1)~ f.SPA~A.

con él com ienza en ambos reinos la dinastía de Na·

varra.

Su p rimer acto politico rué convocar en Coyt1llfJfl,

(Valencia de D. Juan) Ull Concilio (1050) pa recido ;i

los celebrados en Toledo durante la dominación visi·

goda, pues se había hecho necesaria la sustitución de

las antiguas leyes por otras más conformes con el pro-

greso de los tiempos, á la vez que precisaba reformar

las costumbres del clero, en algunos puntos poco COIl-

form es con su delicado min isterio.

Guerra. con Na.varra. Cuatro 'lIios más tarde,

cuando se dedicaba ~i reorga nizar la administracióu de

los pueblos, se vió en la necesidad de sostener una gue-

rra contra GarcIa, rey de Nav3f1'a, el cual, como her-

mano mayor suyo, p retend ía sumar todos los estados

que constitu ían el patrimonio dc su padre al morir:

después de varias tentativas de paz, aunque sin rcsul·

tado alguno, encontráronse los ejércitos de ambos her-

mallos cn los campos de A tnputrca ( 1054) cn cuya

batalla muerc García Cl\ los brazos de San Tgnacio, de

cuyos razonables consejos no quiso hacer caso. T oda

la Navarra superior cae en poder de castellanos y leone·

ses, pero Fernando tiene la generosidad de cederla á

su sobrino Sancho I V, proclamado rey por los navarros.

Guerras de conquista. Libre ya de esta gue-

rra enojosa, F ernando 1 continúa la reconquista cris-

t iana, y al efccto pasa el Duero, entra en Portugal y se

apodera de Visco, L amcgo y Coimbra; así como en la

siguiente campalla (I05S) recobra á San Esteban de

Gormaz, Aguilar y Berlanga, y tala los campos de

Guadalajara y Madrid.

Después de hacer sus tributarios á los reinos moros

•l::IJAIJ MP-UlA.

"5

de Toledo y Sevilla, emprende el sitio de Valencia,

bajo cuyas murallas adqu iere una g rave enfermedad

que le condujo al sepulcro.

Partición del r eino. Antes de morir convocó

las Cortes del1'Cú¡o (1064) Y con su aprobación reparo

tió entre sus hijos los territorios que componían la po-

derosa monarquía castellano-leonesa, entregando á

S,wclto, el primogénito, Castilla; á Alfonso, León; á

CnreJa, Gal icia; el señorío de Toro á doria Elui1-a; y el

de Zamora á doila UrraCfl.

Sancho II: gu erra civil. Solo la prudencia ele

la reina madre pudo conseguir que semejante partición

fuera respetada, pero muerta esta ,.senara á los pocos

meses, (1065) Sane/lO JI el Fuerte, se dirige contra su

hermano Alfo1lso Vi de Leóll, al cual derrota en las

batallas de Llantada y Volpcjar, enviándole como pri-

sionero al monasterio benedictino de Sahagún: invade

luego Galicia sin que Garela se oponga, y después de

apoderarse del señodo de Toro, pone sitio á Zamora,

cuyos habitantes defenderán c<>n heroismo los dere-

chos de su soberana dúfía Urraca.

Sitio de Zam ora: muerte d el rey . En tanto

que Alfonso VT se fuga de Sahagún para refugiarse

en T oledo, cuyo rey Almamún le presta b enévola aco-

gida, continúa Sancho 11 el comenzado sitio sin que

los de Zamora dieran sei'lal de rendirse, por más que,

aislada la población con el exterior, y sin otras sub-

sistencias que las ordinarias, era presumible que el

hambre les obligara á capitular.

E! desenlace del sitio fué bien impensado: un fingido

desertor, Bellido D olfos, ofrece ensefiar al rey de Cas-

tilla un portillo del muro que facilitarla el asalto; y,,6

Ii1ST6RIA DE ESPAÑA,

como ambos se alejasen del campamento para verlo,

vuelve Bellido su espada de improviso contra Sancho,

el cual cae muerto con el corazón hecho pedazos.

El asesino huye á la carrera y se refugia en la ciu-

dad, tina de cuyas puertas se abre para recibirle, cual

si los sitiados lo esperasen, á tiempo que clava su lanza

en ella Rodrigo Ruíz Díaz de Vivar, cuyas hazaiíns

futuras habían de asombrar al mundo.

LECCIÓN XXIX.

Alfonso VI 01\ l eón: Jura de Santa Gadea,-EI Cid campeador.- Con·

qui sta de Toledo.-Camblo de l rilo gótico por el romano.- lnvasi6n

de los Alm orav ides : batall a de Uclés .- Ind cpendencia de l co ndado

de Portugal.

Alfonso VI en León: jura de San ta Gadea.

Cuando llegó á Toledo la noticia de que Sancho JI ha

bía muerto bajo los muros de Zamora (I073), se pre-

senta Alfonso VI en León, 110 sin haber pactado antes

un convenio de alianza con ei rey moro Almamún, que

tan desinteresadamente le había protegido en su des-

gracia.

Reeonociéronlc sin dificultad los leoneses, pero no

así los de Casti!1a donde corrieron voces de que había

tenido alguna parte en el asesinato de su hermano, por

lo cual le obligaron á jurar solemnemente su inocen-

cia, hasta tres veces, sobre el altar de la Iglesia de

Santa Gadea: cumplido este rcquisito, le aceptaron

como rey.

E l Ci d cam peador . Propuso la fórmula del ju-

ramento tlll jovcn castellano, Rodrigo Rufz Díaz de

Vivar, más conocido pOI' el Cid, campeador: después deEDAD )!ED!A.

"7

haber probado su valor en los combates contra la mo-

risma, fué armado caballero por Fernando 1 en la Igle-

sia de Coimbra, precisamente á los pocos dias de ha-

ber sido conquistada esta plaza á los musulmanes.

Al servicio de Sancho JI tomó parte en cuantas

acciones intervino aquel monarca, lo mismo en las gue-

rras civiles que en las suscitadas contra los musulma-

nes; y quién sabe si el recuerdo de la derrota de

Volpejar joRuyó cn el ánimo de Alfonso VI para des-

terrarle de Castilla, por m,is que la opinión general atrio

buya este suceso al juramento de Santa Gadea: lo

cierto es que fl!é cxtr,:ulado del reino, y que después

de estar algún tiempo á las órdenes del !''e y moro de

Zaragoza, emprende por cuenta propia la conquista

de Valcncia, de cuya ciadad se apodera (1094).

Bien pudo alzarse con la soberanía del territorio con·

quistado, pero no lo hizo, Si11Ó que se lo ofreció al rey

de León y Castilla, el cual le levantó el destierro, y le

otorga el gobierno de la desde entónces llamada ciudad

del Cid: sostúvola algun tiempo contra el poder de los

almora vides, hasta que estos por fin la recobran, de

cuyas resultas muere de pesadumbre este héroe, á quien

el Romancero ha dedicado sus más entusiastas versos

y la literatura sus más hermosas galas.

Conquista de Toledo. Así que Alfonso VI sc

apodera del territorio de Galicia, desheredando á su

hermano Carda, emprende la Reconquista y lleva la

ljuerra hasta los mismos muros de Toledo, donde ya

no reinaban uf Almamún ni su hijo Hixent! cou los

cuales había pactado alianza y amistad.

Comienza las operaciones talando y destruyendo cua-

tro años consecutivos las cosechas de la ribera del Taj o,,,'

IIISTÓ IU A DI! RSI'A!l'A.

para privar de v{veres á los sitiados, y después que es ·

t recha la ciudad por ha mbre, la toma media nte capitu -

lación (1085) estipulá ndose la libertad de los musulma·

nes que quisiera n expatriarse, así como el respeto a la

religión, vida y hacienda de cuantos prefiriesen conti-

nuar en ella: al fin, pasados trescientos setenta y cuatro

afias, viene á recobrarse la ciudad imperial de la monar·

quía visigoda.

Cambio del rito gótico por el romano . En-

tre las reformas proyectadas por Alfonso V I debe men-

cionarse el cambio del rito gótico por el 1"OJJlfl110 , mer-

ced á las gestiones del Papa á quien para este efecto

representaron los monjes de Cluni.

Recibidos benévolamente estos eclesiásticos por el mo-

narca, tuvieron que resistir en cambio la oposición del

clero y el pueblo, los cuales :t toda costa deseaban con-

tinuar usando las prácticas y costumbres de la Iglesia

nacional: la reforma se hizo á pesar de las pruebas del

duelo y del fuego , solo porq ue el rey lo había prometido,

y entonces nació en Castilla el refrán que dice: allá van

leyes do qttt'ere1J reJ'cs,

Invasión de los Almoravides: batalla de

Ucles. En e1llltimo decenio del siglo x r aparecen en

Espai'la los Atmoravides, llamados por los moros de

Sevilla, temerosos de caer en poder del ejército cristia-

n,o ; estos invasol'es concluyen extendiendo su domina ·

ción sobre todos los te rritorios de que los infieles se

hallaban posesionados,

Como su rey Al; deseara continuar la guerra santa,

traspasa la frontera de Castilla, al frente de un ejército

poderoso, llega hasta las monta i\as de Cuenca, y pone

sitio ,¡ la fortaleza de Urftts (1 TOS): viejo y achacoso

•"9

Alfonso, envía para contenerles un ejército mandado

por su hijo Sancho, pero trabada la batalla mucre casi

al principio de ella el infante con los principales caba·

lleras que componían su escolta, el esp:l.llto se hace ge-

neral, los cristianos apelan á la fuga, los condes perecen

gloriosamente sobre el campo, y gracias si los vencedo-

res, 1\0 sabiendo aprovecharse de las ventajas de seme·

jante desastre, conceden á los cristianos el tiempo

s uficiente p:l.ra ¡"chaccrsc ell disposicióll de impedir todo

avance peligroso.

Afligido por esta desventura baja al sepulcro Alfonso

VI (J Iog). Y le sucede dalia Urraca, viuda para enton-

ces, y con un hijo habido en slI ll1atrimonio con el conde

fl'ancés RaimulIdo de Borgofla.

Independencia del con d ado d e Portugal.

Cuando los cristianos tuvieron conocimiento de la ¡nva-

SiÓll almol"avide, llamal"Oll en su auxilio á cuantos ex·

tr:llljeros quisieran tomar parte en esta guerra de er/(-

:;atla: s,ibese de varios que vinieron, y enlre ellos. dos

hcrmanos francescs, Enrique y Raimundo de Borgol1a,

los cuaks como premio á su va lor, recibieron en matri-

monio á doña Teresa y doi'la Urraca, hijas de Al·

fonso VI.

Así como el segundo gobernó el territorio ele Galicia,

se <ldjudicó al primero en dote el condado de Portugal,

á título de feudo: este es el origen de la emancipación

illclircda del territorio lusitano, que los acontecimientos

habl-án de convertir desgraciadamente en absoluta_'"

U1 STÓIUA 015 ESPA:lA.

L ECCIÓN XXX.

Doña Urraca: su matrimonIo con el rey do Aragón.-$us con u cuenclas.

- Alfonso VII : sus vlctorlas.-Allonso VII emperador.- SeparacI6n

de Le6n y Castllla.- $ancho 111 de Caslilla.- Las Órdenes mllltaru .

Dona. Urraca: su matr imonio con el r ey de

Aragón. A la proclamación de daifa Urraca pene·

t ra en son de guerra por Castilla el rey de Amgón,

Alfonso el Batallador, reclamando esta corona que de-

cía pertenecerle á título de varón y pariente de A l·

fonso VI, si n tener en cuenta q ue las hembras tenían de·

recho á reinar en León y Castilla.

Para evitar una guerra, que la tenacidad del rey Ba-

tallador hacia inevitable, se convino casarles; matrimo-

nio que doña Urraca aceptó con viva repugnancia,

aunque bajo el punto de vista de la lucha contra los

musulmanes ofrecía ventajas muy grandes.

Sus consecuencias. "Disputan los historiadores

sobre la responsabilidad que á cada uno de estos espo·

sos corresponde en los graves disgustos que el matri-

monio produjo bien pronto, pues mientras \1I10S defie n·

den á daBa Urraca diciendo que Alfonso era dom inante

y brutal , afirman otros que la reina tenía un car;\ctcr

violento, y que hasta pecaba de infidelidad: muy difícil

es precisar su participación recíproca en los disg ustos

que, lrasccndicndo del hogar doméstico, encendieron

la guerra civil, y originaron una completa anarquía.

Lo cierto parece que estos reyes se hicieron incom-

patibles; que como doña Urraca tratara de divorciarse

fué encerrada en un calabozo, del que Jos castellanosEO"D MEI)I".

\

n.

la sacaron por la fuerza; quc la guerra entre Aragón y

Castilla estalló sangrienta; que los pucblos quedaron

huérfanos de todo gobierno, }' con la facultad de obe-

decer á quien quisieran; que muchos leoneses y cast e-

llanos siguieron la bandera del aragonés, legitimando

con cllo su cond ucta; y finalmente, que nad ie se enten-

día ell medio de este cáos, del cual supieron aprove-

charse los musulmanes para saquear los Jugares fron -

terizos_

El conflicto termina, al fin, cuando el Concilio de

Palencia declara nulo tan desd ichado matrimonio, pues

el rey Batallador se retira á sus estados de Aragón, y

los pueblos proclaman á Alfonso VI f ( 1 126), prescin·

diendo de su madre doña Urraca.

Alfonso VII: sus victo rias, El primer acto del

rey fué ajustar un acomodamicnto con A ragón,

Hace luego la guet¡-a contra los envalentonados mu o

sulmallcs, invadiendo el tertitorio andaluz ,11 frente de

un ejército, y después de apoderarse de Calatrava,

A ndúj ar y Baer,a, ll ega hasta los confines de All1lerfa,

penetra en terri torio granadino y lleva el espa nto ri

los reinos almoravides, ;í la sazón debilitados y sin

fuerza para cOlltmrrestar su pode r.

Alfonso VII empera.dor . La mu erte de A l

ronso r y la dificultad que los aragoneses oponían al

cumplimiento de su testamento, k indujeron ¡j solicitar

la corona de este país, que: lID consigue, si bi cl1 obtiene

la cesión de algu nos territúrio'i ca la ribera eld Eb ro:

también I'ecabó algunas conccsiol l ~S de Navdrl'a .

Engrcido con estos triull ros solicita el tft\llo de

J::"'peradvr. que el Pontífice Inocencia H le concede;

y para coronarse con toda solem nidad pasa á León12:

donde rcune Cortes ( 1134 ) Y recibe de manos del

Obispo la corona imperial que ta nto ambicionaba.

Separación de León y Castilla. A su muerte

(1157) divide el reino entre sus hijos, dejando á Si/U-

e/lO Castilla, y León á FerJ/lIndo.

Sancho III de Castilla.. El único acontecimiento

digno de citarse en el reinado de Salle/lo III es In he·

róica defensa de la plaza de Calatrava, debida al valor

de fray Raimundo, abad de Fitcro.

Las Ór denes mili tares. Entre las órdenes mi-

m"res creadas en León y Casti I!a COIl motivo de la Re-

conquista cristiana, citaremos 1" de Alcálllnra, llamada

en su origen de San Julián del l'ereiro (1156), rund"da

pOI' los cabaI!eros salmanti nos don Suero y don Gómez,

con objeto de contener las correrías de los musulma-

nes; la de C,latrava (IJ61) que se creó en recuerdo

del monge Raimundo, ab3d de Fitero, defensor de la

Plaza de aquel nombre; y la de Sal/liago ( 11 75), cuyo

fin era protejer ;i los peregrinos que de toda Europa

nelldía n <Í visita r el sepulcro dd Patrón de las Espal1as.

Todas ellas tuvieron parecida organización, pues sus

individuos, clérigos ó seglares, constituían ulla milicia

que mandaba el Gran Maestre: como los territorios

conquistados por los caballeros pertcuecíall á su orden

respecti\'a, llegaron éstas a tener tan excesiva prepon'

derancia que los monarcas se vieron Imis de una vel-

obli~aclos <Í combatirlas, hasta que los rCyes Católicos

consiguen incorporarlas a su corona.RDAD MItDIA,

" 3

LECC!ÓN XXX I.

Alfonso VIU de Castilla: 511 monor edad. -': Ma yor Cdld del rlly: \'iclorlas

contra [os muslllmanes.-los Almohadas: derrol:\ dll Alarcos. - Cru·

zada con tra los Almohades: balalJa d~ las fJavas, - Aparlcl 6n de las

UnlworsldadtlS y de lu Corlos.- Enrlque J y dona 8e rengu ~ la, - Ab·

dltacl6n de la r eina,

Alfonso VIl! de Casti11a: su m enor edad.

Sancho III al morir dejaba la corona de Castilla á su

hijo A(follso 111/1 (r I 58), cuya minoridad fué la mas

turbulenta y desgraciada de cuantas registra la historia.

Quiso ejercer la tuLela del rey niño F¿rlllwdo JI de

León , su t ia , pero recha7.ado por los castellanos, la

confían estos á la familia de los C/u/ros, lo cual hace

que los Larns se crean desa irados: los Laras se apodc·

ran del monarca por la fuer7..a, se declaran ,l si propios

I.utores y regentes, y entre ambas familias rivales

est:l.lla una guerra civil que se prolongó doce a!10s.

Mayo . · . edad del r oy: sus victorias contra

l os musulmanes, El gcner;t l dcscQncic¡,to hac\.:

que A lfom¡o VIlI sea declarado mayor de edad, aun

antes del ti empo legal ( JI iD) , Y con esto vuclvell al

reino la tr<'lnqui lidad y la cal ma : así también pudo

illaugll rnrse la campana contm los musu lmanes, los

cuales, valiéndose de la guerra civil anterior, habíall

repasado las fronte ras y alcallzado algunos triunfo.'>

sobre las arnms de Castilla, Ali(ldo con A lfonso U de

Aragón emprende la Reconquista y pone sitio :í. la

plaza de Cuenca, la cual, despm!s de un la¡'go y penoso

asedio cae en su poder, á pesar de la heróica defensa

de Jos infieles,"4

HI ST6l1 A OE Ul'A~A .

Los Almohades: d erro ta de Alarcos. Cuando

Alfonso VIII se preparaba para continuar la guerra,

supo que los Almohades avanzaban con fu erzas fo rmi ·

ebbles sobre el territorio de Castilla, en el cual pene-

tran hasta Atareas: el choque allí fllé terrible; pelearon

con valor indecible ambos enemigos, pero la victoria

se declara por los Almohades ( 11 95), cuyo rey Jacub·

Aben·Jucef, conseguido el objeto que se había pro·

puesto, vuelve á Sevilla para organizar nuevas huestes,

y continuar una campana que empezaba bajo t an favo-

rabl es allspicios.

El pueblo csplicó esta derrota como un castigo del

cielo por los amores del rey C011 una judía de T oledo,

;t la cual las turbas amotinadas dieron muerte, pero

Alfonso VIU culpa de ella á Alfonso IX de L eón, y

de aquí surje otra nueva gucna civil, que solo termina

ante el peligro com ún, pucs los Almohades volvíall con

fuerzas superiores á las dc la campañ a anterior: al

mis mo tiempo que la paz se estipuló el mat rimonio de

Alfonso IX con noi),a Bcrcnguela, hija del re}' de Caso

tilla, y sobrina carnal por consiguicnte del que iba :í

scr Sil marido.

Cruzada co ntra 105 Almohades: bata.lla do

Has Navas. Aleccionado con el descalabro de A lar-

cos, qu iso el rey prepararse bien para resisti r la inva·

sión que amenazaba, y no contento con la al ianza con -

venida ent re su reino y los de Navarra y Aragón, pide

socorro á los príncipes cristianos de Eu rol};"!.

Publicada una Bula de Cruzada por Inocencia 111 ,

el ar7.0bispo de T oledo recorre Italia, Fr:\llcia y Ale-

mania, para predicarla, después de lo cua l vuelve :11

rreiltc de un ejército de 70.000 soldados, entre ellos,EDAD MEDIA .

"5

12.000 de caballería. Del cuartel general de Toledo sa-

lieron á eampaf'ia, mandando cada cual sus respectivas

tropas, A lfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Nava·

na, Pedro Ir de Aragón, el Señor de Vizcaya, los

grandes Maestres de las Órdenes militares, los nobles

con sus cohortes feudales, y hasta los municipios de

algunas ciudades al frente de sus milicias concegiles.

Solo A lfonso IX de León, recordando antíguos ód ios,

no quiso tomar parte en la empresa.

Al pié de Sien"a Jl1orclta, junto al desfiladero del

Paso de la loSll, y en el lugnr denominado de las Na-

,Itr.S, distribuyeron los cristianos sus ejércitos en cuatro

secciones; la de vanguardia á las órdenes del Seiíor dc

Vizcaya; las laterales izquierda y derecha, confiadas

respectivamente á los reyes de Navarra y Aragón; y

la del centro, donde ondeaba el pendón morado de

Castilla, que mandaba Alfonso VIII. Al amanecer

del 16 de julio de 1212, se rompen las hostilidades:

atacan los cruzados la masa cuatro veces mayor de los

Almohades, agrupados en forma de media luna cuyo

cenb"o oCllpaba el rey con su guardia de 10.000 africa·

nos, y el combate se generaliza.

El rey de Castilla se lanza en lo más récio de la pelea,

el centro de los invasores cede, ~ desde aquel momento

la victoria se decide por los defensores de la Cruz.

Ya el sol en el ocaso' doraba con sus postreros rayos

la frente de aquellos héroes, cuando desde los ámbitos

del anchuroso campo mil voces repiten los versículos

sublimes del Tc-Dcullt, cantado en acción de gracias.

La Iglesia conmemora esta batalla todos los aiíos bajo

la advocación de el li"iUlifO de la Santa D'l!z, pues

significa la derrota definitiva del Islamismo en EspaJ1a,,6

HISTORIA DI:: .l::Si'Al'h ••

por el quebrantamiento de los reinos musulmanes, pe·

ninsulares y africanos á la vez.

El rey Almohade huyó á ocultar su vergüenza en el

fondo de sus impenetrables desiertos.

Apa.rici ón de las Un iver sid ades y de

~as

Cortes. Alfonso VITr tiene la gloria de haber sido

el creador de las Ullivcrsidadt's españolas, pues fundó

la primera en PalCllcla haciendo venir ,i ella prof~sores

extranjeros para que organizasen los estudios: con este

ensayo de la secularización de la cnseftallza, recluida

hasta entonces en los monasterios y catcdrnlcs, coin-

cide la afición de las inteligencias hácia el Derecho ro·

mano y los estudios literarios, que abrirán Iluevos ho-

rizontes á. los amantes del saber.

T.unbién rué este rey el primero que coneedió re-

presentación política al Estado Ilal/o en las Cortes del

reino, nuevo fundame nto y apoyo de la trabajada mo-

narquía: según parece lo hizo obligado por el formida -

ble poder de la nobleza, á la cual tuvo que otorgar,

contra su voluntad, el FUt'J'O vilJ'o de Castilla que san-

cionaba sus privilegios abusivos.

Enriq u e 1 y doña Beren guela: abdicación

de la r eina. A los dos al10s de la famosa victoria

de las Navas maria Alfonso VIII, succdiéndole su hijo

Enrique f (12 14), de menor edad, gobernando por él

dOJ1a Bercngucla, para entonces divorciada de su cs-

poso Alfonso IX de León.

También la guerra civil desoló por algunos años las

inquietas pob1acion ~s dc Castilla, jllguctcs de la insacia-

ble ambición de los Laras, hasta que un imprevisto

accidente corta la vida del joven monarca, y la corona

pasa á dofta Berenguc\a, hermana de Enrique 1.t:DAV MEOIA.

'"

En las mismas Cortes de Valladolid que la recono·

cían como soberana ( 1217 ), abdicó su corona esta se·

110ra en su hijo Femnlldo 111, que también lo er:\ del

rey leonés; acontecimiento que significa la esperan;::!.

de que al fin ~otlcluirían por reUllirse ambas coronas

que, para mal de los dos paises, se habían separado

antes.

LECC IÓN XXXI!.

Fernando 1Jl: unión definitiva da Loón y Castilla. - Campaña con!ra Cór· •

doba: eonquls!a de osla cludad.-Fundaci6n del reino do Granada. -

Conquista do Sevilla.- Rcferm¡u adminiilratlvas.

cf a t1 Ferna.ndo

III: unión definitiva de León y

Castilla.. Et rey de León, Alronso IX, no llevó á bien

la renuncia que dalla Bcrengucla hizo de la corona de

Castilla cn s u hijo ¡;-"mmulo IJI (1217); y tanto, que

amenazó con una guerra que solo la prudencia de la

reina madre y la actitud de los castellanos supieron

evitar.

Doce a!1os después (12 30) moría Alronso IX y aun·

que en su testamen to dejaba la corona á doila Sancha

y doña Dulce, hijas de un segundo matrimonio, los leo·

neses proclaman á Fernando 111, en el cual se Ullell

ambos reinos para no separarse jamás.

Campaña contra Córdoba: conquista. de esta

ciudad. El monarca castellano, que inaugura su rei·

nado arrebatando á los musulmanes las ciudades de .

Andújar y Martas, preparaba una expedición formida ·

ble eont.-a Córdoba, cuando el famoso caudillo Alval"

Pérez de Castro reconquista algunas plazas fronterizas,,'

IIIST ÓRIA DJ: t:SrA~A.

y penetra en los arrabales de esta ciudad, donde se al·

bergaban multitud de muzárabes, ansiosos de intentar

un ataque contra la autigua capital del califato.

La situación de estas tropas era bien crítica, pero la

noticia del suceso llega hasta Fernando In, el cual chi

la orden de marcha y establece su cuartel general en el

puente de Alcolcaj rcunioos los ejércitos de las Órdenes

militares, la nobleza, el Clero, y las Municipalidades, se

formaliza el cerco de la plaza, y esta se rinde (1236) á

condición de que sean respetadas la vida y hacienda de

los musulmanes, dueños de quedarse ó marchar, según

su voluntad.

Fernando 111 toma posesión de Córdoba, convierte

la mezquita en catedral, devuelve :1 Santiago aquellas

hermosas campanas traidas por Almanzol" en hombros

de gentes cautivas, y los aterrados cordobeses buscan

otra capital que sea s u último baluarte en Espaf\a.

Fundación d el reino de Gran ada. Fué..esta

la ciudad de GrmUlda (1236), donde el animoso A10/ur·

mad·d-AI/lflmor funda el reino de este nombre, aunque

todos sus esfuer7.QS de unidad se estrellan contra la in-

, transigencia de los musulmanes de Múrcia, Sevilla y los

Algarbcs, que se negaron á reconocerle.

Atacado Mohamad por Fernando In, capitula me!

diante la entrega de Jaén y la de un t ributo anual, con·

virtiéndose de este modo en feudatario de León y

Cas tilla.

Conquista de Sevilla. Bien pronto probó Fer-

panda TU la lealtad del granadino con motivo de la

conquista de Sevilla.

Aliado con Jaime 1 de Aragón, comienza el asedio de

esta ciudad, el cllal dura poco m,is de un afta, necesi-.. ,

t ándose para el bloqueo del Guadalquivir improvisar

,una escuadra, que mandó Ramón BOllifm:, primer AI-

1Ilirrmle de Castilla: después de varios conatos de aco-

modamiento, infructuosamente propuestos por los sevi-

llanos, rindiéronse a discreción (1248), yen su conse-

cuencia, abandonan la ciudad más de trescientos mil

musulmanes, para los cuales, al decir de un poeta, ll O

hubo janús consuelo ni alegría.

De la Esp,uia musulmana solo quedaba en pié la re-

ciente monarquía granad ina , tributaria de León y

Castilla.

Reformas administrativas. T ambién es ilus-

tre Fernando IU por haber intentado la unidad legisla-

tiva de sus reinos, empresa que recomendó á su hijo;

por la creación de un cuerpo consultivo de lctn\slos ,

embrión del Consejo de Castilla; y por el establed ·

miento de un sistema económico que puso término á la

anarqufa tributaria del país.

Cuando este rey, cuyo nombre figu ra hoy en el catá·

lago de los Santos, proyectaba una expedición contra

el Africa Rara evitar toda invasión posible, le sorprende

la muerte (1252) sucediéndole su hijo Alfonso X.

LECCIÓN XXX III.

Alfonso X: suspensión de la guerra contra los musulmanas.-Pretonsio·

nes á la corona da Alemania.- Invaslón de los Benimarinu: muerte

da D. Fernando - D. Sancho: c"rise cuanclas de su vlclorla.- Al·

10n$0 X en [as Cortes de Sevilla.- Guerra civil.- Allons o X como

sáblo.

Alfonso X: suspensión de la guerra contra

los musulmanes. Alfollso X , (1252) pretende inau·

9,/

'3°

UISTÓIlIA DE ESPAÑA.

gurar Sil gobierno Jlevando á feliz término la campaiía

contra el Africa, proyectada en el reinado anterior, pe-

ro las desavenencias surg-idas COIl Aragóll y Navarra ,

haccn que fracase tan hermoso pensamiento.

Pretensiones

a la

corona de Alemania. El

olvido de la guerra contra la morisma se cOllvirli6 en

absoluto merced a las pretensiones del rey;Í la corona

imperial de Alemania, de la cual se creía heredero

como nieto de Conrado IV, por su madre doña Beatrií(

de Suabia.

Sin tener cn cuenta el estado interior del empobre-

cido reino, ni las exigencias de la descontenta nobleza,

con la cllal capitu la vergonzosamente, deja ¡\ don Per-

1uwdo de la Ccrt!lt encargado del gobierno c\ur:mtc su

ausencia, y emprende ulla séric de viajes de Alemania

á Roma y de Roma ¡j Alemania, y todo pata en defi-

ni liva no conseguir otra cosa que ponerse en ridfculo_

Invasión d e los Benimerines: muerte de

don Fernando _ Auxiliado el rey de Granada por

los BCllillur;lIcs, lluevo plleblo musulmán que se habla

establecido en las montanas del Atlas, traspasa la fron-

t era cristiana lleVitndolo todo á sangre y fuego, y po-

niendo en g rave comprom iso á las poblaciones cristia-

nas de la región <lndaluza: sale contra ellos el regente

don F ernando, pero fallece repentinamente en Villa·

rreal, al mismo t iempo que Jos ejércitos de vanguardia,

mandados por Nuño de Lara y el arzobispo de Toledo

don Sancho, eran vencidos en Jaén con muerte de sus

jefes.

Don Sancho: consecuencias de su victoria .

Todo es entre las filas castellanas confusión y desor-

den, cuando el infante dON S(fllcllO, hijo segundo delEDAD 14¡¡DIA.

,

'3'

rey, hace retroceder á estos invasores hasta las vegas

granadinas, y les impone una trégua de dos años

(1276), prévia devolución de los ten itorios ocupados.

En premio de estas victorias don Sancho es procla-

mado heredero de la corona por los nobles y el pueblo,

proclamación transitada que Alfonso X, restituido á la

península, sanciona en las Cortes de Segovia, á "pesar

de la doctrina afirmada en las Leyes dt Partida, donde

se establece cI derecho de sl/stitl/ción de los paclres por

sus hijos_

Alfon so X en las Cortes de Sevilla. Angus-

tioso y triste era el estado en que el rey encontmba su

monarquía, antes tan podcmsa; y como si el exhausto

tesoro y los esquilmados pueblos no ofrecieran bas-

tante gravedad, empéliase en crear nuevos conflictos

reuniendo Cortes en Sevilta, y tratando de variar en

ellas la sucesión al trono, solemnemente declarada an-

tes en favor de don Sancho.

A nte la imposibilidad ele negociar con éxito tan es-

pinoso asunto, pide que se desprenda de la monarquía

el territorio de Jaén para entregarlo como patrimonio

á los hijos del difunto don Fernando, pero ante este

proyecto estalla indignada la opinión nacional, y el

infante heredcro, los nobles, el clero, el estado llano,

todos, protestan contra el proyecto, y concluyen por

declarar al monarca incapacitado para gobernar el

reino: hasta sus antiguos aliados, los soberanos de A ra-

gón, Portugal y Navarra, se deciden por don Sancho

en la gucrra civil quc se hace con este motivo.

Guerra civil. Reducido á la ciudad de Sevilla,

tinica población que no le abandonó en su desgracia,

tuvo Alfonso X que pedir prestados al rey de los Be-lIlSTÓRlil

DE ESI'AÑ,\.

nimerines algunos socorros de hombres y dinero, para

lo cual deja en prenda la mejor de sus coronas; y SI

bien es cierto que los auxilios llegaron, y que la gue·

rra civil se prolongó algún tiempo, no lo es menos que

la tristeza y el despecho iban minando la existencia del

rey, el cual sucumbe (I284 ) desheredando antes á don

Sanoho y dejando su trono á los infantes de la Cerda.

Alfonso X como Sabio. Tan desdichado mo"

narca merece los elogios de la História bajo otro punto

de vista, y seguramente no habrá quien trate de neo

garle derecho al calificativo de Sdbio: espíritu superior

al de sus contemporáneos, sus Tablas alfonsinas son

hoy mismo una obra de con~\Ilta en la ciencia <\stronó-

mica; su Crónica general de Espaiía no carece de bon-

dad y belleza dada la época en que fué redactada; sus

Cáutigas d la Vúgen, y sus Querdlas, pueden pasar

como modelos de lirismo é inspiración; y el Fuero 1'"ul,

El Espl'jo de todos los den:chos, y sobre todos su fa-

moso Código de las siete Partidas, le grangean fama de

legisladm- prudente y le hacen acreedor al respeto y

consideración de cuantos amcn la cicncia del derecho

patrio,

Aunque nO tuviera más, sería título bastante para

recordar su nombre con veneración el haberse hecho

superior á las preocupaciones de la época mandando

que los instrumentos públicos se redactaran en 1'omallC(:,

proscribiendo totalmentc el latín, con cuya medida ad-

quiere autoridad legal la lengua cas/cllaNa.

(EDAD ) ! /!.D ! A.

'33

LECCIÓN XXXIV.

Sancho IV: actitud de 101 nobles. - Corles de Alfaro.- Conqulsta de

Tarifa: GUlmán el Bueno.- Fernando IV: reg encia de doña Marra

de Molina.- ln llralUud del rey.-Conquisla de Gibrallar.- Los Caro

vajales: muerto dol rey.

Sa.ncho IV : ac titud de los nobles. Procla·

mado Sancho rv ( 1284) á quien la historia califi ca de

Bravo, quiso atraerse la benevolencia de los pueblo\

para afi anzar un poder que legalmente podla consi·

derarse como usurpado, y al efecto emprcncle la gue·

rra contra los musulmanes granadinos, á los cllales

obliga á levantar el sitio de Jaén y les impone una tré·

gua que garantiza la paz durante mucho tiempo.

Gran sorpre.c;a recibieron los nobles al ver que San·

cho IV intentaba mermar sus derechos para robuste·

cer por este medio la acción del poder real, cuando

ellos creían tener merecida otra cosa; pues q1le real·

mente ¡l la nobleza debía su c o r o n ~, nobles eran tamo

bién los q ue estaban :i su lado contra las ex igenci as de

los Cerdas, y todavía podía darse el caso, si ellos que·

rían, de volver al cumplimiellto de la postrera voluntad

de 1\l fonso X.

No cambió por esto de conducta Sancho IV, ni me·

nos transigió con sus sobrinos, el mayor de los cuales,

don A lfonso, hahla sido proclamado rey por unos cuan·

tos rebeldes en la ciudad de Badaj6zj y como el otro

hermano, don Juan, reclamara la entrega de Sevilla que

le había sido adjudicada, las tentativas dI! ambos se es·

t rellaron contra el inA exi!)le c~l' :icter del monarca.' 34

II!ST6illA O E ESP"'~A.

Cortes de A1faro.

Rebelaronse los descontentos

y nombraron jefe al infante don Juan, pero fingiendo el

rey deseos de una conciliación que ni siquiera softaba,

convoca Cortes en Alfaro para terminar, según dijo,

estas diferencias.

En ellas empleó un medio, brusco como su carácter,

cual fué matar por su mano á mazadas al senor de

Haro, el más temible de los nobles; y lo mismo hubiera

hecho con el infante don Juan á no interponerse la reina

doña María de Molina, con cuyo neto, que solo la ru-

deza de los tiempos y el general estado del reino pueden

~plicar, los nobles se le someten por completo.

Conquista d e T arifa: Guzman 01 Bueno.

Tranquilo el rei no, organiza Sancho IV una expedi·

ción contra el África; se presenta delante de T arifa,

eu)'a plaza era preciso poseer antes de aventurar ma·

yores empresas en aquella zona costane ra, y al fin de

un pequel10 pero brillante sitio se apodera de ella: exi-

gió el rey fo.'Iohamad la devolución de Tarifa, 'lile decía

haberle pertenecido, pe.·o eontestólc el castellano que

si valía alegar derechos antiguos de posesiones perdi-

das, podría él demandarle toda la tierra de Granada.

E n este estado las cosas, es cuando el infante don

Juan marcha al África, y de acucrdo con los musu lma-

nes, los cuales le facilitan un ejército de cinco mi! caba-

llos y algunos peones, pone sitio {l Tarifa, defendida

por Alonso Pére1. de Guzmán _

Seis meses duraba el cerco Sill que los de la plaza

demostraran el menor desmayo, antes por el contrario

habían dado buena cucnta de los nüs audaccs en inten-

tar el asalto del primer recillto, cuando el lraidor in-

fante, que por acaso llevaba en su eompafH,l el hijo

~ElJAD MElJIA ,

135

primogénito de Guzmán, anuncia <i éste el propósito de

degolbrle si no se entrega á discreción: l/O mgmdré )'0

hijo para qut! fllese cOl/tra 1IÚ den'a, repl jf ó Alonso

Pérez; y para ljut! Vfal!, ai'iadió, cuan /q'os f,st(!J' di' fa/,

tal' á mi deba, allá ,Ni 1Ili Clfchillo si acaso !es/alta

firma para completar su atrocidad, El infame don Juan

comete su anunciado crimen; Guzmán ahoga el grito de

la sangre, sacrificando en aras de la pútria y del h9nor

los m,is tiernos sen timientos de la naturaleza, pero Ta-

rifa se salva, y los !l.vergonzados mOI'os regresan al

África, cn tanto quc los pueblos apellidan BueNo a este

héroe; ca juslo es q/(I' el que fllc/! la bondad tmga 110m·

brc & bucno, como dice la confirmación de este sencillo

título hecha por Sancho IV en honór del inlllortal1eonés,

Fernando IV: r egencia de doBa María de

Molina. Poco más de un año tendría Fernando IV

(I29S) cuando sucedió á su padre don Sancho: ninguna

minoridad ha sido tan borrascosa como la de cste rey

á qu ien la historia conoce C011 el sobrenombre de J:..1Jl-

p lazado.

Aun duraba el eco de las aclamaciones con que la

multitud saludó al nuevo rey, cuando la tranquilidad

pública se veía comprometida por la ambición de cua·

tro banderías, las cuaJes, <Í trueque de satisfacer sus ren-

cores personales, no vacilaban en despedazar l<ls entra·

ñas de la pátria : de estas, dos eran al/tldinásticas, la ca-

pit,lllcada por don Alonso de la Cerda, al q\le sostenían

• de Francia, A rag6n y Navarra, y la del in·

los reyes

fante don Juan, reconpcido por los Portugueses como

monarca de L eón, Galicia y Sevilla.

La sic mpre descontenta nobleza, que ansiaba arran·

cal' al poder real nuevos privilegios, comenzó á sub1c-,,6

1

lIIST6IUA DE Y.SI'AÑA .

varse también, y hasta el viejo infante don Enrique lo-

gra que las Cortes de Valladolid confi rmen su corre-

gencia.

En medio de tanta desdicha solo dos personal idades

aparecen dignas y nobles: la reina madre Regente doíía

ll'larla ,ü Molilla, una de esas almas superiores que el

sexo femenino descubre de tarde en tarde, y el cum·

plido caballero Gllzmdn el Bueno, á quien ni amenazas

ni ruegos pudieron retraer de sus deberes. El esfuerzo

de ambos se hace superior á tanta perfidia y consigue

mantener en las sienes de Fernando IV aquella corona,

azotada á la vez por tan opuestos vendavales.

Ingra.titud del r ey.

A los diez y seis

a~os

es

declarado el rey ele mayor edad, y mal aconsejado por

los nobles, que fi ng{an protegerle, comete el crimen de

hacer que doña María de Malina, á quien lo debía todo,

comparezca en las Cortes de l'I'Iedina del Campo para

rendir cuentas de su administración como Regente: por

fortuna, esta señora demostró haber empleado bien los

caudales del E stado, y lo que es más, para verglienza y

horror de tan ingrato hijo, que había adelantado no

poco de los suyos y vendido para arbitrar recursos

la mayor parte de su propias alhajas.

Conquista. de Gibraltar. El único hecho no-

table de este reinado es la conquista de Gibl-a lta r, en

cuyo sitio murió Guzmán el Bueno; Algeártls se libra

por entonces en virtud de un tratado altamente venta-

joso para L eón y Casti lla.

Lbs Carvajales: muerte d el r ey. Cuenta la

Crónica de don Scbastián, que cuando Fernando I V se

dirigía á poner sitio á !a plaza de A1caudete, encontró

á dos hermanos, los Cm"7.!Ojir/l!s, presuntos autoL'es dd137

}:0,\0 mOl ....

asesinato cometido poco antes en Palencia en la pero

sona de Benavides: sin más forma de proceso que la

voluntad real , ni otra prueba que la dudosa del rumor

público. hizo que fueran arrojados desde la pena de

Martos. !lO sin que aquellos protestaran de su ino·

cencin y e1llplfl~flrflll al monarca para ante el tribu·

nal de Dios en el término de treinta días. Añade que

don F ernando murió al espi rar el plazo, pero la crítica

moderna demucstrn la fa lsedad de este Sllceso, om i·

tido por los historiadores ~oetane03, y del cual se burla

el historiador musulmán Ebn·Alhathib, primero que lo

consigna en su hisloria de los Estados españoles.

Murió Fernando I V (t 312) casi repentinamente y le

hereda su hijo Alfollso Xl, que conbtría poco más de

un año.

LECCiÓN XXXV.

Alfonso XI: Consejo de R ego ntla.- Go bi~ rno do l royo - l os Benlmerí·

ne ' : bablla de l Salado.~P(!dro 1: actitud do los nohl es.- Corlos do

Vall adollll. -Sub!ev3.ciÓn de don Enrique.- Matrlmonlo del rey: sus

con ncuenciu.-Nuevu su blenciones: mue rte de Pedro l.

Alfonso XI: con sejo d o Regencia. A la pro·

c!amadóü de Alfonso XI (13 12) se organiza en medio

de gran tumulto 1m consejo de regencia, compuesto de

la reina abuela d0!1n Jl1aría de Jl/v!i!!17, la reina madre

r!"tur COllsl,lIl~a, y los infautes don I'cdr o.y.doll JIII1I1,

tios del rey: las cortes de Palencia ratific.:m b. elección,

y disponen que ¡as ciudades obedezca n á todos los re·

gentes, juntos ó separadamente.

Muertos lu.'; infantes en guerra COIl los Tllusulmanes,

y después las reinas abuela y madre, se incautan del

•",

IlISTÓIlIA l>I~ ~sr ... i; ... .

gobierno dOIl 711(1Jl Jllmlltd, nieto de F ernando IlI , y

don JIl(W el Jorobado, hijo de don Juan el de T a·

rifa: tan mal lo hicieron éstos, y á tal g rauo llegó el

general desgobiern o, que los Rrgidorcs de Valladolid

se apresuran á declarar la ma}'or edad de Alfonso Xl,

cu.\ndo contaría catorce afios no cumplidos.

GObi er no del r ey. Rcsi~ tjeroll los Regentes la

dimisión de sus cargos, mas supo el rey obl igarles por

med io de la fu erza ; y como renovaran los pasados pro -

yectos de alltidinastismo, que encontraban siempre [¡idl

acogida en Aragón y Navarra, tuvo Al fonso Xl que

aparen!:.1.f un arreglo, para tratar del cual lcs convoca

en su palacio de Toro, á donde solo acude el Jorobado

que mucre á mazadas.

Casósc el rey con una hija del infante don Juan i\'fa-

nuel, creyendo por este medio reducirle, pero nunca

consiguió que compareciera á rendir las cuentas de su

gobierno, por todo lo cual, }' como t ambién se negase

á guerrear contra los musulmanes, repudia á su desgra-

ciada cuanto inocente mujer, contrae segundo mat rimo-

nio con doña :María de Portugal, y dá com ien7.0 á una

escandalosa guerra contra su tío, dejando que los infie-

les se apoderen entre tanto de Gibraltar y sus inmedia-

ciones_

La noticia de esta pérdida hizo que A lfonso XI cs-

trcmara su rigor con los rebeldes, tanto más cuanto que

su c,;c:tIldal .os~ conducta con doña LM/lOr de Cu::mdff,

con la cual vivía públicam ente, mientras !"JUG. la reill~\

yacía abandonada en Sevilla, le crearon un conflicto eOll

Portugal, que solo termina en ,'is ta del peligro que ,¡

todos amenaza.

Proced ía este peligro del Africa, donde las tribus de

•[.11.\1) MEDI ....

los Benimerines habían organizado contra los cristianos

cspalloles una formida ble invasión.

Los Benimerines: batalla del Salado. Beni·

merines y granad inos, puestos de acuerdo, si tiaron la

plaza de Tarira, que ya estaba próxima á capitular,

cuando A lronso x r, auxiliado con las tropas enviadas

por los sober;:¡nos de A r;:¡gón y Portug;:¡l, se prcpara oí

derenderla: encontráronse los ej0reitos enemigos sobre

las márgenes del Salado (1340) , y después de 1m en·

carnizado combate la victoria se decide por las armas

cristianas. Ta rifa se salva, A lgeciras vuelve b;¡jo el do·

minio dc Castilla, y Alfonso x r pone sitio á Gibraltar,

frente á cuyos mu ros espira, atacado de la peste.

Asegúrasc quc en el sitio de Algeciras hicieron uso

los musulmanes de la s armas de fuego por primera VCi'..

P e1ro 1: actitud (le los nobles. Hereda el

trono su hijo Pn{ro [( 1350), calumn iado por la hi5tó'

ria, pero cuya rehabi litación comienza <Í trabajarse: mUe

cho se opone á ello b eircullst:l11eia de no existir otra

Crónica contemporánea que la escrita por don Pedro

López de Ayala, su enemigo personal y político.

T en(a el monarca quince años cuando asccnd ió al

11'0110, y el contraste que experimcll tó en su llueva vida

debió parecerle tan brusco, como el que súbitamentc

saliera cJe la oscmidad ;l In luz, pues co n ~ta pasó su ju- .

vcntud en compaMa de la rcin;:¡ llladl'c, cuyas lágrimas

amargaron aquel corazón en la edad do.: la inocencia.

Nadie c:-.:tr'1l1ará por tanto que su primera detenni·

nac ión fue ra encarcelar á dOl1á Leonor de Guzm<Íll,

eausa de tantos pesares, pero !ii la ravorita termina !iUS

clias asesin ada en Talavera, no será de ordcn de don

Pedro, sinó voltmtad expresa de Sil madre .

,'4°

IUSTÓBIA 01:: ESp¡\R ,\.,

Cuando empezaba su gobi erno creyendo contar con

el apoyo de los nobles, una enfermedad pone su vida

en peligro, y desde su lecho contcq1pla á estos ambi·

ciosos que solo se preocupan de prevenir en beneficio

pro-pio la elección del lluevo monarca: con tan poco re-

cato hablaron de sus planes, creyéndole muerto, que

originan en el ánimo del rey la primera decepción, al

comprender c1 duelo á muerte entablado entre el feu-

dalismo y la monarquía, entre el poder dI.' aquellos se-

ñores y el propio suyo.

Al ver después el enérgico carácter de don Ped ro

intentaron los nobles intimidadc, valiéndose para ello

de una sublevación que hizo estallar en Búrgos Garci ·

laso de la Vega, del partido de los Cerd as, pero supo

sofocarla y castigar con la muerte al agitador: el pro·

blema quedaba planteado y la disyuntiva no sufri ría

dudas: 'ilCllccr Ó ser vmcido, ser rey de veras ó juguete

en manos de la orgullosa nobleza, la cual pretendía

ahogar entre sus brazos el poder real.

Cortes d e Valladolid. Para rendir homenaje á

la soberanJa de la nación reune Cortes en Valladolid,

y aquel joven de diez y seis alias que tan inflexible se

había mos trado eOIl la revoltosa nobleza, de la cual no

recibió más que disgustos, dice an te la representación

de las ciudades que los reyes y los príncipes viven y

reinan por la justicia, CII fa Clml SOll tml/dos de 11Im/te-

lliT ,: goól'I'lIar fas sus p1/cblo~', é fa dcbt'Ji (/III/pfir J'

guardar: promulgó el ort!nmlllüll/o tlt' 1/U'lIcs/rafes Ó

reglamentación del trabajo en los gremios, el de las

j"daias ó barrios separados que los judíos habían de

vi\'ir, y la ley de persecución contra los malhechores.

SUblevación de don Enrique. De tan prefe·I':U"I)

~II':D lo\ .

'4 '

rentes atenciones viene á distraerle la sublevación del

bastardo don Enrique cn Astlírias, al que después de

la victoria ptniolla generosamcnte.

Matrimonio del rey: sus consecuencia3.

Con viva I'cpugnancia, aunque respetando los consejos

de su madre, contr:.¡.jo matrimonio con doila Blanca de.

Francin, pero á los dos dias abandona la mujer lcgí-

tima para reunirse con dalla María de Padilla, de la

cual estaba enamorado_

Los nobles toman pretesto de este suceso para or-

ga niznr una liga contra don Pedro, de la cual forma

. parte la misma reina madre, y el engañado rey acude á

la ciudad de Toro, donde le pOllen preso, en tanto que

los c(\njurados se apoderan del gobierno y disponen

como cosa propia de los empleos del Estado.

Al recobrar la libertad castiga tanta villanía en la

forma empleada por todos en aquella época, siendo

uno de los reos sacrificados el bastardo dOIl Fndriqlll! ,

alma de la sublevación; de las sangrientas ejecuciones

habidas en Toledo y otros puntos, asl como del cam:

bio que en el carácter d e don Pedro, rodeado siempre

de traidores y desleales, se observará en Jo sucesivo,

no se culpe á este rey, que, si de impetuoso carácter,

comenzó gobernando con buena fé, generosidad y no-

bleza: cúlpese á los que por cálculo, ignorancia ó ma-

licia, lo precipitaron en Ull camino del que muchas

veces hay que apartar la vista con hon·or.

Nuevas sublevaciones : muerte de Pedro l .

Arreglado con Arag6n el acomodamiento que sirve de

término á una guerra surgida por pretestos bien fútiles,

y en la cual don Enrique había seguido las banderas

enemigas, levantóse otra vez en armas el bastardo, y

,•

'4'

III STÓllA DI': ESP":;:".

se lanza al combale con el auxilio de las COIIIPardoJ'

blallCas que mandaba Beltrán D uguesc1ín, reclutadas en

Francia: b usca don Pedro la alianza de los ing leses

acaudillados por el Príncipe negro, y ambo:> ejército.,>

vicllen á las manos en Io/(tjera , donde vence este ólt i·

. mo, }' perdoNa á quien más tarde será su verdugo.

Las hostilidades se renuevan: Pedro 1 es derrotarlo

ell los ca mpos de lIfOlllirt, desde cuyo castillo marcha

engallado hasta el ca mpa mento ene mig o, donde acaba

sus dias bajo el pui'tal del bastardo cobarde: lucharon

brazo á brazo ambos hermanos; el débil don Enrique

cae debajo, más D ugllesc]{n le dá vuelta pronunciando

aqueUas cínicas p alabras de ni quito 1/i PONgO 1'CY , pero

ayudo á mi Sl'lior, y manchado COIl la sang re de su her-

mano, E nrique Ir es proclamado rey como en premio

de su asesina to (1369).

Pl'cscindirnos de muchos detalles que no cab en en

los Hmitcs de este compendio: al'lad iremos solo, que

sin dejarnos guiar por la pasión que siempre ha mo·

vido la pluma de los historiadol'cs al escribir este reina ·

do, apellidando ,i don Pedro, cr,,1'I unos y jusliúero,

otros, nos limita mos á llamarle Pedro r, hasta q ue sobl'e

s us actos recaiga defin itivo el fallo sereno é imparcial

de la Historia.

L ~ CCIÓN XXXVI.

Enrique 11: su polfllca.- Guerras exleriores.- Jua n 1: compUcaclones

con Por(ugat.- Creaci6n del Principado de Ashlrlas.- Preponderan-

cia de l Eitado lIano. - Enrique 111: su breve reinado.

Enrique 11: su politica. Con la proclamación

de Enriql1e I1 (1369) principia en L eón y Castilla unat:DAD MltO!A.

'43

dinastía bastarda, en perjuicio de las hijas de don Pedro,

hecho tanto más injustificable cuanto que significaba

el consentimiento de los pueblos en hacerse solidarios

de aquel crimen infamc.

Que ni la moralidad ni la justicia habian sido los mó'

viles que impulsaron á los nobles en su lucha contra el

monarca anterior se demostró luego. pues la cruelJad

}' Ins [i"iandadcs de En rique II dej'lfon honda hllclln en

aquel siglo corrompido, sin que de p.:l1te alguna se le·

vanta ra la más ligera protesta: la exactitud de ambas

cosas se prueb:l con el asesinato de don Martin López

por mantener los derechos de las in f.'l11tas legítimas, y

con la cifra de trece hijos bastardos, habidos por En·

rique 1I de siete distintas favoritas, las cuales pasaro¡i

sucesivamente por el tálamo real para deshonrarle.

]\'[ul'ió don Pedro herido por e1fclf(/alismo que En·

rique TI alicnta y fort ifica en vez de reprim ir; aunque

mi rándolo bien, estriba incapacitado de hacerlo por ha·

liarse sujeto á los nobles, cuya sed insaciable apagó ,i

fuerza de mercedes C~Il·itJl'{,¡}flS, las cuales condujeron la

monarquía hasta lJn grñdo inconcebible de impotencia

y debilidad.

Toda la política de este monarca se redujo á cansen·

tir que los magnates usurparan unas tras otras las atrio

buciones }' rentas de la corona, por más que en las

Cortes de Toro procuró atraerse al Estado llano, pro·

mulgando al gunas reformas en la administración de

justicia.

Gu erras anteriores. Tampoco disfrutó tranqui.

lo Enrique H el fmto de su crimen, pues tlJVO que sos·

tener varias guerras, aunque insign ificantes lodas ellas

por la calidad del cnemigd((citaremos la dc Portugal,'"

t!ISTÓJtIA DI': ¡':SrA~A .

cuyo rey decía tener derecho i la corona de León y

Castilla, rundado en su parentesco COIl la dinastfa pasa-

da; la uel duque de La/lClls/er, casado en lnglaten';¡

con la h ija mayor de don Pedro, que alegaba iguales

pretensiones; y por fin, la de Nm10rra suscitada por

una cuestión de limites. De todas ellas consiguió li·

brarse en cond iciones aceptables, gracias :\ su alianza

con ell'cy de Francia, y al interesado apoyo de los no-

bles, los cuales de otro modo se exponían :í perder sus

exhorbitantcs privilegios .

Juan 1: complicaciones con PortugaL

Murió

Enrique H de una enrermedad aguda y rápida, tanto

que algunos le creyeron envenenado; hereda el trono su

hijo Jltfln I (1379).

J\.unque hicieron causa común contra él los preten .

dientes duque de Lancaster y el rey de Portuga:, nada

consiguieron en definitiva, sino distraerle de otra parte

donde hubiera podido aplicar su buena voluntad para

el gobierno de los pueblos.

Viudo de doña Leonor de Aragón, contrajo J uan r

segundas nupcias con dona 13eatriz, infanta de Portugal,

pero como los naturales de este reino no quisieran

aventurar la suma de ambas coronas en perjuici,) de

su independencia, convinieron al redactarse las capitu.

laciones matrimoniales que muriendo el rey s in dejar

hijo varon, le heredaría dofla Beatriz, au nque reserván·

dose á la reina viuda el gobierno de estado, hasta que

esta tuviese un hij o de catorce a110s.

~\t, (. • alIeció el monarca portugués :i los pocos meses de

~celebrarse la boda, y aunque Juan 1 reclama los dere-

chos de su esposa á la corona de aquel reino, sus natu-

rales proclaman al JJfaeslre de Ai/is, con cuyo motivo'45

¡':.I)AD M EDIA.

estalla entre ambos pueblos una g uerra, en la cual fu é

vencido el castellano, á pesar de la inferioridad numé-

rica del enemigo: una peste que se desarroll a en el ejér-

cito obliga á levantar el sitio de Lisboa.

La batalla de A{juúarrola confirma definitivamente

la independencia de Portugal. 71

Creación d el Prinoipado de Astúrias. Cuando

el duque de Lancaster vió comprometido á Juan 1 cn

la guerra de Portugal, se aprcsuró á renovar sus pre-

tensiones al trono: con objeto de ultimar de una vez

tan enojoso asunto.«se concertaron las bodas entre

dolia Catalina, hija del inglés, y el infante heredero,

don E nrique, adj udicandose á los esposos que sumaban

los derechos de ambas familias el título de PrÍllCipes

de A stúrias, que llevan desde cntonces los herederos

de la corona en CastiIJa11

Preponderanoia d el Estado llano . El buen

sentido político de Juan I le hizo inclinarse del lado

del É,stndo llallo, con cuyas fue rzas contaba para opo-

nerse á las exigencias cada vez mayores de la opulenta

nobleza: al efecto reune Cortes cn Burgos, Palencia,

Briviesca y Segovia, y en ellas se acuerda, entre otras

cosas notables, que los pleitos de la nobleza COIl el

pueblo hayan de incoarse ante los J ueces del Fuero or·

dillnn o, en vez de los tribun ales especiales, com(Jl'ven(a

sucediendo.

Enrique III: su breve r einado. F allece el rey.J'..V>~ 1

joven todavla, á consecuencia de una caida de caballo

y le hereda su hijo ElIriqlle El! (1390).

Este monal'ca, á quien apellidaron el dolie/lte á causa

de su natural enfermizo y débil , después de una borras-

cosa minoridad de tres alios q ue recuerda las anteriores

",.6

HlSTÓRIA DE ESPAÑ A.

de Alronso XI y Fernando I V, se hace proclamar ma -

yor de edad en las Cortes de Burgos: desde aquel mo-

mento procura aliviar el aflictivo estado de los pueblos

y el no menos lastimoso del poder real, anu lando las

mercedes enriqueJ1as y las intrusiones de los nobles.

Mucre premat uramente á los diez y seis afios de rei-

nado y le sucede su hijo :Jllan JI (1406), también de

menor edad: contaba veintidos meses.

LECCIÓN XXXVII

Juan [1 : conducla do los nobles.- Mayor edad del ro)': don Alvaro de

Lu na.- Co njuraci6 n de la nobl ~za. - Guerra conlra los musulmanes:

batalla de Hig ueruela.- Nuelas agitaciones intcriorcs,-Casamicnlo

del rey: muerte de don Alvaro.

Juan II: conducta d e los nobles. La n,:ina

madre doña Catalina y el infante don F ernando, tío de

Juon 11 (1406), se encargan de la regencia durante la

menor edad de este monarca; al efecto dividen la mo-

narquía en dos secciones, la del norte y la del centro,

las cuales gobiernan separadamente.

Deseando los nobles captarse la benevolencia del

regente le instan para que se declare rey de derecho,

ya que de heclto lo venía siendo, pero este infante, mo-

delo de.,honradez y caballerosidad, desoye tan insidio·

sas promesas, y no consiente que el poder real sufra

en sus manos el m,is insignificante menoscabo.

Para distraer el carácter inquieto de los magnates

lleva don Fernando la gnerra contra los musulmanes,

á los cuales arrebata la plaza de Allü·qllcra, de -cuyo

notable hecho de armas toma el honJ"Oso título con que

le ~esigna la história.I

'47

Sensible fué para Castilla, que llamado por la

voluntad del pueblo á ceñ irse la corona de Aragón

abandonase este gobierno don Fernando, pues dofja

Catal ina origina con sus desaciertos Ull período de agi-

taciones y turbulencias que continúan hasta su muerte,

y sólo hallan término en las Cortes de Madrid, las cua-

les declarall ni rey mayor de edad cuando contaría

unos trece años.

Mayor edad del rey : d on Alvaro de Luna.

Más aficionado Juan Ir á los estudios literarios y á la

caza que á los cuidados del gobierno, para el cual ca-

recía de carácter y capacidad, se entrega por completo

á don A lvaro de Luna, el cual rculle todas la.'; condi -

ciones apetecibles en un buen ministro.

Don Alvaro, que es la figura más notable de Casti!la

en estos tiempos, descefldía de la noble familia arago-

nesa cuyo apellido llevaba, aunque bastardo, y empezó

su carrera política de paje del rey, merced á las reco-

mendaciones d e Gómez Carrillo, ayo de don J uan: SI!

amable caráctcr, claro talento y especiales condiciones

le grallgearon pronto el afecto del soberano, el cual le

convierte en favorito suyo, y concluye por descansar

en él todo el peso, que no era pequcl1o, de aquclla po-

derosa monarquía,

Conjuración d e l a nobleza . T anto disgustó

en la corte la privanza del dc Luna que, atreviéndose

,i todo, los nobles prenden al rey y le conducen á Ta-

lavcra, de donde consigue fu garse COIl el favorito, al

_ cual tiene, por fi n, que desterra r en vista de la impo-

nente conjuración fraguada por los infan tes don J uan y

don Enrique, y cn la cual tomaron parte cuantos se

habían propuesto medrar á la sombra de la debilidad

•'4 8

1I1STÚRlfI DE ESPAÑA.

del monarca: los conjurados no pueden entenderse des-

pués de la victoria, y JUall II llama á don Alvaro, que

vuelve á la corte para encargarse del gobierno con más

bríos que antes.

Guerra contra los Musulmanes: batalla de

Higueruela. A imitación de lo hecho por don Fer-

nando el de Antequcra quiso el Condestable distraer

la atención de las gentes !tolda otro objeto, y al efecto

declara 1a g llcrra á Granalla, tomando por pretesto la

falta de pago del tri bu lo allual \la cobrado desde tiem-

pos anteriores. El Adelantado de Andalucía, el obi,;po

de Jaén, y los Alcaides de Ecija y Antequcra talan los

campos hasta llegar á las mismas vegas granadinas, y

ante tal envestida los tt/<!lJU/s predican la g uerra santa

por todas partes, y los descendientes de aquell os be-

reberes, almohades, almora vides y benimerines, acuden

presurosos á defender la Ciudad santa.

El choque entre ambos ejércitos fué terrible: la ba-

t alla de la lJigllcmela Ó Sierra Elvira duró de sol á

sol, y su éxito se debió principalmente a l valor y peri -

cia de don Alvaro, el cual desea continuar la campaIía

al grito de ¡á Granada!, pero temerosos los cortcsanos

d e su influjo si llegaba á conseguir este propósito, se

retiran de la empresa, fomentando en el ejtrcito la des-

llllión y la illdisciplin;¡.

Nuevas a gitaciones interiores. Nuevas agita-

ciones interiores, como siempre tr;¡bnjadas por la des-

contenta nobleza , consigucn el destierro del favorito

hasta por dos vcces consecntivas, pero pudiendo más

en el rey su voluntad par;¡ con el de Luna, que el te·

mor á Jos revoltosos, le llama desde la villa de Escalo·

na donde se hallaba, y con este motivo estalla ulIaElJ.\I) ~!I':"!A_

escandalosa guerra civil que tcrmina en la batalla de

Olmcdo, asegurándose más y más la privanza de don

Alvaro.

Casamiento dell'ey: m u erte de don Alvaro.

Creyó éste robustecerla casando á Juan 1I, ya viudo,

con la infanta dona Isabel, pero en vez de afiliarse la

reina al p<lrtido de don Alvaro, hace a lianza con sus

enemigos, y trabaja sin saberlo la tOl'mcnta cn cuyo seno

germinaba el rayo que J1J.bía de aniqlti larles á.todos .

Preparada la conjuración cn palacio, y sorprendida

la buena fé del mO!1rrl'ca, el cual no vivía más que para

sus poet,:¡s, el alguncil mayor Alvaro de Zúrriga cerca

la ca~a en que don Alvaro vivía en Burgo~ (!453); y el

Condestable se entrega al presentarle 1.111 salvo-conducto

en que Juan U cmpel1a su palabra de no inferirle dano

alguno en su persona, bienes y dignidades, contra

justicia .

Sin forma de proceso, sin que el rco oyera los car-

gos quc se le hacíall, sin que pudiera · defendel'se, sin

tribunal anterior al delito ni competencia cn los jueces,

dando apariencia de legalidad á lo que no era otra cosa

Cjue un a tentado horrible, se acordó la muerte de don

Alvaro de Luna: el dos de Junio de aqucl mismo afio

shbió al cadalso, donde le cercenaron la cnbeza , el per-

sonaje más grande de aquel laborioso reinado, el de-

rensor del trono contra las rapacidades de la nobleza,

el vencedor de los granadinos en el combate de la

Higueruela, el ingenioso diplomático que desbarató

los pbne5 de aragoneses y navarros coligados contra

Castilb .

El pueblo den:amó lágrimas al ver su cnsangrcntada

cabeza en manos del \' erd1.1go , y h~cÍ<l. bien, que con él''0

IIISTÓRIA nI': Es r"'~A.

había muerto la poca cah;:¡llerosidad y nobleza que de

sus :mtiguas glorias le restaba.

No tardó Juan TT en seguirle al sepulcro devorado

por los remordimi entos: la reina pierde el poco juicio

que tenía, y solo sale de su locura momentos <Illtes de

morir. Los sucesos posteriores justific.:lron .:i. don Al-

varo, continuador de la política de Pedro 1, cuya ima-

gen, aunque más progresiva, representa en la HistÓria.

L¡;:CC IÓN XXXVIII.

Enrique IV: estado del rcl~o. - L a Beltraneja: conducla de Enriquo IV.

-Jun ta de Ávlla: batalla do Olmedo.- Convenio de Guinndo.-

rIIuerto del rey: proclamación de Isabel l.

Enriqu e IV: estado d el reino.

A Juan 11 le

sucede su hijo Enrique IV el Impotel!te ( 1454) si ma l

infante en vida de su padre, después miserable juguete

de un valido, es¡1oso indigno, padre inhumano)' hasta

un mal hombre.

Obligado por la opinión püblica dispone una expedi·

ción contra Granada, pero su cobctrdía le hace esquivar

el pel igro y terminal' b gucrra sin apenas haberla co -

menzado: csta conducta le <ltrae el general desprec io dc

las gentes.

'"

Prevalida la nobleza del carácter irresoluto del 1110·

!latCl, sus exigencias no conocen límite; y era tal el

estado del reino, entonces, que las provincias ardfan en

guerras feudales, los pueblos abiertos tenían que ar·

marsc en forma de hermflndades, obligados por la pro-

pia defensa, y hasta se daban multiplicados casos de se·

cuestros, cllyas víctimas rescataban los parientes en

•EDAD MI!:DIA .

' 5'

fuerza de dinero, como si las cautivumn los moros:

podía con verdad decirse que la ley había mu.erto.

La Beltraneju. : conducta de Enrique IV.

~tDec1arado nulo su matrimonio con doña Blanca de Na·

varra, contrajo el rey nuevo enlace con la infanta doila

Juana, de la cual tuvo a los seis .:tfíos una /lina, apelli·

dada por sobrenombre l.:t Bcftrmu:fa, por suponérsela

hija de don Beltrán de la Cueva, apuesto joven ascen-

dido desde paje de lanza hasta el eargo de Mayordomo

de la real casa, y l\'laestre de Santiago.i7

Esta niila fué jurada como prÍlucsa de Asfú,.iilS; pero

no queriendo los nobles reconocerla como tal , se suble·

van contra el rey y le hacen firmar su propi:l deshon ra:

don AflollSO, hijo menor de Juan JI, es declarado here-

dero del trono con perjuicio de doña Juana , cuyo pad re,

vergüenza causa decirlo, es precisamente el que lanza

sobre aquella criatura inocente el estigma del oprobio.

Junta d e Avila: batalla de Olmedo . Arre-

pentido de esta indignidad quiere desdecirse de su de-

c1aracióll, y entonces los nobles levantan un tablado en

la plaza d~ Avila, colocan sobre él una efigie del rey,

vestida con las insignias del c.:trgo, se las despojan una

á una, y le arrojan de un puntapié sobre el lodo des

pués de decla rarle inhábil para continuar al frente del

gobierno.

De pendiente en pendiente, la monarquía habfa lle-

gado hasla el abismo del desprecio; justo castigo de

quien fuere! capaz de asesinar villanamente al mejor de

sus defellsores , y cenir la corona s9bre las sienes de un

fratricida cobarde: desde Pedro 1 hasta Enrique IV hay

la distancia que media entre la dignidad y la infamia.

Indignados los puebl ,-,s ,,1 ver que caia sobre todos

•'s·

IIISTÓRIA DE ESMÑ.\.

la deshonra de tan fementido monarca, le obligan á cas-

tigar por la fuerza de las armas acción t an villana; y en

los campos de Olmedo, t estigos un día de la deslealtad

de quien era entónccs solo infante, se dá una batalla

en la cual ambos contendientes se atribuyen la victoria .

Muerto el heredero del trono, don Alfonso, los nobles

ofrecen la corona á su hermana Isabel, para cntónces

casada con el infante aragonés dOIl Ft'rllfllUl o, pero esta

señora se niega á toda empresa politica mientras dure,

la vida del monarca.

Convenio de Guisando . Entonces tuvo lugar

un suceso, solo crei blc en un hombre como don Entique:

puestos de acuerdo los g randes en transigir la~ diferen-

cias pasadas si reconocía solemnemen te á doiia Tsabel

como heredera del trono, se avistan ambos hermanos

en Guisalldo (1468), y E nrique IV ratifica de nuevo tan

absurdo convenio, desheredando á su hija.

Muerte del r ey: proclamación de Isabel l .

A rrepentido de su ob ra se desdice luego, pero el paso

estaba dado, y á su muerte (1474), los nobles y el pue-

blo proclaman reina de L eón y Castilla ,i la infanta

dofla Isabel.

L a desdichada doila Juan a alegó sus derechos á la

corona de Castilla, y aun se decidieron por ella en la

guerra civil que con este motivo estalla tres hombres

de tanto valer como el arzobispo de T oledo, Carrillo,

el intrépido marqués de Vill ena y el rey de Portugal,

Alfonso V, con el cual pretendían sus partidarios ca-

sarla, pero después de cinco anos de lucha tiene qúc

. renunciar á su propósito (1479): abrumada por el pesar

toma el hábito en un eOllvento de Coimbra, donde

muere á poco.•

j

F. OAD M!:DIA.

' 53

LECCIÓN :XXX IX.

(R ~ conqui:lh.

Cl'btiane. en N9.varr a) .

Origen de la monarquf. na.Yal'1"o.arago~esa. - E[ fu cro do Sobrarbe.-

Sancho Garch Abarca: balalla do Val-de-Junquora.- Sancho 111: agro-

gaclón de Castllla.- Elluero de ru'Jera.- ParUei6n de l reino.- Gar·

ela IV: luchas con Castllla.- Sancho IY: su muerte.

Origen de Ja monarquía n a.varro-aragon esa.

Refiere una antigua tradición que á principios del sigl o

VIII se establece en el monte Unu! un crm itano 11.1.'

mado J/lI1I/, el cllal funda un pcqucl10 santuario bajo la

advocación de su nombre de pila: este es el origen del

monasterio de SaJl Jllan de la POla, venerado por los

aragoneses como el de Covadong a por los asturi'lI1os

y base de la Reconquista cristi:m<l. en las asperezas del

Pirinc(1 central.

Conv irtióse bien pronto aquel santo varón en Provi -

dencia de la comarca, donde habian buscado asilo mul-

titud de ram ilias rugitivas del país cO!1r¡u istado por los

musulmancs, y su rama trasccndió hasta los territorios

vecinos, cuyos ha bitantes pronunciaban su nombre CO.ll

vencración y respeto. Sabido csto, se espliea bien quc

con motivo dc su muerte se reunieran bajo las bóvedas

de aquel humilde s:ll1tuario muchísimas gentes vellidas

de partes diversas par:! rendir al anacoreta el último

tributo; y rueron tantas, que como llcgase hasta cl!as d

eco de las victorias obtenidas por [os cristi:lllOS de As·

tlírias, decidieron un irse para acometer al invasor; las

r.ampaT1as se inauguran en breve y asr comienza la vid"

•• •

!l1STÓ~IA DE ESPAÑA.

del reino de Sobrarbe, base de la monarquía navarro-

aragonesa.

E l Fuero de Sobrarbe. Si los primeros nomo

bres de jefes que se citan pert enecieron;í '"I)'('S Ó á

cOI/des, cuestión es que sobre !la conducir á ningLlIl re-

su ltado positivo por la f~¡jt:l. de documentos escritos,

muy poca luz arrojaría sobre tan oscuro período, apa-

reciendo en cambio indudable la redacción del Facro

de Sobrarbc, el cual revela la existencia de una patria

independiente y la elección de un soberano, mediante

ciertas condiciones.

Por sensible que se", la crítica no puede p recisar la

fecha probable de este primer fuero; cierto es que exis-

tia en época relativ<\lllCllte lejana, pues e11 él se basan

los posteriores ele Jaca y de Tudela , otorgados en los

siglos X! y XII .

Sancho Garcés: batalla de Val-de-Junquera.

Desde Ii¡igo Arista que: en 734 derrota en Aillsa á los

musulmanes ma ndados por Aódo·!-Jlfd!l?, hasta e1-980

que corresponde al primer afio del rdnado de Sancho

Garcés, trascurre un periodo del que dcsgraciadalllcn te

nada conocemos, habiéndose conservado por tradición

solo algullos nombres, como los de García Giménez,

F ortún Garcés, Jimeno It1íguez, liíigo Giméncz, Gal"cía

Gi méncz y otros.

Smlcha Canés, apellidado Abarca del calzado que

hizo vestir á sus soldados para marchar sobre la nieve,

se batió en unión de Ordoiío Ir de León en los campos

de Val·dc-Y.'lIll}lh"rtl contra b s tropas musulmanas de

Ade·r-H .. a hmáll r, y fué derrotado: los inft c!cs P011(:11

cerC0 á la ciudad de l'<lmp lona, pero 110 pueden pene-

trar en ella.

•~1),4.I)

M EOIA.

."

A pesar de esta derrota Sancho Garcés se apodera

de Monjardfn, Nájera , Veearia y Cala turra, con lo cual

di lata grandemente los limites de 511 monarquía, y pre·

para el brillante reinado de Salle/lO JII el Gral/de (1000),

contemporáneo de Alfonso V d e León y Castilla.

Sancho III: agregación de Castilla. San-

cho llllllcha sin descanso contra los musulmanes, ;í los

cuales arrebató algunos territorios, mereciendo por sus

triun fos el calificati vo de Grallde: además de internarse

en territorio francés, donde dilata sus dominios, ad-

q uiere el condado de Castilla á causa de su matrimo·

nio con doña Elvira, hermana del conde García asesi·

nado por los Velas en León .

El Fuero d e Nájera . El mejor timbre de gloria

de Sancho III cs la promulgación del fuc r o 11l111dciplll

de NájcrIl, can el cual comienza la legislación fo ral de

la monarquía N;-,.varra, y que fig ul·a como el primero

entre los de su clase.

Partición d el Reino. Al morir rompe la unidad ·

del tcnitorio para adjudical" UIl rein o independie nte á

cada uno de SllS hijos, y otorga :i Carda, el primogé-

nito, Navarra, á Ferlla/rdo, Castilla cOll\"ertida en reino

por su l11:ttrinl'mio con dOlla Sancha, á Ramiro, A ra-

g-ón, y á GOIl~a/o, Jos condados de Sohrarbe y Riba-

gorza.

E ste reparto coincide con la destrucción del califato

de Córdoba y la fo rmación de las tllOI1 ,u·quias de Taifas_

Gar.:::ía IV: l uchas con Castilla.

Carda IV

(1038) tiene que defender su corona contra lb mi l"O de

Aragón , el cu.'\ l pretendía ;¡ rreb:tt;irsc1a auxi lbdo por los

musul manes de Zaragoza; ;í poco y contagiado con el

mal ejemplo, invade las ti erras de Castilla para apode-",

IUSTÓII.I.I. DE KS PAÑA.

rarse de este reino bajo el pretesto de primogenilura,

siendo inútiles cuantos esfuerzos se hicieron para disua-

dirle de tan inj ustificable proceder.

Los campos de Alaput'rta (1057) fu eron t1tstigos de

la catástrofe que privó de la vida á este monarca, al

cual sucede su hijo Sal/diO [V bajo la protección de su

tío f'cm<tlldo I de L eón y CasliJla.

Sancho IV: su muert e. De car.'ícter pacífico, se

li mitó Sancho IV ;í continuar la Heconquista hostili-

zando al rey moro dc Zaragoza, á q uien hizo tributario:

murió :i mall OS de su hermano bastardo d on Ramón ,

precipitado pOI' el derrumbadero de Pel1:tlén.

Los navarros dieron e ntonces (1076) una prueba de

Sil buen sClltido /lloral , no consintiendo cinese la corona

el asesino de su rey, lo que hubiera equivalido :i pre·

miar el atentado: por olra parte, como el difllllto don

Sancho dejaba dos hijos de menor edad, lo cua l hacía

indispensable \In consejo de regencia peligroso sie mpre,

estimaron más provechoso ofrecer la corona al rcy dc

Aragón, Salle/lO RaIllÍl'c:;, con lo q ll C otra vcz sc su·

Illall ;ullbos E stados hermanos.

I,ECUIÚN Xl.,

Navarra y "ray6n unidos: parlamenlo d ~ P.1m¡¡lona,- Sancho VI y

Sancho VII.- Ruumen general do eslo reino d urn~le la di nas lfa!lo

Chllmpagne.-la Navarra pro'/i nd a de la monarqufa irll~ cesa,-Di ·

nastfa de Evreu~.

Navarra y Aragón uuidos: parl am ento de

Pamplona, La história de Navarra se en globa en la

dc Aragón desde 1076 hasta 1134, es decir, desdeEDAD

M ~.lJ IA.

'57

StwdlO I V el Dcspciítrdo hasta Carda RflJllírt'::: J V, iÍ

tr.wés de los teinados de Sancho Ramírez V, Pedro 1 r

Alfonso el Batallador.

A la muerte de este t'lltimo, aragoneses y navarro.~,

reunidos en Borja para desig-nar el nuevo Illon:¡rca, no

pueden concertarse, y en tanlo que los primcros elegían

;i Ramiro, los SCglUldos proclamaban en el ¡XU-Ialllcnto

de Pam plona :í Garda Ramirez IV, el Rl's(alinu{ur de

la patria.

No hizo Garda Ramírcz I V más que luchar contra

Ramón Berenguer V, conde de Barcclona y rey de Ara -

gón por su matrimonio con dOl1a Petronila, el CU.1 l pre-

tendía unifi car sus estados en la forma que antes tenían,

es decir, sumando la Navarra :í la mon arquía aragonesa :

no pudo consegu irlo.

También sostuvo una guerra, aunque breve, contl'a

Alfonso Vll oc León y CasUlla, de quien nominal-

mente, cu ando menos, se declaró feudatario.

Sancho VI y San cho VII. Su hijo Sancl(() VI

([ [50) que le sucede, ha pasado á la posteridad COIl

el califi cati vo d~ Sdbio; amante de la paz, termina sus

diferencias con Aragón medianle el arbitrage de Ingla·

terra, aceptado también por doña Petronila, viuda de

Ramón Berenguer V.

En paz el rei no, se declaró protector decidido de las

artes, de las letras y ' de las ciencias; la prudencia }' la

justicia fueron las bases de su gob ierno patt:mal; por

sus obras de caridad mereció ser llamado providencia

de los pobres, á los que socorría sin tener en cuenta su

nacionalidad; disminuró los impuestos, aliviando al la·

brador, agobiado con tantas gabelas; organizó [a admi·

nistración bajo blses razonables y prudentes; y por lí!·

,"s

HJSTÓRI,\ In: ESI'ANA.

timo publicó sábias leyes para 1l0rmalizar las relaciones

entre los nobles y el pueblo, y modificar las duras y en

cierto modo bárbaras costumbres de los primeros, acos-

tumbrados ,i vivir en perpétua discordia.

Sancho VII el Flterte (1194), digno sucesor de su

padre, mereció que los pueblos cligcrall de él que era el

mejor rey de cuantos habían ocupauo el trono: esto solo

hace su elogio .

Ante el peligro de b invasión de los Almoravides,

se presenta en Toledo al frente de un brillante ejército

y toma parte en la gloriosa jornada de las Nav::ls, man -

dando el ala izquierda del ejército, donde peleó como

valiente soldado é inteligente capitán.

Restituidú ;í su patria, limpió el país <le la Illultitud

de foragidos que lo infestaban, y continuador de la

ohra comenzada por su padre, redactó varias leyes pro·

tectoras de los intereses morales y materiales del reino

y concedió algunos fueros.

Atacado de una enfermedad cancerosa, y encontrán-

dose sin sucesión, convino de acucrdo con el pueblo en

designar por su heredero el rcy aragonés, don Jaimc el

Conquistador, pero oí condición de que si éste morfa sin

dejar hijos legítimos, habría de ceiiir ambas coronas

aragoncsa y navarra su sobrino Tcobaldo de Cham-

paña: el convenio fue aceptado por don ]¡\ime, mas

como seis meses después falleciera Sancho VII (1234),

los navarros suplicaron al Conquistador les permitiese

levantar el juramento de fidelidad que le habían prcs·

tado, y conc.::Jido que fu é, proclaman rey á Tcobat·

do f d" C!taJllpaiúr.

Dinastía de Champagne. Teobaldo 1 ofrece la par·

ticularidad de haber sido UNgido en la catedral de Pam·EllA]) MEDIA.

'59

plana, ceremonia nunca usada por sus predecesores:

desconocedor de la hi stória, de Jos usos, de la legisla·

ción y hasta del idioma del pueblo que gobern aba, pro-

Illueve graves conflictos sobre la interpretación de los

fueros y privilegios, tcniendo cn más de una ocasión

que interveni r como mediador el Pontífice Grcgorio IX,

el cual, cn vista de l"imposibilidad de entenderse el

rey y el pu eblo, decide su recopi lación y ordenamiento

por una eomi~i óll compuesta de igu::.l número de nobles,

ind ividuos del pueblo, del clero, y de personas designa-

das por el rey.

Dejándose ll evar del espíritu religioso y caba lleresco

de su época, tomó parte cn las C,'fI::ndas, de donde

volvió cn 1234, después de haber adquirido algu-

nos conocimientos quc procura disem inar en sus es·

tados.

Le sucede su hij o l.!ilTique f (1253), el cual se vé

obligado á conceder á los nobles no escasos pri\'ilegios

y mercedes en perjuicio de su autoridad.

A su muerte (I274) dejaba una hija de dos :trios,

Juan;). l, reconocida como heredera del trono poco antes

del fallecimi ento de su padre: la g uerra civil estalla con

motivo de la proclamación de doiía Juana, pues aspira-

ban á su tut(llÍa y regencia tres partidos poderosos y

tenaces, el de Aragóll, el ue Castilla y el de Francia,

hasta que la reina madre la pone bajo la protección del

rey de los franceses, F eli pe nf, el cual la desposa con

su hijo Felipe IV. el Hermoso.

Navnrra provincia de la monarquía fr an-

cesa.. Penetra éstc por los pirincos al frente de un

ejército, ocupa el país l"!1ilitarmente, y convierte la Na·

varra en provincia de la monarquía francesa.• 60

IllS'¡' VHIA DE J~SI'AÑ ... .

Desde 1274 hasta 1322, es decir, pOI' espacio de

veintiocho a11 05 , fu eron reyes de Francia y Navarra,

junta mente, F elipe I V el H ermoso, Luis H utín, su hijo,

Felipe el Largo, y Carlos TV, hermanos del anterior: al

1110rir sin sllccsióll este último, hubo en el país una

guerra breve, pero terrible y sangrienta, que termina

declarando reina de Navarra ,i JI/ill/a Ii, hija de Luis

J-Iutin, casada con el conde de Evrcux, don Felipe.

Prévia renuncia de sus derechos á la corona de Frnn-

Ó<l, fu eron recibidos estos esposos en lJamplona, donde

jmaroll los fu eros, y de este modo adqui ere la Navarra

.'m independencia naciona l con história personal y

prop ia.

Durante el período anterior habían gobernado el

territorio virnyes ó gobernadores que,como nombrados

por una clinast(a extranjera, rueron poco querido:; de

los independientes navarros.

Dinastía d e Evr cux . Solo dos monarcas dió á

NavalTa la dillastfa de Evreux: Carlos j/ el Afa/a y

Carlos Ifl d Noble. D e carácter altivo, de génio osado,

y pendenciero por naturaleza, Carlos JI (1394) comenzó

s u reinado tomando parte en la ramosa guerra de Cim

aíias, pero no defendiendo la causa de Francia que era

la de su propia ramilia , sinó la de los ingleses; esto

basta para caracte ri7~I l'l e . Contemporáneo de Pedro 1 de

Castilla, se fin gi,j a migo de este lllonarca para auxiliar

secretamente al partido del bastardo don Enrique; y no

parece sinó q ue de intento se complació siempre en

crear connictos, donde quiera que la ruerza de las cir-

cunsta ncias le llamaba á intervenir.

Su hermano Carlos HI (1386) inaug ura el gobicl'11o

firmando UIl tratado de paz COIl el rey de Fra ncia; y•

EO.~l)

.6.

M ltD I A.

con deci r que su política representó el extremo opuesto

de la seguida en el reinado anterior, hacemos su elogio.

R espetado }' querido de sus vasallos, la fama de las

buenas prendas que le distinguían snlió fuera de! reino,

y más de una vez se dió el caso de que las cortes de

Francia y Castilla le designaran collfo árbit ro para di-

rimir sus q uerellas, cabiéndole también la gloria de to-

mar parte en la terminación del Cisma religioso, de

acuerdo con las instrucciones y deseos del pontífice

Clemente VIL

Cuando regularizada la administración, en paz el

reino, respetada Navarra en el exterior, y contentos los

pueblos bajo tan paternal gobierno, iniciaba Cárlos nr

una séric de reformas políticas qu(' habían de traer

como consecuencia la grandeza y el bienestar, fallece

(r415) dejando una hija llamada dqija B lallca, casada

con el in fa nte don Jllau , hermano de Alfonso V el

Magnánimo, rey de A ragón.

LECCIÓN XLI.

Juan 1: dl511uslo de los pueblo!.- Muerte de la reina: guerra civil.-

Insurrección general: muerte del pr(nclpo de Viana.- Envenenamiento

de doña Blanca.- Sublevación de Cataluña: mue rte del rey.- Navarra

conquistada por Fernando V.

Juan 1: disgusto d e los pueblos. Juan f

(1425), casado con doña m anca, única representante de

la dinastía de E vreux, implan ta en Navarra la Casa de

Aragim, que habrá de gobernarla hasta su conquista

por Fernando el Católico.

A ctivo y emprendedor, no se contentó Juan 1 con

interveni r en los Ilegocios de Castilla tomando parte en

..•

16::

mSTÓlU" IHt .:SI'A~¡\.

las facciones q\le tan á mal andar trajeron este reino

durante los desdichados ti empos de Juan n, silló que

luchó tambien contra los prfncipcs italianos que dispu-

taban la corona de Nápoles á su hermano el rey de Ara·

gón: como en estas empresas se invirtieran grandes su-

mas y el rey permaneciese ausente de Navarra mucho

tiempo, con grave perjuicio del gobierno, los pueblos le

manifestaron su descontento repetidas veces, aunque

sin resultado algullo.

Muorte de la reina: gu erra civil. Asf las

cosas, muere la reina dejando la corona á su hijo

dOJJ Carlos, príncipe de Viana, yen su defecto á dOlia

E/auca, la repudiada por Emique IV de Castilb, ad·

virtiéndolcs que no se titularan reyes hasta el falleci-

miento de su padre,

D e carácter áspero y violento, Juan I aparece dcsde

el principio cn oposición al bondadoso príncipe de

Viana, sin que pudiera demostrar el más ligero motivo

que justificase la natural enemiga que contra su hijo

tenía, COIllO no fucsc el amor respetuoso que los pue-

blos profesaban á don Carlos, en recompensa de su

proceder noble y leal. Este óclio inexplicable encontró

bien pronto quien le fomentara, y fué con motivo dc

haber contraido matrimonio Juan I con doíia :lualla

Ellrlque::, verdllgo que será, lIO tardando, pal'a los hijos

de la infortunada reina de Navarra,

Se necesitaba un pretesto que justificara ante la opi-

niÓll pública el deseado rompimiento, y viene á servir

como talla paz ajustada por don Carlos con el mo,

narca de Castilla, paz que Juan 1 desaprueba, y por la

cU,al envía á Navarra á doña Juana para que gobierne

con el prlncipc: los resultados de esta conducta se too"3

can pronto, pues se formaron dos partidos enemigos,

el de los Agramo!l'eses ó defensores de Juan l, y el de

los Bl'amOlltt'Scs que apoyaban á don Carlos; la int ran-

sigencia de estas banderías hizo inevitable la guerra

civil, la cual termina con la derrota del príncipe, pri -

sionero de su padre.

Quiso el rey desheredar á su hijo, para lo cual reunió

" Cortes con ánimo de imponerse á la voluntad nacional,

pero la mayoría de los procuradores no ocultaron sus

simpatías hácia don Cárlos, y este recobró la libertad

al poco tiempo.

Insurrección general: muerte del prínoipe

de Viana. Después que Juan 1 hubo declarado hel'c-

dcra del trono d. su hija do;la LeONor, con manifiesto

perjuicio de don Carlos y dolla Dlanca y contra la vo-

luntad expresa de los pueblos, quiso mantener su deci·

sión an te las Cortes que en Barcelona se celebraron,

mas los catalanes se sublevan, el iucendio cunde rápido

por Aragón y Navarra, y tiene lugar una insurrección

gcneral cuyas principales consecuencias fueron la libcr·

tad de don Carlos, á quien el mOllarca tenia recluido;

la proclamación solemne de este príncipe como here·

dero de todos los estados de su padre, y el destierro

perpétuo de dalia Juana Enríqucz del territorio catalán.

Todas las diferencias parcelan terminadas con gran

contentamiento de los pueblos, cuando el joven prín.

cipe mucre de Ulla enfermedad tan sospechosa como

repentina, aunque no tanto que le prive de redactar

testamento é instituir á doña Blanca como heredera de

Navana.

Envenen a.miento de doña Blanca. AsI que

sc tuvo noticia de este documcnto, el cual venia á difi·

,• 64

IIISTUKJA

tn:

}¡SJ'AÑA •

cuitar los ambiciosos planes de la madrastra, (ué doña

Blanca encerrada en el castillo de Ortés, dándola por

carcelera á dona L eonor, digna hija de sus padres: aH!

pasó algún tiempo, bien poco ciertamente, la desgra·

ciada princesa, hasta que sucumbe bajo la acción de

un activo veneno. E n su última disposición testamenta-

ria, extendida antes de ser presa, legaba cuantos bie-

nes y derechos pudieran concspondcrla á favor de En-

rique IV de Castilla .

SUblevación d e Cataluña : m u erte del r ey .

La opinión pública se apoderó de las murmuraciones

que acusaban de ambas muertes á Juan J, supeditado

en absoluto á la voluntad de la rcina, y el conAicto cs-

talló formidable en Cataluña, cuyos habitantes se nie-

gan á reconocer COIUO heredero del trono al infante d OH

Fenumdo,

Declarados enemigos ambos de la patria é incapaci-

tados para gobernar el Principado, comienza la gue-

rra civil, sangrienta y tenaz como todas las guerras

civiles, y los catalanes p roclaman rey á Reunto de

AlIjou, protegidos por Luis XI de Prancia. Vencidos

cn el terreno de la fuerza obtienen una decorosa capi.

tulación, que pone término á la lucha; y después de eli'

tos sucesos, baja al sepulcro Juan J, á quien algunos

han querido conceder el título de Grande, á pes...r de

que sobre su recuerdo pesan las muertes de sus dos

hijos con peso abrumador.

Navar ra conquistada por F ernando V. Le

sucede en Navarra su hija Leonor f (1479), que gozó

poco cI fruto de su crimen anterior, pues fallece al mes

siguiente, transmitiendo la corona á su nieto Fral1cisco

Febo, de la casa de Foix: á los dos U110s (1481) es

•'"

proclamada rei na la hermana de este ültimo, doíia. Ca·

talillll, casada con Juan Albrit, últimos soberanos de

Navarra independiente, pues conquista este reino Fer·

nando V, el cual la agregó :i sus estados de Aragóll,

V alencia y Cat?-luña.

(Re~onq:uicta

criotiana en Aragón).

Rami ro 1: Gue rra conlra l05 mU$ulmanes.-Sancho Ramlrez.-Uni6 n de

Navarra.- CompilacIO n del Fuero de Sobrarbe.-Pdro 1: conquisla.

de Huesca.- Allonso 1: conquista de Zaragall.-Brillante expedlcl6n

contra Andalucfa. - Ramlro 11: soparaci/in de N~varra.-Matrimonio

y abdicaci6n del rey.-TradicI6n de la campana de HWJ;: a.

Ramiro I: guerra contra los musulmanes .

L a historia particular de Aragóll. comienza con el tes-

tamento de -Sancho nI el Grande rey de Navarra, pues

el territorio de este nombre se confiere por aquel docu-

mento á ~u hijo Ral1liro (103 S).

La muerte dc don Gonzalo, asesinado en el puente

de Monclús, le pone en posesión de los condados de

Sobrarbe y Ribagorza; herencia que, tal vez, le hace

eaer en tentación de disputar la soberanía de Navarra

á don García.

Continuando la Reconquista penetra R:l.111iro r en el

pnís musulmán al frente de un ejército, y en dos en·

cuentros consigue derrotar las fuerzas unidas de los re-

)'es de Huesca y Zaragoza, los cuales, así como el d e

T uclela, se le declaran feudatar ios.

D espues de una trégua que la necesidad de recobrar

las perdidas fuerzas hizo inevitable, y cuyo tiempo aproo

vechó Ramiro I para f el lllir d conci lio de Jaca, prosi·

•,66

lIlST6RIA 01'. ~SPA¡:¡~.

gue las interrumpidas campat1as, aunque con tan adversa.

fortuna que, derrotado por los musulmanes cuando si-

t iaba la fortaleza de Gratis, encuentra muerte gloriosa

peleando como un valiente rodeado por todas partes de

enemigos.

Sancho Ramirez: unión de Navarra. Su

hijo Sancho Ram{1'($ (ro6S) 5e apodera de Graus, Bar-

hastro, Bolea y Monzón, y muere sobre el campo de

batalla (1094) cuando hacía un reconocimiento en ¡as

fortificaciones de Huesca, á cuya plaza habfa puesto si-

tio: antes de espirar toma juramento á su hijo don

Pedro, que le acompañaba, de que 110 interrumpiría las

operaciones comenzadas hasta terminarlas con un asalto

definitivo, pues ardía en deseos de entrar, aunque fuese

muerto, en aquella ciudad por cuya po~esión tanto habla

trabajado.

En su tiempo tuvo lugar la anexión del país navarro

ell virtud del expontáneo reconocimiento que sus natu-

rales le hicieron como soberano, á la muerte de San-

cho IV el de Pel1alén, asesinado por el bastardo don

Ramón.

Compilación del Fuero d e Sobrarbe.

A

este monarca se atribuye la primera compilación del

Fuero de Sobrarbt', como se demllc~tra por el lenguage

en que está redactado, y el cambio del rito gótico por

el romano .

Pedro 1: conquista de Hucsca. Pi'dro /(1094)

cumple la palabra empeñada á su padre moribundo )'

penetra ell la ciudad ele Hnesea, después de haber de-

rrotado en A!cord::: un ejército fonnidable que el rey

moro de Zaragoza cnviaba para obligarlc ,¡ levantar d

sitio.l!J)AD llfJ)JA.

.6,

·ReuniÓ Cortes con objeto de asegurar por medio de

una ley la herencia del trono en sus descendientes, y a

poco de conseguirlo fallece sin hijos, siendo proclamado

su hermano Alfonso I (( 104) el Balaf/ador.

.

Alfonso L conquista do Zaragoza. La t:poca

gloriosa de este monarca principia en 11 10, después

que el concilio de Palencia declara nulo su matrimon io

con doña Urraca de León )' Castilla, causa que fué de

trastornos y disgustos para todos.

Emprendedor, activo, incansable en el ejcrcicio de las

armas, y abrigando en su mentc ideales que le hon·

rarán siempre, se lanza Alfonso el Batallador contra los

musulmanes, á los cuales sin darse punto de reposo

arrebata unas tras otras tan importantes posiciones

como las de Almlldcbal', Robles, Gurrea y Tlldela, Q\lC·

lc dejan franco el paso hasta Zaragoza, en cuya impor.

tantísima ciudad, capital futura del reino, tcnía puesta

toda su noble ambición. rnútil fué la resistencia; des-

pués de una série de combates, librados tenazmente de

una y otra parte, disputado palmo á palmo el terreno,

la ciudad invicta cae en poder de las armas aragonesas,

y la cruz ondea al viento sobre la torre del castillo de

la Aljafería. Sin descansar apcnas, se aprovecha del pá-

nico de sus enemigos para apoderarse de Borja, Alagón

y Tarazana .

Brillante expedición contra Andalucía: BU

muer te. Atento á los cuidados del gobierno otorga

oí los aragoneses multitud de inmunidades y franquicias,

que le han valido los dictados dc liberal y generoso;

pero por entonces llevó á feliz término una empresa

que, más que ninguna, manifiesta el fondo de abnega·

ción y nobleza que constitu(an su carácter: llamado por, 68

lU ST 6 RIA DE r.s I'A~A.

103 muzárabes granadinos, que le" demandaban auxilio

á causa de las contínuas tropeHas de que eran víctimas,

acude en su socorro, y después. de recorrer triunfante

los territorios de Granada, Córdoba y Jaell, vuelve á

Zaragoza acampanado de diez mil familias, que le de-

berán su libertad y su vida.

\

Cuando con el sitio de Fraga inaugura la segu nda

série de sus brillantes campanas, es derrotado y herido

gravemente junto á los muros de esta plaza por el ejér.

cito aliado del rey moro de Valencia, y muere á los

pocos mcses ell el monasterio de San Juan de la Peña

(rI33), después de haber vencido á los musulmanes en

veintinueve batallas, que corresponden á sus tI'cinta

al105 de reinado.

R amiro II: separación d e Navarra. M;lcrto

sin hijos, dispuso en su testamento que el Reino se re-

partiera por igual entre las órdenes de los caballeros

Hospitalarios y Templarios; pero las Cortes de Jl!OJlSÓJl

declaran heredero del trono á su hermano Ramiro 1/

ellrf01ye, obispo de Roda.

Disgustados los navarros con la elección de las Coro

tes, se reunen separadamente en Pamplona y procla ·

man á Garda Ramírez: si libremente se habfan herma·

• nado, libremente vedfica Stl separaci61l en estos mo-

mentos.

Matrim onio y abdicación d el r ey. Mal avc·

nido Ramiro II con la vida dc monarca, en aql1ella

con verdad apellidada edad de hierro, contrajo matri-

monio cón doña I nés de Poitiers, para asegu rarse UI\

heredero, y luego que lo consigue, se apresura ;i con·

ccrtar las bodas de su hija Petronila, nitla de dos aiíos,

con Ram/m Ber'>IlJ;ltel: V, conde de J3arcelolla: despuéslmAI) MEDIA.

. .,

de redactar un testamento donde declaraba herederos

del reino á estos esposos, se retira á Huesca para vivir

el resto de sus dias entregado á la oración y á la pe·

nitencia, sus ocupaciones favoritas.

Tradición de la campana de Huesca. Cuenta

una tradición que obligado por los nobles, cuya saber·

bia pretendía aniquilar el poder real en propio benefi-

cio, ideó un ejemplar castigo que pusiera freno á tan

atrevidas exijencias: al efecto, reunidos en Nlfcsca bajo

prctcsto de celebrar Cortes, manda decapitar á los prin·

cipales jefes, y con sus cadáveres fi gu ra Wla campaua

cuyo eco llevó el espanto hasta el corazón dc los más

audaces y resucitas. Por autorizada que sea esta tradi·

ción se aviene muy mal con el cadcter atribuido por

sus contemporáneos al rq A'folljl', cuya debilidad y

fal ta de energía son para todos bien notorias.

L IWCIÓN XLIII.

Alfonso 11: engrandecimiento del relno. '- Pedro 11; inleudael6n de sus

Estados.-Batalla de las Navu.- Gue rra da los Al bigenses: muerte

de l rey. - Jalme t: su minorldad. - Guerras y conqulstu.- Jaime I

co mo legislador, como dbio J como crisliano.- Ped ro 111: conq uista

de Sicilia.- Guerra contrI. Francia.- El Privilegi o general.

Alfons O(~r :

engra.ndecimiento del r eino.

Con Alfollso JI (11 62), que de su padre hereda el con ·

dado de 13areelona y de su madre el reinp de Arag¿ll, ...

principia la historia ullida de ambos territorios: tamo

bién el condado de Provenza, otorgado al menor de

sus hermanos, vuelve:i su marse con Aragón )' Cata·

luna; y bien hubiera ql\erido reivindicar la corona de

••

' 7°

m STóR IA DE J;SrAf<,I..

Navarra, pero aunque mantuvo varias luchas con este

motivo, nada pudo conseguir s inó la ocupación de al·

gunas plazas front erizas de relativa importancia, que

Jos navarros le cedieron gustosos á trueque de asegurar

una paz que deseaban todos.

Pedro 11: infeudación de su s Estados. Su

hijo Pedro ff ( 11 96) , á quien llaman el Católico, le

heredó al morir.

Guiado por el sentimiento religioso, según algunos,

ó como parece lo m:is cierto, deseando consegu ir de

Inocencia III la anulación de su matrim onio con dOl1a

Juana de Montpellcr, pasó á R oma é hizo feudatarios

de la Santa Sede los rei nos de Aragón y Catalul'lrl,

aunque sin conseguir su p.'opósito; y rué lo nota-

ble, que al volver á su patria encontró dispuestos los

pueblos para levantarse ell a rmas al grito de UllilJll,

soliviantados con este motivo, viéndose obligado á de·

c1arar que el feudo era solo personal, sin que afectase

á sus sucesores ni al Reino.

Batalla de las Navas. Eseuchand,) los ruegos

de Alfonso VIU de Castilla, :11 mismo tiempo que se

dejaba llevar de los impulsos de su corazón, marcha al

cuartel gencral elc T oledo al frente de un poderoso

ejército, y toma parte en la gloriosa jornada de las

¡VrWflS, donde se le confía el mando de las tropas

que formaban el ala izquierda del ataque.

Guerra de los A lbigenses: muerte del r ey.

Pretenden algunos historiadores hallar contradictoria

la eondueta de este monarca por haber tomado parte á

favor de los Albigmsl!s en 13 guerra religiosa que con-

tra ellos llevó á cabo S imón de Monfolt, pues seme·

jante circunstancia, dicen, se compad ece muy mal con.¡ •

el dictado de Católico, que se honraba en merecer: no

existe tal contradicción. Sobre que Pedro II demostró

su celo por la fé ordenando en el concilio de Gerolla

(1197) la quema de los hereges valdenses, cuyos bienes

fueron confiscados, nada tenía que ver con esta cues-

tión la defensa que Pedro J[ hizo de sus derechos poli-

tices como soberano, pues sabido es de toclos que

Monfort pretendía emanciparse del feudo de A ragón,

tomando como pretesto la cru7.ada.

Ja.ime 1: s u minoridad . Derrotado en la bata·

lIa de jllJurd, de cuyas resultas fallece á los pocos dias,

le hereda su hijo Jaimi' í ([ 2 13), todavía muy ni110.

Borrascosa )' turbulenta rué esta minoridad, tanto

más cuanto que el rey había quedado en poder del ma·

tador de su padre, que se negaba á entregarle; y cuen-

tan que, ante semejante connicto, preséntanse va rias

comisiones de aragoneses vestidos de luto al Papa Ino-

cencio UI, aCll!;an de traidor á Simón de Monfort, con-

siguen apoderarse de su sobcl-ano, y lo t rasladan al cas-

tillo de Monzón, dOllcle le ponen bljo la custod ia de

los caballeros Templarios.

Hacían los T emplarios causa común COIl los infantes

don Fernando y don Sancho, tutores y regentes del

monarca, por lo cual el tiempo pasaba en balde para

este joven, el desgobierno crecía en todas partes, los

tutores se atrevieron á pens.1r en otra soberanía ma-

yor, )' la.<; faccion es y banderías desgarr¡lban el reino,

hasta que Jaime 1 consigue fu¡;arsc de su prisión y se

presenta en ZarOlgoza: aún así y todo, no pudo librarse

de la guerra civi: que le promovieron sus tios, pero que

felizmente terminó en breve.

Guerra s y conqui s tlS. Ya de rna)'or edad,mSTÓRIA Dl!: y.srARA,

instaron los catalanes á Jaime 1 para que recobrase las

islas de Mallorca é Ibiza, de las cuales acababan de

apoderarse los infieles, y al efecto organiza- una pode,

rosa fl ota, zarpa del puerto de Salóu, toca en el archi-

piélago balear, entra en la ciudad de Palma después de

un riguroso bloqueo, y sucesivamente hace suyas oí

Tbiza, Menorca y Formentera: estas brillantes empresas

le valieron el dictado de CONquistador por el voto uná-

nime de los pueblos

R eplegábansc cntre tanto los aterrados musulmanes

hácia la costa oe Levante, y Jaime [, contilllwndo la

campalia anterior, conquista las plazas de PcMseola,

Morella y otras, asentadas sobre las márgenes del Júcar,

y pone sitio á Va/meia (1238): después de una série de

combates librados contra los almora vides, procedentes

del África, la ciudad del Cid cae en poder de don

Jaime, el cual hace su entrada t riunfal en ella el 24 de

Setiembre de 1238,

Además de estos triu nfos obtuvo oh'os muchos en la

conquista de Múreia, cuya ciudad cede generosamentc

al rey de Castilla; también emprendió ulla expedición á

Palestina, á donde le llamaron los emperadores ele

Constanti nopla y Pcrsia, sin que esta campaña ofrezca

nada de notablc,

J aime lcomo legisla.dor y sábio y como cris·

tiano, A la envidiable gloria de haber terminado la

Recollquista crisltrllla en su país, une Jaime 1 los titulas

de leg isladol' y hombre de letras,

Comprendiendo la nccesidad de refundir en un solo

código tod o~ los fueros, disposiciones, acuerdos y fran,

qu icias, por las cuales se venía el reino gobcl'llamlo,

rCll nió Corles en fftÚSCfl (1247), y propnso á los proClI-'73

.. radores esta importante reforma, la cual rué aceptada:

recibió el encargo de dirigir los trabajos cJ Ob i ~po

oscense, don Vidal de CancHas.

Como hombre de letras, protegió á los sábios, fundó

escuelas, escribió algunas poesías llenas de inspiración

y ternura, y sobre todo, l1O.~ legó b CnJuim de su rei·

nado, escrita eDil una imparcj"t1iclad, una modestia y

lIna sencillez, que verdaderamente enca ntan.

Si como rey mereció los calificativf¡}s de conquis-

tador y de hacendista, como cristiano pasa por un

acabado modelo de piedad: fundó templos, se mostró

celoso de la pureza de la fé , y hasta rué benévolo y

t olerante para con los judíos proscritos.

P edro IlI: conquista de, Sicilia. Al morir di·

vide Jaime 1 el R eino entre sus hijos, legando .i Pe-

dro IlJ (1276) lo~rr i torios' de Aragón, Cataluí1a, Va·

lencia, Rosellón, Montpeller y F enolledas, y á d01l Jaime,

.Mallorca . .

<¡.pedro 1II empleó los primeros años de su reinado

en someter y expulsar ,i los l1ludcjares valencianos, en

haeer feudatario suyo el reino de Mallorca, y en sofo·

car algunos motines á que él mismo di,ó Illotivo opa·

niéndose á jurar los fueros y pri vilegios del Reino: este

deber fué impuesto por los pueblos á los reyes desde

que las Córtes habían declarado hereditaria la spberanía.

Representante de los derechos que los Emperadores

alemanes tenían sobre Italia, por estar casado COIl doña

COltSIC11I:Jfl, prima de Conradino, acepla la invitación que

los sicilianos le hacen para apoderarse de esta isla, y al

efecto organiza una formidable escuadra, la cua l para

evita !' recelos se di rige con rumbo á Túnez: entre tanto

que se verificaba ell Palermo la matanza conocida con el

I

•'74

nombre de las Vl.rpt'ras sicilianas, Pedro III se dirige

hácia Mesilla, derrota al ejército angevino que sitiaba

c!;ta plaza, y aclamado por todos (1282) agrega la her-

mosa isla de Sicilia á los extensos territorios de la mo-

narquía aragonesa.

Gu erra contra F rancia. Como esta conquista

anulaba la cesión que el Pontífice Martino IV había he-

cho del trono de Napolcs en favor del duque de Anjou,

no solo rué Pedro IU excomulgado, sino que, alegando

el Papa la infeudación hecha por Pedro II el Catól ico,

adjudica el Reino de Aragón n Carlos de Valois, hijo

del rey de Francia.

Penetran los franceses por el Rosellón y ll egan hasta

Gerona, á tuya ciudad ponen sitio; pero aunque los ene-

migos eran muchos y con ellos estaba don Jaime el de

Mallorca, catalanes y aragoneses unidos caen sobre las

tropas invasoras y las derrotan por completo, en tanto

que el desastre de San Felíu de Guixols, y la peste que

comienza á diezmar las fi las Íl'ancesas, hacen pedir la

paz al monarca francés: p,uaron libres á su pals, en vir-

tud de convenio, la famili", de Felipe nI y el legado

pontificio, pero el Collado de las pal/izas fué testigo de

una carnicería espantosa, que dejó tristes recucrdo!S para

mucho tiempo en el ánimo de los franceses.

E1ItPrivilegio generalJl Tan reservado se mostró

Pedro nr en la realización de sus planes, cuyos móviles

dejaba envueltos bajo el más impenetrable misterio, que

los nobles, el clero y el pueblo comenzaron á murmurar

de su poco respeto á la consti tución de los reinos,

pues sin el consentimiento nacional se permitía concer·

tar paces, declarar guerras, exigir tributos, y hasta

ausentarse á paises remotos: reunidos los procuradorest:DALI MIWIA.

."

en las Cortes de Zaragoza, tuvo que responder á los

cargos que con este motivo se le hicieron; y para evitar

en lo sucesivo conflictos semejantes, otorga el Pr;1JIk·

gio gmt'ral, confirmación de los antiguos rueros é inm u·

nidades, y en el cual se impone :í. los reyes la obliga-

ción de reunir Cortcs, anualmente por lo menos.

LRCCIÚN XLIV .

AUonso 1lI: el Privilegio de la Unlón.-Convenio de TarascÓn.- Jal-

me 11: complicaciones en Slcllla. - Calalanos y Aragoneses en l e-

vanle.-Allonso IV: represenlación popular en Valencia.- Pedro IV:

anexión de las 8aleares.- Guerra de la Un ión. - Jllan 1 y Marlin 1.-

Campromiso de Caspe:- Fernando 1: cisma de Occidento.- Allo ns o V:

conquista de Nipoles.- Juan 11 y Fernando V •

..¡)...1fonso IlI: el privilegio de la. Unión. Al·

fOI!o {ff( 1285), que sucedió ásu padre Pedro el Gran·

de, quiso anular el Privilegio general y titularse rey ano

tes de scr proclamado por.los Estados, prévio el jura-

mento á los rUCI'OS, pcro la resuelta actitud dc los cata-

lanes le hicieron desistir de su empel10, y lo que es mas,

en las Cortes de Tarragona (1287) otorga el Privileg;o

de la Unión, donde se ligitima el dcrecho de insurrccción

contra el monarca que viole las leyes.

Convenio de Tarascón. Excomulgado por Ha-

norio I V a causa de la posesión de Sidlia, ajust6 con

este Pontífice el convenio de Tarascón por el cual rc-

nunciaba sus derechos á la pose!:iión de esta isla, y sc

obligaba, además, al pago del tributo convenido en

tiempos de Pedro JI.

Jaime II: complicaciones en Sicilia. Sin

cumplimentar este convenio mucre Alfonso III y le he·'7'

1l1Sl'O"ÍlUA 1)" KSrAÑA.

reda su hermano Jflil1U Ir (129 1), rey á la sazón de

Sicilia, cuyo virreinato entrega á dO1/- Fadr iqlll': reno-

vada la excomunión por el Papa, y planteado el

problema en el terreno de las armas, las diferencias ter-

minan en la par. de Agualli, estipulándose que los

monarcas aragoneses renunciaban para siempre á la po-

!icsión de la Sicil ia, pero que recibirían como compen-

sación las islas de Córccga }' Ccrdelin.

r'\sí quiso hacerse, mas los sicilianos proclamaron

rey á don Fadriqllc; y aunque lucharon ambos herma-

nos con igual tenacidad, el Aragonés para cumplimentar

lo convenido en Agnani y el de Sicilia en defcns'l de

su trOIlO, pudo más éste y hubo de terminar el asunto

casando á don Fadrique con una hija del rey angcvino

de Nápoles, cuyo matrimonio suma los dercchos de

ambas dinastías rivales.

Catalanes y Aragoneses en Levante. A poco

de estos sucesos - tuvo lugar la heróica expedición de

Catalanes y Aragoneses á Levante: amenazado por los

turcos el Imperio de Constantinopla, á cuya capital ha·

bían puesto sitio, solicita Andrónico Paleólogo el con·

curso de algunas fuerzas de las que se habían alistado

para don Fadrique, y cuatro mil Catalanes y A ragone·

ses, mandados por Roger de Flor, atraviesan el Medi·

terráneo, penetran en el Bósforo, caen sobre el ~llemigo

que huye despavorido hasta el Asia, y terminan feliz ·

mente su campaJ1a entre el asombro de los afeminados

imperiales. No cumplieron éstos su compromiso cual

debían sino que asesinaron cobardemente á Roger; pero

los españoles saben hacerse justicia de tal modo, que

su recuerdo ha pasado á la historia con el nombre de

Vi'ngtw:.:a cata/mm.."

EO.l Il bIEDI.l.

Alfonso IV: r epresentación popular en

lencia,

Va~

A Jaime II el Justiciero, así llamado por su

conducta en el convenio dc Agnani, le sucedc su hijo

Alfollso /V(1327), que apellidaron el Bmigllo á causa

de SIl bondadoso carácter: lo~ únicos hechos notables

de su reinado fueron, en el exterior, la guerra contra

los gcnoveses que le disputaban la soberanía sobre

Cerdeña, yen el interior, el motín de Valencia,

Como hubiera contraído segundas nupcias con dalia

Leonor, hermana de Alfonso Xl de Castilla, y la llueva

reina viese que la corona tendría que pasar al infante

don Pedro, hijo de la primera mujer, intrigó para que

el débil monarca, desmembrando sus estados, confiriese

algunos territorios á sus nuevos herederos: asf parece

que el rey lo hizo; pero los valencianos se sublevan, y

una comisión presidida por el tejedor Guilléll de Villa·

tea consig ue hablarle, le recuer9a sus deberes de rey,

y el reparto no llega á verificarse.

Pedro IV: anexión de l a!!. Baleares, A su

muerte ocupa el trono Pedro IV (1336), frío, taciturno,

calculador, y digno émulo de Pedro 1 que á la sazón

reinaba en Castilla: mereció ser llamado Ceremonioso

por sus aficiones á la etiqueta de Palacio,

Comprendiendo que las tendencias de la nobleza

eran anular el poder real para sustituirlo COII una ase

como forma de I'epüblica aristocrática, contra los no,

bies dirigió siempre los certeros dardos de su poHtica,

hasta brutal algunas veces; al efecto comienza indispo-

niéndose con su hermano don Jai me, rey de las Baleares,

al cual envuelve

, en una guerra de cuyas resultas pi erde

su COTOna, la cual se enlaza ¡i la corona aragones..'\: el

delito de don Jaime fué ser bien quisto de los nobles,

"",

Guerra de la Unión.

Como las leyes arago-

neses excluían del trono á las hembras, Pedro IV no

podía trasmitir la corona, caso de muerte, ,í. Sil hija

única doiía COlatflll::a; pero poco escrupuloso el rey en

la elección de los medios, as! lo Acuerda por su propia

y exclusiva voluntad, originando un imponente levan-

tamiento de la Hermalldad de la Unió" .

N o pudo don Pedro en I.1s Cortes de Zaragoza po-

nerse de acuerdo con los procuradores que le exigían

el cumplimiento de la ley, y entonces enciende una gue-

rra civil que encuentra su término en la batalla de

.l;p ila (!348) , donde triunfan sus partidarios: Pedro IV

rasga con su pUllal el pergamino que contenía el Privi·

leg io de la Unión, y castiga fe rozmente:i los jefes del

partido popular. Sus vcnga!l7.as después de la victoria

no tuvieron límite, ni por su número, ni por su violencia.

A los pocos af10s daba á luz la reina un hijo varón,

el cual gobierna ;Í la muerte de su pad re con el nom bre

de J uan L El hecho de mayor importancia, después de

los referid os, es la reincorporación á la corona aragonesa

del reino de Sicilia , con motivo del fall ecimiento sin

hijos de su yerno F adrique 11[.

Juan l y Mar tín l . Casi desapercibid os pasan

los reinado,; de Jllan f (13 87) Y ./Ifartill J (1395), últi·

mas monarcas de la dinastía catalana que tantos días

de gloria había proporcionado á su patri a, queda ndo el

trono vacante á la muerte del don Martín, apellidado

el Humano por su carácter dulce y apacible.

Compromiso de Caspe. A nte caso tan nuevo

rellniét'onse scp;'l rad;ullente Jos Par/allUlltos de Aragóll,

Catalufl.a y Valencia para acordar lo que más convi-

niera á la salud del reino, pues los candidatos al trono'79

cra n cinco, á saber: el conde de Urgel, el duque de

Gandia, don Fernando el de Antcquera, el duque de

Calabria, y don Fadrique, hijo natural de Martín

de Sicilia. No pudieron los procuradores concertarse,

pero convinieron en nombrar un jurado compuesto de

llueve compromisarios, tres por cada rei no, á los cuales

se concedían poderes absolutos para decidir la cuestión

conforme á su conciencia, y teniendo en cuenta los mé ·

ritos de los ólspirantes: reunidos en Caspc, los compro-

misarios, bajo la presidencia de San V icente F crrer,

declaran rey al infante don F ernando el de A ntequera

(1412). Este fué el famoso Compromiso de Coste.

Fernando 1: Cisma de Ocoidente. FerJIolldo I

tuvo que reprimir la sublevación del conde de U rgcl,

descontento por el resultado del Compromiso de Caspc:

el único hecho notable de su reinado de cuatro años

fué la participación que tomó en el Cisma de Occidmtr,

separándose del anti-Papa LUlla, el cual, ni aún aban-

donado de sus comp:ltriotas, quiso reducirse á la obe-

diencia.

Alfonso V: conquista. de Nápoles. AlfollsO V

(q l6) mereció que le apellidasen el l1faglldllimo por la

protección que dispensó á las artes, las let ras y las cien·

cias, lo mismo que á los sabios fugitivos de - Constan-

tinopla cuando esta ciudad fué tomada por los Turcos_

Designado como heredero del reino de Nápoles por

Juana 11, :i. condición de que la defendiese contra los

angcvillos que acaud illaba Ll1is de Anjou, candidato

del Pontífice á esta corona, vió luego defraudadas sus

esperanzas por ulla genialidad caprichosa de la rei na,

lo cual hizo que Alfonso V apelase á las armas contra

los confederados italianos, que consiguieron derrotarle :,So

HlSTÓKIA VE I::S!'AÑA.

lejos de desmaya r en su propósito, rehace SIlS tropas,

ataca valientemente al enemigo, y penetra vencedor en

la ciudad de Nápolc!? (1442) de cuyo reino se apodera

en definitiva. En el aí'ío siguiente agregaba también á

su poderosa monarquía [os t erritorios de Milán, por rc-

Imncia de su poseedor Felipe Visconti.

Juan II y Fernando V.

Al morir (1458), de-

jaba por heredero á su hijo Jitan JI, que reinaba en

Navarra á causa de su casamiento con doña Blanca de

Evrcux: sabidos son los succsos principales de esta

época azarosa y revuelta que, después de la guerra civil

entre beamonteses y agramonteses y de! asesinato de

los inocentes príncipes de V iana, don Carlos y doHa

Blanca, termina con el fa llecimiento de Juan 11, de quien

hereda la corona de Ara¡;ón su hijo Ferllillldo V, ca-

sado para entonces (rso6) con Isabel 1 de León y

Castilla.

LECOIÓN XLV.

(Reconquista cric tiana en Catal uña .)

Ori gen del Condado de Barcclona.- Su indcpen~en'cia con Willredo l.

-Borrelll: conquistas á los musulmanes. - Sorrel! 11: excursiones

de Almanzor. - RamÓn Borrel! I y Ramón Bcrenguor !.

Orjgen del Condado de Barcelona. .De todos

los territorios que m;ís allá de los Pirineos poseyeron

los espal101es durante la dominación visigoda, solo

conservaron el moderno Langucdoc, llamado Scpli1llil-

"ia, por las sietc ciudades principales que le compo-

nían: aun este rué conquistado por Pipino el Breve

cuando tuvo lugar la invasión de los musulmanes en

España.

•,8,

A l hacer el emperador Carlomagno que este territo-

rio forma se parte del reino de Aquitania, formó lo que

se llamaba lIfarea hispállica (778), es decir, paises fr on-

terizos entre Francia y Esparia¡ así como cuando Lu-

clavico Pío (8 I 7) se apodera de CatalUlla por conquista

hecha :í los infieles, compone de las dos provincias tui

solo Condado, que tuvo por capital á Barcelona. En el

reinado siguiente, Carlos el Calvo separa la región cs-

pa!lo1a de la propiame-ntc transpirenáica, y organiza el

nuevo Condado bajo la base sellaría! propia de la mo-

narquía francesa, de la cual formaba parte.

El primer cOl:dc de Barcelona rué Bera, al que si-

guieron por su orden, 13crnhard, lJerengu'O:i", Udalrico,

Wilfredo de Arria y Salomón .

Su indcpcndcilOia con Wilfl'edo l. En tiem·

po de Salomón (874), los catalanes se aprovechan de

la decadencia de los monarcas carlovingios, dan muerte

al representante fra ncés, y nombran un Conde propio é

independiente que fué r.Vilfredo eL Velloso, con el cual

principia la história de Cataluña, propiamente española.

Dc ánimo esforzaclo y emprendedor , después de

hnbcr a!'~gurado 'VVilfredo 1 la independencia de sus es·

tndos, vuelve las victoriosas arlllas contra los musulma ·

nes ¡í los cuales arrebata el territorio de Vich, desalo·

j:índoles de las extribaciones de Monserr.:lt: delllostr6

su piedad levant,1ndo á orillas del Ter dos monasterios,

el de San Juan de las Abadesas y el de Santa María

de Ripoll, que dotó espléndidamente.

Borrell 1: conquistas ti. los m usul manes. Le

sucede su hijo (898) Borrdl f, el cual continúa la ' Re·

conquista con tanto denuedo inaugurada, extendiéndose

por los paises vecinos de Gerona y Urgel¡ mas como oí

•I SZ

III STÓIlIA OE Y.SP.\;;;-A.

su muerte dejara una hija, y las costumbres por las cua·

les los catalanes se reg lan excluyesen del trono á las

hembras, le hereda su hermano S,miario (9 12), quien

más aficionado á la vida monástica que á los aza res de

la guerl'a abdica la corona en sus hijos 001'1'(/1 lf Y

JltIú'óll (9 I7), no sin haber antes cumplido con sus de·

beres de soberano luchando valerosamente contra los

invasores, á los cuales obliga á retroceder luicia el

mediodra .

Borrell IT: excursiones de Almanzor. Por

muerte de ]o.'firón quedaba Borrell II como ünico sobe·

rano de este Condado, que para entonces comprendía

los de Ausona, Barcelona, Gerona y Urge!: coincide su

gobierno COIl la invasión formidab le de Almal/::or .

A pesar del heróico valor'demostrado por este conde

en la defe nsa del territorio, vió cómo los nmsulm<l nes

entraban á saco en la capital, talaban los campos y

destruían las poblaciones, el} tanto que sus aterr<ldos

habitantes corrían á refugiarse en trc las cortaduras y

asperezas del infranqueable Pirineo. Defendióse has-ta

lo último, y casi solo ya , perd ida la esperanza de in-

tentar nada en el país de los llanos, se embarca para

reunirse con los suyos, y desde Manrcsa, dontle impl'o ,

visa un pequefio ejército, emprende una brillante c:l.In ·

pana que termina conq uistando á Barcelona y reco-

brando todos sus estados.

A los cuatro años muere (992) : dejaba e! Condado

de Barce!ona ;i Ram/m Borrell, y el de Urge! á Ar-

1JIeJlgol.

Ramón Borrell 1 y Ramón Be r enguer l .

Ramóll Bon'dl 1 comenzó á quebrantar e! régimen

feudal del princill<ldo, otorgando ¡i los pueblos inmu ni ,•

'"

EDAD MEO!A .

dad{!s y franquicias; y después de haber continuado la

lucha contra los infieles, toma parte activa en la guerra

civil Sllsci tada por estos invasores con motivo de la

elección de Califa, decidiéndose á favor de l\1ohamad.

Su hijo Ramón Bt'rmgltu f, que le sucede (1018) ,

Ill:is amante de la paz que de la guerra, se dedica á

continuar la obra inaugurada en el rei nado a nterior, y

al efecto confirma a 13arcclona cuantos derechos y fue-

ros te habían sido concedidos por su padre, completán-

dolos con otros nuevos. Lástima grande que las intrigas

de su madre Emersinda le distrajeran gran parte del

tiempo que pudo haber empleado en mejores oficios.

Con la muerte de este CQlldc coincide la disolución

del Califato de Córdoba.

LIWCiÓN XL VI.

Ramón Bcrenguilr ti: sus conquis!as . -C6dlga de los Usajcs.- Benn-

Duerl1am6n I y llam6n Borengucr lU.- RamÓn Bercnguer IV: ¡¡uerra

de las Baleares.-Ram6n Berenguer V: caries de Barbaslro.

Ramón Berenguer II:

SUB

conquistas.

A

Ramóll Bcr""gl/er 11 (1015), se le apellidó el Vicjo

desde su ¡mis tierna infancia por la reflexión y madurez

de juicio que le caracteriz.ó siempre.

Tcrminadas las diferencias con su abucla Emersinda,

que alegaba derechos á b posesión de los condados de

l\"Ianresa y Gerona, y después de haber contraido ma-

t rimonio eOIl la princesa Isabel de Betiers que le trajo

en dote' d sei'lorlo de Carcasona, ensanchó los lfmites

del territorio catalán hacia !as <tctuales provincia ... de

Tarrngona y Lérida, vCilcienJo en varios combates ni~.\.

Itsr ...

'"

rey moro de Zaragoza. En estas empresas le am.:ilió su

HIST6RJ "

0.1':

tío el valeroso Armengol de Urgel.

Có1igo de los Usaj es. Además del Concilio cele-

brado en Gerona con objeto de refrenar algu nos «busos,

se debe á R amón Berengucr JI la promu lgación del céle-

bre Código de los Usajes (1068), primer cuerpo de doc-

trina jurídica que, después de las legislaciones bárh:tras,

rué redactado en E uropa. Comprendiendo la deficien -

cia de los antiguos canones visigodos, y deseando mo -

dificar en benefici o de su autoridad el carácter feudal

que informaba el derecho consuetudinario semi·español

y semi·francés sobre el cual se basó siempre el sistema

político del Condado, dió acertada cabida en los Usajes

á la institución salvadora de las Cortes, con cuya me·

dida consigue debilitar el poder de la nobleza.

Berenguel' Ramón 1 y Ramón Bel'en guerIlI .

Vió amargados los ült imos dias de su vida por la sen·

sible desgracia de q ue fué causa la enemistad entre el

mayor de s us hijos y su segunda mujer, y le suceden en

el gobierno lJercllgucr Ramón y Ramón Berenglft'r fll,

los cuales reinaron juntos algún tiempo (1077).

No duró la concord ia entre ambos herma nos tanto co-

mo de desear hubiera sido, pués más ambicioso el p ri-

mero de ellos}' más indigno de ejercer la autoridad,

busca asesinos merceaarios que le libren de su ri val: la

conciencia de los severos catalanes se subleva contra

tama!1a pcrfidin, y por mas que el fratricida pl'ocllra ha-

cer olvidar el pasado crimen continuando la Rccon·

quista y entrando al asalto, casi solo, cn la ciudad de

T arragona, tiene que extrañarse de su patria acosado

por los remordimientos}' obl igado por el gcneral des·

precio, en tanto que los nol;lles, los prelados y el puebloEIMO )IEDIA.

se declaran por el hijo de la víctima, Ramón Berm-

guo'

IV (1 113).

Ramón Berenguer IV: guerra d e las Balea-

r es. Con razón ha merecido este soberano el califie:l.-

tivo de Grande: su casamiento con doña Dulce hizo que

el territorio de ProvmtJa viniera á completar sus ex·

tensos dominios, así como d e~pués, las brillantes eam·

pañas inauguradas con tra los musulmanes, convierten

en tributarios suyos á los reyes moros de L érida y Tor ·

tosa.

No satisrecho todavía Ramón Berenguer IV trabaja

la alianza con la florec iente república de Pisa, y juntos

catalanes y pisanos emprenden la lucha contra los in fie-

les pi ratas que, al ab rigo de las islas Baleal'es donde

tenían su guarid:t, infL'$tab:tn las costas de L evante, im-

p osibilitando toda empresa hácia aquellas feraces ca·

marcas; el hecho de apoderarse los coligados de Ibiza y

Mallorca, plazas que los musulmancs recobrarán más

tarde, sirvió para demos trar <Í los catalanes la necesidad

de crear una ma!'ina poderosa.

Ramón Dcreng uer IV ticnc la gl oria de haber sido

el pri mer soberano español que, saliendo de \,¡ penín-

sula, sc atreve á medir sus armas por mar contra las

fu erzas dI! los musulmanes: otra consecuencia de los

pasados sucesos fué el fomento del co mercio mar/timo

catalún, el cual no ta l'dando alcanzará poderoso des-

arrollt) .

Ramón Berongu cr V: cortes de Bllrb astro.

Le sucede su hijo Ramón Bcrl'llgut'r 11 (113 1), últimO')

Conde privativo de Barcelona; conti nuador de la polí-

tica iniciada en el reinado anterior, y respondiendo á

los deseos de Ramiro II de Aragón, contrajo matrimq',86

IJJS'r ÓIlIA m~ ¡;sr ... R ....

!lio con la infanta heredera de este reino, doria Pdrollila;

enlace que fund e para siempre en una sola las naciona·

lidades aragonesa y catalana. Las Cortes reunidas en

Barbastro (11 37) sa ncionan la abdicación del rey monje,

y demuestran su alegría por este suceso que viene ;:l

estrechar lús lazos que unieron siedlprc á los naturales

<.le ambos rein os.

¡,ECCIÓN Xl,vIL

(Reyes

Católico3 . )

",comodamlenlll entre I sab~1 r y don Fornando.- Guerra cIvil: un16n do

Castilla y Arag6n.-Uflidad palrtiea y soclal.- Unidad religiosa: la

InquisicI6n.- Unidad nacional: conquIsta de Granad ••

A com odamiento entre I sab el 1 y don

Fe r~

Dando. A la muerte de E llrique IV (l474) es procla-

mada reina de León y de Castilla su hermana !sabe! J,

según lo consig nado en el acta de Guisando, proclama-

ción que las Cortes rati fica n dentro de aquel mismo año_

Algunos disgustos surgieron con motivo de las pre-

tell;;iones que don J?ernalldo de Aragóll alegaba pa ra

dirigi r los negocios del Estado e n su calidad de marido

y de ,-arón, pero el ddicado tacto y cxquisit:t pruden-

cia ele la rcina supieron salva r talt diffciles escollos,

conviniéndose en definitiva que los bustos y las firm as

de ambos aparecerían juntos en los sellos é ins tnllllcntos

pliblieos, s i bien el gobierno directo correspondía ex-

clusivamente á do;"ia Isa bel, que era la legítima so-

bera na.

Guerra civil : un ión de Castilla y Al'agón.

<;omprendiendo Jos )cfes de la desconlenta lloblez,l q uc..

~OAO ~U:OI.\.

" 7

sus pretensiones de dominación encontrarían en estos

esposos una resistencia mayor que la cOllocida hasta

entonces , opusiéronse á la corriente general que les

aclamaba, y encendierOll la guerra civil decidiéndose

por el partido de la Bcltram:!(l, heredera legítima del

trono si se atendía al testamento otorgado por Enri·

que IV.

De nada valió á los revoltosos que el marqués de

Villena y el arzobispo de T oledo se coligaran con Al-

fonso V de Portugal, desposado COIl dOlia Juana, ni que

al frente de un ejército pCllet1"al"i\ éste en la ciudad de

Toro, donde se proclamó rey, pues vencidos en el te·

rreno de la fuerza, la guerra civil termina muy pronto:

la desdichada Deltraneja, tal vez víctima de una injus·

ticia enorme, se retira á un monasterio, donde toma el

hábito de relig iosa.

A los tres alias de estos sucesos hereda Fernalldo V

(1479) el trono de Aragón por fall ecimiento de su

padre, )' de tan pacífico modo viene á conscguil"se la

fu sión de ambas poderosas monarquías.

Unidad política y social. Propusiéronsc Isa·

bel 1 Y Fernando V, llamad o~ los RC)'I'S Calólicos, aba·

tir el formidable poder de la noblcza, y cmplcal"on pal·a

conseguirlo varios medios: 1.° la creación de la S alita

H t'rlllfmdad, instilución judicial y armada quc tenía

por objeto persegu ir <i los deli ncuentes de lada clase,

plebeyos ó nobles, )' que fué aprob:lda en las Cortes

de C j galc~ y Dueí'ias (1476); 2.° la reversión á la Ca·

rana de todos los bielles y prhf,ügios abusivos, que

cran muchos;)' 3.° b. investidura de los reyes como

JJíat'stn's de las órdenes relig-ioso·l11i litares, concedid<\

¡Jor el papa Alejandro VI ,• ss

IllSTÚRIA UE f.SPAÑA .

Protestó la nobleza contra estas medidas que venían

en cierto modo á igualarla con el Estado a,1I\0, pero la

actitud cnerg ica de los monarcas )' la e."\:pcctación agre-

siva del redimido p ueblo la hicieron desistir de SlIS pro-

yectos belicosos; que habían pasado aquellos tiempos

en los cuales un grupo de malcontentos, padia n :i mal·

salva traslornar el orden é imponerse al resto de la na·

ción, con perj uicio de los com tl1les intereses )' en des -

prestigio del principio de a utoridad: con estas medidas

recibieron garantia b;lstantc la seguridad personal y la

propiedad, se limpiaron los caminos de los bancloler.os

que los infestaban, apareció el ejercito permanente para

la defensa de los intereses comunales, se regularizó la

administración de ju ~ticia, redactando nuevas Or denan~

zas, normalizáronse los impuestos, y se d ejó sentir, por

fi n, en todos los ramos del gobierno, la acción d e un

podcr robusto, inteligente y razonable.

U n idad r eligiosa : la I nquisi ción. La lucha

sostenida contra los musulmanes, el ódio de los cristia·

nos (l los jlldíos, la guerra d-: los albigenses en el país

ca tal;in y el fanat ismo del ig norante vulgo que supon ía

la perpetración por p:trte d e los infiel es de toda clase

de abominaciones ¿ infamias, hicieron que se estable·

ciese en Esp:tl1a el Tnbmral de la fI,q!lúici¡m (1480):

bi en hubiera podido conseguirse la If"idad religiosa

por otro.q medios, ,Hinque nl,í .. lent amente; pero la opio

n¡ (i n pública a.~í 10 pidió, y hubo d e comen zar sus fUll-

ciones en la ciudad de Scvilln , á pesar de la resistencia

que Isabel la Católica opuso siempre ;i su plantea.

miento.

Hay que juzgu l" de los hechos CO~l rc!ación á sus

~pocas, si se qui ere ser justo: aquellas muchedu mbresEDAD MEDIA .

fa náticas, ignoJ'antes y rcncorosas; aquella mul titud

que acudía á p resenciar un auto de fé como si fuese á

una fiesta; aquel pueblo q ue apagaba con g ri tos de

jübilo los I ~ m c!ltos de los q lle agoni;w.ban entre las

ll amas, cuando no con inm undas y procaces blasfemias;

aquellos cristianos, Sil1 dis tiJ:tción de categoría, condi-

ción ni cl ase, que se creían honrados con el vil ofIcio

de los dela tores y de los verdugos, merecía la l llq/lisi-

ciim, y la tuvo. E l objeto de este T ribunal .rué en su

origen extirpar las herejías, pero pronto se bnsta rdeó

completamente, y en nombl"c de una Religión sublime

y divina de pa::, amor, y Céfridad, se cometieron por

quienes tenía n interés en uti!izélrla como arma política,

tantos y tan horribles crímencs, que ponen espanto en

el corazón más duro.

Unidad n a cion al : conq uista de Granada"

L os Reyes Católicos consig uie!"On la unidad 1/aciona!

Illediante la conquista de Granada, epílogo bril lante de

esa epopeya cuyos prim eros cantos esculpieron Pelayo

y los suyo.o; sobre los riscos de las montnt1as asturianas .

El haberse apoderado Jl ful"Y·Hassam de la ciudad

de Zahara sin que mediara provocación de ninguna

clase, y la respuesta arrogante que el monarca g rana-

dino dió á los embajadores que le reclamaban el tri·

buto de vasallaje, fueron causa para que los R eyes

Cat6licos declarasen la guerra .:i. los musulmanes, ocu·

pados desde tiempos atrás en sangri entas luchas in-

tel"iores""

Comienza la campai'ia con la toma de A lhama , p or

bs tropas que mandaba Rodrigo POllee dc L eón, y Sll -

cesivamente caen en poder de las arlllas cristianas, Laja,

en cuyo asalto se distinguió tanto Gonzalo de Córdoba;

•" O

Málaga, que se defendió de un modo heróico; Baza,

refugio de muchas familias ~egríes del vencido partido

ele este nombre; y después Almcría y Cundix: aislada

Granada, cuyo cerco empieza con la primavera del

año 149' , no puede resistirse auís que llueve meses á

pesar de la derrota de Zubia y el incendio del campa·

mento cristiano. El cardenal i\'lcndoza penetra en los

nrrabales, y acordada la capitulación, Mohamad entrega

á Isabel la Católica las llaves de la ciudad, diciéndola:

estas, St'iíOrtl, SOIl los IImll"s dI! es/e Paroiso. La obra

c.~tá terminada, y la cruz vuelve á extender sus brazos

de amor y esperanza sobre esta tierra de E spal1a.

LECCIÓN XL V 11 L

El Nuuo Mu nd o: Crisl6bal CoI6n.- CoI6n en la Rábida y anlo los Re"

yes Cat6 Ilcos.- Colón on Salamanca: ras go notab1Hsimo do Isabll!.

- Pri mer vilje: ¡Tierral-Sagundo y tercer vlaje.- Cuarto viaje:

muo rto de Colli n.

El Nuevo Mund o: Cristóbal Colón. En

t iempo de los R eycs Católicos se vcrifica el notabilí-

simo d escubrimicnto del Nuevo Abmdo por Cristóbal

COIÓII, nacido en Calvi, Cerdeiia, cuando esta isla perte·

neda á los españoles.

Hijo Colón de un pobre lanero. aprendió en su nillez

;i leer, escribir y los primeros elementos de la A ritmé·

tica; cardando lana con su hermano Bartolomé, estuvo

después en Génova hasta los catorce años.

A est¡J. edad se dedicó á la navegación: de su corres·

pondencia epistolar se deduce que recorrió la costa

de Levante. En 146 1, después de haber residido algímI!.D.\I) lJ t: IlIA_

'9'

tiempo en Savona, rué capitan de un buque al servicIo

de R enato de A lIjou, rey nom inal de Napoles, y luego

cn 1475, jer<! de una armada de g aleras genovesas

contra la república de Venecia: s u nombre cOlista regis-

trado en el libro de averil1s del año 1476-

El mal estado de la ciudad de Génova á consecuen-

cia de las in trigas de Galeazo, duque de l\Iil ;i n, le h;¡ce

trasladarse :i Portugal donde se habían refugiado mu-

chos compatriotas suyos, entre ellos, s u hermano Bar-

IO/OIlIé, hábil cosmógrafo que se ganaba la vida trazaudo

mapas para el servicio de los navegantes en el Oecéano_

En Portugal ]-ealizó algunos viajes por Inglaterra y

Afl'ien, y sobre todos UIIO en Febrero de 1477 que le

llevó cien leguas más al\¡í de la ¡sln/dia, comprobando

cntonces en la práctica los numerosos conocimientos

que en ~u insaciable deseo de saber había ido aleso,

randa: naturalizado en Lisboa por su matrimonio con

dolia F elipa PeIestrcllo, y aprovceh¡índose de las notas

y papel es que á su muj er había dejado su abuelo, Dar-

tolomé Pcl estrello, hábil navega nte y explorador de la

isla de Puerto Santo, concibió el proyecto de lanzarse

al Occéano pam ver si cncontraba nuevas tierras ó si

rodeando el globo llegaba hasta las costas orientales

del Asia ,

E ste proyecto habla sido acometido dos sig los antes

PO]' los genoveses .Doria y Vivaldi, que perecieron ab-

sorbidos por las olas,

Trabajado su plan maduramente en fuerza de asidua

meditación, discutidos algunos pormenores con su her-

mano Bartolomé y el famoso matemritico F oseanelli,

conociendo los viajes realizados por los exploradores

anteriores, calculados los grados de meridiano entre'9'

111 51'ÓII.l,4, DE ES PA~A.

Grocnlandia y China, y alentado por las narraciones de

Pedro Correa, el cual afirmaba haber visto en las Azo-

res objetos desconocidos en Europa, empujados hasta

11.111 por los vientos clel Oeste, de ta l manera anai~aro n

ell el ánimo de Colón la existencia de UIl 1Jllmdo deseo-

llccido, que desde entonces se ocupó csclusivamcntc de

su atrevido proyecto, sin descansar hasta verse en con.:'

die iones de poder rea1izarlo.

Necesitaba una nación que le proporcionara elemen-

tos, es decir, naves, gentes y dinero, y al efecto se di-

rige á Génova en demanda de cllo, sin que 'consiga su

intento: igual suerte corrieran sus pretensiones en Ve-

necia, Francia é Inglaterra. En Portugal hicieron m,ls,

quisieron robarle su proyecto, aunque Sili resultado á

pesar de las sujestiones de Calzadiglia: entónces es

cuando Colón, muerta su primera csposa, toma de la

mano al pequeño Diego, y después de un largo viaje á

pié, fatigado, cubierto de sudor, se presenta á las puer·

tas del monasterio de la Rdbida, en demanda de un

poco de pan yagua para aquel niño, y descanso para

él ('485).

Colón en la. Rábida y a.n te los R ey es Católi-

cos. Fr. Juan Pérez de Marchena, abad de la-Rábida,

adivina el génio de Colón, y convencido por aquella ló·

gica sencilla, natural y expontánea que brotaba á rau-

dales de sus lábios, le insta para que se aviste con los

Reyes Católicos, y les proponga la realización de tan

gigantesca empresa: había sido Marchena confesor de

la reina y tenia muy buenos amigos en la Corte así es

que pudo darle recomendaciones valiosas para el car·

denal Mendoza y Fray Hernando dc Tala"cra, los cua·

les le recibieron carinosamcnte.' 93

Era á la sazón cuando el asedio de Granada, por ma -

llera que toda la atención se hallaba fija en aquella em-

presa que iba á terminar la obra de siete siglos de

combates; y aunque rué Colón presentado á los monar·

cas, y estos le escucharon con benevolencia, nada defi·

nitivo se decidió hasta terminar la campafia.

Colón en Salamanca: rasgo notabilísimo de

Isabel l. Sometido entre tanto el problema oí la Uni·

versidad de Salamanca, encargada de redactar el opor-

tuno informe, los teólogos declararon irrealizable su

proyecto, y esto después de muchos meses de vacila-

ciones, discursos y dudas: la existencia de los tl1llípodas

no cupo en la cabeza de aquellos sabios. Abatido con

esta resolución, vencido por el tiempo trascurrido , exce·

sivamente largo para su impaciencia, y desconfiando

del éxito, resuelve marchar á Francia de nuevo, cuando

el P. Ma rchena consigue hacerle volver al campamento

y arreglar las capitulaciones definitivas.

Fernando V se negó :i todo, pero Isabel, en un

arranque de entusiasmo, toma la empresa á cargo de su

corona de Castilla , y dice: cuando las "c/das I~O óGSlm,

rmjmiar¿ mis al/tajas para ocurrir á los gaslos. Al fin

se firmaba el convenio después de siete anos de Sú'

plicas y sufrimientos (17 de Abril de 1492).

Primer viaje: ¡Tierra! El viemes 3 de Agosto

de r 492 zarpó Colón del puerto de Palos con tres pe-

queñas caraóelas; le acampanaban ciento veinte indivi·

duos de tripulación, entre ellos, en concepto de jefes,

los hermanos AlfonsQ y Pral/Cisco Pinzóu, ricos comer·

ciantes de Huelva.

El d ía 9 de Setiembre perdieron de vista la isla

de Hierro, que . muchos abandonaban con lágrimas de

'3. "

IIISTÓRIA VE Y.SPA¡'¡A •

miedo: después de correr una tempestad horrible que

puso sus vidas en peligro, de murmurar casi todos de

la expedición pretendiendo volver la proa hácia Europa

ó arrojar al agua al Almirante, caso de oponerse, descu-

brieron la tan suspirada tierra al amanecer del 12 de

Octubre.

Si el Nuevo Mundo no hubiera existido, Dios le ha-

bría hecho brotar del fondo de los mares para premiar

la fé de aquel hombre incomparable.

Posesionado Colón del territorio á nombre de los Re-

yes Católicos, denominó 5all Salvador á la isla de su

arribo, que los indlgcnus llamaban Guanahani, y suce-

sivamente descubrió las Isabda, Fcntalldillfl (Lucayas,)

Espnilola (Cuba) y Haiti: de rcgt'cso;í Espana fllé reci-

bido en Barcelona por los reyes que le agasajaron en

extremo; sus enemigos de antes se convirtieron en adu·

ladores serviles, y hasta los sabios salmantinos enmude·

cieron de vergüenza.

Segundo y ter cer viaj e. En el segundo viaje

(1493) descubrió las islas Cm'ibcs, Dominica, GI/ada/u·

pe, Puerto-Rico y JaJJlaica, teniendo que volver á Es_

palia para contestar á las calumnias fraguadas por sus

envidiosos enemigos.

En ,el tercero ( 1498 ), después de explorar la isla

Trinida({, se lanzó p,)r la corrientc del OriIlOCO, pero

cuando recorría las costas del Nuevo Mundo, es traido

á la península por Eabadilla, cargado de cadcnas yen·

cerrado en la sentina del buque como si fue ra un fado

neros.o.

.

L os monarcas le rehabilitaron, mas el dano estaba

ya hecho,

Cuarto viaj e: muerte de Colón. Su cuarto'95

viaje (1 S02), dió por resultado el descubrimiento de la

costa de ¡-fol/dl/ras, Nicaragua, Costa Rica y Darit71:

rechazado de aquel suelo por los mismos á quienes con-

dujo al Nuevo Mundo con pelig ro de su vida, vuelve á

España, donde muerta Isabclla Católica, espíritu supe-

rior que acertó á comprenderle, arrastra Colón una vida

pobre y miserable hasta su fallecimiento, ocurrido en

una casucha mal sana de Valladolid, sobre un mísero

camastro de paja , el día 20 de Mayo de 1506.

Su cuerpo fué sepultado con gran pompa en Sevilla:

los restos se trasladaron (1556) á Santo Domingo, y

desde allí á la Habana (1796). en cuya Catedral reposan

actualmente.

Ni siquiera ha tenido Colón el derecho de legar su

nombre al mundo pqr él descubierto: se le llam6 A"u~·

rica de un joven florentino, América Vcspucio, que

traz6 su primer mapa (1512). Lo extraJ10 es que la

Hist6ria haya sancionado injusticia tan enorme.

LECCIÓN XLIX.

Guerra de NII.poles.- Convenlo enlre Luis XII y Fernando V: tU rDmpl.

mienlo.- Trlunlos de l Gran Cap!!'n: SUI famosas cu.nlas.- Muerl.

de ltabella Cat6l1ca: su testam.nto.-Regencla de Fernando V: pro'

yectos de Folipo el Hermo$o.-Expodlci6n al Álrica.- Conqulsla d.

Navarra.-Testamento y muerte d. Fernand o . 1 Cal6lico.-Regoncla

dol Cardenal Cisneros.

G u erra de Nápoles. Al ser proclamado rey de

Nápolcs Fernalldo lf (1495), de la Casa de Arag6n,

renuevan los franceses sus pretensiones en favor de los

Angevinos, dando lugar á una liga que formaron los

príncipes italianos por iniciativa del Rey Cat6lico: Gon·

•'9 6

l!IS-r6RIA I>l'. ESP AÑA.

zalo de Córdoba, enviado para dirigir la guerra, consigue

ganar el título de Gran CaPitán á causa de sus triunfos;

y como más tarde se renovaran las hostilidades por

parte de los napolitanos contra Francia, pues á Fernan-

do 11 había sucedido don Fadriqllc, éste comete la in-

dignidad de aliarse con los turcos: los reyes de Francia

y Aragón , Luis XII y Fernando V, acuerdan repartirse

entonces c:1 reino de Nápolcs . Don Fadfique se retira ¡i

la isla de Ischia .

Convenio entre Luis XII y Fernaudo V: su

rOlllpimiento.

El Pontífice, con cuyo acuerdo se

había hecho el anterior reparto, no pudo evitar la gue-

rra que estalló entre Aragón y Francia con motivo de

la posesión de la Basilicata y Capitanata, de cuyos te-

rritorios querían los dos reyes apoderarse, Se rompen

las hostilidades: los ejércitos franceses penetran en Ca-

taluña, donde son vencidos con graves pérdidas, mien-

tras que el Gran Capitán resiste heróicamentc <Í las

tropas enemigas que, mandadas por el duque de Nemurs,

caen con gran fuerza sobre él.

Alcanzados los espaiioles junto al pueblecito de Ct'-

riíío!a, se tl'aba el combate, mortífero y tenaz, pero los

franceses son rechazados hasta más allá de su campa-

mento, del cual se apodera Gonzalo de Córdoba: en esta

gloriosa jornada, donde el enemigo hizo más tlSO de las

espuelas que de las espadas, sucedió ' que por un des·

cuido se prende fuego al polv'orín espaiiol, y cuando el

desaliento empieza á cundir entre los soldados, meJor

amigos, exclama el Gran Capitán: esas son las bllllilla-

rias JJOI" la victoria que IIOS espera.

Triunfos del Gran Capitan: sus famosas

cuentas. La victoria volvió á repetirse junto al río___________________ '_

· D_'_D_._'_'"_'_"_. _____________ ' 91

Garel/ano, á cuyo hecho de armas sigue la conquista de

Gaeta, después de la cual Luis XlI solicita una trégua,

que le fué concedida: el rcino de Nápoles pasa entonces

íntegro al dominio de España (1504).

La liberalidad que Gonzalo de Córdoba empleó para

premiar á los valientes que le habían secundado en sus

campañas, hirió el cadeter avaro del rey, el cllal se

atreve <Í pedirle cuentas de los fondos gastados; y ase·

guran que las presentó aquél tan buenas y completas,

que Fernando V, avergonzado de su taca11ería, <lió por

terminado este asunto .

Muerte de Isabel la Católica: su testamento.

La salud de Isabel la Católica, bastante quebrantada

desde la guerra contra los granadinos, fué poco á poco

destruyéndose bajo la acción de las terribles dcsgracias

que sobre el ánimo de esta sel10ra pesaron con motivo

de la muerte de sus hijos don Juan y dOl1a Isabel, la

demencia de doña Juana, casada con Felipe archiduque

de Austria, y el descabellado matrimonio dc doña Ca-

talina con el rey de Inglaterra, Enrique VIII.

No pudiendo soportar tanto dolor fallece en Medina

del Campo (1504) , la que: había sido espejo de todas

las virtudes, escudo de todos los inocentes, freno de

tocios los malvados, protectora de todos los hombres

eminentes de su tiempo, y la mejor de las reinas. En

su testam ::nto dejaba la corona de Castilla á doiia Jua/la

la Loca, y en defecto de esta á don Carlos, su nieto:

quedó como Rl'geute del reino su esposo Fernando V.

Regencia de Fernando V: proyectos de

Fe~

lipe el Hermoso. Gl'aVCS disgustos surgieron desde

el principio entre los nobles cilstellanos, enemigos del

rey de Aragón, por l lll:1 parte, y de la otra entre el

•·,s

Regente y su yerno, el cual tuvo la pretensión de go-

bernar solo, á pesar del testa.mento de Isabel J, y de

los deseos de su esposa doña Juana, única y legítima

reina: el rompimiento entre F ernando V y don Felipe

se hizo inevitnble, yel aragonés, dejándose llevar de

su carácter violento, contl"aC segundas nupcias con doiía

Gt'rlltal1d di! Foix, sobrina del rey de Francia.

Por fortuna para todos, este segundo matrimonio rué

estéril.

Encargado del gobierno don Felipe, malamente lla-

mado el primero de este nombre por no haber sido

nunca tal rey, intentó inc:tpacitar ¡:í su esposa para di·

rigir á su antojo los negocios públicos, pero á pesal' de

que en sus absurdas pretensiones le auxiliaba la no-

blezJ., pesaron más en la balanza de la justicia las Coro

tes del rcino, y legalmcllt.:' no pudo conseguir su ob·

jeto: Cll cambio, de propia autoridad removió goberna.

dores y magistrados, colocó ,i los flamenc os cn los

puestos de mayor confianza, y hasta consintió que se

hiciese con las vacantes naturales un tntfico tan indigno

como escandaloso.

Cuando los pueblos se disponían á manifestar de

mala mancr.:!. su desconten to por semejante conducta,

murió don F elipe de una enfermedad aguda, ¡j los nueve

meses de su permanencia en Espal1a.

E xpediCión a l África. Encargado Fernand..:. V

de la rcgencia realizó, entre otras empresas menos no·

tables, una brillante expedición contra el África, debida

á la iniciativa del cardenal ]iménez de Cisneros: los cs·

panales que ya antes se habían apoderado de Mazal·

quivir y del PCl1ón de la Gomera, conquistaron <Í O,.dJl

([ 509) é hicieron tributarios suros á los reyes de Túnez,

•EIlAT)

~!JmIA.

."

Tremecén y Argel. El desealabro de los Gelves, y la

participación que el Regente quiso tomar en los re·

vueltos asuntos de Italia, hieieron gue terminara esta

expedición sin otras consecuencias:

Conquista de Na.varra.. A los pocos meses, y

como consecuencia de las guerras anteriores contra

franceses é italianos, penetraba el rey Católico en Na ·

van-a para tomar posesión de eUa (1; 12) al frente de

UII poderoso ejército, prévia una bula de excomunión

en la cual el Pontífice relajaba el juramento de fidelidad

que los naturales tenían prestado á Juan de Albrit y ;i

su esposa doña Catalina.

Testamento y muerte d e F ernan 10 el Ca·

tóUco . Aquejado de grave enfermedad, cuando pre-

paraba nuevas conquistas á costa de los tantas veces

derrotados franceses, murió Fernando V el 23 de enero

de 15 16, dejando á dona Juana por heredel'a de todos

sus estadoS'; y después de esta, al príncipe don Carl os:

al propio tiempo encargaba la Regencia de Aragón al

Arzobispo de Za ragos:n, su h ijo natural, y la de Castilla,

al Cardmal Cisucros.

N'Regencia del Cardena.l Cisneros. Sublevá-

I'onse los nobles castellanos al saber que el octogcnario

Cisneros habia tomado posesi¿'n del gobierno, y como

notase el Regente que aqucllos, lejos de aquietarse de

buena voluntad, le exigían sus poderes, ald los tmé1s,

les contestó , señalando con el dedo los cañones que

montaban las gual'dias del palacio: este rasgo revela su

carácter.

Nacido de pobre familia en Torrc1aguna; estudioso

como el que más, lo mismo en Salamanca que e n Al·

calá; humilde y allimol Jo siempre del espíritu evall·'00

Ul STÓillA DE ItliPA$! A.

gélico, tanto cuando fué arcipreste de Uccda, capellán

mayor de Sigüenza, pobre franciscano de San Juan de

los Reyes, guardián del monasterio del Castañar, con-

fesor de Isabel la Católica, arzobispo de Toledo, ó Re-

gente del reino, de severidad ejemplar y de una rigidez

á toda prueba, de claro talento no menos que de una

voluntad indomable y enérgica cuando se trataba del

cumplimiento de su deber, tal era Cisneros.

Arregladas las dificultades que surgieron con motivo

de haber enviado el príncipe don Carlos á su preceptor

Addano para que se enca rgase del gobierno, tuvo que

sostener Cisneros dos guerras, la primera, contra los

franceses que pretendían recobrar la Navarra para ell-

tregarla á Juan Albrit , y la segunda contra el pirata

Barbarroja. La última costó un descalabro, si bien sir·

vió al Regente para entretener á la revoltosa nobleza,

la cual no cesaba de conspirar en contra suya.

El 19 de setiembre de Isr 7 desembarca dOll Carlos

en España, y su primer acto político es la redacción de

una carta contestand o otra que el Regente le había di-

rigido cumplimentándole por su venid"" carta que

precipita la muerte de Cisneros, de ese hombre in-

comparable que, además de su carácter, virtudes, ta-

lento político, y actividad, harán siempre céJcbre los

recuerdos de las campanas en la costa afri cana, la rcs-

tauración de los estudios en ambos cleros, la edición

de la Biblia Políglota Complutense, la fundaci ón del

Colegio de San I1defonso, y la reforma de la constitu·

ción de las congregaciones religiosas.

,EO" O )\1';01".

'"'

LECCIÓN L .

(Civilbloión hispano -cristisna.)

Organillel6n polftlea '1 IOcial.- Agrleultura, Indualrla y Comereio. -

Cult ura Inleleclual.- Cultura arllsti ca.

Organización politica. y social. La organiza·

ción poliliea y social dé los reinos de ASllÍrilu, León y

Castilla, como ramas de un mismo tronco, ofrece idén·

tico carácter á la consideración ~e l historiador.

Cimentados sobre la basc de las tradiciolles góticas,

el soberano es en ellos la fu ente de todo poder y de

todo derecho, por anterior á las leyes ó constituciones

que pudieran limitar su autoridad; y esto ta nto más,

cuanto que la exaltación religiosa , base de aquellas na·

cionalidades, predomina sobre todo otro sentimicnto:

la Religióll se encuentra en todas partes; la Socúdad,

en ninguna.

De aquf la prepondcrancia del Ckro, aliado natural

de la monarquía, habiendo contribuido no poco á su

pública consideración la caridad de los sacerdotes, la

benignidad del sei\orío eclesiástico y las ocupaciones

de los monjes, los cuales :lsí rezab:m sus oraciones en

el coro, como se dedicaban á las rudas y penosas faenas

del ca,ropo ó se entregaban á la meditación y el estudio.

La cruz que extiende sus amorosos brilZOS de~de la cima

del Templo, aparece denom inándolo todo, individuo,

familia, aldea, patria; y la ca mpana , cuyo eeo desparra.

man los aires por la llanura y el valle, lo mismo sirve

para llamar los fieles á la oració n que para reu nir el

concejo ó convocar los so!dados á la g uerra contra los

infieles.20::

lIISTÓJUA PE F.SI'A;'\' .

Al lado del Clero, la Nobü::a aparecc poblando tc-

rritorios, concediendo fueros, fundando templos, y ejer-

ciendo su jurhdicción como verdadera soberana, pues

así lo exigieron las necesidades de la guerra, y el pasado

ejemplo de la constitución visigoda.

Del general naufragio que sumió á la antigüedad ell

el caos de las invasiones, se salva al comenzar la Edad

!-'fedia el Municipio, glorioso recuerdo de la civilización

romana que los visigodos respetan, y p ... sa á formar

parte de las nacionalidades que surjen de la Reconquista

cristiana: no es el municipio romano, avaro de sus pri·

vilegios locales, no; es el colonizador y guerrero, que

defiende la frontera contra las hordas musulmanas; el

que consigue inmunidades y franquicias á costa de su

sangre generosa, derramada en cien combates; el !llan-

tenedor de la autoridad real, contra las tendencias feu-

dales de la ambiciosa nobleza; el que envía sus hijos al

combate para que luchen como héroes, al claustro para

que recen como frailes y al monasterio para que traba-

jen como sabios; es el municipio, en fin, que simboliza

la libertad humana conseguida por la igualdad de todos

los derechos y de todos los deberes.

Las monarquíits Itavarra y aragonesa difieren nota-

blemente de las antcriores por su origen constitucional :

primero la patria, despues la ley, y por último el rey.

El espíritu independiente de esta raza discute el trono

antes de otorgar la autoridad, yel rey encuentra en el

Fuero de Sobrarbe la norma á que debe cel1ir sus deci-

siones soberanas en tiempo de paz como en tiempo de

guerra, limitando su poder el dcrecho electivo, el justi·

ciazgo, multitud de prerrogativas populares y nobilia-

rias, y hasta el derecho de iltsurrecci6n.,

'°3

Con razón se ha crcido que en estos est.1.dos, princi-

palmente en Aragóll, el soberano era como un monarca

de reyes, pues no otra cosa significa la fó rmula em-

pleada para otorgar el poder: 1I0S que SOlltrJS tal/lo COllto

1/0S é (pujl/lllos ,Ifilemos UNís IJlle <Jos, os filamos rey si

guardáis IIllI'slros fueros )' libatlUks, é si /Ion , 1/01/.

Verdad es que el régimen municipal tuvo al principio

menos desarrollo que en L eón y Castilla. pero como la

al ía!)?a se verificó aquí cntre los nobles y el pueblo

frente al poder real, no son los flle ros y ptCl'rogativas á

la manera de privilegios exclusivos de una localidad ó

de una clase, sino ulI;verstrl,'s, c!:> decir que afectan por

igual á todos, como puede verse Cll el Privilegio gener<ll,

en el de la Unión, &,;1.; en cambio le alcanzó después

o.mnímodo en el otden económico, como sucedió ea Za·

tagoza por ejemplo, donde el jurado popular llam ado

de los Váll/c ejercía una :mtoddad sobera na y hasta

dictatorial.

Pero entre todas las instituciones, la que brilla 1l1.1s

es la del YlIsticifl , vengador eJe las injurias, presidio

contra la violencia, puerto de los que peligran, alcázar

de 1" libertad, refugio de los opri1\1idos, defensor de las

franqu icias po p ~lIarcs, protector de los n1e ne~ terosos,

padre ele la república, fi sca l y jucz de los actos del mo·

narCa de quie n era superior, tri bunal de alzada contra

todo desafuero, y verdadero poder Icgislati\'o, pues que

sus decisi ones lo mismo que las sentencias del actual

T,.¡bullal suprnllo, tenían toda la fu cl'za de \~na ley va·

tada en Cortes,

El COI/dado ti" llan'l'lOJlfl refleja en sus instituciones

el modo de ser de los pueblos que sob re él influyeron

sucesivamente, hispano·romanos , visigodos y franco:

•HISTOIllA DE E.5PA~A.

eminentemente feudal en su origen y mientras dependió

de los reyes francos, fué modifi cando poco á poco su

carácter hasta hacer del jefe del Estado un verdadero

soberano con sucesión hereditaria, pero sin que nunca

adquiriera desarrollo sCl\sible el Estado l/alfo.

Entre las institucioncs que merccen citarse, hallamos:

la de los COJ/ccl/ercs, jurado que ilustraba al Conde en

el ejercicio de su autoridad; el COllsejo de los CiCl/to,

con jurisdicción propia, y que tenía por objeto conocer

judicialmente de todos los abusos cometidos contra los

intereses de la comunidad; y la Diputacióu del Priuci·

pado quc velaba por el cumpli miento de las lcycs y la

exacción de los tributos legales acordados por las

Cortes.

La institución de las Cor lt's del Reillo, donde se ha·

ll an representadas todas las clases sociales por medio

del rey, los nobles , el cJCl'O y el pueblo, se encuentra

igualmente, aunque más ó menos tarde, 10 mismo en

L eón y Castilla , que en Navarra, Aragón y Catalui\a,

Agricultura.. Industria y Comer oio, L as

n ecesidade~ de los ticmpos hicieron que la agricultura

arrastrase vida penosa y lánguida desde los comienzos

de la Reconquista cristiana, pues los bra.zos hada n más

falta IXlfa manejar la espada que el arado, )' las algaras

de los musulmanes talaban los campos COll excesiva

frecuencia : conforme la li beración del territorio se iba

consiguiendo, conscgubse á la par el desarrollo de la

producci6n nacional agrlc01a, que vino por fin ,i tener

algulla vida y pudo hasta servil' de base a pequeñas ;11'

dHslrias, motivo ¡i su vcz ue algún comercio.

En los paises que como Navarra, Arag-óll y Cataluiía

se vieron pronto libres de la presión dc la morisma, laEDAD MIDlA.

,.,

agricultura, la industria y el comercio alcanzaron vida

mejor y mayor actividad, debido también á su posición

topográfica, á la naturaleza de su cl ima y de su suelo,

y al carácter de los habitantes,

Cultura in telectual. La cultura intelectual, y

más la literaria, dió p rueba~ ca Castilla de exhuberancia

y riqueza IJien cumplidas: desde los comicn;.:os del si·

glo XIIT en que se supone redactado el PO~lJIa dd Cid,

hasta el tiempo de los Reyes Católicos, aparecen succ-

sivamente, Com:a/o de Berceo, con su vida de Santo

Domingo de Silos y los Milagros de la Virgen; Jl/flIl

Lorm::o St'g1n"a , que compuso el Poema de Alejandro

(siglo Xlll)¡ el Arcipreste de Hita, con el poema de su

mismo nombre; el tiifaJl/t- don '.lltaJJ JTlállUd, que nos

legó sus preciosos apólogos en el Conde de Lucanor;

dOJt Pt'dro Lópe:; de Aya/a, autor de la Crónica de Clla"

tro reyes, y del Rimado de Palacio (siglo XIV); '.luan

de .lI1t!Jla , el poeta de fácil versificación que supo com-

poner su alegórico Laberinto; el ~{nrr¡!(és de San/illalla,

tan celebrado por las Serranillas¡ Jorge JTfnllrifjlft',

cuya elegCa ;\ la muerte de su padre es de todos cono-

cida¡ el badúlkr Cibdarreal, autOr del Centón epistola·

rio; y otros (siglo xv).

Igual desarrollo alcanzaron las letras e!l Aragón y

Cataluña, donde se dejó sentir además ct"influjo de la

litcratum provenzal, a la cual hicieron {amasa sus Cortes

de amor, sus juegos florales y sus consistorios de la gaya

ciencia. E n todas partes, los claustros de los monaste-

rios y los atrios de las catedrales fueron centro dcl

saber y asilo de la ciencia, hasta que aparecen las Uni,

versidades en euyas áulas se estudiaron por una juven-

tud ansiosa de saber , la teología, que afirma el dogma¡III STÓK IA OK I;':SI'AÑ .....

-------------------------

la jurisprudencia, que tiende á universalizar el derecho;

y las ciencias exactas y naturales, que aplican el cálculo

y nos relacionan con el mundo exterior.

Cultura artística. N i las artes úti/cs, ni las I!a·

madas bellas alcanza ~on hasta el siglo XII considerable

desarrol!o: entonces aparece la arquitectura ojival ocu·

panda el puesto que dejaba la rom;inica Ó latino-bizan-

tina , dando lugar ;i esos templos suntuosos que, como

las catedrales de l.eón, T oledo y Burgos, ofrec~ n un

prodigio de bcllez,:¡s: :i l,:¡ sombra de la arquitectura y

del templo s urg ieron, oí. modo de auxil iares, la escultu·

ra , la imaginería en cristal, la pintura al fresco y esto·

fada, la caligrafía é ilumi nación de lujo , y otras.

• A sí como los Reyes Católicos simbolizan las unidades

naci onal, religiosa y política. y su grandeza pres tó alas

al genio de Colón para que descubriese el Nuevo Mundo,

así también significa un desarrollo científico y literario

nada escaso, como se demuestra por el deseo de saber

que aguijoneaba á las mismas clases nobiliarias, el im -

pulso que las UniversIdades recibieron , la introducción

de la imprenta cuyos primeros ensayos se verificaron en

V:t1cncia , y los nombres ilustres de Pablo de Santa Ma-

rra, el Durg uellse , Alfonso T ostado, Antonio de Ke-

brija, I-lernando del Pulgar, Gonzalo de Ayora, y el

Cura de los Palacios. Pero qué más , hasta las sdiorns

se hicieron doctas imitando las afici ones de Isabel la

Católica )' consiguieron legar su nombre a la pos teridad,

entre ellas, Beatriz Ga/indo, Ilamada por antonomasia

la Latina; Lud a de .A1cdrallo, que desempcftó en Sala·

manca la cátedra de Literatura clásica; y Catalina d.'

N,b,.¡ja, profesora de Retórica en la. Universidad de

Alcalá .EDAD MODERNA.

( 1506- 1888)ED A D

M O DERNA

LA MONARQuíA ABSOLUTA.

( 1506-1808)

LECO I ÓN LI.

Cu a de Austria: Carlos I.- Corles de Valladolid, Zaragen y S,ru-

tonl.-Carl os Emperador de Aleman ia: Cortes de Sanll l l10 y Corlllil.

- Guerr. da la. Comunldadet: desu lre de VllIalar.-Lu Germanr ..

I n Valen cia.

Casa de Austria : Carlos l. La Casa d~ Austria

inaugura su dominación en Espafla con Carlos ! ( 1516),

hijo de doña Juana la Loca y de Felipe el H ermoso.

Educado este príncipe en Gante, donde había nacido,

se presenta á recibir la herencia de los R eyes Católicos

sin conocer nuestra historia, nuestras costu mbres, nues-

t ras leyes , ni siquiera nuestro idioma, y para colmo de

contrariedades , su primer acto polltico es una ingra-

titud que precipita la muerte del octogenario Cisneros,

Impetuoso y joven, de tenacidad tan grande como

su inesperiencia, de natural altivo y dominante acos-

tumbrado á verse rodeado de personas para las cuales

el más ligero de sus gestos era una orden , ciudadano

I

'.nlST61llA

ut:

I!S I'AÑA .

de 1111 Estado en el cllallas libertades <i la usanza espa·

nola no habían tomado carta de naturaleza, y creyendo

que sus derechos de soberano le autorizaban para todo,

hasta para prescindir del testamento que le instituía

heredero, habrá de sufri r desde et. comienzo de su rei·

nado algunos tristes dcsengal1OS, que pudieron cvitarse

fácilmente.

Cortes d e Valladolid , Zar agoza y Ba r ce-

lona. Surgió el primer conflicto en las Cortes de

Valladolid, reunidas para que don Carlos prestara

juramento á los flleros castcllanos, pues ademas de la

repugnancia que demostl"Ó en someterse á esta fórmula,

t uvo ql1e oir de los ptocllI'adotes al gunas censuras,

sobrado justificadas, tales como la de que no podía ni

debía titularse rey mientras viviera su madre, que los

destinos fueran desempct1ados por espat1oles, que los

extranjeros no tomaran asiento en las Cortes, y que en

10 sucesivo se expresam en el idioma nacional.

Con la misma respetuosa energía le recibieton en

Zamgozi\ y Barcelona, )' aquel altivo carácter se vió

prccisado ,[ ceder a unas cxigencias que le contmriaban

tanto; pero la suerte estaba echada, y la lucha iba á

entablarse tenaz, si n tregua, en tre el monarca nucvo y

las antiguas tradiciones, hasta quc uno de los conten-

dientes sc declarara vencido: en definitiva, ya veremos

corno sobre este pavoroso problema se levanta impo·

ncnte el edificio de la 1110llt1rljuia absoluta, cuya primera

piedra había sido puesta por el cardenal Cisllcros.

Carlos Em per ad or d e Alemania : Cor tes de

San tiago y Coruña. La muerte de su abuelo Ma-

ximi liano de Alemania le llamó al trOl/O ;lllperi,tl de

este pals, y como necesi tara recursos para atender <Í los" ,

gastos de su viaje y coronación, convoca Cortes en la

ciudad de SflIlliago (1 520); cosa contraria l.i las costum

bl'cS del reino y hasta entonces nunca vista: comienzan

las sesiones sin que don Ca rlos consiga s u deseo, por-

que se opusieron tenazmente a cuanto pedía los re·

presentantes de Burgos, Zamora, Córdoba Sevilla y

Toledo ; y cuando todos espcrab:m que cediese, les

lla ma de lluevo para tres meses después en la Cundía,

sin prestar atención á cuanto le decían sob]'c la provi-

sión de los destinos públicos en extranjeros, y demás

particulares.

Empleando con unos el soborno, las promesas con

otros, y hasta las amcmlzas con algunos, consigue el

subsidio de doscien tos millones de maravedís pagaderos

en tres allos, insistiendo los procuradores en todas sus

reclamaciones anteriores, y muy particula rmente en la

de que dui'ante su ausencia fueran españoles los que

continuasen e ncargados del gobierno; mas nada pro-

mete, y lejos de cso, como si se complaciera en con-

trariar la voluntad de las citldades, nombra gobernador

de Castilla y L eón al extranjero cardenal Adriano. D e

Valencia lo fué don Diego de Mendoza y de Aragóll

don Juan de Lanuza: ulla nube de jl(múJlcos invade' los

destinos públicos y se a podera dc la administ ración

oficial, cn tanto que por todas partes se levantan quc-

jas y recriminaciones, y el Empcl"ador electo, sin dar

oiclos á ntldie, se embarca para A lemania seguido de

un ostentoso acompañamiento,

I

Gu erra de las Comunidades: desastre de

Villalar, . La indignación popular estalló entonces

formi dable: comienzan los úe Segovia ahorcando á su

procurador Tordesillas por haber transigido en las Cor-IlISTÓJUA D~ t:;sr¡\RA.

tes de la Coruña con los deseos de don Carlos, en tanto

que el feroz alcalde R01lf}uillo prende fu ego á la ciudad

de Medina del Campo, por resistirse á entregar las

armas, las milicias concejiles derrotan á las tropas del

Regente, y la sublevación castellana se hace general.

Así comienza la guerra de las COl/lunidades, iniciada

simultáneamente por Segovia, T oledo , Salamanca y

Ávila, cuyos principales jefes 10 fueron, Padilla, Brabo,

Maldonado y el obispo Acufla, este ültimo al frente

de su batallón de clérigos.

Otorgada en la Junta de Ávila la dirección de los

negocios á don Juan de Padilla, trasladárOllse los Co-

muneros á Tordesillas, residencia de Jllalla 1, y la

reina en un momento de lucidez pone su firma en cuan-

tos decretos le presentan, marchando victoriosos luego

á Valladolid, de donde los enemigos huyen en precipi.

tada fuga. Desvanecida con esta primera victoria, se

contentó la Jl1nta con enviar á don Carlos un mensaje

en el cual le hacían presente los deseos tantas veces

repetidos sin éxito en las Cortes de Valladolid, San ·

tiago y Coruf\a, dando lugar con esto á que el Empe·

radar consiga separar de la rebelión á los nobles, y que

la cizaña penetre en el partido popular, cuyo nuevo

jefe, don Ped ro Girón, consuma la más deshonrosa de

todas las tra icioncs: de nada sirvió que los Comuneros

derrotaran á sus enem igos en T orrelohatón, pues ata·

cados con fuerzas superiores junto á Villalar (1521),

perecieron en el combate casi todos, y fu eron hechos

prisioneros los jefes principales , cuyas cabezas rodaron

sobre el patíbulo á los pocos dias. Solo salvó su vida

el obispo Acuna, colgado algo más tarde de una al-

mena del castillo de Simancas.EOA.O loIOOERNA..

"3

Entre los lodazales de VilIalar quedaron enterrados

para siempre los fueros castellanos.

Las Germanías en Valencia. También se or-

ganizaron en Valencia las germanías ó hermandades

populares contra la nobleza, partidaria del Regente,

pero los excesos á que las turbas capitaneadas por los

tejedores Lorenzo y Sorolla se entregaron, embriagados

con el éxito de sus primeras asonadas, hicieron que la

opinión pt'lblica se retrajera de este movimiento, en

realidad socialista, y que aquellas fueran derrotadas

hasta su total exterminio. En Valencia, lo mismo que

en Castilla, oleadas de sangre terminaron este primer

estallido del sentimiento popular, indignado contra la

injusticia de un monarca, el cual Sill duda se habfa

propuesto demoler piedra á piedra el edificio sacro-

santo de las libertades patrias.

LECCIÓN LIf.

Rivalidad entre Carlos I y Francisco l. - Prim ~ra guerra: tratado de

Madrid.-lIga Clemenllna: saqueo de Roma.- Segunda guerra: pu

de las Damas.-Tercera ~uerra: tregua de Niza.-Cuarla guerra: paz

de Crespl.

Riva.lidad entre Carlos 1 y Francisco l.

Rara vez acontecerá, como en el siglo XVI, que se

disputen la supremacia en los asuntos europeos tantos

ni tan notables soberanos: al mismo tiempo que Car-

los I reinaba en Espafia, reglan los destinos, de Francia,

Francisco 1; de Inglaterra, Enrique VIII,. del Pontifi-

cado, León X,. y del Imperio turco, Solimán el Afagní-

jico, cada uno de los cuales reunía condiciones bastan-

tes para imponer su nombre á tan afortunado siglo.

Bajo el punto de vist:1. poiítico y militar descuella"4

sobre todos Carlos I de E spaña y V de Alemania, á

quien Francisco 1 quería humillar por haber sido pre-

tendiente desairado á la corona imperial de A lemania;

no tardando se buscará lIll pretexto cltalquiera que le-

gitime la lucha.

Primera guerra: t ratado de Mad rid. Para

este efecto sirvió el hecho de negarse Carlos r :í pagar

al rey de Navarra la indemnización qu e le fué pro-

metida al desposeerle de aquel reino: los franceses

penet ran por la frontera con un poderoso ejército,

al cual acompal'i aba Juall Alb,.it, en tanto que alema-

nes y españoles se intcrnall en Francia y la g uerra se

hace general.

El grueso de las tropas francesas, mandado por Fran-

cisco 1, se dirige hicia Italia donde los tercios españoles

eran menores en nÚmero y se hallaban comprometidos

por la falta de recursos, pero cuando se creyó seguro

del triunfo por haber encerrado cn la plaza de Pnvla ;i.

las fuerzas que mandaba don Antonio dc Leiva, apa-

rece el condestable de Borb011 al frente de un impro·

visado ejército de doce mil hombres, y pica ndo su

retaguardia permite que los sitiados ataquen de frente

y cojan entre dos rllegos ¡i los sitiadores ( f 525): lucha

ron con igual bravura runuos ejércitos, mas la vie tori"

se decide por los cspafioles, que hacen prisionero

al rey francés, el cual entrega su espada al general

Lanno)', virrey de Nrípoles.

Cuentan que F rancisco 1 participó esta derrota ,t Sil

madre en una carta, tan lacónica como caba lle resca,

que decía: seílora, todo se ha perdido !IIt:IlOS d hOllor;

pero los que esto afirman no sabell que al1adí<l: J' la ,¡fda

,

qlte se lla salvado.Francisco 1 vino preso ñ Madrid, en cuya ciudad,

después de prcvcnil'sc con un documen to en el cual de·

claraba sin ninglin valor cuanto pactara, se firmó un

tratado por virtud del que renunciaba cl francés sus

derechos sobre Horgoiia,N;ipolcs, Mihí n, Navarra y Flan-

des: sus hijos quedaron en Espall" como prenda de una

lealtad que, ciertamente, duró muy poco.

Liga Cl omen tina : saqueo de Roma. Los

príncipes italianos temieron que b preponderancia es-

pallola en su país pudiera perjudica rles como en tiempo

no rcmoto, )' para contrarrestarla cntraron en una /iCa

trabajada por el Papa Clemcnle VII, del cual tomó el

Ilombre ele e/t'mCI//lllll, y que fOI'I11.11·011 h<: reyes de

Ing laterra y Francia, este último, ;¡ pesar del t'rntado de

Madrid.

L as tropas imperiales que mandaba el condestable de

Barbón y recorrlan hambrientas las campiñ as de Italia,

cercan á Roma y la toman por asalto ( 1 ;27), la ciudad

ue los Pon tífices es saqueada, los soldados vh'aqllea n

en los templo:>, haciendo copns de los dlices, los carde-

nales son objeto de los más bru tales atropellos, ni los

conventos de monjas se respetan por la fu ria de aqueo \

lIos desalmados, y durante muchos clias se cometen tan·

tos y tantos horrores que llevan el espanto al ánimo. L a

notieia dc este suceso llegó.i Valladolid cuando Ca rlos 1

celebraba con públicos festejos cll1acim iento de su pri·

mer hijo, y ordenó que en lu¡;ar de las preparadas ale-

grias se hicicsen rogativas por la libertad del sucesor de

San Pedro, encerrado en la fortaleza de Saint·AlIgelo.

Segunda guerra: paz de las Damas. Reuni-

dos los de la Liga en Cognac acuerdan rescatar al Pon-

Unce, ma<; éste consigue fngilr,;e precisamente cuando se,,'

HIST6RTA. DE ESI'A~A.

cerraban las capitulaciones de un convenio por el cual

renunciaba en favor de Carlos 1 la soberanía sobre los

ducados de Panna, Módclla y Plasencia, y se compro-

metía á entregar cuatrocientos mil florines de oro á ti·

tulo de indemnización.

Continuaron las operaciones militares eDil igual calor

por ambas partes, principalmente por la de Francisco 1;

pero como las tropas francesas' é italianas sufrieron un

descalabro baj o los muros de Allversa ( 153 I). Y la pes-

te se cebase entre los soldados con indecible ensaña-

miento, se ajusta la paz de Cambray , llamada de las

Damas por haberla convenido Margarita, tia del Empe-

rador, y Luisa de Saboya, madre de I"rancisco 1: sus

principales cláusulas eran las no cumplidas del tratado

de Madrid.

Ter cera guer ra: trégua de Niza.. E stalló de

lluevo el conflicto á la muerte de Sforcia, el cual dejaba

vacante el trono de Milán, del que sin prévio aviso se

apodera Carla,; 1 bajo pretexto de constituir uno de sus

leudos imperiales: como Francisco 1 tomara á usurpa·

ción esta soberanfa, las hostilidades se renuevan; inva·

den los franco·italianos el Piamonte, los espailole8 y

alemanes en cambio se apoderan de la Provenza, y la

guerra continúa hasta que, por mediación de Paulo HI,

aceptan ambos contendientes la trégua de Ni:;a (1538)

y se suspende la campaña.

CUarta. guerra: paz de Cr espi. y no fué por

mucho tie mpo, pues tomando Francisco 1 como pre·

texto para rasgar el convenio de N iza la muerte dada

á sus embajadores en Milán, vinieron otra vez .:i las ma·

nos los ejércitos enemigos, ofreciendo esta última fase

de la guerra la particularidad de aliarse el monarca

,EDAD

~ O D ERNA.

"7

francés con el emperador de los Turcos y el pirata Bar-

barroja, alianza que le atrajo la enemistad de todos los

reinos europeos y que Carlos I exp lotó en la Dieta del

I mperio para presentarle como indigno de regir los

destinos de un Estado católico: si bien los franceses

vencieron en la jornada de Ct'risoll's ( r544), las tro-

pas espanolas que avanzaban sobre París, sin que nadie

lo impidiera, obligaron <Í Francisco 1 la aceptación de

la paz de Crespi, en la cual, además dc la ratificación

de los tratados anteriores, se convino el matrimon io del

duque de Orleans, hijo del rey de F rancia, con una hija

del monarca espanol, á condición de que se entregarla

en dote á los esposos el terri torio del l\'lilane3ado.

LECCIÓN LIlI.

Guerra contra los B ~ rberisc os: expediciones de T~ nel y Arg~ I. - Cá rlol I

, los P.elormadores alemanes.- Conqulslas en Amé rica: HernAn Corlh

y FrancIsco P ln rro. - Lo ~ ~sunlos In (eripros en la Penlnsula. - Abdl-

cacl6n de Cárl ps l: su mue r:o.

Guerra contra los Berberiscos: exp e dici o ~

n os do Túnez y Argel. $010 en la guerra contra

los berberiscos de Africa desarrolla Carlos I una po-

lítica cminelltcmentc nacional, sigu iendo los proyec·

tos del ca rdenal Cisnerosi y conste q ue aun entonces,

mas que á nada atendió al peligro que cardan las pose-

siones hispano. italianas, am<!llazadas por los pi rata.,> que

infestaban el j\'[editerránco.

Los famosos ArtldÍll y l-for llc, hijo.,> de un :tlfarero de

Lesbos, habíall consegu ido reu nir una pequef'ía escIla·

ura, con la cual se apodera n poco oí poco dt: la Berbe-•

UlSTÓRIA IJE ESP,I.!iA .

ría, hasta conquistar los reinos de Argel y Tremeccl1

los cuales pOllen bajo la protección de Solimán el M<1g-

llífico, Emperador de Constantinopla. Muerto en lucJm

contra los cspaiíoles de Odn el sanguinario Horuc, cm·

prende su hermano Aradin, m,is conocido por Barba-

rroja, la conquista del territorio de Túnez, del cual se

apodera: entonces proyecta, juntamente con el Empern.

dor turco, una formidable expedición contra la penín.

sula ita li ana, y pone en alarma á todos Jos estados euro-

peos é hizo que estos volvieran los ojos hácia Esparla

p or ser el único p<1ís capaz de oponerse á tan atrevido

corsario.

Una brillante flota con trein ta mi! hom bres de armas

sale del pue rto de Barcelona, penetra en bs aguas de

Túnez, se apodera del fuerte de la Goleta, y bloquea la

capital del re il10 pirata, la cual despl\és de un tenaz

asedio cae en poder de los tercios esp:\ñoles (1535) : los

resultados de esta expedición fueron restaurar en Tllllez

la dinastía de rVT111ey H acen, destronada por Darban-oja,

y libertar á veinte mil cristianos , ca\ltiyo~ en las mazmo-

rras africanas_

La guerra se suspendió por entonces á causa de otras

atenciones, pero seis ,'1105 m,ís tarde (1 54r), las hostili-

des se renuevan con motivo de la alianza que hicieron

contra ESpalla, Francisco I y Darbarroja, proponiendose

conquistar don Car.1os e l reino ek: Argd, único que los

pir:t!<ls cO!lScrvaL~ll: 10 peligroso de la estac ión hizo

que se dcsgraci:\ra C'lta empresa , pues las lluvias torren-

ciales y los vientos imposibilitaron el ataque, y los cjér-

ci tos espanoles h.vicroll que retirarse de nl aht, manera

hasta las phtyas cspal1o),ls, sin hClber conseguido su

objeto.•

}'; DAD MODRIINA .

'"

Carlos 1 y los Reform adores alemanes.

Carlos 1 he redó la corona de Alemania precisamen te

cuando la RifOrJIut plan tea en aquel país 5\1 doble pro-

blema religioso y político: católico de corazón y dcfr:n-

sor de sus derechos de soberano, en lugar de ponerse

al fl'ent e del movimiento, como le aconsejaron lo.'i ale-

manes, se declara enemigo de la herejía, y se presenta

en la Diet;¡ de \ 'Vorms para obtener la retractación de

Lutero. No pudo el Emperador consegui rlo; y como los

asuntos de España y Francia reclama ron su presencia

convoca la asa mblea de Spira (1529). a unque si n resul·

tado ta mbié n, porq ue aunque en clla se ratificaron los

acu erdos tomados e n la nntcrior, protestaron los refor-

madores contra ellos, de cu)'o Sllceso les vino el ca li-

fi cativo de pro/n/al//cs.

Presente Carlos fen la nueva con ferencia de Augs-

burgo (1 53 0) , donte j\'felanctón redacta una Confesión

que el Emperador reeh.17.a, el asunto termina po r ven ti-

larse en el terreno de la fue rz:1: cOllvoc<tdo el Concilio

de T ren to, <tI q ue los reforr1wdores no qu ieren acudir,

hi cc nse la [~ u e rr a los coligrldos dI:': Smakalda y d E m·

perador, ¡"icnclo aquellos den'otadl)S, entre otras, cn b

batalla de l\Iulbcrg, donde cae prisio nc:'o el Elector de

Sajonia, El asj)ccto de las cosas v.1ría eon motivo de

pasarse al bando protestante d dur¡uc i\1atlricio, aliado

a ntes d e Carla:'> 1; y de tal m<l nc!'o1 supo este jefe lcV:l1I-

.. ta l' el esp{l'i lu del país y gallal'Se d concurso de los ene-

migos de don Carl os, que e n poco tiempo se hace ducflo

de gra n parte del territorio, y :\lll enaZ.l b ciud;¡dela dc

I nspruck, residencia del empcr¡ldor.

El tl'atado de PIlSSflU (1542) pone término :¡ la gue-

1'1'01 reconociendo la libert:¡d de conciencia)' 101 igl1;Jldarl111 5TO!l. T" DE 1':5,""5(,,.

política ge católicos y protestantes, á pesar de los de·

seos de don Carlos.

Conquistas en Am érica: Hernán Cortés y

Francisco Pizarra. En tanto que los tercios espa·

fioles se baten simultáncümcntc en Franciü, Italia, África

y Alemania, y el Emperador marcha de una parte á

otra con aquella febril actividad que causaba la dcs·

esperación de sus enemigos, el Nuevo·Mundo era teatro

de inconcebibles hazañas: continuando el dcrrotero se·

ñalado por el genio de Colón, Vasco Nftñr¡¡ dI/ Balboa

funda sobre el istmo de Panamá á Santa Maria de Da-

riéo; POIICt' de Lt'ÓIf, el conquistador de Pucrto-Rico,

descubre la Florida; JIII/# Vit/;; Salís, penetra en el tc·

rritorio del Yueatáll; y JI/I/n de erija/va pone gU planta

en el fantástico Imperio mejicano.

El estremeño H el"1ubt Cortés, émulo de aquellos hé-

roes cantados por la musa de Homero, se propone la

conquista de Méjico: se interna en la isla de Cozu mel,

al frente dc un cjército que componían seiscientos hom·

brcs, diez y seis caballos y diez cañones, con el cua l de-

rrota al enemigo, fu erte de mas de mil hombres, y se

apodera de la ciudad de T abasco. La primera dificu ltad

estaba vencida, y después que sus tropas hubieron pasa·

do al territorio mejicano, q/lt'llJa las !tI/ves para imposi·

bilitar la retirada, conquista la república de Tlascala, y

el emperador Mote7.U1ll3,

, no atreviéndose á resistirl c, le

rccibc como soberano en la capital de su imperio.

La rivalidad de Velázquc7., de una parte, y de otra la

conducta de A lvarado, jefe de la guarnición cspafl ola

en Mej ico, crea ron á Hcrnán Cortés un confl icto que

trajo como consecuencia la Noche trisll/ ([ 520), Y costó

la vida ,i muchos españolc's, que pelearon en la .!:iombra,EDAD MODl!RNA.

",

rodeados por muchedumbre de enemigos, en país des·

conocido, y envueltos ell un mar de agua. Al siguiente

dla, vencido el peligro, atr.tviesan los tspaftoles el valle

de Otumba por entre cuarenta mil guerreros in d¡gcna~

que les cerraban el paso, toma n por asalto la ciudad de

Méj ico, y todo aquel hermoso imperio viene á formar

parte de la monarquía española.

I-Iernán Cortes murió pobre y olvidado de todos,

tiempo andando, en una miserable casucha de Castilleja

de la Cuesta.

Al mismo tiempo que Cortés realizaba la conquista

de Méjico, otro estremef'lo, Francisco Pi::al'l'o, se apo·

dera del imperio del Perú: la guerra civil en que los pe-

ruanos se hallaban envueltos facilitó las aspiraciones de

este aventurero, el cual por traición se apodera del rey

Atahualpa , y después de recibir á cambio de su rescate

fabu losas cantidades de oro, le manda agarrotar toman.

do por pretexto que habra pretendido sublevarse. Des·

avenidos los jefes espatioles, cegados por la avaricia, lu-

chan unos contra otros: Almagro es condenado á muerte

por Pizarra, pero éste es asesinado en su mismo apo·

sento por Ull hijo de aquél.

Los asuntos interiores en la Peninsula. La

política militar y aventurera de Carlos 1, si bien entu·

siasmó á la juventud que fu é á cubrirse de laureles en

los campos de batalla, disgustó sobremanera á las ciu·

dades, á la nobleza y al clero; tanto más, cuanto que el

monarca residía en todas partes menos en Espafta, y

se consumían en estas empresas enormes sumas que

apenas bastaban á sufragar los tributos ordinarios, aún

añadidos á las fabulosas cantidades de oro traidas desde

América.llJSTÓRIA !JI!. ItSPANA.

RClll1iaafl las Cortes en Toledo (1 53 9) para a!'bitrar

recursos, propone el rey un nuevo impuesto llamado de

las sisas que afectaba por igllal á todos los ciudadanos

si n distinción de categoría ni de clase, pero la nobleza

hasta entonces exenta de tributación, se opone tenaz-

mente á ciJo: al eccionado don Carlos , 110 vuelve;í COIl-

vocarlas de nu evo con asistencia de los magnates ni

del clero. Justo castigo que los traidores de Villalar

reciben de aquel á quien ellos mismos habían alentado

en su obra demoledora y antinacional: en lo sucesivo,

las Cortes no serán más que un recuerdo histórico, va·

lioso sí, pero sin iniciativa.

Abdicación de Carlos 1: su muer te. El tra-

tado ele Passau hizo ver á Cur!.os 1 que su estrella co-

menzaba á eclipsarse: achacoso y viejo, perdida la

actividad que constituyó el fondo de su carácter, se

decide á renunciar (1556) la corona de Espalia en su

hijo Felipe, y dos al10s más tarde abdica en su her-

mano F ernando los estados que la Casa de Austria

poseía en A lemania.

Después de esto ·se retira al monasterio de Yuste, á

siete leguas de Plasencia , y allf , dividiendo su tiempo

entre los negocios públicos y las prácticas piadosas, le

sorprende la muerte el z l de Setiembre de 1558. Su

reinado fué todo alemán.Z2J

LECC IÓN 1.1V.

Felipe 11: edcn116n ¡Je la m on~r~ufl es;Hl.ñol a.- G'Je rra co~ Fn:\ci:t:

paz de Cha teil u-Camhrcs is.- El Escorial. - Campahs contra los

8e rberisc os. - Expuls¡6 ~ de 103 mo risco~.- Guerra co~lra los Tu r_

cos: balana de Lepanlo. - Cor.~uisl<l de Por!ugal. -- La Armada

invC1cilile.

Felipe II : cxtensióu do la lllonarquia es·

paüola . Fe/ipe 1/(1556) era el monarca más pode·

roso desu tiempo: la monarquía esp:1~ ola poseía enlOllCCS

á España , Nápoles , Sicilia , CerdeJia, el !I'l ilancsado, el

Roscllón , el Franco·Condado, y después Portugal, en

Europa; Tl'l1leZ, Odn , las Canarias, Fernando Póo y

Santa Elena, en Afn'ca; las A ntillas , Méjico , el Perú,

y casi toda la Península meridional, en Amirica; y los

archipiélagos descubiertos por Magallanes, en la Ocaa-

uÍa: también gobernó la poderosa mOl1arquía británica

á título de rey consorte, por haber contraido matrimo·

nio con dOl1a Maria de Inglaterra,

Guerra con Francia: paz de Chateau·Cam.

bresis, Aunque repugnab:t las empresas milit:tres,

se vió eIlVuc1to en una g uerra con tra Francia, cuyo

rey, Ellriquc II, concertó COIl el Papa Paulo IV un

tratado secreto por virtud del cual ambos soberanos se

comprometían á romper las hostilidades contra España

á la primera coyun tura: una cuestión insignificante sirvió

para que cl )'ontffiee terminara sus buenas relaciones con

el monarca cspaliol, y rotas las hostilidades por En-

rique JI , el cual se declara protector de la Iglesia, el

ejército francés penetra en Italia á las órdenes del

duque de Guisa, mientras que Felipe JI, desde los pai.m STóRIA !.lE I¡SrA~A .

ses Bájos donde se hallaba, lanza sobre Francia sus

tercios siempre vencedores, mandados por Filiberto de

Sabaya.

En tanto que el duque de Alba derrota al enemigo

en las campiñas italianas, los espafloles ponen sitio á

la pla7.,'l de SOIl Quin/be (Picardea ), sin q ue fueran baso

tantes para levantarlo los dos ejércitos q ue acuden en

socorro de la comprometida ciudad. Libráronse una

série de combates; el general CoJigni rompe las . fi las

españolas y penetra dentro de los fuertes, pero Mont·

morencl es dcrl'Otado y prisionero, dispersas sus tro-

pas, y Sa n Qu intín cae en poder de Filiberto de Sa-

boya (- 55 7).

Después de algunas alternativas que duraron dos

aftas, los franceses piden la paz que se firma en Chao

tel1u· Cambf'csis, y para garantir la cual se estipuló el

matrimonio de Felipe II, ya viudo, con dofla Isabel,

hija del rey de Francia, llamada desde entonces Isaóel

de fa Paz.

E l Escorial. E n memoria de haberse ganado la

batalla de San Quintín el día que la Ig lesia celebra la

festividad de San LOl'l!IIzo, F elipe Ir hi zo voto de

erigir un templo bajo la advocación de este mártir es-

pañol, y de aquí la construcción del suntuoso monas-

terio del Escorial, alzado sobre las estribaciones del

Guadarrama; afecta su forma la de unas parrillas,

vuéltas al rcvés; y sus compartimicntos , frias , duros,

rectos, inflexi bles, y sus claustros somb ríos, y su aro

quitectura severa, sin adornos, y su gigantesca mole

de piedra que sc alza majestuosa sobre la vecina peno

diente, y aquel templo grande, inmenso, pero con

grandeza que sobrecoje y aterra, y aquel panteón dereyes lóbrego, y oscuro, y las habitaciones mezquinas,

tétricas, que Felipe If se reserva para vivir en medio

de aquella amplitud ciclópea, todo, todo acusa el ca·

rácter de este monarca, gigantesco hasta cn sus des·

acicrtos, que fueron bastantes.

Campañas contra loS' Berberiscos . Las pi·

ratedas de los berberiscos hicieron que Felipe II en·

viase contra ellos hasta tres expediciones sucesivas: de

éxito feliz, ,i medias, fué la de T1'ípoli (1559), si bien

la derrota de los Gelves puso de manifiesto la necesi·

dad de crear una marina de guerra; en la segunda,

(1563) demostró tener España los primeros soldados

del mundo en las defensas de J¡fa:Jalquiuir J' Orált,

contra los aliados berberiscos y turcos; yen la última,

( 1564) recobró el Penóll de la Gomcra, que los musul·

manes habían arrebatado á Carlos L

Expulsión de los moriscos. Los musulmanes

que al amparo de las capitulaciones de Granada habían

quedado en España con clnombre de moriscos, fueron

obligados á bautizarse por la fuerza, siempre que de

buen g rado no qu isieran, y transig ieron, además, con

todo, á trueque de continuar en este país, que al fin

era su patria, y donde se guardaban las venerandas ce·

nizas de sus antepasados: mahometanos en el fondo,

afectaron las formas cristianas en el exterior, pero

como vivían en la serranfa, casi alejados de todo ca·

mercio con las poblaciones españQlas, conservaron su

idioma, sus tradiciones de familia y sus costumbres,

hasta que Felipe 11 dá la orden para que definitiva·

mente renuncien á todo, y origina una sublevación que

defenderán al abrigo de sus inaccesibles montanas.

Declarados independientes, proclaman rey al joven

"

•",

IlIST ÓRIA DE E SPA~A.

Abm-.Af"Qawiyyált,

descendiente de los príncipes cordo-

,

beses y cuyo nombre cristiano era don Fernando de

Valor, y durante dos al105 resisten las batidas que COll-

tra ellos trabajaron con suma pericia, aunque COIl me-

diana fortuna, el marqués de Mondéjar y el de los Vé·

¡ez: solo don Juan de Austria, hermano bastardo de F e-

lipe n, consiguió vencerlos (r 570). Como consecuencia

de estos suceso.'> fueron expulsados todos los moriscos

que vivían la región andaluza .

Gu erra con tr a los Turcos: batalla d e

Le~

p a nto, SeJím U, Emperador de Constantinopl a , he-

redó cón el trono los ambiciosos proyectos de su padre:

las conquistas de Chipre y Túnez, realizadas por el

turco, hicieron que los Estados cristianos de la Europa

meridional, acallando ódios antiguos, escucharan en

medio del general espanto la voz atribulada de Pío V,

el cual trabaja para contener á estos barbaras la al ianza

de italianos, genoveses y espat'lolcs.

Nombrado don Juan de Austria almirante de las fuer-

zas coligadas, zarparon del puerto de Mcsina las naves

que conduelan al combate ochenta mil defensores de

la Cruz, y en las aguas de Lepalllo (1572) se libra la

batalla naval mas celebrada de los tiempos anliguos y

modernos, coronada con el éxito más completo. En

el!a perdió el brazo izquierdo un oscuro soldado, rl'liguel

de Cervantes Saavedra, el cual ailos después había de

asombrar al mundo con el más donoso y sublime dc

cuantos poemas se han escrito.

Conquista d e P ortu gal. La trágica muerte de

don Scb<tstián de Portugal, ocurrida en la batalla de

AlcazCtl'quivir (1578), y la dc su tia el cardenal E nri-

que, dos añ os más tarde, facil itaron la constitución de

•la nacional idad ibérica baj o un mi'smo cetro, pues ex-

tinguidas ambas lineas de varones, la corona portu-

guesa correspondía á Felipe n , hijo de dofia Beatriz,

nieta de Manuel 1 el Grande: los naturales del país

proclaman en ódio á Castilla al prior de Ocrato, don

Antonio, hijo natural del in fa nte don Luis; pero con-

fiada la defensa del derecho á la fuerza de las armas,

los tercios españoles derrotan en Alcdlltara ( 1580) al

ejército del pretendiente y Felipe Ir es consagrado en

Lisboa como rey de Portugal: dos meses bastaron para

que el duque de Alba y el marqués de Santa Cruz re·

d ujeran todo el territorio.

La Armada invencible. Felipe 11 deseaba aba·

tir 1«' soberbia de lsabel de T nglaterra y buscaba un

pretexto para declarar la guerra á esta nación, cuando

los atropellos cometid os en Cádiz por Drake le facili ta

el motivo que tanto apetecfa: equipase una escuadra

de ciento cincuenta buques , con veinte mil hombres de

abordaje, los cuales á pesar de la enfermedad del al-

mirante marqués de Santa Cruz y de la borrasca que á

la altura de F inisterre desarboló algunos barcos, ponen

la proa COIl rumbo al canal de la Mancha, donde les

sorprende de lluevo el tempoml: como si esto fuese

poco, de improviso se encuentran atacados por la aro

mada británica que echa á pique no menos de treinta

bajeles, con pérdida de unos diez mil hombres. Domi-

nados por la tormenta perecieron otros buques , y el

resto vuelve destrozado á las playas españolas: as!

vino á perderse la armada ilWCl1cibk.

Cuando Felipe JI supo este desastre, tan espantoso

como inesperado, dicen que se limit6 á contestar ; No

tnvié yo mis naves d lile/lar coutra los ek11tf1ltQS , silló",

los hombres. Lo peor de todo rué que, envalen-

tonados los ingleses con el pasado triunfo, penetraron

algunos meses después en Cádiz saquearon la ciudad,

se llevaron á remolque CU,Ultos buques estaban en el

puerto, y se retiraron tranquilamente si n que nadie

pensara en atacarles.

cOlltra

I

LECCIÓN LV.

Insurrección de los Palses·Baj()s ; el comp romiso da Broda.- Goble rnos

de Al ba, Requesena, Juan da Aus tria y Farnesio.- Jndepcndoncia de

osle pafs.- La Reforma un España.

Insurrección de los P aises-Baj os : el com-

promiSO de Brcda. La misma conducta q ue Car-

los 1 observó en E spaña al rodearse de flamencos y

entregar lool destinos públicos á estos extranjeros, ob·

servó F elipe Ir en Flandes: también allí se presentó

este monarca CO ll su corte de españoles, y á españoles

confió los principales destinos; y para que la analogía

fucse mayor, tambié n agur se vieron atacadas las liber-

tades municipales y se fu é opcrando poco ¡( poco una

transformación política un tinacionaJ.

Al regresar á Espafla después de la jornada de San

Quintín, dejaba Felipe Ir por gobernadora de los Pai-

ses-Bajos á Aforgorita dc Parma, de la cual era

consejero el ctlrdt'lltll Crtl/wela, aborrecido de los Ha-

mencos: la chispa q ue hizo brotar la rebelión fu é el

establecimiento en este país de un tribunal , semejante

al de la Inquisició n española, cuyo objeto era mantener

la unidad religiosa mediante el exterminio de los refor-

madores protestantes, que habían llegado á ser bas-ellAll MODERNA.

"9

tante numerosos. De nada sirvieron las respetuosas

exposiciones que, apoyadas algunas por la misma re-

gente, se presentaron á Felipe JI para consegui r la

modificación de sus proyectos, pucs que sordo á todas

ellas ,.lejos de suavizar, an:eció lmis y más su política

de resistencia hasta que el rompim iento se hizo ine-

vitable.

Ocurrió éste con motivo de la publicación del Con-

cilio de Trento, habiéndose mancomunado el pueblo

todo para sostener sus privilegios , mediante el Compro-

miso dI! Breda ( 1566), ~i cuyo frente se puso el conde

Guillermo de Orange, ardienle defensor de la Reforma:

que el movimiento insurreccional era en r!l<: orígenes

más político que religioso , se demlle.', tra sabiendo que

formaron parte de la liga los príncipes de Horn y

Egmollt, católicos de siempre, y que todos ¡Ildistinta ·

mente, calvinistas y romanos, recorrieron las pobla-

ciones rurales excitándolas :i la rebelión. Conocedora

del país publicó Margari ta de Parma un edicto pacífico

que trallquilizó los án imos algún tanto, mas como Fe·

lipe Ir persistiera en sus propósitos, y presumieran los

flamencos que para reducirlos iball bien pronto á em-

plearse el hierro y el fu ego, se preparan á la lucha con

la alianza de t,)do~ los estados ¡¡l ema nes, protestantes

lo mismo que ellos, }' la cl¡es~i Ó Il se hace de raza, es

decir, degerlllálticos cOntra lleolnt¡'¡os, y las hostilida-

des comienzan por ambas Pllrtcs con igual ensaña-

miento.

Gobiernos de Alba, Requesens, Juan de

Austria y Farnesio . El duqul! de Alba, don Fer-

nando Alvarez de Toledo ([ 567), establece á poco de

llegada el célebre Tribunal de los Tumultos, ó de

Sil,

'3·

ltISTÓRIA 01: ESPARA.

la sangre como los flamencos le llamaron, el cual en

sus terribles funciones mandó decapitar á diez y ocho mil

personas que habían tomado parte en las anteriores

revueltas, entre ellas , á los jefes I-Iorll y Egmont; ante

semejante espectáculo más de treinta mil familias emi-

gran á otros paises para evitar la suerte que les aguar-

daba , y los pueblos se levantan en masa para tomar

las armas en defensa de su patria.

El príncipe de Orange recluta en Alemania un ejér-

cito de aventureros que se lanzan contra 105 españoles

cOntO fieras , y muchos emigrados vuelven á su país

para aceptar su parte en la campaña: hasla Isabel de

Ing laterra envía secretamente socorros á los suble·

vados.

En tanto que la guerra se hace por ambas partes

con la mayor ferocidad, las cuatro provincia:. de 1-10-

landa, Zelanda, Frisia y Utreeh, nombran Statouda ó

presidente de una improvisada república al de O range,

y cansado el duque de Alba de tanta matanza y exter-

minio pide su relevo.

L e sustituye don Luis de Rcqw!sl!1lS, que peca por

el defecto contrario al del gobernador anterior, pues

en el estado de tirantez y resistencia á que las cosas

habían llegado, los rebeldes tradujeron como debilidad

lo que sencillamente era buen deseo, y nada pudo por

la dulzura conseguirse. Desesperado de no rcalizar

su objeto muere Requesens y le succdc don JIf(/II tll'

Austria (1576), el vencedor de Lepanto, cuya firmcza

y talento politico hubieran terminado las negociaciones

pendientes en una forma para todos decorO.':ia y acepo

table, pero como Felipe II no aprobara las medidas

empleadas por su hermano bastardo, y bien lejo!>•

E.DAD ) IOOf.lllU.

'J'

de ello enviase órdenes de continuar la política del de

Alba, consiguió que las provincias más pacfficas del

Sur hicieran causa común con las sublevadas del Norte,

mediante la uNión d(f Br/tselas, y se agravara más y

más este conflicto.

Don Juan de Austria mucre ~í poco tiempo, y Alt"

jamlro FnrJusio, hijo de Margarita de Panna, se en·

carga de la continu;¡ción de la campaiia: :í las provino

cias emancipadas an tes se unen ahora las de G i¡c1dres,

Groninga, Frisia y Over-Isc!, ell vi rtud del comJflli o

de Ulrec/¿ ( 1579). Y los sublevados proclaman la inde-

pendencia de la !?rjlÍb/ica dl' H o/al/da , francam ente

calvinista.

Buscó asesinos Farnesio que quitaran la vida al pre-

sidente Guillermo de Orangc , cuy;! muerte rué se-

guida de algunos tti unfOfl importa.ntes como el de

Ambcrcs, pcro fli la incflpcricncia del joven Mauricio,

nuevo stat~ude r , no pudo evitar el predominio de Es-

pafia, los holandeses rccibieron en cambio alg-u nos so-

corros de Alemania, Inglaterra y Francia, y la muerte

del gobernador malogra por ültimo los triunfos obte-

nidos_

Independenc'ia d o osto pais . Con la desapari-

ción de Alejandro Farn csio termina el dominio de los

es paí~ol es sobre los Paises-Bajos, pues Felipe n, á pesar

de los tri unfos obtenidos por el archiduque Ernesto y

el conde de F uentes (1594), abdica en el t ratado de Ver .

• ,illS (1598) la soberanía de este reino en su hija Isabel

Clara, casada con el archiduque Alberto de Aus tria, por

m;[s que, descontentos los holandeses con los nuevos

1ll0naJ'cas, recobrado bien pronto su completa auto-

nomía.7.' . . . . --------.-----. . . . -----. . . ----------~~

'3'

UlST ÓIUA DE F;SPARA .

A estos extremos, y aun á otros peores, conduce la

polftica de resistenci a cuando se la saca del cauce r aZQ-

nable.

La. Reforma en Espa:ña. A semejanza de lo su-

cedido en los pueblos de raza latina, el protestantismo

germánico, que tenia por base el libre examen, no COIl-

siguió echar hondas mices en España, donde si n em-

bargo hallamos algunos defensores de la: reforma de

L utero: muchos hombres que al parecer del mundo ha-

elan en letras y en virtud ventaja muy grande .i otros

poblólron á título de herej es las cá rceles y las hogueras,

empleándose para contener el mal, que avanzaba lento,

los medios barbilfos del hierro y el fuego, cuando emi-

nencias tan competentes y cristianas como Santa T eresa

de Jesús, San José de Calasanz, San Juan de Dios, fray

L uis de León, Arias Montano, el P. Ma riana y tantos

otros hacía n propaganda para convertir á los extravia·

dos por medio de la t9lerancia, la discusión, la ense·

i'lanza y las instituciones religiosas .

Los consejos de la Inquisición. y los de los adulado·

res palaciegos pudieron más en el án imo de Felipe II

que el sublime ejemplo de la caridad de una Santa,

compadecida hasta del diablo por que al infeliz no le era

permitido amar, y los autos de fé con sus patíbulos y

hogueras, y los tormentos que trituraban el cuerpo de

los reos, y los calabozos de las prisiones inquisitoriales,

llevaron el tCfl'Or a todas partes y la perturbación á to-

das las conciencias: como si esto fuese poco, se dictó

por el monarca espal101 una pragmática prohibiendo

que s u vasa!los salieran al extranjero á recibir una edu·

cación quc aquí no pudo dárselcs.

Además del doctor Juall Gil, magistral de la Cate·EDAD MODP.RNA.

133

dral hispalense, quemado en cstátua; de Agustill Caza-

lla, predicador de Carlos I, agarrotado en la plaza pú-

blica: del emincnte jurisconsulto Hi'rrr::uelo quemado

vivo; y de otros muchos eclesiásticos}' seglares que pu.

diéramos citar, rué proccsado como hercje el arzobispo

de T oledo,fray Barlolomé de Carrnm:a, por haber es-

crito unos comentarios al catecismo c ... 1.tólico: des pués

de algunos al10s de prisión, durante los cuales se de-

ficnde con brill:l!1 tez de cuantos cargos se le hadan,

consiguió merecer la absolución pontificia de todas las

censuras que se le habían impuesto, castigándole en

cambio con una sencilla penitencia que estaba cum-

pliendo cuando le sorprendió la muerte.

Realmente, bajo el punto de vista "digloso, no hubo

más: en el político, ya es cosa bien distin ta.

LECCIÓ!\ LVI.

romica Inlerior do Felipe 1I.-An!onl0 Pire!: su prGccso.- Deslrucci6n

ele lu libertades ar1110nesaS.- Procuo elel Prínci pe el IJA CarlIJS.-

Muerte del reJ: paralellJ entre Carlos 1 y Felij!e 11.

Politica intcdor de F elipe n . La política de

avcnturas iniciada por enrlos r, y que Feli pe ][ se vió

precisado á continuar, vino trabajando lentamente un

malestar econ6mico muy grandc, el cllal influyó pronto

hasta cn las cla !;c~ sociales mejor ncomodnuils; ya no

bastaron los tributos ordin:r.l'ios ni extraordinarios, ni

las ll uevas gabelas invcn tadas por un;¡ auminislración

l(tlC no pensaba más quc Cll arbitrar recursos, sino que

se l!cgó al extremo de ~ende r públicamente los grados'34

lIISTÓRIA I>E t:sPARA.

del ejército, los títulos nobiliarios, las jurisdicciones per-

pétuas, y hasta los destinos más insignificantes.

Como si esto fuese poco, más de una vez se dió el

caso de que los buques reales apresaran las llaves car-

gadas de frutos y dinero enviadas por los particulares

desde América, haciendo cierto el dicho dc q uc nada

está más cerca de la escuela socialista gllC ciertos abso-

lutismos incomprensibles.

Protestaron de este desafuero las Cortes de Vallado-

/id ( 15S8) y To!cdo (1560) exponiendo á Felipe n que

las leyes hechas por la represelltación de las ciudades

no padlan ser derogadas por el rey sin consulta prévia

y acuerdo afirmativo, pero este monarca sé limitó á

contestar ambas veces qUt' St' trovaría /0 lilas COI/Vi'·

lIim/e, y desde entOlices prescindió de los códigos na·

cionales para gobernar á su nntojo, sin tomarse siquiera

el trabajo de cubrit' las apariencias.

Hasta mejores tiempos, las Cortes solo se reunirán

con motivo de alguna gttCrI'a extranjera ó para la jura

de los Príncipes de Astürias, viniendo por modo tal á

consumarse la obra demoledora iniciada por Cisneros,

continuada por Carlos 1 y á la cual F elipe TI supo dar

digno remate.

El poder absoluto de Felipe JI enconlró en Aragón

algunas limitaciones imposibles de salvar dados sus

fu cros y privilegios regionales, pero no tardando habrá

de conseguir la nivelación política de este país con Caso

tilla, segun sucedió con motivo del proceso incoado con·

tra AII/o/do Pires, Secretario del real despacho.

Antonio Pér ez: su proceso , En tanto que don

Juan de Austria procuraba ultimar la guerl'a de los

Paises·BajQs, sCRuíallsq por !Wnducto de Escobcdo las.EDAO )!OOEII.NA.

Z35

negociaciones secretas entabladas con el Pontífice y con

P'rancia para el objeto de colocar á este i1U5trc ba5tardo

sobre el trono de Inglaterra, á la sazón ocupado por una

reina hereje; pero aunque se procuró ocultar estos pla-

nes á Fclipe lI, por temor de que los reprobase, cogido

el hilo de la trama á consecuencia de ciertas preguntas

hechas por el Nuncio de su Santidad, vino á descubrirse

todo y rCi;ultaron concretos muchos extremos que fo r-

maban parte de un plan vastísimo, capaz de comprome-

tcr la tranquilidad europca, y más principalmente la de

Espal1a.

~

El marqués de los VélcT. y Antonio Pércz, consulta·

dos por el rey accrca de lo que en situación tan como

plicada pmcedía, no enCOlltrarOIl para deshacer la in·

triga otro medio que la muerte de E scobedo: después

de haberse intcntado un envenamiento, infructuoso

hasta por tel'cera vez, buscó Pérez algunos hombres ca·

paces de ultimar lan enojoso asunto bien)' pronto, como

sucedió en la noche del 3 [ de ¡'I'Iarzo de 1578. Escobedo

murió de un golpe de estoque, y sus asesinos reciben

el nombramiento de alfére7., mas la suma de veinte cs.

cudos de oro .

Pero la. verdadera causa de la muerte de! favorito de

don Juan de Austria debe busc<1r . .,e en otra parte: est,i

en la eonduct .. que Antonio Pér<:z y su amante, la

princesa de Eboli , observaron con el rey, enamorado de

esta mujer. Como Eseobedo conociera estas illfami;ls y

los am;mtcs temiesen que csb.:, por cUillquk:r motivo,

los delatar,l, de aquí e! interés de Pércz en exagerar la

import:lllcia de las complicaci:lIlcs políticilS en el r<.;:al

Consejo y su propnsición de cmpl:.:ar como medida sal·

v;ldora el consumado <lsesinato.HISTÓR1A DI> EsrA~'\.

En resumen: Antonio Pérez engai'iÓ a Escobedo, des·

cubriendo sus secretos' al rey, y engai'\ó al rey presen·

talldo á Escobe<lo como merecedor de la muerte.

Cuando Felipe n se dió cuenta de que bajo las apa·

riencias políticas había sido engañado por su favorito,

deseó vengarse, venganza en la cual, además de su de·

coro de rey, estaban interesados el amor propio del

hombl'e y los celos del amante \11trajado; solo así pue·

den comprenderse los incidentes que con este motivo

surgiel'on, y la impbcablc sal1a del monarca espal101.

Comenzó Felipe J[ haciendo que un hijo de Eseobedo

acusara ¡í Perez del asesinato de su padre, por lo cual

éste fué preso, si bien, desputs de sufrir la prueba del

tormenlo hasta por dos veces, consigue refugiarse en

Zarago¡¡a al amparo del derecho dc lIlallifl:stacioll: en

su virtud, inhibidos los jucces reales del conocimiento

de esta causa, formuló el rey por medio de sus agentes

otra nue\'a para ante la autoridad del Justicia.; pero ca·

mo Antonio Pérez viese asegurada su persona con el

amparo de las leyes aragonesas, hizo saber :¡ su amo y

se110r que entre sus papeles conservaba algunos que po·

dían comprometerle y desde entonces deja Felipe II de

mostrarse parte en el proceso. En cambio, si vencido

en el terreno del derecho pena l, apela á la Inquisición

acusando de hereje á su e11emigo, y l\:rez es conducido

por sorpresa a los calabozos del terrible Tribunal, de

donde los Zaragozanos le sacan después de un motín

que cuesta la vida al marqués de Almenara, represen·

tante de Felipe II en Zaragoza: ,í 105 pocos dias tras·

pasa la frontera de Francia.

Destrucción de las libertades aragonesas.

Felipe

n,

que deseaba acabar con las libertades ara·~l.lAD

¡,¡ODI!RSA.

'37

gonesas, toma pretexto del motín que salvó á Pérez

para inaugurar la lucha; y á la vez que en Madrid recio

be con dulzura a los comisionados que fueron á prc!'en-

tarJe excusas por lo ocurrido, cov/a contra Aragón un

ejército de diez mil in fantes y mil quinientos caballos,

al mando de don Alonso de Vargas : al saberlo, la di-

putaci6n pcrmancnte eseribc á Fel ipe Ir dándolc ;Í Cll-

tender que todos estaban dispuestos á repeler la fuerza

con la fuerza si se veían atacados, y que as! lo harían

lo demuestra la sentencia dictada conforme al F uero de

1361 contr,l Vargas, sentencia que un notario le noti,

fic ó en el campamento de Agrcda .

Semejante actitud excita las iras de F elipc JI, el cual

escribe á su general la siguicnte órdell: CJl ru cibimdo

esta, p rcJfdenys á D. 711aJt de Lomu:a, 7l1sIicia d~ Ara,

gÓII, y lau presto sepa yo de Sil muertt' como de Sil pri·

sióll: Imrl'}'sle IlIego cortar la cabeza, Y asf vino á eje-

cutarse: Val'gas penetra en Zaragoza, prende á Lanuza,

y sin otro proceso que la precedente orden, le decapita

por mano del vcrdugo el 19 de Diciembre de 159 1.

Proceso del príncipe don Carlos Otro de

los hechos ruidosos de este reinado es el p roceso de

don Carlos, príncipe de Astúrias: de carácter díscolo,

soberbio y orgulloso, habla demostrado desde su niñez

el príncipe perversas inclinaciones , ya rompiendo cuan·

tos objeto.!:i ponían á su alcunce, ya martirizando algu-

nos animales vivos, ó ya maltratando de palabra y de

obra á las respetables personas encargadas de su edu·

cación,

I ncapaces SlI S maestros para obligarle al est udio, (ué

llevado á la ciudad de Alcalá con el fin de ver si le afio

cionab3 al trabajo su tfo don J llan de Austria; y ocurrió,IUSTÓIlIA lJE !SI'A~A .

que bajando un dfa por la escalera de la: casa arzobis-

pal, s; cayó un g ran golpe que le destrozó el cráneo y

le puso.') á las puertas de la muerte: solo la arriesgada y

dolorosa operación del trépano p\ldo salvarle, si bien

desde entonces quedaron sus fa cultades perturbadas, y

lodo su cuerpo débil en extremo hasta el punto de que

no estuvo completamente restablecido jam,is.

Puede juzgarse, pues, cual sería el estado de este prín-

cipe en su juventud, malo por carácter, orguIloso por

nacimiento, g rosero por educación, brutal como todo ig-

norante, y perturbada la razón con motivo de su caida;

debiendo añadir que, huérfano de madre á poco de na-

cer y ocupado su padre siempre en los negocios del go-

bierno, se crió sin que formaran su corazón esas caricias

y consejos, 'tan indispensables á los niños.

Dominábale sobre todas la pasión de tomar parte

en los negocios del Estado, lo cual nunca consintió

su padre; de manera que, contrariado en ella, se dió á

todo género de disipaciones y lo que es más, á conspi·

rar contra el rey con motivo de los asuntos de Flandes:

graves cosas debieron ocurrir entonces, comprobada

como está su inteligencia COI1 los condes de Horn y Eg.

mont y el príncipe de Orange, pues sorprendido una no ·

che en su mismo lecho, lo encierran en el cuarto más re·

tirado de sus habitaciones, y se forma contra él un p roce-

so del cual resultó merecfa la muerte por hereje, como

reo de lesa nación, y hasta por sus conatos de regicidio,

La sentencia no llegó á cumplirse, porque agravada

su enfermedad en la prisión, le dejaron cometer dispa-

rates capaces de matar á un hombre sano y robusto,

cuanto más á un enfermo; murió el día 24 de Julio

de 1568.EDAD MOnUNA.

Muerte del r ey: para.lelo entre Carlos 1

y F elipe n. Treinta al10s después (1598) moría

Felipe 1I.

Los historiadores l]¡lman Sig'/o l'spmiol al siglo XVI,

y con justicia: Carlos 1 y F elipe 1I lo llenan por com-

pleto, pero le prestan una fi sonomía distinta á caus..1.

de su opuesta manera de ser.

Flammco cJ primero, implantó en España los ideales

de la Casa de Austria que fal searon el carácter nacio-

nal, y convirtieron á los españoles en un pueblo de fa-

náticos aventurcros; espmiol el segundo, empleó toda

su actividad y poderosos elementos en lanzar sobre

Flandes y sobre la Europa protestante á toda esta na-

ción de valientes, con objeto de ahogar el libre exa-

men, al paso que consumaba en el interior la muerte

de cuanto ¡lOS quedaba, que era ya poco, de nuestra

gloriosa y anterior historia.

También difieren bajo el punto de vista de los me-

dios, pues Carlos había gobernado el mundo hallán-

dose presente en todas paI'tes, y Felipe lo dom inó desde

su gabinete; aquél era incansable en el manejo de la

espada, y éste en el de la pluma. Los dos fueron, si n

embargo , representantes genuinos dc! catolicismo , de

la intolerancia religiosa, y de la monarquía absoluta.

LECCIÓN LV II.

Felipe 111: su carác ler_-Prívanza del duque de lerma.-Gue rras el'

ledoru_-ConJuración de Venecia.- Expulsión de los moriscos. -

Conq uistas en Am6 rlca J Asia.

Felipe III: su carácter _ A la muerte de F e-

lipe 11 hereda la monarqu ía española su hijo Fdipe JIl

( 1598), á quien la história conoce por el Piadoso .

•1!I,TÓRIA DK I!SrAÑJ..

Más á propósito para vivir en una celda entregado á

la vida mon,ística, que no en palacio al frente de los

negocios públicos, demostró pronto que no se habla

engañado su padre cuando al morir exclamaba: Ditu

(JIu: me ha dado /aJl/os n/ados, mi' meea UJI hijo cnPfl&

d,. eobrnmr/os, pues aquel hombre, que indudablemente

reunía todas las virtudes privadM y públicas apeteci.

bies en un excelente cristiano, se hallaba destituido de

los atributos que necesita un monarca. Incapaz de sos·

tener el peso de la corona, entrega el gobierno en ma-

nos de un favorito, tan inepto como él, atlllque más

orgulloso y valla.

Privanza d el duque de Lerma. Fué este don

Francisco de Rojas y Sandoval , marqués de Dénia y

duque d, Ll'rllla, el cual no pensó más que en aumen·

tar sus riquezas, acaparar todos los honores, colocar

á sus parientes y deudos, y mantener en política el

desastroso principio de intervención en los nsuntos de

Europa, precisamente cuando la hacienda se encon-

traba arruinada, empobrecidos los pueblos, el tesoro

exháusto, y el horizonte poHtico prenado de formida·

bies tempestades.

'

Gobierna por /í oycndo á persollas ce/osas y cl1tcndi·

d/ls . jJara 110 clltreearti' en mallos de 1m jJrivado que

aóusc ddfavod tal fué el último consejo que F elipe Ir

moribundo dió á su hijo, pero éste no tuvo ni aun valor

para practicarlo: y se vió bien castigado, pues los pri-

vados fueron dos. Llamábase el segundo dOIl Rodrieo

Calderólt, hombre duro y ambicioso, el cual desde paje

del duque de Lerma ascendió á confidcn te dc su amo,

marqués de Siete Iglesias, consejero del rey y árbitro de

los destinos de la monarqufa más poderosa del mundo.

•'.'

IWAO MOUI!IlNA.

Confiado el gobierno él tales eminencias, no busque·

mas en este reinado un solo proyecto noble, una idea

grandiosa, un pensamiento polltico de alguna talla,

porque si las cosas marchan, aunque mal, se deb~ al

impulso recibido en los anteriores tiempos. gracias á

los discípulos en armas y en poHtica que todavía que-

daban de los Alba y Santa Cruz.

Guerras exteriores . • El primer acto de Fe·

lipe III rué confirmar al archiduque Alberto en la sobe-

ranía de los Paises·Bajos , con las condiciones de re·

versión á la corona de Espana, de manera que como

los flamencos se sublevaran de nuevo, hubo necesidad

de mantener aquella guerra, en la cual, siendo no más

que patronos, España lo puso todo, generales, solda-

dos, y hasta víveres: cierto que para atender :í sus

gastos se pidió un préstamo á los comerciantes de Cá·

diz, y cierto también que los tercios españoles, ham o

brientos y mal armados, conquistaron imarcesibles lau·

reles en la toma de Ostt!llde, pero no lo son menós , el

descalabro de Ntwpor/, el destrozo de la cscua'd ra en

Gibraltar, la humillante trégua de Ambert's, la pérdida

de A1Ilúoilll?, Tidor y Corommulcl en las Indias orien·

tales, y la independencia definitiva de Holanda.

Émulo é imitador de FcJipc II, quiso el de Lerma

eclipsar el recuerdo de la armada iJlvt'1Jcibü enviando

contra Inglaterra una escuadra de cincuenta naves, pero

las tempestades, lo mismo que en 1588, hicieron im-

posible toda tentativa de arribo a las costas británicas,

y las cosas quedaron COIUO estaban, es decir, peor, por

la razón sencilla de que los buques destrozados no pu·

dieron reponerse.

Igual mala fortuna tuvo la expedición contra África,

,6'"

la cual

IIISTÓItI A. DE RSPAÑ A.

tampoco llegó á su destino: en cambio , la de

r6r 1 di6 por resultado la preciosa conquista de tres

mil libros árabes de poesía , ciencias y religión, trasla·

dados ,i la biblioteca del monasterio de San Lorenzo

del E scorial.

E l único negocio donde Lerma dem9st ró algún aciclto

rué el de la paz eDil Francia, yaun en este, el éxito se

debió al buen deseo de la reina viuda dolia María de

Médicis, Regen te por muerte de Enrique IV.

Conjuración de Venecia . El trabajo todo suyo,

y como tal malísimo, es la Conjuración d, Vellecia.

Para conseguir la com unicación directa de Espal1a

con Aust ria, á través de Venecia, los representantes de

ambos paises acordaron la destrucción de esta ciudad,

gobernada en forllla de república por el famoso Con-

sejo de los Diez: previas las itl ~ trucci o n es secretas elel

;:worito, comenzó á realizarse un plan que consistía en

introducir secretamente en Venecia mil solelados disfra·

zados de campesinos italianos, los cuales recibirían sus

armas del embajador español marqués ele Bcdmar, en

prcnder fuego al arsenal, sublevar la guarn ición dis·

gustada por la escasez ele sus pagas, y apoderarse del

gobierno. Apercibidos los Consejeros venecianos de

cuanto se frag uaba, cortaron cl mal de raiz, y decapi-

taron, para escarmiento, á quinientas personas, las más

comprometidas.

A semejantes medios apelaban, y atín así para no

consegui r su intento, aquellos descendientes de los que

en campo abierto, frente á frente, vencieron en Sa n

Quintín , en Pavía , en Alcántara y en GarelIano.

Expulsión de los m oriscos. El aconteci miento

más notable ele este reinado, y el más impolÍlico tamo[0"'0 MOD ER NA.

bién, es la expulsión de los moriscos. No debe ocultarse

que esta raza alimentaba todavía el deseo .de tomar

venganza de sus opresores, ni que era hasta de temer

una invasión por parte de los africanos que acechaban

las playas españolas desde sus buques piratas , pero así

y todo, el peligro era tan remoto é insig nificante que no

merece discuti rse. Se dirá que la unidad religiosa hada

necesaria esta medida porque estas gentes continuaban

adorando en su interior el dios del Islamismo, mas debe

Clltcnderse que si el arzobispo de Valencia pedía el

cxtrail.:uniento, opinaban por la tolerancia los prelados

de Segorbe, Tort05a, Orihuc1a y el Pontífice Pío V, so-

bre todos, al cual se había hecho la oportuna consulta.

Sobre el de L erma llovieron solicitudes en sentidos

opuestos, y t:ste, después de algunas vacilacioiles, con-

d ición propia de todo hombre peq uefto, aconseja á Fe-

lipe UI la expulsión, cuyo decreto firma el monarca en

1609 sin tener en cuenta que condenaba á la miseria y

,i la muerte millares de indefensas familias, ciudadanos

de sus reinos, en los cuales vivían al amparo de la ley

y de la justicia.

En el término perentorio de tres días salieron de la

península 1/1fevl'cim/os mi/ moriscos, que dejaban de·

siertos hasta cuatrocientos cincuenta pueblos, se lleva·

b an incalculables cantidades de dinero, y lo que todavía

es más sensible, dcjaban yermas tras ellos las huertas

de Valencia, las vegas de Múrcia, las llanuras de Caso

tilla, y hasb los deliciosos cármenes de Granada: cn

cambio los más de estos infelices murieron asesinados,

después de robarles, bien en las playas africanas por lo

que tenían de cristianos, ó cn las costas dc Francia é

Italia por lo de musulmanes.IIISTÓR IA DE ES rA~A.

Conquistas e n América y Asia. Como com-

pensación á tanta desventura, JI((f1t de Oñale conquis-

taba á Nueva-Méj ico, Pedro de Navarrdc sujetaba cl

valle de Arauco, y los hermanos Carda de Nada! des-

cubrían el canal de San Viccnte; en tanto, nucvas ex-

ploraciones dirigidas por Acuña, Silva, Rivera y otros,

aumentaban las posesioncs españolas de la Occeanfa á

10 largo del archipiélago melanesio.

L IWCIÓN LVIlI .

FeUpe IV: .1.1 carácler.- Prlvlnza de Olivares: su penumle"to po1fllco.

- Medidas de goblerno.-Guerra u n Holanda. - Guarra con Franela_

-Sublevacl6n de Calaluña.- Levantamlenlo de Port ug aJ.- Jn. urrec.

cl6n de N' poln y Sicllia.- Muerle da Felipe IV.

F elipe IV: su car ácter . A la muerte de Fe·

Iipe III hereda la corona su hijo Felipe IV(16zI).

Incapa z de dirigir el gobierno ni de ocuparse con

fijeza en los problemas políticos, difíciles de suyo, gus-

taba el monarca vivir entre una corte numerosa de

poetas ó de cómicos, presidiendo bailes ó dirigiendo ca-

cerías, es decir, sacrificando siempre el deber de rey

á lo!> placeres de todo género, lícitos é illcitos; que á

todos tenia bien puesta su afición F elipe IV.

P rivanza de Olivar es: BU pensamiento POli~1

tico. Si en el reinado anterior el de Lerma, el de

Olivares será en este el árbitro de los destinos nacio-

nales; y cuenta que dOll Gaspar de CUffmdll solo se dis-

tinguía por su dureza dc carác:ter, ambición de popula-

ridad, ning una previsión, escasas facultades p olltic:as,

orgullo desmedido, y esa tenacidad inconsciente, casi•

tOAD MODf.RNA.

brutal, que constituye el triste privilegio de los igno-

rantes endiosados.

Desconocedor de la verdadera situación de E spaña,

cifra todo su ideal polftico en devolverla su anterior

preponderancia: al efecto inaugura el sistema de guerras

y conquistas que tantos rios de sangre y oro hablan con-

sumido, sin pararse á meditar las probabilidades de

éxito que las lluevas empresas ofreclan, tanto más cuan-

to en ellas iban á consumirse las últimas fuerzas de esta

pobre nación tan esquilmada . .

Verdad es que la extensión de los domi nios espall0·

les, la conquista del Palatinado por los alemanes, la

alianza del emperador Fernando Ir eall el soberano de

los Paises-Bajos, el espíritu público que á toda costa

pedía nuevas aventuras, y más que nada el poder de la

Casa de Austria, formidable como nunca en estos tiem-

pos, eran causas bastantes para volver el juicio á cual-

quier estadista, y m,ls si era de la talla de Olivares;

pero hablan pasado para España aquellos tiempos en

los cuales podía sonar con la monarquía ¡miversal,

irrealizable proyecto que durante el siglo XVI fué el ob·

jetivo de Carlos 1 y de Felipe n.

El conde·duque de Olivares inicia su privanza aspi.

rando á la plaza de administrador Integro y celoso, para

10 cual extrema su rigor contra don Rodrigo Calderón,

procc5.1.do antes por delitos de cohecho; y como la eausa

terminara condenándole á la última pena, cuentan que

el reo subió al cadalso tan entero y sereno, que su alti-

vez ha llegado proverbia! hasta nosotros.

M edidas d e gobierno. Varias medidas de rigor

tomó también el favorito con tra otros, pero las espe-

ranzas se desvanecieron pronto al ver que sus procedi.",

mST6uA DI!. I!.SPA~A.

mientas rutinarios y gastados, lejos de contener, preci-

pitaban la muerte de las pocas riquezas que existían

todavla. Empréstitos ruinosos, cnagenación de bienes

comu nales, suscripcion es voluntarias, los tesoros que de

América venían, una tributación desordenada y egoista,

el tráfico de los destinos eclesiásticos y civiles; tales

fueron los ingresos de aquel presupuesto colosal, infor-

me, capaz de arruinar á la nación más poderos:\. de la

tierra.

G u erra con H olanda. Felipe IV inattgma su

reinado con la guerra de Holanda, y al efecto dirige á

las siete prulIillcillS fluidas un mensaje invitándolas á

juntarse con las otras diez para formar un solo cuerpo,

es decir, que renunciasen á su soberanía; los holandeses

se niegan, y las operaciones de la guerra dan comienzo.

AlgllllOS trillnfos eoasiguicron en Flandes los soldados

espal'ioles que mandaba Esp(nola, pero se ven eclipsa·

dos por las clcrrotns sufridas en el mar: armados en

corso los ochocientos navíos mercantes de la C01llpa!l/(~

dt' !lIdias, se apoderan del litoral americano desde San

Salvador hasta el río de las Amawnas, y en Occeania.

de Maiaea, Ceilán y las Malucas. Al fin de tan desgra.

ciada campaM, complicada con In guerra general de

Trdnla mios, no solo renuncia F elipe [V la soberanía

sobre Holanda, sino que voluntariamente cede á esta

república los territorios de Bravante, Fhmdcs y Lim·

burgo, con las plazas fuertes de Maestrieh, Bois-k-Due,

y Breda.

Tiempo era de que esto se hiciese, pues muerto el

comercio cspafiol por la c1atlsura del Escalda, los fla ·

mencos, reducidos á mendigar, emigral>an :i lnglatcrra

y f'ra ncia en busea de trabajo..

EDAD )LODEIlNA .

~47

Guerra. con Francia. El tratado de Weifalia

(1648) que lllOmcntáneamente pacifica las disensiones

entre holandeses, alemanes y cspanoles, no acaba con

la rivalidad en tre Francia y España, regida á la sazón

aquel la por el cardenal Richelieu, ministro de Luis XUI:

la p osesión del Franco·Condado por F elipe I V y la he·

rencia del ducado de Mantua pOl" fa l!ecfmiento de V i·

cente GOllzaga, á cuya herencia querían imponer amo

bos soberanos distintos ca ndidatos, fueron el pretexto

de que R ichelieu se vale para realizar su proyecto de

abatir la casa de Austria en las dos ramas alemana y

española; }' mientras que los franceses derrotan los ter-

cios españoles en .TornavC/lto, J.{ontbaldlm. IIt/N/I, frím,

Pasajt's, Fut!l!terrabla, Alsacilt y .i! [olltbcliard, los cs·

pañoles invaden la PicarcHa, plantan su ba ndera en

Chapelle, penetran cn la Guyena, y avanzan sobre

París hasta que los det iene el ejército que Luis X III

mandaba e n persona.

D espués de algunas batallas de éxito dudoso, s in

contar la de Rocro)' ( 1643), donde por primera ver. se

declar0 cn completa derrota aquella famo sa infante ría

española que rué terror de EUl"op¡¡, se fi rma la paz de

los Pirineos (1659), complemento del tratado de Y-les·

falia, cediendo Felipe IV á Francia el R osellón, Con·

flant y Artois, y convin iéndose el matrimonio de

L uis X IV con !lb.ría Teresa , hija del soberano espaftol.

Sublevación de Cataluña Con motivo de los

vejámenes que los cata/mus sufrían en la guerra contra

Francia, pues que, prescindiendo de sus fneros, el de

Olivares los trataba sin consideración alguna, estalló la

sublevación del Principado: li ~ero motín populal' en su

origen , pudo conteners ':! con d empleo de algunas me·'.s

° IllSTÓIllA DE .:SrA~A.

didas equitativas y justas; pero la soberbia del favo rito

empleó contra los catalanes la violencia y el terror,

amenazándoles hasta con la pérdida de sus fueros (1640).

Sublevada la capital. pronto siguieron este ejemplo las

ciudades de Lérida, llalaguer y Gerona, y la insurrección

rué completa: constituidos los catalanes en república,

pusiéronse bajo la protección de Luis XlII de Francia

el cual prometió socorrerles siempre que Felipe IV

tratara de arrebatarles sus franqu icias. En el siguiente

año (r641) firmaba el monarca fra occ!'! un convenio, por

virtud del cual aceptaba la soberanía de Cataluña con

los condados del Rosellón y Cerdaña, obligándose ,1

respetar los privilegios de sus nuevos vasallos, á conce·

del' solo á catalanes los beneficios eclesiásticos y cm·

pleos militares y civiles, y :í no percibir más tributos que

los autorizados por los procuradores dd principado.

Identificados de este modo los interest:s de catalanes y

franceses, duró la guerra once años con variedad de

fortuna para los beligerantes, terminando con la rendi·

ción de Barcelona, después de un largo asedio (1652);

respetáronse á los sublevados todas las inmunidades,

fueros y franquicias que desde tiempo inmemodal vc·

nían disfrutand o.

Levantamiento de Portugal. Las mismas cau·

sas que la sublevación de Cataluña originaron el le·

vantamiento de Portugal: la conducta de Olivares para

con esta provincia, que vió su marina de guerra des·

truida pOI· los holandeses, que perdió más de doscientos

buques mercantes, que en menos de cuarenta años ha·

bía tributado cien millones de escudos de oro, y cuyas

leyes habían sido holladas y sus habitantes tratados

con desprecio, hicieron que la mal compri mida indig·

I

•~49

nación estallase saliuda, alimentando más que nunca

las tendencias separatistas de las cuales se most raron

siempre defensores.

Como una orden del favorito dispusiera que los ter-

cios portugueses se trasladaran á . Catalul'ia, precipi-

t6se la conjuración de Lisboa, alentada por Inglaterra

y Francia, y el duque de Braganza es proclamado rey

de Portugal con el nombre de jutm IV(1640), sin que

en la guerra que siguió á este hecho pudieran obtener

los espaftoles otra cosa sinó descalabros: fué el más

notable el de Villaviciosa ( r665). A los tres años que-

daba este reino independiente de la corona de España,

después de una dominación nefasta que había durado

casi un siglo.

Insurrección de Nápoles y Sicilia La polí-

tica de don Luis de Haro, sucesor de Olivares en la

privanza del rey. si más pacifica y prudente, no pudo

evitar que las cosas continuaran obedeciendo al ¡m-

P4!s0 recibido: por eso al mismo tiempo que se des·

arrollaban el levantamiento de Portugal y la guerra COIl-

tra Cataluila, ocurre en Italia otra doble rebelión, la de

NájJoles y Sicilia (1647).

El movimiento de Sicilia se terminó pronto; no así

el de Nápoles, dirigido por el pescador Tomás Aniello,

pues tos sublevados se constituyen en república y ofre·

cen el poder ejecutivo al duque de Guisa, el cual se

acerca á las aguas de la capital al frente de una escua-

dra francesa . Gracias que el virrey, duque de Arcos, y

don Juan de Austria, bastardo de Felipe IV, encontra-

ron en la nobleza napolitana apoyo bastante para do·

minar esta insurrección, que al fin terminó sin ulterio·

res consecuencias.

,HI,'rÓRrA

UF.

F.SPA~A .

Muerte de Felipe IV . En tanto que los enemi·

gas brotan por todas partes contra Espalia y se hace

cada vez más ostensible la decadencia nacional, y Jos

tercio.o; antes invencibles son derrotados en .los campos

de batalla, y se entregan sin ddensa al enemigo los gi·

rones del mapa peninsular y americano, rasgado por el

convenio de los Pirineos, y la Ilación pierde, bl vez

para siempre, el puesto de honot; entre las potencias

europeas, Í'elipe IV continúa entregado á sus frívolas ó

criminales diversiones de siempre. Sin embargo, cuando

a pesar de su escaso talento comprende lo ridículo del

calificativo de Grande con que sus cortesanos le adula-

ban, y logra ver el abismo de perdición en el cual ha-

bía sumido <Í la podero~a Espafla, se siente acometido

do..: u n a melancolía tan profunda que lc conduce al sc-

pulcro (1665).

LECCIÓN LlX.

Carlos JI: su me no r edad.·- Guerra con Po rluga l.-Mayor edad del roy.-

Guerra con Francia.- Tra tados de la Haya y de Lond res.- lnlrigas

diplomálicas.- Tosla men lo y muerte de Carlos n ..

Carlos II: su menor edad. El estado , aflictivo

ue España á la muerte de Felipe 1 V puede calcularse

teni endo en cuenta el entusiasmo que produjo la procla-

metción de su hijo Carlos JI (1665) , eso que solo tenía

cuatro años, y era raquítico, enfermizo y débi1. Segú ll el

testamento de F elipe IV encargóse del gobierno la

reina madre, Alla de AlIsfrúr, mujer altanera y orgu ·

llosa, instrumento dócil en m"llOS de su confesor, el j e·

suita Everardo Nitltard, cuya presunción corría parejas

•EDAD l!OD ERI'A.

'5'

con su mediano talento r escasas facultades admini5'

trativas.

Este favorito, odiado del pueblo á causa ele su origen

aleman, y de los nobles porque se creían rebajados ante

SlI omnipotencia, hizo viables los planes del astuto dOIl

Jltall d~ Austria, hijo natura l de Felipe IV, el cual

intentaba dominar ,í la Regente, y descmpeoar el virrei-

nato de Aragón: para conseguirlo se presenta el bas-

tardo en las cercanías de Madrid al frente de la suble-

vada muchedumbre, y la rei na madre, atemorizada,

firma la expulsión de su confesor y el tan suspirado

nombramiento.

Mas no por esto prevalieron las aspiraciones de don

Juan, ni tampoco las cosas cambiaron en sentido favo -

rable, pues el capricho de la reina elevó hasta la pri .

vanza á dOIl Pt"/'JlOlldo de Vf//eJ/::uela, hombre in epto

también , pero que habla .,>"bido elevarse desde su condi·

ción de humilde paje hasta los primeros puestos del

gobierno.

Gu erra. con Portugal. El hecho más notable

de este tiempo en el exterior es la guerra contra Por·

tugal, herencia del reinado anterior : no queriendo la

Regente tratar como igual al duque de Bragall1.a, los

portugueses penetran impunemente hasta Seyilla, en

lanto que el real Consejo decide la conveniencia de

continuar las hostilidades ó aceptal· la paz. Luis XIV

de Francia, interesado en debilitar :i la nación es·

pal10la, pacta aparentes ali,lllzas por mediación de

__ Nithard, á la vez que auxili a en secreto a los portu-

gueses; pero este general estado de cosas termina con

el acomodamiento de Lisboa, en el cual se reconoce la

independencia de Portugal, el cual, nos costó la pér.

I

IIITSTÓRT.l DY. I!Sr.ll<"A.

dida de Tánger, las Azores, islas de la Madera y Cabo

verde, la Guinea, el Congo y la Costa de Mozambique,

en África; los territorios de J\bscate, Ganacor , Goa,

Ceilán, Coromandel y las Molucas, en Á sia; yel Brasil ,

en América.

Mayor edad d el r ey. Declarado Carlos 11 de

mayor edad (1675) cuando apenas contarla trece afias,

llama para encargarse del gobierno á don Juan de

Austria , el cual, revestido de un poder absoluto y

omnímodo, intenta remediar el desordell administra-

tivo y la miseria que por todas partes dominaban; pero

sus reformas, rutinarias é incompletas, lejos de canse·

guir éxito alguno, demostraron la extensión de los ma·

les y la incapacidad del favo rito para remediarlos.

Muerto el bastardo á los cuatro años , vuelve la reina

madre á la corte, desde Toledo donde había permane·

cido como desterrada, y Carlos Ir vive hasta el término

de su miserable existencia dominado por esta sei10ra,

y por s u mujer, las cllales obededan á su vez las ins·

trucciones del confe sor del monarca.

En tales manos había venido á parar el gobierno de

esta nación, ante la cual se humillaron algún día los

pueblos más grandes y poderosos de la tierra.

Guerra con Francia. Asf como en anteriores

tiempos la Casa de Austria, la de Barbón llega ahora

alzénit de su grandeza y poderío: Luis XIV, su rey,

se propone aniquilar esta nación, su rival de siempre,

y al efecto busca un ptetexto para comenzar las hosti-

lidades. Fundl ndose el rey francés en el derecho de

dt"Volucióll, exige de Carlos II la entrega del dote de su

esposa, el eual no podía paga rse por fa lta de recuro

sos, ó en otro caso las provincias de Flandes y elEDAD ),lODEIl" " .

Franco-Condado pertenecientes á María Teresa, su mu -

jer, como hija primogénita de F elipé IV.

Apoyó su pretensión con tres ejércitos que simultá-

neamente invadieron Catalul\a, el Franco-Condado }'

la Flandes, sin que los españoles pudieran ,hacer más

que volar las fortificaciones y declararse en precipitada

fu ga; y como esta guerra se complicara con la general

europea á causa de la coalición de las potencias contra

Francia , termina después de multiplicados dl!scalabros

para los espaftolcs de la pcnínsnla, y mayores todavía

para los de A mérica, dándose el caso, por demás raro

é imprevisto , de que Luis XIV devolviera graciosa-

,

mente á Espafta sus conquistas de Catalul'la y Flandes.

La causa de esta paz no rué otra que las miras ulte-

riores de Francia sobre la corona de E spaf'ia, motiva-

das por la muerte probable de Carlos 1I, sin dejar hijos.

Tratados de la Haya y de Londres. E ntre

tanto, vergüenza causa decirlo, se dió el caso de q ue

las Cortes extranjeras reunidas en la Haya ( 1698),

acordaran repartirse la nación española como si fu era

un país conquistado, otorgando un retazo del mapa a

cada uno de cuantos se creían con derecho á ello,

aunque la muerte del dllque de Baviera, al cual se

adjudicaban la Península y sus Indias, echa por tierra

este ignominioso concierto , repetid~ dos años más

tarde en otro convenio celebrado en Londres.

Intrigas diplomática.s. No menos enojosa y

pertinaz era la guerra diplomática que se hada en la

Corte , donde se habían formado dos partidos podero ·

sos y rivales ; el austriaco , sostenido por la reina, el

conde de Oropesa y el ba rón de Harach, y el fratlCés,

á cuyo frente estaban el cardenal Portocarrero, el in-IIlSTÓRIA DE ESPAilA.

'54

quisidor Rocaberti, y el conde de Harcourt: la sa lud

del en fermizo monarca iha quebrantándose á pasos de

gigante, }' era preciso decidi r en breve la cuestión de

su herencia , la cual hahía de originar en definitiva una

guerra formidable y sang rienta.

Testamento y muerte de Carlos JI. Perplejo

Carlos Ir sin valor para decidirse por ninguno de lo::;

contendientes, hacía y deshacía s u testamentos, desig-

nando :i UII príncipe de la Casa de Baviera ó ¡j otro

de la dI.! Austria, hasta que por fi n cscoje a un nieto de

Luis X IV , que será Fdipe V de España, dando el

trilmfo á la política fran cesa.

Redactada su postrera voluntad Carlos JI el Hl.'Clti-

:;(1((0 marcha al monasterio del Escorial, donde manda

exhumar los testos de Su padre, de su madre y de su

primera mujer , besa aquellas queridas reliquias, y

m uere á los pocos dias ( I 700), acabándose COil Cl la

dominación -dc los Austrias en E spana.

Al recordado , vienen sin quererlo á la memoria las

expresivas frases que á esta dinastía dedica un escritor

contemporáneo: Carlos 1 fu é general y rey; Felipe n,

sólo fu é rey; F el ipe HI y Feli pe IV, no fueron ni aún

reyes; y Carlos 1I , lI O fué siquiera hombre ....... Otro

erudito historiado!, contemporáneo también, afirma el

mismo pensami ento, aunque en distinta forma : reco·

nóccse , dice, en Carlos 1, la penetración fina, la acti·

vidad obstinada, la fuerza tranquila; en F elipe Ir la

celosa suspicacia, la voluntad poderosa todavía , pero

vengativa y astuta; en Feli pe IIr , el conato de voll\n·

tad, p CI'O inci erto, insuficiente, el querer sin poder; en

F elipe I V, la deb ilidad indolente; y en Carlos If , la

imbecilidad más espantosa.

I

IEDAD MODEEcNA.

'55

LECCfÓN LX.

Casa de Borb6n: Felipe V.-G!lerra de sllculó., : I ralado d. Ulreeh.

- Loy S:1liea.-PoUUca de Alberoni: la Cuádruple A.llanza.-Abdl·

caclón del rey: LuIs l.-El minlslro Riperdá. - Conqul~t~ do Slcil1a

y Nápoles.

Casa de Borbón: Felipe V. La Casa de Hor-

bón comienza en España con Felipe V (170 1), duque

de AlIjou, nieto de Luis XIV, é hijo segundo del prín·

cipe heredero de la corona francesa: esta proclamación

fué ratificada por las Cortes de Castilla, Aragón y

Cataluña.

Descontenta el Austria por este nombramiento,

y llevada de su ódio contra los franceses, protesta de

él y consigue que algunas potencias, alarmadas por

la frase de ya 1/0 /my Pi"j¡uos , organ icen la Grande

Alian:;a contra los BorboJU:s, con objeto de evitar el

rompimiento del equ ilibrio europeo. Tal es la causa de

la gucrra de Succsióll, terminada después de once

;tilos en el tralado de Utrech ( 1 702 - 1713).

Guerra de Sucesión: tratado de Utrech. Los

coligados contra Francia y Espalia p rincipian la lucha,

y numerosas huestes de portugueses , alemanes, ing le-

ses, holandeses y sahoyanos se dirigen simultánea -

mente sobre Italia, los Paises·Bajos y las costas espa-

liolas, aunque lIinguno de los contendientes pueda

atribuirse la victoria en esta primera campana: si la

escuadra enemiga derrota á la nacional en Vigo, F c·

lipe V obtiene sobre los coligados los brillantes hechos

de armas de Santa Victoria y Luzar;,.I

's'

No sucedió as! en la siguiente (1704): como si

la fortuna quisiera decidirse por el pntmdüllt~ dOIl

Carlos de Austria, apodéranse sus defensores de Gi·

braltar, el Milanesado, los Paisas-Bajos y Nápoles,

en tanto se sublevan contra Felipe V algunas provin-

cias españolas, entre ellas, Aragón, Cataluña y Va·

lencia. La derrota del general francés Villars en la ba-

talla de Malplaquct ( 1709) hizo que Luis XIV pidiera

la paz á los coligados , pero las inaceptables condicio-

nes que se le exigían, la primera que él mismo arrojara

del trono á Felipe V , le hicieron cobrar nuevos bríos y

arrostrar las consecueucias de aquel trance apurado y

angustioso.

Las cosas variaron por completo desde entonces:

la venida á España del general Vandoma para dirigir

las operaciones de la guerra, la victoria de vii/nviciosa

(1710) contra el austriaco, que había penetrado en

Madrid, la batalla de Denain, en la cual los alema-

nes fueron completamente derrotados, y la muerte de

José 1 que puso sobre el trono imperial al archiduque

don Carlos, hicieron desear la paz á todos, convinién-

dose el tratado de U/red: ( J 7 I 3), en virtud del cual se

estipulaba el reconocimiento de Felipe V como rey de

España, y las cesiones de Milan y Nápoles al Austria,

de Sicilia y Cerdeña al duque de Sabaya, y de Gibral-

tar á Inglaterra .

Ley Sálica. . Felipe V habia renunciado sus dere-

chos eventuales á la corona de Francia por virtud del

convenio anterior, pero queriendo indemnizarse de esta

pérdida establece en Espafta una ley de sucesión que

asegure el trono espatlol entre los individuos de su fa-

milia, y al efecto manda por el Auto acordado de'57

ED.\D MOOJ:: RNA.

1713 que las "e/llbras sea n excluidas de la herencia,

mientras haya en la familia varones por la línea directa

ó colateral; esta disposición es la llamada ley Sálica.

Como esta sucesión pmnmentc masculina contrariaba

lo dispuesto en las leyes del Reino, opusiéronse á ella

los Consejeros de Castilla, pero las Cortes concluyen

por aprobarla.

Politica de Al beroni: la cuadruple Alianza.

E n Jos sucesos mi litares y políticos que tanto trabaja.

ron el ánimo de Felipe V durante los doce primeros

:u10s de su azaroso reinado, una muj er babIa sido el al·

ma de los destinos cspal1olcs , la pri/lcesa de los Ur -

si/los, dotada de su mo talento y experienci a: á su som-

bra se levantó el astuto italiano Jlflio Albel'olli, el cual

había ven ido á Espal1a entre la servidumbre del duque

de Vcndoma; y de tal modo supo captarse las si mpa-

Uas de Felipe V J sob!'e todo desp ués del matrimonio

dc este mOllarca con Isabel de Farnesio , hija del duque

de Parma, que eclipsa cn poco tiempo .i la de los Ursi·

nos, y hace que se le confíe el ministerio de E stado.

Ya eu su elemento, Albcl'oni da rienda suelta á una

série de planes y conciertos que habrán de perturbar la

paz que ¡¡ la sazón se disfru taba, pues comienza preten.

diendo para Felipe V la regencia dc Francia durante la

meno!' edad de Luis XV, cargo que descmpcf'iaba el

duque de Orleans. Como si esto fuese poco, organiza

una poderosa escuadra para deshacer por medio de la

fuerza el convenio de Utrceh, y si n miramiento algullo

se apodera de Cerdeña y Sicil ia: ante este inesperado

ataque, Inglaterra, Holanda, Alemania y Francia for-

man la Cuádrllple aliam:a, y Espaf'ia sin recursos, ni

soldados, destrozados sus barcos, haee frente á los foro

'7

•'s·

mid.:tbles ejércitos coligados que caen bruscamente so-

bre ella, y la ponen en gmv/simo aprieto.

Bien es verdad que el fecundo ingenio del italiano

encontró por el momento recursos para mantener á

cierta altura los negocios, mientras trabajaba una cons-

piración contra el duque de Orleans en SIL mismo pa-

lacio de Pare;;, y suscitaba la riva lidad de Suecia y Ru-

sia contra Inglaterra y Austria, pero el conflicto toma

tan sérias proporciones que Felipe V se ve en la nece·

sidad de aceptar la paz de la Haya ( 1720), cuyo primer

capitulo exigía la caida de Albcroni y su extrañamiento

del reino.

Abdicación d el r ey: L uis l . Cuatro años más

tarde es acometido Felipe V de una melancolía tan

profunda que le inutiliza completamente para la gober-

nación del Estado, y abdica la corona en el príncipe de

Asturias, reconocido con el nombre de Litis 1 (1724).

Retirado se hallaba don Felipe en el real sitio de San

Ildefonso, dividiendo su tiempo por aquellas frondosas

arboledas y amenos vergeles entre la oración y el estu-

d io, cuando la prematura muerte de su hijo, ocasionada

por unas vi ruelas malignas, le obliga á cncargarse de

nuevo de una corona que voluntariamente había renun-

ciado.

El ministro Riperdá . La lentitud de los plcni·

potenciarios de Cambray para ultimar las capitulaciones

de la paz de la H aya, inspiró á l:'-elipe V el pensamiento

de entenderse directamente con el emperador de Ale·

mania; encomienda al efecto los trabajos al astuto Ri-

perdd, aventurero holandés que había sabido gana¡-se

por su astucia política el afecto del mona, ca. y éste cn-

viada consigue ajustar un t ratado secreto por virtuditllAlI MOllERNA.

'59

del cual se conrerfan al inrante don Carlos, hijo de la

Parmcsana, los uucados de Toscana, Plasencia y Parma;

pero recelosas P rusia, Tnglaterra y Francia, se coligan

contra ESP,ll1a y Austria, y ió\s cosas vuelven al estado

que tenían al principio.

Conquista de Sicilia y Napoles. Como antes

A lberoni, Riperdá es ahora la vfctima de estas lluevas

complicaciones. En cambio Felipe V (1734) se aprove-

cha con oportunidad de las circunstancias azarosas por

que atravesaba el Austria con motivo de la guerra de

sucesión polaca, y cn breve térm ino conquista ios reinos

de Sicilia y Nápoles, los cuales se adjudican á su hijo

don Carlos; esta adjudicación es sancionada por el tra-

tado de Viena, prévia renuncia del inrante español á

los ducados de Plasencia y Parma, que sc devolvieron

al Emperador.

Cuando se hallaba Felipe V haciendo la gucrrn de

sucesión austriaca, en contra de ¡\'Tarja Teresa , le sor·

prend ió la muerte (1746) , sucediéndolc su hijo Fcnu7Jt·

do VI, de carácter bondadoso y apacible.

LECCiÓN LXL

Fernando VI; congruo de Aqulsgrán. - Polltlca de Fernando V1.-Muerle

del rey.

'

F ernando VI: congres o de Aquisgran. Co·

noce la história á Fcmalldo VI con los calificativos de

prlldl!l11<' y padre de los pO/JI't·s, lo cual hace su elogio.

Amigo de la paz, pone término á las luchas que su

padre había comcnzado enltalia, dando su asentimiento

al cOllvenio de Aquisffráll (1748) por virtud del cualHISTÓItl~ DE ESr~Ñ~.

queda España en posesión de los principales estados

italianos, desde el momento en que se reconoda al in ·

fante don Cados como rey de las Dos Sicil ias, y por so-

berano ;í, don F elipe de los ducados de Panna, PIasen-

cia y Guastala.

InÍltil fué que Inglaterra y F rancia trataran de inte·

resarle en las guerras que ambas naciones sostenían,

solicitando su alianza con tenaz empeño, pues firme en

su pacífica actitud , hasta castigó con el destierro al

marqués de la Ensenada por haber dado órdenes se-

cretas á Jluestras tropas de América para romper las

hostilidades contra los ingleses.

Politica de Fernando VI . Después de los tiem-

pos anteriores, consuélase el :ínimo al encon trar un

monarca que desdefhmdo las falsas glorias militares,

ruinosas siempre, se dedica COIl empefio ;í, fomentar los

ricos tesoros de la agricultura, de la industria , del co-

mercio, de las ciencias y de las artes, las cuales solo

Aorecen y dan fruto bajo el amparo de la paz.

Como ilustrado que era quiso rodearse de los hom-

bres más notables de su época, Carvajal, Ensenada,

Eslava, Valparaiso entre ellos, los cuales le inspiraron

proyectos dignos de su celo y buen deseo; y tanto se

esmeraron todos en aquella obra regeneradora, iniciada

por el fll onarca anterior, que el nombre de Fernan-

do VI merece escribirse con letras de oro en los anales

de Espafia. S i fué buena su adm inistración y su go-

bierno excelente, lo prueba el hecho de hahcr alimen-

tado las rentas, á pesar de la rebaja en los tributos y

el pago de la deuda nacional, contraida antes.

Muerte d el r ey. Atacado de melancolía, lo mÍ.';mo

que su padre, bajó al sepulcro este modelo de reyes,t:IMIl

~!O])E R NA.

::!61

(1759) Y los espaCiales honraron su memoria colocando

sobre la tumba este epitafio, tan lacónico como cxpre·

sivo: yace aquí el rl'y Fernando VI, óptimo príllcipe,

que lIlurió sin !tijos pero con 1II1II/crosa prole de virtudes

pátrias.

LECCIÓN LXII.

Carlos 111: el Paclo de famil ia.-GuBrril co nt ra los Ingtcses. -

ci6n d~ las hostitidades.-Gobierno inlerlor; relormas y

-Molfn contra Esquilacho.-Expulsi6n de los Jesuilas.-

mi ento de los interes es morales y maler laleS.- r;1uerle de l

Rcnovil-

mejoras.

Renaci-

rey.

Carlos III: el Pacto de fami1i<t.. 1\ la muerte

de Fernando VI ocupa el trollO su hennano Carlos III

(1759)' prévia renuncia de la corona de las Dos Sicilias

en su hijo don Femando.

E l ódio de Carlos III contra Inglatel'ra, no menor

ciertamente que su cariilo hácia el Reino francés, le

movieron en mal hora á dejar el sistema pacífico que

tan fe lices resultados había producido en el reinado an-

terior, y toma parte activa en la encarnizada lucha que

ambos paises venían sostenicndo con motivo de los lí-

mites señalados á sus posesiones americanas : 10 peor

de todo fué que , sin meditarlo bastante, firma el Pacto

defami/ia (1762), por virtud del cual queda hecha la

alianza ofensiva y defensiva entre los Borbones de

Francia y España, causa directa de repetidos descala·

bros y disgustos.

Guerra contra los ingleses. Iniciada la polí·

tica de aventuras Cilla guerra contra los ingleses, inva-

den las tropas nacionales el reino de Portugal, aliado

constante de Inglaterra, y se apoderan de la colonia2óZ

HlSTÓR.1A PE E SPAR A,

del Sacramento en A mérica, en ta nto que

,

-

el enemi go

toma posesión t ranquila de la Habana y Manila, y los

franceses abandonan ,í E spaña en lo más dificil de la

lllcha: en su vista Carlos I!I acepta las capitulaciones

de FOlltl1illt'blenlt (I763), y la paz se hace cediendo

Espaiía ;í Jos ingleses la Florida occidental cn cambio

dc la Habana y Manila, y devolviendo los espa i\oles á

Portugal la colonia del Sacramento,

Renovación de las hostilidades, Once :11105

más tarde (1 liS) recla ma de nuevo el rey de Fmncia

el concurso de los españoles para luchar contra Inglate,

rra, y Carlos III tiene que aceptar la guerra, obligado

por el Pacto de familia, aunque con la interesada mira,

en este caso, de recobra\' la pl a~a de Gibralta ¡' y las

islas de t ... Jenorca y la Florida, L os pri ncipales hechos

de armas en esta campal1a fueron la tlestrl1cción de ' la

armada esp.u1ola en el golfo de (;ídiz por el al mirante

Rodney (17S0), la conql1ista de ¡\-renorca por los [tanco-

hispanos (1782), y el formidable sitio de Gibraltar,

en el cual rivalizaron cn anojo y valor sitiadores y

sitiados.

Como la peor parte de la guerra en América co-

I'Tcspondiera ,í los ingleses, aceptaron estos el convenio

de Pa,.ls (1783), el más vent<tjoso desde los tiempos

de Felipe n, pues por él adquiere Espm1a Menorca y

las dos Floridas.

Gobierno interior: reformas y mejoras.

Aunque belicoso como su padre, era también C<tr-

los 111 <Imante de bs artes y las ciencias como s u

herm<tno: además de conservar ¡i su bdo aquellos in-

teligentes consejeros del reinado anterior , por cuya

in nuencia dictó repelidas disposiciones encaminadas alImAD MOOf.RNA.

fomento de la agricultura, la industria y el ornato

público, trajo desde Sicilia ,i do" hombres notables,

Esquilac!u y Grillta!di, los cuales iniciaron una séric

Jc convenientes reformas que transformaron pronto la

fisonomía general del Reino, especialmente de la ca·

pital: se inspeccionó la administración, se organizaron

los tributos, se construyeron soberbios edincios, se mo-

l'<tlizaron las costumbres, se abrierOll lluevas vías de

comunicación y trasporte, y se ennobleció el trabajo

hasta en sus manifestaciones más humildes.

Motín contra Esquilache. Las circunstancias

Jc ser Esquilache extranjero y reformista y el habér·

sclc tachado de ambicioso, hicieron qUé' la opinión

general se prollunciara en contra suya originando algu-

nos disgustos, sobre todos, el motín que estalló con

motivo de la publicación de un edicto prohibiendo el

uso de las cilpas largas y de los sombreros chamber-

gos, el cual hizo que Carlos III destituyese y deste-

rrara á este ministro.

Expulsión d e los Jesuitas. Suponen algullos

que Jos Jesuitas fueron los instigadores de esta aso-

nada, conocida con el nombre de las capas )' sombr("

1' OS, y al menos así se hi7.0 creer al rey por el conde de

AranJa , sucesor de Esquilache en la dirección de los

negocios: cn dcfillitiva resultó que, al poco ti¡;:mpo, se

tomó el acucrdo de expulsar del reino á estos s3cerdo,

tes, y así se verificó con el mayor sigilo, después de

I;aber\es arrestado cn sus conventos, durante la \loche

del JI dc lVIal'zo al 1.° de Abril de 1767 , Sin demora

nillguna fue ron embarcados para Civita-Vechia, y solo

quedaron cn España los enfermos, yeso hasta su defi-

nitiva curación.'" At!l1que Carlos III, según afirma en su carta dirigida

Il!ST 6R1A DE ESP<l.rlA.

al Pontífice, hubiera tenido pruebas indestructibles y

s uficientes para extral1.ar á toda la orden, encontramos

violenta la medida, cuando menos en la forma, pues no

es justo condenar á instituciones ni personas sin forma

legal de proceso, y sin consentirles la defensa: la liber-

tad para que sea legítima, debe ser igual para todos;

que de modo contrario se la convierte en irritan te

privilegio.

COIl más cordura obró algo después el Papa Cle-

mente XIV al redactar la Bub que decretaba lu supre-

sión de esta Orden.

Renacimiento de los intereses mora.les y

materiales.

Bien puede afirlll<'lrse que el reinado de

Carlos IJI es verdaderamente admirable, pues además

de rccobrnr la antes abatida España su influencia en

los consejos europeos, consigui ósc reforma r el carácter

españn¡ cimcntado sobre distintos ideales de los traba-

jados por los Austrias, alcanzando el país llIl grado tal

de prosperidad y grandeza que asombran al historiador

que las contempla.

Muerte del rey . A los setenta y dos años de

edad y veintinueve de reinado (1783) maria Carlos lIT,

dejando indelebles recuerdos en la historia: le slIcede su

hijo Carlos I V.•

EDAD MOOERS" .

LECCIÓN 1,X IlI .

Cario; IV: la R ovo l uc ¡ ~ ~ fra ncesa y Godoy.- Tralado de San II de fo nso :

Guerra c o ~lr,} lo. Inglesu. - Tratad o el, Fo nlainobln.u: Invulón

Irancesa.- Mo lfn de AranJuoz: abdic ación del rey.- Estad o de l pals,

- Los royas en Franci a.

CarI0 3 1V: la R evolu ción fr an cesa y Godoy.

E l bondadúso carácter de Carlos IV (1 78S) hi zo espe-

ra r que su reinado sería conti nuación de los anteriores,

tanto más cuanto q ue c(\l1servó ¡i s u lado al conde de

Floridabln!lCfl . una de las principales emi nencias que

habían il us tr~do la Corte de C! r1os III duran te s u úl-

timo periodo .

Pero sucedió que la Rt'i'fJ/IlÚÓIl f r a llCl'stl vino á cam-

biar el rumbo de la política cspaílola; pUC:i a llnl}u~ afio

cionado F loridablanca á los nuevos ideales, se vió

precisado á redactar enérgicas p rotesta~ con tra la

Asamblea revoluciona ria del país Veci !lO ante el cspec·

t:ículo horrOrOSo que los ex.:lltados ofl:ecian , ahogando

en tre sangl·C y horrores el an tiguo sistcma, ya caduco,

pero cuya susti tución podía vcrificarse sin at entar á la

vida de personas, hasta cierto punto irresponsables.

No estaba la nación espai'iola preparada p¡t ra la

guerra, }' Arrmdrr, más pacifico, viene;i ocupar el puesto

de F loridab l:lIlca: á p esar de ' los deseos del nuevo mi·

nistro, c¡wo: ¡[ toda costa pl"ctendí:l cstablecel· la arm o·

nía entre españoles y franceses, la insistencia de los

republ ica nos en consegu ir que Carlos IV reconociese

el destronamiento dc Luis XVI, hizo que fracasaran cs·

tos planes, y el conde de A randa es sustituido por

Godoy.

),66

HISTOR IA lH: ¡;SI'ARA..

El nuevo ministro don Manuel de Godoy debió su

elevación á las intrigas palaciegas, cuya alm:'l cra, gra-

cias á su g-allarda presencia y á la impresionabilidad de

la reina ¡"lada Luisa, la cual llegó á distinguirle ele un

modo que no siempre se contuvo dentro de los límites

que el decoro propio señala á todas las mujeres, mucho

más á las que por su posición deben servir constante-

mente de ejemplo: bastad decir que, en solo un año,

ascendió Godoy desde guardia de corps él Teniente

general, cabal!ero gran cruz de Carlos In, duque de

Alcudia y primer ministm. Su encumbramiento coin·

cide (1793) con la ejecución de Ltlis XVI.

El pacto de familia , todavía vigen te, había hecho que

el gobierno cspaiio! se distinguiera entre todos los de

Europa poI' sus gestiones en favo r del infortunado

Luis xvr, y hasta amenazó con la guel'l'a caso de cs-

tremarsc la resistencia de los revolucionarios á un aco-

modamiento decoroso: así sucedió, pues á la noticia de

la ejecución del tey, dos ejércitos penetran ell Francia

por el RoselltÍn r el Bidasoa, al mando de los generales

Ricardos r Caro, en tanto que el almirante Lángara

amenaza la costa del i\'lediterráneo con sus tres navíos

de linea.

Hicieron In guerra los espailoles con inteligencia y

denuedo, pero los republicanos pelletr,{Il por la penín-

sula hasta l\'lir,\1ldn de Ebro, amenazan lns Castillas, y

Iwy que pedir la paz, fi rm<ldrr en JJasika (J 795), por

la cual se pierde la parte c~paño\a de la isla de Santo

Dom in go: en cambio, Godoy, el autor de tantos desas-

tres, recibe el titulo dc Príncipe de la Pi/::.

Tr atad o de San I ldefonso; guerra con t ra los

Ingleses. Y bien cara costó;i España la pueril sa·};ll,\.O MOOF.Il:-',\,

"7

tisfacciÓIl del orgulloso favorito, pues agradecido ;i los

republicanos franceses, firma con la nación vccina el

impolítico Tralado de San I/difollso (1796), verdadero

pacto de familia con el gobierno rcvolucionario, el cual

costó á Espafia una guerr;¡ contra los ofendidos inglc-

ses: destrozaron estos la escuadra enemiga en el eabo

de S;¡n Vicente y se apoderaron de la isla Trinidad,

pero el descalabro mnyor se verifica frcntc al cabo de

Tra.falgar (IS05), donde los mejores buques espaiíoles

fueron hechos prisioneros ó echados á pique, á pcsar

del heroismo con que fueron defendidos por los almi,

rantes Churl'uca y Gravilla,

Pal'a entonces Napoleón se había rroc!amado Empe -

radOl' de los franceses, y Godoy, bien por tem or ó

por interés person,:li que de todo pudo habeJ', continúa

prestando ,i Francia tesoros y soldad03, precisamente

cuando la nación atravesaba un período sobrado lasti -

moso y dificil.

Tratado de FOllt,üuebleau: invasión Fran -

oesa_

Ellgaiíado el favorito por Napoleón , d cua l

había prometido hacerle rey de los /\J~arb es si COll.~en­

tia en facilitar la entrada de SeiS legiones en Espai'ia

para invadir el Portllg,d, firn1:1. el t rat;-¡c1O de FOllloil/c-

bkllll (l 807); en su consecuencia, franceses y cspafloles

unidos pcnttran ell el vecino (_~ill0, del cual se apode-

ran en bl'c ,,;:, telli~lldo los reyes qu(: refugiarse en el

Brasi l. Terminada esta hcil empn::S:1, los fl'ance~Jes, lejos

de !lIJando;1!lr el suelo de Espaila, reciben lluevas cuer-

pos eh:: ejércitos y ocupan bs prillci¡x!les posi ci ones es-

tratégicas y fortah::z<ls bajo' pretexto de guarllecerse mo-

lllenblle¡¡n;cnte, sin quc Carlos I V, ni Godoy, ni el

pueblo mismo, pudieran, tal t:1'a su ciega confianza,lIIsr6R1A OF. RSPAK .\ .

darse cuenta de los arteros planes que eon habilidad y

desvergüenza illereibles iba trabajando Napoleón para

encadenarlos á su carro de guerra; solo cuando desde

París llega ron anuncios de tamana felon ía, es cuando

~e conoce la inminencia del peligro, y los asustados

reyes se preparan para emprender la fuga hácia el con-

tin ente americano.

Motín de Aranjuez: abdicación del rey.

fuí las cosas c;¡taUa el fu ror popular, justamente indig-

nado contra el favorito, culpable por traidor ó por

imbécil, y las masas asaltan en Aranjuez la casa de

Godoy, el cual se sah'a por la intervención del príncipe

de Astúd as, don Fernando, ,i quien los espni\oles ido

¡alraban entonces por tener fu ndadas en él las más rj·

suei'1as esperanzas (¡ 80S).

Las principales consccucncias del motín de A ranjuez

fueron, cntre otras, la abdicación de Carlos IV en su

hijo Fl'I"JI(1Ildo VII.

Es t~do del país. Lastimoso en extremo era el

cuadJ"O que el estado interior del reino ofrccla al advc-

nimiento del nuevo rey, tan to más de sentir cuanto que

F ern ando VII carecla dc las cond iciones de inteligen·

cia, carácter y valor, indispensables en situación tan

difícil.

La omnipotencia del rid ículo príncipe de la Paz, co-

n la parejas con el genera l descontento; Jos dos únicos

hombres capaces de encauzar los sucesos por su verda-

dero camino, Saavedra y Jovellanos, habían cajdo del

ministerio bajo el peso de las intrigas palaciegas que

dirigía la misma reina; los s ucesos, lo mismo que los

hombres, caminaban á ciegas, sin norte ni uerrotcro,

viviendo al d{\l; la tributación ordinaria, ya excesiva,RDAD MODI!.Rl'IA.

,6,

se hallaba recargada con enormes impuestos eventua-

les, cuyos ingresos iban á consumirse en el manteni-

miento de las tropas fran ce~as, nu estras aliadas; todo

el dinero que venía de América , mas 10 producido por

la venta de las Obras Pías, se gastó sin ventaja nin-

gu na sensib le para la trabajada. EspaJ1a; aquel los ejér·

citos tan mimerosos é invencibles un dia, se hallaban

diezl11;:tdos ó pelea ndo fuera de la patria, hasta el ex·

t remo de no haber tlll solo regimiento completo que

defendiera las fort ificaciones ; la marina habia desapa·

reci do en Trafalgar y en Cádiz bajo el plomo de los

cañones ing leses: y en medio de este general descon -

cierto, hasta se relajaron las costumbres y se pervir-

tieron las ideas, y se dividieron los ánimos de cuantos

más ó menos tomaban parte activa en la direccióll de

los públicos negocios.

Para col mo de tanta desventura, la astucia de Napo.

león consigue apoderarse militarmente de España, con-

fiada é indefensa .

El 23 de marzo hace su entrada en Madrid el general

Murat y es recibido con júbilo por los espafioles, los

cuales creían ver en él al defensor de FerNando ViI

el rey llegó á la Corte al siguiente día, siendo imposible

describir los trasportes con que todas las clases socia-

les, especialmente la popular, demostraron la satisfac·

ción que sentían al verle encargado de! gobierno.

Los reyes en Francia . Cunde entretanto la no-

ticia de que Napoleón se dirige háeia España para ter·

minar á gusto de todos las di~erencias que separaban á

los individuos de la familia real, pero la impaciencia

que Fernando tenía de ver sancionada su aclamación

como soberano, y las promesas de Savary, hacen que elI

l'

'7'

wsrÚltlA Di; ~;SrAÑA.

monarca se in terne hasta Eayona, donde recibe la no-

ticia de haber sido nuevamente reconocido COnlO rey

de Espal"l.l su padre Carlos IV, bajo la protección ele

'Murat, fun d.índose en que la abdicación anterior había

sido conseguida por la fuerza.

Ilusionados los reyes, especialmente María Luis;!, por

este acto del general fran cés, acuden también á Ha -

yana, para que Napoleón sancione su reconocimiento,

y proporcionan con ello al Emperador el placer de ver

pri sionera suya <Í toda la familia.

Ya Napoleón há conseguido real iza r su plan, ocu·

pada como se hallaba Esp¡1I1a mil itarmente por sus le-

giones, prisioneros en Francia los reyes, y confiado

el gobierno á Ull:! Junta provisional en l\'Iaclrid, desde

donde la espía Murat; pero los p ueblos dignos se

bas tan á sí mismos cuando llegan los momentos dirí-

ciles, y los españoles , Si ll ejército, sin marina, si n re·

cursos, abandonados de sus reyes, huérfan os de toda

protección que no sean las propias fllerza~, cercados

por todas partes de enemigos, escalonados cn venta-

josas posicioncs, sin armamcnto ni disciplina, en las

peores condicioncs que puede imaginarse, sabrán re·

conquis tar su amena7.ada independencia y demostrar al

mundo que son dignos sucesores de aquellos héroes que

vertieron su sangre cn Numancia, Covadonga, las Na·

\'as, el Salado, Pavía, Sa n Quintín y Ccriñola.KO AD MOOJotRNA.

" O

LECCIÓN LXIV.

(Civili::ación e:¡pañol a. d urante e:¡te pHioao.)

Los Auslrlas: IIr ... nde~a y decadenc!a. - l as Bellas Arles. -· Clencias y

U!craturll.- los Borbo~es: Renacim Ie nto do los in¡eresol m~te.

rlales. - InstitucIon es cienl(ficas. - Celebrldlldes de l reinado de

Carlos ¡¡l.

Los A us trias: gra.ndeza y decadencia

La

dominación de la Casa de Austria p uede considerarsc

como un paréntesis en la H ist6ria de Espafla, y dentro

de él encontl':J.lll OS á la vez los dos polos opuestos, es

decir, la gI'l11l({('ZIl y la ({<'c,l dO/cia.

Carlos I había heredado de los Reycs Católicos la

p rimera nación del mundo en extensión, en g randeza

agrícola, industrial y mercantil, en cultura y vida cien-

tífka; Carlos II dejaba, en cambio, desmembrados los

colosales territorios, yermos Jos campos, cerradas las

fábrica s, desiertos los puertos, empobrecidos los habi-

tantes, y secas todas las fuentes de la riqueza material

y moral.

Hasta cl valor propio de la raza, el sentimiento reli-

gioso, aqucl genio nacional trabajado á tanta costa du-

rante la epopeya de la Reconqu ista cristiana, hablanse

trocado en fanfarronería, en fanatismo, en libcrtinaje y

cn espíritu servil y rastrero; y solo restos quedaban ya,

miserables y carcomidos, de aquellos buques que reco-

rrieron un día los mares en busca de lluevas mundos; y

los valientes tercios, sombra nada más de lo que fue·

ron , se velan en cuadro, sin armas, sin vestuari o, sin

jefes, y viviendo de la depredación y del robo : laIIlSTÓklA DE kSPAilA.

Espafia que con Felipe JI llegó á reun ir setenta y dos

mi!lones de habit:llltes, se convirtió con el último de

los Austrias en un montón informe de escombros, donde

pululaban seis millones de seres miserables y harapiell.

tos, fantasmas mejor que hombres, con·ompidos por el

libertinaje, diezmados por los vicios y dominados por

l:l más espantosa miseria. Pero qué más, si hasta el rico

y sonoro idioma naci onal llegó á convertirse en gcri-

gonza ridfcula bajo el imperio del malhadado gongo-

rismo.

Las B ellas Artes. En cambio las bellas nr/l"s (lo-

recieron, yeso merced al impulso recibido en tiempo

de los Reyes Católicos, los cuales simboli7 . a.1l realmente

la gmndeza nacional en t0das las esfera s.

Adoptó la nrquitectura el esti lo llamado del renaci·

miento ó plateresco, y tuvo maestros· tan notables como

Herrera, director de las obras del Escorial, Churiguera

y V ig nola; la eswllurtz produjo admirables trabajos de·

bidos á Berruguete, Vergara, I . . Iachuca, Becerra Del-

gado y A}'ala; la pintura contiene tesoros inapreciables

de belleza CilIos cuadros de Velázquez, el pintor del cs-

píritu, Zurbaráll , de la pureza, Rivera, de la castidad,

Gaya, de la esperanza, y Murillo, de la fé; y la música,

antes tan elemental y sencilla, recuerda las magestuo-

sas y brillantes composiciones de Gómez de Ortclls, de

Monteverde y de Salinas.

Ciencia s y Literatura. También las ciellcias al·

canzaron desarrollo notable, á pesar de que la Inquisi-

ción ejercía su censura hasta sobre los libros piadosos:

citaremos los callonistas Antonio Agustín y G6mez; los

Iró/oeos, Melchor Cano )' Juan de Soto; los jilólogos,

Arias Montano y Rivadeneira; los jilósofos, Cobarrubias~DAD

MODERNA.

y Acosta; los ascéticos, San Juan de la Cruz y Santa

Teresa de Jesús; los oradores, fray Luis de León, Fray

L uis de Granada, y el P. Yepes; y los historiadores,

Hurtado de ]\'Iendoza, F rancisco Mancada, Manuel de

Mela, Antonio Salís, y el P. Mariana, autor de la pri-

mera historia general y particular de Espana.

Entre los 1foue/islas Quevedo, Montemayor, y Hur-

tado de l\"fcndoza, descuella el géllio de don Miguel de

Cervantes y Saa"edra, el cual, entre otras obras, escribe

su blgmioso luaa/go don Quijott' de /a .ft1(lI!cha, poema

el mas acabado y hermoso de cuantos ilustran la litera-

tura europea, y que vivira mientras los hombres amen

I

.

lo sublime.

Pero en donde sirvió la nación espaiíola de tipo, lle-

vando la rica sávia de su génio hasta el corazón mismo

de los pueblos extranjeros , fué en la poesía: ilus-

t ran el siglo de oro, Garcilaso de la Vega, llamado el

Pctrarca espaiíol por la dulzura de sus églogas; Fray

Luis de León, cultivador de la oda á la manera de

Horacio¡ Hernando de Herrera, celebrado por la valen-

tía de sus incomparables composiciones heróicas; Erci-

Ha, que escribió el poema de la Araucana en los ratos

de ócio que la guerra le consenUa; Quevedo y ViJlegas,

gran poeta, teólogo y polftico, siu rival para el manejo

de la accrada sátira; y G6ngora, que dió su nombre al

estilo laberíntico y al mal gusto dominantes en aquella

época de .la decadencia.

Los astros más hermosos, cuyos rayos jamás expe-

rimentarán eclipse, brillan en el cielo de la poesta dra-

11tdtica, entre ellos, Lope de Vega, verdadero mónst ruo

de fecundidad y á quicn apellidaron el fénix de los in-

genios; Calderón de la Barca, el venerable entre los ve-

.-

"nerables, padre del Teatro espaí\ol moderno dentro y

fuera de la nación Ibérica; Tirso de Jll'lolina, ]\'[orcto,

Alarcón y Rojas.

Los Borbones : Renacimiento de los intere-

ses materiales. Dos puntos de contacto ofrecen á

la consideración del ' historiador las di nastías austriaca

y borbónica: 1.° el deseo centralizador que hace aca-

bar á Felipe V con los fueros catalanes; y 2 .° sus pre-

tensiones conquistadoras y diplomáticas. S ill embargo,

así como los Austrias no atendieron jamás al de!;'arrotlo

de los intereses materiales, sino que por el contrario se

complacieron en consumir cuantas fuerzas vivas hablan

encontrado á su entronizamiento, F elipe V, por ma-

nera opuesta, se dedica á beneficiar las multiplicadas

fuentes de riqueza que encontró agotadas, é inicia en

este sentido un renacimiento poderoso.

Instituciones científica.s y de beneficencia.

Dignas son de aplauso las acertadas medidas encamina-

das á este fin, sobre todo bajo la dirección del inteli-

gente Patil'o, en virtud de las cuales salieron de la mi-

seria en que de tiempo atrás yacían la agriClfllura y la

z'ltduslria; pero donde alcanzó mayor éxito el buen de·

seo de este monarca fué en las esferas científica J' /ite-

raria, mediante el planteamiento de instituciones cien-

tíficas á la usanza francesa, tales como la Bibliotera

mrcional, las reales Academias de la LCJ/gua. de la His-

toria, de Afedicilla y Cirlljia, y la Ullivel'ridad de

Cet'vi!l'a.

Sensible es que este monarca no se inspirara siempre

en los ide:des tradicionales, olvidados por c0!TIplc:::to '

desde la muerte de los Reyes Católicos, sustituyéndo-

los en parte con los nuevos modelos de la innuencia clá-ElMIl

~IOIlI!IlNA.

sico-francesa, pero de todos modos, es preferible este

influjo al aislamiento en que se encontraba Espafia al

terminar la dominación de la Casa. de Austria.

Entre los recuerdos que se deben á F ernando VI me-

recen citarse con preferencia: la Academia de San F~I'­

lIando, tcmplo dedicado al culto de las Bellas artes; las

de J]{({:llas Le/ms de Barcelona y Sevil la, la de los Sao

grados Cdl!()/!{'s y la Grcco-Latina en Madrid; los Pósi-

tos ó almacenes de trigo para asegurar la subsistencia

del pueblo en los mios de penuria, establecidos á la

vez en más de cinco mil poblaciones; los .ílfollles de pie.

dad, que en Madrid, Málaga, Valencia, Granada y Ga-

licia, se dedicaron á procurar á los labradores pobres

la semilla necesaria para cl sembrado de sus campos;

la creación en muchas partes de fábricas y talleres de

t oda clase; los estudios de la abandonada 11lan'llfl en el

Ferrol y Cád iz; el :lard/1l boldllico y la construcción del

Palacio nucvo,' las comunicaciones interiores, tan aban-

donadas antes; y para quc nada fa ltara á su previsión

política, el COI/cordato de 1753 que dió fin á los alter-

cados sobre patronato régio, y por virtud del cual se

estipuló que los Breves ó bulas pontificias no tendrían

fuerza ejecutoria en Espal1a, sin que fuesen precedidos

del r¿giulIl exequalllr.

Carlos JI! completa la obra progresiva iniciada por

Felipe V y que Fernando VI continúa , originando en

su tiempo un renacimiento poderoso. Ahe están para

demostrarlo las Sociedatú's Económicas de Amigos del

País, llamadas á sccundar el sublime pensamiento de San

José de Calasanz, pues ambas Instituciones se dedican

á la enseñanza de los necesitados; la multitud de Semi-

"arios, Colrgios, Academias )1 Universidades establcci-,

",

HI ST61UA DE I:srARA.

das en todas partes; los museos y gabiudes de Flsica,

é Historia natural y el Yardb, Botdllico; el ¡¡{l/UO d~

Pintura y Escultura; la coloni1.aciÓn de Sierra Morena,

Carolina)' Almuradicl, que recuerdan el nombre del

insigne Olavide; la Iq agraria del inmortal J(Ji!d/mlos,

y la supresión de Jos abusos de la Mesta; la creación de

los llancos agrfcolas, y el fomento de los Montes de

piedad; la /iberlfld dd trabajo con aplicación á multi·

plicadas industrias, directamente protegidas por el go-

bierno; y multitud de asociaciones y preceptos legales

que pudiéra mos citar.

Celebridades del reinado de Carlos 111.

Notables eminencias brillaron también entOllces, citando

solo entre ellas, que son muchas, á Floridablanca, Cam-

pOnlanes y Aranda, entre los diplo.mdticos " estadistas;

Maella, Goya, Vergara y ACUlla, entre los pilltor es; Vi-

Ilanueva, Ventura Ruiz y Vierpe, entre los arquitectos;

Alvarez, Castro y Esteve, entre los escullores; y Mas-

deu, autor de la primera Historia crítica de Espai'la,

Casiri, eminente orientalista, Moratín, el reformador del

teatro E spai'lol, Meléndcz, poeta de inspiración y ele-

gante en el decir, Feijóo, cuyo talento abarcó multitud

de conocimientos en diversos ramos del saber humano,

Isla, teólogo y hablista, y Climcnt, orador sagrado de

nota, entre los literatos y sabios_LA MONARQuíA CONSTITUCIONAL.

(.808)

LECCIÓN LXV.

Guerra de la Independoncla: al dos de Mayo.- Alzamiento de lu Pro "

vinciu.-Campaña de 1808: batalla de BaI16n.- Campah de 1809:

rend lcl6n de Zaragoza J Gera na.- Campaña de 1810: ap e rtu~ de las

Cortu.- Campaña de 1811: batalla de Albuera.-Campaña de 1812:

batalla de Arapiles.- Pro mulgaci6n de la Cons!llucI6n. - Campaña

de 1813: batallas de Vitoria y San Marcial.

Guerra de la Indep end encia: el dos de

M a yo .

E ran las nueve de la mañana del dia dO$ de

f¡foyo¡ numerosos grupos ocupaban en actitud alar-

mante la plaza del real palacio de Madrid, :1traidos por

la noticia de que iball á ser t rasportados á Francia los

infantes don Antonio y don Francisco, únicos que en

España quedaban de esta familia, cuando el furor de la

muchedumbre estalla ante la indignidad de los france·

ses, y con gritería espantosa arrolla las patrullas que se

oponen ¡i su paso.

La población entera se subleva, y con escopetas, es·

padas, chuzos, y cuantos instrumentos ofensivos en·

cuentra, arremate contra el invasor: por un momento,

la victoria parece asegurada , pero numerosas columnas

francesas avanzan por el centro; el combate se empeña

con más saña; los madrilelios son arrollados; la artille·

ría deja desiertas las p rincipales calles; la caballería

aCllchilla los grupos y por todas partes cllnde la ma·

tanza, el saqueo y el asesinato.

Las tropas nacionales permanecen en sus cuarteles,

extrañas al movimiento, excepción de los artilleros que,

mandados por Dnoir: y Ve/arde, rechazan en el parque .

al enemigo; pero cercados por todas partes y muertos

. "•

",

lII ST6RIA 01'. I!SI'A~A.

los jefes, saben sucumbir matando cuando la defensa se

hace de todo punto imposible.

En la mañana siguiente puhlic6sc PO!' k[lfra( un

bando contra todos los que fue ran sorprendidos lle-

vando armas; y comenzaron las prisiones, y recibieron

la muert~ muchísimas personas indefensas, fu siladas á

montón en el Pardo ó en el Retiro, siendo no pocas en-

terradas cuando todavía palpitaban con el extertor de

la agonia.

Tan bárbaro atentado es la señal del general levan-

tamiento de la Península, que inél.ugura esta llueva epo-

peya conocida con el nombre de gMrra. de la llldepm-

delicia.

Alza 11lento d e las pr ovin cias. En tanto que

Napoleón pretende hacerse ducI10 de Espana procla-

mando rey a su hermano J osé. la efervc,;ccr1cia popular

provoca algunos desórdenes contra los que se tenía n

como ndictos a la política frnncesa, mereciendo citarse,

por 10 sangrientos, el de Badajoz, contra el conde de

T orrefresn9; el de Cádil., contra Solano; el de Sevilla,

contra el barón de Albalat; el de Madrid, contra el

marqués de Pera les; el de la Mancha, contra el canó·

nigo Duro; yel de Cartagella, contra el capitan general

Borja.

L a capital de Astúrias se subleva el dla 24 y nombra

una Junta de gobierno que declara la guerra á la na·

ción francesa; los gaditanos se apoderan de la escuadra

enemiga surta en aquel puerto; la Junta de Sevilla con

sus proclamas levanta el espíritu del país contra los in ·

vasares; Zaragoza rechaza con grandes pérdidas al ejér·

cito de Lefebre, enviado para som eterla; el general

Moneey es derrot..1.do frente los muros de Valencia; yEDAD MODERNA .

'79

hasta ei alcalde del pequeño lugarejo de A1ósto/cs de-

clara la guerra al emperador Bonaparte, coronado con

los laureles ele cien victorias.

Las Jlllltas provillciales rivalizan en actividad y pa·

triotismo: en todas partes, sencillos labradores, modes-

tos artesanos, acaudalados propietarios, todas las clases

sociales sin distinción de fortuna ni edad, el pobre cót

mo el rico, el anciano lo mismo que el joven, el sacer-

dote y el seglar, armados de palos ó de chuzos, sc apre-

suran á medir sus fuerzas contra aquellos veteranos lau-

reados en los campos de jena, Austerliz y Marengo;

tantas victoriosas legiones, cuya marcha á modo de

avasalI<\dor torrente no pudieron contener 115 ejércitos

aguerridos de toda la Europa central , habrán de verse

derrotadas por un puñado de valientes sin disciplina ni

armamento.

Campaña d e 1808: batalla de Bailén.

El

' 9 de julio de IS08 es día digno de imperecedera re-

cordación: el ejército dc Andalucía que mandaba en

jefe el general don Francisco Javier Castaños, derrota

en los campos de Eai/én ,í las formidables legiones di-

rigidas por Dupónt. Dos mil trescientos muertos, cua-

trocientos heridos y veinte mi! prisioneros, demostraron

al lllundo que los hasta entonces invencibles podían al

cabo ser vencidos.

El eco de este brillante hecho de armas reanimó la

confianza nacional tanto como abatió la de los france-

ses; José Bonaparte abandona á Madrid, y se traslada

al otro lado del Ebro,

La necesidad de unificar las operaciones militares

hace imprescindible In creaci011 de una '.lunta et'¡l/ya!,

que se instala en Aranju cz el :!5 de Setiembre; la na·"O

MISTÓ"'I<\. DE ESP ... R-....

ción inglesa, acallando rivalidades recientes, envía al

duque de WelülIgtoll al frente de un ejército, que derrota

en Portugal á los invasores; el marqués de la Romana

realiza desde Dinamarca su brillante repatriación por

medio de sus enemigos, y viene á reforzar las banderas

nacionales; y tal carácter iban insensiblemente tomando

i~OS asuntos eu Espan.a, que Napoleón se encuentra obli-

gado á presentarse en ella al frente de 70.0CJ0 hombres,

con los cuales, y con el ejército mandado por su her-

mano, forma un total de 120 .000 infantes y 20.000 ca-

ballos, los cuales acampan en las afueras de Madrid .

Desde este momento, la invasión se hace general;

vencedores los franceses en todas partes, hasta el ejér-

cito inglés t iene que replegarse hácia Galici,l para ser

vencido en la Coruila. La J unta central se t raslada ,i

Sevilla; pero cuando Napoleón prepara s us más atrevi-

dps planes de dominación, abandona el campo y se

marcha á París, donde le llamaban necesidades más

urgentes_

Campaña de 1809: rendición de Zaragoza y

Gerona_ L a campaí\a siguiente (1809) vino á demos·

trar lo imposible de la conquista de España: á la vez

que los espal101es se burlaban del in truso José, cl Cl\al

desde Madrid expedia innuroerables decretos contradic-

torios y ridículos, la tenacidad de los Zaragozanos con ·

sumía la paciencia del invasor. El 21 de febrero capitula

Ztlrngot:tl ante la muchedumbre de sus cncmigos, des-

pués de cincucnta y dos dias de cerco, cuando todas las

obras exteriores se hablan df'splomado, y las casas

aplastaban á sus defensores, y los reductos eran infor-

mes montaflas de cadáveres insepultos, y la peste diez-

maba su población estenuada por el hambre, no sin haberF..D¡\D J.lODEltNA _

,s,

empef\ado antes de calle á calle, de casa á casa, de piso

á piso, encarnizada refriega en la cual lucharon furiosos,

á porfía, incapaces de cejar sino para morir en aquella

epopeya de gigantes: cincuenta mil Zaragozanos pere-

cieron al plomo, al cuchillo y á la peste; catorce mil

estaban postrados en cama, y solos cuatro mil, enfla-

quecidos y de macrados, podían sobrellevar las fat igas

de la guerra_

Rival en_ heroismo se presenta Gerona á la conside-

ración del historiador: trescientos defensores, que man-

daba don Mariano Alvarez, resistieron un sitio de siete

meses, durante los cuales hicieron num erosas salidas

contra el enem igo, al que clava ron en el campamento

sus propi os cai'io!lcs_ Hambrientos y dcmacrados por la

fi ebre, dcrruida la población, ca pitu laro~l honrosamente

los gcrundenses: el heróico Alvarez es asesinado por

los enemigos en extr'lnjero suelo_

Cam pana do 1810: apertura de las Cortes_

A pesar de la escascz de recursos y de la desorganiza-

ci ón en que se hallaba E spal1a, la Junta central encon-

tró medio de improvisar numerosos cuerpos de ejército,

cntre los cuales cit:l L"cmos, el de l."l d erecha, que operaba

en Arart.-n y Catallllla; el de la i:;q/lierda, ft n L eón, As-

túrias, Ga\icia y ExtrcmacJlll-a ; el del u ntro, en Andalu-

cía y las Cast illas; el d~ reSt"f"'1Ia en las Vascongadas y

Nava rra ; el t'_l-p,'diácJ/lr1rio, compuesto de cohllunas vo-

lantes; y los de las fropas alindqs de Ing laterra, Por-

tug."ll y Sicilia _

L:ls denotas de Ucft.'s, Va/ü, 11!cdd/Ílt y Alcabóll, le-

jos de cntiviar, reanimaron el valor indomable de los

cspai\oles, los cuales tomaron la reva ncha en las glorio-

sas jornadas de Ta/avern y Tllmamu, por más que es-IlI ST ÓIlIA DE I!sr.-\!i:A.

tas ventajas se eclipsen con el desastre de OCa/in (19 oc

noviembre) que inutilizó el ejército del centro, el mas

brillante y completo.

Al comenzar el afio 1810 los franceses se hacen due·

110s, al parecer, de toda la península, penetrando por

Despena·perros en el territotio de Andalucía, libre hasta

entonces: la J unta de gobierno resigna sus poderes en

un Consejo de Regencin, el cual convoca el pa(s á Cór·

tes para la isln de León, siti o que se tenía como m;is

tranquilo y seguro. AlU, debajo del mismo cañón ene·

migo, comenzaron el día 24 de junio las sesiones de

esta memorable Asamblea, compuesta de 104 diputados

y 48 suplc:ntcs por los paises que el enemigo ocupaba.

I\'Iien tras que á la sombra de cada aldea, de cada roca

ó de cada árbol defendCan los españoles palmo á palmo

el terri torio, hasta el extremo de que los invasores no

fueran ducl10s de más tetteno que el que pisaban, estos

diputados, tranquilos y serenos, discuten las reformas

políticas que cambiaran de raiz el modo de ser de la

sociedad espal1ola.

Campana d o 1811 : batalla d e Albucra. A len-

tadas las naciones europeas que Napoleón había enca·

denado á Sll voluntad con la constancia de este pueblo

de valielltcs, se lanzan de nuevo al comb:tte, asombradas

de que las Cottes espai'l olas, attn cuando vieron desga-

rrada la patria y dominad .. por el invasor, declara·

ron (1.0 de cnero de ISII ) IlO dejar las armas de la

mano ni escuchar PI'oposici6n " Iguna eJe convenio hasta

la total expulsión de los franceses: si la fortuna les fué

advetsa en Lumbicr, Frcneg"¡, Ariza y otros puntos,

les sonrió en cambio sobre los campos de AIIJl/an. (16

de mayo) donde los enclnigos perdieron ocho mil muer·j

IW,l.O M ODERNA .

tos y cuatro mil heridos, entre ellos los generales \:Vcrlc,

Pepín y Gazán.

Campana d o 1812 : batalla de Arapiles. La

gloriosa jornada de Arapi!es (29 de julio de ! 8 12) cam-

bia por completo el aspecto de la g uerra: no solo pere ·

cierOl1 e n ella quince mil combatientes, s in contar [os

prisioneros, sinó que ocasionó la fuga de J osé Bonapartc

hácia Valencia, y la retirada de los franceses hasta la

ribera del Ebro.

lo

Promulgación de la Consti tución . Cua tro

meses antes ( 18 de marzo) se prom ulga en Cádiz la

Comlilllcióll elaborada por las Cortes, código inaprecia-

ble que encierra en sus capítulos toda i.:J. orga nización

del sistema representativo, desde las elecciones ,j asta

las facultades de los podel'es públicos, y según ¡( c ual,

la soheranfa re~ i de c.sencialOlentc en la Nación, pertene-

ciendo á é'ita el derecho exclusivo de establecer sus le-

yes fundamentales, la religión de la E spal1<t c.~ y habrá

dc ser perpétuam cnte la católica, apostólica rom ,ma,

única vcrdadera; se cstablece como forma de gobierno

la monarquía moderada hercdital·¡a; la reunión de las

Cortes todos los afias en la capital del rei no, y la invio·

labilidad é irresponsabilidad delmo ll <trca, y se crea n los

secretarios del despacho (rvlinis tms) en núm ero de siete,

yel COllsejo de ESt.1do, el cua:, entre otras atribuciones,

tiene la de informar ;¡l rey en los asu ntos gubernativos

y señaladamente. para dar Ó ll cga l· la sa nción á las le·

yes, declara!' la guerra y aceptar ó proponer los tratados

de p;'\z y dc comcreio.

Campaña d e 1813: batallas de Vitoria y San

Marcial. Las victorias de los alemanes con lra Napo -

león

o~gan

á éste á sacar alz unas tropas de EspañaHISTÓRJA DE ESPA~!\.

f .• . ,

durante los primeros meses del año 18 r 3: componían

entonces el ejército nacional 102.000 hombres, de ellos.

48.000 ingleses, 28.000 portugueses y españoles el res·

to, respetable número que rechaza á los invasores de

sus posiciones del Pisuerga y del Duero.

Al huir era su intento fortalecerse en la divisoria del

Ebro, pero obligados á marchar hácia Viloria se en·

cuentran con las tropas que mandaba Wellingtón, y

tienen qllC aceptar la batalla (21 de junio) que para

ellos se convierte en la más completa derrota: arrojados

. de la ciudad, abandonáronlo todo; artillería, almacenes,

bagages, y hasta el carruaje del intruso José. Ocho

mil franceses quedaron sobre el campo entre muertos y

heridos.

A este siguieron ob·os triunfos, y más principalmente

el de San Atarcial (3 1 de Agosto) después del cual los

invasores desalojan unos después de otros los terri-

torios de Aragón , Valencia, Navarra, Vizcaya y Cata-

luña, hasta que el descalabro de ¡Vüva. pone digno

remate á tan laboriosa campafía, y los franceses son

expu lsados completamentc de Iluestro territorio . Como

si esto fuese poco, los aliados penetran en Francia y

derrotan sus ejércitos en las batallas de Ortlu':: (28 de

febrero de 1814), de Aix (2 de marzo) }' de Yolosa.

(10 de Abri l).

Así vino <i term inarsc esta lucha en la cual los c~pa­

fioll.:: s admi,aron al mundo COIl SLI constancia y valor

ejemplar, ascgmando una independencia que sellaron

con su sa ng ¡·c en qu illi ~ntas acciones de guerra, sin

contar los infinitos encuentros que 11 0 dejaron reposar

en paz al invasor ni sobre el mismo tcn·eno sobre 'lile

descansaban sus formidables legiones.•

EDAD IolODItJlNA.

'"

LECCIÓN LXVI.

Fernando YII: reaccl6n absolulisla. - Segunda époea conslll~clonal:

la Sanla AlIanza.-lll. Pragmát ica sanción.- Isabelll: guerra civil.-

las Regencias.-Mayor edad de la reina: sucesos nolables.-Revo·

lución dn Septiembre: hechos principales hasta la Restauración. -

Alfonso XII: su prCllmlura muerte.

Fernando VII: reacción absoluti sta. A 1a

caida de Napoleón vuelve Fernal/do V Il;i Espaiía, y

hace su entrada en Ivladrid el 13 de Mayo de 18 14 : su

primer acto político es testablecer la Monarquía abso-

luta, anulando 10 hecho por la Regencia y por las

Cortes.

Funcionó de nuevo el Consejo real con sus antiguas

atribuciones y forma, l~cienda cayó en la confusión

más espantosa, los Tribunales de Justicia volvieron á

sus defectuosos procedimientos, la Administración mu-

nicipal y provincial fué despojada de sus atribuciones,

y renació el Tribunal de la Inquisición . Podía con razón

decirse quc el gobierno del Estado, más que monárquico

absoluto, revestía las formas de una terribie dictadura.

Este atavismo trajo como consecuencia la organiza·

ción de las Sociedades secretas y la sublevación cn 1M

Cabezas de Sall Juan (1820) de las tropas que debían

marchar á las Colonias americanas; y como el movi·

miento cundiese por todas partes, Fernando VII pro-

clama la Constitución de I8I2 y suprime la Inquisición.

Segunda época constitucional: la Santa

Alianza. La segunda Epoca constitucional se distin-

gue por la lucha entre los absolutistas y los liberales,

dando lugar á que el Rey, según las circunstancias,

emplease aquel maquiavelismo que tan célebre le ha•

:86

IlJ$TÓllIA

l)1i

J.:SPAÑA .

hecho; pues \1n<lS veces alentaba secretamente á los

blallcos con tra los 7/cgros y en otras hada alarde de

proteger á 10$ segundos contra Jos primeros: quería qlJC

se destrozasen todos,

L os mona rcas que formaron la SonIa Alit11lEfl acuer·

da n intervenir en los asuntos de España, y el duque de

Angulema penetra al fre nte de sus 100.000 hombres

(1823), toma á Cddiz por asalto, disuelve las Cortes, y

pOlle en li bertad al Rey, el cual, restablece el absolu-

t ismo al poco tiempo con Cnlo1llardc y deshace su obra

luego para formar un ministerio bajo la presidencia de

ZM Dcrlllúde&.

En tanto dejaron todos que las Colonias a1Jl('riCflJlflS

se perd ieran .

La. Pragmá tica sanción . Casa el Rey con Ma-

ria Cristina de Nápoles, y publica la Pragmática sall-

ción (t 830) abrogando la 1e)1 sálica que excluía del trono

á las mujere~, con lo cual asegura la sucesión de su

hija Isabel , nacida en aquel mismo año: este cambio

desagradó en extremo á los absolutistas que tenían

puesta la confianza en dOIl Cm'los, hermano menor de

f'ernando V II, cuyo advenimiento probable al trono

esp eraban.

I sabel 11: guerra civil. Fernando V II muere

(1833) y le sucede Isabel fI, de menor edad, bajo la

tutela y regencia de la viuda María Cristina, al propio

tiempo que los absolutistas proclaman rey á d01l Carlos

e n las Provincias Vascongadas, y estalla una guerra

civil, formidable y sangrienta como todas,-la cual ter-

mina en el COImellio de Vergara (1839) firmado por

Espartero y lifara/o, generales en jefe de Jos ejércitos

beligerantes.,

EO ... O MODERSA.

Las Regencias.

,8,

Los sucesos en el interior fueron

bien contradictorios y agitados: citare mos como prin·

cipales la promulgación del Esta/uto Rt'lll, la matanza

de los Frm'!es, la supresión de las Órdl'lles religiosas y

la incorporación al Estado de los BiCJlt's de la Ig lesia,

la sublevación del Sa rgt:lllo -Carda en la Granja, la

redacción de una COlIsfititciúJlllUCVa (1837), la caida de

la regente flf{/rÍl~ Cris/illa.( r 84o) , el establecimiento de

la reg encia de 1::spartl'l'o y su término (¡ 843) Y la 11U/ -

'}'or edad de la Reina (1844).

Mayor edad de la reina: sucesos .n ot:tbles.

Desde esta última fecha hasta la de 1868 tres partidos

políticos han regido los destinos de Espafía : el mode-

t'ado, del que fu eron jefes Bravo Murillo, Narvaez y

González Bravo, elprogrcsú/a, quc mandaron Espartcro

y Olázaga, y la uNiólI liberal, fu ndada por O 'Doncll .

L os modcl'ados reforman la Constitución (1845), re-

primcn las insurrecciolles de Alicante, Cartagena y Ga·

licia y la Revolución de 1848, realizan importantes re,

formas en Hacienda, convienen el Concordato con la

Santa Sede, intervienen en Por tugal defcndiendo los

derechos de María de la Gloria y contribuyen á resta-

blecer en Roma á Pio IX.

Los pr')gresistas gobernaron un bimio gracias 'á la

sublevación del Campo de Guardias; y la Unión liberal,

desde 1858 á 1863, dió paz al Reino, desarrolló los in-

tereses morales y materiales del país, realizó la gloriosa

gucrrc"l, ti!' Africa é intervino en los asuntos de Santo

Domingo, Méjico y la Cochinchina,

Los sucesos de San Dalliel(I865), la sublevación de

los Artilleros en el Cuartd de San Gil (1866) Y la exa,

gerada reacción del partido moderado en la última

~.,ss

HISTÓllA DE MPA¡l!A.

época de su mando, hacen estallar la RevolllciÓlt d~ Sep-

/imróre '(1868) sancionada por la batalla de Alcolea.

Revolución de Septiembre: h echos princi-

pa.les basta la Restauración. Reunidas las Cortes

Constituyentes (18fi9) redactan la nueva Comlillfdóll:

los trabajos del general Prim trajeron la dinastía de Sa-

baya en la persona de A11Iadeo J, el cual renuncia la

corona ( J873). L as COl'tes proclaman la RepúbliCtl, que

vivió apenas un año, agobiada por las tendencias de los

federales, la intranquilidad del pals, la guerra carlista,

la sublevación cantonal de Cartagena, la guerra sepa-

ratista de Cuba, la insubordinaci6n del ejército y el

estado de la Hacienda.

El general Pavía, después del golpe de 3 de Enero

( 1874) constituye un !Jobirr1lo jJrtruisioJ/(zl, sustituido

once meses después por la Rulauracióll Borbólllta en

la persona de Alfol/so XII.

Alfonso XII: su prematura muerte. Acep-

tado por la Nación y ratificado por las Cortes el levan-

tamiento de Sagunto y la proclamación de Alfonso XH,

se de\'uelve la tranquilidad al país, se restablece el oro

den, se terminan las guerras Carli.s ta y de Cuba, y se

promulga la Constitución de 1876 respetando en g ran

parte los principios de la Revolución de Septiembre.

E n esta obra trabajaron los partidos conservador,

constitucional}' reformista.

Alfonso XlI muere prematuramente ( 1885) Y hoy se

halla al frente del Gobiern o su viuda, .lJfarín C.,:úlilll7,

como Regente del Reino á nombre de su hijo Al·

fonso Xlfl, de menor edad.,

CONCORDANCIAS CRONOLOGICAS

enlre la E~raña mmlmana J I~~ E~laa~~ Gri~jjan~~,

auranle el reri~ao ae la ReG~nijui~la,

'9~\

I

VIII

[sU'h WUSUIIUh

Mnz:t ..

Abde-¡·Azi,. ..

AI -IIorr ...

¡\z-Zam ~h.

Abde-r-Rahmál1

"uzuf el Fihrl..

Abdcr·r·Ra lumín 1. .

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Al·llaqnem l . . . .

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8" Ramiro 1.

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Alfooso IU.

9" (;:ud~ l.,

Onlono JI.

Frueh 11.

Alfonso IV.

lbllliro 11.

O.dol'lo 111.

Sallcho 1..

Ramiro 111..

976 !knnu<lo H.

Alfonso V.

102 7 lkrnu[{lo 11 1..

J~ern nndo 1 ' ..

Sancho JI ' ..

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--

7 1S

7'3 ]Cavila ..

7" Alfonso 1.

7" I'rucla 1.

730 Aurelio.

Silo.

(Al mor:w,,\c,).

XII

ASJUaUS T Ll~~

6

9 7

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1027 G,uda ..

1037 Sancho 1 [] "

1065 Fcrnando J ' .

Alfunso \'1.

Ur .... ca"

Alfonso VJI..

F~rnando TI..

Alfollso IX.

Fern:tndo [11·.

Alíon_.;Q X.,

Sancho IV,.

Fernando IV.

Alfonso XI.

Pedro J.

Enriquc lJ.

Juan [.

Enriqu e 1I1.

Juan JI ..

Enrique IV.

Tsab~ l I y FemnD-

do V de AragOu,

Reyes CatOlicos.

..

1°72 Sancho 11 ' "

[ 10 9

1126

11 5 7 Sancho TU.

II SS Alfonso VIII, .

Enriqne L _

1~3°

12S~ (Se une d~r.niti-

12 54 va'ncnte al Reino

12 95 de León), '

13 12

1350

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Formaua p:trle de la

Eópaftu 1UI"L,lmana. Formaba parle de

In Esparia musul .

,U.:mlL. ForOlaba parle (lel

imperio rranc~g de Caro

[omagno. FOl'lllnha pule de la

E span."l rnLl5ulOlaua. Form~l>a p¡me de

l:l J:: .~paf\ a 111usul·

mana. Wilfreclo l.

Borrell l. 86 4

8,8

Suniario .. 9"

BOlTe!! Il ..

Fonnaba parle de

l:l 1l1onarqul:t de

Nal·arttl..

Sancho Abarca ..

Carela IlI.

Sancho IU·,

9 80

994

9' 7

Ramón Borrell 1. .

Ramón BCl"1!l\gl1cr l.

Ramón Bercl1guer 11 ..

' 000

Garcío. IV ..

1038 Ran,iro l. . . .

10 3 8

Sancho R:lOl(rcz 1. 106 5

Sancho IV.

10 5 7 Pedro l. ..

1094 Ramón Ikrengue. Ill. 1 0 17

C:1rcÍ<l. Ram(rez IV ..

1'34 Alfon so l· ..

11 04 Ram6u Berengner IV .. 111 3

Hamiro n ..

1133 Ramón BCTcngucr V .. [ 13 1

Sancho VI.

1 [SO Alfonso n.

1 166 ( Se reune al Reino de

SandIO VIL

[' 9 4 Pedro Ir.

1196

"mgón) .

TcohlLldo l. .

1234 Jaime l..

12 1 3

Teobahlo 11.

1253 I'edro IlI ..

12 76

Enrique l ..

1270 Alfonso rIl..

128 5

Juan",- 1.

•.

1274 Jaime U . . .

129 1

:\'al'arra, prov." fmnces:l. 1322 Alfonso IV . .

13 2 7

Carlo~ JI. .

. . 1349 ¡'edro IV ..

133 6

Jnan 1..

13 8 7

Carlos nI..

JUlln l · ..

Leonor . .

Juan y Cato.!ina ..

Iternando V.

1386 Martíu 1.

1425 Fernando l..

1480 Alfonso V.

'483 Juan lt·. , .

Fernando V é Isa·

1512 bcll.. ••

1395

14 12

14 16

145 8

•,

,IXTIlOOUCCIÓN AL ESJUmO 0& LA IllSTÓllll D& ESPARA,

LECCiÓN 1.

Histórin \le Espa!¡;l e~ la narr.lción sislemntica de los hechos rcaJita-

dos lil¡ remcnlc por el Pucblo e'punol, en c\unplimienlo de Su dedillo

]m:l\"idcndal, y contribuyendo al desarrollo progresivo de la ,-ida uni.

,·cn;a! humana.

La l1ist6rin de Espnnn se hulla r~hdolladn con [" Uuiversal, entre

olros,por eSlos tres hechos: la Recouqllisla cristiana, el descuhrimiento

del Xuevo Mundo)' la gucrro. <le la Indepcmlenda_

La importancia de este estudio, para los espanoles, se runda en qne

el destino de c;\(h gencmción ticlle por base los trabajos de las gene -

raciones prcce<lcnle~: sin conocer 6109 es impo. ible cttlnplir aquel.

Espai\a est:\ situada al S. O. de Europn, entre el Atlántico, el Me-

,Iilerr:'ineo, ¡'frica y Francia: orrece el lIS]leclo de un lodo geogr.¡fico,

dj,'idido tn regiones nlltnrales por lns cordilleras que ntrnviesan ~II

~ nclo.

Estas regione-: son: , .~ la mese ta centr<ll que comprende ambas

Castilla<, I.eon r Ext rcmad¡,ra; 2." la cosla de Le"au!" con los rcillo~

de ~Inrd:l y Valencia; ~.~ Ar~gt,n )' Ca llLlnn a¡ 4." Nal'nrra y las pro·

,-inc¡u \·asco n!:.,d:t.~; 5,~ G"lici." I\~hirins r ~alll11ll<ler; ó.~ An<laludn

y ¡." Portnga l.

El dim:\ C"- ".Irio: lemplado y hrtmedo en algunas comarcas, cálido

y >;ceo ell olras, y {do y húmedo oí seco ell no pocas: bs prodncciones

IIOn lan ,'"rin'¡a~ C0l110 el clima, r nsl .se enCllemr.ln eutre ellas, dCS<.lc

b ca!la de a7l\c u h'l'sla la "id, deS(!e el limonero ha'ln. la I'nlmem.

T,,,nl)i~n ~c not -1 grall di"ersi<lad en el carácter de los habitantes, baso

1.\",10 par .• comp robarlo recordar lo que sOn lo~ castellanos y catalanes,

ar .. gooe;,c~ r andaluces ó gallegos r \ ¡1lencinn"s: COll todo, estas '1"

rh,d_"l~s no e"duyen la e~i ;ten '¡¡ de un solo cariete. nacioll"l.,,6

III STÓ¡UA DE ES.":l:,,.

La Históri", de Elpafla se divide en tres Edades: Antfgua, bllsta la

inv:l!Iión de los b:bbaros (1-4 1 4}; Media, hasta la Casa de Austr¡ ~,

(414 - ISI 6~ j y Moderna, hasta el ano 1888. En 1833 principia la

lIistória contempornnea.

Estas Edades se subdividen en períodos como puede \'crse por el

texto.

E! hecho más notable de la Edad antigua es la educación de los

espaftoles po r los rnm;¡,nos. En la Edad media seflálll5c ulla doble

oposición que ¡nrarma tooos los acolltecimientosj 1:1. antipada contra

los extralljero5, y IR. lnchl. entre los reyes, los nobles '1 el pueblo: Sil

he<;ho culminante es la unidad nacional ,~a1izll.da por los Reyes Ca·

tólicos. En la Edad moderna tieue lugar la declldencia y empobreci.

miento de E spafla, que renace bajo el gobierno de la Casa de Borbón.

EDAD

ANTrGUA

TIEMPOS PREHISTÓRICOS.

Antiguas 1l1'ldiciones suponen poblad:.. la E span:.. Immlllva por los

desc'mdientes de Tubal y Tllarsis, lo cual no es admisible: con todo,

pa~ce comprobada la existencia en tiempo~ remotisimos de gente§

troglodilas que usaban h:..chas y cuchillos de pedern:..l, vestían hlnicu

y sand:..lias de esparto, y conocían el oro que trabajaban á martillo.

Hien poco se ~:..be, por deswacia, de esta poblaci ón e'panola aborig~n.

Las primeras noticia..<¡ histó ricas de nuestros aborlgenes se refieren al

el cna! atraviesa los I'irilleos, se establece

pueblo Ibero, de raza

en el valle del Ebro, á lo largo de la costa de J.e,-ante y en el Sllr de la

Península, dando nomb~ á los riol An:l.ll, Tagus, lbe, y otro •.

El fondo del carácter ibero lo co nstitu[an el amor Ji la independen.

cia, el $Cntillliento de la dignidad personal y el amar al trabajo: sabe·

arra,RESUME!,;.

'97

mos también que estas gentes eran ~enciHas, bn!licios<u y hospitala·

rias, que TeRMan culto á los astros, fnbricaban instrument<'5 de piedra

pulimentada, se vest!:!.n con pieles y hablaban un idioma parecido al

actual "~scuence .

Sus principales tribus eran los ilerketes, ausetnuos, indiketas, Jaleta.

uos, cosetanos, ilerkaoues, edatanos, bastetanas, contestanos, bastulas,

tarterias y turdetanos.

De<pués "inieron á E spana 105 Celtas, 110 tle una soln Vet, sinO de

varias: eron de rUa tnrania. Em pnjado~ por los Calos, vinieron dcs<le

F rnucia :í. es\¡¡hleee~ en los nCl11ales territorios de Ast>lrias, Galieia y

Portugal , h:u;ta las ticlll\i; ocupadu llar 10$ turdet:lUOS, muchos de 105

cuales se me.clan con ellos para formar más tarde el pueblo Ce1tíhero.

Los Celtas eran candorosos y senc illos, sc dedicaban al pastoreo, la

cua y la pe5Ca, sc di"idían en tribus gobemadll!l en forma ..aria, y

adoraban b, natural eta: hablal.mn uu idioma parecido al moderno

Bretón.

Sns principales tribus eran los cá nt abros, astures, galiicos y h.sitanos.

J.a comunicacióu eull"\! IberOl y Celtas d ió lugar:i la formación ucJ

pucbto Celtibero, el cual "i .. la en el centro de la l'eulnsu]a.

Entre los CeJtíber()s descollabnn el amor á la ramilia , el respeto á

la palabra empellada, 1 ... fIdelidad , I:t independencia tic la patria y la

libertad personal, la afición :i la caza y ¡j la guerra, la tendencia al

uislamiento dentro de cada región n~lUral, 105 trabajos del campo)'

derta habilidad para la COl1~trucdól1 de amIas y utensilios.

Sus principales tribuS cmn 105 "aceo":. carpeta nos, are"acos, oreta·

tanos )" oleadas.

Entre los monumeUIOS celtiberos que .c t,;Qn¡Cn'''1l citaremos 1:...< ca·

"crnu, los menhir, pelV.lU, do!on cu y túmulU$, yalguu¡u medallas tic

la últiula época.

ESPAÑA FENICIA Y GRIEGA.

L ECCiÓN 111 .

A principios del siglo XII a. de J. C. lIeg.lroll los Fcuici05:i Espana,

atravesando el estrecho de Gibraltar: estas gentes eran de ral.:l. chusita,

y se dedieaban á la industria y al comercio m~rCtimo.-,

,,8

lIlSTÓ)l!A DE ESPAIi:A .

Acogidos benévol amente por los tarl esiCiS, á los cuales deslumbraron

con sus productus industriales, fund~ron sucesivamente unas doscientas

colon ias , desde el van" del Guad~lquiyir hasta Alrncría, sobresaliendo

entre ell as 11'5 de Gadír, lIblacn, J-li sl'~Iis, Scx, Cord"b" y lIIelkarteia.

Durante sicte siglus los Fcnkios arranc"-ron de Esp:ti'¡,,- fabulosas can·

tidrules de OIO, plata, hierro, cobre, estaíio y cinabrio, á camb io de telas,

cristales, ctc.; pero Hegó un dia en que la avaricia ciega á estos colon;-

z.~dores, y los Celtíberos los expulsan dd territorio hasta Gllcerrarlcs en

Cádiz. Así terminó la dom inación fenid a.

rareee que i mediados ¿el siglo Villa. dejo C. ll egaron á tierra espa·

rlola algunos griegos nsiálitos, coincid iendo con el establecim iento de

los Rhodios en Iaco~ta catablna y el de los de Zante en la de Valencia.

Al poco tiempo, estos gricgos asi:íticos y curopevs poblaban la costa de

Levante, desd e Marsella hasta Almería.

Sns principales to lonias fueron las de I{hodas, Sagunto, Empori6n,

Diana y llomeroscopeum: al conlrario de lo~ Fenicios, los Griegos

sim patizaro n de sde el principio con los Esp al'iolcs y se fundieron con

ellos, como de UDa mioma raza y familia q ue eran to<1o>; .

ESPAÑA CARTAGINESA.

LECCIÓN IV.

l~llcermdos

los Fenicios Cn sn co lonia de C:i di r so licitan el auxi lio

la repúbl ica afric~na dc Carl~go, y nn ejército <:~rt~ g inés pcnctra en

Esp ana , reconr¡ \l ist~ el vall e del G ll"d"Ir¡ Llil'ir, y [\1m!., lluevas coloniM

en los dis tritos minc,·o. de la eOSla.

Terminad" la eampa;,a, los Cartngilleo;e;; c' p,,]san de! pni¡; ,\ lo s Fe:

"ióo. r¡ II C lus hJ b íal\ ll amado, )' se cO:J.~icrtun con los eSl'~flole5 de 1,.

Hét ica: por Ilna tr,i ei ón, ]>\\e_, come n,,; I ~ <1omin~c¡úl' c:crlaginesa en

E sp"-;'~.

.

d~

A COI\'ic<:uc nclJ de l:lspérdid" ~ ' llfrid us en la primu.1 (J " e,.,." p"n icu,

pretendcn cxt~udcr Slt <1omill:lc iún sobrc toda la I'cll fn ·

<\11,,: ~I cf~do, Alm ilc"r ll..rca (23,1; ) 'somcte la H6tica ~n menos de IUl

,1 i10, tmb~j a a lian?~s con los b~stctano", COl1tc,t~no, }' ed ebno~ y funda

lo~ C~rtaginese5kf.SUllJ,:N.

'99

á Unn:elona. A la conquista de su país se opusieron btolado é lndor·

tes, !\quél ell Cnlnluna y en Portugal éSle, pero solo con~igllen morir

como héroes.

Almilcar man:ha contra Bellia, cuyos habitantes se habínn insurrec-

donado de acuerdo con Orisón, y encuentra la Dlucrle en el si tio de esta

plaza, arrastrado l)or el caballo 'lne montaba.

t\ !\\huhal, su yerno, contimln In campana destruycndo fi lldlin r CTU'

cif,cII.1II10 fi Oris6n, )' tiene la fOI tuon de !\dquirir pa ra su r~.l'úb l icll. e):-

tensos territorios. Esto hi~o qnc las colonias grieg1s solidt!\ráD el amo

paro <le RaDIa, t stipulándose qne el rio Ebro &cría el limite de la do-

Illinaci6n cartaginesa.

Desp ués de fUl1(lar á Cartago·Nova (22 1) IIlucre Asdnib:,1 asesinado

por un celtíbero.

LIWC IÓN V.

Anibll.l, Te]lTeliCntante del partido popular eA Cart~go, el cual asl,ira·

bll. á "eDgar los desastres de la primera Guerra pllnica, sucede á sn cu-

nado Asdnlbal: en poco ticl11l'o ascgu ra la dominaciÓII de lo~ Cartagi.

neses en Espana ~uj etando á los ó1cadas y \"aceo~ que se habian SlI-

blc"ndo y sc apodera de Elm ántica.

l'eroAnibal queda emprcllder á seguida la lucha contra Ron"" y al

efecto busta pn:tcxto p~ro cito en la guerm de S~gunto: surgió ésta CaD

motivo de uD a cuesti6n ,le límites eDltc IUrholet~s y s~gmllinos , en la

cua l fué nombrodu árb it ro el cartagine'i, que dI\: la r;uón á los prime.

como aliados suyos que crau.

Seguros los uguntinos de la amistad de Roma :.e apre>lan paro la

defensa, pero la l~el'úbFea latina se contcnta con enviar cmbajadores

'J '''! arreglen In cuestión pacíficamente, ,bndo lugar ri que Sngunto,

perdida toda upcr.l l\"~ dc socorro, se s.lerifique haciendo alarde dd

m:h sublime heroismo: todos SuS habitan!"" prefirieron morir Plltes que

ver á su pátria profanada llOr el e.<tmnjero.

Destruida Sagunto, entm ,\nibal cn clh: rduerz:l dcspué~ las guaro

niciones de Cartagena, IJética )" Cat.I]Un ." urganiza un ejército de

100.000 iufautes, 12.000 ginctes, 40 c!cfantes )" prm-j,jOllc3 paro uos

mcse;;, se encamina hacia los ¡\Ipes, que pas.~ por cntre nje"e;¡ en 10

más crudo del invierno, )" penetra cn ¡talb, donde derl"\)t~ suces il· ... ·

ro,.

•(

!

3 00

JUSTÓ!"''' OT.

u ..... R".

mente cuatro ejércitos oonsu la re/l en las batallas de T esino, Tn:via, Tra·

simeno y Cannas.

Con el intento de esperar r.,fllenoa se retira :í Capua, primero, y

después á los Abmws; y co mo Cartago le abandollasc, mallda :í su her-

mallo Asdrdbal que "cllga á aoco rrerle desde la Bética, encontrando

éite la muerte:í orillas del M el ~\lro ( zo 7), eOIl c uya 1>111:\11:1 termina

la dominaci ón carl:l.gincsa en Espafla y di comienzo la CQOf]uisb. del

pa ís por los rom;l,l\ os.

ESPAÑA ROMANA.

LECCIÓN VI.

El resultado de la guerra de Sagunto produjf:J en E spafl a y Roma

indignación muy grande: todas 1..s colonias de origen griego 'J las Iri.

bu~ afines suya¡¡ solicitaron de los rom:ulOS un castigo 1)lIe no se t,i zo

esper .... mucho, pues eo el afio 2 18 de.ie mbarca C. E scipión en 1. costa

calalana y derrota á lo! cartagineses en Fraga, T arragoDa y l..érida.

Reanimado.> con esla$ victorias 1115 espalloles que habitabB D entre

lo~ Pirineos y d El.¡ro, y aumentado el ejército romano con otro qu e

mandaba P. E.iCipióD, la guerra se ha~ general, multitud de celtiberos

se alistan voluntariamente á hu órd enes de ambos he rm anos, y se reco-

bra á Sagunto.

El ejército romano dil'i,je sus fuer/.as por haber pClletmdo e n Espai11l

1II3g6n y ñhs;n; sa, divisi6n que fué causa de su ruina y de la muerte de

los Escipioncs en Castulón y Anitorgis, m erec~endo aplaudi rse la sere·

\hd dd centurión l.. Marcia, el cual sah''¡ los res tos de las deslto·

ladas legiones.

f\ombrado para hacer la guerra el jO"~n P. C. E se ipión, cn men ll5 de

t res al\Q5 se apodero de Cartagena, derrota :S. los cartagine5es en Baen y

SUipa, trabaja la ali anza con el mlmida 1IIasinisa, se capta la si mpatía

de los espai\oles, é imphmla la dominación romana sobre todo el terri·

IOrio, aunque se opusieron tena~mente llI dívil y 1IIandonio, régulos del

paíi montai1oso del Ccutro.

UI-

L05 romanos dividieron la l'cninsula en dos r~gioncs, Citerior

r•

!l.ESUMEN.

3"

terior, sepan.das por el Ebro, gobernada ca(la una de ellas por UD Pre·

tor, eleg ido entre los patricios más empobrecidos, M'aros y crueles.

L a conducta de estos gobern~ntes llamó la atendón del S~llado ro-

mano, el Cl\a! sustituye la Pretura por el Proconslll"do, sin que Se con·

siga Te .• ult ado alguno ventaja_.o: restablecidos los Pretores, á los cuatro

alíos son nombr~dos para este cargo L lléulo y Galm ( 151) que a(¡quí·

rieron celebridad bien triste.

Galva promete paz y perdón :i los lusitanos que se habían refugiado

en las montailas, y cuando volvían:t sus hogares, conf,ados y sin arma.<;,

cne sobre ellos y los degUella sin piedad, robiíndoles cuanto lrafan:

muy pocos lusitanos debieron su salvación á la fuga.

Viriato reune Jos dispersos y organiza la dcCensa al abrigo de las

montatlas, dando comienzo á una séri" de sorpresas, retiradas y ataques

que desesperan y die;:man 1i las ¡"gioueo romanJS: con este sistema de

guerrillas derrota sucesivamente ti 105 cónsules Velilio, PIando, Nigidio

y Cepión, y acorrala ti este I1ltimo en un desr,ladcro, obligñndole ti r,r·

mar Una paz deshonrosa .

Roma acepta en apariencia el convenio p ero manda ñ Cepión quc

continúe la guerra, y como V¡riato enviara embajadores al cónsul¡lara

prcl~l\ntarle la causa de su deslealtad, el romano los soborna paro que

dén muerte ti sujefe, lo cual realizan asesinándol e á puihIadasaobre Sil

mismo lecho ( 140).

LECCIÓN VII.

Numancia, capital de la tribu de los pelendones, estaba situada cerca

ue la actual Soria: era este territorio, entre todos Jos españoles, el \lnico

que conservaba su independencia desde el proconsulado de T . Graco.

El ueseo que 105 rom'1II0S tenían de dominar sobre toda la PeníllSula

será causa de la guerra contra esta ciudad, llamada por sus m¡~mos ene·

migas el teITor (le Roma .

Como fallase motivo para ~l rompimiento, P . Ruro , despues de e"har

en cara á los numantinos el haber prestado auxilio n los aliados de Vi·

tiato, les env ía embajadores para q!\e He incauten de los lusitanos refu·

giados dentro de sus mnros, aquellos se niegan:i entregarlos ( 140), y

un ejército de 32.000 hombres pone Silio :i la ciudad.

Toda esta fuerza se estrella contra una población abierta, que <;onla·3°'

HlS'f6IUA !JI:: l'.SI'~ÑA.

TÍa CLltltro mil rlefcnsorcs; y después de un tenaz :..sedio, repetülo Im5\:I

por lres veces durante otras tantas prima\'er:J.S por los cón&Ides Ruf."

Mancino y 1'i56n, Viell! :'i combatirla Eseipi"n Emiliano, el vencedor

de lo~ ClIrtagineses, nI frcnte de 1m ejército de ¡o.ooo hombres.

Queriendo rendirla por hambre, Escipión tlllul<la escallar un proruml0

foro en derredor de su perimclro, 10 gmmlccc co n valladares, leV:Inla to·

rreones de trecho en trecho, é impide la salidll por el do atr.\Yesando

su c:'Ínce CoD ,·iga.s erizadas de garfios.

Loa nUlnantino~ cxcitabm ~ los romano3:1 batirse, pero si" n,nltarln;

)' ctlll ll,lo faltos de ..r,·ere~ y ,le agua, abandonados de In. trihus veci·

na s, ¡¡.e horrorizan anle In ¡de;¡ de caer ,'h'os en ]lod~r del enemigo, de-

ciden malan;e unos 1\ otros por el veneno, el hierro y el fu ego, y asl lo

hacen: ni un so!o numantino quedó con vida; ni un ~olo edificio se mano

l uvo en pié. CU"lndo ¡':scipión entra en la ciudad 00 encuentra m:1s que

un monton de cad:ive~ calcinadOl por ti fuego y magullados bajo 10i

c.<;combros.

LECCIÓN VIlI .

Después de 1" destrucción de Numaocia, los espanoles no luchan

contrll. los romanos, sinó que se nsimi1nn con ellos: $010 tomau patté en

lasgllelT.u civiles suscitadas por 10& punidos políticos de Roma, como

slIcedió en las de Sertorio y César.

Cu~ndo Sila es nombr .. do dictador é ina\\gum sus terrillles proscrip.

cioues, cmig ran de Italia los principales jefes del pRr\ido contrario,

Serlorio c~tre ellos, el eu .. 1 se refugia en España, donde cm comx;ido,

cousignie'ulo organ izar un pequeño ejército que le sit\'e para apodcrane

en ¡,OtO lI\á;¡ de dos año. de la Bética, Lu silania y Celtiberia.

Sertorio empleah;¡ en e., ta luchil la táctica de gl1errillas propia del

génio espal1(.I, y así pudo derrotar en varios cnCl1entr03 á los ~ónsulej

;\1~tc1o y rompeyo, del partido de Sih" Metelo, desconfiando del éxito

de sus clmp .. !1.l$. pone á precio la eabc~a del proscripto, con IQ que ex.

cit~ la codicia del enviJio50 Perpella, geuer .. 1 serto'¡aQO, y éste se d~·

cide á traicionar ti $U jefe.

Al efecto orgdai1.a nna conjuración que tiene su desenlace en el ban.

quete de gto~ca (72 ) donde Serlorio m~cre asesinado por la esl'3.lda.

Duranle la panda guerl1\ E spai\l¡ fué dividida paTa su gohierllo en

dos secciones, la LU5itauia, c~Jlita! Evora, y la Cehil'e ria, capital OSCA,

•3°3

establecieudo en la prbuera UII Senado al modo romano, 1 en la segunda

un a universidad; consecuenci~ de lodo ello fué In romani~ación como

pl eta d el pah espall.oL

César vino á Espana como insurrecto (49) por habe r Jluado el Ru.

bicó n sin licenchu sus tropas, UUa "cz termi n~da l a ea mpal'l a de [as U:t-

Has: este país fué teatro eu tonees de otra Ime"a guerra civil, cura b"-ta.

lIa prin cipa l se dió en los cnmpos de J1 erd~ , dond e fueron l'cllódos los

gencrnle¡; pompcyan~ Arranlo, Petrera y Vanón.

M:'is larde, vencido y muerto Pampero, co"'o Cé.a r l\ll'iese eouoci-

micuto de que los hijos de aqtleJ, l'nblio y Cn~ro, habían lel'antado en

Espafta un co nsidcro.ble ejérdlo, viene aquí y obticne cerca de 1I!unda

una deci~h'a yi ctoria, q ue cuesta la vi(la :¡ 30.000 de sus encmigos.

LECCIÓN IX .

A la muerte de César, Augusto sc apodera del gobierno de Roma y

to ma el Iftulo de Em¡>emdor: eo m¡>rc ndía el Im perio romano, eulonc e~,

todo el mundo conocido.

Cnando el poderlo de Roma era más formidable, algu nas tribus

espaflolas de ~l\n tahros, gal:'iicos y 'l. tures se sublevan, rompiendo la

pa~ uni" crsal, y el mismo ,\ ugusto viene en persona á dirigir las orcTa'

clones militares, auxiliado por Antiscio, A¡¡ripa y C:lri~io, los mejores

generales de au siglo.

Domiuado el territorio por 105 romi\IlO" se refllgi:l.u los subl e"~dos

en Lau da, cuya ciudad es tomada por :l5alto, concluyendo así las {("ne·

rrn~ eantábricas, y con ellas b lucha !leenlar entre espaltoles y romanos .

¡>ar~ conmemorar la 10lal pndf,cación dd país .:reó AUI,'lIsto la cra

h ispana, que tn"o principio el

de Enero del a1l0 33 a. de J. C.

La Espa1la romana duran te el Imperio fué divi(lida en las regiones

d enominad .ls Tarraconense, LU!litania y Bética, subdi"id as en catorce

con,'cntos jnrüli~os, y estos, á sn Vel., en sci$cienlas novenl:\ y dos ciu·

da des .

Las ciudades, .:u)'o gob ierno local er.~ muy parecido al de Roma, se

dcnomin1.ban colonias, munki¡>io5, latinas, inmunes, confederndu ó

tributarias, segtln ~u origen y camcter.

cm·,e lo ~ emjl e r"dore.~ qne más se distingllieron por sus relaci ones

coa Espa1l1. citlrC!Ilt)3:¡ Ve3p:uhmo que concedió :¡ 105 esJlanoles el dc ·

,.0'o,

HISTÓU,4. DE ESPA~A.

re,ha ole ciudadanía; Tito, notable por su buen gobierno; Domiciano,

en cuyo tiempo imperó la tir:tnía más brutal; Tr:l.jano, Adriano y An.

tonillo Pío, ~panoles de origen; Diodecbno que recuertla la persecución

1,,:19 horrible contra los cristianos; y 1'co<.lo.io.

Cuando el Imperio romano reali~a la unidad material delmulldo :\!l.

ligua tiene lugar la invasión de IOi Bárbaros, la cual vendr.i el.bocin·

dase dunntt cuatro siglos: Roma tr:l.jo al mundo el principio de I:t uni·

dad; lo~ Bárbaros, el de la v:\riedad. La lucha enlre ambos e1Clnenlos

será el trabajo del pueblo espano l «nmute la Edad media.

LECCIÓN X.

L, d,-ilinción espallol:t en la antigtledad S~ debe al influjo dilUlo

de los pueblo!! fenicio, griego y romano.

1.08 e'pal\ol e~ aprendieron de los Fenicios la indu.tria, b. nal'egación,

el l~boreo dc lo.' metal es, el arte de salar los pescados, su idioma, SIL

:l.lfabtto, y su mitología: de sus construcciones solo 51: COn5l:f\'1l11 la

Torre de Hlir<:ules cn la Coruna y el reliel"c de Durango.

Al propio tiempo quc el cILltivo de la vid, los griegos asiáticos ense·

naron á los habitantes de la costa oriental su sistema de escribir de

itquierdll. á dCrel:ha, su hermoso idioma, y su religión más progresiva.

Mayor fuli 1:1. influcncia romana: el ¡¡Tan consumo que cn Roma se

hadi\ de los productos esp~noles impulsó mucho l.a agricILltura, princi·

palmente en cereales, vino, aceite y frutas, así como tambien las indus·

triu de la lana, la cochinilla, la pllrpum, el dllbmo y cl lino. El

comercio se desarrolló bnstantc, fa"orecido por las vias militares qlle

atl1lvesaban la Península.

La comtrucción de hermosos mOllumentos por todo el pJ.Í5 hizo que

muchos espaftolcs se dedicaran á las Artes, apareciendo notl\blC!l cince·

ladores, lapidarios y marmolistas, 11ignos dc fama: entre los recu erdos

mOllll1nenta!es de esta época deben eitane la Torre den Barrn en Ca-

taluna, el Monte Furado en Galieia, el Cir<:o de It.i lica, y el I'uentede

Alcántara.

Los princip:!.les cultil'adorcs dc b lileralura hispano.romlln:!. fueron

el bibliotecario Higinio, 10$ poetas EIll\:l., s.:;oeca, Lncano, M.:ucial y

G~lún, el retórico Quintiliano, los naturali stas Mela y Colllmeh, y los

oradores L:ufÓn y Séneca.RHSUMHN .

L ECCIÓN X L

Asegun.n re<l1>f!I:lblel In.diciones que el Cristianismo fué predicado en

E'p;¡,jla por 101 :lp6Sl0les San Pa blo y Santiago el Mayor, fijánd,osc lns

fedms .lel afta lS respecto del primero, y l;~ dd 60 respecto de l segundo:

lLllnquc los e.~p~ nolc. hab[an sido opuestos ti lodo cambio, la Rel igión

~ ristiana .ustilll)'6 pronto ,¡ h\ idolatría en la conciencia de este pueblo.

I.os "aronC$ "po.\6Iicos, discípulos de Santiago, conlinU:lron la pre·

,licad6n del E\'llngclio y fllnd :lron ¡ a~ igl es ias de nerja, A"ila, r.!ujaear

Carte,.,.., Hlil>llris é Tllil urgo, primerns de que se tiene noticia en E s-

pal'la.

También se sabe que sufrieron el martirio, Sau Eugenio, San Fa-

cundo, San Prim itivo }' San Fructuoso duran te la. p er~cCl1dOnC3 dc·

cretadas por Domiciano, Mureo AureJio y Galieno, asl como Santas

Justa y Rufina, San Vicente, Santa Ola!!a, Santos J usto y Pasto r y

ot ros, en la de Di odeciano: 1010 cn Za ragoza fneron tautos los márli·

res durante esta última, qne la História 105 llama los Innumerables.

T re ce allos a nl es del Ed icto de Mil án , que dió paz :i l~ Iglesia, se

habla celebrndo en I:: spal'la el Concilio de mibens, en el cual se redat·

taron importantí,i mos dOQHeS y se decidieron interesan tcs cuest iones

de disciplina eclesiástica: oS. este signieron otros varios, ent re los cnales

merecen esped~ 1 cita el de Zaragozil (38 0) y el de Toledo (400).

CU\th·(J.TOn la literatlll'(J. hispanG-cristüum , enlre otr(>s, JU" cneo, aotor

de la vid .. de Jcslis; Draconci", que e§Cribió un poema acerca dc Dios,

y Ml~ atributos; r Pall lo Orosio é hbdo, au tores dc Crónicas.

T ampoco en ESl'alla faltaro n herejías: hllbo las de los gnóst icos,

11l3niqllcos y arriall os, la de estos I¡¡timos, nllterior ií la llegada ,le los

Visigodos, contro lo que gcncnI;lm entc se nce.

,

'0306

1I15TÓKIA DE F.Sl'¡\i:.!. .

..

EDAD MED I A

ESPAÑA VISIGODA.

LECCIÓN Xli.

Al" mlleTle de T.:ouos;;o, 105 llárho.ros eSlableddllS en la rron ten se

precipitan sohre el Imperio romano, el ~unl atr.!.viesan en todas direc-

ciones, talando y deSlruyemlo.

Desde el 404 n\4 14 ¡''''icrvn lugar en Espaila \as invasiones p~li·

minares de J05 Alanos, Vándalos y SncvDS, m::.nrladO$ respecli,-amcnte

por Atac", Ccnscrico y Hcrm:tnrico, 105 cnales <c\'stnlJ]ec" n en la Ln·

sitauia, Bética y Galicia.

En tanlo que eslO sucede)' llárbaroli é J li5pano·romauos luchan unos

conlrn otros, los Visigodos mandados por Alarico AAquc:m :í Roma,

se dirige n háda el Occide nte, se apod~l'1m ,le I:.. Calla narbonesa y de

la región L&J'Tll.CVIICl15e en E~p:l.na, y fijan su rcsidellcia en este ltrr itorio

galQ-hispano, COII lJarcclona por capitnl. Atanlfo, Clls:l.do con 1'1.lS:idin,

hermana del Emperador rom~no Honorio, es el primtr rey de esta pe-

q nena monarqulll, y con el com;cnr.a la Espana visigoda.

Ataulfo es Mesinado y le ree!1lpla~1I Sigel'ico (4 [6) que solo reina

siete días.

\\':llia nemo.tró aborrecer ti los romanos, :lllnq\\c no guerreó contra

ell os: en cambio e.'<pulsú ,le la 13éticn 11 los Vándalos, se apoderó de

1:-. Lusitania, y redujo los límite'! del reino de los Sue'·05.

Le sucede Twdorcdo ( 4 Z0) , el cual cusandla los limites de la Calia

gótka hasta los rios Lo ire y R6dano: tomó parle en la jornada de 105

Campos catal~\\nicos contra IItila, juntamente <:O!l Jos romanos y fmn·

C(lS, pero la batalla que sah'ó de la barbarie nI occidente europeo le

<:ostó !tI "ida, sl1c"'\iéndole su hijo Turistnundo.

Turism undo mucre nsu inado por su hermano y heredero Tcodorico

(452 ), cuyo reinado es mny notable: vencedor de Sue vos y Alanos,

reduce todn In l'enln511b. :1. Sil dominación, ex<:cpto el I»cquel!o rcino

suevo de Galicia. También murió ase~iDado de orden de su hermanu

E udeo.•

jO¡

LECCIÓN XUf.

En tIempos ue ~:urico (466) los Visigodos re,·elan 10$ primeros

sílllomas de constitución social: con el e$lablecimiento ue la capitali-

dad en Toledo coindde la d~truedún del Imperlo ro'n:\Oo y la el<-

pulsión de 105 romanos que en Espanfl quedaban.

Enr ico promulgó el primer Código bá rbaro, en coyos p'·eceptos se

orde na la ~eparllció!l abso l\tt a enlre vi sigodos y espa~oles, colocndo'

estos último~ (\tc .... de la ley comUll.

Ahrico (484), su hijo y sucesor, rep ... ró este mal promulgando el

I:lre\·i~rio de Aniano para regnlar el dc~ho de los hisllRno-Jomaoos

ent~e sí: es nna comp,lación de Jos anliguos códigos d e Ilerm6genc.s

y T~odosio.

El rey muere pelenndo conlra Francifl, y de"I""" <l~ un interregno

de seis ml05 ~s procJ.\mado Arnalar:co, de menor ed"d, l>.ljO la regencia

del ostrogodo "reudis. El matrimon io tic Amnl;tri eo con la princesa

Clotilde, hija del rey tle I"r.:tnci~, lejos de ser prenda de paz, originó

110 rorupi,niento que cuesta la ,·ida al visigodo_

I{ein~n Juego Teudis, Teudiselo y Agiln, qne nada ofrecen de nota-

hle: á estos lu ~"ced e Atao~gildo, el cm,1 entrega al Emperador de

Constantinopla la.< mi, henno.<as ciu(lades de! Iitor:tl S. y S. Q. de

E~p~n~ :í c~ml,io ,le! SOCOrrO que le pre.,M en la gucrrtl. ch'iI contra

Agiln_

Despues de U,,'-n, Jl~cír.co y mu\\cS10, !.C(t\"i~i ld o (572) ~c propone

re"li'.ar h\ unidad ""donal y lmn.rom,nr en hereditaria la corona, elec- .

ti.'a haSlfI entonee:;..

P:lr;\ co"s~guir 10 primero se n¡)()d~rn de G~licl~, some tiendo :1. los

SUl:\"OS: p~r.l lo segundo enclrga del :::ohiemo d-: las Ilrovineias de

(;eronll y Sc\-Ula á Sil, hijos Ree~rl:do y lIennenegildo, pero la eou-

,h,ela dellíllimo, que hoy r,gura en el calá logo de los Santos, clilu\"o á

piquc dc tr"stot"llar todos sus proyecto.~,

LECCIÓN XIV.

R~",,~rcdo ~586) illau!,"ur-;t. la sér;e de los monarc..s eri~t¡.Ulos: cuaudo

c·onsultad,\ la opinión púl;.lic~ ,,~tu\"o ~Cl:"-,I"O del éxito, COll\"OCn en Tole-•

IIISTÓRIA DE ESl'A:'(A.

<10 un Concilio nadonal (SS?), )' ante él pfoclama Su copver..ión al Ca.

tolicismo, la cual ~c\lndaron muchos noble\ visigodos <le entre los pre-

sentes.

Este acontecimiento ,'jeue :1. e~tableccr la igualdad ~tllC el derecho

de hil¡j,ano-ronmnos y I'isigodos, nI propio tiempo que convierte los C01\·

cilios en asambleas legislativas cuya inill1cncia ser:! nmy henelldosa, no

tardando.

Los Concilios de Toledo fU('rQn en $U origetl asambleu pnr:\lnen IC

eclesiásticas, pero desde Recared o se com-;rt¡eron eo legislllli\"u .

. Liu\1\ n, hijo bastardo de Recaredo, es destronado por W;terico, jefe

de una conjuradón arriana vCDcedor:l: otra conjuración de católicos ase·

gina ñ "'ilenco y proclama :1 Gundem:lTO.

Después de Guodemaro, rey insignifIcante, sube al trono Si.<;cbuto

(6 12), el cual expu.lsa :l: los in'pcriales de 1" costa de Levanle y ud

Sur y reincorpora IÍ Espana In. l\tauritania lingin tana,

El hecho más notab le de su reinndu rué 1:\ c,'p,,1oi6n de lus J udíos,

gent es que vivían en E spal\n hacía cinco siglo" dedicadas á In n¡¡ricu l·

lura la indust";a y el comercio, y :'\ 105 cuales se dehü en gran parte la

riqueza material del territorio. Contra esta medida bárbar.\ é inj usta,

cuyas funestas consecueneill$ se siutieron pronto, protest6 la IC1csi:t por

boca de San Isidoro, Anobi.po de Sc\'ill:t.

LECCIÓN XV.

A Rccaredo 11, que lIolo rdlla cuatro mues, le ,ucedc S;,intila, el

. cual, r~alir.ad a la unidad nr.ciOM I por haber cxpuls.¡do totalmente ti los

Impcrj,des, pretende hncer hereditaria la corona, pero los nobk. le de·

ponen y p~lam1n á Suintila,

El dnico hecho imp0rtnntc eu tiempos de 5"inti1a es la celebraciólI

del Concilio IV de Toledo, uno de 105 más notables I>or SnJ acertados

aeu~rd03,

Después de Chiutila )' 'l'ulga ocnpa el trono Chindlls,'into (64 2),

al cual se debe el establedmieoto de la unidad legislativa: al erecto de·

roga el Breviario de Aniano, y rCL"Opila á continuación del Código de

Em ico todas las disposiciou e5 posteriores que vcnÍ\n á eomp lct~r1 e,

Re~eSYinto, su hijo, hito qm: el Concilio I'lIt de Toledo au toriz.,ra

105 matrimonios entre illtli\'idüos de las do~ r.<z,.s, nI propio tiempo•

RESUMEN.

que distribuía los d~stinos del Estado, indistintamente, entre Jos UIIOS

y Jos otros: sin embargo, la fusión de hispano-romanos y visigodos se

había hecho imposible.

\Vamba solo acepta el gobierno al "erse conminado COn la muerte

(672): una vez en el trollO moraliza la administración, corrige muhitud

de abuso. y sofoca las insurrecciones oc la Gali" gótica y la V aseouia.

Abdicó forzosamente la cOl'ona, merced á una indigna estratagema pre-

parada por Ervigio.

LECCIÓN XVI:

Ervígio fué reconocido como soberano en el Concilio XII de Toledo,

y su gobierno represellla el predominio de la teocracia (680): ialmo-

quilo por su conducta con el rey 'H1t~rior, casa Ii su hija Cjsilol\~ cOn

Egica, sobrino ue 'Vamha, y abdica eu ellos la corona.

Egica se di,lingue por "stas dos cosas; la perseverancia en rehabilitar

la mcmoria dcsu tío, y la persecución más horrible COUlra los Judíos, á

los cuales conr,sca sus bienes y arrebatn los hijos. El hecho más notable

de su reinado es la compilacióu de las antiguas leyes, conocida con el

nombre de Fuero-Juzgo.

Le H\leede BU hij o Wiliza ( 701 ) cuyo gobierno es todada hoy un pro-

blema de sol\lción difíci l, p\les al paso que uno, le bchan de cruel y

pcn·erso, otros le considemn corno uu mOllarCa justo y prudente.

/\. su m\lcrte, acaecida cn \ln calabozo tle Córdoba, ocupa el trouo su

vencedor Rodrigo, el cual eS vencido á S\l VC7. y muerto por los musul_

manes en lA. b~t~lI~ de Guada lele: estos in'· asores, scg!tn parece, hablan

,ido bien acogidos por los hijos \Vil;'" y elme!ropolitallo de Se \"ill~ ,

en odio á Rodrigo de quien querían vellgarse.

Lo peor de todo fué qu~ los vencedores mllsulmanes, l ejo~ de volver

al Africa conforme á lo pactado con los hijo:; de Wiliza, continúan la

lucha y se apodcl"n d~ Esp~nu, acabando tota lm ente con' la dominacivn

"i,igoda.

LECCIÓN XVJ[.

El florecimien toagrícoh de la España rOlllana decayó bajo la dom i_

vi.igoda, prinópallllcnte á call." d~ apolier;:r.e e"itos h,írbaros de

la, dos tercera, partes del suelo, ca,; improductivas desdc cutonces,

¡,"nbien dcC~y~rOIl mu~110 13 industria y el <;omcrciQ.

n~d60

•,

3 10

lll STQRIA in; ESPAF; A.

Los Vi,igodos censen'aron el arrianismo COmO religión oficia! hasta

es decir, durJJlle 174 ailos: despu"o de este hecho predom inó

el c~to licismo, el clwl, arlem:í" de otras ventajns, trajo lo. innprcciable

Ile los Concilios ,le Tol ~do, conl'er¡idos ~n a""mblc .... religioso-políti-

cas, p rincipalmente de,de Chindas"into.

Este rueLl o germano apona :'i la vid" !;OCi,,] \l 11 elemento l1"e,·o, Ó

por lo mcno, desconocido hasta la Edad media en Espaila; se le ll ama

indi"id ualismo, y con,bte en la afirmación de los derechos inhel' ~ntes :i

la persona li dad humana.

La monarquía visigoda, de origen militar excl ltsh'amcnte, ofrece la

Ilotnblc p:"t iCllb.rid~d de s~r, ""UqUC visigo da el) el fondo, romana

p or ~ L I fonna: la constituc'ión polfüca como tal no apr,:'~cc hasta que

los Conci lio, de T oleuo inll ll)"en en la go¡'ern~ci6n de! l·;'t:u\o.

Los Vi,igodo;; " brerV:lrOll en Españ.l la legisl"ci6n doble 6 de CasLa,

pucs mi ', ntras ello, se reg:í~n por el Código de Emko, :ldoptaro n l'~m

lo~ hispauo ·romano s el B!"eviario de Ani ano: solo el inlhtjo del cr¡sti~·

ni,mo hi7.0 q'.,c e~rcra ~ u d~s "-,o la lla1ll~da lex rOman~ \"isigotorum,

pero clmndo la seila,,,ció n emr~ "~nccdores y ,·encido. se había hecho

absoluta.

El Fllero -]"zgo, como fondo y c()lllO forma, eS ''' perior fi tod"s las

lcg:¡'l:<o;ionc~ brirbnras de su tiempo .

Tod" l :\ li tcr"tur~ de l periodo yisigodo se red uce :í obr~s de Mora l,

Teología, Derecho, Filosofía, é His¡ú''i:I: entre .~us cu ltivmlores citare.

lllos.i San Martí n de Braga, Sa n Isidoro y S"n Leallrl re> de Sevi ll a, S~n

Udefon 5o d e Toblo, !'iall Ilr,ínlio de Zar.1goza, l'~u l o O ros;o, Idacio )'

el l'~cense.

Rdracbrio., ,( las llelb!i arle" (, l'o~o menoo, no hici~ron los Vis i-

godo. Cl1 clI,,~ m~, que corronlp~r el g\1~t{} de laR obras rom:l1las de b

. decade ncia: hasta lls mOllcd~s sc resiente n ,k I.t i:1corrcc,.iúo de su

di lmj().

R~cucdo,

ESPAfJA MUSULMANA .

-

LEUOIÓK XVIII.

A princ ipios dd ~ i¡;lo VIii apa::~~e ,"" Esp",';" 1m n'lc\'O )lIIcb lo i"v~ ­

, .. .r, ci l)ll ~1¡10 l'w s>ü'n:i~, conjunto ,,~ tr iia:·; (I'-r;"" egl,'d,t;, llúbi~ s.

b ~r:':'eriscas )" árabe" itaj o b dirccci(m de e;lO, IÍlti nlO!' .

•3"

Es que los árabes, fanalizados por )lahoma y conducidos á la ¡¡tIe·

fra ~anh por lo, Califas que le suceden en el gobicmo de su pueblo,

asp iran :i la conqu ista <lel mundo: ,'cnccdores en Asia y 1\frica ~e

presentan frente :í las playas c,pallo!as, de hs que solo les !,cp"m un

brazo de mal'. Las e~d(aciolles de ) O~ j udios exp ul¡;ados por Si;c-

bulo y Egica precipitaron la inv"sión .

DCSp"és de lo. tCIlI"ti":l de Tarif en el afio 7 !O, Yllehc 4 España

Tarik ni frente d~ 1~ _ OOO berberiscos en el ;l ijO sig~ ¡c lll.e, plant ando

'liS tienda. ,í orillas de l Guadaletc. do n,:" se li ora h batulla de este

nombre que jlQllC t~rmi"o ~ la domillni6u ,-isigoda en Espafla.

En tan lO que Tarik di"ide su cjúcito en ClI<l lrO secciones, qu~ ata-

can sinlllltáncamcntc á Córdoba, Gr:lnada, Elvim y Toledo, penetra el

~mir Mu,a por Al gecir~s, y ~e apodera ~~ Carl1l'on~, Se\'ilb y MúidOl.:

).1 eon<¡ui.la de touo el paí~, excepd6n hecha dc una pequefl;), lOna "1

norte, ,erá eosa de breve tiempo; circunstancia que se explica teni endo

Cn cuen l ~ la enemiga entre visigo(l os é ¡'i<p~no-rOnlan05, la dé"caucl1cia

de los primcros, la in Aoeneia de la te o,"acia, la desorg~ni"aci6n produ_

cid'! por la 1l10narquí:< electiva, y la actitud de lo, jwlíos ~~pl1I !iud o,_

Solo el duque Teodomiro, en el periodo m~s terrible de la in,-a5ión,

eonsiguc mantener po r c~pittl laci 6n ¡Juran te algun05 .11105 la indepen-

dencia del territorio de Orihueh.

La masa de los hispano-romanos continu6 viviendo en-.u país al am-

p:l.TO de las leres musulmanas: se les conocía con el nomhrc de mu -

~:\m bcs .

Abdc·I.Aziz qu~dó en E sp afla de amir cuando su padre Muza fué

á Dam~5Co: a5e.inado de orden del Califa, á cau~a de .~u con_

ducta Ii bcr~l y tolerante para con los vcncido., ,e encargan sucesiva-

mente del gobierno h~st a vcin\Íún amircs, sie ndo los ¡nás notables

AI-Borr (7 ¡ S) den·otado por los cristianos en Co,'adonga, Abdcr-R:,h-

m~n (730) qU<l invade la Francia y e~ vencido en l'oiticr., y Y\lzuf

(7 46) en cuyo tiempo amenaza di.,o!vc r,e la Espnfia musulmana al

.

p lantear el amir entre los vencedores el prohlema ,ocial.

Para conj"",r ,,1 conflicto los árabe. acucrdan f\lndar nn r"ino m,,-

~u l\l':\n indepcndiente, 10 cual rcaJir.all proclamando soberano al joven

lI~mado

Al,,\~·r·RahJlI :\n·h cn ~lo;í\\"yah .

••

3"

III ST ÚIt IA I)E "SP ... ¡'::" .

L lWCIÓ N XIX .

• \bde-r-Jbhmán luvo q ue luchar dllffilllC muchos ~¡¡os contra I o.~

partidarios dd Califato oriental, mandados $uco:si.'amcnle por "uzur,

!;atllail y AbuI.As"'ad: tnmbié,\ se le insnrrcccloll;'To n una ,'cz los ber-

b~risc<» y 103 ycnemilllS, [o m¡"mo 'Ine el Wl\1í de Zaragolll S:¡lc; mnh,

d cua l ofrece MI territorio al emp erador Carlomngno.

Tanta.' contr:.r¡cdade_~ modificaron el car~(: tcr nhble y bondadoso

del Príncipe h~sla cODve rtirl e en I~rriblc, pero as[ )" todo~" ,les,-elú

c",mto pudo para organi7,nr\1 Edado 'i lr,\bajar la felicidad de sus

,'asaI!O$.

Abdc-r·Rnhm:in embe ll eció á Córdoba con sobe rbios monumentos

de todo género, entre ¡OH cuales descollaba la gra n al<1jama ó mC l·

quit", tÍI':'! dd tem¡)]o de!:J, Meca a"dando el tiempo: N mismo ttu·

haj 6 lo. planos de e,la mara,-illa ,Id /trIe o .. ienla l.

Le hereda $U tercer hij o H ix':m (¡ 88) el cual di rige la gller,n snlll ~,

':UUH ¡U C si n re~uhado, contra G~licia, J.cón y V¡ ~ca)"a: en su ."iuuuo

se terminaron Ins obras de la gran al dja ma.

AUlaquem T inaugura su gobie,no c:l."igando :llos conjurados que

prete ndínn destronarle, in~tigados por la clase sacerdotal: 105 principa.

les jefes insurrectos se refugian en Toledo, cuya du dad se h~bía emano

cipado tempornlmente de Córdoba.

l.uego que el prlndpe h" l,o . cprimi,lo Olra insnrrecc¡(¡ll que estalla

eo ~I ~ridll, con rh el cMIlgo de lo_~ caballeros toledanos :l un renegado

llamado Amnl, el ella! ll e"" á túmi"o la.~ horribles matanzas conocidas

con el nombre de _jornada del fooo • . Igu al espantosa "cngama tomv

Alháquell\ 1 coutra las gentes suhle'"adas contra su tiranfa en el arrnhal

de Córdoba.

Le sucede su hijo Abde·r·Rahmáll JI (S ~I ) ClI cuyo ticmpo tiene

Jugar 1:1. per.c<.: uóón de los muzárabes. que dura hasta q ue rucron ca·

nocidas las decisiones 1lel Concilio de Se,"ill R, reunido ~ insta nci as d ~1

gobierno mUllulm~n.

Ocupan luego el trotlo algl1nos !obel":lIlos iusignifi cantes, mereciendo

ole e[¡1n:: ellos citarse Moh1.mad J, y éste solo por su crueldad , limnl"

'!

~," aricia.

••

3'3

II.ESUM&N'.

L ECCIÓN XX.

,

Ahdc+Rahmán nI (91l) comicllz2. iU rei naúo sometiendo de6niti·

\'amente á todo linaje de rebeldes, berberiscos y árabes, de tal suerte

que cOIL<igue formar COD todos los eil:mento$ musulmanes un solo

CllC'1l0 ,le nación, cosa no sucedida hasta entonces.

Igual fortuna tuvo en la guerra san ta, venciendo tilos leOllese~ en

~Iulonia y Osma y dios na'"arros en Valdcjunquem: tambi~n lnten'llla

en ,\frica para defender al ~oberano d e Necor, llliado suyo.

Engreido con su~ triunfos loma el \(\ulo de Califn, que hMla él

ningllll soberano c(ordobés habla tenido, dando principio por consi-

guiente á lo que se Ilalllll Califato ocddeutal (92 9).

Menos afortunado en el ¡ulerior, se atrajo el Mio de 105 ámbes por

gobernar despóticamente, as! es que, prescinde de los buenos musul.

mImes, y confía 105 dest inos públ icos ~ los eslavos: bien prollto tocÓ

el resultado de su ucsatentada ]JoUtica en las batallas de Simallcns y

Alhandcgn.

En su tiempo flore<:cn todos los gérmenes de grandeza incubados

antes, y de tal maDera, que Córdoba no ced[a. en extensión, población

y riql1e~a más que á llagda", capital del Califato oriental: atraídos por

su fama le cD"i:uon embajada~ lo~ reye, de Italia, Francia y Alema·

nia y el emptr:ulor ue Constantinopla.

Herédale su hijo AI-IHquem 1I (96 1) de carácter afable y cnrinoso,

y grandemente aficionado á l:u arte" las cLcDcias y la literatura.

Nunca habia reinado eD Espafla un soberano tan ~abio, ni qnc lanlO

proteGicsc ¡\ los artistas y sabios: ~u ¡Huado pareda uu tallcr donde

si n CH aT trabnjaban escribientes, cncuadernadores y miniaturistns.

Además de las escuelas oficiales, que eran muchafi, fuud ó AI-l lá-

quem 1I veilllidnco, solo en la capital, para que rccibics.en educación

gt.l.!ilita. en ellas los hijos de JlOl.dres desvalidos: la linil'ersidad coro

dobesa llegó {i $C' una uc las más (amosas del mundo.

"

•LECCIÓN ' XXI.

l¡¡xcm TI e~ J,roclanmdo Ca¡¡fa bajo l:!. regencia <le ~\t n,adre Aurora

y del nchib Abu-Amir, más conocido por Almanzor.

En tanto qne Hixcm 11, yll. de mayor edad, ,-¡ve e!llregado á su,

esclanls y favoritas, inaugura Almanzor $U primera campafta contra los

Est •• dos cristiallos (1)8 1) !;.'1qncalldo á Zamora r "cnciendo en Rueda 6.

105 ejércitos aliados de León, Castilla y K,warm.

En las campañas posteriore.~ s:lquea á llarcelona, destm)'c á Coim·

brn, toma tÍ León y Astorga, )' arrasa la ci \,,1nd dc 'Santbg:o, re,I,,-

cicmlo la E spab cristinua á los límites que tenia :i medi:tdos del

~ig!n 1'111: Sll l11tima expedición rué la del afIO IOO Z, y-como su ejiÓr·

cito so: sinticm. acometido de la peste, \'I1"h"c lt4cja Córdoba, pero es

derrotado en Calalallazor; poco de'¡lUés mucre en Medinaceli.

1_:1. decadencia del Califato coincide con la mucrte de Alman7.or, y

la hacen :nevitahle tres causas: las uucrras cj,'iles entre berberiscos,

árabes)' esJ:. ... os, la incapaci,J:¡.d de los Califas, )' la pobreza general.

Hixem J l es destronado y repuesto por segunda '·ez; ti. su muerte

pasau por el gobierno 5l1ceS;,'amenlc hasta diez Califas, el último (le

101 cunles, Hixem nT, bllcno r gencn)SO pero irresoluto y ilél.>il, dá

lugar á una revolución que dcclnr;\ disuelto el Calirato ( 1031 ).

A la destrucción del Califato se forman las monarquías de T aifas, y

los Rcino~ moros separados luego, siemlo los principale!l lo.> de Cór-

doba, Sc\'iIIa, Carmona, Granada, Toledo, Zamgoza J Valencia y

Mallorca.

Vencidos cstos I'eq ncflos CSlados por las annas cri~tianas solicitan

la protección de los Almoravidcs, primero, y la de 101 Almohades

después, pueblos a"lbos que condnyeu por apoderarse de la Espafla

musulmana, io'pl'Hltando en la I'enlnsuJa su efímera dominacióo

Reducido el imperio de los Almohades:í Ullly pequenos límites, la

familia ele los llanu· .. \[ ·:\lunar establece en Cr,¡na(l<l un nuevo reino

( 123 1) q"c será el,Uümo baluarte de los musulmanes espafloles duo

raule tres siglos .

En este tiempo oo::upall ellrono veintilln monarcas, el lIltimo de los

cuale,; Mohmnad XI, capitulll con los Reye~ Católicos ( 1492) á los Clla·

les entrega 1:1$ llave¡; de Granada, de5pu~s de un sitio de nueve me-

ses: as! termill<l el pcríodo musnlm,(n cu E spa!\a, que duró 7S1 a!\os .,

LECCIÓN XX II.

Los árabes hicieron progresar la agricul tura espano!:t por motlo 110-

table, completando el sistema de irrigación, rolUr.lDdo terrenos iocultos

Ó abandonador, dese\:ando pantano~, utilizando marismas y poniendo

en condiciones de cultivo muhilud de llanur:lli en lu Ca!;lillas y la

Mancha.

Adem:b de los cultivos tradi cionales explotaron, sobre todo en An-

dalucía, Valencia y Murcia, 1n cnrla de azllcnr, el lUoral, el arroz, el al.

godooero, el plát:1no, la palmera y multitud de vegetal es exóticos.

No adeluuLó mellO, ];0. industria: tan notoria como merecida em. la

fa ma de las a rmas de Toledo, 1;L'l ~edas de Alm~Th, 1('1, encaje! y C~·

l1l1l\pados do.! Málaga, los tafiletes de Córdoba y el azúc:lO' (\~ AJ.¡\.nd"lu,.

El comercio rivaliuba con el de las RepllblicDs italianas y con el

de Dmn~sco, favorecido por nUlUero~os barco~ que hacían dd i\lcdite·

rránw nO mar arábigo.hispano.

L<l que Clractcrizll la C[viliz,\clóll de los :trabes espaflolcs es el buen

guslo l,or la li teratura, l:t$ ciendas y las arles: pO$cyeron llIultitud de

escuelas, bibli<l\ccas, museos y laboratorios, dOllde se culli,-aban las

matem áticas, la astrooomín, la ffsica, la químicA, la medicin~, la fi lo-

sofía, la literatura y la hbtoria.

Entre hs celebridades má, notables dt:..remos It A'-crrocs, Ab enwar,

Albéitllr, AbdaUáh, Alj atib, Almed·cl.Razi, Arib-Sad, AI-Cuthia, Abu-

AlI, Said, Ai~a r Fátima la poetisa.

Córdoba merccló ser lla mad a ,\teo:\s del Occidente, y su ün ivem·

dad, era entonces la má~ rnm :lSl del mundo.

Los primeros monumentos arábigo-hispanos son la Mezquita de Cór-

doba, la Giralda de Sevilla, y la Alhambra de Granada, que repre-

sentan tres periodos distintos d el arte.

El Califa, representante de Dios en la tierra , asumla en su persona

lo~ rod~res ch'Hes, religiosos y militares: un Consejo nombrado por

él mismo estaba encargado de infofllmrle sobre todos los problcmM de

h administración_ GobcrnadoreJI con podere<! omnímodos mandaban en

b s provinci:lS. La ley tenía por hnse ,,\ Corán, única fucnte dc derecho.

Los cristianos y judíos "i"í"1I al aH!p~ro d e las leyes musuhnnnas )"lIIST6RTA DE

I':$PAÑA.

solo pagaban en dinero como tri buto, una capitación: los mllsulman~s

contribuían con ~l diezmo, pero en especie. Unos y otros podían aspi·

rar <\ los cargos públicos.

LECCIÓN XXIU.

La mina de Jerusalén y la dispersión general de los Judíos son los

acontecimientos que sirven de base para calcular la ll egada <l e estas

gentes á Espafia aunque algunos afirman la existencia de colonias i,rae·

litM en la costa de L evante en tiempos anteriores al siglo 11 a. de J. r..

Los testim onios más antiguos solo alcanzan al ano 300 d. de J. C. y

s e refieren al Concilio de Ilibtrri, .

Tran quilos vivieron bajo la dominación "isigoda hasta que los

PP. del Concilio ti! de Toledo los e.~cluycn dc todo cargo p úblico,

les prohiben tener mancebas y les obligan á v¡"ir en las juderías: hlCgO

se dispuso que les fuemn arrebatados sus hijos desde los siete allos, y

Sisebuto, más tarde, extrema contra esta raza los rigores de la pe ro

secuci6n.

Como se afirmara que conspiraban contra el E.tado y con tra el rey,

Egica los conden1 á perpétua esclavitud, con cuyos 1ntccedentcs no es

extra1'io que tomaran parte en In guerra civil contra Rodrigo, ni uun

que facilitasen la in\"a.i6n musulmana en Espan~

Muy vária fué su fortuna en el Califato de C~oha '/ después en las

monarquías de Taifas, pues viéronse elevados unas veces y persegui(\os

otras, aunque siempre odiados de lo s musulm anes por lo mismo que

alcanzaron elevados pu~stos en la gobernaci6ndd E,tado.

Durante la Reconqui,ta mere~ierotl algunas atenciones de los nlo_

narcas cristianos, principalmente de Alfonso VIII, Fernando 111, Al·

fonso X y Pedro 1: en cambio fueron \lUly pen;eg uidos por Enrique 11,

sobre todo eu Valenci a .in qlle fueran bastantes á imped irlo la elocuen·

cia de San Vicente Ferrer y las protestas de la Igles ia.

En el ano 149 2 decretó la Inquisición espuñola la expa1riaciún pero

petua de esta m?,a, seflalándola plra \'erific~rlo el térm ino de cuatro

meses, y seglln cálculos prolmble~ cmigraron entonces de Espailu

160.000 judío s, procedentes casi todo s de las comarcas de Valenda,

León, Zaragoza, Andahlcia y Dadajoz.

Los judíos vivían en barrios separado" carecíuu de libertad política,

•,,-¡¡SUMES.

3' 7

se n:g(an por leye~ especiales, gobernában5e por 5us rabies, solo de.

pendían del rey en todos los asuntos, y contribuían á las cargas p\lbli.

cas con un impuesto directo, ademá~ de los indirectos de carácter ge·

neral.

Muy Ilotables fueron desde el siglo x las escnebs rabínicas de Cór-

doba y Toledo, pudiendo citarse, entre las eminenei~s convertidas al

Cristianismo que de ellas salieron, á Rabí don Santo, Pablo de Santa

María, Alvar Carda, Alonso de CartagClln, Alfonso de nnena, Jerón im o

de Santa Fé, Alonso de la Espina y Jacobo Caminos.

RECONQUISTA CRISTIANA.

LECCIÓN XXI\' .

De 1" dominación mu_, ,,lmana sulo se libraron algunos cspafloles, re-

fugiados Cn las fr"g",i,ildes de la cordillera cantábrica, y los quc alli

fueron huscando asilo desde el interior de la Península, ulvidml'ls l;l.

alltignas dCllominacionc_, cntrc csb. gentes, no se habla en lo suce,iyo ,

más que de c_'pafioles cristbnos y espafiolcs lnl1sull11:mes _

Los in\'~sor~, desdc!\aron nI principio "stc movimicnto de concen-

tración; pero cuando el amir Al·llorr Se inlerna por el l'irinco para con-

I¡UUM en Francia la guerra silnta, enda contra los astul'ianos ti Su

n~rnl Az-Z ... mtih al frente de un ejúcito, con in tcnto de l'cducirlos, y es

derrotado con graves pérdidas en la batalla de CO"~l o nga (718).

Animados con el tri un fo, los cristiauos ,lc Astdri", elijen rey ti Pe-

Jayo, el mismo que lo, h"bía conducido á la ,-ictoria, y así ~ol11ienza la

Reconquista en este territol'i o. Pd al'O r.l1k"{;~ ,lesp"c;; de \\n reinado de

diez y nUeve :tfio., y e, elegido p,lra sllc c(lcrlc su hijo y,wila, el ella l

muere á poco devor.!do por un oso.

La0l'inión un:ioinl e elevó "Itrollo al joven Alfonso 1 (39),I"eci-

samen te cuando la Espafia musulmana ardía en guerras ci,-iles con mo-

tivo del reparto de l~s l[en.,,: así pudo esle rey f.\Vorecer la indepen-

dcncia de Ga licb, y enlr~r vencedor en ,\storga, Leóll, Zamora, Ledcs-

ma y Salamanca _

Fruela 1, su hijo, ocupn el trono a!mi,mo tiempo que Abde-r-R"h _

"e-IIlSTÓRIA !JI; i': SPARA ,

máu 1 fundaba el suyo eu Córdoba: solo se distingue por su mal c.lrác,

ter, lo que hi!o perecicm asesinado,

Iksde el 768 al 791 reinau succsh'amcnle Aurelio, Silo, Mauregalo}'

&rmudo I, llamadO! sin TalÓn usurpadores: nada hicieroll por la Re ,

conquista, Bermudo 1, mM aficionado a la Ig lesia que á la gucrra abdica

la corona en AlfOnSO TI, hijo de Fruela L

LECCIÓN XXV,

Alfonso II (791 ) inaugura su reinado con la victoria de L ulO! conlra

los 1\lu~ulmanes que hablau i¡wadid o el territorio de Astúrias y saqueado

ñ Ol'iedo; y como quisieran estos in fieles tomAr la revancha cn el afta

siguiente, 105 derrot" de uuevo y llega I'enccdor h:uta Lisboa, de C11)'!!.

ciu(\:¡d se apodera ,

A ocho mi11 :J.S lid P,nlr6n se cncontró por este tiempo el ~ep l\lcro del

apóstol Santiago, ~Il un campo desde ent onces llamado c. ... 'ul'us stcUre

ó Compo,lela.

Ramiro I, hijo de lIcrmudo I, tuvo que reprimir :i su p roclamftción

d03 sublevaciones; [ft del conde gallego Nepociano que le disputaba la

corona, )' otra origiuado por las ge ntes de mal vil'ir que abnndabllu en

ASl1lrias con mMivo de las guerras no in terrumpidas.-

L ib re d e csto~ CH i (hdo~ se dirige contra lo s musulman es, pen et ra en

l ~ Rioja, y oL>ticnc ~eTca de Albeld:l \lna brillante "ictoria.

Igual forllma tul'O :11 rechazar la invasión de [os normandos, los

cuales habian desembarcado en Astúrlas y $3 qncado ;i Gijón: emn

estos un pueblu $unguinario y feroz que procedía del Norte de Europa.

Le sucede S'I hijo OrdoflQ I (8,o) , el nedificador de T uy, AslorS"

y León: :1de'llá~ de recobrar á Soria y Salamanca, vence en Clavijo :{

los musulmanes que mnndnba el rcuelfl(10 \>loro MUZ,1.

,\ \["n.o ¡ ¡¡ el Gr., ucle (866) hijo)' hcretlero del ante rior, diri ge sus

armaS "ictorio.!,,! contra 1". infiele". ,i lo. cuales dcs;lloj" de la ribcm

del Du ero, peuctm cn d valle lid Cuadiana y "cnce al enemigo, en·

tre otras, cn las bal,,[I;o.$ de ÓrbiJo, ,\ticnza, Coimbra, lJelorado, Pan·

corbo y Zalllora.

Las suje.tiones del conde de C.~stitta, Nnflo F ernáodez, COII .cuya

hija esta!>::>. ea~a.do, hicieron que sc sublev,lTao contm él su propia es-

posa é bijas y con el f\n de evitar eO\\1plicadones est e gran rey ab dica

-III\SUMr,.S.

319

la corona en la junta de Il ordes, otorgando el territorio de Le6n á

G:m:ra, el de Galida á Ordono, y el de Mllirias:S. Fnu:la: ;v¡í rompi6

en pedazos aquella corooa que con tanta gloria había cenido dnmnte

CU:lrCma y cuatro anos.

LIWCJÓ:'\ XXVI.

La hi$tori~ del reino de Le6n principia con Carda 1 (9 10) el cual

muere 11 los tres :J.r'0~, heredlinuole su herm:mo Ordol\o 11, rey de

G:dida.

01'\101\0 JI illanl:llra su reinado vcnciendo Ii 20.000 musulmane"

'n:~nd ado$ por J\hda, cn Snn l~.l tcban de Gormáz; r COI>IO en el si·

Guiente al\o se dirigieran 10$ infieles contra Na"arra, aUf acude el re y

de Le6n, pero es derrolado en In batalla de Valdejunqucra: la cul pa

(le (,te <Iesastrc cayó sob re 10$ condes de C,,:;tilla, contra Jo.> c¡mles se

ellsana Ordol\o ]l.

Para conmcmorar la victoria de Sa n Esteban de Gormá7. fund" el

rey la Catedral de León, cediendo al efecto su propio palacio, Illltigua

casa de bano., y gimnnsio thlfllnte la do m inaci6n romana.

Fruela I! reune las corou:tll de AShirias, León y Galicia: solo se dis-

tingue por su crueldatl.

Le ·hereda Alfouso IV (925) hijo mayor de Ordoí'l o 11: m,h aficio.

nado á la vida del c1dustro que Ii. la tle los ; campamenlOS, abdica en

su herm ano n :tmiro 11, aunque dCSpll~S quiso en mal hora recobrar

la corona.

Ra miro 1I traspasa la rrontera musulmana y se apodera de Mngcrit;

y como ' ul'iese que Abde·r·R ahmán 111 mareha Ii. Su encuentro, le

presenta batalla cer<:a de Si mancas (938) obteuiendo un:t completa

victoria: el Calira no cnyó l,reso gracias Ii. la agilidad de su caballo.

Ordofto 11 1, su hijo, fué molestndo constantemente por el conde de

Castilla, Fernáu Go ndle~, el cllal pretendía recabar la indel'endeucia

de su territorio, aunque sin resultado: igual conduela siguió con

Sancho T, henll~no y heredero ..lel an terior, con la ..lirercncia de quc

:!hora consigue destronar al rey legítimo y hacer que sea proclamado

OrdoM IV el Malo (958).

Saucho 1 se refugia en l'amplona, desde cuya ciudad marcha á Cór.

doba con dos obj& tos; primero, cnrarse de la cx,csiva gordura que le3'·

liIS"I'ÓklA

»1>

I!srAf\.\.

impelllll basta mOH,r.;e, y segundo, solicitar del Califa rec:uJ'SOli I)am

recobrar su corooa. Y los consiguió limbos, pues restablecido de Su

dolencia, hace Su entrada triunfal en Leóo, dcspué~ de \'cncer á F emán

(;on?:'il~z y al rey intmso. A los siele allos more;.. enventnado.

LlWCJÓN XXVlI.

Ramiro 11 1 es proclamado de menor edad, bajo 1 .. regencia .le dona

Tcres..1, SIL madre y de su tía dona Eh'ira: el primer aclo de las re·

gentes fué rCllom. el tmtado de pa •. con el Califato de Córdoba, pues

los llolJles habían mostrado dcseos de arrebatar á la corolla sus I"in.

dpales prerrogativas.

La conducta alt iva y desdenosa del rey para cOD todos, incluso SIl

nuulre, hiw qne le abanrlonnran poco :i poco los nobles y el clero;

como su vida pril'ada fuese por c>.:tremo pervertida, lo;; gallegos pro·

claman n n~rmudo 11.

El reinado de Bennudo 11 (98 2) coincide con las ramosas campaflos

de Alm:ml0r. ~n 996 AlmaIl10r pasa el Du~ro y se lan..a COlllm los

leoneses, mafando y destruyendo cuanto se le pone al paso; ciudades,

castillos, aldea.'!, monast erios, nada perdona su fiereza. i\lientl'llS que

Uermudo 11 se refugia en Ol'iedo, los musulmanes entran en la eapital

del reino.

Tantas amarguras precipitan la mllcrt~ de! re}' al cual sucede Al·

fonso V, de menor edad (999) bajo la tutela (Iel cOll<le l'II encndo Gon·

lnlcz y la regencia dc su madre dona E1vim.

Muerto Ahnal1zor y debilitado el Califato por la más espantosa de ·

cadencia, Alfonso V, de míl.)'Ór edad, se dedic::! á reedificar lu (les.

truid:u poblaciones y pon er en orden la desconcertada monarquía:

repa!1l las fortificaciones de León, Zamora, Astorga y Coyanza, y rellne

en la Catedrallconesa un Concilio, en el cual se redact::!ron los BuenoS

Fueros ( 1020), primera constitución que ha llclpdo completa hasta

nOliotros.

Continuaba la TC{:onquista bticia Portugal, cuando una ucl::! lanzada

desde Viseo le quita la v(da.

lIennudo nI, que comienza ti rcinar cuando los musulmanes dechl.·

ran abolido el califato de Córdoba, concierta el matrimonio de Sil her·

r

,RESUMEN.

3"

mana dofia Sancha con Garda, conde de Castil1a, para terminar lns

diferencias que scparab;w ambos pueblos.

Pero sucedió que los Ve!" asesinaron ti Garda en León, y con este

lIIotivo el condado de Castilla se incorpoTII al reino de NaVllTTa, pnr

lo cuo l llermud o nI am enaza con la guerra: IRli cosas Se Ilrreglaron

pacJ 6carncnte us,'1ndo ti don Fernando, hijo del rey navarro, con dofia

Saneha, la hemulna del rey leonés, rox:ibiendo ambos esposos en dote

el terri torio de Cutilla, convertido en Reino.

E! territorio de Castilla debió lIanm rse así por las forli6caciones

IC\'antadas en 1<1 llanum, una vez q ue lO!; cristianos descendieron de

las montan" pna. continu:l.r la reconquista: co mo los paises ganados

se entregaban á los más valic ntes ¡mm su conservación y defensa, de

aquí lo. Con(!es, subordinados á un o principal que residía eu

Bnrgos.

Entre los Condes cas\elliUlos que miÚ se distinguieron citartmO!; ti

Nuno Ferntinde ~, cont emp oráneo de Alfonso lll; Fernán Gon~ález,

protector de Ordo no IV; Sancho Garda ( 100S) que promulgó el Fuero

Viejo de Castilla; y Garera, el asesinad o en León por los Velas.

LECCIÓN XXVIII.

Fem~do 1 ( 1037) reun e las coronas de León y Castilh .. , y con él

comienza en ambos reinO!; la dinastía tle Navarra.

Su primer acto ¡lOUtico fue convocar en Coyan~n ( 1050) un Conci-

lio, pn es se había hecho necesaria la s u~titnción de las antiguas leres

por o/ras miÚ conformes COII el progre!!o de los tiempos.

Cunndo se ded icaba :i reorganizar la administración pliblica IU\'O

(Iue guerrear con tra su hermano Garcfa, rey de Navarra, que p retendía

arreb~tar1e el territorio de Castilla: con la batalla de Atapuerc a, cu la

cual mllerc el navarro, termina la campana.

Libre de esta enojosa cnestión, conlim1a la reconquista, ¡lasa el

Duero, entra en Portugal, se apodera de Viseo, Lamego y Coimbra,

recohra á San Esteban de Gormáz, Aguilar y Bcrlanga y tilla los

campos de Guadalajara y Madrid: dUllUés de hac er tributarlos su yos

los reinos de T oledo y Sevilla, emprende el sitio (l e Valencia, haj o

CU)'as mumllM adquiere una grave enfermedad.

•3"

HIS'fÓRIA DE l:SPA«A,

Antes ue morir reparte el reino entre ~us hijos, dejando á Sancho,

el primogénito, Castilla; á Alfonso, León; " Garel", Galicia; el sel'lor[o

de Toro, a dol'la Elvira¡ y el de Zamora, :i dofla Urraea.

Sancho [J d e Castilla no respeta la anterior p:utici6n y se apodera

por la fuerza de la herencia de sus hermanos: duel'lo de los tenito-

rios de León, Galicia y Toro, pone sitio á Zamor:l., mientras que Al·

fauso VI, al cual tenía recluido en Sahagiln, se refugia el! Toledo. 1.:\

traicióu de Bellido Dalfo. cues!:! la vida á Sancho JI bajo los muros

de Z:l.mora, con lo cnal termina esta guerra.

LECCIÓN XXIX.

Cnando Alfonso VI supo en Toledo la muerle de SIL hermano ( 1073)

pacta un trotado de aliam:l. con el rey mOTO Almamún, SU protector, y

viene ñ Le6n paI"ll tomar posesión de esta corona: también los caSH'·

llanos l~ r~conocieron por rey después de la Juro. oe Santa Cad~a.

l'ropllsol e la (órmula del célebre juram euto Rodrigo Ruiz Diaz d~

Vivllr, más conocido por el Cid Campeador, el cual, después de haber

probado su valor en el reinado de Femando 1, con motivo del sitio

de Coimbra, siguió la bandera de S:¡,ncho JI en todas sus campaftas:

bien fuera por esto último, ó bien porque desagradó su altivez :¡,1 rey

en Santa Cadea, es lo cierto qne Alfonso VI lo desterró de Castill:¡"

y que se aprovechó de este destierro para guerrear por cuenta propia

coutra los musulm:.nes y arrebatarles la ciudad de V:.lencia, ¡¡amada

desde eutouces ciudad del Cid. Los Almoravides se apoderan uueva·

mente de ella, y Rodrigo mucre de pesadumbre. La po es ía popular .

ha convertido á este pcrsouagc en un héroe legendario.

Alfonso VI ulle Sil nombre á la conquista de Toledo, de cuya dudad

5e apodera desp\1~s de hJber talado sus campos durante cuatro aftos

consecutivos (t085): 105 mu~ulmanes la habían poseido por espacio de

tres siglos y medio.

Entre las reformas interiores que Alfonso vr ll evó á término se en·

cuentm el cambio del rito gótico por el romano, merced á lns gestion es

del Papa: esta reforma sc hiN contra la opinión del clero y del p\\chlo,

y :i pesar de las pruebas del duelo <Iel fuego.

En el Illtimo decenio del siglo Xl aparecen en Espafta los Almora.

vides, llamados en su socorro por 105 moros de Sevilla: su rey Ají tl'llS'

yRESU~ IEN.

pau la rrontera castellana al frente de un ejercito poderoso, llega hasta

hu mootallas de Cuenca, y á la vista de L""clés ( 11 08) obtieoe una bri·

liante victnria que cuesta la vida á muchbimo; cri$tianos, entre los

cuale¡ se hallaban el infante heredero don Sancho y los Condes qu e le

acon'pailaban en t31] desgraciado combate.

Alligido por este desaSIr<: muere al :l1l0 siguiente Alfonso VI, le·

gando la caralla á su h ija dalla Urraca, ,·i uda. para enlonces y con un

hijo habido en su matrimonio con el conde rrancés R~itllundo de Bar·

I:'0lla.

Ot m hija de Alfon so VI, doll:l Teresa, eontr:ljo matrimonio co n En·

rique de J10rgolla, hermano d e Raimundo, habiendo recibido en dote

el condado de 1'0rtug111 á título de feudo: este es el origen de b. eman-

cipación indirecla del territorio lU5Í1ano, cO ln·ertida más l ~ rde en abo

soluta por la fuerza de los :lcontedmientos.

LECCIÓN XXX.

A la proclamación de dalla Umu;a penetra eo soo de guerra por Cas

tilla el rey de Aragún, Alfonso 1 el Batallador, reclamando esta corona

q\.e deda pertenecerle Ji ¡(¡ulo de varón y pariente del rey dirunto: para

evitar la guerra iC conviQo cas:.rles, matrimonio que dona Urraca a~ptó

con repngnaneia.

Estos e~JlOS05 S~ hicieron incolllpatibl es nI poco tiempo, y como In

reina Ir.l.tara de d¡'·orciarse, es ellcerrada en nll castillo, del cual los

castcllallos b. &aean por la fuerza, y de aqul nnce una I:"uerrn civil que

lrast ornó el rei no durante mu~hos nllo" h~stn que el Concilio de Palen·

cia declnra la nulidal\ del matrimonio.

Los Jlneblos prescinden de dotla Urraca y ¡>Toclamall a su hijo Al·

fonso vn (1 126) cuyo primer acto e. nj ustnr la pat con su padrastro el

rey de Arngón.

l lace luego la guerra contra los musulmanes, invadiendo el territorio

andal uz al frente de un ejército, y desJlu<!s de apoderarse de Calatmva ,

And,tj ur y ll aeza, llega hasta los confines de Almcrla, penetra en le·

rritorio granadino y lleva d espanto á los ;ü'mo"."ides, á la Sll1óll sill

[nenas para contrarrestar sn poder.

J::ngrcido con estos triunfos solicita del PlI.pa el titulo de Emperador,

el cunl se le cOllcedc, $icndo eonsagr~do solemnemcnte ante las Corta

( 11 34) p<>r el Obispo legion~n e.''4

fltSTÓR IA U I

ES U ~A .

Al morir divide el reino entre $11$ hijos,1 dejando :i Sancho, Castill a,

y" F ernando, l~ón.

El único hecho notable en tiClIlPOS de Sucl'lo ITI de Castilla u 1 ..

heroica defensa. de la pl;ua de CaJalm'-a, debida al ,'alor de fray Raj·

mund o, abad de Filero.

E Dlre \115 órdenes milituci creadas en León y: Castilla con mOlivo

de la Reconquista, titaremos la de Alcl\nt.~11l, cuyo objeto era contener

las correrías de Jos musulm anes fronleri1.os; la de Calatrava, que rc-

cuerda la fllmosa defensa citada Rntes; y la de Santiag o, con el fm d e

protejer á 10 $ peregrinos que de toda E uropa acudían á ,' isitar el se·

pulcro del Patrón de las Espallas.

LECOIÓN XXX I.

La minoridad de Al fonso VIIl ( 11 58) fué la más turbulen ta y de,·

graciada de cuantas registra la Historia: q\1i~o ejercer la regencia Fer·

nando JI de León, tío del monarca, pero 10$ castcllanos le «ochann,

coofiándob, á los Castros, por lo cual, ofendidos los Laras, $e apoderan

dtl «oy Y del gobierno empleando la fueru ..

¡¡uoo coo este motivo una guerra civil que se prolonga doce al\05, al

cabo de loscualu, y en vista del general desconcierto, Alfonw VIII se

declara de mayor edad.

Aliado con Alfonso JI de Aragón emprende la Reconquisto. y pone

sitio á la pla>.a de Cuenca, de la cual fie apodera; per(! cuando se prc·

paraba para coolillllsr la campal\¡" supo que los Almohadu :\\":!.nUluan

sobre Castilla y penetraban hasta Alo.n;o$ ( 11 95 ); el choque alli, fué le·

rrible, mas la victoria se declarn por los mu~ulmanes,

E l pueblo explicó esta denota como un c""tigo del cielu, pero Al -

fonso VIII culpo. de eHa al rey de León, Alfonso I X, y de aquí ~ur¡;:e

otra ¡:uerra civ il qne solo termina al saber que los Almohad es voll'Ían ~

cam palla con mlis fncrns, ~IO;/l

Aleccionado con el desc. ... labto de Al:I.rcos, y no bastáodole la aliau l ll

con Ar.tgóo y Na'-arra, ,\Ifonso VIII pide socorro:i los pdocipes cris-

,iaoos de Europa: el Papa publica una Billa de enuada, r ti anobispo

de T oledo recorre Italia, Franci:l y Alemnoia, Y'-Ileh'e al frente de un

ejército de 70.000 hombres. D el cuartel geueral 5-. . Heron :i c."ll1palia

contra los Almoh ll.<l es Alfonso VUI de C",stl11a, Sancho VII de Na~' arra,J'S

I'edro 11 de AragóD, el Seno, de V¡?oca)'a, las Ó rdenes militares, 105 no-

hIn con sus cohortes y hasta algunos municipios COD sus mili ci;t.'l.

,\\ p¡~ de Sierra Morena, junio ni dc~fil~dero del Paso de 1:\ losa 1

en elloga, denominado de las Kav:u, se lIió la batalla de este noml" c

( r21l ), que significa la de~t" definitiva del Islamismo en EspaflH ,

por el quebrantamiento de los reinos musnlman e.i, pe\linsuI9r~s y afr;·

canos ;( la " ez~

Alron~ VIII tiene la glori a de ]mber fun dado en Palencia la pri·

mero Uni .... ·rsidad cspanoJa, al prol';o tiempo que h de haber concedido

rep rcsen12c ión política al Estad o llano en lu Cortes dd Remo.

I.e sucede su hij o Enrique 1, de menor edad, ( 1214) bajo la re-

gencia de dona llerenguela, para entonces di"ordada del 'lile fue Sil

esposo, Alfonso IX de León.

Uro accidente corta la "ida del joven monarca , y b coron:!. p as:!. ;i

la regen te, pero esta senora abdica en Sil hijo Fernando In , de ncuerdo

~on Ia~ Cort~s de Valladoliu,

LI~C C I ÓN XXX II

El rey de León 110 I(.,,'u ;\ bien la reuuDcia que dulla lIcTCllsucJa

hizo de la corona en sn hijo l 'cmundo 11 1, y hasl:l. amenaló con la

guerra: doce Mios despnés moda ,\[{OD SO IX , y aunque en su te>;I~·

menlO declarala herederas ;i SU5 hijas dolla Sancha y d ofla Dulce, lo,

leoneses proclaman al rey de e: .. ¡iU", con lo cual se unen ddoniti,'a.

mente m" bo~ reinos ,

F erna ndo [11 inaugura s\\ reinad o arreb~llndo ti los mUlulmanes In:;

" iu¡] 'hle!l ,l e ,,\lJ(hljar y lIfMtos, clmndo Ak,,' I"ért:z de Castro reeon '

quistaba algunas plazas fronteri~1lS y IJeudr,¡ba i'nprlldente men le en

lo. >lr""l>~le. de Cunlooa.

l.a siCuación de estas tropas era la ll comprometid", que el rey dá

la orden de mar~ha para soeorrerbs y pone .itio:í h ci~¡]"d: fUTmali·

zado el cerco, Córdob" se Tinu" ( 1:lJ6) IÍ. con(li&iu n (1" que sc~n rt.i·

pel~du las yid;o.s y haciendas de Ivs IlJu$:tlml'ucs, duei'los de qued"rse

Ó de nJ~rcbar, ~Ii\ln S:I voluntad.

J .os at~rrado3 cordobeses buscan (.11m cl'p i.,d para ~u mermad"

,J011li!l~dó!l : fué esta la ciu dad de Granada, donde El.:\lhaD1"r filuda.3,6

HISTÓRlA DE ES!'A¡;¡A.

el reino de este nombre, el cual, ",tacado por el Tey de Castilla, Se

dedara feudatario suyo.

Aliado con Jaime 1 de Aragón, Fernando JIl comienza el asedio de

;;e\'illa, el cual dura poco más de un afto: después de yarios conatos

de arreglo, los se,-il1anos se riuden á discreción (1248) , Y en su con·

sC\:uencia abandonan la ciudad m~s de 300.000 musulmanes.

También es ilustre Fernando TU por haber intentado la unidad

legislativa de sus reinos, por la creaci6n de un Cuerpo consulti,·o de

letrados, y por el establecimieato de liD sistema económico que puso

Icrluino á la anarquía tributaria de! país: su nomb re figura en el

catálogo O" los Santos.

LECCIÓN XXXIII.

Alfonso X, qu e le hereda al morir ( 1252) pretende inaugura.r su go-

bierno ll"nlnclo la guerra al }.friea, proyecto que rué de su padre Fer-

uando 111, pero las desavenencia, con Aragón y Navarra hicieron fra-

~a~m.r el pensamiento.

El oh·ido de la guena contra los musulmanes se convirtió en abso-

luto merced á las pretem;iones de este rey á la corOlla de Alemania,

de la cual se crela heredero por Sll madre dolla Beatriz, y sin tener en

cuenta el estado del rdno, encarga de la regencia á su hijo don Fer-

nando el de la Cerda, y emprende \\Ha série de viajes de Alcmauia á

Roma y de Roma á Alemania, pero sin fruto alguno.

Mientras sllcedín esto, el rey de Cranndn, !L\\xiliado Jlor los Benime-

rines, traspasa la Cromen>. cristiana y pone en gr:we apuro:i 1M pobla·

, ion es andaluzas: sale contra ellos el r~getl!e, el cnal fallece repentina-

mente en "ilJalTeal, á tiempo que los ejércitos de vangunrdia eT:tn

\"encidos en JRén.

Todo e~ en h s Jilas cristianas confusiúll y desorde!!, C\lando el in·

f:lll\e don Sancho, hijo segundo del re)", hace retroceder á los ¡m·aso·

r~s hasta las vegas t;ranadicas )" les i"'polle una tr"gua de do~ :l.no~.

En premio de estas \"jc!orils don Sc-ncho es proclamado hered~ro

de la corona por los nol,les y el pueblo, proc!;\flladún que Alfonso X,

r~slitllido á la penínSllla, sanciona en 1a~ Cortes de Segovia, á pesar de

1-< doctrina legal afirmada en las Leye. de ParLida.

Tr~tó el rey ,le remediar e,ta contr~dicciún en IlIs CorLes de Se,in",

I•

kESUI""N.

3'7

y como no pudiera cO!l!eguirlo, propone que de 1;1; ntonarqu{1l se de'"

prenda el territorio de Jaén para entregarlo como pat rimonio ;i los hijos

del difun to don Fernando, ante cuyo proyecto los pueblos le d~laran

inhábil para reinar y estalla la guerra civil.

Reducido á la ciudnd de Sevilla, que [e perm~llcdó fiel, Alfonw X

pide prestados hombres y d inero al rey de lo s nenimerine~> dejando

en prenda la mejor de sus coronas, pero ~¡ y lodo fué '"C!leido: al

morir deja el trono 4 sus nietos los infantes de la Cerda.

La IIisI6rin le apellida el Sábio, y con justicia: dejó escritas, entre

Olr:u cosas menos notabJI!!I, JIU Tablas al{Ollsin:u, la CróniCIl general

de E spnna, el Fuero renl, el Código de las siete I'artidas, y las Cánti-

gas" la Virgen, que le ae«:dit;\n de astrónomo, hÍ$lori:tdor, legislador

y poet~.

['ludéndose superior tí lu preocup~do nes de su época, or(]en6 que

lo~ instrumentos pllblico$ se redact.uan en Romance, con cuya medida

adquiere autoridad legal la Lengua castelbnn,

LECCIÓN XXXIV .

Proclamado Sancho IV el Bra"o (128 4) quiso atraerse b. beDel·o·

lend. de los pueblos parn afianzar un poder que, legalm ellte, era

usurpado, y al erecto emprende la guerrn contro los granadino, tí lo~

cua les obliga á levantar el sitio de Jaln.

l.os nobles se le man ifestaron hostiles al ver que pretendSa robuste·

cer el pod er real ti. costa suya, cuando realmente les debía la corona,

pero no transigió con ellos, ni con sus sobrinos, el mayor de los cua·

les, don Alfonso, habla sido proclam:tdo rey por algunos rebeldes en

Dadajoz, en tanto que el otro, don Juan, le reclamaba la entrega de

Sevilla.

Rebeláro nse los desco ntentos y nombraron jefe á don Juan: San·

cho IV tinge deseos de conciliac;ón y convoca Cortes en Alraro pano

termiOaT las diferencias.

E n estas Cortes empleó el rey un medio sobrodo brusco paro ioli·

midar á los rebeldes, cual rué matar ti. mU:l.dlll al Senor de \,i=y:l.,

jefe de la coojurodón anterior; y lo mismo hubiera hecho con don

Ju:m, su sobrino, ti. no interponerse la reina, dona Maria de Molina:

los nobln se sometieron en prescocia de este c"tigo.3"

III STÓRtA DR J:SPAÑJ\.

T¡-anquilo el reino, organi~a una e~ pc(\idón contra los musulmanes

y $C apodcr:l. ue Tarifa, de euy .. ¡,Iau Dombm jefe á Alonso rc:ru

de Gu~ mán

IU infante don J uan, entre tanto, marcha .1 Afriea, se pone de

a cuerdo con Jos Benimerines y pone sitio por su cuen ta Ii. Tnrifa, el

eu:!.! $;1[0, como se prolongase mucho, le sugiere b diabólica, idea de

l,o ner n Guzmán ~n la ahemaÜI-:¡ de elegir entre rendirse 6 !¡ll.crif,car

:í un hijo suyo, qu e estaha por aca~o con el traidor in fanle: Guzmán

ahoga el ¡:-rilo tlc la san~, tiU hijo per«c degoUado, pero T;r.rifll ,..,

Mlva. D esde entonces se le apcllid:. GUlm:ín el A\\eno.

F ernando IV el Empl azado sncede 6. su padre ( 1295)' de mCDor

edad: la trauquilidad pl1 lJ lica se vio co mprometida en brcI'c por cuatro

banderías, de ellas, dos antidi nlistiCIlJi, ulla capitaneada por Al ronso de

la Ceroa, al cual sosten¡all Jos reyel de Francia, Aragón y N:n'llrra, y

1:1. del inr:lnte don JI1:1n, reconocido Jlor 105 portugue5es como monarc:l

de León, Galicia y 5<:villa.

La nobleUl, que deseaba arrancar al poder real nucI'os privilegios, se

subleva también, y hasta el \'icjo in rante don Enrique logra que b s

Canes de Val1adolhl confirmen su corregencia.

E n medio de tanta dcsdichM, la regente dona 1>brfa de Mali na con·

si¡ue mal1lentr inCólUlne la corona sob re las sien es de su hijo Fe .. -

nMn uo IV, el cual se lo paga obligándola á presentarse más lude en

hu Canes de Medina del Campo, para rendir cuentas de su adluinistlll.-

d6n: c:uo por demás vergonzoso é indigno.

l. a conquista de Algeci ms es el único hecho nota ble de este ·reinado.

Omili11lOS los sucesos rderentes nI emplazamiento de Fernando IV,

qu e tan minuciosamente refiere la Cro nica de don Sebasti:1n, 1'0'

creerlos (;I.bulosos: el rey muri6 casi rcpentin:l.lnente, y le hereda ~\'

hijo Alfonso XI, que con taría poco más de un ano.

LECCiÓN XXXV.

A la proclamaci6n de Alronso XI ( 1312) se orgnniza un Consejo

d e regend;l. compuesto de do n" María de Malina, don a ConSlanzil. y

los Inr,lDtcs don Pedro y don Juan: las Cortes de I':!.l encia IlItiliean 1:\

elecci6 n y disponen que los pueblos obedezcan :1 los regen tei, juntos

ti sepamdamente.3'9

RESUMEN.

Muertos los infantes, y después las reinas abuela y madre, se in-

cautan del gobierno don Juan Manuel, nieto de Fernando 1II, y don

Juan el Jorobado, hijo del traidor de Tarifa: tan mallo hicieron éstos,

qu e Jos regidores de Valladolid se apresuran á declarar la mayor edad

del rey " los catorce aftos, no cumplidos.

l~ esistieron los regentes la dimisión de sus cargos, y con el lin de

tratar de un arreglo los convoca Alfonso XI para Toro, donde solo

:lcude don JU:ln, que es muerlo á mazadas. Cas6sc el rey con una hij'l

de don Juan Manuel, creyendo por este medio atraerle, pero no 10

consigue, y entonces, repudia :i su prima y contrae matrimonio con dofla

lIlarla de Portugal, originándose nna gtlcrra civil esc"andalosa, de la

cu~l se aprovecharon los musulmanes par" apoderarse de Gibraltar.

La conducta escandalosa del rey con uofla Leonor de Guzmán, Su

amiga, le crearon un conflicto con Portugal, que solo tennina en vista

<1el peligro que á todos am enazaba.

Proced!a este peligro del África, donde los Benimerines hablan or-

ganizado una formidable in\":lsión: BCÍ"timerines y granadinos, puestos

d e acu~rdo, sitian á T~rifa,. que estaba próxima á capitular, cuando

las tropas d e Castilla, Portugal y Arag6n caen sobre el enemigo tÍ

orillas del Salado, y 10 derrotan. Tarifa se salva, AIgeciras se recobra,

1 Alfonso XI pone sitio á Gibraltar, bajo cuyos mUrOS fallece, atacado

de la peste.

Hereda el trono su hijo Pedro r (1350), que contaba quince ailos: se

había educado en Sc\"illa al lado de su madre y sio apenas conocer á

SIl padre.

Su primera determinación fué encarcelar á la Guzmán: la amiga de

Alfonso Xl es asesinada en Talavera de orden de la reina madre.

Para rendir homenaje á la so l>eran!a de la nación, reune don Pedro

Corles en Valladolid, en las cuales demuestra su amor al pueblo, entre

otras cosas, promulgando el Ordenamiento de menestrales ó reglamen-

taci6n del trabajo en los gremios, y la ley de persecución contra lo~

malhechores.

De estas ~tenciones vino á distraerle la sublevación del bastardo

<1on Enrique cn Astú,i"., al cual perdona dcspués de haberle ,·cncido.

Contrajo matrimonio cOn dona Blanca, Ii cuya senora abandona á

Jos pocos días para vivir ptíblicamente cOn la Padilla, su amiga,

tomando los noblcs pretexto de cste hecho para engaflaT al rey y

prenderle en la dudad de Toro: al recobrar su libertad castigó:í los

'3

•33'

lUS1'ÓIl.IA DII. J¡SPA¡:¡ ....

rehelUes, enlre 105 cuales se hallaba don Fadrique, airo hcnnallO $uyo,

bastardo.

Don E nrique, apoyado por los nobles desconten t05, se subleva de

nuevo, y despm:s de la batalla de Nájcr!l., donde venció don t'edro,

viene este monarca á sucumbir en los campos de /IIaDllel, asesinado por

su propio rival : don Enrique es proclamado rey en premio de este as c-

sinato.

LECCIÓN XXXVI.

COIl la prodlllnación de Enrique II ( 1369) principia en León y

r::Ulilla una dioastla bastarda, en perjuicio tic 1:tS hijas de don r edro:

que ni la momlidad ni la jllstieia habl¡m sido el móvil de las ¡:uerras

civiles anteriores se demuutra ~abi~ndo que Enrique n castigó .con

crueldad á 10$ partidarios de ~ll rival, y que lul'O hasta trece hijos

bastardos de siete di,,¡tintas fa,·oritas.

Toda la poHtica de este monarca, nI cu>tl. han dado eelebrillad $1lS

mercedes enriquefia~, se redujo á consentir que lo~ nobles usurparan

las atribncionu y rentas de la corona.

Ni di,frutó tranqlülo de su crimen, pues tUI'O que sost~ner l'ari:t.S

guerras, entre cUas, la de l'ortugal, cuyo rey dedil. tener derecho á la

corona por SI' parentesco con el rey difunto; la dcl inglés, duque de

Laneastcr, casado con la hija m:lror de don Pedro; r la de Nal'nrra,

p~1T una cuestión de limites.

Enrique TI mucre de una enfenned!l.d rápida, y le sucede ~u hijo

Juan 1 ( 1379), cl cllal, "imlo lilas pocos afios de reinado, contrajo ,na'

Irimonio con dalla Bealriz dc Portngal.

Como los portugueses no quisieran a\"cntnrule á perder su inde·

pendencia por la snma probable dc ambas coronll.'l, convinieron en

que muricndo su rey le heredaría dofia Deatriz, aunque reservlindose á

la viuda el gobierno del Estado, hastll. que !l.queHa tuviese tlU hijo

maror de c!l.lorce allos.

Falleció el monarca portugué.~ á los pocos meses de celebrarse la

boda, y aunque JU9.0 1 reclama los derechos de su esposa, los 09.tnra·

les de aquel reiuo proclalll!l.n al Maestre de Avis: en la ¡:-uerra que COIl

eite motivo «t/llla soo I'cllcidos los castellanos ell la ba talla de Al·

jub~rrota, confirmándose la independencia de Portugn.l.•

33'

Con objeto de ultimar las diferencias con el duque de L nllcaslcr lit

concertaron las bodas cntre dorlu Catalina, hija del inglés, y el infante

don Enrique, adjudicándose :í estos e~po$os e1título de Principes ,le

Astllrias, que d«de entonces 11evan en Castilla los herederos de la

oorona.

El bucn sentido poHtico de JuaD I le hizo inclinarse del Jada del

Estado llano, en oposici6n á la abSorbente nobler.a: al erecto reune

Cortes en lIurgos, Palencia, Briúesca y Sc¡¡o.·iu, yen ellas $e aCllcrdrt,

entre otras cosas, que los pleitos entre los nobles ye l puchio hahían

de incoarse :tute lo. jucees del Fuero ordinario.

Enriqnc 111 ( 1390) fué apellidado el Doliente á causa de Sil naturnl

enfermizo y d4!bil; 'Sil minorid,,<I, tan borntSco!la como todas, termina

á los tres aflos. Procuro aliviar el estado afli<:ti\"o de los pueblos, )' el

más lastimoso todavfa del poder «:al, anulnndo la~ mcrcedes enrio

queftas y In$ intntsiones de los noble, : le sucede su hijo Juan IT,

también de menor edad.

LECCIÓN XXXViI.

La reina madre, dalla Catalin:l y e] inf;mte don Fernando, tio de

Juan II ( 1406) se encargan de la regencia durante la menor edad de

este monnr.;a.

Deseando los noble$ captanc la bcne"olcllci:l del regente le instnu

para que se proclame rey, pero el infante .Ilesoye estas prctcnsioucs:

para distra.cr á los magnMes empreude la_guerra contra 105 musulma.

nes, ti los cuales conqnista la plv;a de Anleqnera.

Llamado IlOr la "oluntad de los pueblos ti cenirse la corona de

"\ragón, abandona don Femando la regencia de Castilla: .Ylln dona

Catalina al frente del gobierno, dá lugar ti unn série de turbulencias

que terminan eunndo las Corles de Madrid declaran al rey de mayor

edad .

lIltis nr.donado Juan II á 10$ estudios literarios y á J:¡ cau. que i

los cuidado3 del gobierno, se cntrega por completo ti don Ah'aro d"

LUD"-, su '''!ligo particnlar desd" la infancia: don Ah'aro es la fi¡:-ura

más Dolal,l" de Castilla en "sle tiemp·o.

Tanto di~b"lsló eD la corte la pri\":un a de <lOD Alvaro, qu" ]01; no·

l.t11!S se alre"cn i prender al r...y y le ~uuducen i Talavera, de dond"•

33'

HISTÓRIA DE ESPANA.

consigue fugarse con el favorito, al cual tiene por fin que desterrar,

aunque pasados algunos meses yuelve á llamarle á su b.da. Don Al·

varo, para. llamar la atención de sus enem igos hácia otro lado, em-

prende la guerra contra los musulmanes y obtiene In victor;:l de la

H igueruela, siendo de lamentar que los nobles DO quisieran continuar

la campana hasta si tiar á Granada.

Nuevas agitaciones interiores cons iguen el destierro dd favorito

hasta por dos veces, y como el rey le llamase de nuevo, estall a una

guerra civil que termina en la hatalla de Olmedo con la derrota de

10$ rebeldes, entre los cuales se hallaba el príncipe de Asllírias, dOIl

Enrique.

Cre y6 don Alvaro robustecer su privan.a ca.ando al Tey, ya viudo,

eÓn la infanta dofta Isabel de l'ortugal, pcro la nue":! reina se p~sa

al partido de la nobleza, y en el mismo pal~cio se tr~llIa una conspi-

ración de cuyas resultas e1 favorito es preso y decapitado. Los rcycs,

cuando comprelldieron el mal que habían hecho, no tardaron cn s'e·

guirle al sep ulcro, dcvorados por el n:mord imiento.

LECCIÓN XXXVIlI.

Enrique IV el Impotente, que sucede 6. su padn: (1 454) dispon e

una expedición contra Granada, obligado por la opinión de los pue-

blos, pero sn cobardía le hace esquivar el peligro y terminar la gne-

rra sin haberla comenzado,

Prevalida la nobleza del carácter débi l del monarca, sus exigencias

no conocierOIl límite; y era tal el estado del re ino entonccs, que las

provincias ard laD en guerras feudales, los pueblos tellían que ddeo-

dene en ~orma de hermandades, y hasta se daban Casos de secuestros,

cuyas víctimas TescO

ataban las familias por dinero.

Declarado nu lo Sil primer matrimonio contrajo el rey nue"o cnl",ce

con la illfanta doña Juana, de la cual tnvo una nina apellidada la

Beltraneja por sllponér.iela hija de don Bdtrán de. la Cueva, mayor-

domo de palacio.

La Bcltraneja fué jurada princesa de AstúTias, pero no queriendo

reconocerla como tal los nobles, se sublevan contra el rey y le hacen

declarar heredero del trono al infante don Alfonso: aunqne alTepen-333

lido luego quiere desdedrse, es dedarado inhábil para continuar a\

frente de] gobierno en la vergonzosa jllutu de

Indignados Jos pueblos al "C1 que cab sobre toJos la deshonra del

monar<;a, le obligan á casligar por b. fuerza á los promovedure~ <le

las csccna.'1 de Avil", y en los campos ue Olmedo se di UIl" batalla

en la cual ambos contendientes se atribuyeron la ,·ktori".

Muerto el infmlte don Alfonso los noble~ ofrecen la corona :í dofta

Isabel, para entonces casada con don Fernando de Arag6n , en tonces

luvo lugar un suceso solo crdl>le en Enrique IV, y rué que puestos de

acuerdo los nobles paTa transigir las pasad,,~ diferencias, si el re)' re·

conod:.. á dona Tsabd COU10 heredera del trono, se avistan ambos her-

m:mos en Guisando (1468), y así queda convenido.

A la muerte de Enrique IV es procl.unada reina doila IsaGel ( 1474),

pues aunque la Beltrancja alegó sus derechos á la cor<>na fnnuúudose

en ~ I testamento de su padre, después de cinco ailos de gllerrOl ci"il se

ret ira á uu cOIl"ento, donde mnere.

"",,¡la.

LECCIÓN XXXIX.

Refi ere Ilna anlígua tradición que i principios del si¡;IO VI![ se e~ta·

bleció eu el monte Uruel un ermitaño llamado Juan, el cual funda un

peque!'io ~antuario bajo la advocación de su propio nombre: es te es el

origeu del monasterio de San Juan de la Pena, base de la Reconquista

cristiana en las asperezas del Pirineo central.

Convirtióse aquel santo varón en Providencia de la comarea, y con

motivo de su muerte se reunieron Gajo las bóvedas del templo mnehí·

,imas gentes, vcnidas de partes dive:-sas para rendirle el ¡jJtimo tributo;

y fueron tautas, que como llegase hasta el las el eco de las "ietorias

obteuidas por los cristianos de Astllria" decidieron unirse para como

batir al ionsor. las campanas se inauguran en bTe,·c, y así comie n~a

el reino de Sobrarbe, origen de la monarquía n:l.Varro-ar:>.¡;onesa.

No sabemos si los primeros nombres de jdes que se citan pertene-

cieron :i reyes Ó :i condes, pero en cambio aparece indudable la re-

dacción dd Fuero de Sobraruc, el cual reve la 1" existencia de \lila

patria independiente.

Dtsde I!'iigo Arista hasta Sancho Carees (734'980) transcurre un

p edodo del que nada conocemos, habiendo~e conservildo por trad i·

,334

ci6n, solo algunos nomore5, como 105 de Garda Gim~nez, l'orlún Gar-

cés, Jim enn III.¡gue~ )' otros.

Sancho G~r<:~s el Abarca se batió en unión de Ordollo H en Val-

dcjull'luera COIlIr:l 1:11 tropas de Alode-r-Rahmán 111, y fué derrotado:

los infieles ponen cereo :i Pamplona. A pesar de esta derrota $e apo-

dera luego de Monjardín, i\ájera, Dec~ri:l y Calaturra, con lo cud di.

lata grandemente los limites de su mOLlarqu(a.

Sancho 111 (1000) merece el calific ~tivo de Grande ]lor habl'r con-

quistado :i 105 musulm:mcs extensos territorios: a\lcmis de internarse

en territorio frllllci!$, donde adquiere OU"I'05 dominios, hereda el con-

dado de Castilla Ii caUlla de Sil matrimonio con la hermao:l del conde

doo C arda, ascsin;\do por los Velas.

Su mejor li11lb~ de gloria es la promulgación del Fuero municipal

de Nájerd, bue de I~ Ic;:islación fornl n:\Vi\rro-~rng-onesa.

Al morir divide ti reino entre sus hijo.~, dejllnllo á Carda, N¡¡xn-

rra; á Fernando, Castilla; ú Rnmiro, Aru¡:(¡n¡ y á Gonzalo, 105, conll;l'

dos lI e Sobrarbe y Riba¡:orza: este up~rto coincide con la destrucción

<le! Califato de Córdoba.

Garda IV ( I038) i.lll.,.de las tieITll5 de Castilla para apOderarse de

este reino á pretexto de primogenitura, y es derrotado y muerto en 10li

campos de Atapuer<:a,

Sancho IV que hace tributario suyo al rey moro de Zaragoza, muere

;\ mano, del hll"tardo don Ramón, Jaudo lo~ navarros entonce~ ( 1016)

un", prueba lIe su huen ~enlido mor"I, orreciendo la corona nI rey

de Arng-ón, Sancho Ram[re1., co n lo clIal!;C ~lImau otr ... vez amhos

e~l.~óos,

LECCIÓN Xl.,

L ... hisl6ria <le N'l.\'arra se cn¡;loba en 1:( de Am¡;élil ,lesdc 1076

11]4' :11 ... 'llnerte de ,\Ironso [ti Ilatallador, arl¡;OneSC5 }' 11:(,

"arros, reuuidos en Hurja para Ilom[,r:tr rey, 110 pued en coneertar.e, r

<.'n tanto que [o~ primeros cI¡~n ;i Ramiro, lo~ segundo_' proc!alllMI Ji

G;vcía Ramírez IV.

Garda R:l.lniru IV, el I{~staurndur de la I'ahia, no hito máJ que

luchar contra Ramón Derenguer V, rey de Anl¡:6n y eou<lc deJ)aree

J¡;LSla

o

•1I.ESU~ I ES.

335

lona, el cual pretendía sum:u' i:J. Navarra ti. su monarqllía: también sos·

h1\"O una guerra contra Alfonso VII de León y ClIslilla.

Su hijo Sancho VI el S:ibio (liSO) lermina l:u diferencias con

Aragón: amante de la pu, se declaró protector de las artes, letras y

ciencias, la prudencia y la justicia fueron las bases de Su paternal go,

bierno, por sus obrl\S de caridad le llamaron Plldre de los pobres, di~·

minuyó lo~ impuestos, org:mi~ó b. administración, y publicó una colee·

ción mny notahl e de leyes.

Sancho VII (1 194) mereció que los lllleblo.~ diger~n de él que em el

mejor rey d e cu~ntO$ hn!;llIn ocupado el trono: tomó una parte bri·

liante en la batalla de la Navas.

Continuador de 111 obm comenzada por su plldre, redactó leyes pro·

tectores de los intereses morales y m:lterilllcs del reino, concedió algunos

fu eros, y limpió el país de la multi tud de foragidos que lo infestaban.

Atacado de una enfermedad canceros.1 y hallándose sin sucesión,

convino de acuerdo con el pueblo en designar por heredero i Jaime 1

de ,\ra¡:-ón, estipu1ándo~e que si éste lIlona sin hijos, ceTIiría Il.mbu

coronas Teobaldo de Cham¡>ai\a: al fallecer Sancho VII á lo~ seis

meses, los ua"arros $upliCóln á don Jaime haga caso omiso del anterior

convenio, y pTocl~m:m á Tcobaldo T.

Teobaldo 1 ( 1234) desconocedor de la histó r:n, carieter, usos y coso

tumbres de Navarm, promueve algunos conflictos al interpretar los

fueros, y en su vista $e acuerda el ordenamiento y compilación de b $

:mtiguas le)'e~. Tomó patte en las Cruzadas.

Enrique I, su hijo y sucesor, se vi6 ol.>li¡pdo á conceder á los Hu!.! es

exhorbitantc:! privilegios, en perjuicio de la autoridad real.

A ~II muert~ dejaba una hija de dos aftos, Juana I ( 1274) puesl.1 por

~u madre bajo la protección del rey de Francia, el cual la despo.>a ,

andando el ti empo, con su hijo Felipe IV el Hermoso: Navarra se con·

vierte en provincia de la monarquía franees:!. hast;!. el '322, es decir,

durante 28 años.

Declarada rein a de NaYnrmJuana 11, casadn con el cond e de E\"I"eux,

adquiere de llUevo este territorio su independencia; solo dos monarca~

produjo b nuel'a dinastCa, 0lrl05 11 el Malo y CarIo!! lH el Noble.

CUlllldo regulariuda b administración, en pu el reiuo, respetada

NR~arrJ. en el exterior y contentos los pueblos bajo el paternal go-

bierno de Carlos lU, fallece el monarca (14 15) dejando 11 s~ hija dona

nJanca c:uada con el infante de Aragón, doa JU:l.n.lflST6RIA DE ESPARA.

LECCIÓN XLI.

Ju~n I implanta en Na"arra la Cua de Aragón, que habrá de go·

bcrnarla hasta Su conquista por Fernando el Católico.

Aclh'o y emprendedor, intervino Juan 1 en los negocios de Castilla

cOIítra don Alvaro de Luna, y en Italia contra los príncipes que dispu·

taban la corona de Nápoles á su hermano el rey de Amgón: como en

amhas cmprcs..1s se gastabau grandes sumas y pcnnanecicsc ausente del

reino mucho tien,po, los navarros le manifiestan su descontento, aunque

sin resultado alguno.

Así la. cosas, muere la rcina dejando b corona á su hijo el príncipe

{le Viana, don Carlos, y en defecto de este á sn otra hija doria DIanca,

advirtiéndoles que no se titularan reyes hasta el fallel:Ímiento de su

padre.

'

De carácter áspero y violento, Juan 1 aparece en oposición eOllstante

con el bondadoso prfncipe de Vialla, oposición fomentada más tarde

por dofla Juana Enrlqucz, con la cual el rey se casa á poco de quedar

viudo.

Se necesitaba un pretexto que justificlll":l ante la opiniólI el rompi.

miento entre el padre y el hijo, y vino á servir como tal la pa;. ajustada

por daD Carlos con CllSlilIa, paz que Juan f desaprueba, enviando Ii

Navarra :tIa reilla para aconsejar ni príncipe: pronto se formaron dos

partidos enemigos, el de Jo. Agramonteses ó defensores de Juan 1 y

el de los Beamonteses 6 dd príncipe, partidos que concluyen por ha·

cer5e la guerra.

Denotado don Carlos, quiso el rey uesheredarle ante las Cortes, pero

los procuradores 110 ocultau sus simpatías por aquél y el proyecto no

se realiza.

Así y todo, Juan 1 dedill":l heredera del trono á do!!a Leonor, ¡muida

en su segundo matrimonio, pero como quisiera que las Cortes de Bar·

eelonll ratificaran este acuerdo, los catalanes se sublevan, la subleya-

ción cunde por Amg6n y Na'·arra y don Carlos es jurado heredero de

iil.! padre.

Don Carlos y dol'la Blallca murieron envenenados, unO de.pués ue

otro, y como la opinión p\\blica acusara al padre de amb,u muertes,

lo~ catalanes dec1llran :l: Juan 1 .,. :l: su hijo el infante dOIl FerllandoUSUMEN.

337

enemigos ,le la 1':'itria, y proclaman rey , ReaMo de Anjou, protegi.

dos por Luis XI de Francia.

Vencidos en la guerra obtienen una decorosa c;¡pitulación.

Al Illorir Juan 1 ( 1474) le sucede su hij a dona Leonor, que ralltce al

mes siguie nte y trasmite la corooa á su nieto F rancisco Febo, de III

Casa de Foix: á los dos allO!; es proclamada reina la hcnn:lna de ute

11lt im o, dolia Clltalin:t, casada con JII:tn Albrit, \l ltimos; soberanos de

N:tvarra independien te, pues Fernando V conquista este rcino y lo "i'"c'

/ia á sus estlldol de Aragón y Cat'llnfirl.

LECCIÓN XLII,

La historia particular de Arag61l com;ena con Ramiro I ( 1035) el

cual agrega por herene;ll, á la mllerle de ~u hermano don Gonzaln, 105

eond:tdos de Sobrarbe y Ribagona.

Continuando b. Reconquista penetra en el país musul mán, <lerrota ú

estos infieles en várias ba tall as, y hace trihutarios suyos :'i los reyes de

HUI:SCa , Zangau y Tudela: despu6 de una Ir~a, que aprovecha

pan reunir el Concilio de Jaca, prosigue la guerra, pero muere al

atacar :'i Grn.us.

Sancho Ramíret, ~u hijo, se apodera de Grans, llarba"tro, Uolea y

Monzón, y encuentra muerte gloriosa bajo los muro" de Huesca, :í cuya

dudad había puesto sitio.

A Sancho R:tmírez se atribuye la primera compilaci6n del Fuero de

Sobrarbe.

Pedro I ( 1094) cumple la palabra empe/l.Rda 6. Sil pa<lrc nloribundo

y entra en Hue5C:l después de la bri!! ante joruada de Alcorac.

Le sucede Alfonso I el Batallor, cuya época gloriosa principia de., ·

pués que el Concilio <le Palencia dcclara nulo ~u matrimonio con doih

Urraca, rein a de León y Cas tilla.

Emprendedor e incansable en el ejercicio de las armas, Se buu.

co nln los lDu5uhnanes á los cuales lUTtb:tb. l:u pohl:tcione5 de Alm\!·

devar, Roble5, Gurrea, y T udela, que le deja n el paso franco hasln

Zangor.:l, de cuya ciuda.d se apodera para conl'erlirla en c~pital de

:tquella monarquía: sin deica.nur ""penas, conquista lllego i Borja,

Ala¡¡ón y Taruona.

"

•HlST6RIA DE p.SrA~A.

:\1~lIto n lo. cuidados del gobicrno otorga i 10$ pueblos multi tud de

inmunidades y rranqnicias, pero .ldem:U (le C!<to llc"a á efecto por en·

tonces una empresa vcrdader.unente admirable, cual fué la de recorrer

Iriunfaule los territorios de GrnIlada, Córdoba )' Jaén, I)ara volver "

Zara~a aeompai\ado de diez mil ramilia.~ rnud:rnbcs que le debían su

Libertad y su vida.

Muerto en el sitio de Fraga, los nrngoneses proclaman á su hemlano

Ramiro 11 cllllonje (t I33 ), mientras que los N:I. ... 'UTO~ eligen rey de

su pail en I'amplon:l. ,í: Gard:l. Ram[rez IV.

M:l.l :l.'·cuido Rami ro II con I:l. vida corteS:1.na contrajo matrimonio

eon dona Iné$ dc roilius pan, :tS('gurarse un heredero, y :ul que le

tiene, C:l&.'l;'\ su hija Pelronila, u¡fia de uos aftas, con Ramón Beren.

guer V, conde de Barcelona, y abdica en eslo~ esposos.

A ate re¡n:1.do corresponde la tradiciún llamad ... de la Campana de

I [UCOC:l, la cllal se a ... iene muy mal con el c:1.clcter atribuido ]lar l o~

historiadores i Ramiro [1.

LECCIÓN XLII I.

Con Alfonso 11 ( tI62 ) que de su padre hereda el cond .. do de ¡hree·

lona y de sn m:l.dre el reino de Arngón, principia la historia nnida de

:J.mllos territ orios: tnlllbi~n agregn 4 su corona el <;ondado de Proven",

:¡ la nmert e ,le su hemlano.

Sil hijo Pedro TI el Calf,lieo ( 1 (96) le hcrcua al morir, d cual, I!uiadll

por .. 1 ~nli mienlo relig¡oso pasó i noma é hizo feuualarios ,le la

S~nli' Sede lo_~ reinos tle l\r,¡gón y Call1.lurla, :ulIlque sin eo,,~guirlo

.. " Jefin¡tiva I~r la oJloiición de lo~ pueblos.

T omó parte hrillamfsima eu la b:\t~lla de In.~ Navas.

AI:l.Cauo3 sus ".1,:1.110. 10, albi¡::cn.'lCs por cansa de herej(a, march a en

w ucfell~a y CntlleUlra la IIlUCrl~ en l:l !Jalalla de Muret, donde cae

prisionel'O ~ll hijo don Jaimc.

»ormscosa fué la minoridad Je J nime I el Conquistador, pues lueRo

(Iue se \'ió el rey libre de Simón de Monron, el malador de su padre, lo

cncierran en el cut LUo de Monlón bajo la custodia de los Caballeros

templarios, mientras que los ¡"rautn do " Fernando y don Sancho 'o·

beTllnb:1Il el reino :¡ su anlojo.

De m~yor oda.1 '¡Oll Jaime, orlfluita una estuadr:1. :i TueRO de los ca·33')

talanes, se dirige :.1 arehipiéla¡:-o balear, e~lr,il. en la ci ml ao.! de Palm ~.

y se apodera de las islas de l bita, Menorca y Formentera: á su vuelta

continúa la guerra en la península y rcconqui5ta las p lazas de re ilíscol~

y More"a, y!u ciudades de Valencia r Mu rcia .

A su tllulo de Couquistador IIl1e los de legislador y Iiteralo: en cuanto

;1, lo primero, reuni ó las Cones de Huesca para refundir en un so lo Coj·

digo lodu las d isposiciolles, r"eros y aC11enl os ]JOr las eualCJI.., gober.

naba el rei~o,}' 1:11 cuanto :i lo segu11do, protegi" á 105 d bios, r"n,ló

escuelu y escri bió además de .. lllullas poes[as, una crónit .. (le Sil rci·

liAdo.

Co rno crj~t¡ano pasa por modelo de piedad, plles fUII.lú lem pl Of;, >oC

mostró ~c1050 de la pUre?A'l. de la fé, pr:lelic6 las "¡rtudes eu gmu(¡

hcr6ko, y fue tolerailte con Jos judíos pro~cr itos.

Al nlonr ( 1l¡6) divide el reiuo legando á Pedro 111 el Grande 1".

territorios de Aragúu, CataJuna, Valencia, Ro¡;c1 lón, MOn! pe llcr r 1'e<

Ilolledas, y :i Ja imc 11 la eoroua de M.:llloreR.

l'edro In acepta la iuvitación tic los sicilianos par~ apoderan;e de Su

isla; se diri ge Mela Me.iDa donde oerrQla al ejército auge,·iDo, 1I11e,,<

Ira.> tenían lugar en Palermo lu famosas Vísperas sicilialla~, yagreb"tl

la hermo. a Sicilia :i la corona de Ar~g6n.

U papa Martino IV Jo excomu lga á causa de la posesión de Sieili".

y nombra rey de "r~gún al hijo del rey de Francia , los fraueese$ pcne·

tr:1I1 por el Rosellón y llegan hasta Gerona , pero auuqu e los en emigo.

eran mncho~, r edro ITI los derrota en ~an Fdln de GlIi.~ols y en el Co·

liado uc ¡"'s l'alli tas, poniendo término brillanle á esla guerr:l.

Como los pueblos ~e quejar~n de ~n p<:tCo respelo a la constituci':lII de

lo~ reiuO>l, oC viú obl igado á otor¡.:arles el \'rhilegio geu eml, conf'rT"'"

eiúlI uc los ailtiguus rncro~ é i"lllulIidaocs.

LEOClÓN XLIV,

.\Ifonso m (128s) quiso anu!:lr el Pri vilegio geoeral, que cr~ia de·

l'resim I,ara ~u autoridad, y en las Cortes de Tarragona, nO solo con·

fi rmoj ú le sino 'lue otorgó el de la Unión , más irritante todavía ell con

cel' to "Uro.

E ",comul¡:-ado por la posesióu de Sidli a, renunció sus o.!cm:ho$ sobre

esta isla en el cooveoio de T an scún. incumplimenta do :i causa lIe su

muerte.I.e hereda su hermano Jaime 11 de Sicilia, el cual termina w la pat

Je Aguau; las difereocias eOIl el Pontí fice; pero fué el (:aSO que los

Siciliall05 I'rocJa'naron rey á don Yadrique, henna.no del aTllgoné!i, y

que aun cuando luchann contra ellos ambos sObeDnO¡, consiguen

afianzar Sn independencia: la gnerra terminó casando ñ don Fadriq ue

~on un:!. hij:l del rey angevino de Nápoles, CII)'O matri monio suma ba los

derechO!! de las f:J.mi lias.

A poco de estos ~lIcesos tuvo lu¡::ar la ramosa exped ició n á Levante

U<! 105 cuatro mil catalanes y aragoneses mand ados por Roger de t· Jor,

los cllalt$, después \1" "eneer 6. los turCO!, dejaron en Constantinopla

indeleble el n:cuerdo de la VenJ}'lnza Catalana .

.... lfoniO IV el Benigno ( 1327) m:lIltuvo en el ex terior una gutrr:l

contm 105 ¡::~nove ses que le dis¡>utaban la sobera~ía sob re ' Cerde ~u, y

di61ugar con Sil conducta, ell el interior, al motín de Val enda dirigido

por el tejedor Guillén de Vinatea .

.... su Ulucne ocupa el trono Pedro IV el Ceremonioso ( 1336), fr ío,

taciturnn 'j c;¡;\cul;¡;dor.

Com prendiendo que la nob\eu. pretend/a ;¡;nular el poder real, tOn·

tra los Dobles dirigió siempre los certeros gol pes d e su polítie;¡;, hasta

urutal alg unas Yece~ : cornelltÓ su reinarto arrebatando !;¡; coromL de

Mall orca ñ su hermallo don Jaime.

Como las leyes excluíau del trono :i las hembras, y el rey 5010 tuvie$e

una hija, dolla Constanza, se em pella en decl~r:lTl a heredera, )' lo hace

de I'roJli~ autoridad, originaudo el imponen te levantamiento de la

Un ión. No pudiendo, m:is tarde, conseguir la legalización de su acue rdo

en 1"", cortes de ZaTllJ:Dza, apela á b ¡:uemo. civil, terminada en la bao

talla de Epita con la victoria de las tropas reales.

A poco de este ~\\ CCSO nada el illfante don Juan, el cual reiua á la

muerte de su padre, sucediéndole Martín 1 el H umano.

En el famo"" Com promiso de Caspe, presidido por San Vicente

Ferrt:r, ~c arljlldic~ la corona :1. Don F ernando el de Anlequera, que

reina con e! nombre de Fernando 1: el único hecho notable de este rei.

nado es la tcrmillaclón del Cisma de Occidente, promo"ido por el papa

Luna.

AlfouS(l V el Magu:(llimo ( t416) dispeu~ó g ran protección:i 105 aro

li~tas. litCTlltos)' sáb ios, lo mismo 'lile á los hombre ~ de ya!er 'I ne se

acogieron eu su reino cuando Constantinopla fué conqu istada por 105

lun:os.

Designado como here dero pnr Juana 1I, rei na de Nápoles, tuvo que,,~I:u á la~ ;um"s con tra 105 conf~d~r:ldO$ ¡t"lianO!; para tomar pose-

sión de este reiuo, el Clll! agrega á la coro na aragonesa: también sumó,

anos dC5I'U~, el territorio de lIIilán por rennncia de Jo'elipe Viseonti,

Ju ~n 11 , que le sucede, g<>bern"b" á 1" S:lWU el p"ís ml"a rro ¡Klr su

matrimonio con la reina. dalla lllauca (le E\'reu~: ti su muert~ e.~ proela_

mado Femanuo V ( 1506), el C$]KlSO de Is:l.bd I de Le ón y C:I5li11a.

LECCIÓN XLV.

De h\ anti¡:ua Galia gótica solo villo cunscrd.nll..,:;e por Jo~ espafiole.;

el ]lais de la Septim"nia, el eu;!..l fué conq uistado por Pi]liDO el Bre"~

cll;i,ndo ];!.. invasión musulman;i,: Carlom:oguo, má s larde, organiza con

él la llamada Mare" hispánica, "sí como su hijo Ludovi co I'io, medio

siglo después, ~ apoder;,. de Catdub y fonna cOn amUoI territorios

un ;!. pro"incia con BaT1:elona por cnpital.

c.~rlos el C ~ h-o separa la regi ón espallola de b. fr.lIlee...a )" org:l.Iliza

el condado de Barcelona bajo b. basc sellonal: d prim er Conde fué

nera, al ella! ~;gl1en por su Orden, B~ruh:\Td, HcrCllguer, Udal rico, Wil.

fredo de Arria y Salomón.

En tiempos de SalomOn (8 74) 105 c:ual.mes dan muerte al conde

francés y nombran otro propio e iud~p elldieu te qu e fué "'ilfredo el

Velloso, CaD el cu al prindl'i~ la histori" de Cat:¡lu l\a, prop¡am~!Ite es·

panob.

Ve ánimo e.forzado)" emprendedor, Wilfreclo a,egum la iudepen.

dencia de sus estados y guerrea COhlm lo! musulmanes, arrehat.:indvl~s

el territorio de Vieh: también funuó (ns monasterius ,1= Sall Juan de las

Abadesas y S,mla Mari" de ¡I.ipQlI.

Su hijo BorreH 1 (898) contimh la Reconquijta y se extie nde por los

paise$ ,"ccino~ d~ Gerona y Urge!'

Le hereda Suniario, ' \' hermano, el cual, m á~ aficionado á la \"ida

mon.:i5tiea que a los azare¡ de la ¡:uerra, abdica en 5U5 hijos Borrell IT

~' ~lir6!1.

Por muerte de .\lirón q Lled~\)a HorrclJ 11 comO ,1uico sob eranu de

este condado, cO:l\puesto para Clltonees de 105 territorios de AU50na,

n"n:elona, Gerona y Urgd: sU gub iern u cui ncide eOI1 la ;01\"I,;ÓI1 de Al·

man ~or .

l..o~ IIlllliulmaocs entran á saco en la c,,"pilal, talan los cn llll>OS y dn-

truyen sinnúmero de pobladones, mientra .• que los c"talanes atcrrado~, 3.~

HlSTÓ.IA. DE; tsrAfIA.

corren IÍ rcr\tgia rs c en la5 rragosidades del ¡'inneo: perdida l. e5per~n z~,

llorrdl JI ~e eml.>arca para reunirse con los ~uros, y desJe Man~sa em-

prende uDa brillante camp:l.fla que termina con ~u enlr:ul" (riunral en

llarceloulI.

A los cU.:Itro aflos muere, dejando el contlado de lIarcelona dRamón

&rrell y el de lirgd .;[ Armengol.

Ramún llorreU 1 (99:) comenro :í quebrantar el régimen {eudal del

principado, otorgando á los pueblos inmunidades y frauquidu, y 511

bijo Ramón !Jerenguer 1, que le succ(le, conl innando la ol.>ra anterior,

confirma 4 Darce1on:l. 5U5 rueros y los completa con otros n"el'os.

Con la muerte de Ramón Rerenguer I coincide la disolución del Ca·

Iifato <le Córdoba .

LECCIÓN XLVI.

A Ram ón Bcrenguer II (10:5) se le apellidó el Viejo por 1" madu re~

de juicio que le caractmtó siempre: contrajo matrimonio con l sabd de

IJetieu, la cual le trajo en t10te el scflorío de Care:1.Sona.

En la guerra contra los musulmanes ensancha los lim ilCI .Id con·

dado hácL:I. hu prm';nci"" de Tarragona y u;rida y hace tributario $uyo

~I rey moro de Zaragota.

A este conde .~: debe I~ pronml¡::adón del código <le lo~ Csajes

( 1068) primer cuerpo tle docl rin:t jnd,lic" que, de'l'\lés de las legisla.

cio nes bárlmTall, rué redacta do en Eurol'iIo.

Lc 5l1cedcn sus hijos lJeren¡:uer Ramón 1 y Ramón Ilerenguer 111,

cuya concordia d uró poco tiem pQ: Bcrcnguer Ram" n 1.>'\5C. asesinos

'lO(: m.ttn á su herm<U\o, como asC !;(: hifo, I'ero la conciencia úe los _

cat:llanu se sublcva, )' el (f"lrid.l" hu)"e del terrilorio Ilco>ll.do por el

ilesprecio pLlblico, mientras 'lllt lo! nobles, lo~ prelados y el pueblo

prodanlan al hijo de In víctim a, Ramón lIercnguer IV.

Ramón llerenl:,'uer IV ( 1113) ha merecido el sobr~uombre de Gran.

de: su casamiento con do~a Dulce hi1,o que el territorio de Provcllza

"illiera á con'pletar sU!< ",-\teOW$ dominios.

DCSpUC3 de h.ber Tcncido:i 10$ 1'e)'CS moros de Ibi"a y Torto:.a,

tr.abaja la alianz;l, con la repLll.>lica de 1'¡»3, y juntos catalanes y pisa·

no.~ eLlllm:ndcn la Iucba contra los pi ratas musulmanes que, al abrigo

de 1"" lIalcare~, infcstaba.n las costas de Levante é imposiuililau3n todaRESUMEN

'43

cmpresa h:i.da aquellas rerace~ comarcas: lo~ coligados se apoderan

lnnsitoriamcnte de Ibiu y Mallorca.

Este conde tiene b. gloria de haber sido el p rimer sobe.:lIIO cspaftol

que, s.aJicndo dc la l>o:oln5,,1 .. , se atrcve ,! med ir 105 a.ru2.$ 1"" lIlar

COIllr.lIaS fuerus mus . ¡]manu: la prioci pal C(lu'lKuencia <le esto (u~ e l

¡Jesarrollo del comercio marítimo catala n.

Ramó" Berenguer V ( 1131 ) e. el Il ltim o cOllde privath'o de Barcc·

Ion:!., po. hab er conlraido matrimonio con don~ Petra"i!", de Am¡::Gn,

ton cuyo SllCUO se rundan en una sola ;unbu naciooalidade5: las Corte.~

de llarbll~ITo ~lIudonan la audi~aeiGn de Hamiro [1 el Monje.

LBCClÓN XLVII.

:\ la muerte d~ Enrique IV el l'npolente es proclamada reina ¡Je

Leóu y Castil1:>. su hermana Isabel l: lIlgunos disg"u.t<;>s surgieron con

mot ivo de ¡al! preten.iones qlle ¡Joo :rernando de Aragón .. legaba pal'.l.

dirigir los negocios del E~tado en su caridad de marido, IJero el t:llento

de la reina supo domin:o.rlos r~cilmfnte.

Comprend¡~ndo los nobles que sus pretensioneB de dominación en·

contrarí:m ahol'll. maror I'tlli,tenci:l que uunca, proclamaron " la Beltra.

neja, rundándo.'óe en el te. tamento de Enrique IV; pero eu la gucma

ch'¡¡ que con e,te motivo surje fucro1l vencidos, :\\\LIqne contaban en

sus filu partidarios tan notabl es como el marqués de VilIcna, el arlO'

bispo de Toledo y Alfonso V de l'ortllgal: la uatalb. de Toro decidió

la contLell1b.

A los tres lIlI<;>s ( 1479) hereda :remando V el trono de Al'lIg ón, )' d e

tan padfiC(l modo "lene ::i cOllso:¡:ui r.oe la rus ión de :tmbas mouarquiu

en estos esposo~ llamados, m:is larde, los Reyes Católicos.

PropllSiéronsc babel y Fernando abatir el poder de 1 .. noblc:tll, y lo

con.~iguicrnn en ure"c, mediante la C'C"ciÓIl de la Salita Hcnnandlld

1:0. reversi6n ::i la eorona de los bienes y privile¡:ios abusivo s, 1 6U in.

vcstidura cOmo Maestros de las Órdenes reli gi OliO.mili tares.

r.on estas medidas re<:ibierou garantía bastan te la ~guridad per5o,

lIal y la propiedad, se limpiuou los caminos de baudoleros, .pareció

el ejircito ¡)enllanente, !<t regulariw la ad,"in istración de justici:l., y ¡;e

dejó sentir eu todos 10i ramo.~ del ~obierno la acción de un poder

robu st o, inteligente y r:uonable."4

lIIST6 UA 011: ¡¡¡;P AÑA.

La unidad rcligjo,,~ se consiguió con el es tablecimien to de l~ Inqui.

sición ( 1430), exigido por la opinión p6blica: este Icrrihle tr ibuna! co-

mcn~ó sus funciones en Scvill:l., :i pesar de la resistencia que Isabel la

Católi ca OpU50 siempre á su ])bntcamiento.

La unidad lIadonal fué con5eCucnda de la conquista de Granada.

E l h:l.Uerse apoder:ulo Muley- l b ss3.m de la ciudad de Zahara., y la

rC$I'l\c~t:1 ;l.rroganl~ que dió este 1110!larca á lo, embajadorc! ('ut('llanos

que le recb,maban el trib uto de va~allaje, fueron las cauSaS de 1" guerra

de Granada: com ien za la cam p ana eOIl la loma de Alh ama, Loja, Má·

laga, lJaza, Almcría y Guadi", de.~pu~ s de ellya. ad quisiciones, :lisiada

la c:apibl, es CCK:Ula por las tropas crislianas.

A pesar tic la derrota de Zubia y dd inceudio del cam¡».meulo, Gra'

nada solo pudo resistir nueve meses <le $ilio, al cabo <le los cu ales, el

cardenal Mend on penetra ell los arrabales, y acordada la capitulación,

Mohamad XI entrega á 1sa!J~1 la Católica l:ts lIal'e5 de 1: .. ciudILd: 1 ..

Recollll ui EIn. cl'i~tbna está termin ad ...

LECCIÓN XL VIII.

En tiem llo de los Reyes Católicos se verifica el d~ubtim ¡ ento del

Nuevo Mundo por Cristobal Colón, nacido en Call';, cuando la isla de

Cerd ena pertenecía á lo~ espanoles.

Hij o de un pobre lanero, \';vió Colón en Génova ha~tll los catorce

anos, cardando lana con su hermano Ihrtolom':: á estn. edad &e dedic6

;1: la navegación, llegando ;i ser jefe de una armada geno\·esa. en la

guerra contra los venecianos.

Emigró ,( ¡'oriugal á conse<:ueneia de ]05 trastornoli pollticos ocurri.

dolO en G ~nova, y en aquel pa(s re:diz6 algunos viajes por Inglaterra y

Africa, en los cuales p udo comprobar prácticamente sus numerosos co·

nacimientos marítimos.

Casó en Li sboa con Feli p'" I'elestrcllo, y aprovechándose de 111.$

notas que á su mujer había dejado su abuelo, há bil n:wegILnte, concibió

el proye<:to de rode:u- el globo par .. ver si encontraba nuevas tierr:u; ó

llegaba hasta las costas orientales del Asi.1.

T r.lbajado madur:lmente su pl:l.Il, se o<:up:l en los mediOi de relllizar

¡,In .1trevido proyecto, y al efe.:to solicita de Génova, primero, y d«.

pués de VCllecill, Francia, Ingb.terr.l 1 Portugal, las uaves, ¡rentes ~ di.){[SUME~.

345

nero qne para ello necesitaba, ha ll ando en todas partes la más nbsolula

n~gath·a.

Muerta su espoJ.'\, lloica lazo que le unía coo Portugal, toma de 111

mano á su hij o Diego, y despuC:5 de un l:Irgo viaje á pie $e prcsentll

~n Espafta á las puert .... del mona.terio de la Rábida.

E l P. Marchenll, abad de la Rábida, invitó á Colón paTa que $e avi~.

tase Can los Reyes Católicos y les propusiera l:I realización de su em-

presa, pero :\unque n.í lo h; ,o en ~I campamen to de Santa F é, se con-

vino demor:\r el asunto hasta la capitulación de Granada.

Sometido en tre tanto el problcma :í la Uni"e",idad de Salamanca,

lo:> teólogos 10 decfar:uon i,....,aliublt, y Colón, abatidu con este dic-

tamen, decide marchal"$e de Espana, cuando las dificultades se zanjlln

i: lsabd llama 111 empres.'\ á cargo de su corona de Castilla.

En Agosto de 1 49~ salió Colón del l'uerto de Palos con trel cara·

belas, acompanándole en su "iaje ciento veinte hombres de tripulacióu,

entre ellos, los he rmanos Pin zón, ricos comerÓ"llIes de HneJva.

Desp ués de co rrer UD:! tcmpestad horrib le y de in surreccion~rse b

tripulacióo conlra el jefe, al cual qnisieron arrojar al agua, desertbres<:

la tan suspirnda tierrn al a man ecer del I Z de Ocmbre: Colón se pose·

,uooa de la isla de Guanahani (Sa n SalYador) á nombre de Isabel I, y

descubl1: succsi\'ameole lu que denominó Isabela, Femandina, E spa_

nola y l laiti.

D e regreso á Espana fué recibido eou grandes fiesla~ en Barcelun~

po r los R eyes Católico •.

En el seguudo y tercer viaje, no sin snfrir augustious contro.riedades.

explora las islas Caribes, Dominica, Guadalupe, l'uerto·Rico, Jamaica 1

T rinidad, y penetro. <,outinente adentro por la corriente del ca.udaloso

Orinoco: cuando con más afan se dedicaba :i Su obra, eS trnido á I's·

pana car¡:'ado de cadenas en la bode"a del buque, como si fllera un

facineroso.

Su cua.rto vb.jc dió por resultado el desc ubrim ien to de 1m; costu d e

ll ondur.ls, Nicarngua, Costa Rica r Daricu, y rec hazado de aq uel suelo,

vueh'C <Í la pen ínsula, doud~ mUere á 105 pocos alias, después de arraS·

tmr una "ida pobre y m;s.:.r:tble ( 1506).

En cambio fué enterrado con gran pompa en Sevilla: sus restos de~·

L.nSaO hoy en b. catedral de 1", I-I abam\ desde el ano 1796.

'51lI5TÓII.IA m: liSI''''''''.

LECCIÓN XLIX .

.... 1 ser proclamado rey ú" Nápoles, Fernando n (1 495) de la Cu.a.

,le .\l'llgÚ!I, los fr:mceses renuevan su~ pretensiones á f:1.I'0r de 105 auge-

vin05: Gonr.:l.l o de Córúoba adquiere en:la guerra que con este motivo

e<l a11.l, el trtnlo de Gran C~pitán. Como ti la procJ:unnci"n lle don F R'

,lri'l ue, este se alinse con lo~ lurcos, Francia y Arag"n, de ac nerdo COIl

~l Papa, dl"Ci<len repartirse por igu al el territorio de ~<Íl)oles .

A.~í se hl1biero. hecho, sin las dilicnlt3d e~ paro. la adjlldieaci<ín de la

lk""licata)' Capitanata, pero rrnncese~ '1 ei<palloles no pueden enten·

.!e.-se. r de.<l'u~§ de las "ictoriu de Cer;i'ioht y Garellano, el rcillo de

"I:i.poles pa.w. íntegro al dominio ¡le Espana.

La lihcr:diual! '1ue el Gran Capitan empleó en premiar ti ~\I$ tropas

hirió el cadete!" :I.\"aro del rey, el cual ~c .llreve á pedirle cucntas de los

ronllo~ inv crtido~ en la con qui ~ta de Ntipoles: aseguran 'lile nqutl las

prescntó tan completas, que Fernando Y, [l\"ergonzad o de su tntan erCa,

lIi':' por terminado el asunlO.

Jsallel l ral1et:ió en Merlina del Campo ( 1504): dejaba In. corona ue

Caslil1n. á dona Juao:l. la Loca, y en defecto ue esta:l. don Carlos, su

nido. Como regente '1u~dó su esposo Fernando V.

Gr.\\'es disgustos ~lIrgieron entre los !lobl~s castellano~ y d rey de

,\r~¡::("" por I1l la parle, y de la atril entre 6 te y Sil yerno, por querer

¡.'~¡¡pe el Il cnH oSQ goocrnar 0010 ti 110ml"e de su mujer: dcsll~ch~Jo el

amg-oll~'" abandona Castilla y contm~ matrimonio con dona Germana

d~ Foi~, soorin:\ del rey de Francia.

Rnc!l'lPdo del gobierno Felipe el Hermoso, intenla ;m;:ap:u:ilar ti

doña Juana pam ,Ii,igir los negocios pliblicos, y aunque las Cortes no

~e lo cou"iulicron, remo"ió gobernadores y lI1agislrados, colocó ti los

flamencos en lo. ]lue',los de eonfhuta, y hasta hizo con los destinos 1\tI

I,Mleo e:>cnn,\a l o~o: murió de una enfermedad agnda ti los nueve meses.

8ncar¡;;¡(10 Fcruando V de la regencia renl;'ó, entre otl'l1S empresas

!Ht!l.lOS notaoles, una orillant" expedición al Africa ]lar inici:l.liva del

C.,rdenal Cisneros: se eonquu,tó ti Oran ( 1509) y se hicieron tributarios

de Castilla los reinos de Tdnc7., Trcmeeen y Argel.

T relI anos mis tarde penetra el re'l Católico en Kavarra al frente de

Iln poderoso cj6'eito y ~e apoder:\ de el1a, previo acu erdo co n el pnp:\

Alejal\dro VI.Murió f"emaodo V ( 15 16) dejando:i doila J uana l:r. Lo.:a por her~'

dera de todo. ~llii eSl:!.dos, y después de esta al pr[ncipe don Carlos: al

propio tiempo encargaba la regencia de Arag6n al anobispo de Zara·

gor.a, y la de Castill a al Cardell:!.1 Cisneros.

Sublev:íronse los nohles al SiLber que Cisneros había tomado posesiun

del gobierno, pero 110 cot¡Sigllicron intimidar al regente conformc sc lo

hablan prtlpUe.IO.

Cisneros había nacido en Torrelagulla, de una {amilia pohre: eSIII'

dioso y humilde, dotado de inteligencia chlm y \'olllnl.;l<l firrní~im",

siempre $e distinguió por $ U "aler, lo mismo euando er:l {ranci.~ano en

San Juau de los Reyes, que anob ispo en Toledo ó confesor de lsabd

la Católica.

Arregladas 1"" ,lificult:ules que surgieron con el cardenal Adri~ nu.

ell"iado por cl¡,riucipe don Carlo~ p.un (lue !)(: eou::uS""ra del gobiernu,

sostuvo Ci~neros d os guerras, y ambns con ¡",ena forl nn a: la de j\:¡.

\'lIrra contra el pretend iente J U;Ul Alb.it, y la de Áfeí",l t'.':llra el pir:l la

1I.u barroja.

Su mejor timbre de gloria lo constituyen la restauraci ón de los .. ,tLl·

dios en ambos cleros, la edición de b llihli:!. pol(¡;lota, la fnudad6rl

del colegio de San l1dcfollSO, y la re form a de la constitución de Ia~

congregaciones religiO!i:ls.

L ECGlÓN J •.

La orgauización politica y sociallie Ashlrias, LeULl y Ca,tilla M: d·

mcnlósobrc la ha"" de las tradiciones C'.iticas: por eso el soberano en

e,~tos re iuos es la fuente de todo pot\~r y d~ tod" deredlO, ~O 1l1 0 ~ILt C'

Tior á las leyes qlle p\I(l ieran limit ar su autoridad.

D urante la Reconquista) J:¡ cru1. colocada sob re el templo aparece

dominandolo toJo, individuo, familia, aldea y p:itria, de '''l"í la pre'

pondeffillcia dd Clero, aliado nalural tic la Monar'luia: al lado del

Clero, la !\oble¡a puebla territorios y ejerce jurisdkcióu como »01.01"

r:tn~, por e.~ igirlo así las necesidades de la ¡:uelTll y el pasado ejemplo

de 10$ visigodos.

De la anti~:itcdad pasa i la E dad media el Municipio, pero no el

)!unicipio rom ano egoi~la y avaro de sus pri vilegios locales, sinó el que

si mboli ~a b. libertad hnmana conscg'l,Ja mediante la igualtlad Jc tOllos

los derechos y de todos los dc"~rc~ ,IIISTÓRIA IlE ESrA~A.

Las monarquías navarra y aragon~$:I. d¡!i~r(n de h . anteriores por'\1

origen conslitucional: en ellas ca primero 1 ... pátria, dcsl'ué$ la ley, y el

rey el ,tltimo.

Verdad es que el ,égim( D municipal tu,'O al principio llIeno. de.·

arrollo que en Le6n y Castilla, pero co cambio alcanló después un po·

der omnímodo en el orden económico: ademtis, los fueros y pri"ilegios

no son aquí e.xd "si"os de una localidad Ó clase, . inó uni.-ersaICl, es

decir, que areclan por igual :í todos.

E ntre sus instituciones es la mis no\al)le la del Justicia, fiscal y jner.

de los actos dd monal"l::\ y trib ullal de alzada contra todo de$a fuero,

Yen¡:-.!. de donde venga.

fo:1 Condado de Dall:elona rell ej:\ en .'u. instituciones el modo de ser

de los pueblos que sobre él inAuyeron su~esi,·a'\leutc. hisp.o.no· romanos,

"isigodos, fralloos y arogone.es: el E.tado llano nunca :'¡cantó en él

desarrollo notable. Entre sus instituciones espedales \Iebcn ciL"\lSC los

CoucelIeres, el Consejo de los Ciento y la Diputación del Principado.

La institución de las Cortes del Reino, donde i<: h ~¡¡ a ll represel\la·

d05 lo~ elelneutos sociales, el rey, [os nob ks, el clero y el pueb lo, Se

fncuentra lo misrnoen Le6n y Castilla, que eD Arog6n, Kamrra y Ca.

¡aluila.

La agricnltnu. :lHastro vida pobre Jlorque los brazos h~cíall mri ,

falta para man ejar b espada que el arado: a la liberación del territorio

sigui6 el de.arrollo de la producción, la cual t .. ,·o al fio alguna vida y

~ir"ió uc base á b s peque i'l .• s iudu.tri", y ti un regnl:J.r comcll:io.

1:n los paises de N,\\"arra, Aragón y Catalutl:!., doude se vieron libre ~

pro nto de la morisma , la agricultura, la industria y el comerc io alcan.

zaron mayor acti"idad, favorecidos tambien por la posición topográ/ic ... ,

el sucio y el clima.

La cultura intelectual, y más b. literaria, dió pruebas en CasliIl& de

exhubero ncia y riquc~a, destle el siglo XII Cn que apaTeCe el l'oe" m

dd Cid: brillaron not.blemente, Gon~alo tle Berceo, Juan l.o renzo Se·

gura (X !!!) el Arciprcste d~ 11th., I'edro J.ope~ de .\)"3.la (XIV ) J uan de

~I ena , el Marq u¿. ue Samil1:\na, Jorge .'I lanriqu c )" el lIachiller Cibda.

ueal (X\').

' ¡;ual de~arrvllo a1can""ron las letras en Aragón y Catalufla, .lon.le

se dej ó ~enli r tambi':n el influjo de la literatura provenzal.

En todas partes los c1au"tro~ de los nlona. ttrius y los :ílri ... ~ de 1,,$

catedr:tles fueron ce ntro del s'lber y "~i1,, de la cicnd'l ha.l" que "pa·

recen las l.ini~eTSidades.Las Bellas ,\ rtes no ~lca nzan notable d curTollo ha sta el s iglo XII :

entouces aparece In <lrquitectum oji,"".! construyendo las hermosas ca te-

drales de León, Toledo y Uargos, y'¡ su la do, como au~ili.lT~, la c."

cultura, la i m~ginerí.l en crist. !, I ~ pilltur;l al frcs..: o J" c ~to (adn, la cali ·

¡::n fí:\ y la iluminaci 61l de lujo.

Los Ho eres Católicos sirnt.olitan I1n gran prog'eso ci cnlífiro y li ter:t.

,io, auxili ... do principalmentc Ilor la 3]lariei6n de la imprenta, el ,les-

arrollo de las UnivcT5idades y el deseo d e saber que nguijoneó :t tooa~

bs eI'ISC! sociales_

EDAD M ODE RNA

LA MONARQuíA AB SOLUTA ,

LECC iÓ N L I.

La

Ca~ a

~ ' S I 6),

de .\ustria i"all~Il,a 'ti ,l"m inadón ~ll ¡';s!,nf'la ':01> I ;",¡o~ !

nacido cn Gnu!e de tlotl ,,- j \!ana 1" Loca y <le Felipe el Her-

moso.

Se prcseot 6 :i reci lJir b hen;nci,l de los Reyc .• Cal(ili~os .~in con ocer

nuest ro idiom:t, nlle¡;tra~ coshunl,,'C", n; nucst ra hi,l<>rin, y Su prim er

~ ~IO polltico es una iDgra titud que l'''--..:;pila In muerte dI' Cisnero.: por

erecto de ., ,' c~r:íctel' y ~uucaci(¡ll ~u rrir:i l!i~1l l':-t>mo a!¡::ltno~ de~tOg,I ,

~O" <JIIC pudicroll ev itarse f,¡c i lment~.

;,;ul"!:¡ó ti ¡"imer conn iC1 0 en b . C"rl~ , <le \" llla,l ú li J. rculli¡]~, I",l)",-

<¡ll e l'",.t:t.c jur:lmeuto" ¡", rL\ eros, ¡me. contr:l su \le.~Co I"s prU(,,,_,.

,!o~ le hicieron c!!tc n,l a "He 1 ... re; " a er.! ,¡"ii:t )\I:t"". ' I'T e !o~ ,lest in o,

pdlJli~u, ,lcbi:llI ...::: desempci'j,,,lo" pur ""]lal\ole,. 'lIle lo~ c~ t r~Hjero ,

nu tomaran ~,icllto en las Curtes, ~. que en 1" ~' ,;;e>¡,·v ha:,lnse el C~Ht·

ll auo, con la mis,na elle!';:;:i, resl,~I "O"-.l rué n'(:ilJido ~u ZMa¡::07.n )" Bar-

ce lo,,:t.

La n",erte u e Sil r.\, llclo )!a xin)ilbJIO le 1Ian)val \rono il" pe,;,,1 de

.\lernmtÍ:t. y COmo uece.,it:tm fccun;o~ JI"rc atender :í los ¡¡:a"t<!S dd .. iaje1l1ST ÓR1A

I)t;

ESPA:<"A.

y coronación, convoca Cortes en Santiago, pero sin r~su1tado por la

oposición d~ 10<; procuradores: rC!lnidas de n!lCVO eo la Co", iia, consi-

gue el subsidio de doscieutos millones de mar;wcdís, apelando al so·

horno y á las amCnaU S.

Como .¡ ,e complaciera en contr:\riar la ,·otuntad de l a~ dudade_

110mbra gobernador del Reino dmante Sil au,cnd" al cardenal Adriano,

y una nube oC extranjeros se apodera de la administración pública en

lanlo que por todas partes se escuchnn recriminaciones y quejas: sin

dar oidos á nadie se ~,,"\'barca pam Alemania.

La indignación popular ~5talIó entonces formidab le: I:..s milicias COll-

cejiles derrot;¡;n á las tropas dd Regente ell /llcdin;¡; del Campo P;¡;Trr.

prolestar contra el alcalde Ronquillo, 1 comienza 1:>. guerra de las Co·

munidades, iniciada simu ltáneamente por Segovi~, Toledo, S~lam ~nea,

y .. \ vila.

Otoq~ada á P~dilla l ~ dire cción de los negocio" traslad.'Íronse los

Conulneros á Tordesillas, residencia de la reina, y esta senora, en un

momento de lucide~, autoriu CU:llltOS decretos la ponen ;i la firma,

pero la traidón de la nobl~ za prepa'a el uesastre tic Vilblar (15 21 ),

elltre cuyo, loda;:ak. quc,hron enterrados para siempre los fuuos cas-

tellanos: l'adilla, Bravo y Maldonado mueren decapitados.

Tamhién en Valencia se organizarOll gcnnanía.. ó hermandades popu·

lares contra la nobleza, partidaria del RegeQ.tc: l os e.~cesos de la.s tur·

bas amotinada, y el carácter sociali sta de la insurrección hicieron ']ne

la. op inión públ ica rechazase desde el principio este movimiento.

LECCIÓN LIl.

El despecho de Francisco 1, rey de Fmneia, por haber sido proda.

mado Carlos 1 emperador de Alemania, origina 1;;., famos;¡;~ gucrrns

t nlre amJ¡a~ nacionalidade~, y detenuiD1. la preponderancia espal101a

,obre el continente europeo: los historiadore s ll:l m~n , il;lo espa>101 rr!

siglo XVI.

El prd~xto de la l ucha fué que Carlos r se negó á pagar al ex·rey o~

Navarra la indcmnizadóll convenida con el Rey Católico, pur 10 cual

Fra ncisco 1 penetr;l en este territorio 'IU~ otorga ,i Juan ,\Ib,it, en tanto

que espai'íol es y alemanes se internan en Fran~ia J' la guerra se hace

general.RESUME!".

35'

Su hecho más notable es la batalla de Pavía (1525) en la cual fué

hecho pri5ionero el rey de Francia, que recobra la libertaü después de

firmar el tratado de Madrid por "irtud del que renunciaba sus dcrech~s

á la Borgoña, Nápoles, Mil:\:n y Flandes.

Temcro~os los italianos del poder de Carlos 1 organizan contra ~st e

la L iga Clemen tina, dirigida por el Papa y de la cual formaron parte

Franóa, Inglaterra y los Principados italian0s; pero las tropas imperia·

fe's que recorrían hambrient.u' las ca mpif'ias de Italia cercan" Roma j

1" saquean durame muchos dias, el Pap a c"yó pri~ ionero .

Reunidos los reyes de Francia ~ Inglaterra para 1ibertnr á Cle·

mente VII, mediante la entrega de 400.000 dllcado.~ y la ce,ivn de

Parma, Mvdena y Plasenóa, cons igue fugarse, Frnnciseo 1 rompe las

hostilidades en Lombardía y NápoJ es, hasta que diezmadas ~l1S tropas

por la peste y o.Ierrotado en Anversa, acepta la paz 0.1<: Cambrny.

La tercera gl1 erra estall6 con motivo de la muert e de Sforcia, que

dejaba vacante H trono de Milán; y como Francisco 1 se aliara con los

turcos y venecianos con tra España, t~n nefando contubernio hizo qu e

se coligaran contra el frnl! cé~ E spañ~ , ' Alemania é Ingla terra y le im-

pusieran la pa¿ de Creapi ( 1444), ra tifieacivn o.I e los trnlados ant~riores .

LECCIÓN LIll.

Los fam osos piratas Aradin y 1I0ruc, más conocido el primero por

el sobrenombre de Barbarroja, habían conseguido apodernrse de los rei-

nos de Argel, Tre mecen y Túnez, y amenazaban las posesiones espallo·

les de África, é Italia, nlentados por el emperador turco de Constanti-

nopla.

Alarmados los Estados e llrop eos con los atrevimientos de estos pira-

tas, volvieron los ojos hácia Espana por ser el únko pa¡~ capaz de opo-

nérseles, y un~ brillante flota con treinta mil hombres de desembarco

sale del puerto de Barcelona, penetra en "guas de Afriea, y se apodera

de la Goleta y Tllnel., restunra ndo nquí la dinastía de lbcen.

Seis afios más tard e se renOI'aron las hosl ilio.lao.le., COIl motivo d e la

alianza que hicieron contra Espalla Fracisco 1 y Barbarroja, pero los '

temporal es hicieron que se malograse la empresa.

Carlo~ 1 heredó la corona de Alemania precisamente cllando la Re-

forma pbntcab:t en este país Sil doble p roblema rel ig ioso y políticolS'

católico <le corazón, $e ucc1ar:t enemigo <le la herejía y se propone

obtener l:l rdracl:tción de Lutero en \:ts dicl!1S de \Vonns y .spir.:o, pero

sin u~lIhado. ~spues ,le la conferencia d e Augsburgo, infructuosa

también, católicos r ¡,rotestantc$ se h~c~1I la guerr.l, h"'m que d tratado

de 1';155:\11 ( IS42) reconoce, Ji ¡'es". de Carlos T, I:t libertad rdigios:!. en

Alcln:tuia.

A b. "C! qne en Euroll:!. se dcsarrollab:m ro~ suceS05 anteriore.., los

espanoles co ntiml:i.n su~ e.~l' roraeiones en .\mérica: ~úñel de n"IOO"

rumla!{ Santa María (le D"ríc", r once de León J"-'CIIU'" la Florida,

lJi:tz Solí.' pen etro CD el Yucahí'l, I Jernán Cortt <, de;;pu6 de la famosa

Noche lri~t e de Otumbn. CQoquistrl. el hermoso Imperio lH~jicano, l'

Fr~ucisco Pi r.a rr(O ~e "po,lera del Perú.

En el iu:crior, la políticn :!.Yen!L!rera <id rey emp erador disgustó á

las ci"dadc~, la no)'leza )' el clero, tanto lllás cuanto 'lue co.taba muy

~am:l los ¡¡l1th lo.: relmillas las Cortes en Toledo ( 1539) p ara arbitrar

rec "r~o5, propCllle C~rl os ¡ el nuevo i"'puesto de las sisas, que af~ct" .

b ... por igual ~ todo s los eilldad~n05, si n distinción de categoría ni de

clase, pero la noble~a se opone y el ¡"'puesto no Se logra.

Ale ccionado don Carlos, no \'uelve í ConnlCarlas de nuevo con a.i •.

lencia de la nobJeu yel clero.

Achacoso y viejo, perdida In nctividad que constituyó el foudo de

~u carncler, renuncia Cnrlos l la corona de Espail" en su hijo Felipe Il,

y la de Alemania, do¡ 11.110$ más tarde, en su hermano F ernando: hecho

esl e se retiro al monasterio de "uile, donde mucre eu Setiembre de 15SS.

Su reinado fu é todo alemán.

LECCIÓN LI V.

Felipe JI ( 1556) era el monarca más poderoso de sU tiempo: la na-

ción elpaUola poseí1 en lonces :i E~I'3ña, N:oIpoles., Sicili:l, Cerdell.;l., el

l'oIib,neudo, el HoselJón, el Franco Condado y <le"pué. Portugal, e u

Europa; T llnez, Or:l.n, Cauarill$, Fernando r oo y Sant1 Elen1, en

Africa: las Anlillas, M~jico, Perú y casi toda la penínsnla meridional,

en América: y los archipiélagos deSCllbierto< por ;\bga!lanes, en Occea,

nÍll. Tambien fue .. ey de l~ l:'latura por su matrimonio con María

Tudor.

Aunque repugnaba lll~ empre$as militares ' e vió envuelto en UlHl

¡¡,uerrlt cOI\!ra Fraucia, ~II¡-O rey, Enrique 11, deseaba tomltr la revancha,JUl:su~n:s.

353

de los d~~astrei; sufridos en el reinado anterior: el ejército francés pe·

Detta en Italia, Fdipe II lanza sobre Francia su ... tropas mandadas por

Filiberto de Saboya, y la batalla de San Quintín di el triunfo i los

"'pafioles: después de varias alternativa .• , quc.duraron dos alias, se firma

la velltnjOSa paz de Chateau-ClIlnbresis.

En memori"a de haberse ganado la batalla de San Quintín el día de

San Lorenzo, mandó Felipe II construir el suntuoso monasterio del

Escprial, aloado sobre las estribaciones del Guadarmma: afecta su

forma la de unas parrillas vueltas al revés.

1.as piraterías de los berbe riscos hió~ron que Felipe JI enviaro con_

tm ellos tres expediciones sucesivas, cuyas consecuencias principales

fueron la recollquista del PcMn de la Gomera (1564) y el poner de ma-

nifiesto la necesidad de crear una marina d e guerra, que no existía.

Los musulmanes que al amparo de las capitulaciones de Granada

habían quedado en Espafia con el nombre de moriscos, mahometanos

cn el fondo aunque crisTianos en apariencia, se ;uble,·nn en la serranla

andaluza. y proclaman rey al jo'·en Aben·Jl.loawiyyáh, descendiente de

lo s ealiras !le Córdoba.

La guerra duró dos afias, hasta que don Juan de Austria, hermano

bastardo de Felipe n, consigue vencerles: todos los moriscos que .po.

blabanla Andalucía fucrol! expulsados al Arriea (1570).

Atemori~ada la Europa meridional con las victorias obtenida5 contra

los cristianos por Selim TI, emperador turco de Constantinopla, realiza

la alianza entre italianos, genoveses y españoles, y un:. poderosa flota,

mandada por don juan de Austria, zarpa del puerto de blesina y mar-

cha hasta encontmr á los infIeles para combatirlos: en las aguas de

LepanlO (1572) sc libró la batalla naval más celebrada de 105 ticmpo.~

antiguos y modernos, coronada con el éxito m:ís completo.

El fallecimiento sin hijos de don Sebastii\u, y el del cardenal Enrique,

reres de Portugal, hizo que la CarOna de este reino recayese por he-

rencia en Felipe l!; y aunque 105 portnglleses, en odio á C:l:stil1a, pro-

clamaron al prior de Ocrato, la batalla de Alcántara y el ,itio de Lis-

boa sumaron cste tcrritorio :í la monarquía cspai'iola.

Felipe 11 deseaba abatir la soberbia de su enemiga la reina de In-

glaterra: al efecto equipa uUa escuadra de ciento cincuenta buques, con

,·cinte mil hombr<:s de abordaje, pero la fnria de los elementos, más

que la pericia de 105 ingleses, delitroz:t esta Ibmada Armada in-

vencible_

"'"

HI1TÓU ,\. DIt !!.irÁNA.

LECCIÓN LV.

Al ugTt sar Felipe 1l á E spal\a, después de la jornada de San Qllin.

tío, dejabll por gobernadora de 105 Paises Bajos :t Marg:ui ta de Parma,

tle la eual tr.l consejero el cardenal Gn.nvela, aoorTeddo de los Ib.-

meneos; los prim eros conatos de rebelión oc urrieron al establcce~e en

aquel país un Tribunal cuyo objeto era ti c:>:tenninio de los protestan-

tes, butan!e numerosos.

La guelr.l se hizo ine,·itable:t 1 .. publicación del Concilio de Trento,

pues reunido el [lUcillo aentrda en el Compromi ~o de Breda ( 1566)

mnntene r in cól umes sus antiguos privilegios, nombr:ln do jefe al conde

Guillermo de Orange: que el conflicto fué al p rincipio esencialmente

político, se demuestra con el hecho de CODlar los rebeldes en tll: sus

filas grnn número de católicos. L a cuest ión, pues, cr:l más bien de TOu a,

e~ deci r, de germ:'ínico~ eootra neolatinos.

El d uque de Alba, nombrado pa .... hacer la guCrT1I., ma.nda dKapitar

tí din y ocho mil per!óon;l$ de las q ue habían tomado parte en las ano

teriore s rel·ueltn~, y nnte tan b rut al espectáculo, más de treillta mil

famili u emigran á otros pailes, y 10i pueblos se lel·:l.ntan cn masa

COlltra Espal'l.a.

Guille rmo de Orange, por $U parte, recluta en Alemania un ej~rc ito

de aventureros, en tanto que mllchos emigrados vuelven ,¡ su pátria

paro. tomar parte en la campai'la: también se dice que Isabel dc lngla·

term envió secretamente auxilios ti los suble vados.

Ambos contendientes hicieron de éSI:l. un:l. guerra .le fiera~: ca nsado

el duque de Alba de lanla m:l.tanz:J. y eJ(terminio, pide su relevo, precio

!<."\rnente cuando 13.5 pro.·indas de H olanda, Zehnda, Frisia y Clreeh ,;.,

organiza n en forma de rep4blica independiente.

Continuaron las e.tmp ai'l:u con varia forluna Lu is de R eqlle5en.~, Juan

de Austr ia y Al ejandro Farnesio, mi entras que ti b.~ provincia~ emanei·

pad:l!l antes U: unieron las d e Güeldres, Gron inga, Frisi a '! Over·hel:

por último, i peur de los tri un fos obtenidos por el archiduq ue Ern~to

y el conde de Fuentes, Felipe Ir abdica en el tratado de Vcrvins ( 1589)

b $oberanía de los Paises Bajos en su hija Isabel, cas ~da con Alberto

.le Austr¡a.

El protestantismo no echO nfces profundas en E spana, donde sin

embargo se cuentan algunos derensorcs de la doctrinil de Lutero: pudoRESUMEI\ .

355

evitarse 1 ... propag:..ción del mal por medio d~ la propagand:.., pero

Felipe 11 prefirió á esto las hogueras, los tormentos y los antos de fé .

También publicó una pr:..¡:-mática prohibiendo que los espai'loles salie·

ran tÍ cduc:..rse en extranjera tierra.

Entre los condenados como herejes pueden citarse á Juan Gil, mag is·

tral de la catedral de Sevilla, A¡:-uslin Car.alla, predicador de Carlos r,

y Fr. Bartolomé Carranza, Arzohispo de Toledo.

LECCIÓN LVI.

La política de aventnras inichl.<la por Carlos !, y que "",Jipe 11 con·

limb, ocasionó un male,lar c~onómico muy graude, el cual infiuyó

pronto haota en las cl:J.ses sociales mejor acomodadas; y como el rey

"'-pdara á todos los medios, legales é ilegales, para :trhit',lr recursos, las

Cortes de Valladolid y Toledo protestan coutra este des",fuero, lo cual

hace que Felipe n prescinda por completo de ellas en lo sucesh·o.

Solo en Aragón encontró algunos obstáculos e! absolutismo de! mo·

narCa.

En tanto que don J uan de Austria hacía la guerra de los POli.es

Bajos, segllíansc por conducto de Escobedo ncgociaciones secn:tas para

colocar al bastardo en el trono dc Inglaterra: .Felipe lf descubre este plan,

capar. de perturbar por sí solo la paz europea, y aconsejado por Anto·

nio J'úcz decide quitar la vida al uegociador, como así se '·erifica.

Pero la causa quc hizo :i Pérez aconsej ar al rey la muerte de Esco·

bedo rué otra bieo distinta: y cuando Felipe JI comprende e! engano,

se revuelve contra el falso consejero, al cual manda encarcelar: ftigase

aquel de su prisión y se refugia en Zaragoza, ocasion~ndo un confiicto

popular, con cuyo motivo, las tropas reales pcnetran en Angón, se

apoderan de la capital; y el Justicia mayor es decapitado eu 10l plaza

publica. Con Lanllza perecieroD los fuero. aragoneses parOl siempre.

Otro hecho ruidoso de este reiDado es el proceso de don Carlos, príD'

cipe de Astúri~s: este jóvCD demostró desde su Di!l.ez un mal carácter é

inclinaciones bien perversas.

Aunque sus condiciones fískas no eran las más propicias, pues tenía

lesionado e! cerebro á consecuencia de una calda, y aunque nunca de-

mostró gran af,ción á los estudios, dominábale sobre todas la pa. ióu de

tomar parte en los negocios dd Estado, lo cual nunca consintió su35'

1115TÓJU Á PE ESPA~A.

padre; y tanto le contr.lrló (;$\0, que se dió á lodo género de disip~ci(»

Des y hasta conspiró contra el ~y en los asuntos de Flandes.

QII~ ocurrió con semeja nte motivo, parece co;;~ no bien a"cri¡;uada

todavía: lo cierto es que le sorprendieron uoa noche en su propio Jecho,

que le dieron IIIS habitaciones por cán;cl y que COulD él se formó un

proceso de! cual resultó merecedor de la muerte por hereje, como reo

de lesa nación y hasta por conatos de regicidio.

La sentencia no Ucgó Ji cumplirse, porque agravad:.. la enfermedad

que contraj o en la p risión, murió el:4 de Julio de 1568.

Treinta anos d espués fa ll ecía Felipe n ( 1598) y con él tu mina!,:I. el

siglo que los historiadore$ llaman clpa1lol. E l padre y el hijo lo llenan

por completo, pero le prestan fisonom ía hien (li'linla: Carlos 1, cuyo

Teinad a fm: lodo alem án, ;mpJ ~n I6 en E spana los ideales de In r.asa

de Austria que falsearon el eámeler nacional y cODl'irtieron á 101 espa·

naif:!; en uo pueblo de fanáticos a"enturerosj Felipe 1I, cuyo reinado

rué lodo espanol, empleó todos sus elemen tos en ah ogar la reforma

protestante y en cousumar la mu erte de cua nto q uedaba, que y:\ era

poco, de la anterior ¡::Ioriosa hislóri:\ nadooa!.

LECCiÓN LVII.

1\ la muerte de Felipe H hercd~ la monarquí a espafloln ~ \l hij o Fe·

lipe lIT el Piadoso , hombn: adornado de muehísimas ,.irludes pero in.

eapu de sosttller el Ileso de tan enonne eorona: por eso habm d~

e.ntre¡::arse en manos de un favorito, que lo fué el duque de Lerma, el

cual á su vez, tcnd/a otro en don Rodrígo Calderón.

COllfi~do el¡::obiemo :i hombres sin lalenlo de ninguna clase no se

busque en este reinado un solo proyecto noble, un pensamiento polí.

lieo de ninguna cbse, porque si las cosa, marchan, aunque ll\.~I, ~e ,¡che

al impul,;;o recibido de los reinados anteriores.

El primer acto de Felipe l IT fue! confirmar al archiduque Alberto en

la soberanía de lo, Paises lhj"" y COIIIO lo s fb,\]cJlCOS ,c sublc,'a.rall

de nne,·o, hubo ne<;esid~d de mantener la guerra que cosl6 á España

en definili"a la humillante trégua de Am bere¡;, la pérdida de Amboine,

Tidory Coroma ndel en las }mlias, y la indepe ndencia ab,olula de IJo-

¡'"uda.

Imitador tle Felipe 11 quiso el duque de Lenlla enviar contra Ingla.

tcrra una Clicu3dra de cincuenta galeras, pcro la, tCl1lpe.lad~, hicieronimposib le tod<l. tental"',. de arriho ;\. la costa brlt.inica y ]:"" cosas que-

daron peor :\110 que como eSlaban antes.

Igual mda rortuna lu\'o la expedIción contra el "'frica, aunque en la

segunda lenlatil'a (161 1) los espall olcs se :lpodcraron de tre s mil !ihro~

árabes de poesía, religi 6n y ciench.

La Conjuración de Venecia tU\'O por objeto de!!rui. la ciudad de este

nombre, p"ra conseguir 1:( comunicación directa lle Espafla con Au Stria:

apercibido el Consejo de los Diet, que go1J.ern aua l:: repúbli c;¡, corta de

raft el mal <lecapita ndo par:l e'iC,mui cnlo :1. quiniclltas persaD"!, I:o .. ~

mlis COmpTO\ll Clidas, y el duque de Lerma no con.iglle otra en ,;!, ql1e

ponerse e" ri.lkulo.

El acolllecimiento

notable de este rd" .. do es la e"pulsión de los

moriK"s ll ecrct:ula en (61)9, sin tener en Cllcnta que se condenab:\;t J;¡,

mise ria )' 6. la muerte milbres .le indcfcnus familias que \'h' í~ n al am_

paro de b le)' 'J de la justicia,

En el térm ino perentorio de tres di:u s~ ¡¡croll de la penfllSlI la IlIlC\'C'

cientos mil moriscos. que dej:\ban desiertos h:tStn cuatrocie ntos cin,

cucnta pueblas)' dejab .. u yermas tras ellos las hnertas de Valen cia, b,

vegas de lIlun:i" 'J las Hanur"! de Ca~t¡lIa : los m6.s de estos inrelicei;

murieron asesinados, uespués de rolnrles, b ien en las pla)'as africanas

por la ,]ue teuf~n de cristiano!, ó en las co,tas <le Francia ¿ Italia par

lo de musulm:Ulc~ ,

Como eOIOI)cnsación á t"nU dcsycntlu'l!., Ju .. o .le Ollate conq uista :i

Nue"a,~!¿jioo, I'e<lro de N<lVllrretc suje t .. d v:\l1e tle I\ muco, i",.da l

,lesc ubre d ciul<ll de Sa n Vicente,), ACllI1:1, Sil,";\ y otro. ,lucubren pa n ..

E spalla nUC\'as tierras en b Oecea nia,

,"á,

LE CC I Ó~ LVI II,

Felipe IV, qllchcreda :í snl'a~l re , ( 1 6~ 1 ) era t:un hién incapaz de di .

riroir por sí solo 1:lS ';e!Ulas ud "ohicmo: en Cl.mbio le gustaha "ivir e n'

tre pOt las)' có mico3, pres idiend o bailes ú dirigiendu cacerías.

T uvo por fa"orito ~I conde·dnrllle de Oli,'ares, de emcter duro, es-

ca'\O de fa<;lIltlldes polilicas y dc un or¡::ullo dt5l!ledido : i" ició este MI

pri\'aum a.pimodo i la p!a~a de admi n i~tr~ d or ínlegro )' celoso, para

lo cual manda ahorc~r :i uon Kotlrigo C:I.!tIeróD, proccs;:¡do en el rei,

u;o.uo anterior ¡>ord delito decoh~ho,H1STÓRIA DE ES J'A~A.

Viria s .medidas de rigor tomó también Olivares contra otros, pero

las esperanzas de los pueblos se desvanecieron pron to al ver que sus

proc e,limíentos erall tan rutinari os y malos ComO 103 empleados por SU"

predecesores.

I'elipe IV in augura su reinado con la g uerra d e Holanda, y al efeclo

dirige:i las siete provincias unidas IIU mensaje invitandola, á que re·

n)lllcicn á S\l independencia: dc spués de varios sucesos desgraciado>,

no solo renuncia E spal'i a la soberanía sobre IIolanda, sinó que cede á

eMa R cpd blica Jos territorios de Bravaute, Flande, y Limhurgo, con las

plazas f\lertes de Maestrich, Bois le Dne y Bred" .

La paz de Westfalia ( 1648) que pone término á la gucrra anterior,

nO acahó con la rivalidad entrc Francia y Espal'ia: la herencia del du-

cado de Mántua sin·e de pretexto á Richelieu, ministro de Luis XIT r,

para continuar las opemciones militares hasta el tratado de los Piriueos

( 1659), por '·¡rtud <le! cual Felipe IV cede á los fr.mces es el RoscJI ón,

el Connant y el Artoi, . E n esta guerra se dió la batalla de Rocroy,

donde por prime ra \·ez se declaró en comp leta derrota la famosa infan·

tería espalloI:l ..

Los vejámeues q"e los catalanes sufri eron eOl! motivo de la guerra

con Francia, todo ello contra fucro, originaron la sub levación del Prin,

cipado, ligero motln en su principio, pudo co ntenerse con el empleo

de algun", medidas equitativas , pero la soLerbia dd favori to agrandú

la suble'·ación. ! .. os rebeldes ~e constituyen en Rep\\blica, Lajo la pTO·

tecc ión de Lu is XTTl (1640), y despnés <le d oce oll os <le lu cha, las co·

SaS quedan cn ellU; ~n\ o e~tado q'lc tenían antes, ;\utl<lue respetando el

rey los fuerús .,. franq tlicias de los su blevados.

Las mismas q usas 'lile la sublevución de CataJIli'la oc~sionaron d

levantamiento de I'urtllga l: al estallar la conj uración de Lisl.>oa, favo_

redda por Inglaterra y Francia, los por tugueses proclaman rey áJuan IV

( 1640) si n 'lUlo en la guerm que siguió oí este hecho pudiera Espalla

obtener má~{lue descalabros.

La po líti ca de don Lu is de Ihro, SUceSor de Olivares , no pudo evi_

tar la doble rebel ión de Sicilia y Ná¡~ol cs: el movimiento de Sidl ia ter·

minú .pron to; no ~sí el de Nápoles, d i,·igido por el pescador Anid io,

p llCS lo~ suble\'ados sc constit uyen eu repllblica independiente. Gracia~

'lue h . nohlc"",, napolitana apoyó ,¡ los e,paftoles y la ill5llrrecdón eon·

cluye sin ulteriores cou5ccueucias.

En unlo que los enemigos brotan por to das pa rtes contra,Espafta y

~e hace cada vez más' potellte la decadencia nacional, F el ipe IV conli·núa clltregado á sus fr(volas distra ccio nes de siempre: cuando como

prelldc lo rirlCculo de su rcinado, se sicnte acometido dc una melanco·

Ha t:;¡n grnnde q ue le conduce al sepulcro ( 1665).

LECCIÓN LIX .

• " la muerte de Felipe 1 V es proclrtmtt<10 su hijo Culos 11, quc so lo

tenía cuatro linos y era raquítico, cnfcm,i.o y d~bil: encargóse del go·

bierno la reina madre, illstrumcnto dócil en manO$ de su cOllfuo r, el

1". NiLaTd, cuya presnnción era tan pnde como su falta de talento.

El odio del pueblo contra este fa"OTito sir, ló para que el b:tst:;¡rdo

Juan de Austria, hijo n:;¡tur:t.l de Felipe IV, alcanzase d podcr, que Je

duró bicn poco, pues el o;al'richo de la reina elevo hasta la prinnza á

Valcn1.l1c):;¡, hombre también inepto.

El hecho uuh no(ablc de cote tiempo, en el exterior, es .la g ucrr:l. uc

l'ortug:..1, por no querer la Regentc tratar como rey :;¡I duque de UrJo

g:m~:;¡: eu el acomodamiento de Lisboa se reconoce oficialmc ntc la in·

uependencia dc este territorio, lo cual COSiÓ, ade más, la pérdida de

Tanger, 1:1.5 Alores, idll~ de [11 M:.dera y C4bol'eroe, I:a. Guinea, d

Congo y la costa dc Moumbique, en Africa: los teITitorios de Mascale,

Ganacor, Goa, Ceilan, Coromandcl y las !I[oluc:L'l, en Asi,,; y el Era! il

en América.

Declamuo ClIl'lQS H de mayor edad ( 1675) gobernaron por ~l, $\lCe'

si"ameulc, el bMt~ rdo Juan de AlI5t ria y 111 reina madre.

l .uis XIV de FraDcia se propone aniquilar la nacionalidad cspallola,

ravorecido por 1:1.$ causas que trabajaban $in cesar su decadcncia,)" al

efecto busca un prcluto para declarar la guerra, en la cual los es¡lallo·

les se defellllierOfl volando las fortificaciones y apelando:\ la fuga: ter·

minó esta lucha devoh·icn<10 Luis XIV ó. Espalla graciosamente los le·

rritorios co nqui$lados en Calal"lIa y Flnud es, CaSO rarO que se explica

considerando sus miras ulteriore s sobre la hercnd:;¡ de Carlos IT,el cual

no tenia hijol.

Entre lauto, YergUenza causa decirlo, 1M Cortes ext ranj erai rellnid.:u

en la H aya ( 1698) acuerdan rcparlirse la nacionalidad espai'lob. , como

si fuese cosa propia, atllerdO repetido por segllnda Vel en L oudres.

Pró~ima la muerte del rey, sin sucesión, form:íronse en la Corte dos

partidos rÍl'ales, el uu stria~n y el franc~s, y Carlos n, sin "ala r par.>.

..360

mSTORl.l m: ESPA~A.

decidirse por ninguno de ellos, hada y d"shaera tC5t~menIOS: al fin lle-

ela"" heredero suyo á Felipe V de 1Ior1>611, uicto dd rey de Francia.

Redactada su poOstrera YOlllnl:ld, Carlos 11 el lIechizado marcha al

monASterio dd E scorial , r á los p o<:os diu de bes:u 105 restos de Sil

madre, q"'c n,anda exhllmllr, m~crc ( 1700) y con él acaha en Espana

la domioación de lo, A\lstr;,,~.

[,HCCIÓN LX.

L;J, Casa de Barbón .,x ""icm.a <;on Fdi¡te V, dUCJue ..le Anjou, hijo

segundo del heredero de la corona rra nc e~a, descont"nta el Austria

por este nombramiento or¡::ani .. a la Grande Alinnza conln 105 Dor-

b ODes y provoca la guerra de Sucesión espanola .

1.05 coliglldos contra Francia y cspab, alernan.-s, ingleses, bolan-

deses y saboyanos, atacan simuhinc:l,rn cnle tí Italia, los l'nises najos y

las co~tas esp:>llol.s, sin que ningullo de los contendientes pueda. atri·

huirse la victoria en eSI:> primera c!lmp!lna: no sucedió as! en la ~¡.

,"uiente, pues aquellos 5e apoderan de Gibraltar, el Mi!!l.nesado y 1011

l'aises Bajos, en tanto que Aragón, Cat:>lufta )' Valcllda se sublevan

contra Felipc V. La victoria de VillnicioSll ( 1710) gao!ld!l conlra el

.-\ustriaco quc habia penetrado en :\ladrid, y la muerte de J~ 1, cm·

perador de Al emania, hn ~c n de,Cal 4 to<los la paz, que se firma en

Utrtth ( 17 13) siendo reconocidn Felipe V como ~y de Espana.

Esta paz cost6 á los esp:dlo!es la pérdida de ,,¡¡I:in, )/:!polcs, Sicilia,

Cerdena )' Gibr:1l1ar.

ror d auto acordad o de 1713 establece Felipe V que las hembl'lu;

scan excluidas de In herencia á la corona, mientras haya en la familia

\'aron"s l'"r la Unea directa (; colateral, disposici6n ¡lall1Mb T ."1

Sálica.

Lo princesa de Jos Ursi nos, mujer de sumo t!llcnto y e.xp"riencia,

ru~ la eOD~jer:t de F elipe V durante 105 doce primeros IIno~ de reinado:

la ~ustituyó en e.ta pri"anza Julio Alberooi, el cual se propone coloc!lr

á E~pana sabre tod:l.'l Iros naciones enropeas, y comienza su tr:\bajo

róLSgando por la fuerza el convenio de UtTcch .

• A.n!c e$te alaque inespcrado, (ngl aterra, TIolanda, Alemania y Fran-

cia OTJ::auiun la Cuátlmple alianza, y ESJ>ana, si n recursos y .in sal-

dadOI, haee frente:i tan formidables enemigos, aunque en dcfiuitiva

tiene que aceptar la pv Ile la ! laya ( J 720.),6,

!I.);SUMtN.

Felipe V abdica en su bijo LuiJ I ( 1724) pero vuelve á enC:Lfgarse

del gobierno á la muerte prematura dtlnuevo monarca.

1::1 ~1Ul0 Riperdá promueve con sus plalle5 diplomático~ otra llueva

coalici6n de Prusia, Illglatern y Francia contra Espalla, la cual no

produjo otl':l consecuencia que el slatu quo: en .cambio Felipe V,

aprov«:bánd05e de la difícil situación del Austria, se apodel':l de: Si-

cilla }' N~poles, cuyos reinos adjudica á su bijo Carlos de acuerdll (:(IR

los plenipotenciarios de Viena.

LECCIÓN LXr.

Le sucede Fen'ando VI, su bijo, ( 1746) á quien llama la His1óri:!

d pmdente y el padre de los pobres.

Amigo de la pa~, pone término. á la, lucbas contra It alia ell el ~'On·

venio de Aquisgrán, por ~'irtud del cl1~1 queda E'pana en posesióll

de los ducados de Panna, f'lasencia y GUlIStala y del reino de las l}¡¡s

Sicilias.

Este fIlonilTCa se dedicó con empeno :i fomentar los tesoros de la

agriCl1ltura, de la intll1;;lria, del co mercio, de las ciendas y de I:u ane~;

y como ilustrado que era, se rodeó de los bombre .• más notabl es de

su ~poca; el nombre de Fernando VI merece escribirse eon letras de

oro en lo~ nnales p:ltrios.

Si fué buena $U administración y excelente su gobierno, lo prueba

el becho de baber aumentado las renl as, á pesar de la rebaj a en 101

tributos y el J»go dc la deuda naciona l, con tmida antes.

Al morir ocupa ellrono Su hermano Carlos 111 ( 17 59), priy[a re-

nuncia en su bijo don Fernando de la corona de las Dos Siciliu.

LECCIÓN LXII.

El primer aclo político de Ca rlos IJI fu': suscribir el Pacto de fa-

milia ( 1761), alialUla ofcnsiva y defeD$iva entre los Borbones de Fran-

cia y Espalla, inspirado ptincipalmel1te: por su ódio contra I~, injtleses.

Iniciada la política tle aventums, lo.' espanolcs invaden el Porluv.I,

aliado de In¡::laterra, y se apoderan de la colouia americana del Sao

'7",

JIl~T6 RI ...

DE f.SPA R A.

aamento, en tanto ql4C ti enemigo toma posesivn uc la Ilabana r

Manila, y 10$ francts« abandonan la lucha cU:lndo cm más dificil:

en ~u vista, Carlos HI aeepl a la paz de Font:l.iocbleau )' las cOSaS que-

.lan como eS\~ball antes. Once alias más tarde se renuevan las hostili·

dades, que contimia u hasta el tratado de París, por el cual E spnlla ad-

quiere Menorca y ¡liS dos Fl oriola3.

Au nque belicoso co mo su padre, era ta mbién C.lrl os In am ante de

las a.rtes )' las dencias. á las cuales protegió lo mismo que ;i la agr io

cultn"", la industria y el comercio: "dcma.s de consc rvar ,¡: su lado

aquellos inteligentes consejeros del rcin:ldo anterior, tmjo de Sicili;¡ á

dos hombres notables, Esquilache y Grimaldi, los cuales iniciaron UDa

;¡¿ric de rcform:u; que tmnsrormaron pronto la rL ,onomla general ue!

Reino, C!Opecialmenlc de la capital.

La opinión pública se i'ronu ndó c<Jntra algunaJ refoTlIlas de Esqui.

lache, )' promovi6 el motín ¡¡amado de las capas ,! sombreros, [lor lo

cual Carlos I n dcstierra á este mini stro.

Si los Je suitas fueron ó no los instig-adores del mol/n contra E squi.

lache, no consta: el rey debió crcer q ue s í, ¡:rad:LS:í los illrormes del

conde de Aranda, )' en su \'i~ta decreta el u.traflamieoto de estll con·

grepcion. Sin demoro. !lingllna fneron embarcados para r;ivita-Vc·

ehia, quedando :lOlo en E spail.2 los cnfermos, y aun estos hasta ~n

óefiniti"a curación.

llien puede afimulTSe que el ~inado (le Carlos II! es verdad erament e

admirable, l'ue. además de rccobr:!r E spa¡¡a su innuellc ia en los con·

~jO$ europeos, akUllZ6 un grado muy considerable de prosperidad y

de ¡::randeza.

A la muerte de Carlos !ll ( ¡¡SS) le ~ ucede su hijo c.:arlos IV.

LECCIÓN LXnL

El bondadoso carácter de Carlos IV h¡~o esperar que su ~inado

seria continuacióu de los anteriores, pe ro b. Rev olución f""'ICU;I. ViDO

6. cambi;l.r el nl mllo de la política c.\pallola.

El Paeto de (;l. milia habla hecho q u~ el g obierno espd\o l nt renlara

sus ge~tiones en fa"oI de Luí. XVI, y cuando se tu"O conoci miento <le

la ~uerte de este monare:!, dos ejfn:ito~ penet1'3.n en FTllncia por el Ro-

sellón y elliid:l.Soa, en tanto que Ung:lra bl oquea 1,. co.t,. del Medí.Rl:SU~U:S.

ternneo: los fr:lDeeses :nvaden E spallll hasta ~I¡randade E bro, 1 COIIIO

amenazasen las Castillas, Carlos IV solicita la paz, que se ftrma en Ba-

sílea ( t 795), ~rdiendo la parte espallola de Santo D omingo. Godoy,

Su negociador, recibió el título de l'rínei~ de la paz.

Agradecido Godoy á Francia finna cl tratado de San IIdefon.o

( 1196), ocasión de la guerra contra 105 Ingleses, los cuales se apoderan

de la Trinidad: el snceso m:b notable de estn lucha fué J¡. batalla de

Trafalg:u, gr.'" deLUtre para E spalla.

Para entonces !'Iapoleón se habla proclamado Emperador: eogallado

Godoy por Napoleón, bajo promes., de hacerle rey de los Algarbes.

d:í su asentimienlo al coo'-euio de Fon taineblean (¡So7), yen Su eOIl-

~ecuencin franeo:5C5 y eopalloles unido. invaden á Portugal, de cuyo reino

~e apoderan en bre"e. "l"uminada esta eml'r~, los franceses, lejos de

aballdoQar á Espalla, ocupan laS principales posiciones y fortalezas

b~j" pretexto de bll:lTDccerse, sin que nadie viese too" la infami .. que

encerraba semejante conuuela.

Cuando 10$ espailoles viuon claro, utalJa d mo(!n de Ara.njuc>;

cont ra el imbi'Cil G<.><loy ( [S08): Carlos IV ~bd¡c .. l~ eoron:\ en su

hijo F ernando VII.

J~,stimo~o cra el utado de Esp~lIa entonca: los sucesos, lo mismo

'Iue los homhres, camin:d,an ~ ciegas, la (riblltaciúu ordinaria, ya e.~ ·

cesin, se hall ah" recargada con enormes impuestos evenh!ales, y tod"

se gastaba en el mantenimicnto dc las tropas francesas aliadas; 105

ej~rdtos se encontraban diezmados ú peleando en utranjero suelo; la

marina había dcsnpareddo casi por completo en TrnfaIgar y cn C:ídiz;

y hast:!. se habian pen'crtido las costumbres de los hombres encargados

del gobierno.

El z:; de Marzo entró en ~¡ad rid d gencral Mu rat: al día siguierlle

lo hilo Fernando VII rodeado por I:ts muchedumhres que le :tdama·

ban con delirio.

Cunde entre tanto b. noticia de que Knpolcón lOe dirige :i E spana

para terminar las ,¡¡f~re lldaS que lleparilban á los individuos de la real

familia, ~ro la impaciencia de Fernando VII le hace marchar :i Ha-

'lona, ;Í do!illl? tam bi~n aCllden Carloi IV y María Luisa, restaurados

en el trOIlO1'1; orden de Murat. I _"l familia real espanob. se constituye

prisionera de Napoleón, volunlarÍ;unentc.

El E mperador ha conseguido re:lli~ar SI! plan: Espana cst;{ ocupad"

militllrJUentc por 10$ rr.mce..es, pri<,uneros en 13ayon" 10$ reyes,)" el

¡,:obicrllU coufiado cn Mao.lrid :i una junt;l. provisional: pew los pue·3'_

HISTÓJl.IA. D E IS P"~¡\.

bias dignos se b:J.l!t:..o á sí propios, y Espafla demostrará cómo se TI-

conquistA la illdcpcndcDcia de la p:uria, aun en medio de las mayores

dCSH,nturu.

LECCIÓN LXlr.

L a domillacion de los Au stria. produce cn E.pafla lo. dos polos

opuestos: la grande ~n y la dec:ulencia. Carlos I hered:l. de los Rey es

CatOlicos la nación más grande 'J poderosa del mundQ; Carlos 11 deja,

en camb io, desmembrado el telTitorio, yermos lo s campos, cerradas las

fábricas y desiertos los puertos.

Hasta el ,-a10r propio de la r;lUL y el sentim iento religioso, L~ses

dd carieter naciQoal, se trocaron en fanfarronería, fanatismo, y libe r-

tinaje: los ejércitos, sio armas, ,i n veo;luario y hasla sio jefes. vivían

del robo; y la nación que contO setenta y dos millone~ de habita ntes,

se veía reducida Ii se is millones de ~ere$ diezmados ¡)or lor ,'icior;)'

la mise ria,

En cambio las Bell as a rtes florecieron: la arquitectura adoptó el

estilo del Renacimiento y tuvo maestros tan lIotaLles como H errera )'

Churif::ucr3,; la escult ura produjo adm irables trabajos de Berrugue\e,

Becerra y Delgado; la pintura COn tiene le50ros ¡naa.bables d" hellc~a

en 10$ cuadros de Vel:ltq uet, Rivera y Murillo; y la ulllslca rccucrda

las ma¡¡estuosas composiciones de Ortells, l\IOllleverde y Salinas,

Tambien las ciencias alcanzaron desarrollo notahle como lo <l e.

muestran los canOnistas Agustln y GÓme7., los teólogos elloo y Solo,

los filólogos Montano y Riva.d eneira, los (,hho fo_' COI'armbias y Acolta,

los ascéticos San Jnau de la Cru~ y Sant;>. Teresa, los orodores rr. L"is

de León y fr. Luis de Gran;>.da, y los historiadores, MoneaJa, Me10 )'

Manan;>.,

Enlre los literatos descuellan Jo. novdi.las Que"cllo, Montem:(}'or y

Hurtado de MenJoza, y sollre lodo., Ccn'an tes; entre los l)Qetas, l,;"r.

cilaso, fr, Luis de I.eón, lIerr~rra, Ercilla)' G6ngora; así como entre

los poe tas dram:iticos, Lope de Vega, Calder6n, Tino,~orelo, ,'br·

c6!! y ROj~5. Con razólllie ¡¡:~m 6 ni XI'll si!:,lo de orO d~' h liter~lura

espaftola.

Los Borbones se di~tiogucn Ilor 511 prolección :i. los intereses mue·

riales del pOlís: la agricullura, la iRlJuslria l' cl co men:iu salieron u~j ,)

~u ;::ohicrno del oh'id o )' po,traciún en '1 \\C se halhll,a" ,En b. esfera eicntific:1 y literaria, aunque importuoo el cla~ici~mo

fl'2nck, estos reyes se hicieron notables por ]" fuudaci6n de 1" Biblia-

tea nacional, In RR. Academias de la Lengua, de la 1I i.lóri .. , de Me-

dici na, de nellas artes, y airas, la Univer!; id"d de Ce n'era, y el Jaro ¡n

bot:inico, También dieron origen :í los Pósitos y Montes de Piedad.

Carla. III merece eon~¡gnaei6D especial, pues recuerdan su nomb re

entre otras eos"", las Sociedades de Amigus de l País, mul ti\lld d e Se.

minarios, Cole¡::ios y Uni\'ers id ndes, el Museo de Pintura y E ~cultura, y

en otro orden de consideraciones, l:l Ley agrari:! de Jo" ellanol y h li_

bertad del trabajo.

Ilustraron $11 reinado, entre los diplo m:ilicos, I'Ioridablanca 1 C'lnl '

poman es; entre los pin lores, Maell a y Goya; en tre lo. a.'!uitectos, Vi·

Ila nueva y Vicrpe; entre lo. escultore~, CastTo y Alva rcz; y Muden,

Casi. i, Moratin, MeléndC1:, Feijúo, Isla y Climent, entre los hteratos y

!>ibios,

LA MONARQuíA CONSTITUCIONAl.

L ECClÚ~

L X\-,

El d i .. ,In.; ,,~ .\by", tulll1~ rO~O$ grll!,'" u'''I''111 la p l ~za ,le! .. al p"'_

lacio de '\b,jrid, "tmidos )'0' la nOlle;" de 'lue iban :i se r Ir:I.~I>OTt:l\lo~

;i. Francia IO.!I i "f~"Iel\ don Antonio y don Frauci>co. cuando d furor

tic la;¡ 1I\uchednmL .. s estalla, y con ¡;.itcrh ~'I,.~nt"." "rrolla lo.. p~t;\l­

\h 6 que se le 0llOucn .,\ pMU: \a pul,ln~iún entera.se .uhle"a, el ca"'·

I"te se c"'pelía con salí.l, pero 10'1 ~olt!ad os fmnce,e~ ~cuchil1au lus

¡:ru\lO'<~' d~jall d~si~rus la;; J"incipnlcli c:'¡I~~,

¡,as tropa~ lmci"u:1k-s pern'allc~cll en SUs e,.a'lele" e~ccpciun de I,,~

ar1 ille"" 1Il:111d.\<!u;; por ¡hui" y V~I,I"k cc"c~dv.i pur loda~ partes

csto~ \'alicntc', m,,~rc" ",,,¡,,,,d,, CUJlulo la ,Iefell"" ..e hace iml'0~iblc:

;¡ la m:ltian:1 s:;.:,,¡~nte pu'..lica !\hral 11:1 [,Hml" eOIl1:";, lo~ que llnar""

"rmas , )' pIJr -;010 e;te h""hu r~~ilJ ~n ll111crt', mn~hi-;ima" l'"r."" ,,,s i,, ·

,\efell.\"", rL!~iladas:í ml"'IV11 el! el I'"nlo V en el Kdi.u . ']""n birba n.'

.. Ientallo c,; el origen ele IJ gu"rra de 1" IndCl'cnd~u.;i" ,

Eu tduto que Kap.,lcVn I'reteudc ha<.:erse <ludIo ,ie ¡·:O,pM", ~' pru '

d" "1a rey:; su hermano Jo.":, la crC"'C>C~I ' l·¡" popular pro,·oca ~lg llllO,J"

HUTÓUA

n,. r.'r ... Il ... .

desórdenes en B~d:ljoz, C:tdiz, Sc,'i11a, Madrid y Carl~gcna, conlra Jos

que se tenían como .. dicto, a la poHlica frallce5l\: .,\stdriu se ~uble'lI,

Jlom bl'll una junta de Gobierno, y lltclara la guerra:i Francia; lo pro-

¡lÍo hace la Junta ell Se"¡lI,,; Zaragoza rcchazl\ d "jércilo de Lcfcbrc;

)[oncey es derrotado en Videncia, y h:uta el (amoso alcald e de :'>100'

toles reta al ill"cndble N"polcón.

Las ]unt:J,s Jlro"inc¡ ~le8 rivalizan en activi dad y patriolis mo: en loda.~

parles, labradores, utC$anos, propictll,ios, lodas l:as c1:asts !IOcialc~, ar-

mados de pal os ó de chu~os, se "'l'rc$uran :i medir sus fuerz"" contra

los ejércitos formidables del enemigo.

E l dia 1') de Julio l 180S) C~ digno de imperecede ro recuerdo: el ejer.

cito de Audaluda, m:mn:ulo por C:L~tai\os> derrota en n,,¡lén :\ lo~

frallcests. Dos mil tresci ~nlos mucrlos, cuat rocientos heridos y veinte

mil prisioneros, demostrarou al mUII.10 que lo~ i"vencillles hallían sido

'"encido:s.

1..3 ne~esidad de unificar ]a. opcrad()ues militares hace illdis¡ensal,1c

1., c~ad6n de la Junta Central, 'lile se instala en .,\.ranjuu, la IÍad6n in·

;:Iesa enl"Ía un ejército:\I mando de \\"dlingt6n, el marque"!! de b. Re.-

malla llega con 5115 lropas desde Dinamuca, )' lal carácler tom a poco á

1'",",0 la guelTa de Espana r¡ll~ N"I'0lc(ín yiene á etla y se presenta en

Jlad rid a] frente de I zo.ooo iofantes y 20.000 h()!nllres de cabaUerí".

La campana si guiente ( 1809) ' ·;no á demostrar lo impo~ib]e de la

c011Clni5ta de E~p;¡;¡a, aI1l1'1"" l()s franceses se al'0demron de Zara¡¡or.a

f Gerona, ,l~<l'uc< de un horroroso y l"olon::;udo sitio. 1~ 11 l:t ue 181 0

ap"n"(en pcrfcctlnlcnte o~ani7.,,,hn $<' is ejercitO!;, ]0>. tle la derecha,

ir.1uierda, (<:nlro, re;;er\'a, <.'xpedidonario y el de los ¡¡Ii¡¡dos ingleses,

l'''r!ngneses y .'''il;:11I05, que si bien ,krrota,jos en lJdés, V;¡!ls y Melle.

]liD, 10:ua:0l1 complda re"'1I1ch~ en Talncr,\ y T J.nl~111e¡¡. Las camJla·

ú,,-. ,le ¡S 11 Y ¡ 8 1 ~ se hicieron mC111<1I.,.LJes por [ 0.5 "iclorias de Al·

lluC"\ y Ar'lpiles: esta última oc;\:;i"n" la fuga de Jo"é Bon:<p:\fte h~cia

Valelld;¡ }" In rclir:¡,la lIe los franceses h~sla la Tiller" lid Ebro.

Rechazado el enemigo tle ~U3 po.,kioocs del I'isllerg-J. y del D uero,

mucha h~cia Vitori" (¡S13) ,1"nJe ~s complclamenl,; dcrrol~,l o I'0r

Wdlingl6n: á este dcsc"lallro sibu" el dc S.,1I ~I;c-ciar. y los france~c~

cvaeu;¡n ,;: E~¡,J.na. Como ~i e~lo fuese poco, lo. ,,1;:ldos penetran e"

Fmncia y oblicuen alli la, ,'iclorias do.: (jnhc/" Ai" >. T..,losa. A~i ,·i"..,

:i termin arse: esta IlIcha el! b cllal lo., e 5p~ll.oles admimwn al 111l11ulu

consu eonst~ndny .-alor ejelnplJ.T.

:'liel1lras que :i b SQmbra de c,ld ~ "Idea, de cada ru~a u tic ~.Ida3 Ú ¡

arho! def~Ddían lo. espai\olCi palmo á palrllo el territorio, las Corte~

se reUDen en la isla de LeGD (!31O) y comiellzan su:; ,c,iones bajo el

caMn dd enemigo, el 18 de /II"r7.0 de 18 12 se promulga cn Cádiz In

Con_,>titLlción, c6digo inapreciable que encierra en su. capitulo. todJ. la

or¡:a nización del si.tema reprc.ent ati\·o.

L ECCI6N LXVI.

.\ i:J. caida de Napole6n vueh-e F ernando vn á E.palia, y hace 'u

entradacn Madrid el 13 de :/Ilayo de ¡814' S \I primer acto político e.'l

re,tablecer la Monarquía absohlta, cste hecho trajo COmO collsecuencia,

andando el tiempo, la organ i,.aci(jn de la, So~ iedades secreta .. y la Sil·

hlcvaci(in de las Cabclas de San Juan (IS20). Como el movimiento

cundiese por toda~ ]lartc~, Fernando VI[ rc;; tablc ce la COll3tiluci6n

de 1812 .

La segunda épOca comtilucional se di,lingue por la lucha entre

absolutistas r li berales: lo, 111()lmrc~s <le la Sanlll Alianza envían"

E spai\a un ejército de 100.000 hombres (1823), los cuales toman

i Cádi" por asalto, disu eh'~n las Corte~ y re,lauran d absol ut i.mo.

Casa Fernando VII con ~[aría Crislina, y publica la Pragmática

,ancl611 ( 1830) abrogando la Ley sálica; muere el rey á los lre. afios,

y le hereda su hija Ts",bc1 n, oe menor edad, bajo la regencia de Cris·

tina, en tanto que los absolllli~las proclaman á CarIo. V, y estalla la

guerra civil, terminada (1839) en el convenio de Vergar:>..

Los principales succ,os polí ticos de este pcriodo flleran la promul.

gación del Estatuto rcal, la matanza de los Frailes, la dei;:>.moltizacióll,

ecl esiástica, la subleyaci6n de la Granj", la Consti tución nnel'a ( 1337)

)' la mayor edad de la reina (1844).

Desde esta fecha hasta la de 1868 rigierol! los destino~ de Espaiil<

tre. parlido:; politicos: el moderado, que ¡oodific6 la Constitución

( 1~45 ) , verific6 importantes reformas en Hacienda, y convino el

Concordato con la Sanla Sede; el progresisla, q\\e duró un bienio; y

la unión liberal, q\1e dió par. al Reino, desarrolló lo.> i n tcrese~ nlOrale,;

y m~t~riules dd país y realiz61a gloriosa guerra de Africa.

La reacción de! partido moderado hace estalbr la Rc\'olución d~

Septiem bre ( 1868): las Cortes constimyenlcs redactan Una Constitu·don ( . 569); los tmonjos

Amatleo I renuncia,. se

I';,vía, despnés del golpe

,i~¡ona¡ , i ustituido por l:l

,le "rim tmen la diuU8.i" ,le Saboya, ]lf:1U

p rocl:UU:I la Rep,lolica ( . 8i3). El general

de .; de Enero, t onstituye un Gobierno pro·

ReSb,uradónloorOóniC3 ( . 874) en b ]lf:fWn:t.

de ."Ifonso XII. Mu ere este rey prcmalurnmeute ( . 885) Y hOy:le halta

al frente de la Nación SIl \"iud:l, María Cristina de Hapsburgo, regente

del Reino á nombre de i U hijo Alron~o XIII, de menor ~d ~ d.

.,ÍNDICE.

L¡:cClo:-r L-¡"Iy()liuuión al Estudio de la Histó,-,,, de Esjalla . '

- DefInición de la Hi,tóri", ole Espana.-Sus relaciones con

la His\óri" universa l. - Importancia de su esll1d io.-Resumen

geográfico: "plicacioncs.- Di visiones cronológicas. -Caracte -

res generales <le '''0;0. Edad. .

S

EDAD ANTIGL' A.

LECC ION ll .-Tiempo.r prrhúlórit",. - Tradióones relativa~ .:

105 Aborígenes <le E SJlllfta. _ Su importancia. - Los I bero.,

'" origen, costumbres y ('n!tura. _ Principales tribus iberas. -

Los Celtas: su origen, costumbres y ~llltura.-Principales tri·

bus ce!tas.-Los Cdtíhe ros: Su formación, costumbres y eul·

tnra. -Principales tribus celtíberas. - 1II0JlnmeDlOS que de

este período . e COnSerVan .

U:CClOl' lll.-Espafla Fmici" y Gritga. -Llegada de los Fe-

nicios. - Sus principales colonias.-A qllé Se d~dicaron estas

g~ntcs en Espafia.- Su expu lsi6n.- LIega<la de los Griegos

asiátkos. - Sus principales colo uia!. - Carácter de la coloni·

zadón griega.

J"ECCJO~ IV.-Espolla CartagilUso . - Interven ción de Carlagu

en los a,unlos de Espana. - Carict~r del p ueblo cartaginés.

- Plaues de conquista: Almi!car llarca.-btolado é l ndort es.

- Sitio <le Beai" y sus consecnencias.-AsdnlbaI: su muert e.

LE CCJO;'¡ V. - AuiLal: "'1 po lítica. - Cansas de la guerr:o de

Sagunto.- ActilUd ue Roma._¡<'iu heróico de Sagunto._

Aniba! en Italia: sus victorias._Batalla de Metauro: sus con·

secuencias para Espana.

LECCIO¡'; Vl _ h~ptu]a RomanG .- Intervención de los Rom,.·

nos en Espana. - Escipión el Grande: su brillaute campana.

ludivil y Mandouio.-E'paña conquistada: gobierno de los

l're to res.-CrucJdades de Lúculo y Galva: suh levación d ~ la

Lusitan ia.- Gucrra de Viriato: sucesos priucipal ~s . .

LECCION VH.-Gucrra de Numanda: su CaUSa._ ConsuladoJ

de l'ompeyo y Mancino.-Escipión Africano: su sistema de

"!aque.-Último recurso de los numantinos.-Fin hetóico de

b cilldllU. .

,8

13

18

Z 1

z,¡.

19

3337 0

lIIST6RIA DE ESPAÑA.

L¡':CC ION vru.-Cau;;,,' de la venida de Sertorio á ESl'afia. -

GllCrra contra Sila: acontecimiento. notal>les.- Traición de

l)erpcn.~ y muerk de Sertorio.-Organización de España du-

ran te estn gl1crra. - Participación de Jos españoles en las

nuevas guerras ci\' iles ..

LK(:cto:; lX. - Augm:to' Emperador: paz universal.- GuemlS

cantálJricas: conquista de Lancia.- L:\ Er:t e<p:tñola.- Prin·

cipales vicisitudes de la Espai'in. romall:t dumnte d Imperio.

- Los BirlJnros: su misión histórica.

.ECCION

X. __

r¡",;/i~ad61l

Uflll70/11

(ti

39

la Li!"d ""tígua. - Ele·

mento. que contl"il> .... yeron {i fo ;",nrla._Co lol1izacióu fenicia.

_Colonización griega.-Civilizadó n hispano·romn na ..

l.!'.CCION Xl. - EI r;istia"iSi"'~ en Esja,7a,-l'rc dic~c i6n d d

Cristianismo: su propn¡:ación.-Las primeras Iglesia;; y los

primeros 1I1ártires.-Pcrsecución de Dioc1eciano. - Paz de b

Iglesia: concilio, nacionales. - Literatur:t cristiana. --llerejí~s :

43

EDAD MEDIA.

LKCC10N XTl._E.I}a"1l V,·.rigiJJ",.- T' lleb lo. Bárharosque se es·

tablec~ n ~n E sp:l.ila: Alano" Vánd~lo-, y Snevos.-Ad.\"eni-

miento de los visigodo s: Ataulfo._Sigerico: su fin.- "'alia:

su talento político.-Teodoredo: los Visigodos en la bJtall"

de los Campo, catalalínicos.- TurismnnJo. - Teodorico: im·

portancia de Su reinado.

LECClOX XtlI.-Emico: estab lecimiento definiti,.o de los Visi-

~odos . -Código d e ElIrico.-Alarico: Breviario de Aniuuo.-

Guerra contra Franeia.-Amalarico: nue"a gue rra contra Fran·

cia.-Te udi .. , Teudí.el" y Agila. - Atanagildo: intervcnd,'m

J(: los Impcriale,. - Liuva._ Leovigildo: su pensamiento poll-

tieo. - Guerra civil religiosa.

1 ,!':CC 10S XLV .- l{ecaredo: su conve rsión al Catolicismo.- CoQ-

secllcnci". prineipalc •. - Los Concilios de To ledo. - J ,iuva 11:

conj urac ión arriana._ Witcrico: conj uración catÓlica.-G un-

demal"O.-S i ~cb llto: explllsióll de los Judío s y su, ,on.ecU~Il·

.

XV. - S"intila: sus proyeclos._ Sisenando: importan·

cia del IV Condlio de Toblo.-Chin tila y Tulga.- Ch.indas·

vint o: unidad legislat iv.1.- Recesvin(0: nuevos proyectos de

fusiÓn.-El e<:ciÓn de Wambu. - Sublevacióll de la V:(sconia

y de la Gália: gótica. _ Primcra ap:trición de 10. mu ,,,¡lmane.

en nuestras costas.- Ab dicaciÓn de \Vamba.

LECC TON XVI. - Ervigio: iuA ucnda de la teocracia.-Égica:

,ompil ación de l Fucro-J u7-go -\Viti7-a: sublevaciones contra

el rey.-Ro(lrigo: I:: I.crra civil.-Invasión de Los musulmane~:

Illttalh del Glla<ialete. -Tradiciones acerca de esta inva~ión.

LECCIOS

5 I

54

"

_1

G-t37 1 •

fl>DICI..

,Ngill':

Lp.ccrON XVII. - Cir ·iliza";(". vis;gc¡/o-HiJpal1a, _ Ll1. Agri-

clIlttlra, la Industria yel Comercio.- La Religión: los Con~i·

Jio, de "['ol"do.- CÓU5Iil\lción soc ial y política._l.egislaciól::

Litemtur'l y Bellas Artes. .

,

LECCION XVIIL - E sp"nll 1JIum/¡IIII/Itl._Iuv[\sión musulmana:

su causa.- E'pediciones de Tari( y Tarik: batalla del Gua-

dalete.-Rapidez de la conquista.-Rcino de Orihuela . ....cLos

l\tUl.l1.rab es. - Amirato' .le Abde·l-Aziz.- Principales amires

'1M J"~ s\lcedeu._Amirato ~e Yuzuf: difícil situadón de la

Espafia musulmana; _Solucióu del problema: Abde·r·Rdlluáu

bcn /IIo:iwyah.

I. I'CC [O:O; XIX.-Abde·r-Rahmán 1: insurrcccioncs.-Gobicrtw

de este Prlncipe. - l-fixem·Ar-Radhi: gucrru civiL- La gran

A Mjama. -AI·BAquem L conspiración de Y ah ya. - J omada del

foso de Toledo, destrucción del arrabal de Córdoba - Al/de-r·

I~ahmán 11: luella ]{eligiosa._ ~lahomad 1: nuevas i?suITe,,-

c'olles..

1.F.CClON XX. - t\bde·I'-Rahm:in ITI: sus viclori a's. -C..>!l~~gra­

ción del primer Califa cordobés.- Estado anirquico d¡:1 reino .

Grande"", de la Espafia mll';ulmana.-AI·J-Iáquem 11 al_Mo·

lausir: su caricter. - Siglo de oro de la civilización arábigo-

espaflola. . . . . '. . . . . . : . . . . . .

I.ECCION XXI. - Hixem II; triunfos de Abu·Ami r_Mohamad. _

llalalla de Calatailazor.-Rñpida decadencia del Califato: 511

disolución.-J{eycs"ae Taifa,;.-Almoravidcs y AIIIlOhadé.s. -

Reyes 'l:.lseries de Grauada. . . . . . .' . . . . .

! ,llCCION XXIl.- Civi/i~ariJ" arábigo-hispana. _ Agricultura, In-

du~tria y Comer~io. - Literatura y Cienci: ... -La Unh'crsidad

de C(mloIJa. - l'rincipales mOll\\"1entos :mibigo·hispanos.-

Org:,ni~ación política}' social.

I,I\CCION XXIlí._Los J",¡fo; m Espana. - LIcgada de 10sJu-

llíos á ESpaila.-Sus vicisitudes bajo la dom'inacióll '·;sigoda.

Sil situación en la Espaila musulmana.- Cóluo fueron consi-

derados en las monarqu ías "cristianas._Exl'utriacióo perp¿-

tua de e,la raza. - Civilizációll judnico.espa'10!a: litcr:l turu

rabínica.

.....

.

J .I::CCIQ~ XX¡V.-R,r';"'I"isfll crisf;(lna. - (RlCIJIII¡tlisla uisti,¡-

/1" w As/,¡riM)._Batalla de Cov,adonga: origen del reino de

Astúrias.-Proclmunción de Pc1ayo.-Alfonso el Católico:

SIIS brillanles campafl:l.'l.-F"ruela: sublcvaciónes.-Reyes ma·

hmentc ll amádos IISurpadores.-Bennudo J; sU abclicación.

L¡;eCJON XXV. - AHolUo Il: sus victorias.-El sepulcro del

apó,tol Saniiago.- Ramiro l : snb levacioncs. - Victoria de

AILdd a._Co uatos de invasión nOTlnanda.~Ordollo 1: L~t\,.

IIR de Cla\"ijo.-Alfollso 111: sus lo rillanteS expediciones . ~

S .¡ble,-acionc_" abdicadó:l .Id rey .

69

47

7ti

$2

$6

9'0

94

93

J()231'

lU STÓRIA D E 1IS1',,!i:A.

L ECCIO!i XXVI. - Reillo de León: Garela 1.-0rdono TI: bata.

llas de San Esteb~n de Gorma. y de Vn.ldejnnquera.-l"llD.

dación de la Catedral leonesa.-.I'ruela H.-Alfonso IV: su

abdicación.-Ram iro TI: batalla de Sim allc:as.-Ordono IJI:

com pl icaciooes con Ca.~tilla. -Sallcb.o 1: planes del conde

Fernáu Gondlcz.-Ord ol'lo ¡V.-Sancho I en r.(¡rdol¡a, _

105

RestauradOn del rey: su mu erte.

Lr-<.:c lo!i XXVIl._Ramiro \11: primera regencia en León. _

Mayor edad del rey: Su iogradtud.-Bermudo 11: \'ictori:u de

Alman lo r. - A! fonso V: lo~ !luenos }<' lIcro •. - Sitio de Viseo r

muerte de! rey. _Bermudo 11[: ind epende ncia del condado

de CastiUM.-Qllé había sido esle condado.

10<}

Lu<;lO ~ XXV HI.-Fernando 1: Concilio de COyalll . .. -Gue·

lT:l. con Navo.rra._G uerras y eonquistas.- Partición de! rein o.

-San ~ho 11: Guerra civil.-Sitio de Z'llnOm: nlncrte del rq.

113

J.ECCIO~ XXIX.-Alfonso VI en León: jum de S~nt~ (;~dea.­

El Cid Ülmpeador. -Conquista de Toledo. - Cnltlbio del rito

g ótico por el rOlnano. - Invasió n de los Almoravides: ba talla

d e üclés.-Indcpen deucia del con dad " de Port"¡:-al.

lIÓ

LEcclON XXX.-Dona Urrac a: su n.atrimon;o con el rey de

Aracón -Sus con.seeuencias._ Alfonro VII: $U victorias._

A!folliO VII empem<lor.- Scparación de León y Ca sti!la._

Sancho Ul de Castil ln. -Las Ordene s militares.

120

L ItCCION XXXI.-Alfonso VIII de Castilla: su menor edad. -

Mayor edad del rey: victorias contra 105 musulman e '.-Los

Almohad es: derrot'l de Alart:o~.-Cnm .. da contr~ los Almoha·

des: batalla d e las Nava~. - Aparición de las Uni v~l"5idades y

de IflS Cortes._En rique I y dalla Hc renguela.-Abdicadóll

de la rein a. .

123

LECCIO~ XXX. ll.-Femando TIT: llIlión definili'·a de León y

Casti11 a. - C'ltnp ~l\a contla Córdoba: co nquista de esta ci u·

d.w.. - Fundación del rdllo d e Granad a.-Conquista de Se·

1 27

villa._Reforrn H administrativa.s.

L I!.CC[OS XXXIlI.-Alfonso X: suspensión de 1" guerra contra

los mumlmanes.- l'relcnsioo e! á la corolm de Alemani a.-

Inva"ión de los Benimerines: muerte de D. Fenmndo.- D. San·

cho: consecuencias de su victoria.-Al'onso X eu las Cortes

de Se,·ilIa. - Guerrn ~ivil._AI'on'<O X como Sábio.

I ~?

1,ECcIOS XXX1V. _Sn.nchi> I V: nCl itud de los nohl<,s.- Cortes

de AlfaTo._Conqui~t" d e Tarifa, GUlmán el Bllenn.- l'cr·

nando IV: Recencia d e donn. Mad a de Molio:l. - Tngr.üitud

del rey. -Conquista de Gibralta r.-L05 Carv~jalC'S: muerte

dd rey.

133

L uCroN XXXV.-I\lfoMo XI: COn"cj o de Re¡::encia.-Go·

bierno del rey.-Los Iknim t rines: batalla del :")atado.-Pe-

drn 1: actitud de los nobl es._Cortc$ de Valb.dolid.-Suble-íXVlclt.

"aci"a de don Enrique.-lItatdmoniu ,Iel rey: sus COMeeuen·

cias._Nuevas 5uhlevacione~: muerte de Pedro J.

I.I(C<,:IO:< XXXVI. - Enrique H: su (>Olítica.-Guerras c~teriores.

- JUln 1: complicaciones con I'ort"g~l. _ Cre"ción del

Principado de As t '¡riJs.-l'rcpondemnó~ del I~SI,\du llano.-

Enrique Il[: Su br<l:I'e reinado.

I. V.CCIOX XXXVI l. - Juan 11 : conducu de los nohles,-Mayor

cd:HI del rey: don Alvaro dc Luna. - Conjuracióo d~ la no·

ble/.a.-Gucrr .• conlr~ 10l musul:n\nc.: bll:dh de [ ligue·

rucla.-Nu!w.s agil.lcione1 intcriore~. _Caumicnto del rey:

muerte de don Alvolro..

Lt;cclO:"< XXXVI[L-Eoriqne 1": estado del reipo.-I.a Del·

¡",,"eja: co",lucta de E<lrique IV.-Junta d~ Avih: batalla

d e Olmedo.-Convenio de Gui$.lnt!o,-) Iucrtc del rey: pro'

cb rn"ción de Isahel 1.

L,,;cclo;o: XXX IX. -(Nu,,"quiJt'l rristi<lml (JI N""arr,,)- Ori·

gen de la nlonarqul.\ nWJTTo.~.T.lgone.;;a. -t:: l fuero de So.

b"""be.-Sancho Garcés Ab )rea: ¡¡"talla d~ Val"Ie-Junqu.ra.

-Sancho I11: agr~g"ción d~ C .• stilla.-I:: I Cuero de N~jera.

_ 1'''Ttidón del reinn. - C .• reí'l lV: luch:u con C:lstilJ,,-

Sancho IV; sn m',erte. .

I.!I;C<:I()"I XL. -:-hv,lrr" y ,\r,,)::ó<I unido:;: parbmcnlo de Pam '

plom,. - Sanchn VI y S:UlCrtO V¡¡ _ Rc'um~n general tle

e_te reino duranle la dinl ~li . de C!larnl"gnc.-La ~avarra

provind" ,I~ l.. nlon,rq"i \ fr"ni:~Sol. - Din ,~('f,l d~ E'·reu".

1.';~CIO "I XI.I. - J1I11I! : di'su<to ,le lo; I'u." l o"- ~I,, .. rte de b

reina: ¡;:nerr.\ ci,·il.-ln.urrccci6<lI:cner.ll: mucrle del prlncipe

de Viana.-Envtue,n",iento de dO;b Blanc.l. -S"blcvación

de C'lallu'la: muerte dd rcy. _;'¡ a'·olrr~ conql1i:;;b,\,( por Fer·

nando V. .

L t::cc[o."¡ XI..II .-(J.'uoJlquÍJIII (I'iJti'1II<1 (/l .11'<1<;.:,,).- f{ '''lliro 1:

~nerra contra 'o~ mu",1,n.tllts. - Sancho R~llllre1,,-Ulli",u de

j\'a\·~rra.-Compilaci"n ,lel F llero de ."obr:,,·~, ~. - l'c<1ro 1:

conqllist:l de Ilnesc".-Alfotlso 1: con4'Ji.1t.\ de Z,rago~a _

llrillante e.~p"didÓn CODtr:.. ¡\mhluda _ _ j~ ,miro JI. sep~ r.lcióu

de i'\av:lrn.-Mltri,"onio y abdicadó.l ,Id re)'._ T!',ulidón

<.l e la ,"\lIlp~n :l <.le J I"esc\..

I.F.CC10~ XI.III.- Alf<.>nso 1[, e"ti:",m'!cdnl,"nlo,H ",ino - l'e·

.Iro 11: illCcud~ciun de s,,~ E ,["lo •. U·n .• llnde 1:" Xll":lS. -

r:~'err.l ,\ ~ Jo, .\Ih¡¡:;~n ;0.;: m\lert~ ,Id r"Y.-J.¡j",~ t: S~I minori.

,hd. _(;""rr,,s }' C~Il<JlIi';la.~.-J~i", · I ':o·,H, Ic::j~I.HI"r. como

sábio y co,uo cristj.~no.-l'edru 111 : c:""I',i\IA d~ Skiti:l._

Gu~rrJ COntr.l Fr.",cI.L-J::ll'ri"'lc,,:iv ;::~n~':ll.

Lttcc lut> XLlV. _~.·\ l fo,,;o IU: d I'ri \'iI~t:"io ,le 1" Unión, _ Cuno

'l'coio de T arascó" - Jaime 11, cO\llplic.acione~ ~II Sicili~ .. -

C¿talaDeS 1 Ar .. gonc=>I:S en Lex:lIlte. _ Alfollso IV: repre"'!nt.·

3/J

137

14~

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150

'53

156

16[

165

1601f

ciuo popular en Valenci".~Pedro IV, ancxi6n de las n"l e:l'

re~. ~Guerr" ,le la ll niúll. -Jllan 1 y Martin J , ~ Co mpr0111i,u

de Caspc , ~ ~'ern"mlo 1, ~i sma d" Occidente . ~ Alrol l so V,

conqubta de Kápoles. -J\l~n 1I y rernando v. .

i .ECC!O~ Xl.V. - (Ru~"q"Í!111 rrisfi",,,, OJ Caff¡f¡O¡,,).-O rigen

del Cond"do de Ihrcc lona. - Sn indel'cmlcnci:t con Wi lfl'cd o r.

"'- Borrel1 10 conquist:ts á los lIlusulm:\lIeS. - llorrell lT: exclII-

siones de ¡\lman1.Or.- Ramóo Dorre)! I y RalllCIlI nerenguer l.

LECCIOl'> X I.V I. - RamÓn llercngucr TI: sus conq!1istas.-Có·

d if:o de los Usaje.,. - llercngucr Ramón T y Ramón Beren-

gucr IH. - RamÓn nerenguer IV: guerra de b .. Ihleares.-

Ramón llerenguer y, corle" de Bal'ba,tro.

LECC!O:-: XLYIl.-Rt)'u ", . tJficos. - Aeomodamiento entre ha-

bc11 y d011 f'ern~ndo. - GII(:rra ci\"Íl, ulli611 de CJ.stilla y

AT2g6n. - Un id ad política y sod~l. - Unidad re ligiosa: la ¡u·

quisiciÓn._Uni(]ad nacional, conquista de Granad".

Lt:cc!o:-> XLVUL - EI l\llevo Mundo, Crbtobal Colón. - Colón

en la Rábida y ante los Reye, Católicos.- Colóu en Sula·

manca: nl'¡;O notnbilisimo <le babel J. - Prim er "iaje: ¡'ficrra!

- Segundo y tercer viajc. - Cuarto viaje: mnerte dc Col6n.

~I':CeION Xl.l X. - Gucrru dc Nápolc •. -Col1\·cnio ~lItrc Luis Xl [

Y Fernando V, .• u rOOlpim ienlo , _Triunfo~ dd Gran Capilan ,

sus famosas cuenta".-··M lI~ rle de Isabel la C"tóliea, su les·

¡~mento. - Regcncia de F ernando V, I,roye~tos de I·'elipe el

Hcnllo,o. - Expedieiúll ,,1 Africa. - -COll'luista de Nayarr".

TeSlaUlCnl o y muerte de I'ermul< \o el Cat6Iico.-Regencia

,\el Cardenal Ci'lIeros.

I.ECCI OS 1 .. _ C¡,,¡lio,,"¡Úu hi;I!il,,~·(/"ist;"/lI,, - Org'llli"aciÓn po·

. l:tiea y ~[)dal.~Al!riCIl1t llra, Tn,l llstria y Comercio._Cnltllr:1.

inlc\cdnal.-Cultllm artí:;tim. _

ED/IlJ

¡" IODI~ ¡":'N ."

de Valladolid. Zaragoza y

¡ .so

183

I!)(j

l'jO

195

zO!

Cal'-

Hnr~do!ln . -- C ,,,lo.

EIIlp'erador de Ale m:tuia, Cortes de Salllil;;'o y Curll íb. -

C uerra de l:t'i Com ullidadc" dcs,l,trc d~ Vil!ahr.~ Las Ger·

manía< ~II Va lcuóa.

J: ,"CCION J.II .-Ri,·"lid"d enlre Car!u~ 1 y .Frallcis<:o l. - Pri '

mera guerra, lmla do <.le i), lad ri ;l.~Lig:t Cleme ntill;\: ';"'tlle0 ,le

Rom". - Scgunda ;:lIerra: paz de lB 0"10:1'.- T~rcer:\ g"llcrm:

tregua d~ Niza. - C""rta !;'''~fTa, p"z de Crc"!,,-

.ECCTON J.rll. - Guerra contra lo, Bcrberisco. : expe,liciolle; de

T,ínez y ArgeL- Cúrlos I y los Rdorou;¡ dores al~mJ.nes . ~

Cou<lnista.< en América' l!erll:in Cort¿s y Francisco l'i.arro.

r

i5

.

tl.-1." m,warqll/,' "bs~¡II"'. ~ C~", de .\u,¡ r; ~,

• t:CCLlJ;o.;

Jo~L - Cortes

1

z09

~¡3[NOICE.

375

~ Los a.1IUIOs interiores ~n la l'enínsul:t. ~Abd icad6n de

Cárlos 1: su muerle. . . . . .

.

2 J 7

LECC10:-; LIV.-Felipe 1I: extell'ii6n de la mon:l.rquía espanola.

- Guerra con Francia: paz de Chalcal1 -Ca,)lbr~si •. - EI Es.

e oTi.al. ~Camp"tla conlra los lIerberiscos.- Expul.iún de los

moriscos.-Guerm contra los Turcos: h:tl~lhl. de Lepan lu. -.

Couquista de Portugal._La Arm?o.da il¡;·ellcibk.

n3

LECCION LV._TnSllrreeciull de los l'aises-TI",jos: el com promiso

dc Brcua. -Gobiernos de Alha, Req Ll esens, ) uall de Austria.

)' Fa rnes io. - Indepen¡]encia de e., te pais.- La RcfoTlll:l. en

~"pana.

L ECC IQX LVl,-l'oHlic:l. interi or de ¡ieli pe llo _ Anlo nio P¿rel,:

su procew. - Dc'itruecivn de l:ts libertades aragone,~ •. - Pro.

CeSo del Príncipe <Ion Carlos._Muerte del rey: p:l.r~lclo ello

tre C"r1os 1)' .Felipe llo

LECC ION LVIl. - Felipe 111: Su carácter- Privanr.a d el duq ue

de Lerma._ G\\erraH ex teriore •. - CoDjuraci611 de Venee ia. -

Expulsión de lo:¡ morisco<. - Conquistas en AnH'ri ca y Asia.

Ll·:cc w;-' LYIII.-Felipe TI,!: s\\ c,mlc lcr. _ Pri,·anza de Oliva-

res: su pensamiento pOlíli~o.-lII~did[l.s d~ gobierno. - G u~rra

con Holanda._Glle'·ra con Fr:\nci:l..- Sublevación de Cata·

lllila.- Lcvan tamiento de Porlng:Ü.-lnsulTccci6n de !\ápoles

y Sicilia.-1I1ucrte de l"cli pe IV..

LECC TOI' LlX.-Carlos 11: S ll menor ed:\d.- Gucrra Con Port u·

ga1. - lIIayor edad d91 ",)·. -G \\~rra con Fra!lcia.~Tratados

de la Haya y de Lonures.- I'lIrigas di plomtílieas.-Tcst,,·

mento y muerte <.le Carlos Ir..

LECCWN LX._Casa de Bor bon: Felipe V. - Gllerra de sucesión:

tratado de Ut reeh.-Ley Stílica.-PoIítiea de Alberoni: la

Clládrup le Alian7.a.-Abd ic:l.ción dd rey: Luis J.-El minis·

tro R iperdá.-Conqui,ta de SieiEa y Ntípol es.

LECCIO'I LXJ. -Fcrnando VI: congreso de Aquisgrán. - ])olí.

tiea de Fernando VI. - ;"'luerte del rey.

LIiCCIO;o; LXI I.- Carlo~ ITI : el Pacto de familia. - Guerra con·

tra los inglcscs.- Renovación de las hostil idades -Gobierno

interior: reformas y mejoras _lIlotín coutra Esq llilaehe.- E x-

pulsi6n de losJesuilas.-Renacimiento de lo~ intere5es mora·

Ie~ y malcrialcs.- 1IIucrte dd rey .

LI¡(;cIOX LXIlJ. - Carlos IV: la I{e"olución francesa y Godoy._

Trat"do de San lIdefonso: Guerra contra Jos Ingle.es. -Tm,

I ~d o de Fonta inel>!c:"" invasión fralleesa. - Motin de Aran-

jnc", ,\b,licación (lel r~y._E~t:l(lo del pais. - Los reye. en

Francia.

.

.

LECC10." LXIV·.-(Ch"·'i::llci';,, esjlli¡,¡lt, dunw" estt jtríodo)-

Los Au stria5: grandela y dee:l.d~ncia. - La, Belbg Arles. -

Cienei~, r Lit~ra t nrl.- T. o, fh)rl,one,: Renaei lniellto de lo,

228

~33

239

244

250

255

259

261

:l6SlIIST6i:IA DE ESI'ARA.

inle~scs malcri~lcs. _ 1 n~t ¡tuciones cicutíficlIs.-Celehridades

del TCilllldo deCulO$ I n..

l;r.CClO N LXV.-La ¡llo"''''quílJ Co#slil/lcill#l/ f.- Gllerra de

la Independencia: el dos de Mayo.-Ab..a miell to de l:u; Pro--

,.incias.-Calup:lila tle I80S: loalalla de Bailéll. _Campafia

.le ISO!): n:lldición de Zara:::oza y GerOna. - C~palia

tic IS IO: apertllf'l. da las Cortes.-Campalia de IS II : lo,,·

talla de 1\ Ibuem.-Carnpana de I S 1:Z : b.lIallll de Arapiles. -

Promulgación de la Cooslitución.- Campana de IS I3 : loa-

tal1:'5 d e Vitoria y San l\l:lrcial. .

1.EcclQ!,> LXVI.-Femando VU.-lteacciólI ab501utista.-Se-

gunda époc.i constituciullal: b. Sanl:!. Aliallu __ I_1. Pral!má·

(iCll sam;i(m._Tsabd 11: gucrm civil.-- La$ Regcllci!l$.- Ma.

yor ed:ad de la rcill!l: sucesos nolat.les._R",·oluctólI ue

Septic,ñ bre: hedwi principales hasta la R."t».uraciún. -

Al fonllO XII· su pTCmalUI"II. muerte . .

r;oncordallcias cronológicas entre la Espai'la musulmaoa y lo.~

E$tadoo cnsliall~ durall!" el periodo;> de la nC(X)nquislll.

Resumeu de l:!. Hi>túria de Espana.

:t i l

277

:zSS

290

29S

NOTA. En las piginas '53 , 55, 57 , 59, 61,63 , 65 , 67 , 69 , 71,

75 , 77, 79, 81 , 83, 85 , 87 • 89, 91 , 93 , 95 , aparece EDAD ANTIGUA,

debiendo de ser EDAD MEDIA.