Gloria Patri, Ave María y Credo



Socorro y Ayuda Divina

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 6-36 (1-8)  Abril 26, 1904

El hábito no hace al monje 


(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el niño Jesús en brazos, rodeada de varias personas devotas, sacerdotes, muchos de los cuales estaban atentos a la vanidad, al lujo y a la moda, y parecía que decían entre ellos aquel dicho antiguo: “El hábito no hace al monje”. Y el bendito Jesús me ha dicho: 

(2) “Amada mía, ¡oh! cuán defraudado me siento por la gloria que me debe la criatura, y que con tanta desfachatez me niega, y hasta por las personas que se dicen devotas”.  

(3) Yo al oír esto he dicho: “Querido de mi corazón, recitemos tres Gloria Patri poniendo la intención de dar toda la gloria que debe la criatura a vuestra Divinidad, así recibirá al menos una reparación”. 

(4) Y Él: “Sí, sí, recitémoslas”. 

(5) Y las hemos recitado juntos, después hemos recitado un Ave María, poniendo también la intención de dar a la Reina Madre toda la gloria que le deben las criaturas. ¡Oh! cómo era bello rezar con el bendito Jesús, me encontraba tan bien que he continuado: “Amado mío, cómo quisiera hacer la profesión de fe en tus manos al recitar junto contigo el Credo”. 

(6) Y Él: “El Credo lo recitarás tú sola, porque a ti te corresponde, no a Mí, y lo dirás a nombre de todas las criaturas para darme más gloria y honor”. 

(7) Entonces yo he puesto mis manos en las suyas y he recitado el Credo, después de esto el bendito Jesús me ha dicho: 

(8) “Hija mía, parece que me siento más aliviado y alejada aquella nube negra de la ingratitud humana, especialmente de las devotas. 

¡Ah! hija mía, la acción externa tiene tanta fuerza de penetrar en el interior, que forma un vestido material al alma, y cuando el toque divino la toca, no lo sienten vivo, porque tienen la vestidura fangosa invistiendo al alma, y no sintiendo la vivacidad de la gracia, la gracia, o es rechazada o queda infructuosa. 

¡Oh! cómo es difícil gozar los placeres, vestir de lujo externamente, y despreciarlos internamente, más bien sucede lo contrario, esto es, amar en el interior y gozar de lo que externamente nos rodea. 

Hija mía, considera tú misma cuál no es el dolor de mi corazón en estos tiempos, ver mi gracia rechazada por todo tipo de gente, mientras que 

todo mi consuelo es el socorrer a las criaturas, y toda la vida de las criaturas es la ayuda divina, y las criaturas me rechazan mi socorro y mi ayuda. Entra tú a tomar parte de mi dolor y compadece mis amarguras”.