Libro:

La Reina del Cielo

en el Reino de la Divina Voluntad



Con María 

en el Cenáculo 

del Evangelio

Mateo 23, 12

“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."


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Visita de la Reina del Cielo

Día 14

a todas las almas consagradas al Señor

la santidad no está en el oficio que les toca, sino en el cumplir la Voluntad Divina en cualquier oficio asignado a ellas, porque es la pacificadora de las almas, fuerza y sostén en los sacrificios más duros.”

-Mi regla era la Divina Voluntad, a mis superiores los veía como comandantes de un Querer tan santo, por eso para Mí la campanita, la regla, los superiores, mis acciones, incluso las más humildes, eran alegrías y fiestas que me preparaba el Fiat Divino

-cualquier sacrificio era para Mí un honor, un triunfo


“Ahora hija mía escúchame, Yo me encerré en el templo, y lo quiso el Señor para hacerme extender en mis actos que debía hacer en él, el reino de la Divina Voluntad, para hacerme preparar el terreno con mis actos humanos, y el cielo de la Divina Voluntad que debía formarse sobre este terreno, a todas las almas consagradas al Señor. 

Yo era atentísima a todos los deberes que se acostumbraban hacer en aquel lugar santo, 

Yo era pacífica con todos, 

jamás di amarguras ni molestias a ninguno, 

me sometía a los servicios más humildes

no le encontraba dificultad a nada, ni a barrer, ni a cocinar, 

cualquier sacrificio era para Mí un honor, un triunfo, ¿pero quieres saber por qué? Yo no veía nada, todo para Mí era Voluntad de Dios, así que la campanita que me llamaba era el Fiat, Yo oía el sonido misterioso del Querer Divino que me llamaba en el sonido de la campanita, y mi corazón se alegraba y corría para ir donde el Fiat me llamaba. 

Mi regla era la Divina Voluntad, a mis superiores los veía como comandantes de un Querer tan santo, por eso para Mí la campanita, la regla, los superiores, mis acciones, incluso las más humildes, eran alegrías y fiestas que me preparaba el Fiat Divino, que extendiéndose también fuera de Mí me llamaba a extender su Voluntad para formar su reino en los más pequeños de mis actos, y Yo hacía como el mar, que esconde todo lo que posee y no deja ver otra cosa que agua, así hacía Yo, escondía todo en el mar inmenso del Fiat Divino, y no veía otra cosa que mar de Voluntad Divina, y por eso todas las cosas me llevaban alegrías y fiestas. 

¡Ah! hija mía, en mis actos corrías tú y todas las almas, Yo no sabía hacer nada sin mi hija, era propiamente para mis hijos que preparaba el reino de la Divina Voluntad. ¡Oh! si todas las almas consagradas al Señor en los lugares santos hicieran desaparecer todo en la Divina Voluntad, cómo serían felices y convertirían las comunidades en tantas familias celestiales y poblaría la tierra de muchas almas santas. Pero, ¡ay de Mí! debo decirlo con dolor de Madre, ¿cuántas amarguras, trastornos, discordias no hay? Mientras la santidad no está en el oficio que les toca, sino en el cumplir la Voluntad Divina en cualquier oficio asignado a ellas, porque es la pacificadora de las almas, fuerza y sostén en los sacrificios más duros.”

Fiat Divina Voluntad


Mc 10, 46

“Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino”.


Mt 5, 29

“Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo” 

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Visita de la Reina del Cielo

Día 14

“El gran mal de la voluntad humana, ella quita los ojos del alma”

"Ahora hija mía, tú debes saber que sólo la voluntad humana cierra el Cielo, por eso no le era dado penetrar en aquellas regiones celestiales, ni de tener trato familiar con su Creador, por el contrario, la voluntad humana lo había arrojado lejos de Aquél que lo había creado. En cuanto el hombre se sustrajo de la Voluntad Divina se volvió miedoso, tímido, perdió el dominio de sí mismo y de toda la Creación, todos los elementos, porque dominados por el Fiat, permanecían superiores a él y le podían hacer mal. El hombre tenía miedo de todo, ¿y te parece poco hija mía que aquél que había sido creado rey, dominador de todo, llegara a tener miedo de Aquél que lo había creado? Extraño hija mía, y diría casi contra natura, el que un hijo tenga miedo de su padre, mientras que es natural que conforme se genera, se genera al mismo tiempo amor y confianza entre padre e hijo, y esto se puede llamar la primera herencia que toca al hijo, y el primer derecho que toca al padre. Así que Adán con hacer su voluntad perdió la herencia de su Padre, perdió su reino y se volvió el hazmerreír de todas las cosas creadas. 

Hija mía, escucha a tu Madre y pondera bien el gran mal de la voluntad humana, ella quita los ojos del alma y la hace volverse ciega, de modo que todo es tinieblas y miedo para la pobre criatura. Por eso pon la mano sobre tu corazón y jura a tu Mamá que quisieras morir antes que hacer tu voluntad. Yo, por no hacer jamás mi voluntad no tenía ningún miedo con mi Creador, ¿y cómo podía tener miedo si me amaba tanto? Y el reino se extendía tanto en Mí, que con mis actos iba formando el pleno día para hacer surgir el nuevo Sol del Verbo Eterno sobre la tierra, y Yo conforme veía que se iba formando el día, así aumentaba mis súplicas para obtener el suspirado día de la paz entre el Cielo y la tierra".


Fiat Divina Voluntad