Mamita María,

Gracias por ser nuestra Madre y Reina de la Divina Voluntad!!!

A ti entregamos y consagramos nuestra vida, actos, todo cuanto el Querer Divino ha establecido para nosotros.

Y es cómo en homenaje, que continuamos dándote el Amor Divino con la Voluntad de Jesús, y nuestros actos llenos de Tus correcciones Divinas, que estamos haciendo para volver sobre nuestra misma vida, al orden establecido por Dios en nosotros.

Se transformen las siguientes enseñanzas, en Revelaciones Divinas para nuestro vivir en la Voluntad de Dios.

Te agradecemos Madre, a nombre de todas las generaciones por el Amor más Puro que nos das y las enseñas más sublimes de tu Vida para que aprendamos a vivir de Voluntad Divina y así, logremos darte ramilletes de actos heróicos, de vidas hechas a plenitud en tu Divina Voluntad y que juntos formemos coronilla al rededor Tuyo sellados como pequeñitos Hijos de Vuestra Divina Voluntad, en Vuestros Corazones.

Que Venga tu Hijo a morar en nosotros, para que se haga como en el Cielo así en la tierra de nuestra alma.

Mi Fiat en tu FIAT Mamita María

En la Voluntad de Dios siempre

Última enseñanza y párrafo del volumen 36 del Libro de Cielo



AUDIO


De los escritos de la S.D. Luisa Piccarreta

Vol.  36-46 (7)  Diciembre 28, 1938

"no sólo debía ser Madre de todos, sino que debía investir cada uno de sus actos con su amor materno"  


La Maternidad de la Reina del Cielo


tú debes saber que en cuanto mi inseparable Mamá extendía su Maternidad dentro y fuera de mi Humanidad, Yo la constituía y la confirmaba como Madre de cada uno de los pensamientos de las criaturas, de cada respiro, de cada latido, de cada palabra, y hacía extender su Maternidad en las obras, en los pasos, en todas sus penas; su Maternidad corre en todas partes, cuando la criatura está en peligro de caer en pecado, corre, los cubre con su Maternidad a fin de que no caigan, y si han caído deja su Maternidad como ayuda y defensa para hacerla levantarse.  Su Maternidad corre y se extiende sobre las almas que quieren ser buenas y santas, y como si encontrase a su Jesús en ellas, hace de Madre a su inteligencia, guía sus palabras, las cubre y esconde en su amor materno para hacer crecer a otros tantos Jesús.  Su Maternidad hace alarde sobre el lecho de los moribundos, y valiéndose de los derechos de autoridad de Madre, dados por Mí, me dice con acento tan tierno que Yo no puedo negarle nada:  ‘Hijo mío, soy Madre, y son hijos míos, debo ponerlos a salvo; si no me concedes esto mi Maternidad quedará afligida’.  Y mientras esto dice, los cubre con su amor, los esconde en su Maternidad para ponerlos a salvo.  

Mi amor fue tanto que le dije:  ‘Madre mía, quiero que seas la Madre de todos, y lo que me has hecho a Mí lo harás a todas las criaturas, tu Maternidad se extienda en todos sus actos, de modo que a todos los veré cubiertos y escondidos en tu amor materno’.  Mi Mamá aceptó y quedó confirmado que no sólo debía ser Madre de todos, sino que debía investir cada uno de sus actos con su amor materno.  

Esta fue una de las gracias más grandes que hice a todas las generaciones humanas.  ¿Pero cuántos dolores no recibe mi Mamá?  Llegan a no querer recibir su Maternidad, a desconocerla  y  por eso  todo el Cielo ruega, espera con ansia que la Divina Voluntad sea conocida y reine, y entonces la gran Reina hará a los hijos de mi Querer lo que hizo a su Jesús, su Maternidad tendrá vida en sus hijos.  Yo cederé mi puesto en su corazón materno a quien viva en mi Querer; Ella los hará crecer, guiará sus pasos, los esconderá en su Maternidad y santidad, en todos sus actos se verá impreso su amor materno y su santidad, serán verdaderos hijos suyos, que me semejarán en todo, y ¡oh! cómo suspiro que todos lleguen a saber que quien quiere vivir en mi Querer tiene una Reina y Madre potente, que suplirá a lo que les hace falta a ellos, que los hará crecer en su regazo materno y que en todo lo que hagan estará junto con ellos para modelar sus actos a los suyos, tanto, que se conocerá que son hijos crecidos, custodiados, educados por el amor de la Maternidad de mi Mamá, y éstos serán los que la volverán contenta y serán su gloria y honor”.

 

Fiat!!!

Doble Maternidad


Visita Celestial de la Reina del Cielo

Día 8




Y sin saber entonces que Yo debía ser la Madre del Verbo Divino, Yo sentía en Mí la doble maternidad, maternidad hacia Dios, para  defender  sus  justos derechos; maternidad hacia las criaturas, para ponerlas a salvo. 

Me sentía madre de todos, el Querer Divino que reinaba en Mí, que no sabe hacer obras aisladas, ponía en Mí a Dios y a todas las criaturas de todos los siglos, en mi materno corazón sentía a mi Dios ofendido que quería ser satisfecho, y sentía a las criaturas bajo el imperio de la justicia divina. 

¡Oh! cuántas lágrimas derramé, quería hacer descender mis lágrimas en cada corazón para hacer sentir a todos mi maternidad toda de amor. 

Lloré por ti y por todos hija mía, por eso escúchame, ten piedad de mi llanto, toma mis lágrimas para apagar tus pasiones y para hacer que tu voluntad pierda la vida. ¡Ah! acepta mi mandato, es decir, que tú hagas siempre la Voluntad de tu Creador.



"Ten por seguro que si está mi Hijo, estoy Yo, y que si estoy Yo, está mi Hijo"



"Yo estoy siempre con Jesús... Yo estoy dentro, concurro junto con Él y estoy al día de lo que hace"





De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta 

Vol. 34-38  Mayo 28, 1937

La Reina, portadora de Jesús, el gran don que le fue entregado.  Trabajo que tuvo del Ente Supremo

 

(1) El vivir en el Querer Divino continúa, es tanto su amor que me esconde en su luz a fin de que no vea, no oiga, no toque más que su Santísima Voluntad.  

Esta mañana, mi Madre Celestial me ha dado una dulce y querida sorpresa:  Habiendo recibido la Santa Comunión se hacía ver en mi interior, que estaba con el niño Jesús, lo tenía tan estrechado a su materno corazón, cubierto con sus brazos, que para mirarlo y recrearlo con mi pequeño amor, debía abandonarme entre sus brazos para estarme también yo unida con ellos, a fin de que pudiese amar como se amaban Jesús y la Mamá Reina.  ¡Oh! cómo estaban contentos de que yo quería hacer vida junto con ellos.  

Ahora, mientras me estaba estrechada con ellos, la Soberana Reina, toda bondad y ternura me ha dicho:

(2) “Amada hija mía, tú debes saber que Yo soy la portadora de Jesús, esto fue un don que el Ente Supremo me confió, y cuando fue una realidad que Yo tuve la gracia, el amor, la potencia y la misma Voluntad Divina para tenerlo custodiado, defendido, amado, entonces me hizo la entrega del don, esto es, el Verbo Eterno, que se encarnó en mi seno diciéndome:  

‘Hija nuestra, te hacemos el gran don de la Vida del Hijo Dios, a fin de que tú seas la dueña de Ella y lo dones a quien quieras, pero debes saber cómo tenerlo defendido, jamás lo dejes solo en aquellos a quien lo dones, para suplir si no lo aman, para repararlo si lo ofenden, harás de modo que nada le falte a la decencia, a la santidad, a la pureza que le conviene, sé atenta, es el don más grande que te hacemos, y te damos el poder de bilocarlo cuantas veces quieras, a fin de que quien lo quiera pueda recibir este gran don y poseerlo’.  


(desciende en los corazones Sacramentado)

Ahora, este Hijo es mío, es don mío, y como mío conozco sus secretos amorosos, sus ansias, sus suspiros, pero tanto, que llega a llorar y con sollozos repetidos me dice:  ‘Mamá mía, dame a las almas, quiero las almas’.  Yo quiero lo que quiere Él, puedo decir que suspiro y lloro junto, porque quiero que todos posean a mi Hijo, pero debo poner al seguro su Vida, el gran don que Dios me confió; he aquí por qué si desciende en los corazones Sacramentado Yo desciendo junto por garantía de mi don, no puedo dejarlo solo; pobre Hijo mío si no tuviera a su Mamá que desciende junto, cómo me lo tratan mal, quién no le dice un te amo de corazón, y Yo debo amarlo; quién lo recibe distraído, sin pensar en el gran don que reciben, y Yo me derramo sobre Él para no dejarlo sentir sus distracciones y frialdades; quién llega a hacerlo llorar, y Yo debo quitarle el llanto y hacer los dulces reproches a la criatura, que no me lo hagan llorar.  Cuántas escenas conmovedoras suceden en los corazones que lo reciben Sacramentado; hay almas que jamás se contentan de amarlo, y Yo les doy mi amor, y también el suyo para hacerlo amar, estas son escenas de Cielo, y los mismos ángeles quedan raptados, y nos reanimamos de las penas que nos han dado las otras criaturas. 

 

(la Consagración sobre la Hostia Santa)

¿Pero quién puede decirte todo?  Soy la portadora de Jesús, ni Él quiere estar sin Mí, tanto, que cuando el sacerdote está por pronunciar las palabras de la Consagración sobre la Hostia Santa, hago alas con mis manos maternas, a fin de que descienda por medio de mis manos para consagrarse, para que si manos indignas lo tocan, Yo hago sentir las mías que lo defienden y lo cubren con mi amor.  

Pero esto no basta, estoy siempre en guardia para ver si quieren a mi Hijo, tanto, que si algún pecador se arrepiente de sus graves pecados y la luz de la gracia despunta en su corazón, Yo, rápidamente le llevo a Jesús como confirmación del perdón, y Yo pienso en todo lo que se necesita para hacer que se quede en aquel corazón convertido.  

Soy la portadora de Jesús, y lo soy porque poseo en Mí el reino de su Voluntad Divina; Ella me revela quién lo quiere, y Yo corro, vuelo para llevarlo, pero sin jamás dejarlo, y no sólo soy portadora, sino espectadora, escucha de lo que hace y dice a las almas.  ¿Crees tú que Yo no estaba presente para escuchar las tantas lecciones que mi amado Hijo te daba sobre su Divina Voluntad?  Yo estaba presente, escuchaba palabra por palabra lo que te decía, y en cada palabra Yo agradecía a mi Hijo y me sentía doblemente glorificada porque hablaba del reino que Yo ya poseía, que había sido toda mi fortuna y la causa del gran don de mi Hijo, y al oírlo hablar Yo veía injertada la fortuna de mis hijos con la mía; ¡oh! cómo exultaba, todas las lecciones que te ha dado, y aún más, están ya escritas en mi corazón, y al ver que te las repetía a ti, Yo gozaba en cada lección un paraíso de más, y cuantas veces tú no estabas atenta y olvidabas, Yo pedía perdón por ti y le rogaba que repitiese sus lecciones, y Él para contentarme, porque no sabe negar nada a su Mamá, te repetía sus bellas lecciones.  

Hija mía, Yo estoy siempre con Jesús, pero a veces me escondo en Él, y parece que Él hace todo, como si hiciera sin Mí, pero Yo estoy dentro, concurro junto con Él y estoy al día de lo que hace; otras veces se esconde Él en su Mamá y me hace hacer a Mí, pero siempre es concurrente conmigo; otras veces nos hacemos presentes los dos, y las almas ven a la Madre y al Hijo, quienes los aman tanto según las circunstancias y el bien que ellas requieren, y muchas veces es el amor que no podemos contener que nos hace dar en excesos hacia ellas; pero ten por seguro que si está mi Hijo, estoy Yo, y que si estoy Yo, está mi Hijo, es un trabajo que me fue dado por el Ente Supremo, del cual Yo no puedo ni quiero retirarme, mucho más que estas son las alegrías de mi maternidad, los frutos de mis dolores, la gloria del reino que poseo, la Voluntad y el cumplimiento de la Trinidad Sacrosanta”.

AUDIO



De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta 

Vol. 28-29 (2-3) Octubre 18, 1930

 

"Valor de los besos y abrazos de la Virgen al niño Jesús, porque poseyendo la Divina Voluntad, todos sus actos se volvían infinitos e inmensos para Jesús"

  

Continúo en mi acostumbrado estado, y deteniéndome en el acto cuando la Soberana Reina dio a luz al niñito Jesús, y estrechándolo a su seno lo besaba y lo volvía a besar, y deleitándose en Él le daba su leche dulcísima, ¡oh, cómo suspiraba el darle también yo mis besos afectuosos y mis tiernos abrazos a mi niñito Jesús!  Y Él haciéndose ver en acto de recibirlos me ha dicho:

“Hija de mi Querer, todo el valor de los actos de mi Mamá Celestial fue porque salían del seno inmenso de mi Divina Voluntad, de la cual Ella poseía su reino, su Vida; no había movimiento, acto, respiro y latido que no estuviera pleno de Querer Supremo, hasta desbordar fuera:  Sus besos amorosos que me daba, salían de la fuente de Él; sus castos abrazos con los cuales abrazaba a mi infantil Humanidad, contenían la inmensidad; su leche purísima con la cual me nutría, Yo chupando a su seno virginal chupaba el seno inmenso de mi Fiat, y en aquella leche chupaba sus alegrías infinitas, sus dulzuras inefables, el alimento, la sustancia, el crecimiento infantil de mi Humanidad, del inmenso abismo de mi Divina Voluntad.  Así que en sus besos Yo sentía el beso eterno de mi Querer, que cuando hace un acto no cesa jamás de hacerlo, en sus abrazos sentía una inmensidad divina que me abrazaba, y con su leche me nutría divina y humanamente, y me daba nuevamente mis alegrías celestiales y los contentos de mi Querer Divino, de los que la tenía toda llena.  Si la Soberana Reina no hubiera tenido una Voluntad Divina en su poder, Yo no me habría contentado con sus besos, de su amor, de sus abrazos y de su leche, a lo más se habría contentado mi Humanidad, pero mi Divinidad, Yo, Verbo del Padre, que tenía lo infinito, lo inmenso en mi poder, quería besos infinitos, abrazos inmensos, leche llena de alegrías y dulzuras divinas, y sólo así quedé apagado, porque mi Mamá poseyendo mi Voluntad Divina, me podía dar besos, abrazos, amor, y todos sus actos que daban de lo infinito.

Ahora, tú debes saber que todos los actos que se hacen en mi Divina Voluntad son inseparables de Ella, se puede decir que forman una sola cosa, acto y voluntad, se puede llamar luz a la voluntad, y al acto calor, que son inseparables la una del otro.  Así que todos aquellos que poseerán como vida a mi Fiat, tendrán en su poder todos los actos de la Mamá Celestial, y Ella tenía en su poder todos los actos de ellos, de modo que en sus besos y abrazos Yo me sentía besado y abrazado por todos aquellos que debían vivir en mi Voluntad, y en ellos me siento volver a besar y abrazar por mi Mamá, todo es en común y en perfecto acuerdo en mi Querer, cada acto humano desciende de su seno y con su potencia lo hace volver a subir al centro de donde ha salido.  Por eso sé atenta y no dejes que se te escape nada que no hagas entrar en mi Divina Voluntad, si quieres darme todo y recibir todo”.


Fiat Divina Voluntad

"La Soberana Reina descendía del Cielo con una Majestad indecible, y una ternura toda materna, y 


giraba en medio a las criaturas en todas las naciones y marcaba a sus queridos hijos

 y a aquellos que no debían ser tocados por los flagelos, a quienquiera que tocaba mi Mamá Celestial, los flagelos no tenían poder sobre de ellos"

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 33, cap. 40 (4, 5)  Junio 6, 1935


AUDIO


"... Tú debes saber que amo siempre a mis hijos, a mis amadas criaturas, me desviviría por no verlas golpeadas, tanto, que en los tiempos funestos que vendrán, 

los he puesto a todos en las manos de mi Mamá Celestial, a Ella los he confiado para que me los tenga seguros bajo su manto, le daré a todos aquellos que Ella querrá, la misma muerte no tendrá poder sobre aquellos que estarán en custodia de mi Mamá”.

Ahora, mientras esto decía, mi querido Jesús me hacía ver con hechos que la Soberana Reina descendía del Cielo con una Majestad indecible, y una ternura toda materna, 

y giraba en medio a las criaturas en todas las naciones y marcaba a sus queridos hijos y a aquellos que no debían ser tocados por los flagelos, a quienquiera que tocaba mi Mamá Celestial, los flagelos no tenían poder sobre de ellos; 

el dulce Jesús daba el derecho a su Mamá de poner a salvo a quien Ella quería. 

Cómo era conmovedor ver girar en todas las partes del mundo a la Emperatriz Celestial, que los tomaba entre sus manos maternas, se los estrechaba a su pecho, los escondía bajo su manto a fin de que ningún mal pudiera dañar a aquellos que su materna bondad tenía bajo su custodia, custodiados y defendidos.  ¡Oh! si todos pudieran ver con cuánto amor y ternura hacía este oficio la Celestial Reina, llorarían de consuelo y amarían a Aquélla que tanto nos ama..."