Por los Dolores 

y Soledad 

de María

Santísima


De los Manuscritos de la Divina Voluntad

"El máximo sacrificio de mi Mamá"

AUDIO


Libro de Cielo

“Mujer, aquí tienes a tu hijo” (Juan: 19, 26)

Vol. 19-27 (5-6); junio 15, 1926

Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto



“Hija mía, amo tanto los actos hechos en mi Querer, que Yo mismo tomo el empeño de custodiarlos en la unidad de mi luz suprema, de modo de volverlos inseparables de Mí y de mis mismos actos. Si tú supieras cómo soy celoso de estos actos, cómo me glorifican en modo todo divino, se puede decir que cada uno de estos actos es una nueva fiesta que se inicia en toda la Creación y en toda la Patria Celestial; dondequiera que se encuentra mi Voluntad, estos actos, corriendo en Ella como rayos de luz, llevan nuevas alegrías, fiestas y felicidad, estos actos son las alegrías, la fiesta y la felicidad que forma la criatura en la Voluntad de su Creador, ¿y te parece poco que la criatura pueda formar y llevar la fiesta, la alegría, la felicidad a su Creador, y por todas partes donde reina nuestra Voluntad? Esto sucedió a mi Mamá Reina, Ella, porque obró siempre en la unidad de la luz del Querer Supremo, todos sus actos, el oficio de Madre, los derechos de Reina, quedaron inseparables de su Creador, tan es verdad, que la Divinidad cuando hace salir fuera los actos de la bienaventuranza para hacer feliz a toda la Patria Celestial, hace salir junto todos los actos de la Mamá Celestial, así que todos los santos se sienten investidos no sólo de nuestras alegrías y bienaventuranzas, sino que quedan también investidos por el amor materno de la Madre de ellos, de la gloria de su Reina y de todos sus actos convertidos en alegrías para toda la Celestial Jerusalén, así que todas las fibras de su corazón materno aman con amor de madre a todos los hijos de la Patria Celestial, y los hace partícipes en todas las alegrías de Madre y la gloria de Reina. 


Así que Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto, cuanto le costó la Vida de su Hijo Dios, y en virtud de la unidad de la luz del Querer Supremo que poseía, sus actos permanecieron inseparables de los nuestros; es Madre de amor en el Cielo, de alegrías y de gloria para todos sus hijos celestiales, así que todos los santos tienen un amor mayor, gloria y alegrías de más por virtud de su Madre y Soberana Reina. Por eso, amo tanto a quien vive en mi Voluntad que Yo me abajo hasta ella para hacer junto con ella lo que ella hace, para elevarla hasta el seno del Eterno, para hacer uno su acto con su Creador”.

   Fiat Divina Voluntad


Oremos, A la Reina del Divino Querer


Madre mía hermosa, que estás en el Cielo, haz que a tu Jesús no ofenda jamás; por tanto no permitas que me separe nunca de la Divina Voluntad.

Reina del Divino Querer, tómame en tu regazo materno y enséñame a vivir sólo de Voluntad Divina.

Reina Soberana, viviendo en la Divina Voluntad te pido para mí y para todos tu santa bendición descienda ésta como celestial rocío sobre los pecadores y los convierta, sobre los afligidos y los consuele, sobre el mundo entero y lo transforme al bien, sobre las almas del Purgatorio y extinga en ellas el fuego que las quema. 

Tu bendición materna sea prenda de eterna salvación para todas las almas. 

Amén