La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad


Ofrecimiento de la voluntad humana a la Reina Celestial




9° día


Es constituida por Dios celestial Pacificadora, vínculo de paz entre el Creador y la criatura

"Solemne Consagración de mi voluntad a mi Mamá celestial"


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes

Para hacer la oración, leída:


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes



Reina Inmaculada, celestial Madre mía, vengo sobre tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija en tus brazos, para pedirte con los suspiros más ardientes en este mes consagrado a ti, la gracia más grande: “Que me admitas a vivir en el reino de la Divina Voluntad.” 

Mamá santa, Tú que eres la Reina de este reino, admíteme como hija tuya a vivir en él, a fin de que no esté más desierto sino poblado de tus hijos. Por eso Soberana Reina, a ti me confío, a fin de que guíes mis pasos en el reino del Querer Divino, y estrechada a tu mano materna guiarás todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a mi Mamá te entrego mi voluntad, para que me la cambies por la Divina Voluntad y así pueda estar segura de no salir de su reino. Por eso te ruego que me ilumines para hacerme comprender qué significa Voluntad de Dios. 

Ave María 


Florecita del mes: 

En la mañana, al medio día y en la tarde, es decir, tres veces al día, iré sobre las rodillas de nuestra Mamá celestial a decirle: “Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna. 

La Virgen nos dice:


"...Que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!"


9° día 

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Para recibir su Visita Celestial, con el texto:


La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad


9° día


Es constituida por Dios celestial Pacificadora, vínculo de paz entre el Creador y la criatura

 

 


El alma a su celestial Reina

Soberana Señora y Mamá mía queridísima, veo que me llamas porque sientes el ardor del amor que quema en tu corazón porque quieres narrarme lo que hiciste en el reino de la Divina Voluntad por tu hija. Cómo es bello ver   dirigir tus pasos hacia tu Creador, y en cuanto Él oye el sonido de tus pasos, te mira y se siente herir por la pureza de tus miradas, y te espera para ser espectador de tu inocente sonrisa, para sonreírte y recrearse contigo. ¡Ah! Mamá santa, en tus alegrías, en tus castas sonrisas con tu Creador, no  te  olvides de tu hija que vive en el exilio, que tanta necesidad tiene, y que frecuentemente mi voluntad asomándose  quisiera  arrollarme  para  arrancarme del reino de la Divina Voluntad.


Lección de la Reina del Cielo

Hija de mi materno corazón, no temas, no te olvidaré jamás, por el contrario, si tú haces siempre la Divina Voluntad y vives en su reino,  seremos inseparables, te llevaré siempre estrechada en mi mano para guiarte y hacerte de guía, para enseñarte a vivir en el Fiat Supremo, por eso aleja el temor, en Él todo es paz y seguridad; la voluntad humana es la turbadora de las almas y pone en  peligro  las obras más bellas, las cosas  más santas, todo está en peligro en ellas, en peligro la santidad,  las  virtudes, la misma salvación del alma, la característica de quien vive del querer humano es la volubilidad. ¿Quién puede confiar en quien se hace dominar por la voluntad humana? Ninguno, ni Dios, ni los hombres, pues  son semejantes a aquellas cañas secas que se doblan a cada soplo  de  viento, por eso hija mía queridísima, si algún soplo de  viento  te  quiere hacer inconstante, arrójate en el mar de la Divina Voluntad y ven a esconderte en el regazo de tu Mamá, a fin de que te defienda del viento del querer humano y estrechándote entre mis brazos te vuelva firme y segura  en el camino de su reino divino.

Ahora hija mía, sígueme ante la Majestad Suprema y escúchame, Yo con mis rápidos vuelos llegaba a sus brazos divinos, y en cuanto llegaba sentía su amor desbordante, que como olas impetuosas me cubrían de su amor, ¡oh, cómo es bello ser amado por Dios! En este amor se siente felicidad, santidad, alegrías infinitas, y se siente de tal manera embellecida, que Dios mismo se siente raptado por la belleza que infunde en la criatura al amarla; Yo quería imitarlos y si bien pequeña, no quería quedar atrás de su amor, por eso, con las olas de amor que me habían dado formaba mis olas para cubrir a mi Creador  con mi amor, al hacer esto sonreía, porque sabía que mi amor jamás podría cubrir la inmensidad de su amor, pero con todo esto Yo hacía la prueba, y en  mis labios despuntaba mi sonrisa inocente, el Ser Supremo sonreía ante mi sonrisa y con mi pequeñez festejaba y se entretenía. Ahora, en lo más bello de nuestras estratagemas amorosas, Yo recordaba el estado doloroso  de  mi familia humana sobre la tierra, a la cual Yo pertenecía, y  como  me  dolía  rogaba que descendiera el Verbo Eterno a poner remedio, y lo decía con tal ternura que llegaba a cambiar la sonrisa y la fiesta en llanto, el Altísimo se conmovía mucho con mis lágrimas, mucho más que eran lágrimas de una pequeña, y estrechándome al seno divino me enjugaba las lágrimas y me  decían: “Hija, no llores, ánimo, en tus manos hemos puesto la  suerte  del  género humano, te hemos dado el mandato, y ahora para consolarte más, te hacemos pacificadora entre Nosotros y la familia humana, por eso a ti es dado  el repacificarnos; la potencia de nuestro Querer que reina en ti  se  impone sobre Nosotros para dar el beso de paz a la pobre humanidad caída y en  peligro” ¿Quién puede decirte hija mía lo que sentía mi corazón ante esta condescendencia divina? Era tanto mi amor que me sentía desfallecer, y delirando sufría buscando otro amor para alivio de mi amor.

Ahora una palabra a ti hija mía, si tú me escuchas y pones a un lado tu querer, dando el puesto real al Fiat Divino, también tú serás amada con amor singular de tu Creador, serás su sonrisa, lo pondrás en fiesta y serás vínculo de paz entre el mundo y Dios.



El alma

Mamá bella, ayuda a tu hija, ponme Tú misma en el mar de la Divina Voluntad, cúbreme con las olas del eterno amor a fin de que no vea ni oiga otra cosa que Voluntad Divina y amor.

 


Florecita: Hoy para honrarme me pedirás todos mis actos y los guardarás en tu corazón, para que sientas la fuerza de la Divina Voluntad que reinaba en Mí, y después los ofrecerás al Altísimo para agradecerle por todos los oficios  que me confió para salvar a las criaturas.

 

Jaculatoria: Reina de paz, obtenme el beso de paz de la Voluntad Divina.

Canción Reina Inmaculada

Tomado de la oración para todos los días  del libro 

"La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad" 

Continuamos en el Estudio, para el Ejercicio en Tu Voluntad


Imágenes de apoyo

Para la 9° Lección

Para ir al índice de las 31 Visitas Celestiales:  

Consagración a la Divina Voluntad