Mi nacimiento en el tiempo

fue el renacimiento de mi Divina Voluntad en mi Humanidad



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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 27 cap. 24 diciembre 25, 1929

Estaba pensando en cuando mi dulcísimo Jesús niño penando de amor salía del seno de su Mamá Celestial, ¡qué alegría para Ella el poderlo estrechar entre sus brazos, besarlo y ponerse en competencia en amar a Aquél que tanto la amaba! Pero mientras tantos pensamientos se agolpaban en mi mente acerca del santo nacimiento del infante divino, lo he sentido moverse en mi interior, y saliendo fuera se ha puesto entre mis brazos y poniendo sus pequeñas manitas en mi cuello me ha dicho:

... “Hija mía, mi nacimiento en el tiempo fue el renacimiento de mi Divina Voluntad en mi Humanidad, y como renacía en Mí, traía la alegre nueva del renacimiento en las humanas generaciones.

Mi Fiat es eterno, pero se puede decir como si naciera en Adán para formar la larga generación de su renacimiento en la criatura,

pero como Adán rechazó esta Voluntad Divina, con rechazarla impidió los tantos renacimientos que debía hacer en cada criatura,

y con amor constante e invencible esperó a mi Humanidad para renacer de nuevo en medio de la humana familia. Por eso todo lo que Yo hice en todo el curso de mi Vida, las lágrimas infantiles, mis gemidos y sollozos, no eran otra cosa que renacimientos de mi Divina Voluntad que eran formados en Mí para hacerla renacer en las criaturas, porque habiendo renacido en Mí, y poseyéndola como mía, tenía el derecho y el poder de darla y hacerla renacer en la criatura. Así que todo lo que hacía mi Humanidad: Pasos, obras, palabras, penas, aun mi respiro y mi misma muerte,

formaban tantos renacimientos de mi Divina Voluntad por cuantas criaturas habrían tenido el bien del renacimiento de mi Fiat Divino.

Siendo Yo la cabeza de la familia humana, y ella mis miembros, Yo como cabeza llamaba con mis actos a los tantos renacimientos de mi Querer Divino en Mí, para hacerlos pasar a renacer en mis miembros de las criaturas. Por eso en cada acto que Yo hice, aun mi misma Vida Sacramental, cada una de las Hostias consagradas son continuos renacimientos de mi Supremo Querer que prepara a la criatura. Por tanto Yo soy el verdadero sacrificador de una causa tan santa, que mi Querer reine.

Soy propiamente Yo el que formé en Mí su reino, y haciéndolo renacer tantas veces en Mí por en cuantas criaturas debía renacer, formaba su imperio santísimo y su reinar en medio a mis miembros..."


Fiat Divina Voluntad!

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EL SANTO DEL DÍA

La Natividad del Señor