Libro:

La Reina del Cielo

en el Reino de la Divina Voluntad



Con María 

en el Cenáculo 

del Evangelio

Jn 12, 46

“Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas”

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

“La Virgen, cielo adornado de estrellas; en este cielo el Sol divino brilla con sus rayos fulgidísimos y llena Cielo y tierra”.


"... escúchame hija de mi corazón, en cuanto fue formada con la potencia del Fiat Divino la pequeña Humanidad de Jesús en mi seno, el Sol del Verbo Eterno se encarnó en Ella. Yo tenía mi cielo formado por el Fiat todo adornado de estrellas fulgidísimas que centelleaban alegrías, bienaventuranzas, armonías de bellezas divinas, y el Sol del Verbo Eterno, resplandeciente de luz inaccesible vino a tomar su puesto dentro de este cielo, escondido en su pequeña Humanidad, la cual no pudiéndolo contener, el centro del Sol estaba en Ella pero su luz se desbordaba fuera, e invistiendo Cielo y tierra llegaba a cada corazón, y con su golpe de luz llamaba a cada criatura, y con las voces de luz penetrante les decía: “Hijos míos, ábranme, denme el puesto en vuestro corazón, he descendido del Cielo a la tierra para formar en cada uno de ustedes mi Vida, mi Madre es el centro donde reside y todos mis hijos serán la circunferencia donde quiero formar tantas Vidas mías por cuantos hijos hay.” Y la luz llamaba y volvía a llamar sin cesar jamás, y la pequeña Humanidad de Jesús gemía, lloraba, sufría espasmos y dentro de aquella luz que llegaba a los corazones hacía correr sus lágrimas, sus gemidos y sus espasmos de amor y de dolor. 

 Fiat Divina Voluntad



Jn 14, 9

...«¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?”

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

Visita a santa Isabel

Cuánto quisiera que también tú hija mía, acercándote a las personas y haciendo visitas, fueras siempre la portadora de Jesús, capaz de hacerlo conocer y deseosa de hacerlo amar. Después de algunos días de viaje llegué finalmente a Judea, y presurosa me conduje a la casa de Isabel. Ella vino a mi encuentro festiva. Al saludo que le di sucedieron fenómenos maravillosos, mi pequeño Jesús exultó en mi seno y fijando con los rayos de la propia Divinidad al pequeño Juan en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo conocer que Él era el Hijo de Dios. Juan entonces saltó tan fuertemente de amor y alegría, que Isabel se sintió sacudida, golpeada también ella por la luz de la Divinidad de mi Hijo, supo que Yo me había convertido en la Madre de Dios, y en el énfasis de su amor, temblando de gratitud exclamó: “¿De dónde a mí tanto honor, que la Madre de mi Señor venga a mí?”

Fiat Divina Voluntad



Jn 15, 8

“La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos”

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

"Este Fiat, ...genera todos los bienes en la criatura, la hace fecunda, dándole la maternidad sobre todos, sobre todos los bienes, y sobre Aquél que la ha creado".


"Hija mía, tú debes saber que desde que Yo fui concebida te amé como Madre, te sentía en mi corazón, ardía de amor por ti, pero no entendía el por qué; el Fiat Divino me hacía hacer los actos, pero me tenía oculto el secreto, pero en cuanto se encarnó me develó el secreto y comprendí la fecundidad de mi maternidad, que no sólo debía ser madre de Jesús, sino Madre de todos, y esta maternidad debía ser formada sobre la hoguera del dolor y del amor. Hija mía, ¡cuánto te he amado y te amo! Ahora escucha hija querida hasta dónde se puede llegar cuando el Divino Querer toma la vida obrante en la criatura y la voluntad humana lo deja hacer sin impedirle el paso. Este Fiat, que en naturaleza posee la virtud generativa, genera todos los bienes en la criatura, la hace fecunda, dándole la maternidad sobre todos, sobre todos los bienes, y sobre Aquél que la ha creado. Maternidad dice y significa verdadero amor, amor heroico, amor que se contenta con morir para dar vida a quien ha generado; si no hay esto, la palabra maternidad es estéril, está vacía y se reduce a palabras, pero en los hechos no existe. Por eso hija mía, si quieres la generación de todos los bienes haz que el Fiat tome en ti la vida obrante, el cual te dará la maternidad y amarás todo con amor de madre, y Yo, tu Mamá, te enseñaré el modo cómo fecundar en ti esta maternidad toda santa y divina.

Fiat Divina Voluntad



Mc 9, 39 

Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

Portadora de Jesús 

Yo iba a ella no para hacerle una simple visita, sino más bien porque ardía en deseos de llevarle a Jesús. La plenitud de gracia, de amor, de luz que sentía en Mí me empujaba a llevar, a multiplicar, a centuplicar la vida de mi Hijo en las criaturas. Sí hija mía, el amor de Madre que tuve por todos los hombres y por ti en particular, fue tan grande, que Yo sentí la necesidad extrema de dar a todos a mi querido Jesús, a fin de que todos lo pudieran poseer y amar. El derecho de Madre que me fue dado por el Fiat, me enriqueció de tal potencia,  de multiplicar tantas veces a Jesús por cuantas eran las criaturas que lo querían recibir, éste era el más grande milagro que Yo podía hacer, tener pronto a Jesús para darlo a cualquiera que lo deseara. ¡Cómo me sentía feliz! 

Cuánto quisiera que también tú hija mía, acercándote a las personas y haciendo visitas, fueras siempre la portadora de Jesús, capaz de hacerlo conocer y deseosa de hacerlo amar. 


Fiat Divina Voluntad


Mt 5, 12

“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

“el Señor había hecho grandes cosas en Mí, su esclava, y por esto todas las gentes me habrían llamado bienaventurada


“Después de algunos días de viaje llegué finalmente a Judea, y presurosa me conduje a la casa de Isabel. Ella vino a mi encuentro festiva. Al saludo que le di sucedieron fenómenos maravillosos, mi pequeño Jesús exultó en mi seno y fijando con los rayos de la propia Divinidad al pequeño Juan en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo conocer que Él era el Hijo de Dios. Juan entonces saltó tan fuertemente de amor y alegría, que Isabel se sintió sacudida, golpeada también ella por la luz de la Divinidad de mi Hijo, supo que Yo me había convertido en la Madre de Dios, y en el énfasis de su amor, temblando de gratitud exclamó: “¿De dónde a mí tanto honor, que la Madre de mi Señor venga a mí?” Yo no negué el altísimo misterio, más bien lo confirmé humildemente. Alabando a Dios con el canto del Magnificat, canto sublime por medio del cual continuamente la Iglesia me honra, anuncié que el Señor había hecho grandes cosas en Mí, su esclava, y por esto todas las gentes me habrían llamado  bienaventurada

Fiat Divina Voluntad

Lc 1, 42-43

42.y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;

43.y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

Visita a santa Isabel; santificación de Juan


"...Partí de Nazaret acompañada de san José, afrontando un largo viaje y atravesando montañas para ir a visitar en Judea a Isabel, que, a avanzada edad, milagrosamente llegaba a ser madre. 

Yo iba a ella no para hacerle una simple visita, sino más bien porque ardía en deseos de llevarle a Jesús. La plenitud de gracia, de amor, de luz que sentía en Mí me empujaba a llevar, a multiplicar, a centuplicar la vida de mi Hijo en las criaturas. Sí hija mía, el amor de Madre que tuve por todos los hombres y por ti en particular, fue tan grande, que Yo sentí la necesidad extrema de dar a todos a mi querido Jesús, a fin de que todos lo pudieran poseer y amar. El derecho de Madre que me fue dado por el Fiat, me enriqueció de tal potencia, 58 de multiplicar tantas veces a Jesús por cuantas eran las criaturas que lo querían recibir, éste era el más grande milagro que Yo podía hacer, tener pronto a Jesús para darlo a cualquiera que lo deseara. ¡Cómo me sentía feliz!

Cuánto quisiera que también tú hija mía, acercándote a las personas y haciendo visitas, fueras siempre la portadora de Jesús, capaz de hacerlo conocer y deseosa de hacerlo amar. 


"EL CANTO DEL MAGNIFICAT"

"Proclama mi alma la Grandeza del Señor"

"Después de algunos días de viaje llegué finalmente a Judea, y presurosa me conduje a la casa de Isabel. ...Al saludo que le di sucedieron fenómenos maravillosos, mi pequeño Jesús exultó en mi seno y fijando con los rayos de la propia Divinidad al pequeño Juan en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo conocer que Él era el Hijo de Dios.¨ 

Juan entonces saltó tan fuertemente de amor y alegría, que Isabel se sintió sacudida, golpeada también ella por la luz de la Divinidad de mi Hijo, supo que Yo me había convertido en la Madre de Dios, y en el énfasis de su amor, temblando de gratitud exclamó: “¿De dónde a mí tanto honor, que la Madre de mi Señor venga a mí?”

Yo no negué el altísimo misterio, más bien lo confirmé humildemente. Alabando a Dios con el canto del Magnificat, canto sublime por medio del cual continuamente la Iglesia me honra, anuncié que el Señor había hecho grandes cosas en Mí, su esclava, y por esto todas las gentes me habrían llamado bienaventurada.

Hija mía, Yo me sentía consumir por el deseo de dar un desahogo a las  llamas de amor que me consumían, y de externar mi secreto a Isabel, la cual, también ella suspiraba al Mesías sobre la  tierra. 

El secreto  es  una  necesidad del corazón que irresistiblemente se revela a las personas capaces de entenderse. 

¿Quién podrá jamás decirte cuánto bien llevó mi visita a Isabel, a Juan, a toda aquella casa? Cada uno quedó santificado, lleno  de  alegría,  advirtió alegrías insólitas, comprendió cosas inauditas, y Juan en particular recibió todas las gracias que le eran necesarias para prepararse a ser el precursor de mi Hijo.

Hija queridísima, la Divina Voluntad hace cosas grandes e inauditas dondequiera que Ella reina; si Yo obré tantos prodigios fue porque Ella tenía su puesto real en Mí. 

Si también tú dejas reinar al Divino Querer en tu alma, te convertirás también en la portadora de Jesús a las criaturas, sentirás también tú la irresistible necesidad de darlo a todos"

Fiat Divina Voluntad



Mt 10, 7

“Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.”


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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

“anuncié que el Señor había hecho grandes cosas en Mí”


“Después de algunos días de viaje llegué finalmente a Judea, y presurosa me conduje a la casa de Isabel. Ella vino a mi encuentro festiva. Al saludo que le di sucedieron fenómenos maravillosos, mi pequeño Jesús exultó en mi seno y fijando con los rayos de la propia Divinidad al pequeño Juan en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo conocer que Él era el Hijo de Dios. Juan entonces saltó tan fuertemente de amor y alegría, que Isabel se sintió sacudida, golpeada también ella por la luz de la Divinidad de mi Hijo, supo que Yo me había convertido en la Madre de Dios, y en el énfasis de su amor, temblando de gratitud exclamó: “¿De dónde a mí tanto honor, que la Madre de mi Señor venga a mí?” Yo no negué el altísimo misterio, más bien lo confirmé humildemente. Alabando a Dios con el canto del Magnificat, canto sublime por medio del cual continuamente la Iglesia me honra, anuncié que el Señor había hecho grandes cosas en Mí, su esclava, y por esto todas las gentes me habrían llamado bienaventurada. Hija mía, Yo me sentía consumir por el deseo de dar un desahogo a las llamas de amor que me consumían, y de externar mi secreto a Isabel, la cual, también ella suspiraba al Mesías sobre la tierra. El secreto es una necesidad del corazón que irresistiblemente se revela a las personas capaces de entenderse. ¿Quién podrá jamás decirte cuánto bien llevó mi visita a Isabel, a Juan, a toda aquella casa? Cada uno quedó santificado, lleno de alegría, advirtió alegrías insólitas, comprendió cosas inauditas, y Juan en particular recibió todas las gracias que le eran necesarias para prepararse a ser el precursor de mi Hijo.” 


Fiat Divina Voluntad


Mt 5, 39 

"Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra"

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Visita de la Reina del Cielo

Día 18

⚜️ "Señal de que el amor divino no llena toda tu alma"


Cuando se ama de verdad, los sacrificios, las penas, son refrigerios, consuelos y desahogos del amor que se posee. 

¡Oh! hija mía, si tú no pruebas el bien del sacrificio, si no sientes como él es causa de las alegrías más íntimas, es Señal de que el amor divino no llena toda tu alma, y por lo tanto que la Divina Voluntad no reina como Reina en ti. Ella sola da tanta fuerza al alma, de volverla invencible y capaz de soportar cualquier pena. Pon la mano sobre tu corazón y observa cuántos vacíos de amor hay en él, reflexiona: aquella secreta estima de ti misma, aquel turbarte por cada mínima contrariedad, aquellos pequeños apegos que sientes a cosas y a personas, aquel cansancio en el bien, aquel fastidio que te causa lo que no te gusta, equivalen a otros tantos vacíos de amor en tu corazón, vacíos que, parecidos a la fiebre, te privan de la fuerza y del deseo de llenarte de Voluntad Divina. 

¡Oh! cómo sentirías también tú la virtud refrescante y conquistante en tus sacrificios si llenas de amor estos vacíos tuyos". 


Fiat Divina Voluntad