"En cuanto la criatura se dispone a formar su acto de amor, así desde la altura de su trono hace descender un rayo de su amor, inviste y circunda el acto de amor de ellas para poner en él el suyo como primer amor, y en cuanto es formado, lo pone nuevamente en su mismo rayo de amor en la fuente de su amor y dice a su Creador: ‘Majestad adorable, en mi amor que siempre surge para Ti, está el amor de mis hijos fundido en el mío, que Yo, con derecho de Reina, he retirado en mi mar de amor, para que puedas encontrar en mi amor el amor de todas las criaturas’. 

Libro de Cielo Vol. 30-6 (2)

La Reina del Cielo

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 30-6 (1-2) Diciembre 8, 1931



"En cuanto la criatura se dispone a formar su acto de amor, 

así desde la altura de su trono hace descender un rayo de su amor, inviste y circunda el acto de amor de ellas para poner en él el suyo como primer amor,..."

"y dice a su Creador: ‘Majestad adorable, en mi amor que siempre surge para Ti, está el amor de mis hijos fundido en el mío, que Yo, con derecho de Reina, he retirado en mi mar de amor, para que puedas encontrar en mi amor el amor de todas las criaturas’".

Libro de Cielo Vol. 30-6 (2)

AUDIO



De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 30-6 (1-3) Diciembre 8, 1931


La Reina del Cielo retira los actos buenos de las criaturas en sus mares de gracia



(1) Continúo mi abandono en el Fiat Divino, sus dulces cadenas me estrechan tanto, pero no para quitarme la libertad, no, no, sino para volverme más libre en los campos divinos y para tenerme defendida de todos y de todo, así que yo me siento más segura encadenada por la Divina Voluntad. Y mientras hacía mis actos en Ella, sentía la necesidad de mi Mamá Celestial, que me ayudara y que sostuviera mis pequeños actos, a fin de que pudieran encontrar la complacencia y la sonrisa divina. Y el Celestial Consolador que nada sabe negarme cuando se trata de agradarle, visitando mi pobre alma me ha dicho: 

(2) “Hija mía, nuestra Mamá Celestial tiene el primado sobre todos los actos buenos de las criaturas. 

Ella, como Reina, tiene el mandato y el derecho de retirar todos los actos de ellas en sus actos; es tanto su amor de Reina y de Madre, que en cuanto la criatura se dispone a formar su acto de amor, así desde la altura de su trono hace descender un rayo de su amor, inviste y circunda el acto de amor de ellas para poner en él el suyo como primer amor, y en cuanto es formado, lo pone nuevamente en su mismo rayo de amor en la fuente de su amor y dice a su Creador: ‘Majestad adorable, en mi amor que siempre surge para Ti, está el amor de mis hijos fundido en el mío, que Yo, con derecho de Reina, he retirado en mi mar de amor, para que puedas encontrar en mi amor el amor de todas las criaturas’. 

Si las criaturas adoran, si ruegan, si reparan, si sufren, descienden de la altura de su trono, el rayo de la adoración, el rayo de su oración, el rayo de su reparación, emite el rayo vivificante de dentro del mar de sus dolores, e inviste y circunda la adoración, la oración, la reparación, los sufrimientos de las criaturas, y cuando han hecho y formado el acto, el mismo rayo de luz los eleva hasta su trono y se funden en la fuente de los mares de la adoración, de la oración, de la reparación, de los dolores de la Mamá Celestial, y repite: ‘Majestad Santísima, mi adoración se extiende en todas las adoraciones de las criaturas, mi plegaria ruega en la plegaria de ellas, repara con sus reparaciones, y como Madre, mis dolores invisten y circundan sus penas, no me sentiré Reina si no corro y pongo mi acto primero sobre todos los actos de ellas, ni gustaré las dulzuras de Madre si no corro para circundar, ayudar, suplir, embellecer, fortificar todos los actos de las criaturas, y así poder decir: Los actos de mis hijos son uno con los míos, los tengo en mi poder junto a Dios para defenderlos, ayudarlos y como prenda segura que me alcanzarán en el Cielo”. 

(3) Por eso hija mía, tú jamás estás sola en tus actos, tienes a la Mamá Celestial junto contigo, que no sólo te circunda, sino que con la luz de sus virtudes alimenta tu acto para darle la vida, porque tú debes saber que la Soberana Reina, desde su Inmaculada Concepción, fue la primera y única criatura que formó el anillo de conjunción entre el Creador y la criatura, roto por Adán. Ella aceptó el divino mandato de vincular a Dios y a los hombres, y los vinculaba con sus primeros actos de fidelidad, de sacrificio, de heroísmo de hacer morir su voluntad en cada acto suyo, no una vez, sino siempre, para hacer revivir la de Dios. De esto brotaba una fuente de amor divino que cimentaba a Dios y al hombre y todos los actos de ellos, así que sus actos, su amor materno, su dominio de Reina, son cemento que corre, que consolida los actos de las criaturas para volverlos inseparables de los suyos, a menos que algún ingrato rechace recibir el cemento del amor de su Mamá. Por lo tanto, tú debes estar convencida que junto a tu paciencia está la paciencia de la Mamá Reina, que circunda, sostiene y alimenta la tuya en torno a tus penas; te circundan sus dolores que sostienen y alimentan como aceite balsámico la dureza de tus penas, en resumen, en todo. Ella es la Reina hacendosa que no sabe estar ociosa en su trono de gloria, sino que desciende, corre como Madre en los actos y necesidades de sus hijos, por eso agradécele por sus tantos cuidados maternos, y agradece a Dios que ha dado a todas las generaciones una Madre tan santa, amable, y que ama tanto, que llega a ser la que recoge todos los actos de ellos para cubrirlos con los suyos, y para suplir a lo que en ellos falta de bello y de bueno”. 


Fiat Divina Voluntad

‘Majestad Santísima, mi adoración se extiende en todas las adoraciones de las criaturas, mi plegaria ruega en la plegaria de ellas, repara con sus reparaciones, y como Madre, mis dolores invisten y circundan sus penas, no me sentiré Reina si no corro y pongo mi acto primero sobre todos los actos de ellas, ni gustaré las dulzuras de Madre si no corro para circundar, ayudar, suplir, embellecer, fortificar todos los actos de las criaturas, y así poder decir: Los actos de mis hijos son uno con los míos, los tengo en mi poder junto a Dios para defenderlos, ayudarlos y como prenda segura que me alcanzarán en el Cielo”. 

Libro de Cielo Vol. 30-6 (2)