La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad


Ofrecimiento de la voluntad humana a la Reina Celestial




7° día


Toma el cetro de mando y la Trinidad Sacrosanta la constituye como su secretaria

"Solemne Consagración de mi voluntad a mi Mamá celestial"


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes

Para hacer la oración, leída:


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes



Reina Inmaculada, celestial Madre mía, vengo sobre tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija en tus brazos, para pedirte con los suspiros más ardientes en este mes consagrado a ti, la gracia más grande: “Que me admitas a vivir en el reino de la Divina Voluntad.” 

Mamá santa, Tú que eres la Reina de este reino, admíteme como hija tuya a vivir en él, a fin de que no esté más desierto sino poblado de tus hijos. Por eso Soberana Reina, a ti me confío, a fin de que guíes mis pasos en el reino del Querer Divino, y estrechada a tu mano materna guiarás todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a mi Mamá te entrego mi voluntad, para que me la cambies por la Divina Voluntad y así pueda estar segura de no salir de su reino. Por eso te ruego que me ilumines para hacerme comprender qué significa Voluntad de Dios. 

Ave María 


Florecita del mes: 

En la mañana, al medio día y en la tarde, es decir, tres veces al día, iré sobre las rodillas de nuestra Mamá celestial a decirle: “Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna. 

La Virgen nos dice:


"...Que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!"


7° día 

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Para recibir su Visita Celestial, con el texto:


La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad


7° día


Toma el cetro de mando y la Trinidad Sacrosanta la constituye como su secretaria


 

 

El alma a la divina Secretaria

Reina Mamá, heme aquí a tus pies postrada, siento que yo, como hija tuya, no sé estar sin mi Mamá celestial, y si bien hoy vienes a mí con la gloria del cetro de mando y con la corona de Reina, también eres siempre mi Mamá, y si bien temblando, me arrojo en tus brazos a fin de que me sanes las heridas que mi mala voluntad ha hecho a mi pobre alma. Escucha Mamá Soberana, si Tú no haces un prodigio, si no tomas el cetro de mando para guiarme y tener tu dominio sobre todos mis actos para hacer que mi querer no tenga vida, ¡ah! no tendré la bella suerte de venir al reino de la Divina Voluntad.

 

 

Lección de la Reina del Cielo

Hija mía querida, ven a los brazos de tu Mamá y pon atención  a  escucharme, y oirás los inauditos prodigios que el Fiat Divino hizo a tu Mamá celestial.

En cuanto tomé posesión del reino de la Divina Voluntad, terminaron sus pasos en Mí, mucho más que estos seis pasos simbolizaban los seis días de la Creación, y en cada día de los cuales, pronunciando un Fiat, hacía como un paso, al pasar a crear ahora una cosa y ahora otra, el sexto día hizo el último paso con decir: “Fiat, hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” Y el séptimo se reposó en sus obras, como queriéndose  gozar  todo  aquello  que con tanta magnificencia había creado. Y en su reposo, observando sus obras decía: “Cómo son bellas mis obras, todo es orden y armonía.” Y viendo al hombre, en el ímpetu de su amor agregaba: “Pero el más bello eres tú, tú eres  la corona de todas nuestras obras.”

Ahora, mi creación superó todos los prodigios de la Creación, y por eso la Divinidad quiso hacer con su Fiat seis pasos en Mí, y comenzó su Vida plena, entera y perfecta en mi alma, y ¡oh! en que alturas divinas fui puesta por el Altísimo, los Cielos no podían ni alcanzarme, ni contenerme, la luz del sol era pequeña ante mi luz, ninguna cosa creada podía alcanzarme. Yo navegaba los mares divinos como si fueran míos, mi Padre celestial, el Hijo y el Espíritu Santo suspiraban tenerme en sus brazos para gozarse a su pequeña hija, y, ¡oh! el contento que experimentaban al sentir cómo los amaba, les rogaba y adoraba su alteza suprema, mi amor, mis plegarias y adoraciones salían de dentro de mi alma, del centro de la Divina Voluntad, sentían salir de Mí olas de amor divino, castos perfumes, alegrías insólitas que partían  de  dentro  del  Cielo que su mismo Querer Divino había formado en mi pequeñez, tanto, que  no terminaban de repetir: “Toda bella, toda pura, toda santa es nuestra  pequeña hija, sus palabras son cadenas que nos acercan, sus miradas son  dardos que nos hieren, sus latidos son flechas que flechándonos nos hacen delirar de amor.” Sentían salir de Mí la potencia, la fuerza de  su  Divina  Voluntad que nos hacía inseparables, y me llamaban: “Nuestra hija invencible que llevará victoria también a nuestro Ser Divino.”

Ahora escúchame hija mía, la Divinidad llevada por un  exceso  de  amor hacia Mí, me dijo: “Hija nuestra amada, nuestro amor no rige, se siente  sofocado si no te confiamos nuestros secretos, por eso te elegimos como nuestra fiel secretaria. A ti queremos confiar nuestros dolores y nuestros decretos, a cualquier costo queremos salvar al hombre, mira como va al precipicio, su voluntad rebelde lo arrastra continuamente al mal; sin la vida, la fuerza, el sostén de nuestro Querer Divino se ha desviado del camino de su Creador y camina arrastrándose en la tierra, débil, enfermo y lleno de todos los vicios, pero no hay posibilidades de salvarlo, ni otras maneras para que  salga, sino que descienda el Verbo Eterno, tomar sus despojos, sus miserias, sus pecados sobre Sí, hermanarse con él, vencerlo por camino del amor y de penas inauditas, darle tanta confianza para poder ponerlo nuevamente en nuestros brazos paternos. ¡Oh! cómo nos duele la suerte del hombre, nuestro dolor es grande, no podíamos confiarlo a ninguno, porque no teniendo una Voluntad Divina que los domine, no podían jamás comprender  ni  nuestro  dolor, ni los graves males del hombre caído en el pecado. A ti es dado, porque posees nuestro Fiat, el poderlo comprender, y por eso como a Secretaria  nuestra queremos revelarte nuestros secretos y poner en tus manos el cetro de mando a fin de que domines e imperes sobre todo, y tu dominio venza a Dios y al hombre, y nos los lleves como hijos regenerados en tu materno corazón.

¿Quién puede decirte hija mía querida que sintió mi corazón con  este  hablar divino? Se abrió en Mí una vena de intenso dolor y me propuse, aun a costo de mi vida vencer a Dios y a las criaturas, y unirlas.

Ahora hija mía escucha a tu Mamá, te he visto sorprendida al oírme narrar   la historia de la posesión en el reino de la Divina Voluntad, ahora debes saber que también a ti es dada esta suerte, si te decides a no hacer jamás  tu  voluntad, el Querer Divino formará su cielo en tu alma, sentirás la inseparabilidad divina, te será dado el cetro de mando sobre ti misma, sobre   tus pasiones, no serás más esclava de ti misma, porque sólo la  voluntad  humana pone en esclavitud a la pobre criatura, les corta  las  alas  del  amor hacia Aquél que la ha creado, le quita la fuerza, el sostén y la confianza de lanzarse a los brazos de su Padre celestial, de modo que no puede conocer ni  sus secretos, ni el amor grande con el que la ama, y por eso vive como extraña de la casa de su Padre Divino. Qué lejanía pone entre Creador y criatura el humano querer, por eso escúchame, conténtame, dime que no darás más vida   a tu voluntad, y Yo te llenaré toda de Voluntad Divina.

 

 


El alma

Mamá santa, ayúdame, ¿no ves cómo soy débil? Tus bellas lecciones me conmueven hasta las lágrimas, y lloro mi gran desventura de  haber  tantas  veces caído en el laberinto de hacer mi voluntad, y me ha alejado de aquella de mi Creador, ¡Ah! hazme de Mamá, no me dejes conmigo misma, con  tu  potencia une el Querer Divino al mío, enciérrame en tu  corazón  materno  donde estaré segura de no hacer jamás mi voluntad.

 



Florecita: Hoy para honrarme te estarás bajo mi manto para enseñarte a vivir bajo mis miradas, y recitándome tres Aves Marías, me  rogarás  que  Yo haga conocer a todos la Divina Voluntad.

 

Jaculatoria: Mamá santa, enciérrame en tu corazón a fin de que aprenda de ti a vivir de Voluntad Divina.

Canción Reina Inmaculada

Tomado de la oración para todos los días  del libro 

"La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad" 

Continuamos en el Estudio, para el Ejercicio en Tu Voluntad


Imágenes de apoyo

Para la 7° Lección

Para ir al índice de las 31 Visitas Celestiales:  

Consagración a la Divina Voluntad