La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad


Ofrecimiento de la voluntad humana a la Reina Celestial




6° día

El sexto paso de la Divina Voluntad en la Reina del Cielo.


Después del triunfo en la prueba, la posesión

"Solemne Consagración de mi voluntad a mi Mamá celestial"


Para hacer la oración, leída:


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes



Reina Inmaculada, celestial Madre mía, vengo sobre tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija en tus brazos, para pedirte con los suspiros más ardientes en este mes consagrado a ti, la gracia más grande: “Que me admitas a vivir en el reino de la Divina Voluntad.” 

Mamá santa, Tú que eres la Reina de este reino, admíteme como hija tuya a vivir en él, a fin de que no esté más desierto sino poblado de tus hijos. Por eso Soberana Reina, a ti me confío, a fin de que guíes mis pasos en el reino del Querer Divino, y estrechada a tu mano materna guiarás todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a mi Mamá te entrego mi voluntad, para que me la cambies por la Divina Voluntad y así pueda estar segura de no salir de su reino. Por eso te ruego que me ilumines para hacerme comprender qué significa Voluntad de Dios. 

Ave María 


Florecita del mes: 

En la mañana, al medio día y en la tarde, es decir, tres veces al día, iré sobre las rodillas de nuestra Mamá celestial a decirle: “Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna. 

La Virgen nos dice:


"...Que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!"


6° día ⤵️

Para recibir su Visita Celestial, con el texto:


La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad


6° día

El sexto paso de la Divina Voluntad en la Reina del Cielo

Después del triunfo en la prueba, la posesión





El alma a la Virgen

Mamá Reina, veo que me esperas de nuevo, y extendiéndome la mano me pones sobre tus rodillas, me estrechas a tu corazón  para  hacerme  sentir  la vida de aquel Fiat Divino que Tú posees. ¡Oh cómo es reconfortante su calor, y como es penetrante su luz! ¡Ah! Mamá santa, si tanto me amas, arroja el pequeño átomo de mi alma en aquel Sol de la Divina Voluntad que  Tú  escondes, a fin de que también yo pueda decir: “Mi voluntad ha terminado, no tendrá más vida, sino que mi vida será la Divina Voluntad.”

 

Lección de la Reina del Cielo

Hija queridísima, confía en tu Mamá y pon atención a mis lecciones, ellas te servirán para hacerte aborrecer tu voluntad y hacerte desear en ti aquel Fiat santo, que tanto anhelo formar su Vida en ti.

Hija mía, tú debes saber que la Divinidad después de que se aseguró de Mí en la prueba que quiso, mientras todos creen que Yo no tuve ninguna prueba y que bastaba a Dios hacer el gran portento que hizo de Mí, que fuera concebida sin mancha original, ¡oh! cómo se engañan, antes bien quiso de Mí una prueba que no ha pedido a ninguno, y esto lo hizo con justicia y con suma sabiduría, porque debiendo descender en Mí el Verbo Eterno, no sólo no era decoroso que encontrara en Mí la mancha de origen, sino que ni siquiera era decoroso que encontrara en Mí una voluntad humana obrante; habría sido muy indecoroso para Dios descender en una criatura en que reinase la voluntad humana. Es por esto que quiso de Mí, por prueba y por toda la vida, mi  voluntad, para asegurar en mi alma el reino de la Divina Voluntad. Asegurado éste en Mí, Dios podía hacer lo que quería de Mí, todo podía darme, y puedo decir que nada me podía negar. Pero ahora regresemos al punto donde nos hemos quedado, me reservaré en el curso de mis lecciones el narrarte lo que hizo esta Divina Voluntad en Mí.

Ahora escucha hija mía, después del triunfo en la prueba el Fiat Divino hizo el sexto paso en mi alma, haciéndome tomar posesión de todas las propiedades divinas, por cuanto a criatura es posible e imaginable. Todo era mío, Cielo, tierra, y el mismo Dios, del Cual poseía la misma Voluntad de Ellos, Yo me sentía poseedora de la santidad divina, del amor, de la belleza, potencia, sabiduría y bondad divinas, me sentía Reina de todo, no me sentía extraña en la casa de mi Padre celestial, sentía a lo vivo su paternidad y la suprema felicidad de ser su hija fiel, puedo decir que crecí sobre las rodillas paternas de Dios, no conocí otro amor, ni otra ciencia, sino aquella que me suministraba mi Creador. ¿Quién puede decirte lo que hizo esta Divina Voluntad en Mí? Me elevó tan en alto, me embelleció tanto, tanto, que los mismos ángeles quedaron mudos, no sabiendo por dónde comenzar a hablar de Mí.

Ahora hija mía queridísima, tú debes saber que en cuanto el Fiat Divino me hizo tomar posesión de todo, me sentí poseedora de todo y de todos, la Divina Voluntad con su potencia, inmensidad y omnividencia encerraba en mi alma a todas las criaturas, y Yo sentía un pequeño lugar en mi corazón materno para cada una de ellas. Desde que fui concebida Yo te llevé en mi corazón, y ¡oh! cuánto te amé y te amo, te amé tanto que te hice de Madre ante Dios, mis oraciones, mis suspiros eran para ti, y en el delirio de Madre decía: “¡Oh! cómo quisiera ver a mi hija poseedora de todo, como lo soy Yo.” Por eso escucha a tu Mamá, no quieras reconocer más tu voluntad humana, si esto haces todo será común entre Yo y tú, habrá una fuerza divina en tu poder, todas las cosas se convertirán en santidad, amor y belleza divinas. Y Yo en el desahogo de mi  amor, así como me alabó el Altísimo: “Toda bella, toda santa, toda  pura  eres Tú, ¡oh! María.” Diré: “Bella, pura y santa es mi hija, porque posee la Voluntad Divina.”


El alma

Reina del Cielo, también yo te saludo: “Toda bella, pura y santa es mi Mamá celestial.” ¡Ah! te ruego, si tienes un lugar para mí en tu materno corazón, enciérrame en él y así estaré segura que no haré más mi voluntad, sino siempre la de Dios, y la Mamá y la hija serán felices las dos.

 


Florecita: Hoy para honrarme recitarás por tres veces tres Gloria Patri, en agradecimiento a la Santísima Trinidad por el reino que estableció en Mí de la Divina Voluntad, dándome la posesión de todo, y haciendo tuyas las palabras  del Ser Supremo en cada Gloria me dirás: “Toda bella, pura y santa es mi Mamá.”

 

Jaculatoria: Reina del Cielo, hazme poseer por la Voluntad Divina.

Canción Reina Inmaculada

Tomado de la oración para todos los días  del libro 

"La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad" 

Continuamos en el Estudio, para el Ejercicio en Tu Voluntad


Imágenes de apoyo

Para la 6° Lección

Para ir al índice de las 31 Visitas Celestiales:  

Consagración a la Divina Voluntad