La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad


Ofrecimiento de la voluntad humana a la Reina Celestial




14° día


Su vida en el templo forma el nuevo día para hacer despuntar el refulgente Sol del Verbo Divino sobre la tierra.  

Se hace modelo de las almas consagradas al Señor

"Solemne Consagración de mi voluntad a mi Mamá celestial"


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes

Para hacer la oración, leída:


Oración 

a la Reina del Cielo

 para cada día del mes



Reina Inmaculada, celestial Madre mía, vengo sobre tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija en tus brazos, para pedirte con los suspiros más ardientes en este mes consagrado a ti, la gracia más grande: “Que me admitas a vivir en el reino de la Divina Voluntad.” 

Mamá santa, Tú que eres la Reina de este reino, admíteme como hija tuya a vivir en él, a fin de que no esté más desierto sino poblado de tus hijos. Por eso Soberana Reina, a ti me confío, a fin de que guíes mis pasos en el reino del Querer Divino, y estrechada a tu mano materna guiarás todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a mi Mamá te entrego mi voluntad, para que me la cambies por la Divina Voluntad y así pueda estar segura de no salir de su reino. Por eso te ruego que me ilumines para hacerme comprender qué significa Voluntad de Dios. 

Ave María 


Florecita del mes: 

En la mañana, al medio día y en la tarde, es decir, tres veces al día, iré sobre las rodillas de nuestra Mamá celestial a decirle: “Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna. 

La Virgen nos dice:


"...Que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!"


14° día 

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Para recibir su Visita Celestial, con el texto:


La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad


14° día


Su vida en el templo forma el nuevo día para hacer despuntar el refulgente Sol del Verbo Divino sobre la tierra.  

Se hace modelo de las almas consagradas al Señor


 


El alma a la Reina del Cielo

Mamá Reina, heme aquí a tu lado para seguir tus pasos al entrar al templo,   y ¡oh! cómo quisiera que mi Mamá tomara mi pequeña alma y la encerrara en   el templo vivo de la Voluntad de Dios, que me aislara de todos, excepto de mi Jesús y de su dulce compañía.

 

 

Lección de la Reina del Cielo

Hija mía queridísima, cómo es dulce tu susurro en mi oído al oírte decir que quieres ser encerrada por Mí en el templo vivo de la Divina Voluntad, y que no quieres otra compañía sino la de tu Jesús y la mía. ¡Ah! hija querida, tú haces surgir en mi materno corazón las alegrías de verdadera Madre, y si esto me haces hacer, Yo estoy segura que mi hija será feliz, mis alegrías serán las suyas, y tener una hija feliz es la más grande felicidad y gloria  de  un  corazón  materno.

Ahora escúchame hija mía, Yo llegué al templo sólo para vivir de Voluntad Divina, mis santos padres me confiaron a los superiores del templo, consagrándome al Señor, y mientras esto hicieron Yo estaba vestida de fiesta, cantaron himnos y profecías respecto al futuro Mesías, ¡oh! cómo se alegraba  mi corazón, después, con valor di el adiós a mis queridos y santos padres, besé su mano derecha, les agradecí por los cuidados que tuvieron de mi infancia, y porque con tanto amor y sacrificio me habían consagrado al Señor.  Mi  presencia pacífica, sin llorar y valerosa les infundió tal ánimo, que tuvieron la fuerza de dejarme y apartarse de Mí. La Voluntad Divina imperaba sobre Mí, y extendía su reino en todos aquellos actos míos. ¡Oh! potencia del Fiat, sólo Tú podías darme el heroísmo, que si bien tan pequeña, tuve la fuerza  de  separarme de quienes tanto me amaban y que Yo veía  que  se  sentían  destrozar el corazón al separarse de Mí.

Ahora hija mía escúchame, Yo me encerré en el templo, y lo quiso el Señor para hacerme extender en mis actos que debía hacer en él, el reino de la Divina Voluntad, para hacerme preparar el terreno con mis actos humanos, y el cielo de la Divina Voluntad que debía formarse sobre este terreno, a todas las almas consagradas al Señor. 

Yo era atentísima a todos los deberes que se acostumbraban hacer en aquel lugar santo, Yo era pacífica con todos, jamás di amarguras ni molestias a ninguno, me sometía a los servicios más humildes, no le encontraba dificultad a nada, ni a barrer, ni a cocinar, cualquier sacrificio era para Mí un honor, un triunfo, ¿pero quieres saber por qué? Yo no veía nada, todo para Mí era Voluntad de Dios, así que la campanita que me llamaba era el Fiat, Yo oía el sonido misterioso del Querer Divino que me llamaba en el sonido de la campanita, y mi corazón se alegraba y corría para ir donde el Fiat me llamaba. Mi regla era la Divina Voluntad, a mis superiores los veía como comandantes de un Querer tan santo, por eso para Mí la campanita, la regla, los superiores, mis acciones, incluso las más humildes, eran alegrías y fiestas que me preparaba el Fiat Divino, que extendiéndose también fuera de Mí me llamaba a extender su Voluntad para formar su reino en los más pequeños de mis actos, y Yo hacía como el mar, que esconde todo lo que posee y no deja ver otra cosa que agua, así hacía Yo, escondía todo en el mar inmenso del Fiat Divino, y no veía otra cosa que mar de Voluntad Divina, y por eso todas las cosas me llevaban alegrías y fiestas. 

¡Ah! hija mía, en mis actos corrías tú y todas las almas, Yo no sabía hacer nada sin mi hija, era propiamente para mis hijos que preparaba el reino de la Divina Voluntad. ¡Oh! si todas las almas consagradas al Señor en los lugares santos hicieran desaparecer todo en la Divina Voluntad, cómo serían felices y convertirían las comunidades en tantas familias celestiales y poblaría la tierra de muchas almas santas. Pero, ¡ay de Mí! debo decirlo con dolor de Madre, ¿cuántas amarguras, trastornos, discordias no hay? Mientras la santidad no está en el oficio que les toca, sino en el cumplir la Voluntad Divina en cualquier oficio asignado a ellas, porque es la pacificadora de las almas, fuerza y sostén en los sacrificios más duros.

Ahora préstame atención y escucha a tu Mamá que quiere dividir contigo su fortuna. Yo continuaba mi vida en el templo, pero el  Cielo  no  estaba  cerrado para Mí, Yo podía ir cuantas veces quería, tenía el paso libre para subir  y descender; en el Cielo tenía mi Familia Divina con la cual Yo ansiaba ardientemente y suspiraba el entretenerme con Ellos, la Divinidad misma me esperaba con tanto amor para conversar conmigo, para felicitarse y hacerme más feliz, más bella, más querida a los ojos de Ellos, por otra parte no me  habían creado para tenerme lejana, no, no, querían gozarme como hija, querían escucharme, y como mis palabras animadas por el Fiat tenían la potencia de poner paz entre Dios y las criaturas, amaban el ser vencidos por su pequeña hija y oírse repetir: “Descienda, descienda el Verbo sobre la tierra.” Puedo decir que la misma Divinidad me llamaba, y Yo corría, volaba en medio a Ellos; mi presencia, porque no había hecho jamás la voluntad humana, los correspondía del amor y de la gloria de la gran obra de toda la Creación, y por eso me confiaban el secreto de la historia del género humano, y Yo rogaba y volvía a rogar que se diera la paz entre Dios y el hombre.

Ahora hija mía, tú debes saber que sólo la voluntad humana cierra el Cielo, por eso no le era dado penetrar en aquellas regiones celestiales, ni de tener trato familiar con su Creador, por el contrario, la voluntad humana lo había arrojado lejos de Aquél que lo había creado. En cuanto el hombre se sustrajo de la Voluntad Divina se volvió miedoso, tímido, perdió el dominio de sí mismo   y de toda la Creación, todos los elementos, porque dominados por el Fiat, permanecían superiores a él y le podían hacer mal. El hombre tenía miedo de todo, ¿y te parece poco hija mía que aquél que había sido creado rey, dominador de todo, llegara a tener miedo de Aquél que lo había creado? Extraño hija mía, y diría casi contra natura, el que un hijo tenga miedo de su padre, mientras que es natural que conforme se genera, se genera al mismo tiempo amor y confianza entre padre e hijo, y esto se puede llamar la primera herencia que toca al hijo, y el primer derecho que toca al padre. Así que Adán con hacer su voluntad perdió la herencia de su Padre, perdió su reino y se volvió el hazmerreír de todas las cosas creadas.

 



El alma

¡Oh! Mamá santa, cómo son bellas tus lecciones, cómo descienden dulces  en mi corazón. ¡Ah! te ruego que extiendas en mí el mar del Fiat Divino y me lo amuralles alrededor, a fin de que tu hija no vea y no conozca nada más que Voluntad Divina, de modo que navegando siempre en Ella, pueda conocer sus secretos, sus alegrías, su felicidad.

¡Oh! cuántas veces también yo me sentía con temor, timidez,  y  como  lejana de mi Creador, ¡ah! era mi voluntad humana que reinaba en mí, no la Divina, y por eso yo sentía sus tristes efectos. Si me amas como hija, toma mi corazón entre tus manos y arroja de mí el miedo y la timidez que me impiden    el vuelo hacia mi Creador, y en su lugar pon aquel Fiat que Tú tanto amas, y que quieres que reine en mi alma.

 

 

Florecita: Hoy para honrarme me harás doce actos de amor, para honrar los doce años que viví en el templo, rogándome que te admita en la unión de mis actos, y pondrás en mis manos todo lo que sientas de molestia, de temor,  de desconfianza, a fin de que te los convierta en Voluntad de Dios.

 

Jaculatoria: Reina Mamá, enciérrame en el sagrado templo de la Voluntad de Dios.

Canción Reina Inmaculada

Tomado de la oración para todos los días  del libro 

"La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad" 

Continuamos en el Estudio, para el Ejercicio en Tu Voluntad


Imágenes de apoyo

Para la 14° Lección

Para ir al índice de las 31 Visitas Celestiales:  

Consagración a la Divina Voluntad