La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad
Ofrecimiento de la voluntad humana a la Reina Celestial
24° día
Un impío tirano. El pequeño Rey Jesús es llevado por su Mamá y san José a tierra extranjera como pobres exiliados. Regreso a Nazaret
"Solemne Consagración de mi voluntad a mi Mamá celestial"
Oración
a la Reina del Cielo
para cada día del mes
Para hacer la oración, leída:
Oración
a la Reina del Cielo
para cada día del mes
Reina Inmaculada, celestial Madre mía, vengo sobre tus rodillas maternas para abandonarme como tu querida hija en tus brazos, para pedirte con los suspiros más ardientes en este mes consagrado a ti, la gracia más grande: “Que me admitas a vivir en el reino de la Divina Voluntad.”
Mamá santa, Tú que eres la Reina de este reino, admíteme como hija tuya a vivir en él, a fin de que no esté más desierto sino poblado de tus hijos. Por eso Soberana Reina, a ti me confío, a fin de que guíes mis pasos en el reino del Querer Divino, y estrechada a tu mano materna guiarás todo mi ser para que haga vida perenne en la Divina Voluntad. Tú me harás de Mamá, y como a mi Mamá te entrego mi voluntad, para que me la cambies por la Divina Voluntad y así pueda estar segura de no salir de su reino. Por eso te ruego que me ilumines para hacerme comprender qué significa Voluntad de Dios.
Ave María
Florecita del mes:
En la mañana, al medio día y en la tarde, es decir, tres veces al día, iré sobre las rodillas de nuestra Mamá celestial a decirle: “Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu bendición para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.
La Virgen nos dice:
"...Que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y aprendas a vivir de Voluntad Divina!"
24° día
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Para recibir su Visita Celestial, con el texto:
La Reina del Cielo en el reino de la Divina Voluntad
24° día
Un impío tirano. El pequeño Rey Jesús es llevado por su Mamá y san José a tierra extranjera como pobres exiliados. Regreso a Nazaret
El alma a su Reina arrollada en el dolor
Mamá Soberana, tu pequeña hija siente la necesidad de venir a tus rodillas para hacerte un poco de compañía. Veo tu rostro cubierto de tristeza, y alguna lágrima fugitiva corre de tus ojos, el dulce niñito tiembla y sollozando llora. Mamá santa, uno mis penas a las tuyas para reconfortarte y para calmar el llanto del celestial niño. Pero ¡ah! Mamá mía, no me niegues el revelarme el secreto, ¿qué hay de funesto para mi querido niño?
Lección de la Madre Reina
Hija mía queridísima, el corazón de tu Mamá hoy está henchido por el amor y por el dolor, tanto que no puedo retener el llanto, tú sabes que la venida de los reyes magos dejó rumores en Jerusalén al preguntar por el nuevo Rey, y el impío Herodes por temor de ser derribado del trono, ha dado ya la orden de asesinar a mi dulce Jesús, mi querida vida, junto con todos los otros niños. Hija mía, ¡qué dolor! Aquél que ha venido a dar la vida a todos y a traer la nueva era en el mundo, era de paz, de felicidad, de gracia, ¡me lo quieren matar! ¡Qué ingratitud, qué perfidia! ¡Ah hija mía, hasta dónde llega la ceguera de la voluntad humana! Hasta volverse crueles, hasta atar las manos al mismo Creador y volverse dueña de Aquél que la ha creado. Por eso compadéceme hija mía, y trata de calmar el llanto al dulce niño. Él llora por la ingratitud humana, que apenas nacido lo quieren muerto, y para salvarlo estamos obligados a huir. Ya el querido san José ha sido avisado por el ángel de partir rápido a tierras extranjeras. Tú acompáñanos hija querida, no nos dejes solos, y Yo continuaré dándote mis lecciones sobre los graves males de la voluntad humana.
Ahora, tú debes saber que en cuanto el hombre se sustrajo de la Divina Voluntad rompió con su Creador. Todo había sido hecho por Dios sobre la tierra, todo era suyo, y el hombre con no hacer el Querer Divino perdió todos los derechos, y se puede decir que no tenía a dónde ir, así que se convierte en el pobre exiliado, el peregrino que no podía poseer habitación permanente, y esto no sólo en el alma, sino también en el cuerpo; todas las cosas se cambiaron para el pobre hombre, y si alguna cosa fugaz tiene, fue en virtud de los méritos previstos de este celestial niño, y esto porque toda la magnificencia de la Creación fue destinada por Dios para darla a aquellos que habrían hecho y vivido en el reino de la Divina Voluntad. Todos los demás, si toman a duras penas alguna cosa, son los verdaderos ladrones de su Creador, y con razón, ya que no quieren hacer la Divina Voluntad, pero sí quieren los bienes que a Ella pertenecen. Ahora hija querida, escucha cuánto, Yo y este querido niño te amamos, que a los primeros albores de la vida se va al exilio y a tierra extranjera para liberarte del exilio en el cual te ha puesto el querer humano, para llamarte a vivir, no en tierra extraña, sino en la patria que te fue dada por Dios cuando fuiste creada, esto es, en el reino del Fiat Supremo. Hija de mi corazón, ten piedad de las lágrimas de tu Mamá y de las lágrimas de este dulce y querido niño, porque llorando te rogamos no hacer jamás tu voluntad, sino que regresa, te rogamos, te suplicamos, al seno del Querer Divino que tanto te suspira.
Ahora hija querida, entre el dolor de la ingratitud humana, entre las inmensas alegrías y felicidad que el Fiat Divino nos daba, y entre la fiesta que toda la Creación hacía al dulce niño, la tierra reverdecía y florecía bajo nuestros pasos para dar homenaje a su Creador. El sol lo fijaba e inundándolo con su luz se sentía honrado de darle su luz y calor; el viento lo acariciaba; los pajaritos, casi como nubes bajaban en torno a Nosotros, y con sus trinos y cantos hacían los más bellos arrullos al querido niño para calmarle el llanto y conciliarle el sueño. Hija mía, estando en Nosotros el Querer Divino teníamos el poder sobre todo.
Más tarde llegamos a Egipto, y después de un largo periodo de tiempo, el ángel del Señor avisó a san José que regresáramos a la casa en Nazaret porque el impío tirano había muerto. Y así regresamos a nuestra tierra natal.
Ahora, Egipto simboliza la voluntad humana, tierra llena de ídolos, y por donde pasaba el niño Jesús, echaba por tierra estos ídolos y los metía en el infierno. ¡Cuántos ídolos posee el querer humano! Ídolos de vanagloria, de estima propia y de pasiones que tiranizan a la pobre criatura, por eso sé atenta, escucha a tu Mamá, que con tal de que no hagas jamás tu voluntad, haría cualquier sacrificio, y daría incluso mi vida para darte el gran bien de que tú vivas siempre en el seno de la Divina Voluntad.
El alma
Mamá dulcísima, cuánto te agradezco que me hagas comprender el gran mal del querer humano, por eso te ruego, por el dolor que sufriste en el exilio en Egipto, que hagas salir mi alma del exilio de mi voluntad, y de hacerme regresar a la querida patria de la Divina Voluntad.
Florecita: Hoy para honrarme ofrecerás tus acciones unidas con las mías, en acto de gratitud al santo niño, rogándole que entre en el Egipto de tu corazón para cambiarlo todo en Voluntad de Dios.
Jaculatoria: Mamá mía, encierra al pequeño Jesús en mi corazón, a fin de que me lo reordene todo en la Voluntad Divina.
Canción Reina Inmaculada
Tomado de la oración para todos los días del libro
"La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad"
Continuamos en el Estudio, para el Ejercicio en Tu Voluntad
Imágenes de apoyo
Para la 24° Lección
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